Author:FOLLADORLECHERO
Lentamente acercó su cara abriendo levemente la boca, arrugando nuevamente la cara, con asco, por lo que pincé su nariz y, sin que lo esperase, le introduje el rabo hasta el fondo, sin compasión, hasta que las arcadas fueron agónicas, sus lágrimas se derramaban por sus mejillas, babeaba abundantemente y sus sonidos guturales eran aberrantes y morbosos.
—¿A qué sabe bien el ojete de tu amiga? jajajajaa—Le decía mofándome de ella, mientras mantenía su cabeza apretada contra mi rabo, introduciéndole todo lo que daba su garganta.
Me levanté del golpe de la silla y le saqué el rabo rápidamente de la boca, quedando tosiendo babas arrodillada, y rápidamente la agarré del pelo y la puse de rodillas sobre la silla, con mi mano agarrándola fuertemente del pelo. Agarré mi rabo completamente durísimo y, dirigiéndolo al coño de mi pobre madre, sin darle opción a reaccionar, se lo introduje de golpe hasta la mitad, comenzando rápidamente a lubricar la muy cerda.
—¡Nooooo…estás loco, saca eso por Dios, me revientas! ¡Tu padreeee…! —Me dijo mientras se mordía el labio para amortiguar el quejido.
Subí sus bragas rosas para follarle con ellas puestas, haciéndolas a un lado teniendo que dar fuertísimos tirones que le hacían dar bandazos hacia los lados todo su cuerpo, teniéndose que sujetar y hacer equilibrios con las manos en el suelo para no caer al suelo por la fuerza con la que tiraba de ellas, con saña, desgarrándolas para se dieran de sí lo suficiente como para pasarlas por encima de la nalga izquierda y liberar por completo sus blancas nalgas.
De esa forma la visión el extremadamente morbosa, impresionante, maravillosa, una madre de 36 años, frente a su hijo de 18 añitos, con el culo en pompa, a cuatro patas sobre la silla con los pantalones por las rodillas, ofrecida a su hijo, como una perra, chantajeada y humillada, con sus braguitas rosas ciñéndose a un lado, sobre la nalga contraria, dejando al descubierto un culo perfecto y carnoso, vibrando a cada leve movimiento, con la raja del culo abierta mostrando sus dos agujeros.
Agarré su cara con mis dos manos estrujándola, tapando la boca con una y los ojos con la otra, con fuerza, comenzando a forzar la entrada todavía más hasta la mitad.
—¡Qué vergüenza, zorra, con el culo en pompa mientras papá está esperando sus macarrones con queso! —Le dije mientras comenzaba a sacar lentamente mi rabo, ya brillante por la lubricación que comenzaba a segregar su pequeño y estrecho coño.
Agarré con dos dedos su nariz en forma de gancho y los introduje en los orificios, tirando hacia arriba, quedando su nariz en forma de marrana, como lo que era, mientras con la otra tapaba sus ojos.
Di un tirón a los tres botones de su camiseta y los arranqué, liberando sus pechos tirando de sus pezones para sacarlos de su interior. Arrastraba mi cipote por su coño, lo sacaba y lo frotaba por fuera de su coño, apretándolo contra él. Se me ocurrió algo. Me dirigí a la nevera dejándola a cuatro patas con el culo en pompa y su coño exageradamente dilatado por el gran invasor que había salido de ahí, y saqué una bolsa con zanahorias. Me tome un momento para tomar la idónea, la más gorda jajajaja. Volví hacia ella, mientras me miraba con ojos aterrados.
—Pero…que va…Richard…por favor…no… —Me dijo suplicando.
—¡Plaaaaaaaaaaaaasssssssss! ¡Plaaaaaaaaaaaasssssssss! —Sin mediar palabra y, mientras sostenía la zanahoria en la mano, agaché mi cabeza y la acerqué a su ojete, comenzando a pasar mi larga y ancha lengua a todo su ojete, baboseándolo y dejando caer chorros de saliva sobre él, emitiendo un chasquido tremendamente excitante. Reparaba en meter la lengua en el ojo del culo de mi madre, momento en el cual, tapándose la boca, emitió un gemido, la muy puta, temblando al sentir el tacto en una zona tan sensible como el ojete, donde por lo que se ve, jamás habían estimulado. Pero no pensaba ser tan suave, por lo que, mientras introducía mi lengua en el interior de su culo, y pasaba mi larga lengua desde el clítoris, ascendiendo por toda la raja del culo hasta la rabadilla, comencé a azotarla, con fuerza, sin importarme el que mi padre oyese algo. Agarraba las bragas y tiraba todavía más de ellas hasta oírlas crujir, nalgueándola, mientras con la otra, acerqué la zanahoria a su ojete.
—¡Nooooo…eso no…Richard… —Dijo mi madre comenzando a agitar su respiración.
—¿Ahora dices que no, zorra? ¡Si tienes el coño de puerca chorreando, perra! ¡Plaaaaaaaaaaaaaassssssssss! —Le dije haciendo presión con la punta de la zanahoria en el ojete, introduciendo la punta de esta.
Agarré las manos de mi madre y las sujete por la muñeca con mi mano izquierda, mientras con la otra no me detuve, comencé a empujar la gordísima zanahoria venciendo la resistencia del esfínter, sacándola y dejando caer un río de espesa saliva sobre el agujero dejado en él, para volver a introducirla haciendo caso omiso a las suplicas de mi madre.
—¡Richard, me vas a abrir el culo!¡Por delante sí, pero por favor, por el culo no! —Se rebajó a decir por la desesperación, que no hizo más que aumentar el tamaño de mi ya por sí, durísimo rabo.
—Tranquila, jajajaja, si te voy a reventar el coño, mientras tienes la zanahoria en el ojete, yo te voy a tratar como se trata a las marranas como tú, te voy a hacer ir a comer con la zanahoria en el ojete, luego te la sacaré y ya verás que ensalada más rica vas a hacer a papá jajajaja —Le dije ante su desesperación, incrementando la presión de la zanahoria sobre su ojete, incrementando el chasquido de la saliva producido por la presión de la zanahoria contra las paredes de su ojete.
La saliva chorreaba desde su ojete hasta su coño, goteando sobre su pantalón de deporte, el cual tenía grandes hileras de saliva chorreando por él. Decidí subir sus bragas y dejarlas subidas, con la zanahoria metida por el culo y abultando por las bragas.
—¡Perra, aparta tu misma con tu mano las bragas, quiero que la apartes con fuerza o te las rompo y te saco a cuatro patas delante del cornudo de mi padre o le enseño tus hermosos vídeos materno filial con tu amado hijo! ¡Plaaaaaaaaaaaaaaassssssssssss! —Le dije dándole una fuerte nalgada.
Ella, echó hacia atrás uno de sus brazos y, agarrando sus braguitas ajustaditas como una segunda piel a sus nalgas, e intentó apartarlas, no resultándole fácil, y no pudiendo apartarlas más allá de la raja del culo. Las dejó apartadas al nivel de la raja, como esperando que así fuese suficiente.
—¡Más, perra! ¡O te las rompo a tirones y te las cuelgo de las orejas, marrana, adúltera! —Le increpaba.
Al oír esto mi madre, Ella tiró más y más sus justas braguitas, viendo como marcaban sus carnosas nalgas, como apretaban sus prietas carnes hasta crujir, pero tenía que tirar más.
—¡Más zorra! ¡Plaaaaaaaaaaasssssss! ¡Más! ¡Plaaaaaaaasssssssss! ¡Plaaaaaaaaaasssssssssss! —Comencé a decir nalgueándola, asestándole nalgadas de una a otra nalga, como animándole divertido viendo tal escena, con sus nalgas a centímetros de mis jóvenes y pervertidos ojos, viendo como los dedos con las uñas pintadas de rojo, sujetaban con fuerza las bragas cerrándose sobre estas, ejerciendo todavía más tensión sobre sus bragas, oyendo como la tela iba cediendo, las iba agrandando, casi llegando a cederlas hasta llegar a dejar visible la nalga contraria.
—Te voy a dar a elegir, zorra —Le dije a mi madre —Te follo ahora mismo por el culo, te lo reviento con papá en el salón y, te aseguro que no podrás sentarte en una semana o, por el contrario, ahora mismo me vas a sacar todo el semen empleándote a fondo, poniendo salsa a los macarrones de papá, vamos, que tú eres la que se va a encargar de que papá se como el semen sacado por ti.
Mi madre quedó pensando por unos segundos, mientras le introducía todavía más la zanahoria, mientras yo tenía mi cara sonriente mientras mirando muy de cerca el ojo de su culo de mi madre chorreando por mi saliva, mientras sacaba e introducía la zanahoria del ojo de su culo, lentamente. Al acercarme todavía más a la raja de su coño, pegué mi cara a su coño, viendo como realmente estaba lubricando, no me podía creer que estuviese excitada mientras su hijo de 18 años le trataba de esa forma tan vejatoria, esa puritana madre, fiel esposa, tratada como una guarra cualquiera por su hijo. En esos segundos en los que se lo pensaba, metí sin que lo esperase ella, la punta de mi dedo pulgar en su encharcado coño.
—¡Aaaaaaaahhhhhhh! —Gimió de forma inesperada mirándome de reojo, sorprendida y con las pupilas dilatadas de excitación, pude verlo en su mirada, que por un momento bajó su guardia, flojeando su cuerpo y bajando todavía más su cabeza hasta el suelo, donde tan solo se apoyaba con un solo brazo, llegando casi a tocar el suelo con su cabeza, por lo que su culo quedó totalmente en pompa, con la zanahoria penetrándole el ano y mi pulgar penetrando su coño, no pudiendo reprimir lo cachonda que estaba la muy puerca.
—No me lo puedo creer, me tienes hasta indignado ¿Te excitas con lo que te hace tu hijo de 18 años, puta? —Le pregunté con una media sonrisa que ella no conseguía ver.
—Nnn…nn…nooo… —Me contestó casi de forma inaudible.
—¡No? ¡Y porque cojones chorreas como una puerca! ¡Plaaaaaaasssssssss! —Le dije mientras introducía mi pulgar más al fondo, dándole una fuerte hostia a la nalga.
—Uuuuuuuuuuu…. Aaaaaaaahhhhhh —Gemía de forma inaudible, intentando controlar sus gemidos, no consiguiéndolo de igual forma su cuerpo, que temblaba por los escalofríos, poniéndole incluso su piel de gallina, su cuerpo le delataba de forma vergonzosa, delatada frente a su hijo, comenzando su coño a empapar completamente toda mi mano, produciendo unos chasquidos al contacto con mis dedos acompañados del abundante flujo que emanaba de su chorreante coño, el cual comenzó a gotear sobre sus cortos pantalones bajados mientras, ella seguía manteniendo sus bragas apartadas a una lado, incrementando la fuerza sobre ellas, como intentando que su hijo no parase, dejando los agujeros bien despejados, contrario a lo que su mente le decía. Las hormonas ya no dejaban escuchar su conciencia, contraria a sus principios como esposa y, sobre todo, como madre.
Saqué mi dedo pulgar he introduje dos de mis dedos, el índice y el corazón, dando un nuevo respingo junto a un largo suspiro, señal de que el placer había invadido como un rayo todo su cuerpo, como una descarga eléctrica, introduciéndolos hasta los nudillos, girándolos sobre sí mismos, mientras con la otra comencé a darle, más que nalgadas, tremendas hostias en el culo, a una nalga y a otra, moviéndolas violentamente a cada impacto, mientras no cesaba de follarle con mis gordos dedos. Sus bragas volvieron a crujir, la muy marrana seguía tirando de sus bragas hacia un lado, estando a estas alturas rasgadas y totalmente dadas de sí, ya no servían más que un trapo, se había dejado llevar por la perversión más cerda, se había entregado como una puta barata, como una puerca de carretera a su hijo de 18 años, todavía sin barba a esa edad, pero con un tremendo cipote.
Decidí sacar mis gordos y largos dedos de su encharcado coño, y saqué de golpe su zanahoria del ojo del culo, dejándolo tremendamente dilatado. Le agarré su pelo haciéndola una coleta y tiré de ella hacia arriba, levantando su cabeza a la altura de la mía.
—¡Abre la boca, puerca! —Le dije dándole un bofetón en la mejilla que no se esperaba, abriéndola inmediatamente.
Acto seguido introduje la zanahoria que había tenido en el ojete metida.
—La vas a mantener en tu boca hasta que yo te diga ¿Entendido, marrana? —Le dije con autoridad.
Ella simplemente asintió con la cabeza mientras la mantenía en su boca obedientemente. No podía creer la sumisión con la que había aceptado su rol, seguramente cuando esto acabase sentiría un tremendo arrepentimiento, un sentimiento de culpabilidad que le haría replantearse muchas cosas, pero…hasta entonces…iba a disfrutar.
Mientras ella mantenía la gorda zanahoria en su boquita, saqué lentamente mi tremendo rabo, bien duro, emanando de la punta del capullo gotas chorreantes de líquido pre seminal, las cuales se deslizaban por el capullo, dándole un brillo excitante, morboso. Saqué también mis grandes cojones por fuera, como dos pelotas de tenis, para, lentamente ir aproximando mi imponente cipote a su coño, por el cual, sin que ella lo esperase, comenzar a restregarlo contra la raja del lubricado coño, a lo que respondió con una nueva convulsión.
—¡Oooooohhhh…! —Decía la muy puta, hasta que giró la cabeza y, al ver mi enorme barra de carne, venosa y amenazante, intentó disuadirme de lo que suponía ella, iba a suceder —¡…ooo…eeehhhhoooo…oooo…! ¡…ooooo…! —Intentaba decir con la boca llena por la zanahoria, la cual provocaba al tenerla en la boca que no pudiera retener la saliva que se acumulaba en su boca, haciendo que toda acabase resbalando por su labio inferior, para comenzar a resbalar hacia su barbilla, por la cual s formaban hilos de babas que colgaban de esta, balanceándose hacia los lados a cada movimiento, guarro y morboso a partes iguales. Las hileras se movían al compás de los movimientos de su cabeza, la cual negaba con ella, provocando que una de estas hileras de saliva espesa le cayesen en el escote.
Haciendo caso omiso de sus advertencias y súplicas, comencé a hacer resbalar todo mi rabo a lo largo de su coño, sin penetrar, simplemente friccionar sobre su coño, emitiendo fuertes chasquidos al moverlo lentamente de atrás hacia adelante, lentamente en un principio, para que sintiese todo mi duro rabo presionando su coño, para luego poner mi cipote sobre la raja de su culo y comenzar a deslizarlo, dejando caer sobre él un gran chorro de saliva espesa, el cual permitió una mayor lubricación, pudiendo así pajearme lentamente solo con la fricción de mi pollón lechero sobre su raja del culo. Ella ya no decía nada, simplemente le oía emitir pequeñísimos suspiros casi imperceptibles, mientras su mano continuaba en la tela de sus bragas, mientras su mente parecía estar en blanco, simplemente guiada automáticamente por la situación. Movía mi pelvis deslizando mi rabo de arriba abajo, llevando mi capullo hasta el agujero del coño para, lentamente, volver a empujar para deslizarlo por la raja del culo hasta la rabadilla, donde repetía el lento proceso, volviendo a deslizar el gran rabo hacia abajo, hasta tener el gran capullo situado frente al agujero del coño, donde daba pequeñas embestidas, provocando que su cuerpo respondiese con escalofríos. Repetí el proceso en dos ocasiones más, hasta que, a la tercera, volví a situar mi enorme capullo, gordo como una ciruela sobre el agujero del coño y, cuando ella creía que iba a resbalar hacia la raja del culo, de una enorme embestida, introduje media barra gorda y venosa de carne en el interior de su coño, sintiendo como sus paredes vaginales se habían intentado resistir dada la estrechez del coño por no haber tenido jamás nada de semejante tamaño dentro.
—¡…aaaaaaaaaaaaa….! ¡…aaaaaaaaaaa…! —Emitió entre gusto y dolor, por el gran tamaño, al que su coño todavía no se había amoldado.
Sus cerró sus ojos con fuerza, mientras su boca comenzó a babear abundantemente, cayendo al suelo grandes cantidades de saliva, mientras intentaba mantenerse con una mano apoyada en el suelo y con la otra tiraba todavía más fuerte si cabe sobre las ya inservibles bragas.
—¡Marrana, tenías que avergonzarte! ¡Puta barata, a cuatro patas con el rabo de tu hijo dentro de tu coño, puerca! —Le decía para humillarla todavía más y hacerla consciente de lo que ocurría.
Ella simplemente se mantenía inmóvil, aceptando la situación.
—¡Con mi padre esperando en el salón mientras tú estás aquí, a cuatro patas con las bragas a un lado! ¡Plaaaaaaaaaaaaaaasssssssssss! —Le dije.
Ella se giró para mirar con su boquita llena de babas y su zanahoria llenando su boca, momento en el cual lancé hacia su carita un tremendo salivazo, el cual impactó en su frente, deslizándose lentamente hacia su ojo derecho.
—¡No apartes la cara, zorra! —Le dije mientras acumulaba saliva para lanzarle otro.
Mientras tanto embestía lentamente como mi rabo en su coño, momento en el que, agarré la tela de sus bragas por donde ella las tenía agarradas y, apretándolas con fuerza, pegué un tremendo tirón que hizo que las rasgara por completo, dejándolas colgando sobre su nalga, totalmente rota.
—¡Me voy a correr marrana, tu hijo de 18 años te va a preñar como a una vaca! ¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssss! ¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssss! —Le dije dándole tremendas nalgadas sin delicadeza ninguna, estando absolutamente desatado.
Le lancé otro tremendo salivazo que impactó en su nariz, mientras introduje hasta el fondo de su coño mi tremendo rabo, el cual se abría paso con dificultad, agarrando con mis grandes manos su cara por ambos lados a la altura de sus ojos, tapándolos, para poder embestir con energía.
—¡Me corrooooooo…! ¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh! ¡Levanta zorraaaa! —Le dije levantándola del pelo de la silla para ocupar yo su lugar, quedando ella arrodillada frente a mí. Con sus enormes pechos fuera de su camiseta y sus pantaloncitos por sus rodillas con la zanahoria todavía en su boca y sus babas colgando.
Me senté rápidamente mientras me pajeaba con velocidad el rabo, todo lubricado y brillante por los jugos de mi madre, y levanté las piernas en alto, dejando mis grandes cojones y mi ojete a la vista de ella.
—¡Perra, cojo el plato de papá! —Le ordené, mirando como desorientada hacia los lados hasta localizarlo, agarrándolo torpemente.
Ella se quedó con el plato en la mano, sin saber qué hacer, con una pinta ridícula, sosteniendo la zanahoria en su boca, con sabor a su propio culo. Agarré el plato de macarrones de papá.
—¡Ahora, marrana, saca todo el queso a tu hijito, ya puedes empezar a pasar bien la lengua desde el ojete de tu hijo hasta mis cojones, todo ello mientras me ordeñas con la mano el rabo y, si no te das prisa llamaré a papá…jajaja! —Le dije, viendo como su cara estaba empalidecida, aunque con una pinta guarra y morbosa, con mis salivazos todavía en su cara, esa zanahoria, la cual sacó lentamente de su boca para poder utilizarla para darme placer. No medió palabra, su mirada lo decía todo, era una mirada sin alma, vacía, hueca.
Aproximó su boca, lentamente a mi ojete, después de todo lo acontecido no tenía dignidad ni fuerzas para negarse y, sacando su lengua lentamente, comenzó a pasarla por toda la raja del culo hasta llegar a mis cojones, mientras pequeña mano, intentó rodear mi cipote sin lograrlo en su totalidad, para comenzar a ordeñarlo, mientras mantenía su cara metida en la raja del culo.
—¡Oooooohhhhhhh! ¡Qué es tu marido, dilo, di que es un cornudo! —Le dije.
—…eeeee…uuuunnn…ooooo…uuuu…ddddd…ooooo… —Intentaba articular con su lengua en mi ojete.
—¡Quien tiene el rabo más grande! —Le preguntaba.
—…uuuuuuu…
Yo le miraba desde arriba, con sus tremendos pechos colgando fuera de su camiseta, balanceándose a cada movimiento, con su carita encajada en mi raja, mientras su manita me ordeñaba, deslizando su mano por todo mi tronco, donde lancé un río de saliva, el cual cayó sobre la punta de mi capullo, desbordándose por los lados en dirección al tronco, donde se encontró con su mano, donde comenzó a acumularse hasta desbordarse también por sus dedos y ponerle toda la mano completamente viscosa, pudiendo así deslizarse con facilidad a lo largo del enorme miembro, desde la base hasta el capullo, mientras la muy zorra lamía mis enormes cojones depilados.
—¡¿Quien es tu macho, marrana?!
—…uuuuuuu…
—¡Tienes que contetar, “mi macho eres tú, hijo”! —Le dije riendo.
—…uuuuuuu…iiiii…iiiiiii….hhhhoooooo… —Intentaba repetir.
En ese momento tensé mis músculos y eché mi cabeza hacia atrás, bufando como un toro, siendo ordeñado por mi propia madre, la cual lo remataba comiendo el culo y los huevos a su propio hijo, ya no aguantaba más, la corrida iba a ser bestial, podía sentir como estaba a punto la erupción de semen bien caliente.
—¡Oooooooooohhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡No pareeeeesssssssssss! ¡Aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh! —Decía a mi madre.
—¡¿Qué pasa, venís ya o qué?! —Gritó mi padre desde el salón.
—Contesta al cornudo, puta —Dije a mi madre.
Ella retiró la cara de mi raja y le contestó.
—¡Sí…ya vamos…cari…! —Contestó mi madre, mientras un le estampé un enorme y potente salivazo acertando en toda su boca.
—¡Aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Chupa mis huevooooooooossssssss yyy el ojeteeeeeeeee!—Mi corrida comenzó a recorrer todo mi tronco, mientras mi madre acató mi orden y comenzó a pasar su lengua por mis cojones y el ojo del culo, provocando que un tremendo torrente de semen saliese a presión por el capullo, poniendo el plato bajo mis huevos, donde una gran cantidad de semen abundante y espeso comenzó a inundar todo el plato, cayendo parte de los chorros por los bordes, desgalgándose por fuera del plato formando enormes y espesos hilos.
—¡Uuuuuuffffff…! —Dije suspirando por el potente orgasmo.
Mi madre, lentamente, retiró su boca de mis huevos, mirándome con una mirada de culpabilidad, una mirada desconocida para mí, aunque eso no me iba a hacer ceder de mis intenciones de ningún modo…
—¡Vamos, perra, saca el plato al cornudo y, nada de limpiarte la cara de zorra que te he dejado, búscate la vida para explicarle esas pintas de zorra que llevas…jajajaja!
Lentamente acercó su cara abriendo levemente la boca, arrugando nuevamente la cara, con asco, por lo que pincé su nariz y, sin que lo esperase, le introduje el rabo hasta el fondo, sin compasión, hasta que las arcadas fueron agónicas, sus lágrimas se derramaban por sus mejillas, babeaba abundantemente y sus sonidos guturales eran aberrantes y morbosos.
—¿A qué sabe bien el ojete de tu amiga? jajajajaa—Le decía mofándome de ella, mientras mantenía su cabeza apretada contra mi rabo, introduciéndole todo lo que daba su garganta.
Me levanté del golpe de la silla y le saqué el rabo rápidamente de la boca, quedando tosiendo babas arrodillada, y rápidamente la agarré del pelo y la puse de rodillas sobre la silla, con mi mano agarrándola fuertemente del pelo. Agarré mi rabo completamente durísimo y, dirigiéndolo al coño de mi pobre madre, sin darle opción a reaccionar, se lo introduje de golpe hasta la mitad, comenzando rápidamente a lubricar la muy cerda.
—¡Nooooo…estás loco, saca eso por Dios, me revientas! ¡Tu padreeee…! —Me dijo mientras se mordía el labio para amortiguar el quejido.
Subí sus bragas rosas para follarle con ellas puestas, haciéndolas a un lado teniendo que dar fuertísimos tirones que le hacían dar bandazos hacia los lados todo su cuerpo, teniéndose que sujetar y hacer equilibrios con las manos en el suelo para no caer al suelo por la fuerza con la que tiraba de ellas, con saña, desgarrándolas para se dieran de sí lo suficiente como para pasarlas por encima de la nalga izquierda y liberar por completo sus blancas nalgas.
De esa forma la visión el extremadamente morbosa, impresionante, maravillosa, una madre de 36 años, frente a su hijo de 18 añitos, con el culo en pompa, a cuatro patas sobre la silla con los pantalones por las rodillas, ofrecida a su hijo, como una perra, chantajeada y humillada, con sus braguitas rosas ciñéndose a un lado, sobre la nalga contraria, dejando al descubierto un culo perfecto y carnoso, vibrando a cada leve movimiento, con la raja del culo abierta mostrando sus dos agujeros.
Agarré su cara con mis dos manos estrujándola, tapando la boca con una y los ojos con la otra, con fuerza, comenzando a forzar la entrada todavía más hasta la mitad.
—¡Qué vergüenza, zorra, con el culo en pompa mientras papá está esperando sus macarrones con queso! —Le dije mientras comenzaba a sacar lentamente mi rabo, ya brillante por la lubricación que comenzaba a segregar su pequeño y estrecho coño.
Agarré con dos dedos su nariz en forma de gancho y los introduje en los orificios, tirando hacia arriba, quedando su nariz en forma de marrana, como lo que era, mientras con la otra tapaba sus ojos.
Di un tirón a los tres botones de su camiseta y los arranqué, liberando sus pechos tirando de sus pezones para sacarlos de su interior. Arrastraba mi cipote por su coño, lo sacaba y lo frotaba por fuera de su coño, apretándolo contra él. Se me ocurrió algo. Me dirigí a la nevera dejándola a cuatro patas con el culo en pompa y su coño exageradamente dilatado por el gran invasor que había salido de ahí, y saqué una bolsa con zanahorias. Me tome un momento para tomar la idónea, la más gorda jajajaja. Volví hacia ella, mientras me miraba con ojos aterrados.
—Pero…que va…Richard…por favor…no… —Me dijo suplicando.
—¡Plaaaaaaaaaaaaasssssssss! ¡Plaaaaaaaaaaaasssssssss! —Sin mediar palabra y, mientras sostenía la zanahoria en la mano, agaché mi cabeza y la acerqué a su ojete, comenzando a pasar mi larga y ancha lengua a todo su ojete, baboseándolo y dejando caer chorros de saliva sobre él, emitiendo un chasquido tremendamente excitante. Reparaba en meter la lengua en el ojo del culo de mi madre, momento en el cual, tapándose la boca, emitió un gemido, la muy puta, temblando al sentir el tacto en una zona tan sensible como el ojete, donde por lo que se ve, jamás habían estimulado. Pero no pensaba ser tan suave, por lo que, mientras introducía mi lengua en el interior de su culo, y pasaba mi larga lengua desde el clítoris, ascendiendo por toda la raja del culo hasta la rabadilla, comencé a azotarla, con fuerza, sin importarme el que mi padre oyese algo. Agarraba las bragas y tiraba todavía más de ellas hasta oírlas crujir, nalgueándola, mientras con la otra, acerqué la zanahoria a su ojete.
—¡Nooooo…eso no…Richard… —Dijo mi madre comenzando a agitar su respiración.
—¿Ahora dices que no, zorra? ¡Si tienes el coño de puerca chorreando, perra! ¡Plaaaaaaaaaaaaaassssssssss! —Le dije haciendo presión con la punta de la zanahoria en el ojete, introduciendo la punta de esta.
Agarré las manos de mi madre y las sujete por la muñeca con mi mano izquierda, mientras con la otra no me detuve, comencé a empujar la gordísima zanahoria venciendo la resistencia del esfínter, sacándola y dejando caer un río de espesa saliva sobre el agujero dejado en él, para volver a introducirla haciendo caso omiso a las suplicas de mi madre.
—¡Richard, me vas a abrir el culo!¡Por delante sí, pero por favor, por el culo no! —Se rebajó a decir por la desesperación, que no hizo más que aumentar el tamaño de mi ya por sí, durísimo rabo.
—Tranquila, jajajaja, si te voy a reventar el coño, mientras tienes la zanahoria en el ojete, yo te voy a tratar como se trata a las marranas como tú, te voy a hacer ir a comer con la zanahoria en el ojete, luego te la sacaré y ya verás que ensalada más rica vas a hacer a papá jajajaja —Le dije ante su desesperación, incrementando la presión de la zanahoria sobre su ojete, incrementando el chasquido de la saliva producido por la presión de la zanahoria contra las paredes de su ojete.
La saliva chorreaba desde su ojete hasta su coño, goteando sobre su pantalón de deporte, el cual tenía grandes hileras de saliva chorreando por él. Decidí subir sus bragas y dejarlas subidas, con la zanahoria metida por el culo y abultando por las bragas.
—¡Perra, aparta tu misma con tu mano las bragas, quiero que la apartes con fuerza o te las rompo y te saco a cuatro patas delante del cornudo de mi padre o le enseño tus hermosos vídeos materno filial con tu amado hijo! ¡Plaaaaaaaaaaaaaaassssssssssss! —Le dije dándole una fuerte nalgada.
Ella, echó hacia atrás uno de sus brazos y, agarrando sus braguitas ajustaditas como una segunda piel a sus nalgas, e intentó apartarlas, no resultándole fácil, y no pudiendo apartarlas más allá de la raja del culo. Las dejó apartadas al nivel de la raja, como esperando que así fuese suficiente.
—¡Más, perra! ¡O te las rompo a tirones y te las cuelgo de las orejas, marrana, adúltera! —Le increpaba.
Al oír esto mi madre, Ella tiró más y más sus justas braguitas, viendo como marcaban sus carnosas nalgas, como apretaban sus prietas carnes hasta crujir, pero tenía que tirar más.
—¡Más zorra! ¡Plaaaaaaaaaaasssssss! ¡Más! ¡Plaaaaaaaasssssssss! ¡Plaaaaaaaaaasssssssssss! —Comencé a decir nalgueándola, asestándole nalgadas de una a otra nalga, como animándole divertido viendo tal escena, con sus nalgas a centímetros de mis jóvenes y pervertidos ojos, viendo como los dedos con las uñas pintadas de rojo, sujetaban con fuerza las bragas cerrándose sobre estas, ejerciendo todavía más tensión sobre sus bragas, oyendo como la tela iba cediendo, las iba agrandando, casi llegando a cederlas hasta llegar a dejar visible la nalga contraria.
—Te voy a dar a elegir, zorra —Le dije a mi madre —Te follo ahora mismo por el culo, te lo reviento con papá en el salón y, te aseguro que no podrás sentarte en una semana o, por el contrario, ahora mismo me vas a sacar todo el semen empleándote a fondo, poniendo salsa a los macarrones de papá, vamos, que tú eres la que se va a encargar de que papá se como el semen sacado por ti.
Mi madre quedó pensando por unos segundos, mientras le introducía todavía más la zanahoria, mientras yo tenía mi cara sonriente mientras mirando muy de cerca el ojo de su culo de mi madre chorreando por mi saliva, mientras sacaba e introducía la zanahoria del ojo de su culo, lentamente. Al acercarme todavía más a la raja de su coño, pegué mi cara a su coño, viendo como realmente estaba lubricando, no me podía creer que estuviese excitada mientras su hijo de 18 años le trataba de esa forma tan vejatoria, esa puritana madre, fiel esposa, tratada como una guarra cualquiera por su hijo. En esos segundos en los que se lo pensaba, metí sin que lo esperase ella, la punta de mi dedo pulgar en su encharcado coño.
—¡Aaaaaaaahhhhhhh! —Gimió de forma inesperada mirándome de reojo, sorprendida y con las pupilas dilatadas de excitación, pude verlo en su mirada, que por un momento bajó su guardia, flojeando su cuerpo y bajando todavía más su cabeza hasta el suelo, donde tan solo se apoyaba con un solo brazo, llegando casi a tocar el suelo con su cabeza, por lo que su culo quedó totalmente en pompa, con la zanahoria penetrándole el ano y mi pulgar penetrando su coño, no pudiendo reprimir lo cachonda que estaba la muy puerca.
—No me lo puedo creer, me tienes hasta indignado ¿Te excitas con lo que te hace tu hijo de 18 años, puta? —Le pregunté con una media sonrisa que ella no conseguía ver.
—Nnn…nn…nooo… —Me contestó casi de forma inaudible.
—¡No? ¡Y porque cojones chorreas como una puerca! ¡Plaaaaaaasssssssss! —Le dije mientras introducía mi pulgar más al fondo, dándole una fuerte hostia a la nalga.
—Uuuuuuuuuuu…. Aaaaaaaahhhhhh —Gemía de forma inaudible, intentando controlar sus gemidos, no consiguiéndolo de igual forma su cuerpo, que temblaba por los escalofríos, poniéndole incluso su piel de gallina, su cuerpo le delataba de forma vergonzosa, delatada frente a su hijo, comenzando su coño a empapar completamente toda mi mano, produciendo unos chasquidos al contacto con mis dedos acompañados del abundante flujo que emanaba de su chorreante coño, el cual comenzó a gotear sobre sus cortos pantalones bajados mientras, ella seguía manteniendo sus bragas apartadas a una lado, incrementando la fuerza sobre ellas, como intentando que su hijo no parase, dejando los agujeros bien despejados, contrario a lo que su mente le decía. Las hormonas ya no dejaban escuchar su conciencia, contraria a sus principios como esposa y, sobre todo, como madre.
Saqué mi dedo pulgar he introduje dos de mis dedos, el índice y el corazón, dando un nuevo respingo junto a un largo suspiro, señal de que el placer había invadido como un rayo todo su cuerpo, como una descarga eléctrica, introduciéndolos hasta los nudillos, girándolos sobre sí mismos, mientras con la otra comencé a darle, más que nalgadas, tremendas hostias en el culo, a una nalga y a otra, moviéndolas violentamente a cada impacto, mientras no cesaba de follarle con mis gordos dedos. Sus bragas volvieron a crujir, la muy marrana seguía tirando de sus bragas hacia un lado, estando a estas alturas rasgadas y totalmente dadas de sí, ya no servían más que un trapo, se había dejado llevar por la perversión más cerda, se había entregado como una puta barata, como una puerca de carretera a su hijo de 18 años, todavía sin barba a esa edad, pero con un tremendo cipote.
Decidí sacar mis gordos y largos dedos de su encharcado coño, y saqué de golpe su zanahoria del ojo del culo, dejándolo tremendamente dilatado. Le agarré su pelo haciéndola una coleta y tiré de ella hacia arriba, levantando su cabeza a la altura de la mía.
—¡Abre la boca, puerca! —Le dije dándole un bofetón en la mejilla que no se esperaba, abriéndola inmediatamente.
Acto seguido introduje la zanahoria que había tenido en el ojete metida.
—La vas a mantener en tu boca hasta que yo te diga ¿Entendido, marrana? —Le dije con autoridad.
Ella simplemente asintió con la cabeza mientras la mantenía en su boca obedientemente. No podía creer la sumisión con la que había aceptado su rol, seguramente cuando esto acabase sentiría un tremendo arrepentimiento, un sentimiento de culpabilidad que le haría replantearse muchas cosas, pero…hasta entonces…iba a disfrutar.
Mientras ella mantenía la gorda zanahoria en su boquita, saqué lentamente mi tremendo rabo, bien duro, emanando de la punta del capullo gotas chorreantes de líquido pre seminal, las cuales se deslizaban por el capullo, dándole un brillo excitante, morboso. Saqué también mis grandes cojones por fuera, como dos pelotas de tenis, para, lentamente ir aproximando mi imponente cipote a su coño, por el cual, sin que ella lo esperase, comenzar a restregarlo contra la raja del lubricado coño, a lo que respondió con una nueva convulsión.
—¡Oooooohhhh…! —Decía la muy puta, hasta que giró la cabeza y, al ver mi enorme barra de carne, venosa y amenazante, intentó disuadirme de lo que suponía ella, iba a suceder —¡…ooo…eeehhhhoooo…oooo…! ¡…ooooo…! —Intentaba decir con la boca llena por la zanahoria, la cual provocaba al tenerla en la boca que no pudiera retener la saliva que se acumulaba en su boca, haciendo que toda acabase resbalando por su labio inferior, para comenzar a resbalar hacia su barbilla, por la cual s formaban hilos de babas que colgaban de esta, balanceándose hacia los lados a cada movimiento, guarro y morboso a partes iguales. Las hileras se movían al compás de los movimientos de su cabeza, la cual negaba con ella, provocando que una de estas hileras de saliva espesa le cayesen en el escote.
Haciendo caso omiso de sus advertencias y súplicas, comencé a hacer resbalar todo mi rabo a lo largo de su coño, sin penetrar, simplemente friccionar sobre su coño, emitiendo fuertes chasquidos al moverlo lentamente de atrás hacia adelante, lentamente en un principio, para que sintiese todo mi duro rabo presionando su coño, para luego poner mi cipote sobre la raja de su culo y comenzar a deslizarlo, dejando caer sobre él un gran chorro de saliva espesa, el cual permitió una mayor lubricación, pudiendo así pajearme lentamente solo con la fricción de mi pollón lechero sobre su raja del culo. Ella ya no decía nada, simplemente le oía emitir pequeñísimos suspiros casi imperceptibles, mientras su mano continuaba en la tela de sus bragas, mientras su mente parecía estar en blanco, simplemente guiada automáticamente por la situación. Movía mi pelvis deslizando mi rabo de arriba abajo, llevando mi capullo hasta el agujero del coño para, lentamente, volver a empujar para deslizarlo por la raja del culo hasta la rabadilla, donde repetía el lento proceso, volviendo a deslizar el gran rabo hacia abajo, hasta tener el gran capullo situado frente al agujero del coño, donde daba pequeñas embestidas, provocando que su cuerpo respondiese con escalofríos. Repetí el proceso en dos ocasiones más, hasta que, a la tercera, volví a situar mi enorme capullo, gordo como una ciruela sobre el agujero del coño y, cuando ella creía que iba a resbalar hacia la raja del culo, de una enorme embestida, introduje media barra gorda y venosa de carne en el interior de su coño, sintiendo como sus paredes vaginales se habían intentado resistir dada la estrechez del coño por no haber tenido jamás nada de semejante tamaño dentro.
—¡…aaaaaaaaaaaaa….! ¡…aaaaaaaaaaa…! —Emitió entre gusto y dolor, por el gran tamaño, al que su coño todavía no se había amoldado.
Sus cerró sus ojos con fuerza, mientras su boca comenzó a babear abundantemente, cayendo al suelo grandes cantidades de saliva, mientras intentaba mantenerse con una mano apoyada en el suelo y con la otra tiraba todavía más fuerte si cabe sobre las ya inservibles bragas.
—¡Marrana, tenías que avergonzarte! ¡Puta barata, a cuatro patas con el rabo de tu hijo dentro de tu coño, puerca! —Le decía para humillarla todavía más y hacerla consciente de lo que ocurría.
Ella simplemente se mantenía inmóvil, aceptando la situación.
—¡Con mi padre esperando en el salón mientras tú estás aquí, a cuatro patas con las bragas a un lado! ¡Plaaaaaaaaaaaaaaasssssssssss! —Le dije.
Ella se giró para mirar con su boquita llena de babas y su zanahoria llenando su boca, momento en el cual lancé hacia su carita un tremendo salivazo, el cual impactó en su frente, deslizándose lentamente hacia su ojo derecho.
—¡No apartes la cara, zorra! —Le dije mientras acumulaba saliva para lanzarle otro.
Mientras tanto embestía lentamente como mi rabo en su coño, momento en el que, agarré la tela de sus bragas por donde ella las tenía agarradas y, apretándolas con fuerza, pegué un tremendo tirón que hizo que las rasgara por completo, dejándolas colgando sobre su nalga, totalmente rota.
—¡Me voy a correr marrana, tu hijo de 18 años te va a preñar como a una vaca! ¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssss! ¡Plaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssssssssss! —Le dije dándole tremendas nalgadas sin delicadeza ninguna, estando absolutamente desatado.
Le lancé otro tremendo salivazo que impactó en su nariz, mientras introduje hasta el fondo de su coño mi tremendo rabo, el cual se abría paso con dificultad, agarrando con mis grandes manos su cara por ambos lados a la altura de sus ojos, tapándolos, para poder embestir con energía.
—¡Me corrooooooo…! ¡Aaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhh! ¡Levanta zorraaaa! —Le dije levantándola del pelo de la silla para ocupar yo su lugar, quedando ella arrodillada frente a mí. Con sus enormes pechos fuera de su camiseta y sus pantaloncitos por sus rodillas con la zanahoria todavía en su boca y sus babas colgando.
Me senté rápidamente mientras me pajeaba con velocidad el rabo, todo lubricado y brillante por los jugos de mi madre, y levanté las piernas en alto, dejando mis grandes cojones y mi ojete a la vista de ella.
—¡Perra, cojo el plato de papá! —Le ordené, mirando como desorientada hacia los lados hasta localizarlo, agarrándolo torpemente.
Ella se quedó con el plato en la mano, sin saber qué hacer, con una pinta ridícula, sosteniendo la zanahoria en su boca, con sabor a su propio culo. Agarré el plato de macarrones de papá.
—¡Ahora, marrana, saca todo el queso a tu hijito, ya puedes empezar a pasar bien la lengua desde el ojete de tu hijo hasta mis cojones, todo ello mientras me ordeñas con la mano el rabo y, si no te das prisa llamaré a papá…jajaja! —Le dije, viendo como su cara estaba empalidecida, aunque con una pinta guarra y morbosa, con mis salivazos todavía en su cara, esa zanahoria, la cual sacó lentamente de su boca para poder utilizarla para darme placer. No medió palabra, su mirada lo decía todo, era una mirada sin alma, vacía, hueca.
Aproximó su boca, lentamente a mi ojete, después de todo lo acontecido no tenía dignidad ni fuerzas para negarse y, sacando su lengua lentamente, comenzó a pasarla por toda la raja del culo hasta llegar a mis cojones, mientras pequeña mano, intentó rodear mi cipote sin lograrlo en su totalidad, para comenzar a ordeñarlo, mientras mantenía su cara metida en la raja del culo.
—¡Oooooohhhhhhh! ¡Qué es tu marido, dilo, di que es un cornudo! —Le dije.
—…eeeee…uuuunnn…ooooo…uuuu…ddddd…ooooo… —Intentaba articular con su lengua en mi ojete.
—¡Quien tiene el rabo más grande! —Le preguntaba.
—…uuuuuuu…
Yo le miraba desde arriba, con sus tremendos pechos colgando fuera de su camiseta, balanceándose a cada movimiento, con su carita encajada en mi raja, mientras su manita me ordeñaba, deslizando su mano por todo mi tronco, donde lancé un río de saliva, el cual cayó sobre la punta de mi capullo, desbordándose por los lados en dirección al tronco, donde se encontró con su mano, donde comenzó a acumularse hasta desbordarse también por sus dedos y ponerle toda la mano completamente viscosa, pudiendo así deslizarse con facilidad a lo largo del enorme miembro, desde la base hasta el capullo, mientras la muy zorra lamía mis enormes cojones depilados.
—¡¿Quien es tu macho, marrana?!
—…uuuuuuu…
—¡Tienes que contetar, “mi macho eres tú, hijo”! —Le dije riendo.
—…uuuuuuu…iiiii…iiiiiii….hhhhoooooo… —Intentaba repetir.
En ese momento tensé mis músculos y eché mi cabeza hacia atrás, bufando como un toro, siendo ordeñado por mi propia madre, la cual lo remataba comiendo el culo y los huevos a su propio hijo, ya no aguantaba más, la corrida iba a ser bestial, podía sentir como estaba a punto la erupción de semen bien caliente.
—¡Oooooooooohhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡No pareeeeesssssssssss! ¡Aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh! —Decía a mi madre.
—¡¿Qué pasa, venís ya o qué?! —Gritó mi padre desde el salón.
—Contesta al cornudo, puta —Dije a mi madre.
Ella retiró la cara de mi raja y le contestó.
—¡Sí…ya vamos…cari…! —Contestó mi madre, mientras un le estampé un enorme y potente salivazo acertando en toda su boca.
—¡Aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! ¡Chupa mis huevooooooooossssssss yyy el ojeteeeeeeeee!—Mi corrida comenzó a recorrer todo mi tronco, mientras mi madre acató mi orden y comenzó a pasar su lengua por mis cojones y el ojo del culo, provocando que un tremendo torrente de semen saliese a presión por el capullo, poniendo el plato bajo mis huevos, donde una gran cantidad de semen abundante y espeso comenzó a inundar todo el plato, cayendo parte de los chorros por los bordes, desgalgándose por fuera del plato formando enormes y espesos hilos.
—¡Uuuuuuffffff…! —Dije suspirando por el potente orgasmo.
Mi madre, lentamente, retiró su boca de mis huevos, mirándome con una mirada de culpabilidad, una mirada desconocida para mí, aunque eso no me iba a hacer ceder de mis intenciones de ningún modo…
—¡Vamos, perra, saca el plato al cornudo y, nada de limpiarte la cara de zorra que te he dejado, búscate la vida para explicarle esas pintas de zorra que llevas…jajajaja!
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