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Arroz con leche (II)




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Al día siguiente, en la oficina, no estaba en mis 5 sentidos.

* Jefe, ¿Estás bien?

Apenas reaccioné cuando Gloria llegó a mi lado, trayendo los reportes que le había encargado el día anterior, vistiendo una falda verde bastante corta y casi rozando su ansiosa colita en torno a mi hombro.

No puedo decir que mi secretaria se está emputeciendo de por sí, pero su vestimenta sí ha cambiado bastante.

De partida, usa faldas más cortas, de telas ligeras que se sacuden con el viento y exponen su intimidad con facilidad. Segundo, su lencería es más erótica, primando calzones de seda blanco, tangas negras y ocasionalmente, algún culotte. Tercero, usa camisa más escotadas y la mayoría de las veces, creo quesin sostén, por la libertad en que se mueven.

Y sobre su relación con Oscar, se están esforzando: ya lo hacen todas las semanas, entre una y tres veces, pero no hay que ser muy observador para ver que Gloria está ansiosa porque otro hombre la rellene.

Como mencioné, no dispongo de mucho tiempo (o más bien, no deseo dármelo) para hacer algo con mi secretaria. Con suerte, serán unos 15 minutos donde la masturbaré de forma anal o vaginal (Sorpresivamente, a petición de ella) mientras leo sus observaciones y ocasionalmente, le doy permiso para que me dé una mamada cuando estoy más libre de actividades.

En ese aspecto, me he dado cuenta que Gloria o se ha vuelto una golosa o definitivamente, el pene de Oscar ya no le es suficiente, porque cada vez que me la hace, me mira a los ojos con agrado y lujuria e incluso, se da el lujo de agarrarla a su antojo y succionarla como un chupetín desde los testículos hasta la punta y atragantándosela entera hasta la garganta, para beberse todo.

Posteriormente, se acomoda y limpia lo mejor que puede, me da una sonrisa maliciosa, deseosa de más y le entrego las instrucciones correspondientes de ese día, mandándola para afuera con una palmada suave en el trasero.

Sin embargo, ese día, la situación con Pamela no me daba ánimos para nada.

Recibí sus informes como un autómata y le cedí el listado de actividades, sin más nimás. Por supuesto, esto desbarató a mi secretaria, ya que nuestra rutina se había vuelto parte de su vida sexual.

- ¡Lo siento, hoy no estoy de ánimos!- le dije, ante su más atónita expresión y le pedí que me dejara a solas, trabajando, interrumpiéndome solo ante lo extremadamente necesario.

En mi mente, se caldeaban los motivos de la visita de Pamela y ese aguijón frío, de más que un presentimiento, sino que una certeza, comenzaba a enterrarse por mis costados.

Ni siquiera tuve ánimos para refutar a Maddie, quien me reclamó porque no prestaba atención a las otras empleadas de la oficina aparte de Gloria y me sugirió que las complementase ocasionalmente con halagos o felicitaciones, sabiendo que eso podría ser tergiversado y  exponerse como un acoso sexual de mi parte.

Por la tarde, tuve un respiro, durante la junta especial con Sonia, para discutir algunos proyectos zonales que teníamos pendientes.

Mi jefa vestía ese día una de sus seductoras faldas cortas de cuero, junto con una camisa de amplios hombros, color blanca y delgada, que realzaba su delicada y llamativa figura.

o Y dime, Marco, ¿Pamela sigue tan recia como siempre?- preguntó de forma monótona, al ver que mi concentración era mínima.

- ¿Lo sabías?- exclamé impactado.

o ¡Claro!-sonrió, ajustándose los lentes con una mirada llena de confianza.- También tengo mis medios de contacto… y debo vigilar a mi inversión.

Si bien, sabía que mi suegra  y Sonia son relativamente cercanas, no entendía a qué se refería con su inversión.

En vista de mi desconcierto, agarró presurosa su portátil y dejó su asiento de escritorio para sentarse a mi lado. Luego de ingresar sus contraseñas para acceder a la página de nuestra compañía, me mostró claramente a lo que se refería…

Como consecuencia del trabajo de investigación que hice para el magister de mi universidad (lo descrito en “seis por ocho”), nuestra compañía estableció un convenio para otorgar prácticas profesionales y programas de entrenamiento para ingenieros a los estudiantes destacados de mi carrera.

Y en el listado de los posibles aspirantes, aparecía en quinto lugar el nombre completo de Pamela…

Me explicó que tras mi partida a la faena en Broken Hill y su ascenso al cargo de supervisora regional, una de las labores de Sonia fue contactarse con mi universidad para rellenar los cupos del convenio y en vista que fue ella la que se encargó de modelar a grandes rasgos lo que hoy es ese programa, todavía la mantienen informada de los próximos candidatos.

o Tú dijiste que para la costa Este, necesitábamos a otra Hannah…-comentó, haciéndome burla.- Pamela sería una buena candidata…

La broma no me hacía gracia y aunque por el momento, fuese imposible (Pamela requiere experiencia laboral, que probablemente, nuestra propia compañía le extenderá), no era descartable para unos 5 años más.

La revelación me terminó de demoler, con Sonia enfatizando que Pamela era ahora, una alumna destacada, algo que nunca le comentó a mi esposa y que esa sensación, semejante al vértigo, me empezaba a preocupar cada vez más.

- ¿Conoces al tal Juan?

o No, tú sabes cómo es Pamela.- respondió Sonia más condescendiente, al verme tan mal.- Con suerte, sabremos lo mismo que sabes tú.

- ¿Y por qué vino? ¿Qué es lo que quiere? ¿Quiere algo más conmigo?- pregunté prácticamente asustado.

Para que comprendan lo que sentía y pensaba en esos momentos, era un verdadero terror por regresar a mi hogar.

Porque si bien, Marisol me ha concedido libertades durante nuestro matrimonio, los sentimientos que tuve por Pamela fueron tan fuertes, que incluso hasta pensé en casarme con ella…

Y es que Pamela no es solamente una cara bonita y lejos, la mujer más sexy con la que he estado (inclusive más que Karina, la actriz que Marisol y yo conocimos hace un par de años). Además, es muy inteligente; en la cama, no tiene rival y ese carácter tan altanero, conflictivo y soberbio me hacía sentir insignificante ante ella, como un insecto delante de una diosa, tornando cada encuentro sexual que tuvimos mejor que el anterior.

Mi pánico venía de la mano a que ahora tengo 2 hijas con Marisol y una tercera en su vientre y el miedo, literal miedo que sentía, se debía a que por experimentar placeres y emociones con Pamela, acabase perdiendo la cabeza y olvidando mi relación con mi esposa.

Debido a eso, Sonia supo ser maternal y comprensiva conmigo y acariciándome en la cabeza, me explicó:

o Mira, Marco… cuando estuviste con nosotras (refiriéndose a ella misma, a mi suegra, mi cuñada y por supuesto, a Pamela), estábamos verdaderamente mal… (Sonrió) No teníamos ningún hombro para refugiarnos y tú supiste ser un excelente consuelo y una buena pareja… y en el sexo… bueno, era como tú decías… (me miró con una sonrisa suave y acongojada) nos hacías el amor y eso lo apreciábamos…

- Pero Sonia, yo ya no soy ese tipo…- respondí, sacudiéndome la cara con mis manos.- Están las niñas, está mi esposa…

o ¡Sí, lo sabemos!- me interrumpió ella.-  El infame discurso de “Voy a ser papá” y que “esto no puede continuar”, que nos cantaste cuando te ibas a casar… pero ¿Sabes algo, Marco? A pesar de todos tus buenos deseos, no eres de esos hombres que se olvidan fácilmente…  y no es solamente porque seas bueno en la cama o que aguantes más de lo normal… (agarró mi entrepierna y la empezó suavemente a acariciar) yo todavía te quiero y te trato de entender, pero simplemente, el cuerpo no aguanta más…

Y diciendo eso,  se sentó en mis piernas, abriendo las suyas y conectando nuestros sexos a meros centímetros, complementándolo con un suave y cariñoso beso. Yo estaba hecho un manojo de nervios, pero no niego que eso me calmó bastante.

Cuando se lo conté a Marisol días después, le expliqué que fue como un beso desesperado, pero a la vez, tranquilo, como cuando mi esposa y yo nos besábamos las primeras veces. Había una connotación sexual latente, sin lugar a dudas, pero estaba contenida por parte de ella que lo propició.

Sonia me cabalgaba en seco, suspirando despacio y aferrándose a mis hombros muy despacio, apresando mi rostro al suyo. Yo estaba paralizado, pero mi bajo cuerpo empezaba a reaccionar.

Los suaves susurros me deshacían, mientras sentía el arrugamiento de mi camisa, a medida que Sonia buscaba un poco más.

A pesar de todo, yo permanecía bloqueado y es que Sonia siempre ha podido hacerlo que desee conmigo, buscando satisfacer su sed de contacto con un hombre y sé bastante bien que cualquier otro en mi posición, no dudaría medio segundo en retribuir sus atenciones amorosas de forma desbocada y sería muy afortunado, ya que Sonia es preciosa.

Sin embargo, para mí, Sonia siempre ha sido como una mentora y el hecho que hoy en día sea mi jefa es algo que sigue el orden natural de las cosas, por lo que todavía le guardo respeto.

Habremos pasado un minuto y medio pegados de labios, para que Sonia, tras dar un profundo suspiro, prosiguiera.

o Ahora, Pamela dice estar enamorada, pero no está segura.- comentó, mientras se miraba a un espejo de mano y se arreglaba el labial, recomponiéndose y bajándose de mis piernas .- Fíjate que ha buscado a alguien parecido a ti: mayor y universitario. Una figura de papá, igual que lo hizo Marisol y es obvio, Marco, que ha venido a compararla.

- Pero yo no puedo ser su amante…

Eso, sorpresivamente le ofendió.

o ¡Mira, Marco, no te rebajes! Un amante lo buscas cuando estás caliente y quieres que alguien te lo meta, lo despachas y se va, hasta cuando te vuelvan a dar las ganas… contigo, es diferente (me miró con un poco de vergüenza), una siempre va a recaer, por más que tú te quejes, porque también sentimos algo. Incluso es más, sabiendo que la loca de Marisol te presta cada vez que se lo pedimos, van a ser varias veces… pero de verdad, no te sientas mal. Sabemos que eres un buen hombre y también sabemos que Marisol te gusta más, eso es todo.

Lo último lo dijo dándome una caricia en la mejilla, tratando de consolarme.

o Yo estoy conforme.- prosiguió, con voz suave.-Me diste a Bastían y no puedo quejarme. Te puedo ver todos los días y también, veo lo difícil que es para ti ser un papá presente, cuando yo nunca te lo he exigido. Y aunque estoy bien y cómoda con Elena, todavía tengo ganas de más y estoy disponible para cuando tú quieras… pero trato de entender que no es fácil para ti y solamente espero a cuando tú lo creas conveniente.

Nos arreglamos y las cosas volvieron a la “relativa normalidad”. Sin embargo, Sonia también concordó que yo no podía trabajar en esas condiciones y que lo mejor era posponerlo hasta el día siguiente, cuando estuviese más tranquilo.

Pero al regresar a mi casa y abrir la puerta de mi hogar, la imagen que me recibió se grabó profundamente en mi memoria…


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