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Hogar, dulce hogar...

Los que me siguen desde hace tiempo de seguro saben que tengo un hijo. Si me estás leyendo recién ahora, te cuento que se llama Rodrigo, tiene cinco años, (¡Uffff..., como pasa el tiempo), y para hacer aún más grandes los cuernos de mi marido, no es su hijo, sino de uno de sus compañeros de trabajo, Bruno, con quién tuve una aventura (léase garchada), producto de la cuál quedé embarazada. Claro que ninguno de los dos lo sabe, ni lo sabrá jamás, ya que aunque la sangre y el ADN digan lo contrario, el padre siempre será mi marido.
Como cualquier niño sano y con energía, a medida que va creciendo, necesita un mayor espacio, por eso es que con mi marido decidimos que ya era tiempo de mudarnos, más teniendo en cuenta si empezábamos a buscar la mujercita, tal como teníamos planeado.
Hará cuestión de meses empezamos a visitar casas y departamentos, siempre por Parque Patricios, ya que no queríamos dejar el barrio. Habremos visto decenas de propiedades, pero ninguna nos conformaba. Siempre había un pero, hasta que el lugar soñado apareció ante nosotros.
Estaba a solo dos cuadras de donde vivíamos, más hacia el lado de Caseros. Planta baja y con un jardín interior que era ideal para que el Ro aprendiera a jugar a la pelota, según los deseos del padre. Además tenía no solo un cuarto propio para el Ro, sino también uno para su futura hermanita y otra habitación que podíamos convertir en cuarto de juegos o biblioteca según el momento. Pero lo mejor de todo, para mí por lo menos, era la cocina, casi tan grande como la sala de nuestro actual departamento, con una isla en el medio que le otorgaba ese diseño moderno que tanto me gusta. Ya me sentía Maru Botana, preparando postres con mis hijos alrededor.
Pero..., ya les dije que siempre hay un pero.
El departamento estaba reservado. Si los que habían hecho la reserva no hacían uso de la opción de compra, nosotros seríamos los siguientes en la lista.
En vano fue rogarle al de la inmobiliaria, ofreciéndole incluso una mayor comisión. El trato ya estaba hecho.
Salimos decepcionados, y aunque mi marido me insistía, yo ya no tenía ganas de ver más lugares. Ése era el que quería como mi nuevo hogar.
Ese domingo a la noche casi no pude dormir, mortificada como estaba por perder semejante oportunidad. Entonces se me ocurrió que quizás podríamos llegar a algún arreglo con el ofertante. Pero para ello debía saber de quién se trataba.
El lunes a primera hora me comunico con la inmobiliaria. Me pasan con Alberto, que es el vendedor encargado de la zona y quién nos había mostrado el lugar. Le explico mi idea, pero pese a mi entusiasmo se muestra bastante reacio.
-Lo siento señora, pero no puedo brindarle esa información, además cualquier negociación tiene que realizarse a través de la inmobiliaria-me dice, tratando de dar por finalizada la conversación.
-Entonces negociemos Alberto, te aseguro que estoy dispuesta a lo que sea con tal de quedarme con ese departamento- le digo en una forma por demás insinuante.
Se me ocurrió de repente, la seducción siempre ha sido mi mejor arma, ¿porqué no usarla para lograr mi cometido? Claro que quería que fuese él quien me hiciera la propuesta, para que pareciera que había sido idea suya.
-¿Lo..., (carraspea), que sea?-
-Así es Alberto, lo que sea- le repito -Y no te lo digo figurativamente, cuando digo lo que sea, me refiero a lo que sea, lo que tenga que hacer, lo hago-
Más claro echale agua.
-A ver si me acuerdo bien, usted es la señora que vino con el marido y un chiquito de unos cinco años, ¿no? Que vivían cerca-
-Así es, la que se emocionó con la cocina- le recuerdo.
-¡Ah sí! Ya me acuerdo de usted, sí...- asiente, de seguro visualizándome.
-Gracias por acordarte-
-Difícil olvidarla, le diré-
-Podés tutearme, no soy tan vieja-
-Claro que no lo es...- asiente, mientras me lo imagino ya con la baba cayéndole por las comisuras de los labios.
Por lo poco que me había fijado en él, se trataba de un hombre de unos treinta largos, grandote, de eso sí me acordaba, de que parecía rugbier o patovica, y de que al saludarme con un apretón de manos, la mía prácticamente desapareció en la suya. No me había agrado ni desagradado, en realidad me había resultado indiferente, ya que en ese momento mi atención estaba en otro lado, pero ahora ese sujeto era el principal obstáculo que se interponía en el cumplimiento de mi sueño.
-No te prometo nada, pero quizás haya una manera de..., que lleguemos a un acuerdo, ¿te puedo llamar más tarde?- me ilusiona.
-Llamame cuando quieras, pero llamame a mí, eh, mi marido no sabe nada de esto, quiero que sea una sorpresa- le digo y como para motivarlo todavía más, agrego: -Hoy me tomé el día libre, así que estoy disponible a la hora que sea-
Lo escucho tragar saliva, tras lo cuál asiente y se despide hasta dentro de un rato.
Llamo entonces a la oficina y aviso que no voy a ir a trabajar, que estoy indispuesta, jugándome todas las fichas a que no tarda en llamarme.
A las once suena mi celular. Es él.
-¿Te parece que nos veamos en el departamento?- me pregunta con cautela, tanteando el terreno.
-Me parece bien, como sabés estoy cerca-
-Entonces venite, yo ya estoy acá, te espero-
-Ok, en unos minutos nos vemos- le confirmo sin preguntarle siquiera si tenía buenas noticias respecto a lo que habíamos hablado.
Así como estoy, vestida de entre casa, con pantalón jean, zapatillas y remera, el pelo atado en una cola, agarro la cartera y salgo. Cuando llego al edificio toco el portero eléctrico.
-¡Mariela!- me anuncio.
Suena la chicharra y entro. Alberto ya está esperándome con la puerta del departamento abierta.
A diferencia del día anterior, cuando fui con mi marido y mi hijo, esta vez lo saludo con un beso.
-¿Tenés buenas noticias?- le pregunto al ingresar al lugar que deseo con toda mi alma se convierta en mi nuevo hogar.
-Eso depende...- repone cerrando la puerta y avanzando tras de mí.
-¿De qué...?- le replico, parada en medio de la sala, los brazos cruzados por debajo de mis pechos, para levantármelos más todavía.
-De lo que podamos negociar vos y yo, acá, ahora mismo...-
-Creí que eso ya estaba resuelto- le digo, y dejando caer la cartera al suelo, me cuelgo de su cuello y poniéndome en puntas de pie, le como la boca.
Nos comemos, mejor dicho, ya que él me responde enseguida, enredando su lengua con la mía.
Con sus manos me aferra de la cintura, casi envolviéndome debido a la voluminosidad de sus dedos.
-Mira que todavía no te puedo asegurar nada- me advierte.
-No importa, cobrate igual, por la molestia- le digo, volviéndolo a besar, con mayor entusiasmo todavía.
Mientras nos chuponeamos, nos restregamos el uno contra el otro, encendiéndonos, dejando que la lujuria más procaz y prohibida se apodere de nuestros cuerpos.
Rodeándome ahora con sus brazos, me levanta unos cuantos centímetros del suelo y me lleva así cargada al interior del departamento.
Cuando me suelta, empiezo a desabrocharle el pantalón, le saco la poronga afuera y se la aprieto, sintiendo como se humedece entre mis dedos.
Estamos en el pasillo que comunica el living con las habitaciones, y ahí, en ese mismo lugar cuyas paredes pienso adornar con fotos de mi familia, me pongo de rodillas y le chupo la pija.
Echada en el suelo, se la como entera, devorándola con frenesí, apretándole con una mano los huevos que ya se inflaman de placer.
Me saco la remera, me desabrocho el corpiño y tras escupírsela varias veces, me la refriego por encima de las tetas, empapándome con mi propia saliva y ese líquido preseminal que ya le chorrea en abundancia.
El vendedor se ve obligado a retroceder unos pasos y apoyar la espalda contra la pared, para no caer derrumbado ante esa golosa boca que parece querer engullirlo por completo.
Gateando voy con él, sin soltársela, chupándole con fruición la cabeza, que se enrojece e inflama cada vez más.
Entonces me levanto, ahí nomás me saco el resto de la ropa y quedando completamente desnuda, lo agarro de la mano y lo llevo conmigo a la cocina.
Me siento sobre la mesada de la isla y abriéndome de piernas, lo invito a que ahora me chupe él a mí.
Sin demora alguna, hinca una rodilla en el suelo y abriéndome los gajos de la concha con sus enormes pulgares, me pasa la lengua a todo lo largo. Echo la cabeza hacia atrás y suelto un plácido rugido, estremeciéndome en medio de un orgasmo que parece arrasar con su fuego todo mi interior.
Resultó ser un tapado el vendedor inmobiliario, primero me hace acabar con tan solo una lamida, y luego, en pleno polvo, se levanta, se pone un forro que ya tenía preparado, y me la mete, haciéndome gozar por segunda vez en cuestión de minutos.
-¡Que manera de mojarte, sos una máquina de tener orgasmos!- exclama, gratamente sorprendido por esa facilidad mía para el goce.
Bien afirmado entre mis piernas me coge con un ritmo entre cadencioso y ajustado, sin apurarse, como queriendo disfrutar cada tramo de mi conchita.
-¡Sí..., sí..., así..., cogeme..., metémela toda...!- le reclamo entre exaltados suspiros, rodeándolo con brazos y piernas, fundiéndome en su cuerpo, sintiendo que mi corazón palpita al mismo ritmo que el suyo.
Me olvido del departamento, del nuevo hogar, de los otros interesados y de la puta que lo parió, de lo único que tengo noción es de ese placer brutal y aniquilante que me tiene bien sujeta, y que como la más adictiva de las drogas, no me va a dejar escapar sin llevarse una parte mía consigo.
Unos cuántos empujones más y lo siento vaciarse, con esa fuerza vital que trasciende lo físico, para transportarnos a un plano etéreo y emocional en dónde nuestros cuerpos se funden en uno solo, plenos e indivisibles.
-Si así es como vendés departamentos, de seguro debes ser infalible- le digo, tratando de recuperar el aliento luego de semejante estallido.
-No creas, es la primera vez que..., que...-
-¿..., que te cogés a una clienta?- completo por él, que no se animaba a decirlo.
-Vos lo dijiste- asiente.
Estamos recostados en el suelo, desnudos, él de espalda y yo con la cabeza apoyada en su hombro, acurrucada junto a su cuerpo.
Mientras hablamos le acaricio distraídamente los huevos, sintiendo todavía allí un calorcito que parece avivarse cada vez más.
-Con respecto al departamento...- comienza a decirme, pero enseguida lo interrumpo poniéndole un dedo sobre los labios.
-Shhhh, ahora no, ya no estamos negociando, esto es por placer- le digo chupándole el lóbulo de la oreja.
Su pija crece de golpe, la veo engrosarse, volviendo a ostentar ese tamaño que encaja tan bien en mi cuerpo.
Se la vuelvo a chupar, ávidamente, con mucho ruido y saliva, dejándosela en un estado de suprema virilidad.
Ahora yo misma le pongo el forro y así como está de espalda en el suelo, en el mismo sitio en dónde pienso poner la mesa para desayunar con mi marido, me le subo encima, prodigándole una cabalgata de esas que merecerían tener una mención honorífica en el hipódromo.
Antes de que acabe me detengo y besándolo casi con furia, le digo entre susurros:
-Ahora me vas a hacer la cola...-
El vendedor me mira obnubilado, como si lo que acabara de decirle estuviera más allá de su capacidad de comprensión.
Me saco la pija de la concha y ensartándomela en el culo, empiezo a presionar hacia abajo. No me entra a la primera, así que tengo que insistir.
Estoy de cuclillas sobre su cuerpo, tratando de metérmela, cuando siento que se le ablanda un poco. No es que se le haya ido la calentura, solo que no está acostumbrado a coger tanto.
Lo pajeo para que se le endurezca y vuelvo a probar. Ahora sí, está como me gusta.
Siempre de cuclillas, con las manos apoyadas en su pecho, voy bajando, abriéndome bien el orto, disfrutando no solo de esa sensación de rompimiento que resulta tan gratificante, sino también de los gestos de sorpresa e incredulidad del tipo, que, por lo visto, no está habituado a transitar por la colectora.
Cuando la tengo guardada toda adentro, me detengo y abriéndome bien de piernas, le muestro en primer plano y en 4K, esa candente zona en que nuestros cuerpos se funden y complementan.
Los ojos del vendedor inmobiliario van de mi concha a mis tetas, sobre todo cuando éstas empiezan a sacudirse debido al ritmo que le imprimo a la culeada.
Subo y bajo, abriéndome toda para recibirlo, pero no solo mi culo se abre como un bostezo, también mi concha que parece reclamar para sí misma un trozo de tan apetitoso banquete.
Sujetándome de la cintura el vendedor acompaña mi balanceo, para luego de un rato apropiarse de la situación y tumbándome de costado, ser él quién me perfora el ojete sin compasión.
¡WOW! Parece que he creado otro adicto al sexo anal. Para ser alguien no tan habituado a romper ojetes, me culea de maravilla, metiéndome el tamaño justo de pija, no tanto como para incomodarme, pero lo suficiente como para llenarme.
Con las piernas enredadas nos movemos al unísono, golpeándonos casi con bronca, PLAP - PLAP - PLAP, ensartándonos el uno en el otro con un frenesí arrollador.
De nuevo siento su descarga, impetuosa, abundante. Su calidez y efervescencia se filtra a través del látex, prodigándome un sinfín de emociones, todas intensas y subyugantes.
Yo también acabo y quedándome bien clavada, me derramo en su vientre, alcanzando entre ambos el Nirvana del placer.
En pleno éxtasis, así como estamos, todavía entrelazados, busco su boca.
-Dame la lengua...- le pido.
Cuando la saca, se la chupo con suma delectación, sintiendo como, de a poco, el mundo va dejando de girar a nuestro alrededor.
Luego, mientras nos vestimos, me dice que todavía no ha podido resolver nada.
-No importa- le digo - Igual pasé un lindo momento- sellando mis palabras con otro beso.
Un par de días después recibo una llamada suya.
-¡Felicitaciones!- me dice apenas contesto -Si todavía están interesados, el departamento es de ustedes-
No sé que habrá hecho, pero ahora no solo éramos los principales ofertantes, sino también los únicos.
Ni bien corto con el vendedor, llamo a mi marido para darle la buena nueva.
-Viste que los milagros existen- me dice todo ingenuo, sin imaginar siquiera que su dulce esposa había sido la responsable de ese "milagro".
Así que ya pagamos el adelanto y pusimos en venta nuestro depto. Solo queda esperar el momento de la mudanza, para comenzar a disfrutar de nuestro nuevo hogar, que bien merecido me lo tengo. Después de todo me rompí bien el culo para conseguirlo...

36 comentarios - Hogar, dulce hogar...

NaneroE
Foo Mariela! Siempre me dejan muy... Como te imaginaras... Tus relatos, estimulantes a mas no poder. Besotes belleza. Si andas x Córdoba capital me encantaría cruzarme con semejante hembra 😱
ellocoamor33
+10 exelente mujer .te espero por prv
mard974
Sos lo que se dice una mujer que consigue lo que se propone. Y pque patricios un hermoso barrio de mi infancia. Besos y por mas
Guiyote07
Pavada de comision cobro el amigo...jaja
celta05
Puta madre!!! Nunca me tocaron clientas así !!!
Elpndjomacho
una maravilla de relato!! tremenda calentura que nos hacés levantar a todos los que te leemos...y seguimos tus relatos!! como siempre muy bueno!! gracias por compartir +10
facujoss
Sos una diosa!!!!! me calentas en cada palabra un poquito mas...
FabricioBiazzi
Me encanta leer tus relatos, me volves loco y calentas como nadie, me encantaría llegar a ser parte de uno algun día
dantraloco
Si, literalmente te rompieron el culo por el apartamento jajajaja
Gran relato, van diez puntos.
Marc_2
especial, hasta con un toque de humor super oportuno. Obvio fueron puntos.
sfdk
Genial seguí así
el_rey_lear
pero la Putisima Madre!!!!que relato, los 10 puntos mejores !!!
mdqpablo
Exelente relato . Muy buena negociando van pts
Bass_07
te mudas a caseros?! jaja voy a tenerte un poquito mas cerca guacha hermosa! te deje unos 10 ;;)
maxihec
Vecinita nueva!!! Bienvenida al barrio,
MIsko-Jones
felicitaciones por la nueva casa espero que sea un lugar lleno de felicidad e infidelidades 😉

saludos Misko
furtivo2017
dejando que la lujuria más procaz y prohibida se apodere de nuestros cuerpos.
Muy bueno
faluchito
Mas que oro en polvo esto es oro en letras, me encantó el relato, la forma de desarrollarlo, cada palabra empleada y lo tremendamente puta que podes ser. Ahí fueron los +10 y mis mas sinceras gracias por compartir. Un saludo a tu marido y felicitaciones por tu nueva cocina.
Karanchh
Felicitaciones mami!!!
Sergiocorno
Exelente relato nos calentó mucho a mi mujer y a mi ,realmente te rompiste el culo por tu casa ahora a diafrutarla y a seguir haciendo crecer la cornamenta de tu marido ,van 10 pts.
After16
Genial Marita,como siempre. T tendrías q volver a ver con el cholo y con tu amigo Diego,esos fueron los mejores relatos!!!
jonicarpo
Muy buen relato.. Van puntos..
julietanay
genialidaddddddddddddddddddd hecho relato
vergacorti
Hermosa y caliente como siempre Marita. Una genia
diablo297
Ufff me voló la peluca tu relato 😅
Martian_cba
no necesitas algun software?, tambien soy aficionado a la carpinteria?
besos... va puntos..
ld_beck
Te estas haciendo experta en negocios..!!! Excelente Relato..!!!
fe3ro0zz
asi que fuiste vos la que me gano el depto
salman01
tus relatos son de lo mejor
PabloFernandezhi
Mención honorífica en el hipódromo. .jajaja muy buen relato
Locosxlascalzas
Nooooo ! Terrible relato, cuando necesites un técnico para la compu o algo de electricidad llamame que te cobro en expensas !!
elmanu46
Sobresaliente relato +10
Chelomorocho
Jajaja la frase final como anillo al dedo...excelente relato. Dejo puntos.