Es la típica chica a la que no podés mirarla de una manera erótica porque la conocés desde chico, fueron al colegio juntos y durante un tiempo no se ven hasta que por cuestiones de la vida se vuelven a encontrar para saludarse con el típico "eh! qué hacés?! tanto tiempo!!". Incluso ahora trabajamos juntos en una almacén para solventar gasto de la universidad.
Una tarde cualquiera, en la que el tiempo parece no avanzar, la gente no entra a comprar y te ponés a hacer algo solo para "hacer algo", entre charla y comentario surge el tema de las parejas. Sé que su novio es una persona fría y poco demostrativa en muchos sentidos, y si bien ella lo ama, son situaciones que desaniman hasta al más enamorado.
Creo que hay situaciones que son tan comunes en la vida de pareja que llega un punto en que tenés que compartirla con alguien más. Como un desahogo.
Había sido su cumpleaños y su novio no pasó más allá de la salida a cenar y la vuelta a casa. Era claro que ella esperaba que el festejo continuara, pero entendí que no fue así.
Como en su relato me daba a entender eso de distintos modos, me animé a insinuar si el regalo había llegado esa misma noche.
Pero no. Sólo un poco de sexo y a causa de que ella se había vuelto muy insistente.
La conversación siguió sin mayores sobresaltos; uno que otro cliente nos fueron adentrando en nuestras tareas hasta que me llama para ayudarla a buscar algo en una heladera.
Ese día llevaba una remera entallada y unos vaqueros negros gastados algo sueltos. Al estar agachada se asomaba una tanga de hilo dental rosa con un moño de encaje en el centro. Estaba buscando algo muy adentro de la heladera, por lo que arqueaba la espalda parando cada vez más la cola. La miraba y no podía reprimir el deseo de ver más. Bajar ese pantalón, correr el hilito y dejar que mi mano o mi lengua, o las dos, jueguen en ese agujerito rosado.
Después de que se para y se acomoda un poco las ropas, aún se asomaba ese moño que no ayudaba a que se me fuera esa imagen de ella, en cuatro, con su cabellera rubia sobre la espalda. Después de un rato de no poder sacarme esa imagen de la cabeza
-Te puedo ver la tanga, Perdón -me corrijo- se te ve la ropa interior, Ivi.
-Ay! No me digas, debe ser de cuando me agaché.
-Sí, pasé y también te vi, ja.
-Jaja, Gracias por fijarte, por decirme en realidad.
Creo que fue una oportunidad para dar lugar a más cercanía entre los dos. En momentos que no se atendía aprovechamos para conversar.
-Te gusta la ropa interior de la mujer? -me preguntó-
-Seguro! mientras más sexy mejor. Me gusta la mujer que se produce y se toma su tiempo para elegirla.
-Yo tengo algunas, pero a mi novio no le va tanto y por ahí no hay tiempo para usarla.
-Jaja, no me digas. Igual, conmigo tanto no dura porque me gusta tanto que me desata y puede que la rompa, lo más probable ja.
-Ah, bueno. Tengo unas medias que se prestan para eso.
-Jaja. Las red me levantan bastante.
Uno trata de medirse con las palabras porque no se sabe hasta dónde está dispuesta a llevar la charla, sobre todo ya que los dos estamos en pareja,
Al día siguiente ella llevaba de esos bombachudos de colores cálidos, algo trasparentes. con una remera negra ajustada. Se notaba que no llevaba corpiño y los pezones se le arcaban. El día se nos pasó muy lento por la cantidad de gente que no dejaba de entrar. Al que no le gusta estos trabajos, se hace interminable. Al cerrar el almacén, nos quedamos solos terminando de reponer y limpiar. Cada vez que nos cruzábamos los roces y las miradas se hacían cada vez más evidentes.
Ella cargaba un frizzer y yo que pasaba por detrás siento su mano que me toma del brazo.
-De este tipo te gustan? -me decía mientras se bajaba el pantalón-
Un culote negro de encaje llevaba y me hizo tocarlo.
-Sí, me gusta -atiné a decir-
-Cojamos antes de que me busquen.
Se dió vuelta y comenzó a besarme. Al momento que caí cuenta de lo que pasaba, la apreté contra mí para besarla más profundamente. Nuestras lenguas se chocaban y sus gemidos me encendían. Le beso el cuello y la oreja y ella me arañaba la espalda y me apretaba la cola tratando de bajarme el pantalón. La doy vuelta haciendo que se incline sobre el frizzer y en un arrebato le abro el culote de un solo tirón. Le apoyo mi pija en la cola y ella moviéndola me la pajeaba con las nalgas mientras con una mano que se metió en la boca, se lubricaba la conchita. "Metela..."me decía entre gemidos y disfruté cada centímetro que recorría. Estaba apretada y en cada movimeinto se mojaba cada vez más. "Dale, dame...." se entrecortaba con cada golpe de cadera. Sus manos se agarraban de los bordes con fuerza y gemía con más fuerza. "Dame papi....me voy..." y se encoje dándome a entender de que acababa. Yo seguía bombeando y ella me pedía que le acabe en la boca. En ese momento su novio la llama que ya estaba afuera y algo más le decía mientras ella misma se arrodilla frente a mí y me pajeaba. La situación me calentó tanto que me ayudó a acabarle en la boca. Tragó rápido y le dijo que ya salía. Nos vestimos y salió limpiándose la saliva del cuello con la mano.
-Después la seguimos -me dijo mientras le cerraba la puerta.
Una tarde cualquiera, en la que el tiempo parece no avanzar, la gente no entra a comprar y te ponés a hacer algo solo para "hacer algo", entre charla y comentario surge el tema de las parejas. Sé que su novio es una persona fría y poco demostrativa en muchos sentidos, y si bien ella lo ama, son situaciones que desaniman hasta al más enamorado.
Creo que hay situaciones que son tan comunes en la vida de pareja que llega un punto en que tenés que compartirla con alguien más. Como un desahogo.
Había sido su cumpleaños y su novio no pasó más allá de la salida a cenar y la vuelta a casa. Era claro que ella esperaba que el festejo continuara, pero entendí que no fue así.
Como en su relato me daba a entender eso de distintos modos, me animé a insinuar si el regalo había llegado esa misma noche.
Pero no. Sólo un poco de sexo y a causa de que ella se había vuelto muy insistente.
La conversación siguió sin mayores sobresaltos; uno que otro cliente nos fueron adentrando en nuestras tareas hasta que me llama para ayudarla a buscar algo en una heladera.
Ese día llevaba una remera entallada y unos vaqueros negros gastados algo sueltos. Al estar agachada se asomaba una tanga de hilo dental rosa con un moño de encaje en el centro. Estaba buscando algo muy adentro de la heladera, por lo que arqueaba la espalda parando cada vez más la cola. La miraba y no podía reprimir el deseo de ver más. Bajar ese pantalón, correr el hilito y dejar que mi mano o mi lengua, o las dos, jueguen en ese agujerito rosado.
Después de que se para y se acomoda un poco las ropas, aún se asomaba ese moño que no ayudaba a que se me fuera esa imagen de ella, en cuatro, con su cabellera rubia sobre la espalda. Después de un rato de no poder sacarme esa imagen de la cabeza
-Te puedo ver la tanga, Perdón -me corrijo- se te ve la ropa interior, Ivi.
-Ay! No me digas, debe ser de cuando me agaché.
-Sí, pasé y también te vi, ja.
-Jaja, Gracias por fijarte, por decirme en realidad.
Creo que fue una oportunidad para dar lugar a más cercanía entre los dos. En momentos que no se atendía aprovechamos para conversar.
-Te gusta la ropa interior de la mujer? -me preguntó-
-Seguro! mientras más sexy mejor. Me gusta la mujer que se produce y se toma su tiempo para elegirla.
-Yo tengo algunas, pero a mi novio no le va tanto y por ahí no hay tiempo para usarla.
-Jaja, no me digas. Igual, conmigo tanto no dura porque me gusta tanto que me desata y puede que la rompa, lo más probable ja.
-Ah, bueno. Tengo unas medias que se prestan para eso.
-Jaja. Las red me levantan bastante.
Uno trata de medirse con las palabras porque no se sabe hasta dónde está dispuesta a llevar la charla, sobre todo ya que los dos estamos en pareja,
Al día siguiente ella llevaba de esos bombachudos de colores cálidos, algo trasparentes. con una remera negra ajustada. Se notaba que no llevaba corpiño y los pezones se le arcaban. El día se nos pasó muy lento por la cantidad de gente que no dejaba de entrar. Al que no le gusta estos trabajos, se hace interminable. Al cerrar el almacén, nos quedamos solos terminando de reponer y limpiar. Cada vez que nos cruzábamos los roces y las miradas se hacían cada vez más evidentes.
Ella cargaba un frizzer y yo que pasaba por detrás siento su mano que me toma del brazo.
-De este tipo te gustan? -me decía mientras se bajaba el pantalón-
Un culote negro de encaje llevaba y me hizo tocarlo.
-Sí, me gusta -atiné a decir-
-Cojamos antes de que me busquen.
Se dió vuelta y comenzó a besarme. Al momento que caí cuenta de lo que pasaba, la apreté contra mí para besarla más profundamente. Nuestras lenguas se chocaban y sus gemidos me encendían. Le beso el cuello y la oreja y ella me arañaba la espalda y me apretaba la cola tratando de bajarme el pantalón. La doy vuelta haciendo que se incline sobre el frizzer y en un arrebato le abro el culote de un solo tirón. Le apoyo mi pija en la cola y ella moviéndola me la pajeaba con las nalgas mientras con una mano que se metió en la boca, se lubricaba la conchita. "Metela..."me decía entre gemidos y disfruté cada centímetro que recorría. Estaba apretada y en cada movimeinto se mojaba cada vez más. "Dale, dame...." se entrecortaba con cada golpe de cadera. Sus manos se agarraban de los bordes con fuerza y gemía con más fuerza. "Dame papi....me voy..." y se encoje dándome a entender de que acababa. Yo seguía bombeando y ella me pedía que le acabe en la boca. En ese momento su novio la llama que ya estaba afuera y algo más le decía mientras ella misma se arrodilla frente a mí y me pajeaba. La situación me calentó tanto que me ayudó a acabarle en la boca. Tragó rápido y le dijo que ya salía. Nos vestimos y salió limpiándose la saliva del cuello con la mano.
-Después la seguimos -me dijo mientras le cerraba la puerta.
3 comentarios - El hilo rosa