Estábamos en casa de Tatiana (Tati) y Alejandro (Alex) junto a otras 3 parejas, en una pequeña reunión por el cumpleaños del dueño de casa.
Terminada la cena, y con varias copas encima, sorbiendo café, la conversación comenzó a ponerse caliente y se convirtió en una gritería confusa de risas, carcajadas de varios que hablaban al mismo tiempo, sin pudor ni recato.
A hora avanzada, se fueron despidiendo las otras tres parejas y, por último, lo hicimos Martín, mi marido, y yo.
¡Pero!
Al girar la llave, en el auto, para darle arranque, no ocurrió nada. Martín repitió varias veces la maniobra.
El motor bien gracias.
Tati y Alex que nos estaban viendo desde la puerta, se acercaron al auto estacionado casi enfrente de su casa. Martín y Alex comenzaron a tirar hipótesis, levantaron el capot y miraban desorientados.
-Romina, vení, nos tomamos un café o una copita mientras ellos ven que pasa.- dijo Tati.
Un rato después, entró Alex.
-Creo que sé lo que pasó. Vengo a buscar una linterna- comentó y volvió a salir.
Casi enseguida, volvió a entrar con Martín siguiéndolo.
-El bolas largas éste, se acordó que, al llegar y sacar la llave de la cerradura de arranque, se le desarmó la carcasa. Por suerte el chip de la llave cayó dentro del auto y lo encontré-
Se volvieron a sentar en el living, junto a nosotras dos, y Alex sirvió otra vuelta de licor.
-¡La verdad Alex, que sos muy piola!- le dije, con referencia a su perspicacia y conocimientos, con lo del auto.
-¡Ni te imaginás, hasta que punto puedo serlo ¿Vos que decís Tati?-
La conversación volvió a ponerse caliente. Los dos se conducían sin tacto, hasta el punto de perder la mesura.
-Martín, como presente extra por mi cumple y por sacarte de apuro ¿No me dejás a solas con Romi por un rato?- y agregó que él, lo dejaba a solas con Tati.
-¿Ahora? ¡Dale!-
Yo y Tati nos parámos y los miramos indignadas, supuestamente. Ambos tenían volumen en sus pantalones. No dijimos nada, no nos disgustó la idea.
Alex, dejó el sillón, y fue acercándoseme. Fui retrocediendo, murmurando
- ¿Qué haces? ….no te acerques …-
Mi espalda dio contra una de las paredes y él me abrazó y buscó mis labios. Después de algunos esquives quedamos boca a boca y lengua a lengua. Me levantó y me sentó sobre la mesa del comedor y, metido entre mis piernas, me sobó y manoseó mí intimidad.
Lo entreví a Martín prendido como hiedra a Tati.
Alex coló una mano dentro de mi blusa y me pellizcaba los pezones, yo adoro eso y estaba cada vez más excitada. Sentí que era mi momento de actuar, le bajé el cierre relámpago, aparté el slip y le manoteé el bulto a Alex. Me dejó loca de ganas.
-Te la voy a lamer y chupar …. Pero no acá- le dije al oído.
-Te tomo la palabra … Vamos para el cuarto- replicó y volvió a levantarme, con sus manos en mi culo, y fuimos a dar en una pieza de dos camas
Tati se va a coger a Martín en la cama matrimonial, pensé, mientras Alex me acostaba y dejaba como nací y él, también, se desnudaba por completo. Ver la verga de Alex me hizo estremecer, era más gruesa y larga que la mayoría de las que había conocido. La tomé en mi mano, estaba bien dura, y comencé a masturbarlo despacito, lamiéndole, besándole y dándole una que otra chupadita, sólo en la cabecita. Ayudándose con una mano detrás de mi nuca, empujó la pija dentro de mi boca.
Más de uno me dijo que con la verga en la boca destruyo al dueño de la misma, lo llevo al descontrol de los sentidos. Comencé a saborear, lentamente, cada centímetro de su piel mientras con la otra mano le acariciaba los testículos. Aguantó menos de lo que imaginé
-¡Qué bárbara, te voy a acabar en la boca, Romi!! –
Unas pocas chupadas adicionales y me llenó la boca de leche, rebuznando como un burro y provocándome arcadas.
Del dormitorio matrimonial llegó, un vocerío y estrépito causado por dos en entrevero de carnes dentro de carne.
Me dispuse, acostada, a esperar que Alex tenga una nueva erección después de haber eyaculado en mi boca.
Con Martín y otros el denominado período refractario duraba varios minutos, por lo general 10, 15 o más.
Alex, se subió desde el lado de los pies de la cama y se precipitó con lengua, labios y yema de los dedos en mi clítoris y lo hizo con destreza sin par. En instantes me tuvo enajenada de placer. Sorpresivamente, se arrodilló, acomodó mis piernas sobre sus hombros y sin miramiento me metió toda la verga y comenzó a cogerme salvajemente, impactando con sus huevos en mis nalgas.
Puedo equivocarme pero no habían transcurrido ni cinco minutos desde que su chorro de esperma casi me ahoga y ya me estaba dando con ímpetu y furia. Seguro que se había clavado 100 mgr o más de viagra.
Tuve orgasmos múltiples en su grado más intenso. Con epicentro en la vagina, se trasladaron deliciosas sensaciones que al alcanzar mis cuerdas vocales las hicieron vibrar y propagar, al aire, mi goce.
El no eyaculó dentro de mí, sacó el muñeco, con el tiempo justo y me roció, vientre, tetas y cara.
No alcanzó sacarme, frotando con papel higiénico, el semen gelatinoso. Me tuve que duchar, antes de unirme a Martín y Tati en el living.
Por segunda vez saludamos y fuimos al auto. Al día siguiente teníamos que trabajar.
Por lo que, irónicamente, deslizó Martín camino de regreso a casa, en el dormitorio matrimonial, se escucharon los gemidos, suspiros y gritos, de todo volumen y duración, que me arrancó la cogida de Alex.
Le retruqué, en el mismo tono jocoso, que del dicho dormitorio, se habían emitido sonidos, indecentes e inmorales, por gente non sancta.
Nos dormimos con una sonrisa de oreja a oreja.
Terminada la cena, y con varias copas encima, sorbiendo café, la conversación comenzó a ponerse caliente y se convirtió en una gritería confusa de risas, carcajadas de varios que hablaban al mismo tiempo, sin pudor ni recato.
A hora avanzada, se fueron despidiendo las otras tres parejas y, por último, lo hicimos Martín, mi marido, y yo.
¡Pero!
Al girar la llave, en el auto, para darle arranque, no ocurrió nada. Martín repitió varias veces la maniobra.
El motor bien gracias.
Tati y Alex que nos estaban viendo desde la puerta, se acercaron al auto estacionado casi enfrente de su casa. Martín y Alex comenzaron a tirar hipótesis, levantaron el capot y miraban desorientados.
-Romina, vení, nos tomamos un café o una copita mientras ellos ven que pasa.- dijo Tati.
Un rato después, entró Alex.
-Creo que sé lo que pasó. Vengo a buscar una linterna- comentó y volvió a salir.
Casi enseguida, volvió a entrar con Martín siguiéndolo.
-El bolas largas éste, se acordó que, al llegar y sacar la llave de la cerradura de arranque, se le desarmó la carcasa. Por suerte el chip de la llave cayó dentro del auto y lo encontré-
Se volvieron a sentar en el living, junto a nosotras dos, y Alex sirvió otra vuelta de licor.
-¡La verdad Alex, que sos muy piola!- le dije, con referencia a su perspicacia y conocimientos, con lo del auto.
-¡Ni te imaginás, hasta que punto puedo serlo ¿Vos que decís Tati?-
La conversación volvió a ponerse caliente. Los dos se conducían sin tacto, hasta el punto de perder la mesura.
-Martín, como presente extra por mi cumple y por sacarte de apuro ¿No me dejás a solas con Romi por un rato?- y agregó que él, lo dejaba a solas con Tati.
-¿Ahora? ¡Dale!-
Yo y Tati nos parámos y los miramos indignadas, supuestamente. Ambos tenían volumen en sus pantalones. No dijimos nada, no nos disgustó la idea.
Alex, dejó el sillón, y fue acercándoseme. Fui retrocediendo, murmurando
- ¿Qué haces? ….no te acerques …-
Mi espalda dio contra una de las paredes y él me abrazó y buscó mis labios. Después de algunos esquives quedamos boca a boca y lengua a lengua. Me levantó y me sentó sobre la mesa del comedor y, metido entre mis piernas, me sobó y manoseó mí intimidad.
Lo entreví a Martín prendido como hiedra a Tati.
Alex coló una mano dentro de mi blusa y me pellizcaba los pezones, yo adoro eso y estaba cada vez más excitada. Sentí que era mi momento de actuar, le bajé el cierre relámpago, aparté el slip y le manoteé el bulto a Alex. Me dejó loca de ganas.
-Te la voy a lamer y chupar …. Pero no acá- le dije al oído.
-Te tomo la palabra … Vamos para el cuarto- replicó y volvió a levantarme, con sus manos en mi culo, y fuimos a dar en una pieza de dos camas
Tati se va a coger a Martín en la cama matrimonial, pensé, mientras Alex me acostaba y dejaba como nací y él, también, se desnudaba por completo. Ver la verga de Alex me hizo estremecer, era más gruesa y larga que la mayoría de las que había conocido. La tomé en mi mano, estaba bien dura, y comencé a masturbarlo despacito, lamiéndole, besándole y dándole una que otra chupadita, sólo en la cabecita. Ayudándose con una mano detrás de mi nuca, empujó la pija dentro de mi boca.
Más de uno me dijo que con la verga en la boca destruyo al dueño de la misma, lo llevo al descontrol de los sentidos. Comencé a saborear, lentamente, cada centímetro de su piel mientras con la otra mano le acariciaba los testículos. Aguantó menos de lo que imaginé
-¡Qué bárbara, te voy a acabar en la boca, Romi!! –
Unas pocas chupadas adicionales y me llenó la boca de leche, rebuznando como un burro y provocándome arcadas.
Del dormitorio matrimonial llegó, un vocerío y estrépito causado por dos en entrevero de carnes dentro de carne.
Me dispuse, acostada, a esperar que Alex tenga una nueva erección después de haber eyaculado en mi boca.
Con Martín y otros el denominado período refractario duraba varios minutos, por lo general 10, 15 o más.
Alex, se subió desde el lado de los pies de la cama y se precipitó con lengua, labios y yema de los dedos en mi clítoris y lo hizo con destreza sin par. En instantes me tuvo enajenada de placer. Sorpresivamente, se arrodilló, acomodó mis piernas sobre sus hombros y sin miramiento me metió toda la verga y comenzó a cogerme salvajemente, impactando con sus huevos en mis nalgas.
Puedo equivocarme pero no habían transcurrido ni cinco minutos desde que su chorro de esperma casi me ahoga y ya me estaba dando con ímpetu y furia. Seguro que se había clavado 100 mgr o más de viagra.
Tuve orgasmos múltiples en su grado más intenso. Con epicentro en la vagina, se trasladaron deliciosas sensaciones que al alcanzar mis cuerdas vocales las hicieron vibrar y propagar, al aire, mi goce.
El no eyaculó dentro de mí, sacó el muñeco, con el tiempo justo y me roció, vientre, tetas y cara.
No alcanzó sacarme, frotando con papel higiénico, el semen gelatinoso. Me tuve que duchar, antes de unirme a Martín y Tati en el living.
Por segunda vez saludamos y fuimos al auto. Al día siguiente teníamos que trabajar.
Por lo que, irónicamente, deslizó Martín camino de regreso a casa, en el dormitorio matrimonial, se escucharon los gemidos, suspiros y gritos, de todo volumen y duración, que me arrancó la cogida de Alex.
Le retruqué, en el mismo tono jocoso, que del dicho dormitorio, se habían emitido sonidos, indecentes e inmorales, por gente non sancta.
Nos dormimos con una sonrisa de oreja a oreja.
4 comentarios - Otro intercambio improvisado.