Soy de viajar sola, generalmente por trabajo. O con amigas. O con mis hermanas. Siempre por pocos días, que mi marido cuida los chicos. Ojo, el también viaja, pero generalmente por períodos más prolongados.
Esta vez les iba a contar de la vez que me fui, con una de mis hermanas, a Chile, por 3 noches, antes de Navidad. Un fin de semana largo en el que hacía muchísimo calor.
Fuimos a un hotel ubicado por Las Condes, muy lindo, con pileta y bastantes otras comodidades, tipo gimnasio, restaurante y no se cuantas cosas. Y claro, como pagábamos a medias, no era un gran problema el costo tan alto.
El sábado, luego de pasear un rato, decidí ir a la pileta, cerca de las 11.30 de la mañana. Y, como muchas otras mujeres hacen en Chile, decidí que me iba a sacar el corpiño de la malla para tomar sol. El punto es que soy un poco tímida, así que primero acomodé la reposera de espaldas a la pileta, para que nadie me viera... Me puse protector en el cuerpo, me senté, me quité el soutién y me encremé las lolas (para los que saben son 34C) y me recosté a tomar sol. Primero de espalda y luego de frente al sol.
Como a la hora decidí levantarme e irme a bañar, ya que habíamos quedado con mi hermana que iríamos a almorzar. Así que subí, me bañé, me alisté y bajé al lobby para encontrarme con ella.
Ya en la planta baja, me pasa por al lado un señor vestido de manera impecable. Pantalón de Gabardina clarito, camisa celeste, zapatos al tono, reloj brillante y un peinado y una barba super prolijos. Se me acerca y me dice, "te vi tomando sol, divina, nena". Y siguió caminando, sin darme tiempo a responder.
Ahí me dí cuenta que el vidrio hacia el cual yo había apuntado la reposera, ese espejado que está al borde de la pileta, es el ventanal de uno de los salones o restaurantes y que había estado prácticamente en bolas de frente a no se cuantas personas, por que este señor no iba sólo...
En pleno estado de shock apareció mi hermana, le conté lo que había pasado y me dice que no me preocupe, que no pasó nada y que en ese hotel todo el mundo creía que éramos divorciadas. Inclusive, que para ella el botones me había tirado onda...
Comimos, caminamos e hicimos algunas compras siempre fantaseando con la idea de ser dos divorciadas putonas. Básicamente nos cagamos de la risa, aunque en un momento me dí cuenta de que estaba un poco mojadita.
Llegamos al hotel, mientras esperábamos el ascensor, veo por el rabillo del ojo a este señor, sentado en una mesa al costado de la pileta. Igual de impecable que antes, pero ahora más con look "outdoor", tipo pileta.
Subimos con mi hermana a la habitación, me puse la malla, agarré un libro y bajé rajando al sector pileta, para esto ya serían como las 17.30hs. Al entrar, pasé por al lado del señor y dije, sin dirigirle la mirada, "buenas tardes". El asintió con la cabeza, sacando su sombrero Panamá y volviendoselo a colocar.
Elegí una reposera que estaba de frente al señor, me saqué el pareo y me le puse de espaldas, enseñando mi cola, super entangada. Me incliné hacia adelante y dejé la mochila en el piso. Tardé unos segundos hasta que saqué el protector y el libro. Luego me desaté el corpiño, me lo quité, y, todavía de espaldas, me recogí el pelo. Por fin, me senté en la reposera, con el respaldo como a 60 grados y me puse a leer.
Unos pocos minutos después, se me acerca el mozo con un mojit, me lo deja en mi mesa de costado y me dice que me lo invita el señor que estaba en frente mío. Lo miré fijo y como que brindé en el aire, para luego tomarme mi mojito, frio, con pajita.
Me hice la histérica unos minutos y en eso veo que el tipo se levanta y se va, sin seguirmela. No voy a mentir, me sentí una boluda... Lo tenía ahí y se me fue... No sabía que hacer para recuperar su atención y, mientras pensaba, viene el mozo a levantar el vaso, pasa un trapo por la mesa y deja un papel de block de hoja rayada, doblado por la mitad. Al abrirlo dice: "La espero 20.30hs en el Restaurante del Hotel para cenar. No me falle a esta invitación".
Me puse a googlear un poco y el restaurante es uno de los más famosos y exclusivos de Chile, muy caro y aparentemente muy rico. Ya eran como las 18.30 para esta altura, seguía haciendo calor, pero no había sol, así que me coloqué el pareo. Justo vino mi hermana y nos quedamos charlando un toque, le conté de la invitación y primero me miró con "cara de estas loca", pero después medio que no me quería boicotear y me dijo: "andá, de ultima comes y te vas", así como a las siete y media subí a la habitación a arreglarme.
Como estaba muy nerviosa, decidí hacerme un baño de inmersión. Tenía sales de baño, agua calentita y muuuuuucho tiempo. Así que me bañé con bastante espuma, me lavé el cuerpo, la cabeza y, de paso, me retoque un poco mi "peinadito"...
Salí de bañarme ya habiendo decidido lo que me iba a poner: tanga y corpiño negro, pollera color mostaza muy ceñida y bastante larga, con tajo, que me marcaba la costura de la tanga, blusa semi transparente negra, medio de tul. Zapatos altos, también negros. Estaba para matar!
Bien perfumada, hice tiempo todo lo posible, hasta que, aburrida y ansiosa, bajé al restaurante para darme cuenta que en realidad eran las 20.32. El tipo ya estaba ahí, se levanta, se acerca a la puerta y me dice:
- Fausto Galarza, mucho gusto
- Cecilia, el gusto es mío
Me acompaña a la mesa, caminando detrás de mío, corre la silla, espera que me siente y arrima mi silla a la mesa. Luego agarra la botella de champagne de la frappera y me sirve una copa mientras dice:
- A menos que prefieras otra cosa
- No gracias, champagne está bien
- Gracias por aceptar mi invitación - me dice ya sentado en su lugar
- No, gracias por invitarme - le dije sonriente
Empezamos a conversar y me contaba cosas como que viaja mucho, que ya terminó lo que vino a hacer y que se va mañana, que le gusta la buena comida, que todo bien regado, que tiene un hijo de 22 años y no se cuantas cosas. Pedimos una entrada y luego salmón del pacífico a la no se que. Todo riquísimo y yo que me tomé varias copas de champagne y algunos vasos agua. De postre, nos trajeron un plato con frutas que era delicioso.
La verdad la estaba pasando bien, y ya estaba lista para irme, cuando el mozo trae la cuenta para que el señor la firme, de lejos traté de ver el número, al que rápidamente convertí a sólares y me dio que la cena había costado cerca de 600 dólares. La propina, por otra parte, fue de unos 120 más.
No se si me dio culpa o que, y decidí no levantarme todavía, espere que se vaya el camarero y le pregunto:
- Y vos, siempre espías a las mujeres mientras toman sol?
- No se de que me hablas - me responde
Medio que me quedé sin palabras y mientras pienso que decirle, me dice:
- Fuiste vos la que se frotó el cuerpo casi desnuda al lado de mi ventana. Yo estaba cerrando un negocio inmobiliario muy importante y al levantar la vista, por el ventanal...
- Ay! Que verguenza - le interrumpí - había mucha gente?
- No, 5 o 6 personas, pero quedate tranquila que nadie se quejó
Y explotamos en una carcajada.
- Una vez más, gracias por aceptar mi invitación, fue una muy linda cena y una compañía tan bella como agradable
- Que halago - le digo y pongo cara de tonta
A lo que el tipo se levanta, se limpia la boca con la servilleta por ultima vez y amaga que se va.
- Me gustaría invitarte el café, estoy en la suite presidencial, piso 47 - me dice
- Ay, gracias, le digo, es que...
- No hay problema, ya sabes donde encontrarme esta noche
Empieza a caminar hacia el ascensor y se va.
El hijo de puta me la había hecho re bien. Me quedé sola, en la mesa, lo que me resultó súper incómodo, así que me levanté y encaré a la salida. Tenía que decidir si subir o irme a mi cuarto. Al entrar al ascensor tenía que elegir entre el 4 o el 47, dudé unos instantes... 5 segundos después el letrero decía 5, 6, 7, 8 y luego de 10 segundos más se abrió la puerta del ascensor y golpié la puerta del cuarto de presidencial.
Me abrió Fausto, que ya tenía servidas dos copas de champagne, me dio una en la mano, pasó la suya de mano en mano y con la mano libre me rodeó la cintura y besó. Con su lengua, abrió paso en mi boca. Le devolví el beso, lo que significaba que, decididamente, esa noche ibamos a garchar.
Estaba un poco picada del champagne y caliente de todo el día, así que decidí entregarme. El me levantó la pollera y dejó mi tanga al aire, me dio vuelta y me hizo apoyar las manos en un escritorio, para agacharse por detrás mío y comerme la concha, se sentía rico. Yo empecé a tocarme las tetas. Se paró, me dió vuelta nuevamente y de frente a él, me sacó la blusa y me besó nuevamente. Le abrí la camisa y le empecé a tocar los abdominales, para luego desabrochar su cinturón. Para ese momento yo ya estaba sin blusa. Me desabrocha el corpiño. Yo ayudo dandole lugar para que me salgan los breteles por los brazos. Me quedo en tetas frente a él por tercera vez en el día. Estoy caliente. El también. Me tira en el sillón, me arquea la columna y me saca la tanga. Me mira la concha y le gusta lo que ve, me doy cuenta por su cara y porque me la mira un par de segundos. Se saca el pantalón y el boxer, tiene la pija grande, gorda, y todo depilado. Se la toco un poco. Esta caliente y late. Forro mediante, me clava. Y empieza a bombear. Hasta que acabamos juntos.
Nos quedamos quietos un rato en el sillón. Me ofrece si me quiero quedar un rato más. Pide más champagne y frutillas frescas. En la siguiente hora, me lo garché dos veces más.
Como a la medianoche lo saludo y me voy. Es hora de volver al cuarto, de agarrar el teléfono y saludar a la familia que está en Argentina, por Whatsapp, y de que me mi hermana me pregunte los mil y un detalles.
Esta vez les iba a contar de la vez que me fui, con una de mis hermanas, a Chile, por 3 noches, antes de Navidad. Un fin de semana largo en el que hacía muchísimo calor.
Fuimos a un hotel ubicado por Las Condes, muy lindo, con pileta y bastantes otras comodidades, tipo gimnasio, restaurante y no se cuantas cosas. Y claro, como pagábamos a medias, no era un gran problema el costo tan alto.
El sábado, luego de pasear un rato, decidí ir a la pileta, cerca de las 11.30 de la mañana. Y, como muchas otras mujeres hacen en Chile, decidí que me iba a sacar el corpiño de la malla para tomar sol. El punto es que soy un poco tímida, así que primero acomodé la reposera de espaldas a la pileta, para que nadie me viera... Me puse protector en el cuerpo, me senté, me quité el soutién y me encremé las lolas (para los que saben son 34C) y me recosté a tomar sol. Primero de espalda y luego de frente al sol.
Como a la hora decidí levantarme e irme a bañar, ya que habíamos quedado con mi hermana que iríamos a almorzar. Así que subí, me bañé, me alisté y bajé al lobby para encontrarme con ella.
Ya en la planta baja, me pasa por al lado un señor vestido de manera impecable. Pantalón de Gabardina clarito, camisa celeste, zapatos al tono, reloj brillante y un peinado y una barba super prolijos. Se me acerca y me dice, "te vi tomando sol, divina, nena". Y siguió caminando, sin darme tiempo a responder.
Ahí me dí cuenta que el vidrio hacia el cual yo había apuntado la reposera, ese espejado que está al borde de la pileta, es el ventanal de uno de los salones o restaurantes y que había estado prácticamente en bolas de frente a no se cuantas personas, por que este señor no iba sólo...
En pleno estado de shock apareció mi hermana, le conté lo que había pasado y me dice que no me preocupe, que no pasó nada y que en ese hotel todo el mundo creía que éramos divorciadas. Inclusive, que para ella el botones me había tirado onda...
Comimos, caminamos e hicimos algunas compras siempre fantaseando con la idea de ser dos divorciadas putonas. Básicamente nos cagamos de la risa, aunque en un momento me dí cuenta de que estaba un poco mojadita.
Llegamos al hotel, mientras esperábamos el ascensor, veo por el rabillo del ojo a este señor, sentado en una mesa al costado de la pileta. Igual de impecable que antes, pero ahora más con look "outdoor", tipo pileta.
Subimos con mi hermana a la habitación, me puse la malla, agarré un libro y bajé rajando al sector pileta, para esto ya serían como las 17.30hs. Al entrar, pasé por al lado del señor y dije, sin dirigirle la mirada, "buenas tardes". El asintió con la cabeza, sacando su sombrero Panamá y volviendoselo a colocar.
Elegí una reposera que estaba de frente al señor, me saqué el pareo y me le puse de espaldas, enseñando mi cola, super entangada. Me incliné hacia adelante y dejé la mochila en el piso. Tardé unos segundos hasta que saqué el protector y el libro. Luego me desaté el corpiño, me lo quité, y, todavía de espaldas, me recogí el pelo. Por fin, me senté en la reposera, con el respaldo como a 60 grados y me puse a leer.
Unos pocos minutos después, se me acerca el mozo con un mojit, me lo deja en mi mesa de costado y me dice que me lo invita el señor que estaba en frente mío. Lo miré fijo y como que brindé en el aire, para luego tomarme mi mojito, frio, con pajita.
Me hice la histérica unos minutos y en eso veo que el tipo se levanta y se va, sin seguirmela. No voy a mentir, me sentí una boluda... Lo tenía ahí y se me fue... No sabía que hacer para recuperar su atención y, mientras pensaba, viene el mozo a levantar el vaso, pasa un trapo por la mesa y deja un papel de block de hoja rayada, doblado por la mitad. Al abrirlo dice: "La espero 20.30hs en el Restaurante del Hotel para cenar. No me falle a esta invitación".
Me puse a googlear un poco y el restaurante es uno de los más famosos y exclusivos de Chile, muy caro y aparentemente muy rico. Ya eran como las 18.30 para esta altura, seguía haciendo calor, pero no había sol, así que me coloqué el pareo. Justo vino mi hermana y nos quedamos charlando un toque, le conté de la invitación y primero me miró con "cara de estas loca", pero después medio que no me quería boicotear y me dijo: "andá, de ultima comes y te vas", así como a las siete y media subí a la habitación a arreglarme.
Como estaba muy nerviosa, decidí hacerme un baño de inmersión. Tenía sales de baño, agua calentita y muuuuuucho tiempo. Así que me bañé con bastante espuma, me lavé el cuerpo, la cabeza y, de paso, me retoque un poco mi "peinadito"...
Salí de bañarme ya habiendo decidido lo que me iba a poner: tanga y corpiño negro, pollera color mostaza muy ceñida y bastante larga, con tajo, que me marcaba la costura de la tanga, blusa semi transparente negra, medio de tul. Zapatos altos, también negros. Estaba para matar!
Bien perfumada, hice tiempo todo lo posible, hasta que, aburrida y ansiosa, bajé al restaurante para darme cuenta que en realidad eran las 20.32. El tipo ya estaba ahí, se levanta, se acerca a la puerta y me dice:
- Fausto Galarza, mucho gusto
- Cecilia, el gusto es mío
Me acompaña a la mesa, caminando detrás de mío, corre la silla, espera que me siente y arrima mi silla a la mesa. Luego agarra la botella de champagne de la frappera y me sirve una copa mientras dice:
- A menos que prefieras otra cosa
- No gracias, champagne está bien
- Gracias por aceptar mi invitación - me dice ya sentado en su lugar
- No, gracias por invitarme - le dije sonriente
Empezamos a conversar y me contaba cosas como que viaja mucho, que ya terminó lo que vino a hacer y que se va mañana, que le gusta la buena comida, que todo bien regado, que tiene un hijo de 22 años y no se cuantas cosas. Pedimos una entrada y luego salmón del pacífico a la no se que. Todo riquísimo y yo que me tomé varias copas de champagne y algunos vasos agua. De postre, nos trajeron un plato con frutas que era delicioso.
La verdad la estaba pasando bien, y ya estaba lista para irme, cuando el mozo trae la cuenta para que el señor la firme, de lejos traté de ver el número, al que rápidamente convertí a sólares y me dio que la cena había costado cerca de 600 dólares. La propina, por otra parte, fue de unos 120 más.
No se si me dio culpa o que, y decidí no levantarme todavía, espere que se vaya el camarero y le pregunto:
- Y vos, siempre espías a las mujeres mientras toman sol?
- No se de que me hablas - me responde
Medio que me quedé sin palabras y mientras pienso que decirle, me dice:
- Fuiste vos la que se frotó el cuerpo casi desnuda al lado de mi ventana. Yo estaba cerrando un negocio inmobiliario muy importante y al levantar la vista, por el ventanal...
- Ay! Que verguenza - le interrumpí - había mucha gente?
- No, 5 o 6 personas, pero quedate tranquila que nadie se quejó
Y explotamos en una carcajada.
- Una vez más, gracias por aceptar mi invitación, fue una muy linda cena y una compañía tan bella como agradable
- Que halago - le digo y pongo cara de tonta
A lo que el tipo se levanta, se limpia la boca con la servilleta por ultima vez y amaga que se va.
- Me gustaría invitarte el café, estoy en la suite presidencial, piso 47 - me dice
- Ay, gracias, le digo, es que...
- No hay problema, ya sabes donde encontrarme esta noche
Empieza a caminar hacia el ascensor y se va.
El hijo de puta me la había hecho re bien. Me quedé sola, en la mesa, lo que me resultó súper incómodo, así que me levanté y encaré a la salida. Tenía que decidir si subir o irme a mi cuarto. Al entrar al ascensor tenía que elegir entre el 4 o el 47, dudé unos instantes... 5 segundos después el letrero decía 5, 6, 7, 8 y luego de 10 segundos más se abrió la puerta del ascensor y golpié la puerta del cuarto de presidencial.
Me abrió Fausto, que ya tenía servidas dos copas de champagne, me dio una en la mano, pasó la suya de mano en mano y con la mano libre me rodeó la cintura y besó. Con su lengua, abrió paso en mi boca. Le devolví el beso, lo que significaba que, decididamente, esa noche ibamos a garchar.
Estaba un poco picada del champagne y caliente de todo el día, así que decidí entregarme. El me levantó la pollera y dejó mi tanga al aire, me dio vuelta y me hizo apoyar las manos en un escritorio, para agacharse por detrás mío y comerme la concha, se sentía rico. Yo empecé a tocarme las tetas. Se paró, me dió vuelta nuevamente y de frente a él, me sacó la blusa y me besó nuevamente. Le abrí la camisa y le empecé a tocar los abdominales, para luego desabrochar su cinturón. Para ese momento yo ya estaba sin blusa. Me desabrocha el corpiño. Yo ayudo dandole lugar para que me salgan los breteles por los brazos. Me quedo en tetas frente a él por tercera vez en el día. Estoy caliente. El también. Me tira en el sillón, me arquea la columna y me saca la tanga. Me mira la concha y le gusta lo que ve, me doy cuenta por su cara y porque me la mira un par de segundos. Se saca el pantalón y el boxer, tiene la pija grande, gorda, y todo depilado. Se la toco un poco. Esta caliente y late. Forro mediante, me clava. Y empieza a bombear. Hasta que acabamos juntos.
Nos quedamos quietos un rato en el sillón. Me ofrece si me quiero quedar un rato más. Pide más champagne y frutillas frescas. En la siguiente hora, me lo garché dos veces más.
Como a la medianoche lo saludo y me voy. Es hora de volver al cuarto, de agarrar el teléfono y saludar a la familia que está en Argentina, por Whatsapp, y de que me mi hermana me pregunte los mil y un detalles.
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