Por si no se enteraron los moderadores de Poringa! borraron mi post anterior donde contaba cómo se dio esta aventura con mi media hermana porque decían que tenía a menores involucrados, bueno está bien. Pero como tengo unas ganas enormes de contar esto voy a omitir esa parte y continuar con lo que sucedió después, tiempo después.
Para ponernos en contexto comento brevemente cómo es esto. Soy de provincia de Buenos Aires y Sabrina es mi media hermana por parte de madre, nos llevamos año y medio entre los dos, yo soy el mayor. Ella desde que nació tiene problemas de salud y como parte de un tratamiento que tenía que hacerse consistía en tomar pastillas anticonceptivas, por una cuestión de crecimiento y no sé qué más y por eso siempre estaba subiendo y bajando de peso, no exajeradamente pero se le notaban los cambios. Hablando de este tema sucedió eso que sucedió.
Bien, después de“eso” no pasó nada porque Sabrina se volvió a enfermar y anduvimos con ella varios meses de clínicas en clínicas, internaciones, un bajón. Terminó ese año y yo quería venir a estudiar a Córdoba pero en casa no había guita para mantenerme a mí ya que se había gastado bastante en Sabrina y sus estudios, remedios e internaciones pero mi viejo (padrastro) me ofreció un laburo en una farmacia de un conocido donde podía ganar algo de plata y ahorrar, me propuso que laburara, juntara plata y que al año siguiente me fuera a estudiar donde quisiera y que incluso él me iba a ayudar económicamente pero con la condición que ese año me quedara no solo a laburar sino que a ayudar en casa, prevención por si sucedía algo del tipo “por favor ayudános con tu hermana”. Está bien, me quedo.
Por supuesto yo con 18 años y teniendo un año sabático de estudios estaba lo más bien, encima trabajando y ganando mi propia guita. Con mucho esfuerzo guardaba la mitad y con el resto hacía lo que quería: pilcha, salidas, cosas para mí.
En mi casa todo volvió a la normalidad incluso con Sabri salvo que nunca hablamos del tema. Pasó ese año y yo quedé tan entusiasmado con el laburo, ganaba bien y tanto con mis compañeros como con el jefe había muy buena onda, me aumentaron el sueldo y le pedí a mis viejos laburar medio año más, a regañadientes aceptaron.
Al mismo tiempo yo seguía con mucha intriga, algo rondaba mi cabeza, no sabía qué hacer hasta que un día como si nada me dice ella para mirar una peli como en los viejos tiempos, yo no me hice muchas ilusiones y tampoco sabía qué quería pero estaba bueno volver a tener esa confianza que teníamos antes, desde muy chicos.
Miramos la peli, hablamos un toque y después ella se fue a buscar el colchón para ponerlo al lado de mi cama para dormir. Era algo. A la mañana siguiente mi vieja abre la puerta para despertarnos y cuando la ve a Sabri durmiendo ahí nos dice: “No están grandes ustedes para seguir durmiendo juntos”. Sí tenía razón, Sabri hacía poco cumplió 18. Ah, por cierto, Sabrina terminó la secundaria y ni idea tenía de lo que quería estudiar, se la pasaba en casa al pedo sin hacer nada salvo para ir al gimnasio, aunque a veces mi vieja la hacía hacer cosas de la casa pero después nada. Pero bueno es la nena de la casa, la consentida. ¿Novio o algún chongo por ahí? Siempre había alguno dando vueltas pero ninguno oficial, Sabri hacía lo que se le antojaba y se le notaba que con los chicos también lo hacía.
Acá hago un alto y recordando que en el post anterior (eliminado) me pedían fotos, bueno, me juego la cabeza y les muestro algunas, obviamente que le tapé los ojos y lo que hiciera falta para no delatarla, espero sepan entender.
Bien, acá una con 18 años recién cumplidos:
Acá en el boliche:
Ésta me la mandó cuando me vine a Córdoba, sí está usando chaqueta que yo ocupaba para laburar en la farmacia:
Acá tenía varios meses de ir al gym:
Esta es en las fiestas en la casa de nuestra abuela en Mar del Plata:
Y esta última es la pieza que compartimos en la casa de la nona, sí la saqué sin que ella se diera cuenta. Habíamos hecho un rico mañanero y después se levantó a mirar su celular, justo después de la foto se da vuelta y me muestra como le salía la leche de la concha con la tanga puesta. Una guacha con todas las letras:
Yo siempre me imaginaba si se iba a dar otra vez, si sería como aquella primera vez, también trataba de convencerme que eso había quedado atrás ya que ante todo somos hermanos. en fin, mil cosas dando vueltas en mi cabeza.
Cuando Sabrina se volvió a quedar en mi pieza a dormir fue en febrero, casi finales de mes, siempre la misma rutina: mirábamos algo, hablábamos un toque y a dormir, no siempre se quedaba pero cuando lo hacía se quedaba en su colchón sobre el piso.
La excusa era que el aire en su pieza no andaba bien y es cierto, mis viejos son colgados para esas cosas pero empezó a llegar el otoño y ahí el frío era cuestión para que ella siguiera viniendo a mi piezay se quedará a dormir.
Lo recuerdo bien, mediados de marzo, hacía un poco de frío y después de mirar algo en mi compu ella se acomodó en mi cama, se dio media vuelta y se durmió o eso pensé. Yo me quedé mirando el techo con el corazón latiendo a mil deseando que pasara algo y cuando decido darme vuelta a espaldas a ella siento como su mano me busca para que me acomode con ella en posición cucharita. No les voy a mentir, en ese momento la pija se me puso durísima. Me acomodé y muy suave me apoyé sobre ella, quería que me sintiera, Sabri movió sus caderas y así estuvimos unos buenos minutos hasta que siento que ella se baja la parte de debajo del piyama entonces yo hago lo mismo y ese contacto con su piel me dejó loco, no me importaba nada. Cada vez se me aceleraba más el corazón y creo que di unas bocanadas de aire un poco fuertes porque en un momento me dice: “Calmate. Tranquilo.” Solo moví mi cabeza para asentir e hice todo lo que pude para calmarme. Despacio, o lo más que pude, empecé a acercar mi pija a su concha,con la punta la acariciaba, cuando sentí que estaba bien húmeda empecé a entrar. ¡Que rica sensación, la puta madre! Sinceramente no me importó nada, para empezar daba por hecho que seguía tomando las pastillas así que yo iba a acabarle bien adentro y deseaba con todas las fuerzas que se quedase ahí conmigo.
Cuando entré sentí y escuché como ella largaba un gemido silencioso y como apretaba la almohada. Con mis manos agarré sus nalgas, las acaricié mucho y trataba de sujetarlas tanto como podía. No habré aguantado ni 10 minutos hasta que acabé todo lo que tenía guardado para ella durante dos años. Sí tuve algunas salidas y cosas con otras chicas pero me quedó algo con Sabrina que no lo podía olvidar.
Quedamos inmóviles por unos minutos, yo todavía bien adentro de ella y lo volvimos a hacer, esta vez un poco más fuerte y duró un poco más de tiempo, ella se tocaba y no sé si acabó también pero yo lo hice y lo disfruté mucho. Cuando terminamos ella se subió el piyama y yo hice lo mismo, esta vez ella se quedó a dormir, no se fue. Hablo por mí cuando les digo que dormí como nunca lo había hecho antes.
A la mañana siguiente, domingo, mi vieja golpea la puerta de mi pieza para que nos levantemos a almorzar. ¡Nos dormimos toda la mañana! Y para completar vino nuestra abuela, paterna, desde Mar del Plata. Almorzamos, todo normal. Después de un buen rato de sobremesa Sabri me busca con la mirada y me hace señas indicando mi pieza, se levanta y se va, espero unos segundos y me voy yo también.
Entro y la veo a ella que se me acerca y me dice: “Otra vez, dale. No digas nada.” Se va hacia mi cama, se baja la calza que tenía puesta y se pone de cuatro… ¡Por Dios, qué imagen esa! No sé cuánto tarde pero lo que sí recuerdo es meter mi pija dentro de ella, aferrarme bien a sus caderas y moverme como loco, solo escuchaba como sonaban sus nalgas contra mí. No me quedaba nada de leche pero acabé y seguí mientras ella tapaba su boca con la almohada o con las sábanas, al mismo tiempo se escuchaba las risas y carcajadas en la sala.
No acabé una segunda vez pero cogimos hasta el cansancio. Cuando me salí Sabri se acomodó y me hizo esa seña con los dedos pulgar e índice juntos pasando por la boca diciendo que no dijera nada. Me sonrió y se fue. Yo me tiré y me dormí una siesta hasta las 6 de la tarde, creo, que fue la hora donde la abuela nos llamó para despedirse.
Se imaginarán como estaba yo con todo eso: caliente y contrariado (un poco).
Yo seguía laburando y Sabrina en la suya, algunos fines de semana ella se iba a bailar y casi siempre terminaba durmiendo en mi pieza. Yo sentía por el olor que venía media tomada aparte que ni bien entraba así como estaba vestida se dormía y al otro día se levantaba y mi vieja la cagaba a pedos por no cambiarse y esas cosas. Una vez vino de bailar no sé a qué hora y me despierta acariciándome la pija, ni bien me doy cuenta me baja el bóxer que tenía puesto y se sube arriba mío, todo en plena oscuridad, la hija de puta me cabalgó como loca hasta que acabó y yo también, entonces se salió, se acomodó a mi lado y se durmió. Yo re despierto y caliente.
Con el invierno instalado ella se quedaba a dormir conmigo casi todas las noches que yo recuerde, la rutina era casi siempre la misma, de cucharita y a oscuras. Salvo esa vez que vino la abuela lo hicimos con ella de cuatro, digamos que no había ganas de vernos las caras pero sí de hacerlo.
Cuando estaba en sus días, en su período, no se aparecía por mi pieza, digamos que me di cuenta un poco tarde pero me di cuenta al fin. Obviamente para mí esos días eran días de juntar leche y a veces no aguantaba y me echaba una paja. Y justamente estando ella en esos días, un sábado por la tarde, yo estaba tirado en mi cama mirando un recital del Cuarteto de Nos y ella entra con esa sonrisa de guacha que tiene, cierra la puerta y me hace la seña de silencio y se manda hacia mi pija, obviamente re dormida la tenía. Me baja el pantalón y el bóxer y me la empieza a chupar, se me paró al toque. Si les digo que me la chupó de manera increíble me quedo corto. Cuando no aguanté más le acabé en la boca sin contenerme mientras ella solo cerraba los ojos y seguía chupando, sentí que se la tragó toda sin problemas, me mira, me hace ojitos, se levanta y se va, cuando sale a la altura de la puerta de mi pieza se lanza un eructo de fuerte que mi vieja le pega un grito: ¡Sabrina, asquerosa! Y ella le responde con una carcajada. Mientras tanto yo terminando de disfrutar ese pete que no me lo esperaba.
Así estuvimos todo elaño. Ya no había excusas como mirar algo para que ella se quedara a dormir conmigo, la mayoría de las veces medio tarde por la noche entraba, se acomodaba y me buscaba y a oscuras lo hacíamos en posición cucharita, una vez la quise ponerde cuatro pero no se dejó, lo hacíamos como ella quería, yo no protestaba mucho aparte tampoco me iba a poner exigente, ¿no?
Los fines de semana era distinto ya que durante la semana yo trabajaba, me levantaba temprano y no me podía quedar a seguir durmiendo, ella sí. Pero los viernes y sábados era diferente. No importaba si ella o yo salíamos, cuando volvíamos lo hacíamos, esperábamos al otro. Lo hacíamos una vez, otra vez y nos dormíamos y a la mañana otra vez. El famoso mañanero era de lo mejor porque cuando nos despertábamos por lo general estábamos desnudos de la cintura para abajo y cuando nos movíamos salía un olor a leche, a concha y a pija muy fuerte. Claro, yo la llenaba de leche y ella tampoco se iba a al baño a limpiarse, casi siempre se quedaba ahí y se dormía conmigo. Ese olor que los dos lo sentíamos creo que nos calentaba más.
Toda esta situación yo lo disfrutaba mucho y creo que ella también.
No podía pedir más y se estaba terminando mi segundo año sabático de estudios pero laburando y con toda esta historia con Sabri. En noviembre empecé a preparar mi viaje a Córdoba, sabía que este momento iba a llegar y lo fui aceptando forzosamente.
Llegó diciembre y con él las fiestas y nuestros viejos no tuvieron mejor idea de ir a pasar navidad y año nuevo en la casa de mi abuela. Algo bueno tenía que salir de eso, me dije.
Fuimos los cuatro hasta mardel y ahí nos esperaba la abuela. Yo no podía estar más que feliz cuando nos organizábamos al enterarme que con Sabri teníamos que compartir la pieza porque la otra que era un poco más grande la iban a ocupar nuestros primos, dos bobos insoportables unos años más grandes que nosotros pero muy idiotas, no nos llevábamos muy bien.
Esa noche por supuesto garchamos pero en cucharita, igual lo hicimos más fuerte ya que las piezas de mis viejos y abuela estaban un poco más lejos. La casa de la abuela es grande.
La Nochebuena la pasamos muy bien con la familia, después de las doce fuimos a una fiesta cerca de donde estábamos. Con Sabri lo único que hicimos fue tomar y tomar. Cuando volvimos estábamos muy borrachos y no hicimos nada, ni lo intentamos. Cuando me desperté al otro día estaba solo y con una resaca tremenda. Me levanto y cuando llego al quincho de la nona estaban todos disfrutando del día y de la pileta. Sabri estaba en la pileta y cuando me ve levanta la mano saludándome muy contenta. Almorzamos en la mesa larga y curiosamente Sabrina se sentó frente mío, hasta ahí todo normal hasta que después del almuerzo y mientras hacíamos sobremesa veo como, casi en cámara lenta, Sabri se levanta y la muy guacha que estaba en bikini me deja ver su entrepierna mojada por el agua de la pileta resaltando el tajo de su concha con esa parte inferior color negro. De alguna manera como aquella vez, me hace señas con la mirada como invitándome a la pieza. Me hice el boludo y esperé un rato que me pareció eterno.
Cuando llegué a la pieza la encontré buscando ropa en su valija. No dudé, me acerqué y la agarré de atrás esta vez nada de cucharita. Lo primero que hice fue abrazarla de atrás, apoyarla y acariciarla, mandé mano por su concha y culo con muchas ganas. Quería tocarla, quería sentirla.
Ella solo gemía y suspiraba en silencio tratando de no hacer mucho ruido. La llevé hasta la cama y la puse en cuatro, metí mi pija en su concha y empecé lento y pausado tratando de disfrutar cada segundo de ese hermoso cuerpo. Como no nos podía escuchar nadie fui subiendo la intensidad hasta hacerlo fuerte e intenso con ese ruido característico donde chocan las nalgas de ella con la cintura de uno. Esta vez acabé pero no me detuve, seguí bombeando, tenía muchísimas ganas y calentura, sentía como ella se tocaba para acabar también, lo hizo porque tembló toda. Cuando acabé por segunda vez saqué mi pija y se la llevé a su boca, no me importaba nada. Ella con mucho gusto me la empezó a chupar mientras yo me tumbaba en la cama.
Cuando terminamos Sabri se fue a darse una ducha, yo me quedé tirado en la cama y cuando volvió la tiré en la cama y la acomodé para hacer un 69, hacía mucho tiempo tenía ganas de hacerlo con ella arriba y yo abajo. Riquísimo.
Fueron días muy placenteros para los dos, eso sí, sin decir palabras y muy poco contacto visual, como que de alguna manera no nos queríamos ver cuando cogíamos.
En año nuevo la cosa fue similar solo que a la fiesta que fuimos yo no tomé tanto pero Sabri sí, la tuve que traer a rastras y cuando estábamos en la pieza ella que tenía un vestido ajustado se lo sube, se saca la tanga a tirones, se pone de cuatro en la cama y me dice: “¿Me das un poquito de lechita en mi conchita?” Para cuando terminó de decir eso yo ya estaba desnudo y con la pija dura. No sé si por momentos Sabri se durmió pero me la cogí bien despacio, disfrutándola hasta el máximo. Una vez que acabé la acomodé, le quité los zapatos y la dejé dormir. Yo dormí lo que pude pero me había quedado con ganas. No sé cuánto tiempo pasó pero empecé a acariciarla y ella seguía dormida, me acomodé en la pose que más conocíamos, sí en cucharita, levanté un poco su pierna derecha y empecé a acariciarle la concha con la cabeza de mi pija, húmeda a más no poder estaba, entré sin problema y con mucho placer, ella se acomodó a la almohada y yo empecé a moverme, cuando acabé ella largó un gemido y yo bombeé un poco más.
Cuando nos despertamos el calor hacía lo suyo y ese olor a leche, concha y pija se sentía bastante, ella se da vuelta y me despierta diciéndome: “Estabas con ganas, eh?¿Te queda algo todavía?” y me da la espalda como esperando a que yo volviera a entrar, lo hice pero esta vez acabé en seco disfrutándolo mucho obviamente.
Cuando volvimos a casa yo tenía esperándome mi viaje a Córdoba, en dos días preparé mis cosas y me vine para esta hermosa provincia. Sabrina muy al tanto de esto ni se apareció por mi pieza, no tuvimos garche de despedida pero cuando me despidió en la terminal me abrazó muy fuerte y entre lágrimas nos dijimos que nos queríamos mucho y que nos íbamos a extrañar.
Entre los dos nunca hablamos de esto, pasaron dos años de esto y yo no me lo voy a olvidar nunca.Por suerte acá a los meses conocí a una cordobesa y va todo de maravillas. Sabrina por su parte conoció a un tipo 10 años mayor que ella que tiene una cadena de restaurantes por Mendoza y San Juan, y lo más lindo de todo voy a ser tío ya que hace poco nos dijo que estaba de cuatro meses de embarazo. Mis viejos y yo (aliviado) re contentos.
Y bueno gente hasta acá lo que quería compartir con ustedes, espero sus opiniones, comentarios, consejos, etc. La verdad esto es liberador para mí ya que nunca se lo conté a nadie y me tenía un poco comiéndome la cabeza. Espero les haya gustado y les agradezco mucho que se tomen el tiempo de leer mi historia.
Para ponernos en contexto comento brevemente cómo es esto. Soy de provincia de Buenos Aires y Sabrina es mi media hermana por parte de madre, nos llevamos año y medio entre los dos, yo soy el mayor. Ella desde que nació tiene problemas de salud y como parte de un tratamiento que tenía que hacerse consistía en tomar pastillas anticonceptivas, por una cuestión de crecimiento y no sé qué más y por eso siempre estaba subiendo y bajando de peso, no exajeradamente pero se le notaban los cambios. Hablando de este tema sucedió eso que sucedió.
Bien, después de“eso” no pasó nada porque Sabrina se volvió a enfermar y anduvimos con ella varios meses de clínicas en clínicas, internaciones, un bajón. Terminó ese año y yo quería venir a estudiar a Córdoba pero en casa no había guita para mantenerme a mí ya que se había gastado bastante en Sabrina y sus estudios, remedios e internaciones pero mi viejo (padrastro) me ofreció un laburo en una farmacia de un conocido donde podía ganar algo de plata y ahorrar, me propuso que laburara, juntara plata y que al año siguiente me fuera a estudiar donde quisiera y que incluso él me iba a ayudar económicamente pero con la condición que ese año me quedara no solo a laburar sino que a ayudar en casa, prevención por si sucedía algo del tipo “por favor ayudános con tu hermana”. Está bien, me quedo.
Por supuesto yo con 18 años y teniendo un año sabático de estudios estaba lo más bien, encima trabajando y ganando mi propia guita. Con mucho esfuerzo guardaba la mitad y con el resto hacía lo que quería: pilcha, salidas, cosas para mí.
En mi casa todo volvió a la normalidad incluso con Sabri salvo que nunca hablamos del tema. Pasó ese año y yo quedé tan entusiasmado con el laburo, ganaba bien y tanto con mis compañeros como con el jefe había muy buena onda, me aumentaron el sueldo y le pedí a mis viejos laburar medio año más, a regañadientes aceptaron.
Al mismo tiempo yo seguía con mucha intriga, algo rondaba mi cabeza, no sabía qué hacer hasta que un día como si nada me dice ella para mirar una peli como en los viejos tiempos, yo no me hice muchas ilusiones y tampoco sabía qué quería pero estaba bueno volver a tener esa confianza que teníamos antes, desde muy chicos.
Miramos la peli, hablamos un toque y después ella se fue a buscar el colchón para ponerlo al lado de mi cama para dormir. Era algo. A la mañana siguiente mi vieja abre la puerta para despertarnos y cuando la ve a Sabri durmiendo ahí nos dice: “No están grandes ustedes para seguir durmiendo juntos”. Sí tenía razón, Sabri hacía poco cumplió 18. Ah, por cierto, Sabrina terminó la secundaria y ni idea tenía de lo que quería estudiar, se la pasaba en casa al pedo sin hacer nada salvo para ir al gimnasio, aunque a veces mi vieja la hacía hacer cosas de la casa pero después nada. Pero bueno es la nena de la casa, la consentida. ¿Novio o algún chongo por ahí? Siempre había alguno dando vueltas pero ninguno oficial, Sabri hacía lo que se le antojaba y se le notaba que con los chicos también lo hacía.
Acá hago un alto y recordando que en el post anterior (eliminado) me pedían fotos, bueno, me juego la cabeza y les muestro algunas, obviamente que le tapé los ojos y lo que hiciera falta para no delatarla, espero sepan entender.
Bien, acá una con 18 años recién cumplidos:
Acá en el boliche:
Ésta me la mandó cuando me vine a Córdoba, sí está usando chaqueta que yo ocupaba para laburar en la farmacia:
Acá tenía varios meses de ir al gym:
Esta es en las fiestas en la casa de nuestra abuela en Mar del Plata:
Y esta última es la pieza que compartimos en la casa de la nona, sí la saqué sin que ella se diera cuenta. Habíamos hecho un rico mañanero y después se levantó a mirar su celular, justo después de la foto se da vuelta y me muestra como le salía la leche de la concha con la tanga puesta. Una guacha con todas las letras:
Yo siempre me imaginaba si se iba a dar otra vez, si sería como aquella primera vez, también trataba de convencerme que eso había quedado atrás ya que ante todo somos hermanos. en fin, mil cosas dando vueltas en mi cabeza.
Cuando Sabrina se volvió a quedar en mi pieza a dormir fue en febrero, casi finales de mes, siempre la misma rutina: mirábamos algo, hablábamos un toque y a dormir, no siempre se quedaba pero cuando lo hacía se quedaba en su colchón sobre el piso.
La excusa era que el aire en su pieza no andaba bien y es cierto, mis viejos son colgados para esas cosas pero empezó a llegar el otoño y ahí el frío era cuestión para que ella siguiera viniendo a mi piezay se quedará a dormir.
Lo recuerdo bien, mediados de marzo, hacía un poco de frío y después de mirar algo en mi compu ella se acomodó en mi cama, se dio media vuelta y se durmió o eso pensé. Yo me quedé mirando el techo con el corazón latiendo a mil deseando que pasara algo y cuando decido darme vuelta a espaldas a ella siento como su mano me busca para que me acomode con ella en posición cucharita. No les voy a mentir, en ese momento la pija se me puso durísima. Me acomodé y muy suave me apoyé sobre ella, quería que me sintiera, Sabri movió sus caderas y así estuvimos unos buenos minutos hasta que siento que ella se baja la parte de debajo del piyama entonces yo hago lo mismo y ese contacto con su piel me dejó loco, no me importaba nada. Cada vez se me aceleraba más el corazón y creo que di unas bocanadas de aire un poco fuertes porque en un momento me dice: “Calmate. Tranquilo.” Solo moví mi cabeza para asentir e hice todo lo que pude para calmarme. Despacio, o lo más que pude, empecé a acercar mi pija a su concha,con la punta la acariciaba, cuando sentí que estaba bien húmeda empecé a entrar. ¡Que rica sensación, la puta madre! Sinceramente no me importó nada, para empezar daba por hecho que seguía tomando las pastillas así que yo iba a acabarle bien adentro y deseaba con todas las fuerzas que se quedase ahí conmigo.
Cuando entré sentí y escuché como ella largaba un gemido silencioso y como apretaba la almohada. Con mis manos agarré sus nalgas, las acaricié mucho y trataba de sujetarlas tanto como podía. No habré aguantado ni 10 minutos hasta que acabé todo lo que tenía guardado para ella durante dos años. Sí tuve algunas salidas y cosas con otras chicas pero me quedó algo con Sabrina que no lo podía olvidar.
Quedamos inmóviles por unos minutos, yo todavía bien adentro de ella y lo volvimos a hacer, esta vez un poco más fuerte y duró un poco más de tiempo, ella se tocaba y no sé si acabó también pero yo lo hice y lo disfruté mucho. Cuando terminamos ella se subió el piyama y yo hice lo mismo, esta vez ella se quedó a dormir, no se fue. Hablo por mí cuando les digo que dormí como nunca lo había hecho antes.
A la mañana siguiente, domingo, mi vieja golpea la puerta de mi pieza para que nos levantemos a almorzar. ¡Nos dormimos toda la mañana! Y para completar vino nuestra abuela, paterna, desde Mar del Plata. Almorzamos, todo normal. Después de un buen rato de sobremesa Sabri me busca con la mirada y me hace señas indicando mi pieza, se levanta y se va, espero unos segundos y me voy yo también.
Entro y la veo a ella que se me acerca y me dice: “Otra vez, dale. No digas nada.” Se va hacia mi cama, se baja la calza que tenía puesta y se pone de cuatro… ¡Por Dios, qué imagen esa! No sé cuánto tarde pero lo que sí recuerdo es meter mi pija dentro de ella, aferrarme bien a sus caderas y moverme como loco, solo escuchaba como sonaban sus nalgas contra mí. No me quedaba nada de leche pero acabé y seguí mientras ella tapaba su boca con la almohada o con las sábanas, al mismo tiempo se escuchaba las risas y carcajadas en la sala.
No acabé una segunda vez pero cogimos hasta el cansancio. Cuando me salí Sabri se acomodó y me hizo esa seña con los dedos pulgar e índice juntos pasando por la boca diciendo que no dijera nada. Me sonrió y se fue. Yo me tiré y me dormí una siesta hasta las 6 de la tarde, creo, que fue la hora donde la abuela nos llamó para despedirse.
Se imaginarán como estaba yo con todo eso: caliente y contrariado (un poco).
Yo seguía laburando y Sabrina en la suya, algunos fines de semana ella se iba a bailar y casi siempre terminaba durmiendo en mi pieza. Yo sentía por el olor que venía media tomada aparte que ni bien entraba así como estaba vestida se dormía y al otro día se levantaba y mi vieja la cagaba a pedos por no cambiarse y esas cosas. Una vez vino de bailar no sé a qué hora y me despierta acariciándome la pija, ni bien me doy cuenta me baja el bóxer que tenía puesto y se sube arriba mío, todo en plena oscuridad, la hija de puta me cabalgó como loca hasta que acabó y yo también, entonces se salió, se acomodó a mi lado y se durmió. Yo re despierto y caliente.
Con el invierno instalado ella se quedaba a dormir conmigo casi todas las noches que yo recuerde, la rutina era casi siempre la misma, de cucharita y a oscuras. Salvo esa vez que vino la abuela lo hicimos con ella de cuatro, digamos que no había ganas de vernos las caras pero sí de hacerlo.
Cuando estaba en sus días, en su período, no se aparecía por mi pieza, digamos que me di cuenta un poco tarde pero me di cuenta al fin. Obviamente para mí esos días eran días de juntar leche y a veces no aguantaba y me echaba una paja. Y justamente estando ella en esos días, un sábado por la tarde, yo estaba tirado en mi cama mirando un recital del Cuarteto de Nos y ella entra con esa sonrisa de guacha que tiene, cierra la puerta y me hace la seña de silencio y se manda hacia mi pija, obviamente re dormida la tenía. Me baja el pantalón y el bóxer y me la empieza a chupar, se me paró al toque. Si les digo que me la chupó de manera increíble me quedo corto. Cuando no aguanté más le acabé en la boca sin contenerme mientras ella solo cerraba los ojos y seguía chupando, sentí que se la tragó toda sin problemas, me mira, me hace ojitos, se levanta y se va, cuando sale a la altura de la puerta de mi pieza se lanza un eructo de fuerte que mi vieja le pega un grito: ¡Sabrina, asquerosa! Y ella le responde con una carcajada. Mientras tanto yo terminando de disfrutar ese pete que no me lo esperaba.
Así estuvimos todo elaño. Ya no había excusas como mirar algo para que ella se quedara a dormir conmigo, la mayoría de las veces medio tarde por la noche entraba, se acomodaba y me buscaba y a oscuras lo hacíamos en posición cucharita, una vez la quise ponerde cuatro pero no se dejó, lo hacíamos como ella quería, yo no protestaba mucho aparte tampoco me iba a poner exigente, ¿no?
Los fines de semana era distinto ya que durante la semana yo trabajaba, me levantaba temprano y no me podía quedar a seguir durmiendo, ella sí. Pero los viernes y sábados era diferente. No importaba si ella o yo salíamos, cuando volvíamos lo hacíamos, esperábamos al otro. Lo hacíamos una vez, otra vez y nos dormíamos y a la mañana otra vez. El famoso mañanero era de lo mejor porque cuando nos despertábamos por lo general estábamos desnudos de la cintura para abajo y cuando nos movíamos salía un olor a leche, a concha y a pija muy fuerte. Claro, yo la llenaba de leche y ella tampoco se iba a al baño a limpiarse, casi siempre se quedaba ahí y se dormía conmigo. Ese olor que los dos lo sentíamos creo que nos calentaba más.
Toda esta situación yo lo disfrutaba mucho y creo que ella también.
No podía pedir más y se estaba terminando mi segundo año sabático de estudios pero laburando y con toda esta historia con Sabri. En noviembre empecé a preparar mi viaje a Córdoba, sabía que este momento iba a llegar y lo fui aceptando forzosamente.
Llegó diciembre y con él las fiestas y nuestros viejos no tuvieron mejor idea de ir a pasar navidad y año nuevo en la casa de mi abuela. Algo bueno tenía que salir de eso, me dije.
Fuimos los cuatro hasta mardel y ahí nos esperaba la abuela. Yo no podía estar más que feliz cuando nos organizábamos al enterarme que con Sabri teníamos que compartir la pieza porque la otra que era un poco más grande la iban a ocupar nuestros primos, dos bobos insoportables unos años más grandes que nosotros pero muy idiotas, no nos llevábamos muy bien.
Esa noche por supuesto garchamos pero en cucharita, igual lo hicimos más fuerte ya que las piezas de mis viejos y abuela estaban un poco más lejos. La casa de la abuela es grande.
La Nochebuena la pasamos muy bien con la familia, después de las doce fuimos a una fiesta cerca de donde estábamos. Con Sabri lo único que hicimos fue tomar y tomar. Cuando volvimos estábamos muy borrachos y no hicimos nada, ni lo intentamos. Cuando me desperté al otro día estaba solo y con una resaca tremenda. Me levanto y cuando llego al quincho de la nona estaban todos disfrutando del día y de la pileta. Sabri estaba en la pileta y cuando me ve levanta la mano saludándome muy contenta. Almorzamos en la mesa larga y curiosamente Sabrina se sentó frente mío, hasta ahí todo normal hasta que después del almuerzo y mientras hacíamos sobremesa veo como, casi en cámara lenta, Sabri se levanta y la muy guacha que estaba en bikini me deja ver su entrepierna mojada por el agua de la pileta resaltando el tajo de su concha con esa parte inferior color negro. De alguna manera como aquella vez, me hace señas con la mirada como invitándome a la pieza. Me hice el boludo y esperé un rato que me pareció eterno.
Cuando llegué a la pieza la encontré buscando ropa en su valija. No dudé, me acerqué y la agarré de atrás esta vez nada de cucharita. Lo primero que hice fue abrazarla de atrás, apoyarla y acariciarla, mandé mano por su concha y culo con muchas ganas. Quería tocarla, quería sentirla.
Ella solo gemía y suspiraba en silencio tratando de no hacer mucho ruido. La llevé hasta la cama y la puse en cuatro, metí mi pija en su concha y empecé lento y pausado tratando de disfrutar cada segundo de ese hermoso cuerpo. Como no nos podía escuchar nadie fui subiendo la intensidad hasta hacerlo fuerte e intenso con ese ruido característico donde chocan las nalgas de ella con la cintura de uno. Esta vez acabé pero no me detuve, seguí bombeando, tenía muchísimas ganas y calentura, sentía como ella se tocaba para acabar también, lo hizo porque tembló toda. Cuando acabé por segunda vez saqué mi pija y se la llevé a su boca, no me importaba nada. Ella con mucho gusto me la empezó a chupar mientras yo me tumbaba en la cama.
Cuando terminamos Sabri se fue a darse una ducha, yo me quedé tirado en la cama y cuando volvió la tiré en la cama y la acomodé para hacer un 69, hacía mucho tiempo tenía ganas de hacerlo con ella arriba y yo abajo. Riquísimo.
Fueron días muy placenteros para los dos, eso sí, sin decir palabras y muy poco contacto visual, como que de alguna manera no nos queríamos ver cuando cogíamos.
En año nuevo la cosa fue similar solo que a la fiesta que fuimos yo no tomé tanto pero Sabri sí, la tuve que traer a rastras y cuando estábamos en la pieza ella que tenía un vestido ajustado se lo sube, se saca la tanga a tirones, se pone de cuatro en la cama y me dice: “¿Me das un poquito de lechita en mi conchita?” Para cuando terminó de decir eso yo ya estaba desnudo y con la pija dura. No sé si por momentos Sabri se durmió pero me la cogí bien despacio, disfrutándola hasta el máximo. Una vez que acabé la acomodé, le quité los zapatos y la dejé dormir. Yo dormí lo que pude pero me había quedado con ganas. No sé cuánto tiempo pasó pero empecé a acariciarla y ella seguía dormida, me acomodé en la pose que más conocíamos, sí en cucharita, levanté un poco su pierna derecha y empecé a acariciarle la concha con la cabeza de mi pija, húmeda a más no poder estaba, entré sin problema y con mucho placer, ella se acomodó a la almohada y yo empecé a moverme, cuando acabé ella largó un gemido y yo bombeé un poco más.
Cuando nos despertamos el calor hacía lo suyo y ese olor a leche, concha y pija se sentía bastante, ella se da vuelta y me despierta diciéndome: “Estabas con ganas, eh?¿Te queda algo todavía?” y me da la espalda como esperando a que yo volviera a entrar, lo hice pero esta vez acabé en seco disfrutándolo mucho obviamente.
Cuando volvimos a casa yo tenía esperándome mi viaje a Córdoba, en dos días preparé mis cosas y me vine para esta hermosa provincia. Sabrina muy al tanto de esto ni se apareció por mi pieza, no tuvimos garche de despedida pero cuando me despidió en la terminal me abrazó muy fuerte y entre lágrimas nos dijimos que nos queríamos mucho y que nos íbamos a extrañar.
Entre los dos nunca hablamos de esto, pasaron dos años de esto y yo no me lo voy a olvidar nunca.Por suerte acá a los meses conocí a una cordobesa y va todo de maravillas. Sabrina por su parte conoció a un tipo 10 años mayor que ella que tiene una cadena de restaurantes por Mendoza y San Juan, y lo más lindo de todo voy a ser tío ya que hace poco nos dijo que estaba de cuatro meses de embarazo. Mis viejos y yo (aliviado) re contentos.
Y bueno gente hasta acá lo que quería compartir con ustedes, espero sus opiniones, comentarios, consejos, etc. La verdad esto es liberador para mí ya que nunca se lo conté a nadie y me tenía un poco comiéndome la cabeza. Espero les haya gustado y les agradezco mucho que se tomen el tiempo de leer mi historia.
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