En el viaje me puse a pensar, ¿Qué haría con la camioneta? Antes era un poco más diferente la situación, me encontraba con mi cita, y usábamos su vehículo, ¿Deberíamos ahora ir en autos separados a donde nos dirijamos?. Esa y otras cuestiones se generaban en mi mente, pero ya iba a surgir el momento para resolverlas. Tuve un viaje tranquilo, relajada y feliz de la independencia que me generaba el tener el vehículo. Unos veinte minutos después llegaba al lugar donde me habían pedido ir. Estacione donde pude y agarrando mi cartera salí de la camioneta, le puse el seguro y caminaba hacia el lugar vestida prácticamente de entrecasa.
Me generaba una sensación rara que una persona me pidiera vestirme del modo que Xavier lo hizo esta vez para juntarnos. Sentía que iba a encontrarme con un conocido, en vez de una cita de trabajo. Entre al lugar e inmediatamente fui recibida por un hombre, vestido elegante, sin ser formal, vestía una camisa blanca y pantalones de gabardina negros. En la solapa de la camisa tenia un pequeño cuardenillo con una lapicera,
—Hola, buenas noches, ¿tiene reservación? — Me dijo esbozando una confortable sonrisa.
—Si, a nombre de Xavier — le dije.
El hombre ojeo una carpeta que había sobre la mesa del recibidor y al corroborar la información me dio paso. Me acompaño hasta una mesa y me senté, mientras que él preparaba y limpiaba la mesa. Al terminar pude ver que venia con dos copas y una botella de vino blanco. Al llegar a la mesa lo abrió, y sirvió en ambas copas. Le pregunte de que se trataba eso, y me dijo que con estas indicaciones habían hecho la reserva.
No lo quería poner mas incomodo por eso deje de hacer preguntas y asumí que eran cuestiones de Xavier
Agarre una de las copas y solo moje mis labios probando ese vino. Tenia un sabor dulce agradable. Me entretuve viendo el lugar, distaba de un restaurante de primera clase, pero eso no me molestaba, no había nacido en cuna de oro, y no pretendía tampoco ese trato. Unos diez minutos después alguien me tocaba el hombro izquierdo, me gire rápidamente y me robaron un beso en la boca, era él, nuestras miradas se cruzaron y entregándonos mutuamente una sonrisa el tomo su lugar enfrente de mí.
—¿Has encontrado el lugar fácilmente? — me pregunto amablemente. Su tonada ya se hacia presente.
—Si, muchas gracias, no fue difícil — le respondí mientras sonreía — por que el vino? Perdón que no te espere, es muy sabroso —agarre mi copa por la base y miraba a sus ojos.
—Fue para entrar en ambiente, sino deberíamos esperar a la comida y podría hacerse extensa —me dijo tomando su propia copa y bebiendo un sorbo.
La velada continuo, al rato pedimos la comida y charlábamos, a el le gustaba hablar de su trabajo. Se podía notar fácilmente que era un hombre apasionado por el mismo, tenia gente a su cargo y siempre estaba ocupado. Esta noche vestía de traje — que en realidad en todas las ocasiones donde nos vimos vestía — de color azul marino, con un chaleco de color negro, y una camisa blanca. En su saco tenia puesto un pañuelo de color canela, que combinaba con sus zapatos, que eran del mismo color.
Habíamos pedido un pequeño bufete de asado, desde tiempos inmemoriales la carne argentina había y es destacada a nivel internacional. Quizás de modo cliché, cuando un artista de otro país viene siempre se lo agasaja con carne de este país, y siempre el resultado es positivo.
Luego de al menos una hora y media de cena, la comida se había acabado y llegaba el momento del postre, Xavier me preguntó si se me ofrecía algo, y yo amablemente rechace, ya que estaba satisfecha. Le comente de mi situación con la camioneta, y le pregunte los planes que tenia sobre nosotros. Me comento que quería ir a un hotel transitorio, o lo que acá conocemos como “telo”, así que acordamos iríamos cada uno por separado y nos encontraríamos allí.
El pregunto por la cuenta, minutos después llego y dejo su tarjeta de crédito, quise al menos pagar mi parte, pero el no me lo permitió. La verdad es que no me molestaba esto, a pesar de que me gustaba contribuir con mi parte, entendía que era una galantería, agradecía que estaba, y cuando no lo estuviera yo estaría preparada para hacerme caso de lo que me correspondía. Nos paramos y nos dirigimos hacia la salida del lugar, me acompaño caballerosamente hacia mi camioneta, apoyando una de sus manos por mi espalda, por encima de mi cola. Al llegar abrí la puerta y me subí, y desde ahí hablamos sobre el lugar a donde iríamos, me dijo la dirección y luego de darme un beso en la boca se fue. Yo arranque la camioneta y usando el celular, busque en el gps las indicaciones de cómo llegar. Era bastante mas cerca de lo que pensaba, y sin perder tiempo emprendí camino.
Al llegar estacione, busque mi cartera y salí hasta la entrada del lugar, casi repitiendo la escena del restaurante, al rato llegaba Xavier, esta vez tenia en una de sus manos lo que supuse era una tablet. Tomo mi mano y entramos, él pidió un cuarto y habiendo recibido la llave fuimos a ella. Entramos y nos desvestimos suavemente el uno al otro, al mismo tiempo que nos besábamos y compartíamos caricias. Una vez ambos desnudos, el me tomo de la cintura y me levanto, dejándome encima de el entrecruzando mis piernas para sostenerme. Lo seguía besando acariciando su cuello y cabello, y él aprovechaba para apretarme mi cola y frotarme su entrepierna por la mía.
Pocos minutos fue lo que duramos en esa posición, que luego dio paso a acostarnos en la cama, el sobre mi. Abriendo mis piernas y ahora besando, lamiendo y frotando todo mi cuerpo. Yo acariciaba su pecho marcado, sus brazos y sus hombros, la verdad es que era un hombre fácilmente deseable. Cada tanto aprovechaba y apretaba y masturbaba su pija, que desde el comienzo hasta ahora iba creciendo cada vez mas en aumento.
—Espérame acá, no te muevas — fue lo que él me dijo, mirándome y alejándose de mí. No voy a mentir, me sorprendió. Dada mi calentura el pedido me costo, pero aun así lo hice.
Mientras que lo vi alejarse, lo vi acercarse a su tablet, la agarro y ahora jugaba con ella, mientras que su erección no perdía ni firmeza ni tamaño. Una vez que dejo de prestarle atención a la tablet, se unió nuevamente a mí, pero sin soltarla, la puso en la almohada contigua a la que estábamos usando. Tomo mis piernas y levantándolas levemente, dirigió sin preámbulos su pija hacia mi concha, al tenerla en su totalidad dentro de mí me miro, apretó la pantalla del dispositivo y una voz comenzaba a escucharse, una voz de mujer. Pude inmediatamente sentir que su pija tomo un envión en tamaño, como si fuera un salto. La voz seguía hablando y ahora también se escuchaba tenue una música, reconocía la melodía, era “you can leave your hat on” de Joe Cocker, una canción por lo más seductora, especialmente usada para los striptease. Los segundos iban pasando y las embestidas del hombre que me poseía iban en aumento, generando gemidos progresivamente mas elevados. Su mirada intercambiaba foco entre mis ojos y esa pantalla, se ve que el espectáculo que esta brindaba también merecía su atención. Seguimos así un largo rato, y mi calentura ya superaba cualquier norma, y se lo hice saber a Xavier mordiéndolo despacio en su cuello, provocando que él me embistiera aun con mas energías.
Comenzamos a desesperarnos y el ritmo de nuestros cuerpos ya no iba en sintonía, el descontrol se había apoderado de nuestros cuerpos. Unos veinte minutos después pude sentir que ya no se oían sonidos salir de esa tablet, y como si hubiese estado coordinado, sentí como mis interiores se iban llenando del semen de el hombre, lo hacia mientras gemía fuertemente en mis oídos. Yo no me quede atrás y apretando su cola hacia mí también descargue mi orgasmo. Comenzando a temblar y gemir también en sus oídos.
Nos quedamos así unos diez minutos mas, quietos, relajados, sin perturbar el ambiente.
—¿Era tu mujer? — le pregunte suavemente, pero rompiendo con el silencio que dominaba el cuarto.
—Así es, discúlpame por eso, fue un poco irrespetuoso — me dijo mirándome a los ojos, pude descifrar que tenia un poco de vergüenza, quizás estaba apenado pensando en que había hecho algo mal.
—No tenes por que pedirme perdón — le acaricie la nuca — ¿ Se filmo haciendo un striptease para vos? — le volví a hacer otra pregunta, en realidad mas que nada para confirmar mis sospechas, era muy difícil que me hubiera dicho otra cosa.
—Si, ayer me envió el video para que no la extrañe tanto —me dijo.
Seguimos en esa misma posición unos minutos mas, y luego nos levantamos, propuse compartir una ducha, que inmediatamente me fue aceptada con alegría.
Estuvimos poco tiempo, pero acariciándonos y besándonos mientras nos terminábamos de limpiar. Al salir, mientras nos secábamos, Xavier se acerco hasta su ropa, y saco un sobre de color rojo de su saco, y me lo entrego en mano. Yo me termine de secar y me vestí, le agradecí con un beso en la mejilla y salí del cuarto con el sobre en la mano. Me dirigí hacia la salida del lugar y posteriormente hacia mi camioneta, me subí, y luego de arrancar retomaba para mi casa.
Me generaba una sensación rara que una persona me pidiera vestirme del modo que Xavier lo hizo esta vez para juntarnos. Sentía que iba a encontrarme con un conocido, en vez de una cita de trabajo. Entre al lugar e inmediatamente fui recibida por un hombre, vestido elegante, sin ser formal, vestía una camisa blanca y pantalones de gabardina negros. En la solapa de la camisa tenia un pequeño cuardenillo con una lapicera,
—Hola, buenas noches, ¿tiene reservación? — Me dijo esbozando una confortable sonrisa.
—Si, a nombre de Xavier — le dije.
El hombre ojeo una carpeta que había sobre la mesa del recibidor y al corroborar la información me dio paso. Me acompaño hasta una mesa y me senté, mientras que él preparaba y limpiaba la mesa. Al terminar pude ver que venia con dos copas y una botella de vino blanco. Al llegar a la mesa lo abrió, y sirvió en ambas copas. Le pregunte de que se trataba eso, y me dijo que con estas indicaciones habían hecho la reserva.
No lo quería poner mas incomodo por eso deje de hacer preguntas y asumí que eran cuestiones de Xavier
Agarre una de las copas y solo moje mis labios probando ese vino. Tenia un sabor dulce agradable. Me entretuve viendo el lugar, distaba de un restaurante de primera clase, pero eso no me molestaba, no había nacido en cuna de oro, y no pretendía tampoco ese trato. Unos diez minutos después alguien me tocaba el hombro izquierdo, me gire rápidamente y me robaron un beso en la boca, era él, nuestras miradas se cruzaron y entregándonos mutuamente una sonrisa el tomo su lugar enfrente de mí.
—¿Has encontrado el lugar fácilmente? — me pregunto amablemente. Su tonada ya se hacia presente.
—Si, muchas gracias, no fue difícil — le respondí mientras sonreía — por que el vino? Perdón que no te espere, es muy sabroso —agarre mi copa por la base y miraba a sus ojos.
—Fue para entrar en ambiente, sino deberíamos esperar a la comida y podría hacerse extensa —me dijo tomando su propia copa y bebiendo un sorbo.
La velada continuo, al rato pedimos la comida y charlábamos, a el le gustaba hablar de su trabajo. Se podía notar fácilmente que era un hombre apasionado por el mismo, tenia gente a su cargo y siempre estaba ocupado. Esta noche vestía de traje — que en realidad en todas las ocasiones donde nos vimos vestía — de color azul marino, con un chaleco de color negro, y una camisa blanca. En su saco tenia puesto un pañuelo de color canela, que combinaba con sus zapatos, que eran del mismo color.
Habíamos pedido un pequeño bufete de asado, desde tiempos inmemoriales la carne argentina había y es destacada a nivel internacional. Quizás de modo cliché, cuando un artista de otro país viene siempre se lo agasaja con carne de este país, y siempre el resultado es positivo.
Luego de al menos una hora y media de cena, la comida se había acabado y llegaba el momento del postre, Xavier me preguntó si se me ofrecía algo, y yo amablemente rechace, ya que estaba satisfecha. Le comente de mi situación con la camioneta, y le pregunte los planes que tenia sobre nosotros. Me comento que quería ir a un hotel transitorio, o lo que acá conocemos como “telo”, así que acordamos iríamos cada uno por separado y nos encontraríamos allí.
El pregunto por la cuenta, minutos después llego y dejo su tarjeta de crédito, quise al menos pagar mi parte, pero el no me lo permitió. La verdad es que no me molestaba esto, a pesar de que me gustaba contribuir con mi parte, entendía que era una galantería, agradecía que estaba, y cuando no lo estuviera yo estaría preparada para hacerme caso de lo que me correspondía. Nos paramos y nos dirigimos hacia la salida del lugar, me acompaño caballerosamente hacia mi camioneta, apoyando una de sus manos por mi espalda, por encima de mi cola. Al llegar abrí la puerta y me subí, y desde ahí hablamos sobre el lugar a donde iríamos, me dijo la dirección y luego de darme un beso en la boca se fue. Yo arranque la camioneta y usando el celular, busque en el gps las indicaciones de cómo llegar. Era bastante mas cerca de lo que pensaba, y sin perder tiempo emprendí camino.
Al llegar estacione, busque mi cartera y salí hasta la entrada del lugar, casi repitiendo la escena del restaurante, al rato llegaba Xavier, esta vez tenia en una de sus manos lo que supuse era una tablet. Tomo mi mano y entramos, él pidió un cuarto y habiendo recibido la llave fuimos a ella. Entramos y nos desvestimos suavemente el uno al otro, al mismo tiempo que nos besábamos y compartíamos caricias. Una vez ambos desnudos, el me tomo de la cintura y me levanto, dejándome encima de el entrecruzando mis piernas para sostenerme. Lo seguía besando acariciando su cuello y cabello, y él aprovechaba para apretarme mi cola y frotarme su entrepierna por la mía.
Pocos minutos fue lo que duramos en esa posición, que luego dio paso a acostarnos en la cama, el sobre mi. Abriendo mis piernas y ahora besando, lamiendo y frotando todo mi cuerpo. Yo acariciaba su pecho marcado, sus brazos y sus hombros, la verdad es que era un hombre fácilmente deseable. Cada tanto aprovechaba y apretaba y masturbaba su pija, que desde el comienzo hasta ahora iba creciendo cada vez mas en aumento.
—Espérame acá, no te muevas — fue lo que él me dijo, mirándome y alejándose de mí. No voy a mentir, me sorprendió. Dada mi calentura el pedido me costo, pero aun así lo hice.
Mientras que lo vi alejarse, lo vi acercarse a su tablet, la agarro y ahora jugaba con ella, mientras que su erección no perdía ni firmeza ni tamaño. Una vez que dejo de prestarle atención a la tablet, se unió nuevamente a mí, pero sin soltarla, la puso en la almohada contigua a la que estábamos usando. Tomo mis piernas y levantándolas levemente, dirigió sin preámbulos su pija hacia mi concha, al tenerla en su totalidad dentro de mí me miro, apretó la pantalla del dispositivo y una voz comenzaba a escucharse, una voz de mujer. Pude inmediatamente sentir que su pija tomo un envión en tamaño, como si fuera un salto. La voz seguía hablando y ahora también se escuchaba tenue una música, reconocía la melodía, era “you can leave your hat on” de Joe Cocker, una canción por lo más seductora, especialmente usada para los striptease. Los segundos iban pasando y las embestidas del hombre que me poseía iban en aumento, generando gemidos progresivamente mas elevados. Su mirada intercambiaba foco entre mis ojos y esa pantalla, se ve que el espectáculo que esta brindaba también merecía su atención. Seguimos así un largo rato, y mi calentura ya superaba cualquier norma, y se lo hice saber a Xavier mordiéndolo despacio en su cuello, provocando que él me embistiera aun con mas energías.
Comenzamos a desesperarnos y el ritmo de nuestros cuerpos ya no iba en sintonía, el descontrol se había apoderado de nuestros cuerpos. Unos veinte minutos después pude sentir que ya no se oían sonidos salir de esa tablet, y como si hubiese estado coordinado, sentí como mis interiores se iban llenando del semen de el hombre, lo hacia mientras gemía fuertemente en mis oídos. Yo no me quede atrás y apretando su cola hacia mí también descargue mi orgasmo. Comenzando a temblar y gemir también en sus oídos.
Nos quedamos así unos diez minutos mas, quietos, relajados, sin perturbar el ambiente.
—¿Era tu mujer? — le pregunte suavemente, pero rompiendo con el silencio que dominaba el cuarto.
—Así es, discúlpame por eso, fue un poco irrespetuoso — me dijo mirándome a los ojos, pude descifrar que tenia un poco de vergüenza, quizás estaba apenado pensando en que había hecho algo mal.
—No tenes por que pedirme perdón — le acaricie la nuca — ¿ Se filmo haciendo un striptease para vos? — le volví a hacer otra pregunta, en realidad mas que nada para confirmar mis sospechas, era muy difícil que me hubiera dicho otra cosa.
—Si, ayer me envió el video para que no la extrañe tanto —me dijo.
Seguimos en esa misma posición unos minutos mas, y luego nos levantamos, propuse compartir una ducha, que inmediatamente me fue aceptada con alegría.
Estuvimos poco tiempo, pero acariciándonos y besándonos mientras nos terminábamos de limpiar. Al salir, mientras nos secábamos, Xavier se acerco hasta su ropa, y saco un sobre de color rojo de su saco, y me lo entrego en mano. Yo me termine de secar y me vestí, le agradecí con un beso en la mejilla y salí del cuarto con el sobre en la mano. Me dirigí hacia la salida del lugar y posteriormente hacia mi camioneta, me subí, y luego de arrancar retomaba para mi casa.
4 comentarios - Mis experiencias como una mujer escort (XXII)