Me dormí pensando en Gabriela, ella seguía dando vuelta y sacudiendo mi mundo, supongo que tras masturbarme mi mente había recuperado algo de claridad y comenzaba a darme cuenta del juego perverso al cual me había arrastrado. Era solo un juguete a su merced y voluntad.
A medida que los días habían ido pasando me hundía mas y yo casi sin oponer resistencia a sus macabros designios, acaso disfrutaba de ser sumisa? En el fondo me excitaba, pero me daba miedo arrepentirme y ya no poder escapar a esta realidad que generaba tantas dudas en mí.
Esa noche soñé que tenía sexo con ella, pero mis esfuerzos por darle placer parecían ser insuficientes, veía en sus ojos insatisfacción simple y plana, a pesar de mi empeño ella ni siquiera esbozaba un gemido, estaba con la persona de la que al menos mi parte masculina, o lo que quedaba de ella, estaba profundamente enamorado y era incapaz de darle satisfacción al menos en lo relativo al sexo, no como hombre.
Al fin viernes.
Amanecí algo agobiado, sintiendo impotencia de no poder ser aquel que pudiera satisfacerla. Pese a lo derrumbado que me sentía esa mañana me dispuse a ir a trabajar.
La mañana se me hizo eterna, perdido en mis pensamientos, ido de la realidad. Calcule que escuchar música me iba a cambiar el ánimo. Mientras pasaba los cables de los auriculares por debajo de mis ropas tratando de esconderlos de la vista de mi jefe recordé que la música que usualmente escuchaba estaba en la tarjeta de memoria que había cambiado por la que me había suministrado Gaby.
Mi sentimiento de curiosidad pudo más, decidí investigar su contenido, eran todas canciones, aunque percibí una voz femenina de fondo, apenas audible y que no podía distinguir lo que decía. Había música que me gustaba y deje el playlist corriendo mientras trabajaba al ritmo relajado característico de todos los viernes.
Al salir del trabajo volví a mi casa y tome una siesta que se me fue un poco de las manos, me habré despertado casi entrando la noche. Vi que tenia varios mensajes en el celular, algunos de amigos y mensajes y 2 llamadas perdidas de Gabriela.
La llamé y me dijo que me estaba esperando en el shopping. La llamé para aclararle que me había quedado dormido y quedamos de juntarnos allí en media hora. Tan rápido como pude me pegue una ducha en tiempo record, me vestí y le dije a mi vieja que no me esperara, que me iba a lo de mi novia y probablemente pasaría allí el fin de semana.
Suerte la mía que al salir de casa coincidí con un remis que venía vacío y me llevo rápidamente al punto de encuentro.
Al llegar al shopping tras una llamada coincidimos con ella. Estaba sentado en el patio de comidas, vestida con un jean ajustado y un top blanco, suelto y bastante escotado, irradiaba belleza. No fui el único que lo notó, cada hombre que pasaba parecía comerla con la mirada, aun ante la desaprobación de sus acompañantes femeninas que miraban con ojos de envidia y algunas ni siquiera intentaban disimular su cara de resentimiento.
Ella parecía disfrutarlo.
Tenía una buena cantidad de bolsas de distintas marcas, había dado rienda suelta a sus impulsos y como toda mujer que puede permitírselo desató un frenesí de compras que algunos considerarían exagerado.
La abrace por detrás como sorprendiéndola y susurré en su oído “hola hermosa”.
- Hola Diana, como estas? Me tuviste esperando mucho tiempo.
- Si perdón, me quede dormido.
- Está bien, te voy a decir algo y espero que no lo tomes a mal, no me gusta que no respondas el teléfono y que me dejes esperando, vas a tener que compensármelo de alguna forma.
- Bueno perdóname, me quedé dormida.
- Ok, ya fue, vamos.
Ayude a cargar sus bolsas, fuimos hacia el baño y cuando estábamos en la puerta ella me entregó 2 de esa bolsas y me pidió que me cambiara.
Al entrar me di cuenta que era el baño de mujeres, 2 mujeres de seguramente mas de 40 años me miraron sorprendidas mientras se apuraron a salir. Busque un cubículo vacío y después de cerrar la puerta con pasador me dispuse a mirar el contenido de las bolsas. Era una cola less negra, una calza también negra, a media pierna que llegaba a cubrir apenas mis rodillas. Lo complementaba una remera deportiva algo suelta, escote en V que llegaba hasta mi cintura.
En la otra bolsa había una caja con unas zapatillas blancas deportivas y unos soquetes, de esos que llegan a cubrir apenas los tobillos. Incómodamente por las dimensiones del baño donde me encontraba estaba terminando de vestirme cuando sentí que golpeaban la puerta.
- Ocupado, respondí
- Abra la puerta por favor.
Una voz masculina hizo que me paralizara, sentí un frio recorrer mi espalda. No atine a nada, me quedé callada.
- Abra la puerta por favor!!, dijo con un tono más amenazador que la vez anterior.
Atrapado, no había otra solución, la única opción era quedarme ahí alargando la agonía. Las viejas de mierda seguramente habían acusado a un hombre en el baño de mujeres.
Pensé en volver a cambiarme rápidamente, quizás prefería ser capturado como “hombre” pero los golpes repetidos en la puerta me hicieron saber que no disponía de tiempo para eso.
Con todo el miedo del mundo, saque el pasador de la puerta. Abrí lentamente la puerta mientras que mi cabeza daba vueltas a mil. Era un seguridad, un gordito canoso, algo entrado en años ya. Se quedó mirándome fijamente tratando de dilucidar la situación. Encontró algo que no se esperaba. La falta de maquillaje y mi cara de sobresalto me habrá hecho parecer un travesti, en el mejor de los casos un hombre femenino vestido de mujer.
Hubo un silencio de unos segundos, se podía sentir su atención en mí.
- Disculpa, me denunciaron que un hombre se había metido en el baño de mujeres, pero viéndote ahora no sé cómo proceder.
No se me ocurrió nada para decir. Su cara cambió de asombro a lujuria mientras me suavemente me empujaba a lo profundo del cubículo. Una vez estuvimos adentro lo aseguró con el pasador.
- Mira pendejo, o nena, no sé cómo llamarte. Tenés 2 opciones o me demostrás que sos una mujer, o voy a asumir que sos un hombre y te tengo que denunciar y retenerte hasta que venga la policía.
No termino de decir esto que estaba desprendiéndose el cinturón, bajó su pantalón hasta las rodillas dejando su miembro expuesto. Me pidió que me sentará en el inodoro y sacudiéndolo frente a mi rostro me dijo.
- Dale no tengo todo el día, no se va a chupar sola. O capaz preferís averiguar lo que podría pasarte dentro de la comisaria si te vieran así vestido putito.
Mis opciones se redujeron a terminar en la policía o chuparle la pija al gordo baboso este, en cana no iba a terminar.
Era bastante desagradable, su pene estaba fláccido, era pequeño, peludo y olía mal.
Contra todos mis instintos me lo lleve a la boca, sabia tan mal como olía era un asco que sumado al viejo gordo diciéndome “así chúpala, que rico mami”, haría la pesadilla de cualquier mujer.
Sentí como se ponía erecta en mi boca, no creció nada, tenía un pene minúsculo que no llenaba mi boca. Intente que acabara lo más rápido posible para salir de esa situación. Acabo en mi boca, mientras hizo un gruñido sentí que largaba la leche en el fondo de mi garganta, sentí una arcada, no de ahogo sino de desagrado. No la quise tragar, él me ordenó hacerlo como si la humillación ya no fuera la suficiente.
Guarde mis ropas masculinas como pude Me enjuagué la boca en una canilla del baño y salí rápidamente, no pude encontrar a Gabriela. La llame y me pidió que fuera a la peluquería, q ella estaba ahí. Le estaban cortando las puntas.
Me moría de vergüenza, era la primera vez que estaba de nena en público. Me acostumbre a tener y disfrutar ropa de mujer pero siempre reservado en la intimidad de su casa, rodeada con gente que aceptaba y entendía mi fetiche. Esta vez era diferente, el recuerdo del reflejo del espejo del baño, en el que parecía un travesti me desagradaba y pensé que los demás también sentirían lo mismo al verme.
Ella le pidió a una de las chicas que me peinaran de forma femenina. Después de aclarar con Gabriela el motivo de mi demora, el cual obviamente mentí, no iba a decir que le chupe la pija a un viejo verde en medio de todas las empleadas de la peluquería para poder escapar del baño de mujeres.
Mientras me peinaban la chica que me atendía me dijo que tenía un cuerpo precioso, muy femenino y que si quería que me delineara las cejas para parecer aún más femenina. Gaby al escuchar esto, sin darme tiempo a nada decidió por mí y pidió que me maquillaran también. Los resultados se mostraban a simple vista. Parecía una mujer de pelo corto con rostro bien definido, cejas finas, pestañas largas y hermosas que junto con el maquillaje resaltaban mis ojos y gestos bien femeninos, me encantaba.
Cuando salimos todavía sentía el gusto a la leche del guardia en mi garganta, pasamos por un kiosco y me compre una latita de 7up que acabe como si fuera la ultima en la tierra.
Mientras caminábamos nos observaban todos. No podía distinguir si era por la belleza de Gabriela o si notaban algo raro en mí. Fuimos a una tienda de lencería lamentablemente estaba cerrando, pero ella pidió fervientemente que por favor nos atendieran a lo que los chicos que estaban ya casi dispuestos a irse accedieron casi de mala gana. Nadie podía resistirse a ella.
Entramos y empezó a mirar la lencería mientras me comentaba lo linda que había quedado, y que de ser hombre me haría el amor salvajemente. Casi como sin querer Gabriela seguía quebrando la masculinidad en mi interior.
- En serio Daiana yo te re daría.
- Jajá, cortála.
- Pero en serio, estas divina, es más mira te apuesto lo que sea que cualquiera de estos chicos te garcharía sin dudarlo. Hagamos una cosa, toma esto y dándome un conjunto completo, con portaligas y todo me pidió que fuera al probador.
Procedía a desvestirme estaba bajando mi calza cuando abrieron la cortina.
- Wow!! , uno de los chicos que atendía, de unos 30 años me miraba maravillado, tu amiga me dijo que pediste un descuento “especial” a cambio de un favorcito.
La situación ya me había emputecido. Daiana se apodero de mi mente, no había vuelta atrás.
- Si es que me encanta este conjunto y no tengo mucha plata.
- Bueno eso no es problema, las chicas como vos siempre obtienen todo lo que quieren, dijo mientras se agarraba el bulto
Me arrodillé sin dudarlo y me dispuse a sacarle a desprenderle el cinto para liberar su pene. Era bastante más grande que el del seguridad, estaba a media asta con la cabeza afuera. Le di besitos por toda su extensión mientras lo miraba con cara de viciosa, eso lo volvía loco
Yo por mi parte sentía como crecía en mi mano. Estaba a full, me volvía loca calentar un macho. Estaba en ritmo chupándosela con todas las ganas del mundo cuando vi que la pija del otro tipo, un poco mayor, de unos 40 años con una verga un poco más gruesa se ofrecía a un costado de mi boca. Gabriela mordía sus labios grabando todo desde afuera del cambiador con su celular. Me miraba como si estuviera orgullosa de mí, yo no quería decepcionarla.
Ahí estaba, vestida de nena, disfrutando de 2 pijas que se alternaban en mi boca mientras sus dueños me llenaban de halagos que rosaban por momentos lo burdo y me encantaba. De mas esta decir que me ponía a mil ver a Gabriela documentando la situación.
Uno de los tipos le propuso que se prendiera a la fiesta, ella políticamente lo declinó, era un regalo para mí y ella no quería interferir.
Me clavaba esas pijas en la boca, en realidad eran ellos los que se alternaban a cogérmela mientras masturbaba a la otra ya bien lubricada por mi saliva. Estuvimos así un rato. Me preguntaron si quería la lechita “mmmhmmm” solo pude balbucear mientras me embestían lo más profundo de mi garganta. El más joven me separó de su pija y sin darme tiempo a reaccionar me tiro todos sus jugos sobre mi cara. El otro me indicó que se la limpiara bien antes de seguir chupándosela a él. Me daban órdenes y las cumplía sin chistar. Después de sacarle todo rastro de leche de su amigo siguió dándome bomba por la boca. Estaba en el cielo, chupando una pija toda bañada en leche, me estimulaba a pleno. Me separo también de su pija y mientras se masturbaba rápidamente me dijo “ pedimela zorrita”
- Si, dame la lechita, la quiero toda.
Mientras abría mi boca lo miraba a los ojos como rogándole que calmara mi sed. Este acabo muchísimo mas que el anterior, algunos chorros cayeron en mi boca, los cuales me ordeno tragar, no sin antes pedirme que se los mostrará. Otros cayeron sobre mi pelo y ropa, en el momento no me importó.
- Que buena putita, bien ganado lo tenés al conjuntito, ahora ándate, ya nos hiciste perder mucho tiempo.
Gabriela me seguía filmando, así toda bañada en leche, me pidió un besito para la cámara. Lo hice de la manera más sexy posible, me bese la mano con los labios y tirándole un beso a la cámara termine saludando, como habría aprendido de tantas películas porno, al fin tantas horas invertidas servían para algo.
Les pedí que me dejaran pasar al baño para limpiarme mientras guardaba mi recompensa en una bolsita.
- Son pelotudas o no entienden? Les pedí que se fueran. Váyanse!
A Gabriela no pareció importarle, yo me sentí como una niña a la que acababan de retar. Mientras salíamos y ellos cerraban la cortina metálica atrás nuestro una bocanada de realidad llego a mi
- Gaby, no puedo salir así, estoy bañada en leche.
- Estas hermosa, viste que te dije que cualquier hombre iba a querer estar con vos? Además lo re gozaste no? Ella le restaba importancia a mi reclamo.
- Pero no me da salir así
- Vestida así no te reconoce nadie, no queda mucha gente y además no te calienta estar asi?
- La verdad si, un poco pero parezco una puta, una puta usada!
- Sos una puta y te acaban de usar que esperabas, lanzo una carcajada. Veni vamos al cine.
Mientras caminaba mis 5 sentidos estaban alineados en las personas que circulaban por el edificio, eran pocos pero tenía pánico de cruzarme algún conocido. Me sentía observada, los rostros se dividían entre asombro, repugnancia y morbo, tanto hombres como mujeres.
Después de un rato de humillación que me pareció eterno y la atenta mirada de quien vendía los boletos, entramos al cine, la película estaba empezada el cine estaba a oscuras, solo iluminado por la pantalla. Casi no había gente, era una película de esas de 3ra que nadie quería ver, supuse que no habíamos entrado allí por la trama de la película.
Nos sentamos casi al fondo. El rostro de Gabriela se iluminaba con los cambios de escena de la película, la luz mostraba según su intensidad una faceta diferente tranquilidad, morbo, dulzura, oscuridad, toda una paleta de personalidades en un mismo rostro.
No se cuáles eran sus planes en el cine, pero la película termino sin “novedades”
- Que bajón, esperaba algo más, me dijo. Bueno, vamos para casa. Dijo como decepcionada.
Cuando llegamos a su casa, nos bañamos juntas, me ponía a mil la situación pero en ningún momento se me paró, a decir verdad en ningún momento de la tarde tampoco se me había parado, algo pasaba en mi mente, estaba cambiando?
Antes de acostarnos, me dijo que me había olvidado de darme las pastillas. Las busco y me entrego 3 pastillas pequeñas “tomálas” dijo con un tono que más que un pedido fue una orden, las bajé con un sorbo de agua. Era la primera vez que lo hacia
Me explico los cambios que iba a sentir, que iba a estar más sensible a todo, tanto emocional como físicamente, que con el tiempo, si seguía el tratamiento, mi cuerpo iba a empezar a parecerse más al de una mujer, que me iba a crecer más el cabello, cambios en mi vos, en mi cintura y mis pechos, entre otras cosas. Fue demasiada información para digerir de una sola vez, con un montón de vocabulario técnico en el que parecía ser experta.
Yo al momento ignoraba las consecuencias de la irreversibilidad del tratamiento y las consecuencias que iba a tener en mi vida personal. Ya no iba a poder ocultarlo.
- Hoy te portaste re bien Dai. Estoy orgullosa de vos. Dijo mientras me abrazaba en la oscuridad ya listas para dormir.
continuará
A medida que los días habían ido pasando me hundía mas y yo casi sin oponer resistencia a sus macabros designios, acaso disfrutaba de ser sumisa? En el fondo me excitaba, pero me daba miedo arrepentirme y ya no poder escapar a esta realidad que generaba tantas dudas en mí.
Esa noche soñé que tenía sexo con ella, pero mis esfuerzos por darle placer parecían ser insuficientes, veía en sus ojos insatisfacción simple y plana, a pesar de mi empeño ella ni siquiera esbozaba un gemido, estaba con la persona de la que al menos mi parte masculina, o lo que quedaba de ella, estaba profundamente enamorado y era incapaz de darle satisfacción al menos en lo relativo al sexo, no como hombre.
Al fin viernes.
Amanecí algo agobiado, sintiendo impotencia de no poder ser aquel que pudiera satisfacerla. Pese a lo derrumbado que me sentía esa mañana me dispuse a ir a trabajar.
La mañana se me hizo eterna, perdido en mis pensamientos, ido de la realidad. Calcule que escuchar música me iba a cambiar el ánimo. Mientras pasaba los cables de los auriculares por debajo de mis ropas tratando de esconderlos de la vista de mi jefe recordé que la música que usualmente escuchaba estaba en la tarjeta de memoria que había cambiado por la que me había suministrado Gaby.
Mi sentimiento de curiosidad pudo más, decidí investigar su contenido, eran todas canciones, aunque percibí una voz femenina de fondo, apenas audible y que no podía distinguir lo que decía. Había música que me gustaba y deje el playlist corriendo mientras trabajaba al ritmo relajado característico de todos los viernes.
Al salir del trabajo volví a mi casa y tome una siesta que se me fue un poco de las manos, me habré despertado casi entrando la noche. Vi que tenia varios mensajes en el celular, algunos de amigos y mensajes y 2 llamadas perdidas de Gabriela.
La llamé y me dijo que me estaba esperando en el shopping. La llamé para aclararle que me había quedado dormido y quedamos de juntarnos allí en media hora. Tan rápido como pude me pegue una ducha en tiempo record, me vestí y le dije a mi vieja que no me esperara, que me iba a lo de mi novia y probablemente pasaría allí el fin de semana.
Suerte la mía que al salir de casa coincidí con un remis que venía vacío y me llevo rápidamente al punto de encuentro.
Al llegar al shopping tras una llamada coincidimos con ella. Estaba sentado en el patio de comidas, vestida con un jean ajustado y un top blanco, suelto y bastante escotado, irradiaba belleza. No fui el único que lo notó, cada hombre que pasaba parecía comerla con la mirada, aun ante la desaprobación de sus acompañantes femeninas que miraban con ojos de envidia y algunas ni siquiera intentaban disimular su cara de resentimiento.
Ella parecía disfrutarlo.
Tenía una buena cantidad de bolsas de distintas marcas, había dado rienda suelta a sus impulsos y como toda mujer que puede permitírselo desató un frenesí de compras que algunos considerarían exagerado.
La abrace por detrás como sorprendiéndola y susurré en su oído “hola hermosa”.
- Hola Diana, como estas? Me tuviste esperando mucho tiempo.
- Si perdón, me quede dormido.
- Está bien, te voy a decir algo y espero que no lo tomes a mal, no me gusta que no respondas el teléfono y que me dejes esperando, vas a tener que compensármelo de alguna forma.
- Bueno perdóname, me quedé dormida.
- Ok, ya fue, vamos.
Ayude a cargar sus bolsas, fuimos hacia el baño y cuando estábamos en la puerta ella me entregó 2 de esa bolsas y me pidió que me cambiara.
Al entrar me di cuenta que era el baño de mujeres, 2 mujeres de seguramente mas de 40 años me miraron sorprendidas mientras se apuraron a salir. Busque un cubículo vacío y después de cerrar la puerta con pasador me dispuse a mirar el contenido de las bolsas. Era una cola less negra, una calza también negra, a media pierna que llegaba a cubrir apenas mis rodillas. Lo complementaba una remera deportiva algo suelta, escote en V que llegaba hasta mi cintura.
En la otra bolsa había una caja con unas zapatillas blancas deportivas y unos soquetes, de esos que llegan a cubrir apenas los tobillos. Incómodamente por las dimensiones del baño donde me encontraba estaba terminando de vestirme cuando sentí que golpeaban la puerta.
- Ocupado, respondí
- Abra la puerta por favor.
Una voz masculina hizo que me paralizara, sentí un frio recorrer mi espalda. No atine a nada, me quedé callada.
- Abra la puerta por favor!!, dijo con un tono más amenazador que la vez anterior.
Atrapado, no había otra solución, la única opción era quedarme ahí alargando la agonía. Las viejas de mierda seguramente habían acusado a un hombre en el baño de mujeres.
Pensé en volver a cambiarme rápidamente, quizás prefería ser capturado como “hombre” pero los golpes repetidos en la puerta me hicieron saber que no disponía de tiempo para eso.
Con todo el miedo del mundo, saque el pasador de la puerta. Abrí lentamente la puerta mientras que mi cabeza daba vueltas a mil. Era un seguridad, un gordito canoso, algo entrado en años ya. Se quedó mirándome fijamente tratando de dilucidar la situación. Encontró algo que no se esperaba. La falta de maquillaje y mi cara de sobresalto me habrá hecho parecer un travesti, en el mejor de los casos un hombre femenino vestido de mujer.
Hubo un silencio de unos segundos, se podía sentir su atención en mí.
- Disculpa, me denunciaron que un hombre se había metido en el baño de mujeres, pero viéndote ahora no sé cómo proceder.
No se me ocurrió nada para decir. Su cara cambió de asombro a lujuria mientras me suavemente me empujaba a lo profundo del cubículo. Una vez estuvimos adentro lo aseguró con el pasador.
- Mira pendejo, o nena, no sé cómo llamarte. Tenés 2 opciones o me demostrás que sos una mujer, o voy a asumir que sos un hombre y te tengo que denunciar y retenerte hasta que venga la policía.
No termino de decir esto que estaba desprendiéndose el cinturón, bajó su pantalón hasta las rodillas dejando su miembro expuesto. Me pidió que me sentará en el inodoro y sacudiéndolo frente a mi rostro me dijo.
- Dale no tengo todo el día, no se va a chupar sola. O capaz preferís averiguar lo que podría pasarte dentro de la comisaria si te vieran así vestido putito.
Mis opciones se redujeron a terminar en la policía o chuparle la pija al gordo baboso este, en cana no iba a terminar.
Era bastante desagradable, su pene estaba fláccido, era pequeño, peludo y olía mal.
Contra todos mis instintos me lo lleve a la boca, sabia tan mal como olía era un asco que sumado al viejo gordo diciéndome “así chúpala, que rico mami”, haría la pesadilla de cualquier mujer.
Sentí como se ponía erecta en mi boca, no creció nada, tenía un pene minúsculo que no llenaba mi boca. Intente que acabara lo más rápido posible para salir de esa situación. Acabo en mi boca, mientras hizo un gruñido sentí que largaba la leche en el fondo de mi garganta, sentí una arcada, no de ahogo sino de desagrado. No la quise tragar, él me ordenó hacerlo como si la humillación ya no fuera la suficiente.
Guarde mis ropas masculinas como pude Me enjuagué la boca en una canilla del baño y salí rápidamente, no pude encontrar a Gabriela. La llame y me pidió que fuera a la peluquería, q ella estaba ahí. Le estaban cortando las puntas.
Me moría de vergüenza, era la primera vez que estaba de nena en público. Me acostumbre a tener y disfrutar ropa de mujer pero siempre reservado en la intimidad de su casa, rodeada con gente que aceptaba y entendía mi fetiche. Esta vez era diferente, el recuerdo del reflejo del espejo del baño, en el que parecía un travesti me desagradaba y pensé que los demás también sentirían lo mismo al verme.
Ella le pidió a una de las chicas que me peinaran de forma femenina. Después de aclarar con Gabriela el motivo de mi demora, el cual obviamente mentí, no iba a decir que le chupe la pija a un viejo verde en medio de todas las empleadas de la peluquería para poder escapar del baño de mujeres.
Mientras me peinaban la chica que me atendía me dijo que tenía un cuerpo precioso, muy femenino y que si quería que me delineara las cejas para parecer aún más femenina. Gaby al escuchar esto, sin darme tiempo a nada decidió por mí y pidió que me maquillaran también. Los resultados se mostraban a simple vista. Parecía una mujer de pelo corto con rostro bien definido, cejas finas, pestañas largas y hermosas que junto con el maquillaje resaltaban mis ojos y gestos bien femeninos, me encantaba.
Cuando salimos todavía sentía el gusto a la leche del guardia en mi garganta, pasamos por un kiosco y me compre una latita de 7up que acabe como si fuera la ultima en la tierra.
Mientras caminábamos nos observaban todos. No podía distinguir si era por la belleza de Gabriela o si notaban algo raro en mí. Fuimos a una tienda de lencería lamentablemente estaba cerrando, pero ella pidió fervientemente que por favor nos atendieran a lo que los chicos que estaban ya casi dispuestos a irse accedieron casi de mala gana. Nadie podía resistirse a ella.
Entramos y empezó a mirar la lencería mientras me comentaba lo linda que había quedado, y que de ser hombre me haría el amor salvajemente. Casi como sin querer Gabriela seguía quebrando la masculinidad en mi interior.
- En serio Daiana yo te re daría.
- Jajá, cortála.
- Pero en serio, estas divina, es más mira te apuesto lo que sea que cualquiera de estos chicos te garcharía sin dudarlo. Hagamos una cosa, toma esto y dándome un conjunto completo, con portaligas y todo me pidió que fuera al probador.
Procedía a desvestirme estaba bajando mi calza cuando abrieron la cortina.
- Wow!! , uno de los chicos que atendía, de unos 30 años me miraba maravillado, tu amiga me dijo que pediste un descuento “especial” a cambio de un favorcito.
La situación ya me había emputecido. Daiana se apodero de mi mente, no había vuelta atrás.
- Si es que me encanta este conjunto y no tengo mucha plata.
- Bueno eso no es problema, las chicas como vos siempre obtienen todo lo que quieren, dijo mientras se agarraba el bulto
Me arrodillé sin dudarlo y me dispuse a sacarle a desprenderle el cinto para liberar su pene. Era bastante más grande que el del seguridad, estaba a media asta con la cabeza afuera. Le di besitos por toda su extensión mientras lo miraba con cara de viciosa, eso lo volvía loco
Yo por mi parte sentía como crecía en mi mano. Estaba a full, me volvía loca calentar un macho. Estaba en ritmo chupándosela con todas las ganas del mundo cuando vi que la pija del otro tipo, un poco mayor, de unos 40 años con una verga un poco más gruesa se ofrecía a un costado de mi boca. Gabriela mordía sus labios grabando todo desde afuera del cambiador con su celular. Me miraba como si estuviera orgullosa de mí, yo no quería decepcionarla.
Ahí estaba, vestida de nena, disfrutando de 2 pijas que se alternaban en mi boca mientras sus dueños me llenaban de halagos que rosaban por momentos lo burdo y me encantaba. De mas esta decir que me ponía a mil ver a Gabriela documentando la situación.
Uno de los tipos le propuso que se prendiera a la fiesta, ella políticamente lo declinó, era un regalo para mí y ella no quería interferir.
Me clavaba esas pijas en la boca, en realidad eran ellos los que se alternaban a cogérmela mientras masturbaba a la otra ya bien lubricada por mi saliva. Estuvimos así un rato. Me preguntaron si quería la lechita “mmmhmmm” solo pude balbucear mientras me embestían lo más profundo de mi garganta. El más joven me separó de su pija y sin darme tiempo a reaccionar me tiro todos sus jugos sobre mi cara. El otro me indicó que se la limpiara bien antes de seguir chupándosela a él. Me daban órdenes y las cumplía sin chistar. Después de sacarle todo rastro de leche de su amigo siguió dándome bomba por la boca. Estaba en el cielo, chupando una pija toda bañada en leche, me estimulaba a pleno. Me separo también de su pija y mientras se masturbaba rápidamente me dijo “ pedimela zorrita”
- Si, dame la lechita, la quiero toda.
Mientras abría mi boca lo miraba a los ojos como rogándole que calmara mi sed. Este acabo muchísimo mas que el anterior, algunos chorros cayeron en mi boca, los cuales me ordeno tragar, no sin antes pedirme que se los mostrará. Otros cayeron sobre mi pelo y ropa, en el momento no me importó.
- Que buena putita, bien ganado lo tenés al conjuntito, ahora ándate, ya nos hiciste perder mucho tiempo.
Gabriela me seguía filmando, así toda bañada en leche, me pidió un besito para la cámara. Lo hice de la manera más sexy posible, me bese la mano con los labios y tirándole un beso a la cámara termine saludando, como habría aprendido de tantas películas porno, al fin tantas horas invertidas servían para algo.
Les pedí que me dejaran pasar al baño para limpiarme mientras guardaba mi recompensa en una bolsita.
- Son pelotudas o no entienden? Les pedí que se fueran. Váyanse!
A Gabriela no pareció importarle, yo me sentí como una niña a la que acababan de retar. Mientras salíamos y ellos cerraban la cortina metálica atrás nuestro una bocanada de realidad llego a mi
- Gaby, no puedo salir así, estoy bañada en leche.
- Estas hermosa, viste que te dije que cualquier hombre iba a querer estar con vos? Además lo re gozaste no? Ella le restaba importancia a mi reclamo.
- Pero no me da salir así
- Vestida así no te reconoce nadie, no queda mucha gente y además no te calienta estar asi?
- La verdad si, un poco pero parezco una puta, una puta usada!
- Sos una puta y te acaban de usar que esperabas, lanzo una carcajada. Veni vamos al cine.
Mientras caminaba mis 5 sentidos estaban alineados en las personas que circulaban por el edificio, eran pocos pero tenía pánico de cruzarme algún conocido. Me sentía observada, los rostros se dividían entre asombro, repugnancia y morbo, tanto hombres como mujeres.
Después de un rato de humillación que me pareció eterno y la atenta mirada de quien vendía los boletos, entramos al cine, la película estaba empezada el cine estaba a oscuras, solo iluminado por la pantalla. Casi no había gente, era una película de esas de 3ra que nadie quería ver, supuse que no habíamos entrado allí por la trama de la película.
Nos sentamos casi al fondo. El rostro de Gabriela se iluminaba con los cambios de escena de la película, la luz mostraba según su intensidad una faceta diferente tranquilidad, morbo, dulzura, oscuridad, toda una paleta de personalidades en un mismo rostro.
No se cuáles eran sus planes en el cine, pero la película termino sin “novedades”
- Que bajón, esperaba algo más, me dijo. Bueno, vamos para casa. Dijo como decepcionada.
Cuando llegamos a su casa, nos bañamos juntas, me ponía a mil la situación pero en ningún momento se me paró, a decir verdad en ningún momento de la tarde tampoco se me había parado, algo pasaba en mi mente, estaba cambiando?
Antes de acostarnos, me dijo que me había olvidado de darme las pastillas. Las busco y me entrego 3 pastillas pequeñas “tomálas” dijo con un tono que más que un pedido fue una orden, las bajé con un sorbo de agua. Era la primera vez que lo hacia
Me explico los cambios que iba a sentir, que iba a estar más sensible a todo, tanto emocional como físicamente, que con el tiempo, si seguía el tratamiento, mi cuerpo iba a empezar a parecerse más al de una mujer, que me iba a crecer más el cabello, cambios en mi vos, en mi cintura y mis pechos, entre otras cosas. Fue demasiada información para digerir de una sola vez, con un montón de vocabulario técnico en el que parecía ser experta.
Yo al momento ignoraba las consecuencias de la irreversibilidad del tratamiento y las consecuencias que iba a tener en mi vida personal. Ya no iba a poder ocultarlo.
- Hoy te portaste re bien Dai. Estoy orgullosa de vos. Dijo mientras me abrazaba en la oscuridad ya listas para dormir.
continuará
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