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La depravada - Parte 13

La depravada - Parte 13



relatos


La depravada


Parte 13


Adaptado al español latino por TuttoErotici
 
Solo trescientos metros nos separan del cuarto de la amable Maryse.
Para no alertar a la portera, subimos la escalera a oscuras.
Uno de ellos aprovecha para mi mayor satisfacción. Metió el brazo abajo de mi vestido y sus dedos me hacen cosquillas entre las nalgas. Uno de ellos estimula mi ojete, húmedo todavía por la lengua mojada que se hundió en él hace un momento. Hago una pequeña pausa y me arqueo lo más que puedo. Lo entiende, ese dedo cochino, y entra…
¡Ah, qué placer subir la escalera así, bien empalada por ese dedo curioso, mientras que, por adelante, no sé qué otra mano me machaca el montículo por abajo del vestido!
Llegamos por fin frente a la puerta que creo que es la correcta… la llave gira y podemos entrar.
Ingresamos a un estudio coqueto, bellamente amueblado y provisto de una magnífica cama.
Con lujurioso apuro, no nos tomamos siquiera la molestia de desnudarnos.
Mis compañeros me arrastran delante del espejo del armario y me levantan la pollera por adelante y por atrás.
Una mano desabrocha mi blusa, saca mis tetas del corpiño y estimula los pezones endurecidos.
Otra mano rebusca en mi pelambre y las dos de atrás manosean mi culo.
¿Y mis manos?…Hicieron saltar vivaces los botones de las braguetas y sacan dos vergas de primera orgullosamente tensas, que se agitan hacia mi concha rubia.
¡Ah! ¡Qué hermosas pijas!… ¡Y qué duras están enfundadas en su sedosa piel!
Juego con ellas, las desnudo de la piel que las cubre y después, hundiendo de nuevo la mano en los pantalones, saco los hermosos testículos.
Palpo suave, tiernamente, en sus envolturas bien hinchadas, esas divinas ciruelas que presiento llenas del buen jugo que sentiré enseguida, ardiente, en el fondo de mis entrañas alteradas… Mientras tanto, que me lo suelten en la boca para que pueda deleitarme bebiéndolo sedienta hasta la última gota.
Frente al espejo, puedo seguir el juego vicioso que nos une a los tres.
Aunque sé muy bien lo que voy a hacer, les pregunto a los chicos, con aire perverso:
—¿Quién es el primero?
Compinches hasta el fin, y nada celosos el uno del otro, me contestan al unísono, echando una mirada a sus vergas, que yo sigo manoseando:
—Él…
—Él…
—¡No, queridos!…¡Los dos al mismo tiempo, eso es lo que quiero! ¡Van a ver cómo puedo tenerlos juntos!
Los empujo hacia la gran cama.
Estoy montada sobre Pierre, y me dejo resbalar hacia su hermosa pija, que desaparece hasta la empuñadura en mi concha.
¡Ahora le toca a Paul meter la suya en mi culo, que lo está esperando!
Se presentan algunas dificultades, me negué a que usen vaselina o pomada. Sin embargo, la dificultad en sí misma es para mí una fuente de delicias.
¡Un pequeño esfuerzo más! ¡El glande ya entró!
Era lo más duro. Ahora empuja y la pija se hunde profundamente. ¡Qué divino es! ¡Qué divino es!Por mucho que me hayan ensartado de este modo, encuentro cada vez un nuevo y delirante placer al hacerlo.
Ahora… ¡estoy empalada a fondo, y noto contra mis estrías rosadas el cosquilleo de los pelos!
¡Qué loco escalofrío produce el sentir esa hermosa verga, hundida en mí en toda su longitud y separada sólo por una delgada membrana de la que, por adelante, me penetra también a fondo y me taladra!
¡Qué increíble sensación! Para saborearla en toda su plenitud, quedo por un momento inmóvil.
Parece que todo mi cuerpo no siente otra cosa más que este doble cabalgamiento.
Mis amantes se detienen también…, atentos al placer inimaginable que sienten.
De alguna manera parezco una mariposa clavada por las vergas agudas de dos machos feroces.
¡Están maravillosamente duras!… Sólo por estar apretadas estrechamente en mi sexo y en mi ojete, siento que se endurecen aún más.
Entonces, ordeno a Paul, que permanece de pie sobre la alfombra detrás de mí, que maniobre suavemente. Comprende enseguida y empieza a atravesarme con exquisita lentitud.
La espléndida pija se retira, hasta no tener más que el glande en el interior de mi hueco… Un momento de pausa… Después se introduce de nuevo, muy suavemente al principio.
Después prosigue el movimiento, sin darse prisa. ¡Ah! ¡Qué deliciosamente me empala este joven!
Al mismo tiempo, Pierre me acaricia las tetas, me toquetea los pezones. Se frota los dedos en mis axilas húmedas, para impregnarlos de su olor, y se los lleva a la nariz.
—Oh, qué bien huele —dice.
—¿Igual de bien que entre mis nalgas, donde tenías la nariz hace un momento, en la calle? —le pregunto riendo.
—Es otra clase de olor… Pero me excita también… ¡Igual o más!
En cuanto a Paul, siento sus uñas que se hincan en mis costados, ¡como si quisiera sujetarme para impedir que me aleje!
Pierre exclama de golpe:
—¡Ah! Siento a través de tu piel cómo te mete la pija Paul… ¡Ah! ¡Qué maravilla! ¡Qué dulzura!… ¡Tengo ganas de llegar!
—¡Yo también!—grita Paul—. ¡Yo también!…
¡Ah, pequeños impacientes! En cuanto a mí, me gustaría prolongar largamente todavía este juego lujurioso…
Pero da igual, no quiero quedarme atrasada respecto a ellos. Más tarde, cuando hayan saciado su primer apetito, será para mí una fiesta excitarlos de nuevo y multiplicar nuestros placeres.
Mientras tanto, me entrego a ellos.
—Entonces, queridos, vamos, cada uno por su lado, taladrenmé con todas sus fuerzas.
Ponen inmediatamente manos a la obra, soltando gritos de alegría.
—¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!
—Así… Metanmelá bien adentro… Vos, Paul, más rápido, más rápido en mi culo.¡Movete más!
—Tomá, tomá…
—Y vos, Pierre, cogeme más fuerte, levantando los muslos… ¡Así!
—Tomá, tomá…
—¡Oh! ¡Qué delicioso es! ¡Entierren sus pijas! Soy  una sucia puta… Empernenmé con sus hermosas vergas… ¡Más rápido!… Vamos a llegar los tres juntos, ¡será maravilloso!
—Oh, sí —tienen todavía fuerzas para contestar.
—¡Ah! —sigo yo—, qué duras están esas pijas… Y qué bien las siento, las dos, en mi vientre hambriento… Oh… Van a llegar…, al mismo tiempo… Sí, tesoros, van a rociarme con sus largos chorros, hasta el fondo de mis entrañas… Y yo voy a inundarlos con todo mi jugo ardiente… ¡Ah! ¿Ya está, Pierre?… ¿Vos también, Paul? Yo también llego… Llego… Juntos… Dejen salir todo…
Vaciensé en mí… Tiren su magnífica leche adentro mío… ¡Ah!… Siento sus chorros calientes… ¡Ah! Lleguemos,lleguemos… ¡Qué delicia!… ¡Estoy en el paraíso!… ¡Qué maravilla!


CONTINUARÁ...

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