Mi timidez y las mujeres de mi familia 36
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Mi timidez y las mujeres de mi familia 35
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Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.
Nada más empezar a comer vino Juan, el padre de las gemelas, lo cierto es que si, que era mucho más mayor que Elisa, y eso que la foto lo disimulaba, pero se veía jovial y después de presentarme, se sentó al lado de Elisa, me estuvo preguntando de todo, estudios, mi familia etc., se alegró al saber que era sobrino de Julia, el era un cliente asiduo del restaurante y la conocía bien, ya terminamos tarde de comer, las chicas habrían querido seguir con el jueguecito del jardín pero Juan no se separaba de nosotros, al final se rindieron y decidieron volver al pueblo.
Por el camino casi no hablábamos, el plan les había salido regular, pero de momento Mónica dio un volantazo y se adentró por un camino de tierra, al final había una mansión antigua, ahora abandonada, una gran verja cerraba el paso pero dos grandes sauces colgaban sus ramas sobre el camino.
Con gran habilidad aparcó el coche entre los dos grandes árboles, las ramas caían hasta el suelo y con la poca brisa que había apenas se movían, parecían grandes cortinas vegetales.
Mónica apenas apago el motor salió y plegando el asiento se sentó con nosotros tres, estábamos bastante apretados, pero con un poco de dificultad se bajó los pantalones y dijo…
- Manu yo no me voy a casa sin que me comas el coño.
Las otras tres chicas inmediatamente la imitaron, las cuatro se quedaron sin bragas con los coños al aire y esperando su turno, me levanté y Andrea también se pasó al asiento de detrás ocupando mi sitio, yo adelanté al máximo los asientos delanteros y los plegué hacia delante y me acomodé como pude frente a los cuatro coños.
Mónica exigió ser la primera, bajó el cristal de la ventanilla y sacó una pierna, la otra la dejó sobre las otras chicas, aun en la estrechez, mi cabeza cabía perfectamente entre los muslos de Mónica, con mis manos en sus tetas le pegué la boca desde una ingle a la otra, ella se contorneaba buscando mi lengua pero yo la evitaba, la chica levantaba el culo casi un palmo del asiento ofreciéndome sus labios hasta que le lamí toda la raja de abajo arriba, al tocarle el clítoris se dejo caer en el asiento y ya solo se movió cuando entre suspiros y sollozos se corrió en mi boca, tan sensible tenía el clítoris que cerró la piernas dándose por vencida y satisfecha, me pasé a la siguiente, era Elena, ella ya me conocía y se dejó hacer, estaba entregada desde el primer momento, mis dedos no le tocaron las tetas, pero entraron en su coño mientras mi lengua le lamía el botón brillante, primero fue uno y lo acusó, al segundo lo agradeció, al tercero ya se removía gimiendo y cuando el cuarto lo metí por el ya lubricado ano empezó a gritar descontrolada, no se le entendía pero estalló abrazando a sus amigas, mis dedos no la abandonaron hasta que casi se durmió.
Aun no había acabado con Elena cuando Andrea ya se había puerto en la postura, una pierna en las chicas de su derecha y otra en la de su izquierda, los brazos cogiéndose en el reposacabezas del asiento y desnuda completamente, se había quitado la ropa para sentir todo el placer que pudiera darle, le bese desde los tobillos hasta las ingles, luego inesperadamente para ella le succioné las tetas, los pezones le dolían pero ella seguía pidiendo más y más, cuando le mordía las tetas mi polla se paseaba por sus labios abiertos de par en par, pero no se la metí ella gritaba, me insultaba, pero cuando tuvo el orgasmo se dejó caer plegada en el asiento.
Lisa estaba callada con los ojos muy abiertos viendo a sus amigas, otras veces tan peleonas y ahora agotadas, cuando llegué frente a ella cerró los ojos como dándome libertad total, ya empezaba a conocerme, le reservaba un trato especial, le pasé las manos por las tetas, ella mirando al techo se concentraba en sentir mi tacto, dediqué un buen rato a cada una de las tetas, tanto los globos como los pezones estaban duros de excitación, bajé por su estomago hasta el pubis, mi lengua lo recorrió por entero hasta entrar en el canal de sus labios, milímetro a milímetro fui vibrando con la lengua todos sus pliegues como la cola de una serpiente cascabel, Lisa apretaba las manos y la boca, no quería chillar ni gemir, al pasar por el clítoris casi estuvo a punto de romper su propósito, solo abrió la boca como si le faltara aire, al llegar a la vagina y abrirle los labios oscuros y meter la lengua lo más que podía sentí en ella como me aprisionaba con sus músculos para absorberla hacia dentro, con la lengua empapada de saliva y jugos, le unté el agujero rugoso y moreno, estaba palpitante y se abría y cerraba como una flor, volvía subir a sus tetas y mi polla se presiono en su culo, a la vez que le mordía un pezón le pellizcaba el otro y le metía el glande en el culo, quiso gritar pero no le salió ningún sonido, solo me abrazo la cabeza y me dijo…
- Que cabrón eres Manu, pero no se te ocurra sacármela ahora, métela hasta dentro aunque me partas el culo.
No le hice caso del todo, se la fui metiendo pero lentamente y sin parar hasta que hice tome en sus nalgas, Mónica ya se había repuesto y nos miraba embelesada, se asomaba a las nalgas de Lisa sin creer lo que estaba viendo, zarandeó a Andrea que ya volvía a ser persona para que lo viera también, Elena empezó a moverse y se unió al espectáculo, Lisa, no les prestaba atención, cuando empezó su agonía orgásmica se cogió a las manos de sus amigas, apenas se las podían sujetar, cuando se calmo les dijo…
- No sabéis lo que os habéis perdido, estoy en el cielo.
Cuando saqué la polla del culo de Lisa, aún salió un reguerito de semen, Elisa no me había vaciado del todo.
Cuando llegamos a casa Lisa con cogida de mi brazo subimos al piso, me contó sentada en su cama…
- Juan es uno de los hombres más ricos de la zona y siempre había vivido de rentas, tuvo una secretaria monísima, Elisa, no se sabe quien empezaría primero de los dos, pero el caso es que la preño con 18 años, se casaron, vinieron las gemelas y Elisa vivió como una reina, Juan que no le gusta ese ambiente, montó el concesionario de coches para tener un motivo para no ver ciertas cosas de
Elisa, se comentaba que le gustaba mucho las pollas juveniles, tú no le habrás echado un polvo verdad?
- No, ha sido ella quien me ha follado y no una sino dos veces.
- Joder Manu, eres incorregibles.
Me encogí de hombros con cara de bobo.
Continuará.
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Mi timidez y las mujeres de mi familia 35
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Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.
Nada más empezar a comer vino Juan, el padre de las gemelas, lo cierto es que si, que era mucho más mayor que Elisa, y eso que la foto lo disimulaba, pero se veía jovial y después de presentarme, se sentó al lado de Elisa, me estuvo preguntando de todo, estudios, mi familia etc., se alegró al saber que era sobrino de Julia, el era un cliente asiduo del restaurante y la conocía bien, ya terminamos tarde de comer, las chicas habrían querido seguir con el jueguecito del jardín pero Juan no se separaba de nosotros, al final se rindieron y decidieron volver al pueblo.
Por el camino casi no hablábamos, el plan les había salido regular, pero de momento Mónica dio un volantazo y se adentró por un camino de tierra, al final había una mansión antigua, ahora abandonada, una gran verja cerraba el paso pero dos grandes sauces colgaban sus ramas sobre el camino.
Con gran habilidad aparcó el coche entre los dos grandes árboles, las ramas caían hasta el suelo y con la poca brisa que había apenas se movían, parecían grandes cortinas vegetales.
Mónica apenas apago el motor salió y plegando el asiento se sentó con nosotros tres, estábamos bastante apretados, pero con un poco de dificultad se bajó los pantalones y dijo…
- Manu yo no me voy a casa sin que me comas el coño.
Las otras tres chicas inmediatamente la imitaron, las cuatro se quedaron sin bragas con los coños al aire y esperando su turno, me levanté y Andrea también se pasó al asiento de detrás ocupando mi sitio, yo adelanté al máximo los asientos delanteros y los plegué hacia delante y me acomodé como pude frente a los cuatro coños.
Mónica exigió ser la primera, bajó el cristal de la ventanilla y sacó una pierna, la otra la dejó sobre las otras chicas, aun en la estrechez, mi cabeza cabía perfectamente entre los muslos de Mónica, con mis manos en sus tetas le pegué la boca desde una ingle a la otra, ella se contorneaba buscando mi lengua pero yo la evitaba, la chica levantaba el culo casi un palmo del asiento ofreciéndome sus labios hasta que le lamí toda la raja de abajo arriba, al tocarle el clítoris se dejo caer en el asiento y ya solo se movió cuando entre suspiros y sollozos se corrió en mi boca, tan sensible tenía el clítoris que cerró la piernas dándose por vencida y satisfecha, me pasé a la siguiente, era Elena, ella ya me conocía y se dejó hacer, estaba entregada desde el primer momento, mis dedos no le tocaron las tetas, pero entraron en su coño mientras mi lengua le lamía el botón brillante, primero fue uno y lo acusó, al segundo lo agradeció, al tercero ya se removía gimiendo y cuando el cuarto lo metí por el ya lubricado ano empezó a gritar descontrolada, no se le entendía pero estalló abrazando a sus amigas, mis dedos no la abandonaron hasta que casi se durmió.
Aun no había acabado con Elena cuando Andrea ya se había puerto en la postura, una pierna en las chicas de su derecha y otra en la de su izquierda, los brazos cogiéndose en el reposacabezas del asiento y desnuda completamente, se había quitado la ropa para sentir todo el placer que pudiera darle, le bese desde los tobillos hasta las ingles, luego inesperadamente para ella le succioné las tetas, los pezones le dolían pero ella seguía pidiendo más y más, cuando le mordía las tetas mi polla se paseaba por sus labios abiertos de par en par, pero no se la metí ella gritaba, me insultaba, pero cuando tuvo el orgasmo se dejó caer plegada en el asiento.
Lisa estaba callada con los ojos muy abiertos viendo a sus amigas, otras veces tan peleonas y ahora agotadas, cuando llegué frente a ella cerró los ojos como dándome libertad total, ya empezaba a conocerme, le reservaba un trato especial, le pasé las manos por las tetas, ella mirando al techo se concentraba en sentir mi tacto, dediqué un buen rato a cada una de las tetas, tanto los globos como los pezones estaban duros de excitación, bajé por su estomago hasta el pubis, mi lengua lo recorrió por entero hasta entrar en el canal de sus labios, milímetro a milímetro fui vibrando con la lengua todos sus pliegues como la cola de una serpiente cascabel, Lisa apretaba las manos y la boca, no quería chillar ni gemir, al pasar por el clítoris casi estuvo a punto de romper su propósito, solo abrió la boca como si le faltara aire, al llegar a la vagina y abrirle los labios oscuros y meter la lengua lo más que podía sentí en ella como me aprisionaba con sus músculos para absorberla hacia dentro, con la lengua empapada de saliva y jugos, le unté el agujero rugoso y moreno, estaba palpitante y se abría y cerraba como una flor, volvía subir a sus tetas y mi polla se presiono en su culo, a la vez que le mordía un pezón le pellizcaba el otro y le metía el glande en el culo, quiso gritar pero no le salió ningún sonido, solo me abrazo la cabeza y me dijo…
- Que cabrón eres Manu, pero no se te ocurra sacármela ahora, métela hasta dentro aunque me partas el culo.
No le hice caso del todo, se la fui metiendo pero lentamente y sin parar hasta que hice tome en sus nalgas, Mónica ya se había repuesto y nos miraba embelesada, se asomaba a las nalgas de Lisa sin creer lo que estaba viendo, zarandeó a Andrea que ya volvía a ser persona para que lo viera también, Elena empezó a moverse y se unió al espectáculo, Lisa, no les prestaba atención, cuando empezó su agonía orgásmica se cogió a las manos de sus amigas, apenas se las podían sujetar, cuando se calmo les dijo…
- No sabéis lo que os habéis perdido, estoy en el cielo.
Cuando saqué la polla del culo de Lisa, aún salió un reguerito de semen, Elisa no me había vaciado del todo.
Cuando llegamos a casa Lisa con cogida de mi brazo subimos al piso, me contó sentada en su cama…
- Juan es uno de los hombres más ricos de la zona y siempre había vivido de rentas, tuvo una secretaria monísima, Elisa, no se sabe quien empezaría primero de los dos, pero el caso es que la preño con 18 años, se casaron, vinieron las gemelas y Elisa vivió como una reina, Juan que no le gusta ese ambiente, montó el concesionario de coches para tener un motivo para no ver ciertas cosas de
Elisa, se comentaba que le gustaba mucho las pollas juveniles, tú no le habrás echado un polvo verdad?
- No, ha sido ella quien me ha follado y no una sino dos veces.
- Joder Manu, eres incorregibles.
Me encogí de hombros con cara de bobo.
Continuará.
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