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Mi timidez y las mujeres de mi familia 30

Mi timidez y las mujeres de mi familia 30



RELATO ANTERIOR: 


Mi  timidez y las mujeres de mi familia 29
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Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.


Después de cenar en casa de Ana nos fuimos mi madre y yo a nuestra casa, estaba casi toda cubierta de sabanas para proteger del polvo, por lo que pasamos directamente a la habitación, mi madre sacó el conjunto que se acababa de comprar y se lo puso, se acercó a mí y me dijo suavemente…


-        Te gusta? me lo he comprado especialmente pensando en ti.


-        Me encanta, tienes muy buen gusto, bueno tu hermana también.


-        Ah! Ana, si, es encantadora, y muy bromista verdad?, no le tomes en cuenta lo de esta tarde, te quería gastar una broma y ponerte en un  aprieto.


-        Pues lo ha conseguido, o mejor lo habéis conseguido, menos mal que sois chicas con recursos y al final lo habéis arreglado.


-        Era de justicia, te vimos mal, nos pasamos bastante y era preciso calmarte de la forma más rápida que supimos.


-        Pues no lo habéis conseguido del todo, mira como me la has puesto con ese conjunto otra vez.


-        Ahora ya te puedo calmar con más tranquilidad, y si te soy sincera yo también estoy sufriendo del mismo mal que tú.


Se bajó las braguita y me enseño la mancha de flujo que le salía de la vagina, me arrodillé frente a ella, Clara se separó los labios frente a mí, solo se veía el clítoris hinchado y los labios mojados abriendo la vagina, mi boca succionó los jugos que salían y entró a buscar más, Clara  abrió las piernas poniendo una sobre el canto de la cama, le lamí desde la mata de vello hasta el culo rugoso, gimiendo sin parar me dijo…


-        Manu descansa, me vas a volver loca, me voy a correr ya y sin haber probado tu polla dentro de mí, ahora me toca a mí.


Me bajó el pantalón, por la polla me salía liquido pre seminal, lo lamió y aspiró el glande dentro de su boca, creí que iba a dedicarme una mamada, pero se subió sobre mi y se la metió de golpe, el sujetador no se lo había quitado, pero yo pasando las manos por su estomago lo fui levantando hasta dejarlo pegado al cuello sobre sus tetas, ella se lo despasó y se lo quitó, pues se le clavaban los aros.


-        Ahora me lo puedes decir, cual tiene las mejores tetas?


-        Claraaa. Ya lo sabes mejor que yo, tu las tienes más gordas y duras aunque Ana está ganando terreno, pero tengo que reconocer que los pezones de tu hermana…


-        No sé porqué, pero me da en la nariz que no es la primera vez que se los comes, o me equivoco?


-        Mamaaaa, como eres!


-        Vale como quieras, está muy bien que seas discreto, tu tía es una persona especial, se merece todo, dale lo que necesite, te lo agradeceré como si fuera para mí.


Los movimientos de Clara sobre mi polla no tardaron en dar su consecuencia, aunque por la tarde me había corrido en su cara ahora me moría por hacerlo en su coño y a ella también le urgía hacerlo.


No esperamos a más, cuando lo hicimos coincidimos, los espasmos de Clara se mezclaron con los latigazos que recibía desde la nuca hasta la polla, cuando caímos sobre la sabana estuvimos hablando de cómo nos iba mutuamente.




Me contó que el trabajo iba cada vez mejor, que ya habían inaugurado el nuevo salón en la casa de al lado haciendo el restaurante el doble de grande, mi tía Julia estaba encantada aunque muy agobiada, pero contenta, mi prima parecía que se había involucrado en el trabajo y colaboraba más.


Le pregunté por mi perro, hacía mucho que no lo veía, y lo extrañaba, pero me tranquilizó al saber que se lo había dejado a una señora que tenía problemas de movilidad y le venía muy bien, porque le obligaba a moverse y sacarlo, además de hacerle compañía, me prometí ir a verlo, seguro que no me habría olvidado.


Por la mañana al despertarme, mi madre ya estaba levantada, estaba haciendo café, con las zapatillas y el delantal por todo vestido, parecía una quinceañera, me acerque sin hacer ruido y la abrace por detrás, ella se volvió y al notar mi polla entre sus nalgas blancas, me dijo…


- Así es como me gustaría amanecer todos los días.


Me beso volviéndose y se subió de un salto a la encimera, hacía rinconera y puso una pierna en cada ángulo, levantó el delantal y me dijo…


-        Quieres desayunar?, está caliente.


Me acerqué a ella y la besé, nunca había caído en la cuenta, pero la altura de la encimera era la justa que necesitaba para que mi polla apuntara directamente en su coño, Clara me abrazó y se metió ella misma todo el pene dentro, me mantuvo sin sacarlo, a su lado unas tostadas ya untadas con mantequilla y al otro lado unas tazas de café humeante, me fue alimentando como a un niño, compartíamos las tostadas y el café, hasta que nuestros labios se encontraron al medio de la misma tostada, más que comerla, la tragamos pues nuestras lenguas no querían impedimentos, me cogía la cara con sus manos y me comía la boca, con mi mano llena de mantequilla la pasé entre sus nalgas, ella adivinó mi intención y sacó el culo a la orilla de la bancada, el tarro de mantequilla casi se vació sobre mi polla y su culo, debía ser de buena calidad pues ayudó a que la dilatación fuera un placer y mi glande desapareció tras una leve presión seguido del tronco de mi polla, mi dedo acariciaba el clítoris vacante, mientras ella se pellizcaba y se estiraba los pezones, hubo que apartar la vajilla cercana, pues los movimientos que llegaron con su orgasmo la ponía en grave peligro, me vacié en ella nada más que le vi recuperarse, cuando bajó del banco andaba un poco grotescamente.


CONTINUARA....


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