Por si llegaste directo a este relato, y quieres saber más sobre Leti, puedes leer aquí:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3113377/Relato-Leti-y-su-historia-conmigo.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3118732/Relato-Leti-se-quedo-a-vivir-conmigo.html
Las aguas se tranquilizaron en la vida de Leti; Hacía dos semanas que la encontré llorando en la entrada del restaurante, quince días que hemos estado cogiendo cada vez más rico y claro, dos semanas de convivencia como "pareja" pues básicamente lo somos, una pareja que empezó a serlo de una forma un poco turbia, pero en esto de las relaciones no hay manual ni tampoco un procedimiento a seguir: Se dá por que tiene que darse.
Hasta el día de ayer, habíamos intimando usando preservativos; ella me pidió usarlos pues no había tenido necesidad de cuidarse, aunque su madre la había obligado a trabajar de puta; cuestión que gracias a mi curisidad no llegó a hacer jamás; bueno, en mi cama, en confianza y con libertad si es toda una puta conmigo, pero es algo que ella permite, goza y comparte.
A Leti le vino su ciclo ayer y me pidió de una forma muy mimosa le diera plata para ir a la farmacia a inyectarse un anticonceptivo; hoy en la tarde a mi regreso del trabajo, la encontré muy animada en la cocina mientras escuchaba música con el radio reloj que tengo en la cocina.
-Hola Bebé preciosa, -le digo mientras la sorprendo con un abrazo rodeándole la cintura- hoy estás más animada que otros días...
-Hola mi muñeco guapo (me besa la mejilla) estoy muy contenta sí; fui a la farmacia como te dije, y me dieron un puyón en la nalga. Me puse el anticonceptivo de tres meses; ya lo había usado antes, así que podremos hacer muchas cosas ricas durante muuuuchoooo tiempo! Estoy ansiosa por qué me pase el ciclo para poder sentir tu pija rica dentro de mi cuquita y otras cosas más.
-Pero no hay problema que tengamos sexo durante tu regla...
-¡NO! así no me agrada, si quieres te la puedo chupar, pero mi cuquita será tuya, totalmente tuya cuando pase mi ciclo.
-Como tú quieras preciosa, haremos las cosas como tu quieras. Pero si cambias de opinión...
-¡Hay ya! Deja de insistir, no comas ansias y comprende. Es más, deberías contenerte, nada de pajas ni mamadas. Guarda esa leche para mí... ¿harías eso por mí?
La besé en el cuello, con un beso electrizante y reconciliador, no quería presionarla.
-Está bien preciosa, aunque sé decirte que es difícil abstenerse con tan rica flaca durmiendo a la par mía.
Pasaron los días y yo con unas grandes ganas de sacarme la leche, Leti ya me tenía contento con mi ración casi diaria de concha y teta, que aguantar por cuatro días fue todo un calvario, aunque sé decir que al final valió la pena.
Pasados cinco días desde que Leti fue a inyectarse el dichoso anticonceptivo, esa tarde al llegar del trabajo, encontré la casa totalmente en silencio, fui directo a la cocina, a buscar algo que beber del refrigerador; allí Leti me había dejado una nota pegada con un imán que decía: "Amor no tardo, por favor dúchate y ponte el bóxer que hallarás en la cama, hazme caso, tengo una sorpresa para tí. ¡Ah! tomé 100 pesos del dinero que dejaste en la cajita! Te amo!!!"
Imaginando cualquier cosa calenturienta, hice caso; me duché, me rasuré los pelos de las bolas, me arreglé la barba y me puse un poquito de colonia. Fui directo a la recámara y en efecto había uno de mis bóxer sobre la cama. Me lo puse y como no había otra instrucción más en la nota, regresé al refri a buscar la bebida que deseaba a mi llegada a casa. Saqué una cerveza, me la serví en un vaso y me senté a ver tele mientras esperaba que Leti regresara. De sólo imaginar que posiblemente se le había pasado el ciclo, obtuve una erección no total, pero se me notaba debajo del bóxer.
A media cerveza, Leti abrió la puerta; traía consigo una pequeña bolsita y una carita de niña pícara que no podía ocultar.
-Amooor! Me encanta como te ves con ese calzoncillo bóxer. ¡Se antojan muchas cosas!
-¿Como qué? ¿Qué cosas se te antojan al verme así?
Se abalanzó sobre mí, plantándome un beso delicioso y mientras, con su índice y dedo medio, simulaba el caminar sobre mi verga, me miraba con lujuria...
-Ahhhh, pues ese bóxer hace nacer en mí las ganas de sacarte la verga por el pliegue que usas cuando meas, y comértela papasito! Es más; traigo algo para mí en esta bolsita, pero es para que tú lo mires y lo disfrutes. Tú sé buen nene y quédate aquí quietecito mientras voy a ponerme más cómoda.
Como buena fémina, demoró un buen tiempo en eso de ponerse cómoda, pero al final la espera y la paciencia tuvieron su premio: Apareció de la recámara con una de mis camisas con algunos botones puestos, las mangas enrolladas en los brazos, sin sostén y con las uñas de los pies al estilo francés, al igual que las manos, que no noté cuando me saludó. Debajo, una brasilera blanca de encaje que le tallaba muy bien las nalgas y por ser flaquita, se le veía muy bien.
Recostando su cuerpo en el marco de la puerta que da a la cocina, con una mano intentando desabotonarse mi camisa y con la otra haciéndome el ademán para que me acercara me llama con un susurrante "ven". Me tomó la mano y me hizo seguirla hasta mi cama. Tenía sábanas limpias, había colocado una vela aromática que tenía en la sala y le había colocado a la lámpara de noche una manta que atenuaba un poco la luz.
-Sube a la cama, esta noche quiero que me hagas el amor como si fuera nuestra primera vez, quiero que me cojás como nunca me has cogido y quiero que me llenes con tu leche la cuquita... pero primero, quiero ver el deseo por mí en tus ojos, quiero sentir cuanto me desean tus labios y tus manos, quiero sentirme la mujer más deseada del mundo!
Me senté recostado en el respaldo de la cama, mientras Leti, despacio iba desabotonando uno, dos, tres y luego cuatro botones de mi camisa, dejándola puesta, abierta, mostrando parte de sus tetas y su escote que tanto me gusta, y podía verse desde mi plano la delicada prenda que se había comprado para la ocasión.
-¿Me queda bien tu camisa?
-A mí me queda bien, a tí mami rica, se te ve sexi! Me encanta como te talla la tanga, haces que te vea con mucho morbo. Me encantan tus pies, me excita mucho, me tienes extasiado preciosa, te deseo.
Mientras le decía todo lo rica que se veía, ella despacio se fue acercando a mí, subió a la cama y se hincó sobre mis piernas. La cogí por las nalgas, apretándolas mientras la besaba, en la boca, su cuello, bajando a su escote, mientras subían mis manos por su espalda hasta llegar a sus costados y apretar sus tetas para cerrar su escote y besar sus pezones, lamerlos y darles pequeños mordiscos. Volví a besarla con mucha intensidad mientras le estrujaba sus duras tetas redondas. Leti ya estaba muy excitada, pues cuando llevé mis dedos a rozar su concha sobre la tanga, esta destilaba sus jugos vaginales; estaba al borde de su primer orgasmo.
-¿Te gusto Diego, realmente te gusto?
-Me encantas Bebé, eres el sueño de todo hombre!
Continuamos besándonos con lujuria y deseo, mientras le iba quitando la camisa, le comía la boca, le besaba el cuello, mordisqueaba su oreja, lamía su escote, seguí besando y lamiendo su pecho y abdomen, hasta llegar a su sexo, que pedía a gritos lengua y verga. Se tumbó en la cama y pude quitarle la suculenta prenda, para perderme entre sus piernas y comerle la cuquita, haciéndole trizas su clítoris con mi lengua, metiendo uno y dos dedos dentro de su vagina; sentí sus orgasmos, dos, uno tras otro. Sin dar tregua continué dando placer oral a Leti mientras ella se mordía el labio y se apretaba las tetas, yo la tenía sometida con mis manos en sus caderas y mi boca en su concha. Tuvo un tercer orgasmo y me pidió parar. Me incorporé y ella se acercó a mí para tomarme por las nalgas, acercando mi vierga prisionera bajo el bóxer, sacándola como ella quería, vió que el prepucio y el glande brillaban por mis pre seminales y con la yema de su dedo índice cogió un poco y de un rechupete se lo metió a la boca, lo saboreó y viéndome con esa carita de picardía dijo "que rico" para embullirse mi verga en la boca, relamiendo el glande, recogiendo todo mi líquido. Lentamente continuó dando placer oral a mi pija que ya no daba más, tanta calentura acumulada de días de abstinencia me tenían al borde de acabar y agüarle la fiesta.
-Para Bebé, me tienes al borde! Déjame penetrarte, quiero correrme, pero dentro tuyo.
La tomé de los tobillos y la llevé al borde de la cama, con dos dedos le abrí los labios mayores dejando a la vista cuan caliente estaba. Acerqué mi glande a su vulva para embijarlo con sus fluídos, acaricié un poco su clítoris para luego despacio penetrarla. Al estar tan lubricada, sentí la gloria con la primera penetración, toda, completa, hasta el fondo; saqué la mitad y a un ritmo lento comencé un sabroso mete y saca que a Leti parecía gustarle por la forma que se perdía su mirada. Mantuve ese ritmo por un rato para demorar mi corrida, pero luego decidido a correrme dentro suyo, como ambos queríamos, arrecié mi ritmo, ambos gemíamos, estabamos ambos muy absortos en el placer mútuo, que sin decirle descargué todo mi semen en una gran lechada que inundó las entrañas de Leti, quien al sentir las palpitaciones de mi verga y como el semen golpeaba lo más hondo de su útero, lanzó un pausado ¡Ahhhhhhhhh! ¡Divino, que ricooooo!
Tras acabar, me incorporé, busqué mi celular y le tomé una foto a nuestro primer creampie, parecían litros y litros de leche que manaban de sus entrañas.
Me tumbé sobre la cama y le pedí que me limpiara y me comiera la pija, que tenía también una sorpresa para ella; se acercó para comerla como nunca antes, la pajeaba y me pasaba la lengua por el escroto, hasta que obtuvo su premio, una segunda corrida, no tan abundante como la primera, resultado de la calentura y la abstinencia. Se tragó mi segunda leche, y continuó con una dulce mamada, hasta que mi verga perdió su erección. Se recostó a mi lado y la abracé. Nos quedamos un rato juntos conversando sobre la deliciosa cogida y lo bien que la habíamos pasado.
-Diego, me encantó sentir tu corrida en mí. Quiero repetirla, quiero que siempre me llenes con tu semen. Me gustó cuando te corriste con el forro puesto, pero no sé como explicarte lo que sentí cuando descargaste... rico, simplemente. Y la segunda corrida no me la esperaba... me gustó eso, que me dieras leche en la boquita y en la cuquita.
-Eso es por qué me aguanté los días que tenías la regla. Nunca había terminado dos veces casi seguidas, fue algo indescriptible también. Sabes Leti, creo que disfrutaré mucho tus días de regla, la abstinencia hace que valga la pena.
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Las aguas se tranquilizaron en la vida de Leti; Hacía dos semanas que la encontré llorando en la entrada del restaurante, quince días que hemos estado cogiendo cada vez más rico y claro, dos semanas de convivencia como "pareja" pues básicamente lo somos, una pareja que empezó a serlo de una forma un poco turbia, pero en esto de las relaciones no hay manual ni tampoco un procedimiento a seguir: Se dá por que tiene que darse.
Hasta el día de ayer, habíamos intimando usando preservativos; ella me pidió usarlos pues no había tenido necesidad de cuidarse, aunque su madre la había obligado a trabajar de puta; cuestión que gracias a mi curisidad no llegó a hacer jamás; bueno, en mi cama, en confianza y con libertad si es toda una puta conmigo, pero es algo que ella permite, goza y comparte.
A Leti le vino su ciclo ayer y me pidió de una forma muy mimosa le diera plata para ir a la farmacia a inyectarse un anticonceptivo; hoy en la tarde a mi regreso del trabajo, la encontré muy animada en la cocina mientras escuchaba música con el radio reloj que tengo en la cocina.
-Hola Bebé preciosa, -le digo mientras la sorprendo con un abrazo rodeándole la cintura- hoy estás más animada que otros días...
-Hola mi muñeco guapo (me besa la mejilla) estoy muy contenta sí; fui a la farmacia como te dije, y me dieron un puyón en la nalga. Me puse el anticonceptivo de tres meses; ya lo había usado antes, así que podremos hacer muchas cosas ricas durante muuuuchoooo tiempo! Estoy ansiosa por qué me pase el ciclo para poder sentir tu pija rica dentro de mi cuquita y otras cosas más.
-Pero no hay problema que tengamos sexo durante tu regla...
-¡NO! así no me agrada, si quieres te la puedo chupar, pero mi cuquita será tuya, totalmente tuya cuando pase mi ciclo.
-Como tú quieras preciosa, haremos las cosas como tu quieras. Pero si cambias de opinión...
-¡Hay ya! Deja de insistir, no comas ansias y comprende. Es más, deberías contenerte, nada de pajas ni mamadas. Guarda esa leche para mí... ¿harías eso por mí?
La besé en el cuello, con un beso electrizante y reconciliador, no quería presionarla.
-Está bien preciosa, aunque sé decirte que es difícil abstenerse con tan rica flaca durmiendo a la par mía.
Pasaron los días y yo con unas grandes ganas de sacarme la leche, Leti ya me tenía contento con mi ración casi diaria de concha y teta, que aguantar por cuatro días fue todo un calvario, aunque sé decir que al final valió la pena.
Pasados cinco días desde que Leti fue a inyectarse el dichoso anticonceptivo, esa tarde al llegar del trabajo, encontré la casa totalmente en silencio, fui directo a la cocina, a buscar algo que beber del refrigerador; allí Leti me había dejado una nota pegada con un imán que decía: "Amor no tardo, por favor dúchate y ponte el bóxer que hallarás en la cama, hazme caso, tengo una sorpresa para tí. ¡Ah! tomé 100 pesos del dinero que dejaste en la cajita! Te amo!!!"
Imaginando cualquier cosa calenturienta, hice caso; me duché, me rasuré los pelos de las bolas, me arreglé la barba y me puse un poquito de colonia. Fui directo a la recámara y en efecto había uno de mis bóxer sobre la cama. Me lo puse y como no había otra instrucción más en la nota, regresé al refri a buscar la bebida que deseaba a mi llegada a casa. Saqué una cerveza, me la serví en un vaso y me senté a ver tele mientras esperaba que Leti regresara. De sólo imaginar que posiblemente se le había pasado el ciclo, obtuve una erección no total, pero se me notaba debajo del bóxer.
A media cerveza, Leti abrió la puerta; traía consigo una pequeña bolsita y una carita de niña pícara que no podía ocultar.
-Amooor! Me encanta como te ves con ese calzoncillo bóxer. ¡Se antojan muchas cosas!
-¿Como qué? ¿Qué cosas se te antojan al verme así?
Se abalanzó sobre mí, plantándome un beso delicioso y mientras, con su índice y dedo medio, simulaba el caminar sobre mi verga, me miraba con lujuria...
-Ahhhh, pues ese bóxer hace nacer en mí las ganas de sacarte la verga por el pliegue que usas cuando meas, y comértela papasito! Es más; traigo algo para mí en esta bolsita, pero es para que tú lo mires y lo disfrutes. Tú sé buen nene y quédate aquí quietecito mientras voy a ponerme más cómoda.
Como buena fémina, demoró un buen tiempo en eso de ponerse cómoda, pero al final la espera y la paciencia tuvieron su premio: Apareció de la recámara con una de mis camisas con algunos botones puestos, las mangas enrolladas en los brazos, sin sostén y con las uñas de los pies al estilo francés, al igual que las manos, que no noté cuando me saludó. Debajo, una brasilera blanca de encaje que le tallaba muy bien las nalgas y por ser flaquita, se le veía muy bien.
Recostando su cuerpo en el marco de la puerta que da a la cocina, con una mano intentando desabotonarse mi camisa y con la otra haciéndome el ademán para que me acercara me llama con un susurrante "ven". Me tomó la mano y me hizo seguirla hasta mi cama. Tenía sábanas limpias, había colocado una vela aromática que tenía en la sala y le había colocado a la lámpara de noche una manta que atenuaba un poco la luz.
-Sube a la cama, esta noche quiero que me hagas el amor como si fuera nuestra primera vez, quiero que me cojás como nunca me has cogido y quiero que me llenes con tu leche la cuquita... pero primero, quiero ver el deseo por mí en tus ojos, quiero sentir cuanto me desean tus labios y tus manos, quiero sentirme la mujer más deseada del mundo!
Me senté recostado en el respaldo de la cama, mientras Leti, despacio iba desabotonando uno, dos, tres y luego cuatro botones de mi camisa, dejándola puesta, abierta, mostrando parte de sus tetas y su escote que tanto me gusta, y podía verse desde mi plano la delicada prenda que se había comprado para la ocasión.
-¿Me queda bien tu camisa?
-A mí me queda bien, a tí mami rica, se te ve sexi! Me encanta como te talla la tanga, haces que te vea con mucho morbo. Me encantan tus pies, me excita mucho, me tienes extasiado preciosa, te deseo.
Mientras le decía todo lo rica que se veía, ella despacio se fue acercando a mí, subió a la cama y se hincó sobre mis piernas. La cogí por las nalgas, apretándolas mientras la besaba, en la boca, su cuello, bajando a su escote, mientras subían mis manos por su espalda hasta llegar a sus costados y apretar sus tetas para cerrar su escote y besar sus pezones, lamerlos y darles pequeños mordiscos. Volví a besarla con mucha intensidad mientras le estrujaba sus duras tetas redondas. Leti ya estaba muy excitada, pues cuando llevé mis dedos a rozar su concha sobre la tanga, esta destilaba sus jugos vaginales; estaba al borde de su primer orgasmo.
-¿Te gusto Diego, realmente te gusto?
-Me encantas Bebé, eres el sueño de todo hombre!
Continuamos besándonos con lujuria y deseo, mientras le iba quitando la camisa, le comía la boca, le besaba el cuello, mordisqueaba su oreja, lamía su escote, seguí besando y lamiendo su pecho y abdomen, hasta llegar a su sexo, que pedía a gritos lengua y verga. Se tumbó en la cama y pude quitarle la suculenta prenda, para perderme entre sus piernas y comerle la cuquita, haciéndole trizas su clítoris con mi lengua, metiendo uno y dos dedos dentro de su vagina; sentí sus orgasmos, dos, uno tras otro. Sin dar tregua continué dando placer oral a Leti mientras ella se mordía el labio y se apretaba las tetas, yo la tenía sometida con mis manos en sus caderas y mi boca en su concha. Tuvo un tercer orgasmo y me pidió parar. Me incorporé y ella se acercó a mí para tomarme por las nalgas, acercando mi vierga prisionera bajo el bóxer, sacándola como ella quería, vió que el prepucio y el glande brillaban por mis pre seminales y con la yema de su dedo índice cogió un poco y de un rechupete se lo metió a la boca, lo saboreó y viéndome con esa carita de picardía dijo "que rico" para embullirse mi verga en la boca, relamiendo el glande, recogiendo todo mi líquido. Lentamente continuó dando placer oral a mi pija que ya no daba más, tanta calentura acumulada de días de abstinencia me tenían al borde de acabar y agüarle la fiesta.
-Para Bebé, me tienes al borde! Déjame penetrarte, quiero correrme, pero dentro tuyo.
La tomé de los tobillos y la llevé al borde de la cama, con dos dedos le abrí los labios mayores dejando a la vista cuan caliente estaba. Acerqué mi glande a su vulva para embijarlo con sus fluídos, acaricié un poco su clítoris para luego despacio penetrarla. Al estar tan lubricada, sentí la gloria con la primera penetración, toda, completa, hasta el fondo; saqué la mitad y a un ritmo lento comencé un sabroso mete y saca que a Leti parecía gustarle por la forma que se perdía su mirada. Mantuve ese ritmo por un rato para demorar mi corrida, pero luego decidido a correrme dentro suyo, como ambos queríamos, arrecié mi ritmo, ambos gemíamos, estabamos ambos muy absortos en el placer mútuo, que sin decirle descargué todo mi semen en una gran lechada que inundó las entrañas de Leti, quien al sentir las palpitaciones de mi verga y como el semen golpeaba lo más hondo de su útero, lanzó un pausado ¡Ahhhhhhhhh! ¡Divino, que ricooooo!
Tras acabar, me incorporé, busqué mi celular y le tomé una foto a nuestro primer creampie, parecían litros y litros de leche que manaban de sus entrañas.
Me tumbé sobre la cama y le pedí que me limpiara y me comiera la pija, que tenía también una sorpresa para ella; se acercó para comerla como nunca antes, la pajeaba y me pasaba la lengua por el escroto, hasta que obtuvo su premio, una segunda corrida, no tan abundante como la primera, resultado de la calentura y la abstinencia. Se tragó mi segunda leche, y continuó con una dulce mamada, hasta que mi verga perdió su erección. Se recostó a mi lado y la abracé. Nos quedamos un rato juntos conversando sobre la deliciosa cogida y lo bien que la habíamos pasado.
-Diego, me encantó sentir tu corrida en mí. Quiero repetirla, quiero que siempre me llenes con tu semen. Me gustó cuando te corriste con el forro puesto, pero no sé como explicarte lo que sentí cuando descargaste... rico, simplemente. Y la segunda corrida no me la esperaba... me gustó eso, que me dieras leche en la boquita y en la cuquita.
-Eso es por qué me aguanté los días que tenías la regla. Nunca había terminado dos veces casi seguidas, fue algo indescriptible también. Sabes Leti, creo que disfrutaré mucho tus días de regla, la abstinencia hace que valga la pena.
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