Mi timidez y las mujeres de mi familia 27
RELATO ANTERIOR:
Mi timidez y las mujeres de mi familia 26
http://www.poringa.net/posts/relatos/3094417/Mi-timidez-y-las-mujeres-de-mi-familia-26.html
Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.
Con la polla dentro me volví a dormir, Tere me cogió una mano y pasándola por encima de ella la puso sobre una teta, la estruje y seguí durmiendo.
Cuando sentí frío busqué la sabana para taparme, pero no la encontré, abrí los ojos, donde antes había sentido frío ahora sentía calor, Tere se había despertado y me estaba dando una mamada, entre mis piernas su cabeza subía y bajaba rítmicamente, le cogí de las cabeza y tiré de ella hasta que me besó en la boca, sus tetas se habían arrastrado sobre todo mi cuerpo hasta descansar sobre mi pecho, sus piernas abarcaban las mías, su coño abrazaba mi polla cuando empezó a moverse lentamente, los labios solo dejaban ver a mi capullo cuando se alejaban, las venas hinchadas de mi miembro rozaban el clítoris también hinchado de Tere, le dije que si seguía así me correría en un momento, solo arqueó la cintura y levantando el culo se metió la polla dentro del coño, las tetas volaban sobre mi cabeza, redondas y suaves, mis manos las amasaban haciéndoles tomar formas inverosímiles, ella me las acercaba a la boca para que mordiera los pezones, muchas veces cuando los tenia entre los dientes, se levantaba de golpe para que se los estirara, le gustaba separarse un poco de mí para admirar como mi polla se introducía dentro de ella, su vagina tomaba la forma de mi tronco, se hundía con ella y la acompañaba abrazándola al salir, tenía el coño estrecho como una adolescente.
Tere notó antes que yo que me iba a correr, la polla se hinchó más y el capullo palpitaba con fuerza, los huevos se me pegaban duros a la polla y ella no me quiso privar de una corrida placentera, con su cuerpo rozaba el mío, frotaba sus tetas sobre mi pecho, su estomago y su vientre sudados resbalaban sobre mí, no sé de donde arrancó la sensación, pero una corriente eléctrica recorrió todo mi ser, mis brazos y mis piernas no me obedecían, temblaba y saltaba incontrolado, la cabeza oscilaba mientras desde mis huevos salían cantidades impensables de leche, parecía que lo hacían con orden y sin prisas pero no paraban de salir con sacudidas interminables, cuando Tere se detuvo aún di algún chorro más, entre su vagina y mi polla una cortina de leche me llegaba hasta el culo después de rodear a mis huevos.
Ya empezaba a clarear el día, Tere se había levantado, lo noté por el cambio de temperatura, se estaba duchando y cuando volvió olía a flores silvestres, solo me dijo al oído…
- Está amaneciendo, es la mejor hora para follar, hazme lo que quieras.
Ante mi ojos el cuerpo de Tere, el sexo maduro, la experiencia el placer de sentirse deseada, todo eso y más reflejaba su cara, me acerque y la besé, nuestras lenguas se fundieron buscándose en la boca, mi cuerpo sobre ella quería hacerse uno solo, mi boca buscaba su cuello, su garganta, sus ojos, todo lo deseaba para mí, sus tetas aplastadas por mí salían por los lados de su cuerpo, sus piernas me abrazaban mi cintura y mi polla pugnaba por meterse dentro de ella, tras varios intentos fue la experiencia quien gano a la fogosidad y con un ligero movimiento de cintura encaró su vagina a mi descontrolado glande, cuando lo notó entre sus labios sus talones hicieron el resto, me presionaron cerrándose contra mí y entré triunfante hasta que mis huevos se pegaron a sus labios.
Nunca había tenido un orgasmo tan rápido, apenas había entrado y salido cuatro veces cuando sus uñas en mi espalda se hundieron, solo note cuando además de clavadas se arrastraron sobre mi piel, me escoció, pero quizá la satisfacción de verla correrse con tanta intensidad dio suelta a mis sentidos y apretándome contra ella volvía a llenarla de leche, su vientre se encogía a cada inyección mía, quedamos abrazados, no teníamos ni fuerza para caer sobre la sabana.
Ya entraba el sol por la ventana cuando Tere me empujó lo suficiente para quitarme de encima, la tenía aplastada todo el tiempo, ella me sostenía abrazándome.
continuara .......
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Mi timidez y las mujeres de mi familia 26
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Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.
Con la polla dentro me volví a dormir, Tere me cogió una mano y pasándola por encima de ella la puso sobre una teta, la estruje y seguí durmiendo.
Cuando sentí frío busqué la sabana para taparme, pero no la encontré, abrí los ojos, donde antes había sentido frío ahora sentía calor, Tere se había despertado y me estaba dando una mamada, entre mis piernas su cabeza subía y bajaba rítmicamente, le cogí de las cabeza y tiré de ella hasta que me besó en la boca, sus tetas se habían arrastrado sobre todo mi cuerpo hasta descansar sobre mi pecho, sus piernas abarcaban las mías, su coño abrazaba mi polla cuando empezó a moverse lentamente, los labios solo dejaban ver a mi capullo cuando se alejaban, las venas hinchadas de mi miembro rozaban el clítoris también hinchado de Tere, le dije que si seguía así me correría en un momento, solo arqueó la cintura y levantando el culo se metió la polla dentro del coño, las tetas volaban sobre mi cabeza, redondas y suaves, mis manos las amasaban haciéndoles tomar formas inverosímiles, ella me las acercaba a la boca para que mordiera los pezones, muchas veces cuando los tenia entre los dientes, se levantaba de golpe para que se los estirara, le gustaba separarse un poco de mí para admirar como mi polla se introducía dentro de ella, su vagina tomaba la forma de mi tronco, se hundía con ella y la acompañaba abrazándola al salir, tenía el coño estrecho como una adolescente.
Tere notó antes que yo que me iba a correr, la polla se hinchó más y el capullo palpitaba con fuerza, los huevos se me pegaban duros a la polla y ella no me quiso privar de una corrida placentera, con su cuerpo rozaba el mío, frotaba sus tetas sobre mi pecho, su estomago y su vientre sudados resbalaban sobre mí, no sé de donde arrancó la sensación, pero una corriente eléctrica recorrió todo mi ser, mis brazos y mis piernas no me obedecían, temblaba y saltaba incontrolado, la cabeza oscilaba mientras desde mis huevos salían cantidades impensables de leche, parecía que lo hacían con orden y sin prisas pero no paraban de salir con sacudidas interminables, cuando Tere se detuvo aún di algún chorro más, entre su vagina y mi polla una cortina de leche me llegaba hasta el culo después de rodear a mis huevos.
Ya empezaba a clarear el día, Tere se había levantado, lo noté por el cambio de temperatura, se estaba duchando y cuando volvió olía a flores silvestres, solo me dijo al oído…
- Está amaneciendo, es la mejor hora para follar, hazme lo que quieras.
Ante mi ojos el cuerpo de Tere, el sexo maduro, la experiencia el placer de sentirse deseada, todo eso y más reflejaba su cara, me acerque y la besé, nuestras lenguas se fundieron buscándose en la boca, mi cuerpo sobre ella quería hacerse uno solo, mi boca buscaba su cuello, su garganta, sus ojos, todo lo deseaba para mí, sus tetas aplastadas por mí salían por los lados de su cuerpo, sus piernas me abrazaban mi cintura y mi polla pugnaba por meterse dentro de ella, tras varios intentos fue la experiencia quien gano a la fogosidad y con un ligero movimiento de cintura encaró su vagina a mi descontrolado glande, cuando lo notó entre sus labios sus talones hicieron el resto, me presionaron cerrándose contra mí y entré triunfante hasta que mis huevos se pegaron a sus labios.
Nunca había tenido un orgasmo tan rápido, apenas había entrado y salido cuatro veces cuando sus uñas en mi espalda se hundieron, solo note cuando además de clavadas se arrastraron sobre mi piel, me escoció, pero quizá la satisfacción de verla correrse con tanta intensidad dio suelta a mis sentidos y apretándome contra ella volvía a llenarla de leche, su vientre se encogía a cada inyección mía, quedamos abrazados, no teníamos ni fuerza para caer sobre la sabana.
Ya entraba el sol por la ventana cuando Tere me empujó lo suficiente para quitarme de encima, la tenía aplastada todo el tiempo, ella me sostenía abrazándome.
continuara .......
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