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El novio sustituto 2

No pude dormir ni la siesta. Saber que saldría con María me mantenía animado y despierto. Un rato antes de las 6 me duché, me lavé los dientes y me peiné para ir a la feria con mi amiga. Las fiestas del pueblo duraban una semana pero la feria se instalaba ya unos días antes para aprovechar y hacer caja con chavales como nosotros, que estábamos ya de vacaciones del instituto.
 
Llamé a su piso desde el portal y al poco rato la vi bajar saltando por las escaleras. Llevaba una camiseta de tirantes bastante apretadita que marcaba bien su fino vientre y dejaba en evidencia sus lindos pechos. Más abajo una minifalda tejana se apretujaba contra sus muslos. Me dió un par de besos y pude oler el frescor de su piel. Sin duda también se acababa de duchar. Y al comenzar a andar juntos pude apreciar por el movimiento de sus senos que no llevaba sostén, como era bastante habitual en ella, particularmente en verano.
 
— Que bien que vengas conmigo! Hacía tiempo que no salíamos por ahí juntos sólo tu y yo. -me dijo alegremente.
— Si, tienes razón, seguramente desde antes que empezaras s verte con Ramón.
— Ay, no me hables de ese mamón; me ha dejado aquí tirada todo el verano y ni siquiera se ha molestado en llamarme desde que se fué.
— Bueno mujer, ya te llamará, acaba de irse.- pude percatarme de que no pasaban por su mejor momento. 
 
Al llegar a la plaza donde la feria se había instalado vimos que la mayoría de los chavales del barrio ya estaban ahí, listos a gastarse sus pagas semanales en banales atracciones y chucherías. Cuando nos acercamos a la entrada vimos a un grupo de 4 o 5 chicos algo más mayores y ellos al ver llegar a María se pusieron a mirarla, sonreír y murmurar algo entre ellos.
— Mierda! –exclamó María– esos son amigos de mi hermano. Son unos pesados, siempre diciéndome obscenidades y molestándome... –acto seguido me cogió del brazo y me arrastró con ella hacia ellos– Ven conmigo –me dijo– y sígueme la corriente!
— Que pasa Mari, te vienes a jugar con los mayores un rato? –dijo uno de los chicos, ignorándome a mí por completo.  
— Dejadme en paz. Estoy con mi novio así que cortaros un poco.– respondió María.
— Éste es tu novio? –dijo otro– Pensaba que era un pijo larguirucho de las afueras. –refiriéndose a Ramón.
— Ahora estoy con él –dijo María, y entonces me estampó un pico en la boca que me sorprendió. Yo intenté actuar con naturalidad lo mejor posible.
— Vaya María, cambias de novio como de abrigo –dijo un tercero – ya sabe tu hermano lo putita que eres?
— Eh! –grité casi inconscientemente. Me pareció que tenía que intervenir, aunque os aseguro que temí por mi integridad física. Yo me cuidaba bien y estaba fuerte, pero esos chicos eran muchos y mas altos y mayores que yo.
— Tranquilo chaval, que hay confianza con María –replicó el primero– María, dile que no hay problema. Que somos amigos. 
— Tranquilo cielo, que estos siempre están de guasa. –dijo María, y abrazándome me plantó otro beso en los labios, ésta vez un poco más húmedo, abriendo ligeramente sus labios al rozarme. Al separarse me tocó el culo con su mano derecha.
 
La verdad que ella estaba actuando conmigo tal y como yo la había visto actuar cientos de veces con Ramón; cariñosa y juguetona. Era así como ella trataba a sus novios, y yo, aunque sólo fuera durante un instante y por las apariencias, recibí el mismo trato que el resto. Mi excitación estaba por las nubes, pero me reprimí lo mejor que pude para no estropearle la coartada a mi amiga.
 
— Bueno nos vemos por ahí que nosotros estamos ocupados –dijo María arrastrándome lejos del grupo de chicos.
— Gracias, gracias, gracias! – me dijo ya cuando estuvimos un poco más apartados – así espero me dejarán tranquila. Éstos siempre andan acosándome. Realmente los odio, y odio a mi hermano por permitírselo. Pero estando tú conmigo se tendrán que cortar un poco.  Perdona que te asaltara así de improvisto pero he tenido que improvisar.
— Nada mujer, si no pasa nada –mentí – me alegro de poder ayudar. Solo espero que Ramón lo entienda, si se entera...
— Y dale con Ramón! Es él que me ha dejado aquí tirada, todo el verano! En todo caso es él el que te debería agradecer a tí por protegerme de semejantes energúmenos. A Ramón ya le dejaré saber yo lo que necesite saber, tú ni pío.
— Pues lo que tú mandes, María, no te llevaré la contra.
— Si es que eres un cielo! –me dijo, y tal como estaba, aún agarrada a mi brazo, me volteó y me estampó otro beso.
 
Después estuvimos un rato disparando balines a unos globos. Al acabar vimos al mismo grupo de chicos cerca, haciendo cola en los autos de choque. Nos estaban observando.
— Ahí están esos brutos otra vez, mirándome el culo, como siempre. Ven conmigo, a ver si nos dejan en paz – y tomándome del brazo rápidamente me llevó con ella hacia otra de las atracciones. Nos pusimos a hacer cola y ella, asegurándose de quedar a la vista de los amigos de su hermano, se giró hacia mí y empezó a besuquearme la cara. Yo tardaba en reaccionar, no me lo creía la verdad. Al rato ella estaba con una mano en el bolsillo trasero de mis pantalones y me comía la cara con sus labios carnosos. Empezaba a ser ya un morreo en toda regla. Yo me fui animando poco a poco y le acariciaba el pelo mientras abría mi boca para recibir su lengua, que ella forzaba dentro de mí.
 
Esta niña sabia lo que hacia. Todas esas experiencias que ella me había ido confesando durante los años la habían convertido en una chica fogosa y experimentada. Y en una calienta-poyas, como se decía. Mi pene iba a reventar y en apenas unos minutos que llevábamos de morreo, ella despertó en mí mis más bajos instintos. La hubiera poseído en ese instante si hubiera podido. Como un sueño. 
 
Ella por su parte seguía con su muy convincente farsa, para ahuyentar a sus acosadores. Por momentos iba echando miradas hacia donde los amigos de su hermano se encontraban, vigilando.
 
Nos llegó el turno de montar en la atracción; una de esas como de tacitas que giran en sí mismas alrededor de un eje. Al sentarnos me dijo:
— Gracias otra vez! Lo mejor será seguir actuando como novios todo el rato, para que no sospechen, y así nos dejarán tranquilos. No te importa?
— Claro, claro... No hay problema.
— Gracias! Me salvas la vida. Además pues tu aprovéchate un poco, que será divertido. Favor por favor. —y me sonrió guiñándome un ojo.
 
La atracción se puso en marcha y María se agarraba a mí sin discreción. Yo la rodee con mi brazo derecho y disfruté del momento. Aunque fuera sólo por una tarde, María iba a ser mi novia.
 
Pasamos un buen rato en la feria, como novios. De vez en cuando nos vigilaban ese grupo de energúmenos, pero para mí eso significaba que María se pusiera incluso más cariñosa. Los besos eran intensos; su cálida lengua me sabia a gloria y ella me la ofrecía con facilidad.
 
Un momento dado nos sentamos en la hierba, como otras parejas hacían. 
—Ven, quiero que les quede bien claro a esos brutos que no estoy disponible para sus flirteos –me dijo en ese momento, y se sentó cara a mí sobre mis piernas, poniéndolas alrededor de mi cintura, y ofreciéndome una buena vista del interior de su faldita al hacerlo. Llevaba unas braguitas finas de color amarillo que se apretaban firmemente a su coñito. Pude reconocer vagamente el contorno de su sexo, recordando las imágenes del otro día. 
— Besas muy bien – me dijo, y al instante me ofreció su boca una vez más.
Sentados como estábamos, ella se apoyaba con sus manos en mi pecho, y me empezó a acariciar por encima de mi camiseta. Yo bajé una mano sobre un muslo y se lo sobé llegando a rozar su minifalda. La otra mano la tenía sobre su espalda y la iba subiendo y bajando hasta que terminé pasándola sobre su culo unas pocas veces. Ella lo aceptaba con normalidad. A mi esa intimidad con María me estaba llevando a un éxtasis de placer que nunca había experimentado. Temí correrme ahí mismo, sobretodo cuando ella me agarró por la espalda, y empezó un vaivén sobre mis piernas, apretando sus senos contra mí.
 
Pero la cosa no pasó a más porque había gente pasando alrededor y el numerito que dábamos empezaba a atraer un poco de atención. Al levantarnos los amigos de su hermano mayor ya no estaban ahí. Empezaba a hacerse tarde y nos fuimos para casa.
 
Por el camino continuamos agarrados hasta llegar a su portal. Allí me dijo:
—Nos hemos divertido verdad? Gracias por hacerme de novio substituto, no sé lo que habría hecho si no hubieras estado ahí.- me dijo sonriente. 
—Bueno ya sabes, lo que necesites, hay confianza... –dije, y ella se acercó y me dio el último beso de la noche.
—Te lo agradezco. –y entonces añadió, fiel a su estilo– Oye, he notado que tenías la poya dura toda la tarde. Espero que no te duela mucho. Te harás una buena paja pensando en mí?
 
Me quedé helado. Cómo se responde a algo así? Además, yo que pensaba que había disimulado bastante bien.
— Bueno... es que... claro.. –empecé a balbucear.
— No te preocupes hombre –me cortó medio riendo– si has aguantado más de lo que pensaba! Cuando me he sentado encima tuyo creí que te ibas a correr, pero has aguantado. Debes estar que revientas!
— Sí, bueno la verdad...
— Mira, te doy algo para ayudarte, es lo mínimo que puedo hacer después de lo mucho que me has ayudado tú a mí –y entonces María me tomó una mano y se la llevó por debajo de su camiseta hasta sus pechos. – tócalas bien, y luego vete a tu casa y piensa en mis tetas mientras te haces una buena paja. Ya me contarás que tal te ha ido. –y sonriente me guiñó un ojo.
 
Le palpé bien los pechos durante unos segundos y entonces nos separamos. Yéndose ya hacia su puerta se giró y me dijo:
—Ah! Casi se me olvida; voy a la piscina mañana por la mañana. Me iría bien que me hicieras de novio otra vez, te apuntas?
—Si, claro, no hay problema! –exclamé, lleno de alegría en mi interior.
 
Al llegar a mi casa prácticamente ignoré a mi familia y me dirigí casi de inmediato a mi habitación. La corrida fue monumental. Al irme a dormir me acosté con una tremenda excitación; la experiencia iba a durar al menos un día más.
 
Continuara

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