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En proceso de divorcio

Ella era una mujer de 43 años, casada, con dos hijas pequeñas y en pleno proceso de divorcio. 
Nos conocimos en un chat, e inmediatamente conectamos a pesar de la diferencia de edad. Intercambiamos fotos, conversaciones por Skype, llamadas telefónicas, todo tipo de contacto, pero nunca nos atrevíamos a dar el paso de quedar. 

Finalmente un día ella decidió dar el paso, y me invitó a su casa mientras su marido, el cual aún vivía con ella, estaba trabajando.

Llegaba treméndamente nervioso, pero también excitado. Llamé al portero automático y abrieron la puerta sin contestar, y una puerta en la planta baja se entreabrió. Atravesé la puerta y tras ella se encontraba aquella bonita mujer, morena, de ojos marrones, con melena. Medía alrededor de 1'60, delgada, con el pecho pequeño y con un culo de escándalo.
Me abrió en bata, con el pelo mojado, ya que salía de la ducha, y me besó en la mejilla.

Después de enseñarme la casa, me llevó a su habitación, donde comenzamos a hablar. Ella no dejaba de mirarme y cada vez nos acercábamos más el uno al otro.
Tras unos minutos hablando finalmente nos besamos y desaté su bata delicadamente dejando que esta cayese suavemente deslizándose por su cuerpo.
Ella comenzó a quitarme la ropa, dejando mi cuerpo desnudo frente a ella. (soy un hombre de 1'80, unos 73kg, deportista, moreno de pelo corto y ojos verdes).

Había empezado el juego, y cada vez me sentía más a gusto en aquella habitación con esa bonita mujer. Nos besábamos sentados en la cama hasta que la agarré entre mis brazos y la llevé contra la pared.
La coloqué de cara a la pared, sus pezones podían notar el frío en contraste con el calor corporal que cada vez iba en aumento. Comencé a besarla por el cuello suavemente, alternando mis labios con pequeños mordiscos que hacían que su piel se erizase. 
Al estar colocado detrás ella empezó a notar como mi miembro ganaba tamaño apoyado en su culo, y ella apretaba contra mí buscando aumentar el contacto. Subí con los besos hacia su oreja, jugando con su lóbulo y mordiéndoselo. Pudo notar mi respiración agitada. Mis manos comenzaron a jugar con sus pechos, y poco a poco la derecha se deslizaba suavemente por su cadera hasta llegar a su sexo.

Estaba húmedo, y al tocarlo ella se estremeció. Comencé a jugar suavemente con su clítoris mientras seguía besándola el cuello. No podía evitar soltar algún que otro gemido, mientras mis dedos dibujaban círculos sobre su monte de venus. 

Bajé besando su espalda recorriéndola de punta a punta hasta arrodillarme entre sus piernas para empezar a jugar con mi lengua en su sexo. Mi lengua jugaba con su clítoris mientras realizaba escapadas por toda su rajita llegando hasta su ano. La lamía completamente, mientras ella se retorcía de placer y no podía parar de gemir.

Me levanté y la arrodillé frente a mi, y ella comenzó a jugar con mi miembro. Primero lamía el glande, para luego meterse toda mi polla en su boca. La agarré por el pelo y comencé a moverme como si la penetrase, follándole la boca, metiéndosela hasta la campanilla, provocándole arcadas.
La levanté del pelo colocándole de nuevo contra la pared como anteriormente y me coloqué tras de ella.
El calor era insoportable, mi miembro rozaba entre sus muslos notando la humedad de su sexo. Estábamos ambos extasiados, y cuando comencé a morderla el cuello ella agarró mi polla poniéndole en su vagina para que yo empujara.
Se la metí de golpe, haciendo que tuviese que ponerse de puntillas. En cada embestida ella daba un pequeño bote, gemíamos de placer, y mi mano derecha aprovechaba para masajearle el clítoris a la vez que la empotraba contra la pared. 

El sexo era buenísimo, sus piernas temblaban de placer, y a los pocos minutos se deshacía ensartada en mi polla. Su primer orgasmo había llegado y había liberado gran cantidad de flujos, los cuales no dudó en limpiar con su lengua de mi polla.

La tiré en la cama, tumbándola de costado, y colocándome yo detrás de ella. Aún seguíamos muy calientes. "Vas a querer más de tu yogurín?" la pregunte susurrándole al oído. 
Su contestación fue un movimiento de cadera en el que su culo recorrió toda mi polla de abajo a arriba.
Acto seguido volví a introducir mi miembro en su vagina haciendo que volviésemos a jadear de placer. Mis manos pellizcando sus pezones mientras ella se masajeaba el clítoris. "Te gusta que te folle tu yogurín?" la preguntaba, pero ella no respondía, únicamente gemía.

Saqué mi polla de ella, y la coloqué a cuatro patas sobre la cama. 
La azoté en su nalga derecha, fuerte, dejando mi mano marcada en su culo, y ella se retorció...
"Quieres que te siga follando tu yogurín?" la pregunté mientras la volvía a azotar.
"Si" respondía ella con la respiración entrecortada.
Coloqué mi polla en su coño y al sentirla ella misma se movió metiéndosela hasta dentro.
Con mis manos la agarré del pelo, mientras la embestía. Ambos gemíamos, nuestros cuerpos resbalaban con el sudor, y mis caderas sonaban al chocar con su culo. 
En cada rebote ella gemía de placer y en una de estas dejé caer un poco de saliva sobre su culo.
Empecé a meterla un dedo, cuando ella protestó diciéndome que era virgen por ahí.

La azoté, y ella gimió de nuevo, en otra nueva embestida. Mi dedo estaba dentro de su culo.
"me vas a decir que no te gusta?" a lo que ella contestó "si me gusta, pero ten cuidado."

Comencé a follarla más lentamente, sacando prácticamente toda mi polla de ella y volviéndosela a introducir hasta el fondo mientras ella se masajeaba el clítoris. Mi dedo entraba y salía, hasta que viendo que coloqué otro más sobre su ano y poco a poco lo fuí metiendo.
Se retorció. 
Era un placer que nunca había experimentado.
Sus músculos vaginales se contraían, estaba a punto de correrse de nuevo y la metí un dedo más mientras la penetraba cada vez más fuerte.
Llegó a su segundo orgasmo entre espasmos, y cuando quiso darse cuenta mis dedos estaban fuera de su culo y mi polla estaba colocada justo en la entrada de su ano.
La pasé el peine de mango redondo que tenía en la mesita y la dije que se masturbara con el por el coño. Lo hizo sin rechistar, mientras yo dejaba caer otro poco de saliva entre su ano y mi polla.
Empecé a hacer presión, mi polla entraba poco a poco en ese culito estrecho, y ella se retorcía entre placer y dolor. La agarraba por el pelo, y ella no dejaba de masturbarse con el peine.
Poco a poco mi polla fué llenando su culo, hasta que entró por completo, y me quedé quieto unos instantes dejando que su cuerpo dilatase y se acostumbrase.
Ella comenzó a moverse en círculos, dejándome claro que aún quería más y comencé a moverme suavemente. 
Gemíamos como locos, ese culito estrecho me encantaba, y ella estaba gozando como una perra.
Notaba los espasmos que ella tenía en cada embestida y pronto empecé a metérsela con fuerza, haciendo que mis pelotas chocaran con su culo. No duró mucho más hasta que ambos llegamos a un tremendo orgasmo. Ella volvió a extralubricar cayéndole gotas de sus flujos por las piernas mientras que mi polla se movía entre espasmos dentro de su culo llenándolo de mi semen. 

Caímos rendidos en la cama, había sido algo increíble, y ambos permanecíamos tirados mirándonos el uno al otro sin decir nada.

La hora de ir a buscar a sus hijas llegaba, así que nos despedimos y quedamos en repetirlo.

A la media hora ya habían empezado los mensajes provocándonos hasta que por la noche ella me mandó una foto de su culo diciéndome que estaba esperando a que mi polla lo volviese a follar. 

Esa fue la primera vez que nos vimos, que no la última...

Espero que os guste

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