Como recordarán, con la profe sentimos deseos uno por el otro. Hace unos días nos volvimos a encontrar. Pero esta vez fue de casualidad. Subo al tren como todos los días después de trabajar, muy cansado. Unas estaciones más adelante de la que subí yo, la veo subir, pero iba con su marido. Venían hablando de una forma que parecía discusión, hasta que vi que se bajó, pero él se quedó en el tren. No sé por qué, pero automáticamente bajé yo también. Después que se fue el tren, me acerqué a ella y me dijo "hiciste lo que sabía que ibas a hacer, pendejo. Ahora me vas a coger otra vez".
Dimos unas vueltas hasta encontrar un telo cerca de donde bajamos, la verdad no conocía la zona. Entramos al telo y antes de llegar a la habitación ya me metió su mano entre mi bragueta. Estaba desesperada por mi pija. Empezamos a besarnos y a tocarnos. Su debilidad es la espalda, entonces decidí pasarle mi lengua de a poco, acariciarla y darle besos. Después me arrinconó, me bajó el bóxer y se arrodilló, me chupó la pija de una manera exquisita. Sin dejarla parar, la di vuelta y le refregué mi pija por toda su espalda, gritaba del placer.
Le chupé toda su concha y metí mi verga de a poco. Estaba completamente mojada y yo al palo. Gritó, me arañó todo, gozaba como nunca. Se la llené de leche después de un buen rato, pero ni bien saqué la pija de adentro suyo, agitada me dijo que el segundo polvo fuera cogiendo su cola. No me lo imaginé, porque ella me había dicho que nunca lo hizo y no lo iba a hacer por miedo. Entonces poco a poco mis dedos entraron en acción. Primero lubriqué uno y lo fui metiendo despacito (antes le comí enterito ese culo con mi lengua). Luego metí dos... Le dolía poquito, pero no me dijo que pare. Metí tres e inmediatamente mi pija. Le dolió, mucho, pero quiso que fuera mío su culo antes que de su marido.
Le pregunté por qué a su marido no y a mi si. Me dijo que terminó con él en el tren...
Pronto, tal vez, tengan más noticias sobre ella.
Dimos unas vueltas hasta encontrar un telo cerca de donde bajamos, la verdad no conocía la zona. Entramos al telo y antes de llegar a la habitación ya me metió su mano entre mi bragueta. Estaba desesperada por mi pija. Empezamos a besarnos y a tocarnos. Su debilidad es la espalda, entonces decidí pasarle mi lengua de a poco, acariciarla y darle besos. Después me arrinconó, me bajó el bóxer y se arrodilló, me chupó la pija de una manera exquisita. Sin dejarla parar, la di vuelta y le refregué mi pija por toda su espalda, gritaba del placer.
Le chupé toda su concha y metí mi verga de a poco. Estaba completamente mojada y yo al palo. Gritó, me arañó todo, gozaba como nunca. Se la llené de leche después de un buen rato, pero ni bien saqué la pija de adentro suyo, agitada me dijo que el segundo polvo fuera cogiendo su cola. No me lo imaginé, porque ella me había dicho que nunca lo hizo y no lo iba a hacer por miedo. Entonces poco a poco mis dedos entraron en acción. Primero lubriqué uno y lo fui metiendo despacito (antes le comí enterito ese culo con mi lengua). Luego metí dos... Le dolía poquito, pero no me dijo que pare. Metí tres e inmediatamente mi pija. Le dolió, mucho, pero quiso que fuera mío su culo antes que de su marido.
Le pregunté por qué a su marido no y a mi si. Me dijo que terminó con él en el tren...
Pronto, tal vez, tengan más noticias sobre ella.
0 comentarios - La profesora de mi hermano y yo (capítulo 2)