(Es un relato largo, aviso)
Sábado a la tarde, casi fin de año, calor abrasante… soy padre así que es día de playa obligado. El agua de Mar del Plata es helada, pero el calor del aire era insoportable. Mi hijo estaba haciendo un pozo en la arena mojada, y yo parado ahí dejaba que el sol me seque lentamente. Yo seguía mirando las deliciosas chicas que van y vienen, las veteranas con sus miradas indiscretas, pero yo ahí onda nada cuidando de mi hijito.
Al rato llega la madre de mi hijo, y baja a la playa y se encuentra con nosotros, juntamos las cosas, le doy un beso a mi hijito y se van juntos a a su casa. Tenemos una buena relación con ella, mantenemos cierta “diplomacia elegante”.
Me senté en la arena, mirando al horizonte con cierta paz. El sonido de las olas era muy relajante, mis párpados bajaron hasta la mitad y empecé a meditar. Contando los ciclos de mi respiración, muy lentamente, dejando que mis emociones se disipen… en pocos segundos sólo existía mi respiración. Los problemas, las preocupaciones, eran como el ruido de fondo y las figuras que pasan en frente mío son como hojas en el viento. Por alguna razón cuando estoy así de relajado, se me dibuja una sonrisa, leve y sutil.
Lentamente me percato de una energía a mi derecha, como si te bloquearan el sol, así de fuerte pero no era el caso ya que el sol estaba a mi espalda. Esa sensación es una presencia, alguien que no estaba ahí antes. Doy un largo suspiro, y de a poco miro a mi lado donde descubro esta chica con un mate en la boca mirándome como si fuera una especie de reptil salido del agua. Dió un sorbo largo y sonó el fin del mate cuando me dijo: “perdón, no quise molestar”, aunque su expresión no acompañaba sus palabras, es como si hasta le divirtiera justamente molestar.
“No, no me molestás. Para nada” le respondí con una sonrisa.
“¿Cual es tu historia?” dijo con honesta inocencia, como quien pregunta la hora.
“¿Mi historia? Ninguna historia, para nada… no sé a que te referís” la frase salió como un balbuceo mientras buscaba mil respuestas en mi mente pero se aglutinaban en mi filtro ante alguien que no conozco.
“Sos interesante, te vengo observando hace un rato, y me preguntaba ¿Cual es la historia de este hombre?” dijo mientras llenaba el mate y me entregaba para que me tome uno.
“Todos somos interesantes para alguien supongo, aunque no sé en que contexto. Es com preguntar el color de una hoja en un bosque… depende de a cual de ellas te referís”.
Hizo una pausa, puso una cara pensativa casi infantil y dijo algo que me sorprendió tanto como me gustó: “Intuición… digamos que tengo una fuerte intuición, y por eso estamos tomando mates juntos en la playa, sin siquiera saber nuestros nombres”.
Yo me presenté, nombre y apellido acompañado de un chiste tonto relacionado a mi apellido, y sonrió respondiendo con su nombre. Por pedido de ella, voy a llamarla “PAMELA”, que no es su nombre real, el cual empieza con la misma letra que éste, pero ella me dijo que si contaba la historia tenía que ella ser una “Pamela”. Estiró la mano y yo la mía casi en un gesto formal reímos al estrecharlas. Volvió esa risa encantadora. Si no la describí hasta ahora, es porque realmente estaba concentrado en la conversación, y no en el sentido sexual, pero ahora que rompíamos el hielo y ella dijo la palabra “intuición” sentía que la conocía de toda la vida. Empecé a notar el tono de su piel morena, el cabello estaba enrodetado, así que no podía ver más que era de color oscuro. Su silueta no era de una chica flaca, ni gorda, tenía unas lindas curvas ya que sus senos estaban sostenidos por la bikini de forma generosa, pero el pareo cubría su piernas. Un aro, en el ombligo me llamaba la atención hasta que con una palabra me sacó de mi observación.
“Te gusta esto” dijo tocándose ahí.
“Sí, perdón me quedé mirándote, ¿que me habías dicho?” Me sentí avergonzado y como un pelotudo al mismo tiempo, pero ella hizo una explicación sobre el aro, que realmente no me importaba y francamente olvidé mientras lo escuchaba. La cosa es que volvimos a la conversación.
“Sos papá, o esa es la impresión que tuve”
“Sí, aprovechamos para venirnos a la playa con mi hijito”
“Es muy parecido a vos tu hijito” Dijo en tono serio
“Más le vale a la hija de puta de la madre que sea mío” y ambos empezamos a reírnos.
Ella pasó de forma sutil la lengua por su labio inferior y dijo: “Que calor”
Para esto tengo que aclarar una cosa al lector. No soy un tipo feo, de hecho tengo una contextura atlética y soy alto, pero no hay nada en mí que puede hacer que una chica venga por “lo lindo que soy” a hablar conmigo, eso no me pasa. Había una bocha de pibes de 20 con sus músculos y pechos depilados, yo tengo 38 pero no vendo eso. Lo mío pasa por otro lado, así que si alguno me dice que le pasa esto todos los días, copado flaco sos lindo, para mí es atípico.
“¿Que hacías cuando llegué?” dijo Pamela.
“Meditaba, ponía mis emociones en orden. El sonido del mar ayuda mucho”
“¿Sos un gurú o algo así?” me preguntó moviendo los dedos de sus manos en el aire como si emitiera chispas cósmicas en el aire. Me reí con ella.
“No, sólo eso. Meditaba, RESPIRABA mejor dicho. La gente no lo hace bien, fabrican estados de ansiedad al respirar rápido… ya me puse técnico. Perdón, sólo respiraba y vaciaba la mente”.
Ella se soltó el rodete mientras yo decía eso y pude ver sobre su hombro derecho como se desenredaba tocando la brillosa y deliciosa piel tostada, ahora podía ver en ella mejor sus razgos casi de medio oriente, similares a los míos.
“¿y eso sirve para algo?”
“Eso sirve para todo, si no podés respirar, te aseguro que te va a importar 3 carajos el resumen de la boleta de gas” y nos reímos juntos. Agregué: “Es como ir al gym, pero para tu mente”.
Ella asintió como evaluando la respuesta, y me pidió saber más del tema. Le dije que tenía ganas de caminar y ella me dijo que me acompañaba. Caminamos por las playas, y escuchamos bocinazos que venían de la calle (aparentemente hubo una manifestación del sindicato de bañeros y la gobernadora los retó, bla bla).
“Me gusta escucharte, sos interesante. Mi intuición nunca se equivoca” y me dió un puñetazo en el hombro como hacíamos los pibes cuando estábamos en la secundaria. Instintivamente mi brazo absorbió el golpe y mi cintura dió un giro para que mi mano diera una curva en el aire hacia arriba, atrás y terminó de lleno con la mano abierta en su nalga derecha de tal manera que el choque de piel fué un aplauso sonoro. Por un segundo me sentí mal, yo no conocía a esta chica, pero ella empezó a reír como loca.
“Que reflejos, hay que tener cuidado con usted señor” y con el dedo acusador que subía y bajaba en el aire como si retara a un nene chiquito.
“Perdoná, no me di cuenta” todavía muy avergonzado, mi cuerpo había reaccionado casi sin mi control o intención. Soy un zarpado en cualquier contexto con gente conocida o cuando se da, pero apenas conocía a esta chica, y le había dado una nalgada. Ella me dió otro pequeño puñetazo, casi dulce en el hombro, esta vez lo recibí con algo de dulzura.
“¿Que fue éso?” preguntó y charlamos hasta la otra playa de artes marciales, y que hace años que practico, entonces ante un golpe fuerte tengo movimientos pendulares automáticos podía decirse, sin pensarlos. COMO CARAJO, alguna explicación me sacaba la vergüenza que sentía de haberla nalgueado así.
“¿peleas o algo así?” me preguntó ella y le expliqué que las artes marciales copian movimientos del mundo animal para imitar el uso de energía, pero no fueron diseñados para pelear, al menos en sus orígenes, y yo jamás tuve que pelear con nadie. Uso mi arte marcial para otras cosas, más productivas por cierto (una parte de mi mente me decía: “si, como nalguear a pendejas que no conocés, pelotudo!”, imagínenselo como la película intensamente).
“¿Y para que otra cosa sirve un arte marcial?” me dijo ella.
“Para la vida, para enfrentar las ansiedades, los problemas… y para algunas otras cosas que sería poco decente contar”, le guiñé el ojo y le arrimé el codo como las viejas de antes. Ella se rió.
“Ápa, ¿como es eso señor mío? Ahora me contás!” y me clavaba el dedo en las costillas, lo cual me da inmensas costillas pero traté que no se diera cuenta.
“En serio, es largo y las palabras no hacen justicia. Mejor te muestro, ¿te parece?”
“Si señor!” e hizo la venia como si fuera un militar. A esta altura cualquier gilada que dijera me parecería normal, tiene una personalidad expansiva y eso me gustaba. Le indiqué que se recostara en la arena y cerrara los ojos, yo me recosté junto a ella. Le tuve que decir como 5 veces que cierre los ojos, porque seguía espiándome y haciéndome reír hasta que finalmente se quedó quieta y casi concentrada.
“respirá profundo cuando te diga, contené la respiración, y exhalá cuando te lo diga. Antes quiero que pienses en algo feo. Cualquier cosa. Ahora inspirá… mantené… exhalá” Seguimos así varios segundos hasta que agregué “ahora sólo los números 1, para inspirar, 2 para mantener… mantené… y 3 par exhalar.” Ella seguía mis instrucciones como buena alumna y veía como subían y bajaban sus pechos donde había gotitas de sudor.
Puse mi dedo 2 centímetros debajo de su ombligo, e hice una pequeña presión “ahora quiero que respires acá abajo, vas a llenar la panza de aire 1 y mi dedo tiene que subir, 2 mantenés ahí, y 3 sacás todo el aire y tu piel no va a tocar mi dedo”.
Yo estaba acostado junto a ella, así que empecé a hacer notar mi aliento sobre ella mientras nos sincronizábamos, y nuestros movimientos eran idénticos. Ahora en vez de un dedo puse la mano entera a esa altura, entonces al inspirar ella tocaba con su vientre mi mano. Podía ver que los pies dejaron de apuntar hacia arriba y se relajaron para formar una V. Estaba profundamente relajada, escuchando mi voz susurrante, mi aliento sobre el calor del día que nos envolvía.
Siguió respirando, pero ésta vez su vientre no encontró mi mano, sino mis labios reposando suavemente en ella, que inspiró en doble tiempo, como si se hubiera asustado. Pero no, yo sabía que se estaba mojando, y sus hormonas ya estaban trabajando para mí. Me recosté junto a ella de nuevo y le dije que abra los ojos. Se puso de costado y su cara estuvo frente a la mía. Un beso flotaba en el aire, pero no ocurrió. Me quedé ahí inmóvil.
“Como verás, ese pensamiento feo ya no importa mucho. La mente cambió de estado”.
***
Ella me invitó a pasar y yo tímidamente lo hice. Era un departamentito de 1 ambiente, típico de estudiantes en Mar del Plata. Y no había mucho más que la puerta de la cocina, la del baño y una cama junto al ventanal. Ella le llevó de la mano a la cama y nos sentamos en ella.
“Quiero más de eso” dijo ella, en cada palabra parecía haber un jadeo, un calor saliendo de ella. Con mucha delicadeza, la recosté y en cámara lenta le saqué el pareo y entre suaves caricias la bikini, un beso con forma de caricia por dentro de su pierna y con mis dientes iba deslizando la parte inferior y sus piernas se movían para ayudar.
Mi pija estaba por estallar, pero esta ocasión no sería como otras veces, esta vez había que viajar con la experiencia y mis instintos deben acompañarla. Con la boca y mi lengua le besé los pies y fuí subiendo, un dibujo por su piel que mi lengua iba haciendo desde abajo, hacia arriba, y mis dedos también dibujaban sobre ella como quien hace una carita sobre un vidrio empañado. Ambos desnudos, sin penetración, sólo la piel se tocaba y abrazados respirábamos juntos y nos besábamos, con pasión pero nuestras miradas todo el tiempo entrelazadas en un momento cósmico.
Su clítoris parecía tallado en ella, duro y reclamante de la punta de mis dedos que pasaban junto a él una y otra vez. La dí vuelta buca abajo muy suavemente como si fuera de porcelana y comencé a acariciar su espalda. Ahora su respiración era pesada, el jadeo producía que su cuerpo se contorneara, deseando ser penetrada pero me gusta así. Me gusta proveer deseo, y reconocer sus partes, su cola que ahora sin pareo podía ver que era abundante y carnosa.
Su cadera empezó a moverse hacia arriba y abajo como si la montara un fantasma, perosólo mi aliento, caricias y besos la consumían. Luego las piernas se cruzaron y empezaron a frotarse juntas mientras sus manos buscaban la parte de la pelvis… gentilmente tomé sus muñecas y se lo impedí, bajando hasta ahí con mi boca.
Su entrepiernas era una caldera encendida, respiraba por debajo a mis labios, las gotas de transpiración recorrían las curvas, y le abrí los cantos de la cola para meter mi lengua en su ano.
“Aaaagh!!!” fué el gemido ahogado que pareció más bien un sufrimiento contenido lo que se escuchó. Le pasé la lengua y giró para quedar boca arriba con un clítoris acusador que me pedía “comeme”, y así lo hice bebiéndola en forma abundante como una fruta que chorrea de mi boca con cada presión, más y más jugo. Sus piernas aprisionaron mi cabeza y sentí que me agarraba de los pelos presionándome hacia adentro.
“más, más, así, así...” gemía para sí misma, mientras su cabeza iba y venía de un lado a otro. Su ritmo creció, se volvió más y más rápido, sus piernas me apresaron contra su clítoris ya de manera poderosa y empecé ahora a hacerlo de abajo hacia arriba para su deseo hasta que finalmente se destuvo, gimiendo de forma corta, como una tos, que de pronto de volvió como carcajadas. Reía, pero como loca, tentada consigo misma en sus placeres internos, reía.
Me moví hacia arriba, para quedar cara a cara, y mi pene en su entrepiernas con la punta mojada en ella. Sentí como sus manos en mi cadera me atraían hacia adentro, abriendo sus carnecitas, haciéndola gemir profundo a medida que pasaba mi vega venosa por dentro de ella y sus piernas me atrapaban en un abrazo.
Comencé a moverme lentamente, no la saqué nunca, sino que a hacer movimientos circulares que van desde ese punto, hasta más adentro, y mas adentro y más mientras nuestras pieles juntaban el sudor, y nuestras miradas se encontraban. Todo yo la acariciaba, por fuera, y por dentro con mi pene, lentamente juntos, drogados de placer en el éxtasis de hacernos uno.
Estuvimos mucho tiempo así, en un explorar la unión, hasta que ella acabó nuevamente pero de forma más ruidosa… lentamente extraje mi pene de ella y me recosté a su lado sin haber todavía derramado ni media gota de semen. Invenrtí el ritmo de mi respiración para no acabar, y desacelerarme. Ella acariciaba mi pecho y me miraba con ojitos muy grandes.
“¿Viste como sos interesante?” y tomó mi pene, la punta de su lengua tocó la punta del mismo, y con circulitos fué bajando hasta tragársela toda, y tosió “no me entra toda, me ahoga”. Volvió a intentarlo, pero tampoco lo logró, pero siguió succionando a punta un buen rato hasta que empezó a aparetarla y a hacer “mmmhhmm mhhmmhh” lo que me ponía a vibrar la pija, una sensación interesante, y fué recompensada con mucha leche. Parte tomó y comenzó a toser.
“Es mucha leche, hijo de puta...es mucha, y sale muy caliente”, sonreí.
“No es la primera vez que haces ésto supongo”
“he chupado pijas, pero a vos te sale mucho” y comenzó a chupar lo que se había derramado en mí, para luego buscar algunas últimas gotas en la punta.
“Que lindo que es cojer” me dijo.
“Que lindo que es tocarte corazon” le respondí. Y agregué “Quiero que te toques para mí Pamela, quiero que te des placer en la cola, colita para arriba”
Ella abrió un cajón en la mesa de luz y sacó uno de esos dildos con doble punta, lo embadurnó con vaselina que tenía en un sobrecito de eso que vienen en el PRIME, se acostó boca abajo con la cabeza en la cama y con sus rodillas levantó la cola es un hermosa pirámide. Con su mano se lo metió en la vagina mientras la segunda punta se iba adentrando en la cola.
El movimiento del dildo era circular, como cuando las brujas de los cuentos revuelven en la olla, así la veía y yo parado ahí pajeandome. Ella me miraba, y yo me pajeaba con ella y su culo cada vez más abierto, hasta que subí puse una pierna de un lado y de otro y apunte mi pija hacia abajo para que entrara en ese pozo de placer. Pronto su placer cambió, y yo bajaba y subía, mientras ella metía el dildo en su vagina y cada tanto lo sacaba para chupar su propio nectar de la punta mienras me miraba, con sus ojos acusadores y su cola recibía los músculos de mis piernas.
Los cachetes de la cola parecían gelatinas temblando, y ondulando a mi penetración hasta que en un momento ella sintió que algo le quemaba dentro, rindiendo sus rodillas y bajando la cola. Yo la acompañé en el movimiento, y seguí hasta que nuestra respiración se sincronizó de vuelta. Pasé una mano por debajo a uno de sus pechos, tironeando de un pezón y con la otra tocando su clítoris hasta que llegamos al éxtasis juntos y dejé me mi pene derramara todo en su interior. Mi aliento era pesado en su nuca, mi transpiración le llovía de mi pecho a su espalda hasta que quedamos inmóviles, compartiendo un momento.
Seguimos charlando, exhaustos, pero relajados y así es como una cosa lleva a la otra y le dije que habría una historia sobre ella, cosa que le encantó (me pidió que la llame PAMELA en el cuento). Se preguntarán porqué la historia es tan larga y no la dividí en partes, bueno. La cosa es que ella seguramente va a leerlo, y mientras lo haga se va a estar tocando. Ahora todos ustedes lo saben, y que lo sepan la exita más y se moja mientras lee. Veremos cuanto y que cosas nuevas se anima a hacer por ustedes.
Los invito a Conocer mis otros Relatos
Sábado a la tarde, casi fin de año, calor abrasante… soy padre así que es día de playa obligado. El agua de Mar del Plata es helada, pero el calor del aire era insoportable. Mi hijo estaba haciendo un pozo en la arena mojada, y yo parado ahí dejaba que el sol me seque lentamente. Yo seguía mirando las deliciosas chicas que van y vienen, las veteranas con sus miradas indiscretas, pero yo ahí onda nada cuidando de mi hijito.
Al rato llega la madre de mi hijo, y baja a la playa y se encuentra con nosotros, juntamos las cosas, le doy un beso a mi hijito y se van juntos a a su casa. Tenemos una buena relación con ella, mantenemos cierta “diplomacia elegante”.
Me senté en la arena, mirando al horizonte con cierta paz. El sonido de las olas era muy relajante, mis párpados bajaron hasta la mitad y empecé a meditar. Contando los ciclos de mi respiración, muy lentamente, dejando que mis emociones se disipen… en pocos segundos sólo existía mi respiración. Los problemas, las preocupaciones, eran como el ruido de fondo y las figuras que pasan en frente mío son como hojas en el viento. Por alguna razón cuando estoy así de relajado, se me dibuja una sonrisa, leve y sutil.
Lentamente me percato de una energía a mi derecha, como si te bloquearan el sol, así de fuerte pero no era el caso ya que el sol estaba a mi espalda. Esa sensación es una presencia, alguien que no estaba ahí antes. Doy un largo suspiro, y de a poco miro a mi lado donde descubro esta chica con un mate en la boca mirándome como si fuera una especie de reptil salido del agua. Dió un sorbo largo y sonó el fin del mate cuando me dijo: “perdón, no quise molestar”, aunque su expresión no acompañaba sus palabras, es como si hasta le divirtiera justamente molestar.
“No, no me molestás. Para nada” le respondí con una sonrisa.
“¿Cual es tu historia?” dijo con honesta inocencia, como quien pregunta la hora.
“¿Mi historia? Ninguna historia, para nada… no sé a que te referís” la frase salió como un balbuceo mientras buscaba mil respuestas en mi mente pero se aglutinaban en mi filtro ante alguien que no conozco.
“Sos interesante, te vengo observando hace un rato, y me preguntaba ¿Cual es la historia de este hombre?” dijo mientras llenaba el mate y me entregaba para que me tome uno.
“Todos somos interesantes para alguien supongo, aunque no sé en que contexto. Es com preguntar el color de una hoja en un bosque… depende de a cual de ellas te referís”.
Hizo una pausa, puso una cara pensativa casi infantil y dijo algo que me sorprendió tanto como me gustó: “Intuición… digamos que tengo una fuerte intuición, y por eso estamos tomando mates juntos en la playa, sin siquiera saber nuestros nombres”.
Yo me presenté, nombre y apellido acompañado de un chiste tonto relacionado a mi apellido, y sonrió respondiendo con su nombre. Por pedido de ella, voy a llamarla “PAMELA”, que no es su nombre real, el cual empieza con la misma letra que éste, pero ella me dijo que si contaba la historia tenía que ella ser una “Pamela”. Estiró la mano y yo la mía casi en un gesto formal reímos al estrecharlas. Volvió esa risa encantadora. Si no la describí hasta ahora, es porque realmente estaba concentrado en la conversación, y no en el sentido sexual, pero ahora que rompíamos el hielo y ella dijo la palabra “intuición” sentía que la conocía de toda la vida. Empecé a notar el tono de su piel morena, el cabello estaba enrodetado, así que no podía ver más que era de color oscuro. Su silueta no era de una chica flaca, ni gorda, tenía unas lindas curvas ya que sus senos estaban sostenidos por la bikini de forma generosa, pero el pareo cubría su piernas. Un aro, en el ombligo me llamaba la atención hasta que con una palabra me sacó de mi observación.
“Te gusta esto” dijo tocándose ahí.
“Sí, perdón me quedé mirándote, ¿que me habías dicho?” Me sentí avergonzado y como un pelotudo al mismo tiempo, pero ella hizo una explicación sobre el aro, que realmente no me importaba y francamente olvidé mientras lo escuchaba. La cosa es que volvimos a la conversación.
“Sos papá, o esa es la impresión que tuve”
“Sí, aprovechamos para venirnos a la playa con mi hijito”
“Es muy parecido a vos tu hijito” Dijo en tono serio
“Más le vale a la hija de puta de la madre que sea mío” y ambos empezamos a reírnos.
Ella pasó de forma sutil la lengua por su labio inferior y dijo: “Que calor”
Para esto tengo que aclarar una cosa al lector. No soy un tipo feo, de hecho tengo una contextura atlética y soy alto, pero no hay nada en mí que puede hacer que una chica venga por “lo lindo que soy” a hablar conmigo, eso no me pasa. Había una bocha de pibes de 20 con sus músculos y pechos depilados, yo tengo 38 pero no vendo eso. Lo mío pasa por otro lado, así que si alguno me dice que le pasa esto todos los días, copado flaco sos lindo, para mí es atípico.
“¿Que hacías cuando llegué?” dijo Pamela.
“Meditaba, ponía mis emociones en orden. El sonido del mar ayuda mucho”
“¿Sos un gurú o algo así?” me preguntó moviendo los dedos de sus manos en el aire como si emitiera chispas cósmicas en el aire. Me reí con ella.
“No, sólo eso. Meditaba, RESPIRABA mejor dicho. La gente no lo hace bien, fabrican estados de ansiedad al respirar rápido… ya me puse técnico. Perdón, sólo respiraba y vaciaba la mente”.
Ella se soltó el rodete mientras yo decía eso y pude ver sobre su hombro derecho como se desenredaba tocando la brillosa y deliciosa piel tostada, ahora podía ver en ella mejor sus razgos casi de medio oriente, similares a los míos.
“¿y eso sirve para algo?”
“Eso sirve para todo, si no podés respirar, te aseguro que te va a importar 3 carajos el resumen de la boleta de gas” y nos reímos juntos. Agregué: “Es como ir al gym, pero para tu mente”.
Ella asintió como evaluando la respuesta, y me pidió saber más del tema. Le dije que tenía ganas de caminar y ella me dijo que me acompañaba. Caminamos por las playas, y escuchamos bocinazos que venían de la calle (aparentemente hubo una manifestación del sindicato de bañeros y la gobernadora los retó, bla bla).
“Me gusta escucharte, sos interesante. Mi intuición nunca se equivoca” y me dió un puñetazo en el hombro como hacíamos los pibes cuando estábamos en la secundaria. Instintivamente mi brazo absorbió el golpe y mi cintura dió un giro para que mi mano diera una curva en el aire hacia arriba, atrás y terminó de lleno con la mano abierta en su nalga derecha de tal manera que el choque de piel fué un aplauso sonoro. Por un segundo me sentí mal, yo no conocía a esta chica, pero ella empezó a reír como loca.
“Que reflejos, hay que tener cuidado con usted señor” y con el dedo acusador que subía y bajaba en el aire como si retara a un nene chiquito.
“Perdoná, no me di cuenta” todavía muy avergonzado, mi cuerpo había reaccionado casi sin mi control o intención. Soy un zarpado en cualquier contexto con gente conocida o cuando se da, pero apenas conocía a esta chica, y le había dado una nalgada. Ella me dió otro pequeño puñetazo, casi dulce en el hombro, esta vez lo recibí con algo de dulzura.
“¿Que fue éso?” preguntó y charlamos hasta la otra playa de artes marciales, y que hace años que practico, entonces ante un golpe fuerte tengo movimientos pendulares automáticos podía decirse, sin pensarlos. COMO CARAJO, alguna explicación me sacaba la vergüenza que sentía de haberla nalgueado así.
“¿peleas o algo así?” me preguntó ella y le expliqué que las artes marciales copian movimientos del mundo animal para imitar el uso de energía, pero no fueron diseñados para pelear, al menos en sus orígenes, y yo jamás tuve que pelear con nadie. Uso mi arte marcial para otras cosas, más productivas por cierto (una parte de mi mente me decía: “si, como nalguear a pendejas que no conocés, pelotudo!”, imagínenselo como la película intensamente).
“¿Y para que otra cosa sirve un arte marcial?” me dijo ella.
“Para la vida, para enfrentar las ansiedades, los problemas… y para algunas otras cosas que sería poco decente contar”, le guiñé el ojo y le arrimé el codo como las viejas de antes. Ella se rió.
“Ápa, ¿como es eso señor mío? Ahora me contás!” y me clavaba el dedo en las costillas, lo cual me da inmensas costillas pero traté que no se diera cuenta.
“En serio, es largo y las palabras no hacen justicia. Mejor te muestro, ¿te parece?”
“Si señor!” e hizo la venia como si fuera un militar. A esta altura cualquier gilada que dijera me parecería normal, tiene una personalidad expansiva y eso me gustaba. Le indiqué que se recostara en la arena y cerrara los ojos, yo me recosté junto a ella. Le tuve que decir como 5 veces que cierre los ojos, porque seguía espiándome y haciéndome reír hasta que finalmente se quedó quieta y casi concentrada.
“respirá profundo cuando te diga, contené la respiración, y exhalá cuando te lo diga. Antes quiero que pienses en algo feo. Cualquier cosa. Ahora inspirá… mantené… exhalá” Seguimos así varios segundos hasta que agregué “ahora sólo los números 1, para inspirar, 2 para mantener… mantené… y 3 par exhalar.” Ella seguía mis instrucciones como buena alumna y veía como subían y bajaban sus pechos donde había gotitas de sudor.
Puse mi dedo 2 centímetros debajo de su ombligo, e hice una pequeña presión “ahora quiero que respires acá abajo, vas a llenar la panza de aire 1 y mi dedo tiene que subir, 2 mantenés ahí, y 3 sacás todo el aire y tu piel no va a tocar mi dedo”.
Yo estaba acostado junto a ella, así que empecé a hacer notar mi aliento sobre ella mientras nos sincronizábamos, y nuestros movimientos eran idénticos. Ahora en vez de un dedo puse la mano entera a esa altura, entonces al inspirar ella tocaba con su vientre mi mano. Podía ver que los pies dejaron de apuntar hacia arriba y se relajaron para formar una V. Estaba profundamente relajada, escuchando mi voz susurrante, mi aliento sobre el calor del día que nos envolvía.
Siguió respirando, pero ésta vez su vientre no encontró mi mano, sino mis labios reposando suavemente en ella, que inspiró en doble tiempo, como si se hubiera asustado. Pero no, yo sabía que se estaba mojando, y sus hormonas ya estaban trabajando para mí. Me recosté junto a ella de nuevo y le dije que abra los ojos. Se puso de costado y su cara estuvo frente a la mía. Un beso flotaba en el aire, pero no ocurrió. Me quedé ahí inmóvil.
“Como verás, ese pensamiento feo ya no importa mucho. La mente cambió de estado”.
***
Ella me invitó a pasar y yo tímidamente lo hice. Era un departamentito de 1 ambiente, típico de estudiantes en Mar del Plata. Y no había mucho más que la puerta de la cocina, la del baño y una cama junto al ventanal. Ella le llevó de la mano a la cama y nos sentamos en ella.
“Quiero más de eso” dijo ella, en cada palabra parecía haber un jadeo, un calor saliendo de ella. Con mucha delicadeza, la recosté y en cámara lenta le saqué el pareo y entre suaves caricias la bikini, un beso con forma de caricia por dentro de su pierna y con mis dientes iba deslizando la parte inferior y sus piernas se movían para ayudar.
Mi pija estaba por estallar, pero esta ocasión no sería como otras veces, esta vez había que viajar con la experiencia y mis instintos deben acompañarla. Con la boca y mi lengua le besé los pies y fuí subiendo, un dibujo por su piel que mi lengua iba haciendo desde abajo, hacia arriba, y mis dedos también dibujaban sobre ella como quien hace una carita sobre un vidrio empañado. Ambos desnudos, sin penetración, sólo la piel se tocaba y abrazados respirábamos juntos y nos besábamos, con pasión pero nuestras miradas todo el tiempo entrelazadas en un momento cósmico.
Su clítoris parecía tallado en ella, duro y reclamante de la punta de mis dedos que pasaban junto a él una y otra vez. La dí vuelta buca abajo muy suavemente como si fuera de porcelana y comencé a acariciar su espalda. Ahora su respiración era pesada, el jadeo producía que su cuerpo se contorneara, deseando ser penetrada pero me gusta así. Me gusta proveer deseo, y reconocer sus partes, su cola que ahora sin pareo podía ver que era abundante y carnosa.
Su cadera empezó a moverse hacia arriba y abajo como si la montara un fantasma, perosólo mi aliento, caricias y besos la consumían. Luego las piernas se cruzaron y empezaron a frotarse juntas mientras sus manos buscaban la parte de la pelvis… gentilmente tomé sus muñecas y se lo impedí, bajando hasta ahí con mi boca.
Su entrepiernas era una caldera encendida, respiraba por debajo a mis labios, las gotas de transpiración recorrían las curvas, y le abrí los cantos de la cola para meter mi lengua en su ano.
“Aaaagh!!!” fué el gemido ahogado que pareció más bien un sufrimiento contenido lo que se escuchó. Le pasé la lengua y giró para quedar boca arriba con un clítoris acusador que me pedía “comeme”, y así lo hice bebiéndola en forma abundante como una fruta que chorrea de mi boca con cada presión, más y más jugo. Sus piernas aprisionaron mi cabeza y sentí que me agarraba de los pelos presionándome hacia adentro.
“más, más, así, así...” gemía para sí misma, mientras su cabeza iba y venía de un lado a otro. Su ritmo creció, se volvió más y más rápido, sus piernas me apresaron contra su clítoris ya de manera poderosa y empecé ahora a hacerlo de abajo hacia arriba para su deseo hasta que finalmente se destuvo, gimiendo de forma corta, como una tos, que de pronto de volvió como carcajadas. Reía, pero como loca, tentada consigo misma en sus placeres internos, reía.
Me moví hacia arriba, para quedar cara a cara, y mi pene en su entrepiernas con la punta mojada en ella. Sentí como sus manos en mi cadera me atraían hacia adentro, abriendo sus carnecitas, haciéndola gemir profundo a medida que pasaba mi vega venosa por dentro de ella y sus piernas me atrapaban en un abrazo.
Comencé a moverme lentamente, no la saqué nunca, sino que a hacer movimientos circulares que van desde ese punto, hasta más adentro, y mas adentro y más mientras nuestras pieles juntaban el sudor, y nuestras miradas se encontraban. Todo yo la acariciaba, por fuera, y por dentro con mi pene, lentamente juntos, drogados de placer en el éxtasis de hacernos uno.
Estuvimos mucho tiempo así, en un explorar la unión, hasta que ella acabó nuevamente pero de forma más ruidosa… lentamente extraje mi pene de ella y me recosté a su lado sin haber todavía derramado ni media gota de semen. Invenrtí el ritmo de mi respiración para no acabar, y desacelerarme. Ella acariciaba mi pecho y me miraba con ojitos muy grandes.
“¿Viste como sos interesante?” y tomó mi pene, la punta de su lengua tocó la punta del mismo, y con circulitos fué bajando hasta tragársela toda, y tosió “no me entra toda, me ahoga”. Volvió a intentarlo, pero tampoco lo logró, pero siguió succionando a punta un buen rato hasta que empezó a aparetarla y a hacer “mmmhhmm mhhmmhh” lo que me ponía a vibrar la pija, una sensación interesante, y fué recompensada con mucha leche. Parte tomó y comenzó a toser.
“Es mucha leche, hijo de puta...es mucha, y sale muy caliente”, sonreí.
“No es la primera vez que haces ésto supongo”
“he chupado pijas, pero a vos te sale mucho” y comenzó a chupar lo que se había derramado en mí, para luego buscar algunas últimas gotas en la punta.
“Que lindo que es cojer” me dijo.
“Que lindo que es tocarte corazon” le respondí. Y agregué “Quiero que te toques para mí Pamela, quiero que te des placer en la cola, colita para arriba”
Ella abrió un cajón en la mesa de luz y sacó uno de esos dildos con doble punta, lo embadurnó con vaselina que tenía en un sobrecito de eso que vienen en el PRIME, se acostó boca abajo con la cabeza en la cama y con sus rodillas levantó la cola es un hermosa pirámide. Con su mano se lo metió en la vagina mientras la segunda punta se iba adentrando en la cola.
El movimiento del dildo era circular, como cuando las brujas de los cuentos revuelven en la olla, así la veía y yo parado ahí pajeandome. Ella me miraba, y yo me pajeaba con ella y su culo cada vez más abierto, hasta que subí puse una pierna de un lado y de otro y apunte mi pija hacia abajo para que entrara en ese pozo de placer. Pronto su placer cambió, y yo bajaba y subía, mientras ella metía el dildo en su vagina y cada tanto lo sacaba para chupar su propio nectar de la punta mienras me miraba, con sus ojos acusadores y su cola recibía los músculos de mis piernas.
Los cachetes de la cola parecían gelatinas temblando, y ondulando a mi penetración hasta que en un momento ella sintió que algo le quemaba dentro, rindiendo sus rodillas y bajando la cola. Yo la acompañé en el movimiento, y seguí hasta que nuestra respiración se sincronizó de vuelta. Pasé una mano por debajo a uno de sus pechos, tironeando de un pezón y con la otra tocando su clítoris hasta que llegamos al éxtasis juntos y dejé me mi pene derramara todo en su interior. Mi aliento era pesado en su nuca, mi transpiración le llovía de mi pecho a su espalda hasta que quedamos inmóviles, compartiendo un momento.
Seguimos charlando, exhaustos, pero relajados y así es como una cosa lleva a la otra y le dije que habría una historia sobre ella, cosa que le encantó (me pidió que la llame PAMELA en el cuento). Se preguntarán porqué la historia es tan larga y no la dividí en partes, bueno. La cosa es que ella seguramente va a leerlo, y mientras lo haga se va a estar tocando. Ahora todos ustedes lo saben, y que lo sepan la exita más y se moja mientras lee. Veremos cuanto y que cosas nuevas se anima a hacer por ustedes.
Los invito a Conocer mis otros Relatos
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