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Mis experiencias como una mujer escort (XVIII)

—Si, ya estoy libre — dije y reconocía la voz, era de Héctor, un importante ejecutivo en un banco, unos 40 años, divorciado, con dos hijas de mi edad, ambas en la facultad. Ya habíamos concretado un par de citas en el pasado, y hasta he ido su oficina del banco para concretar una actividad.
—Mañana, quiero que estés tocando mi la puerta de mi oficina a las siete de la mañana. Vas a estar extremadamente elegante, no voy a tolerar que vengas de entre casa. Vas a estar arreglada y maquillada.
Me fije rápidamente la agenda y afortunadamente no tenia nada planeado, entonces le confirme la cita y cortamos. Siendo que iba a tener que madrugar, fui a mi habitación a ya preparar mi ropa, elegí stilettos de color negro, medias del mismo color hasta la cintura, una pollera tipo tubo color gris, y una camisa blanca con un blazer del mismo color que la pollera. Deje todo a un lado y me prepare para dormir. Me desnude y me acosté, deje una ventana ligeramente abierta en mi habitación al igual que poner mi despertador una hora antes de la cita. Un rato después de cerrar los ojos el sueño se apoderaba de mi.
Horas después me desperté por la alarma del reloj. Afortunadamente era de sueño ligero, no me costaba levantarme. Lo hice lo más rápido que pude y fui a ducharme inmediatamente, higienizándome el cuerpo completo, con jabón y luego el pelo con shampoo y acondicionador. Salí de la ducha y fui a mi habitación a vestirme, procure que antes de hacerlo este muy seca, así no mojaba mi ropa, termine de vestirme y fui a mi cocina a hacerme dos pequeños panes con crema pero nada de tomar, no quería atrasarme demasiado. Busque la cartera con mis cosas y ya eran seis y media. Salí y baje de mi edificio, y busque un taxi, al ser tan hora pico no tuve que esperar nada, ya habían taxis en la calle. Me subí y le pedí que fuera rápido que tenia prisa.
Tomo al pie de la letra mi indicación y quince minutos después ya estaba en la fachada del banco. Al estar en una céntrica, con muchos negocios y otros edificios importantes, aproveche a entrar a un café que estaba a un lado del banco, pedí uno para llevar y lo tome mientras esperaba que sea la hora. Faltaban cinco minutos y entre al banco, sabia como llegar a donde necesitaba así que camine con confianza para que nadie pregunte que hacia. Subí unas escaleras al primer piso, habían varias oficinas, seguí caminando y me pare enfrente a una oficina cerrada. En la puerta tenia el nombre de Héctor, junto a su cargo.
Vi que eran siete en punto y golpee la puerta.
—Pasé — me dijo una voz desde el interior. Abrí despacio, hice dos pasos dentro de la oficina y cerré la puerta detrás de mí. Ahí estaba Héctor, detrás de un escritorio típico, con varios papeles sobre el, al igual que una notebook. El mismo tenia una gran abertura por debajo, pude ver sus pies al igual que los pies del asiento en el cual él estaba sentado.
En las paredes de la oficina tenia algunos diplomas del campo económico al igual que algunas fotos personales — agradezco mucho tu puntualidad — me dijo el hombre, corrió su cabeza del monitor de su computadora y me miro.
—Sé que te gusta eso, y lo tomas enserio, y no estaría bien de mí decepcionarte — se lo dije quitándome la cartera dejándola sobre un pequeño mueble que había a mi costado, al igual que di un ultima sorbo a mi café y deje la taza también.
—A ver, date vuelta — me dijo, cerrando la computadora y mirándome el cuerpo, de arriba hacia abajo.
Así lo hice, despacio con las manos levantadas. Hice un giro completo volviendo a mi posición original. Lo volví a ver a el y ya tenia la corbata suelta, al mismo tiempo que se relamía los labios de su boca.
—Te ves igual de puta que una de mis nenas — sentencio el hombre mirándome. Yo tome sus dichos como un halago y sonreí — Toma, esto es tuyo — abrió uno de sus cajones del escritorio, saco un sobre cerrado y me lo dio.  Yo lo tome y lo guarde en mi cartera — ahora vení acá — me dijo,  supuse que abrió su pantalón, dejándolo caer y por como estaba su cara, se empezó a pajear.
Me arrodille y fui gateando despacio hacia él, pase por debajo del agujero el escritorio y ahí estaba su pija, siendo frotada por una de sus manos. Rápidamente se la quite y la cambie por una mía, se la agarre firme del tronco y lo pajeaba despacio.
—Mmm si nena — me dijo.
—¿Así te gusta papi? — le dije jugando un poco con el morbo que previamente me había dicho que parecía a una de sus hijas.
—Sii me encanta — me respondió y gimió.
Seguí pajeandolo y por momentos le pasaba la lengua, a la cabeza, a lo largo de toda su longitud, y también a sus huevos. Iba pasando el tiempo e iba sintiendo con mi lengua y mi mano como su pija iba tomando tamaño al igual que grosor y dureza. Él me agarró del pelo que tenia recogido y le dio mas envión a mis movimientos, metiéndome profundamente su pija en mi boca, mientras la saboreaba e inundaba todo mi paladar. Yo permanecía en la tarea de mantenerme tranquila, así no me atragantaba y súbitamente teniendo que pedir parar. 
Fue un largo rato, cuando por fin me pidió que salga de donde estaba, corrió su asiento y me dejo espacio para que pudiera seguir gateando y salir. Lo hice y volví a pararme, me limpie un poco los labios con la manga de mi camisa y lo mire.
—Sacate el blazer, y levantate la pollera, las manos sobre el escritorio — me dijo. Yo cumplí inmediatamente, deje el blazer en el piso y ahora mi tanga estaba a la vista, una prenda de encaje color negra, con detalles en plateado. Yo me incline contra el escritorio, levantando un poco mi cola.
—¿Así? — Pregunté, mirando hacia la puerta.
—Exactamente así — Dijo él, bajándome la tanga, agarrándome las nalgas y separándolas con ambas manos,  todavía no se había parado, seguía sentado sobre la silla y se acerco a mí, momentos después pude sentir su lengua, chupándome de arriba hacia abajo. Lo que me produjo fuertes gemidos. No tuve miedo por si nos escuchaban o si alguien entraba, esto ya había pasado antes sin repercusiones. Su lengua demostraba una experiencia que solo se podría explicar por su edad, lograba hacerme sentir cosas que pocas personas podían.
Siguió así por unos quince minutos, al termino de cuales mi calentura estaba en su punto justo, al igual que supuse la de el también, se levanto y pude escuchar su pantalón caer a sus pies. Se apoyo contra mí y sentí su miembro endurecido sobre mi cuerpo. Su respiración sobre mis hombros, al igual que un pequeño beso sobre mi nuca.
—Por favor, dame — le pedí, casi susurrando.
Me agarro de la cintura y me inclino un poco mas hacia la mesa. Me dio una pequeña nalgada y sentí como bajaba su ropa interior para dar paso a su miembro, a tocarme directamente posicionándose sobre los labios de mi concha. Se la agarro con una mano y me la pasaba por toda la extensión, tomando despacio parte de mi calentura para lubricársela. Ante un segundo pedido, dejo entrar su pija en mi concha. Provocándonos a los dos un intenso gemido y nos quedamos en esa posición unos segundos. Podía sentir toda su pija dentro de mí, lo había hecho de una sola vez, podía suavemente sentir el relieve de su miembro, sus venas prominentes, y su dureza característica. Al cabo de poco tiempo se comenzó a mover, supuse que se había calmado y recobrado la compostura. Agarrándome de la cintura se movía despacio, pero firme, con una cadencia fija y estable. Su forma de coger siempre fue contraria a la de por ejemplo correr una carrera, sino más un maratón, disfrutar el momento e intentar durar lo máximo posible. Seguía con sus embestidas, y sus nalgadas ocasionales a mis nalgas, intercalándolas entre la derecha y la izquierda, los gemidos iban en aumento, aunque no tanto como para hacer un espectáculo auditivo a todo el edificio bancario. Sin tener un reloj a la vista supuse que habían pasado algo así de treinta minutos, por su respiración agitada y mi calentura corporal, imagine que los dos compartíamos una excitación idéntica. Comencé a sentir que aceleraba sus movimientos. Lograba meterme mas adentro la pija hasta el tope, lo que me generaba retorcerme de placer.
—Ya te voy a acabar — Me dijo entre gemidos, y agarrándome fuerte de la cola.
—Dale papi, dame todo — le dije, otra vez utilizando el recurso del morbo para incentivarlo más.
—Ahhh siii — dijo fuerte y sentí toda su descarga dentro mío, inmediatamente el se apoyo contra mi cuerpo, deteniendo sus movimientos por completo.
Se quedo así por unos cuantos minutos, respirando sobre mi nuca y mis hombros. Yo seguía apoyada contra el escritorio, aun recibiendo las descargas de el dentro mío, y bajando revoluciones. De un momento a otro el saco su miembro de mí, limpiándoselo con mi ropa interior y se levanto el bóxer junto al pantalón y se lo cerro. Yo seguía ahí inmóvil, entonces él me subió la tanga acomodándomela, y así juntando su acabada y aprisionándola en ella, y como final me bajo y acomodo la pollera, dejándome básicamente en condiciones.
—Ya te podes ir — me dijo determinante. Sentí que se volvía a sentar en el asiento. Yo me pare, acomode mejor mi ropa y volví a mi lugar previo. Tome mi blazer junto a la cartera y mi ahora taza de café frío.
Me asegure de tener el pelo arreglado y salí de su oficina cerrando la puerta. Inmediatamente pude sentir una pequeña gota que estaba por la parte interna de una de mis piernas y se movía hacia abajo, no tuve que preguntarme que era, lo sabia a la perfección. Salí del banco y tire la taza de telgopor que sostenía en una de mis manos, en un tacho de basura próximo a donde estaba. Fui hasta el cordón de la calle y comencé a señalar a los autos, con la esperanza de que un taxi estacionara para mí.

2 comentarios - Mis experiencias como una mujer escort (XVIII)

mdqpablo
Muy buen relato . Una saga que se pone mas que buena en cada capitulo.van pts