Mi timidez y las mujeres de mi familia 26
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Mi timidez y las mujeres de mi familia 25
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Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.
Ya la mayoría de exámenes estaban hechos, cuando salía de un aula vi a Tere, salía de una reunión de profesores, llevaba unas carpetas en los brazos, cuando nos cruzamos sacó un bolígrafo de su bolso y escribió una nota, al pasar junto a ella me la dio.
No la leí hasta estar en la calle, un escalofrío me recorrió la espalda, no dejé de pensar en ello hasta llegar a casa, saludé lacónicamente a mí tía, estaba en el salón con unas bolsas de ropa de recién nacido, Ana estaba muy ilusionada.
- Hola Manu, ven a ver qué te parece esta ropita para el bebé.
- Me acerqué sin ningún interés, lo reconozco, estuve mirando bastante indiferente, de pronto mi tía me miró y dejando toda la ropita aparte me dijo…
- Manu, que te pasa, te veo mal, algo te preocupa.
- Lo siento Ana, no es nada, son cosas mías.
- De eso nada, lo tuyo me importa a mí también, cuéntame lo que te preocupa.
- Es un poco delicado, y más porque me produce un desasosiego grande.
- Creo que exageras, cuéntame, sabes que puedes confiar conmigo.
- Pues eso es lo que me preocupa, por una parte tú eres mi tía, hermana de mi madre, por otra tenemos una relación muy especial y por otra eres mi mejor amiga.
- Vamos a ver Manu, primero, soy tu tía, si, pero es una circunstancia de que tu madre sea mi hermana e igual no podría ser así de la misma manera, eso no debe preocuparte, la segunda, tenemos una relación muy especial, también es cierto, pero tenemos la suficiente inteligencia para saber diferenciar lo que son los afectos a lo que es sexo, y la tercera, si es verdad, soy tu mejor amiga, y me considero muy honrada, por eso te lo vuelvo a preguntar, que te pasa?
- Te lo contaré pero quisiera que no te enfadaras conmigo, ni pensaras que no te quiero.
- Vamos, vamos desembucha Manu.
- Te tengo que contar que tengo en una asignatura a una profesora, se llama Tere, la cosa es que por algún motivo hemos coincidido, vamos que nos hemos acostado dos veces.
- Ah! Vamos, ya te voy comprendiendo, y cuántos años tiene Tere?
- Más o menos tu edad.
- Ahora la comprendo más a ella, sigue.
- En su clase nos ignoramos por precaución, pero hoy me ha pasado una nota al cruzarnos en un pasillo.
- Y que dice la nota? Lo puedo saber?
- Si, mírala.
Le pase el papelito, ella lo leyó una y varias veces, me miró callada, hasta que hablo.
- Bueno entiendo, analizando la nota detenidamente puedo sacer una conclusión sin temor a equivocarme.
Lo dijo muy ceremoniosamente, perecía que iba a darme una sentencia como un juez.
- Leo,… “Manu, estoy loca por pasar una noche entera follando contigo”, así de primeras diría que una chica de treinta y tantos años que ya ha estado follando con un chico bastante más joven que ella, ha quedado lo suficientemente satisfecha para desear pasar una noche entera en la cama con él, eso por una parte es muy halagador para el chico, ha dejado el pabellón muy alto, casi nadie podría decir lo mismo, y digo yo… cual es el problema?
- Pues… que pará mí sería como traicionarte, dejarte por otra.
- Calla Manu, no lo has entendido aún creo, para mí tu eres mi hombre, una persona que me quiere y que me demuestra todo su cariño, y en la cama me hace muy feliz, pero yo quiero a mi marido y tu eres libre de hacer lo que tú quieras en la vida, yo te aconsejaré siempre en lo que pueda ayudarte. De todas formas siento curiosidad de conocer a tu profesora Tere, tienes alguna foto suya?
- Bueno, una foto no, pero la puedes ver.
Fui a por la tableta y le enseñe el video que había grabado follando con ella, se lo enseñe.
Estuvo mirando con los ojos muy abiertos, no los cerró hasta que acabó, luego me miró sonriendo.
- Manu, enhorabuena, es un bombón de mujer, tiene una cara muy guapa y un tipo ideal, unas tetas que ya quisiera yo tener la mitad que ella, y se nota el placer con que folla contigo, esa chica está deseando meterse en la cama contigo, si la viera mi marido te diría lo mismo.
- Ejem… pues a Jorge también se la he enseñado.
- Si?, como es eso?
- Cuando me propuso dejarte preñada entre los dos, quiso saber si yo aguantaría más que él y se la enseñé.
- Que envidia le darías, seguro que se convenció.
- A la primera, claro.
- Bueno ya sabes que mi consejo es que arregles una noche loca con Tere, pero que sea bonita para los dos, es una ocasión para tener una noche inolvidable. Yo le diré a Jorge que te has ido a casa de unos amigos.
Cuando vi a Tere otra vez en los pasillos, le pasé otra nota, “A mí, también me encantaría”
Al salir a la calle me estaba esperando, me dejó una carpeta para disimular y concretamos la cita para el fin de semana siguiente.
Ana me había aconsejado que no fuera vestido demasiado formal, elegante pero joven como lo que era, la invitaría a cenar a un sitio sencillo pero íntimo y después que nos dejáramos llevar por la improvisación.
Cuando llegué al lugar de la cita, me temblaban las piernas, seguí el consejo de Ana, iba con una chaqueta de sport y una camisa clarita, ya habían pasado diez minutos de la hora acordada y aún no había aparecido, yo tenía la mesa reservada, había previsto todo, en un sitio tranquilo, buena música y buen ambiente.
Cuando la vi aparecer, salía de detrás de un seto del jardín, luego me confesó que llevaba un rato mirándome, aún dudaba si estaba bien lo que íbamos a hacer.
No la reconocí al primer momento, iba vestida de una forma totalmente juvenil, no se notaba la diferencia de edad, incluso yo parecía mayor que ella, hasta la forma de moverse y hablar era talmente una adolescente, nos dimos dos besos en la mejilla, pero enseguida se colgó a mi brazo y me dijo…
- Va a ser una noche maravillosa, será solo nuestra.
Entramos en el restaurante, la mesa estaba preparada, la cena fue de lo más divertida, incluso comimos de una forma totalmente juvenil, me sorprendió que pidiera hamburguesas y pizza y de beber unas cocas.
Yo alucinaba, con lo preocupado que estaba yo de no estar a su altura y era ella la que se había puesto en plan adolescente, estaba maravillosa, cada vez que la miraba me parecía más encantadora.
El restaurante estaba en el puerto pesquero, al salir pedimos unos helados y salimos a pasear entre las barcas amarradas, por el muelle íbamos abrazados con nuestros helados, la noche era esplendida y tranquila, las barcas meciéndose apenas y la luna brillando descarada.
Al pasar por un montón de redes una nube ocultó la luna, Tere se volvió hacia mí y me besó, fue un beso largo, sabía a fresa y vainilla, pero sus labios quemaban sobre los míos, su cuerpo pegado al mío, se colgó a mi cuello y yo la cogí de las nalgas y la atraje hacia mí, cuando nos separamos, la luna empezaba a iluminar los muelles otra vez, le pregunté…
- Qué te apetece ahora?
- Vamos a mi casa.
Aunque ya había estado en su casa dos veces antes me pareció como si la viera por primera vez, ella me cogió de la mano como dos mozalbetes que van a hacer una travesura, me dijo que me sentara un momento que se iba a cambiar, yo me senté frotándome las manos nervioso, no sabía qué hacer con ellas, cuando salió de su cuarto, quedé impactado, apareció como una diosa, lucía un camisón negro, largo hasta los pies, las tetas recogidas por el tul transparente que dejaba adivinar los pezones, la cintura recogida como un cinturón que le marcaba la figura y las caderas que se recortaban bajo la falda también transparente, bajo la falda unas braguitas minúsculas también negras, el pelo suelto sobre los hombros, se apoyó en el quicio de la puerta como invitándome a entrar, detrás de ella una tenue luz de varias velas encendidas iluminaban parpadeantes la habitación, me levanté como hipnotizado, la quinceañera que había entrado apenas unos minutos antes en la habitación se había convertido en una vestal griega, como un robot fui hacia ella, me dejó pasar y cerró la puerta, me fue quitando la ropa, yo no me atrevía a tocarla siquiera, era una belleza tan sensual que me tenía hechizado, cuando estaba ya solo con el bóxer, ella lo bajó lentamente, yo ni me di cuenta pero mi polla saltó casi mirando al techo, ella se echó en la cama, estaba solo con la sabana, era de seda, azul marino, me esperó a que subiera, yo no sabía por dónde empezar, ella simplemente me atrajo hacia sí y me besó, mis manos salieron del letargo y pasaron sobre sus tetas, los dedos se engancharon en los pezones duros, metí los dedos entre el escote y atrapé uno, estaba caliente, áspero y erguido, fui bajando los tirantes del camisón hasta la cintura, las tetas redondas se repartían sobre su pecho, desde las axilas hasta el canalillo, no acertaba a encontrar como se podía quitar la falda y ella en un movimiento rápido se la quitó quedándose solo con las braguitas, me paré a admirar su cuerpo, sobre el azul de la sabana resplandecía, las caderas sujetaban las braguitas tirantes y estaban tan ajustadas que marcaban la silueta de los labios en el pubis, indudablemente estaba completamente depilado, habría parecido una cría si no se marcara la oscuridad de su piel, la besé con miedo de romper el hechizo, ella estaba quieta, recorrí todo su cuerpo de arriba abajo, sus gemidos mi guiaban donde más placer sentía, sus piernas en un principio juntas se fueron abriendo involuntariamente cuando mi boca se acercaba a su pelvis, recorrí los muslos, las ingles, ella levantaba las caderas buscando mi boca con su sexo, cuando se metió bajo mis rodillas y buscó mi polla con la boca, la separé las braguitas y ya no dudé, con la lengua abrí sus labios y sorbí el clítoris brillante, su pequeño prepucio se escondió y lo mordí sujetándolo mientras con la lengua lo pulsaba, ya no me buscaba, solo con las piernas totalmente abiertas se ofrecía para cualquier caricia que le hiciera.
Se quitó las bragas cuando pudo soltar mi polla de su boca, ahora ya podía abarcar yo desde al culo hasta el clítoris, sus labios abiertos me presentaban la vagina balbuceante, mi lengua se metía lo más profundo que podía, tuvo unos temblores, preludio de un orgasmo, pero baje el ritmo, quería correrse, pero yo prefería tenerla a tensión máxima, ella también tuvo la misma idea, me llevaba al borde de la eyaculación y después paraba, tuve que cambiar de postura varias veces, pero todas eran demasiado excitantes, estábamos muy calientes y teníamos toda la noche por delante, las velas daban un color a las tetas de Tere que las hacían más apetecibles si cabe, cuando se ponía a cuatro mi polla entraba tan fuerte que hacía ruido al escapar el aire que inyectaba, ella me pedía más fuerte cada vez, decía que me sentía en su garganta casi, me lamía la polla desde el capullo hasta rodearme los huevos, apenas articulábamos ninguna palabra, solo gemidos, suspiros y gruñidos, nos movíamos guiados como por unas manos mágicas, cambiábamos de postura por reflejos, Tere me cogía la polla y se la metía donde le apetecía, lo mismo en el coño que en la boca, cuando apenas le lamí el culo, sin pensárselo buscó en la mesita un tarro con crema hidratante, me untó la polla y me lo dio para que hiciera lo mismo en su culo, se puso con la cabeza en el colchón y me esperó, no se quejó, solo suspiró cuando entró el glande y me rogó que se la metiera despacio pero hasta dentro del todo, cuando se la saqué me sorprendió que se la llevara a la boca directamente, luego me dijo que antes de ponerse el camisón se había limpiado con un enema, lo había pensado todo, me dijo que no me preocupara de correrme donde quisiera, su coño estaba preparado para recibir mi leche, cuando llegó la primera andanada, tenía las piernas abrazadas por las corvas de las rodillas sobre la cabeza, la metí hasta el fondo, notaba el útero presionado contra mi glande, en otra ocasión me habría preocupado, pero Tere sabía lo que se hacía, el cuello del útero golpeó repetidamente sobre mi capullo, se estaba corriendo también, las tetas brillaban de sudor cuando me separé de ella, las lamí y los pezones tenían un gusto salado, las chupé todas hasta dejarlas mojadas, ella me correspondió igual al sacar mi polla mojada de jugos y semen, quedamos rendidos sobre las sabana azul, nuestros cuerpos resbalaban sobre la seda.
No sé bien el tiempo que estuvimos hablando, pero mis ojos se cerraron y cuando se abrieron me sobresalté, no sabía bien donde estaba, solo el calor del cuerpo desnudo de Tere a mi lado me devolvió a la realidad.
Estaba de espaldas a mí, las piernas cruzadas, y los brazos sobre la cabeza, las tetas, una descansando sobre la otra, cuando me escurrí hacia los pies separe un poco sus piernas, no se enteró, las dejó como yo las había puesto, el coño abierto era una tentación para mí y lo besé, olía a semen y a mujer caliente, resumiendo a sexo, Tere apenas se movió, respiraba tranquila, sosegadamente, las tetas subían y bajaban con su respiración, le separé más la piernas y cruce las mías con las de ella, despacio fui metiendo la polla en el coño de la chica, ella cerro las piernas y me impidió salir.
Con la polla dentro me volví a dormir, Tere me cogió una mano y pasándola por encima de ella la puso sobre una teta, la estruje y seguí durmiendo.
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Mi timidez y las mujeres de mi familia 25
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Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mis tías, mi madre y mi prima y otras chicas me hicieron despertar, pero las circunstancias me abrieron los horizontes.
Ya la mayoría de exámenes estaban hechos, cuando salía de un aula vi a Tere, salía de una reunión de profesores, llevaba unas carpetas en los brazos, cuando nos cruzamos sacó un bolígrafo de su bolso y escribió una nota, al pasar junto a ella me la dio.
No la leí hasta estar en la calle, un escalofrío me recorrió la espalda, no dejé de pensar en ello hasta llegar a casa, saludé lacónicamente a mí tía, estaba en el salón con unas bolsas de ropa de recién nacido, Ana estaba muy ilusionada.
- Hola Manu, ven a ver qué te parece esta ropita para el bebé.
- Me acerqué sin ningún interés, lo reconozco, estuve mirando bastante indiferente, de pronto mi tía me miró y dejando toda la ropita aparte me dijo…
- Manu, que te pasa, te veo mal, algo te preocupa.
- Lo siento Ana, no es nada, son cosas mías.
- De eso nada, lo tuyo me importa a mí también, cuéntame lo que te preocupa.
- Es un poco delicado, y más porque me produce un desasosiego grande.
- Creo que exageras, cuéntame, sabes que puedes confiar conmigo.
- Pues eso es lo que me preocupa, por una parte tú eres mi tía, hermana de mi madre, por otra tenemos una relación muy especial y por otra eres mi mejor amiga.
- Vamos a ver Manu, primero, soy tu tía, si, pero es una circunstancia de que tu madre sea mi hermana e igual no podría ser así de la misma manera, eso no debe preocuparte, la segunda, tenemos una relación muy especial, también es cierto, pero tenemos la suficiente inteligencia para saber diferenciar lo que son los afectos a lo que es sexo, y la tercera, si es verdad, soy tu mejor amiga, y me considero muy honrada, por eso te lo vuelvo a preguntar, que te pasa?
- Te lo contaré pero quisiera que no te enfadaras conmigo, ni pensaras que no te quiero.
- Vamos, vamos desembucha Manu.
- Te tengo que contar que tengo en una asignatura a una profesora, se llama Tere, la cosa es que por algún motivo hemos coincidido, vamos que nos hemos acostado dos veces.
- Ah! Vamos, ya te voy comprendiendo, y cuántos años tiene Tere?
- Más o menos tu edad.
- Ahora la comprendo más a ella, sigue.
- En su clase nos ignoramos por precaución, pero hoy me ha pasado una nota al cruzarnos en un pasillo.
- Y que dice la nota? Lo puedo saber?
- Si, mírala.
Le pase el papelito, ella lo leyó una y varias veces, me miró callada, hasta que hablo.
- Bueno entiendo, analizando la nota detenidamente puedo sacer una conclusión sin temor a equivocarme.
Lo dijo muy ceremoniosamente, perecía que iba a darme una sentencia como un juez.
- Leo,… “Manu, estoy loca por pasar una noche entera follando contigo”, así de primeras diría que una chica de treinta y tantos años que ya ha estado follando con un chico bastante más joven que ella, ha quedado lo suficientemente satisfecha para desear pasar una noche entera en la cama con él, eso por una parte es muy halagador para el chico, ha dejado el pabellón muy alto, casi nadie podría decir lo mismo, y digo yo… cual es el problema?
- Pues… que pará mí sería como traicionarte, dejarte por otra.
- Calla Manu, no lo has entendido aún creo, para mí tu eres mi hombre, una persona que me quiere y que me demuestra todo su cariño, y en la cama me hace muy feliz, pero yo quiero a mi marido y tu eres libre de hacer lo que tú quieras en la vida, yo te aconsejaré siempre en lo que pueda ayudarte. De todas formas siento curiosidad de conocer a tu profesora Tere, tienes alguna foto suya?
- Bueno, una foto no, pero la puedes ver.
Fui a por la tableta y le enseñe el video que había grabado follando con ella, se lo enseñe.
Estuvo mirando con los ojos muy abiertos, no los cerró hasta que acabó, luego me miró sonriendo.
- Manu, enhorabuena, es un bombón de mujer, tiene una cara muy guapa y un tipo ideal, unas tetas que ya quisiera yo tener la mitad que ella, y se nota el placer con que folla contigo, esa chica está deseando meterse en la cama contigo, si la viera mi marido te diría lo mismo.
- Ejem… pues a Jorge también se la he enseñado.
- Si?, como es eso?
- Cuando me propuso dejarte preñada entre los dos, quiso saber si yo aguantaría más que él y se la enseñé.
- Que envidia le darías, seguro que se convenció.
- A la primera, claro.
- Bueno ya sabes que mi consejo es que arregles una noche loca con Tere, pero que sea bonita para los dos, es una ocasión para tener una noche inolvidable. Yo le diré a Jorge que te has ido a casa de unos amigos.
Cuando vi a Tere otra vez en los pasillos, le pasé otra nota, “A mí, también me encantaría”
Al salir a la calle me estaba esperando, me dejó una carpeta para disimular y concretamos la cita para el fin de semana siguiente.
Ana me había aconsejado que no fuera vestido demasiado formal, elegante pero joven como lo que era, la invitaría a cenar a un sitio sencillo pero íntimo y después que nos dejáramos llevar por la improvisación.
Cuando llegué al lugar de la cita, me temblaban las piernas, seguí el consejo de Ana, iba con una chaqueta de sport y una camisa clarita, ya habían pasado diez minutos de la hora acordada y aún no había aparecido, yo tenía la mesa reservada, había previsto todo, en un sitio tranquilo, buena música y buen ambiente.
Cuando la vi aparecer, salía de detrás de un seto del jardín, luego me confesó que llevaba un rato mirándome, aún dudaba si estaba bien lo que íbamos a hacer.
No la reconocí al primer momento, iba vestida de una forma totalmente juvenil, no se notaba la diferencia de edad, incluso yo parecía mayor que ella, hasta la forma de moverse y hablar era talmente una adolescente, nos dimos dos besos en la mejilla, pero enseguida se colgó a mi brazo y me dijo…
- Va a ser una noche maravillosa, será solo nuestra.
Entramos en el restaurante, la mesa estaba preparada, la cena fue de lo más divertida, incluso comimos de una forma totalmente juvenil, me sorprendió que pidiera hamburguesas y pizza y de beber unas cocas.
Yo alucinaba, con lo preocupado que estaba yo de no estar a su altura y era ella la que se había puesto en plan adolescente, estaba maravillosa, cada vez que la miraba me parecía más encantadora.
El restaurante estaba en el puerto pesquero, al salir pedimos unos helados y salimos a pasear entre las barcas amarradas, por el muelle íbamos abrazados con nuestros helados, la noche era esplendida y tranquila, las barcas meciéndose apenas y la luna brillando descarada.
Al pasar por un montón de redes una nube ocultó la luna, Tere se volvió hacia mí y me besó, fue un beso largo, sabía a fresa y vainilla, pero sus labios quemaban sobre los míos, su cuerpo pegado al mío, se colgó a mi cuello y yo la cogí de las nalgas y la atraje hacia mí, cuando nos separamos, la luna empezaba a iluminar los muelles otra vez, le pregunté…
- Qué te apetece ahora?
- Vamos a mi casa.
Aunque ya había estado en su casa dos veces antes me pareció como si la viera por primera vez, ella me cogió de la mano como dos mozalbetes que van a hacer una travesura, me dijo que me sentara un momento que se iba a cambiar, yo me senté frotándome las manos nervioso, no sabía qué hacer con ellas, cuando salió de su cuarto, quedé impactado, apareció como una diosa, lucía un camisón negro, largo hasta los pies, las tetas recogidas por el tul transparente que dejaba adivinar los pezones, la cintura recogida como un cinturón que le marcaba la figura y las caderas que se recortaban bajo la falda también transparente, bajo la falda unas braguitas minúsculas también negras, el pelo suelto sobre los hombros, se apoyó en el quicio de la puerta como invitándome a entrar, detrás de ella una tenue luz de varias velas encendidas iluminaban parpadeantes la habitación, me levanté como hipnotizado, la quinceañera que había entrado apenas unos minutos antes en la habitación se había convertido en una vestal griega, como un robot fui hacia ella, me dejó pasar y cerró la puerta, me fue quitando la ropa, yo no me atrevía a tocarla siquiera, era una belleza tan sensual que me tenía hechizado, cuando estaba ya solo con el bóxer, ella lo bajó lentamente, yo ni me di cuenta pero mi polla saltó casi mirando al techo, ella se echó en la cama, estaba solo con la sabana, era de seda, azul marino, me esperó a que subiera, yo no sabía por dónde empezar, ella simplemente me atrajo hacia sí y me besó, mis manos salieron del letargo y pasaron sobre sus tetas, los dedos se engancharon en los pezones duros, metí los dedos entre el escote y atrapé uno, estaba caliente, áspero y erguido, fui bajando los tirantes del camisón hasta la cintura, las tetas redondas se repartían sobre su pecho, desde las axilas hasta el canalillo, no acertaba a encontrar como se podía quitar la falda y ella en un movimiento rápido se la quitó quedándose solo con las braguitas, me paré a admirar su cuerpo, sobre el azul de la sabana resplandecía, las caderas sujetaban las braguitas tirantes y estaban tan ajustadas que marcaban la silueta de los labios en el pubis, indudablemente estaba completamente depilado, habría parecido una cría si no se marcara la oscuridad de su piel, la besé con miedo de romper el hechizo, ella estaba quieta, recorrí todo su cuerpo de arriba abajo, sus gemidos mi guiaban donde más placer sentía, sus piernas en un principio juntas se fueron abriendo involuntariamente cuando mi boca se acercaba a su pelvis, recorrí los muslos, las ingles, ella levantaba las caderas buscando mi boca con su sexo, cuando se metió bajo mis rodillas y buscó mi polla con la boca, la separé las braguitas y ya no dudé, con la lengua abrí sus labios y sorbí el clítoris brillante, su pequeño prepucio se escondió y lo mordí sujetándolo mientras con la lengua lo pulsaba, ya no me buscaba, solo con las piernas totalmente abiertas se ofrecía para cualquier caricia que le hiciera.
Se quitó las bragas cuando pudo soltar mi polla de su boca, ahora ya podía abarcar yo desde al culo hasta el clítoris, sus labios abiertos me presentaban la vagina balbuceante, mi lengua se metía lo más profundo que podía, tuvo unos temblores, preludio de un orgasmo, pero baje el ritmo, quería correrse, pero yo prefería tenerla a tensión máxima, ella también tuvo la misma idea, me llevaba al borde de la eyaculación y después paraba, tuve que cambiar de postura varias veces, pero todas eran demasiado excitantes, estábamos muy calientes y teníamos toda la noche por delante, las velas daban un color a las tetas de Tere que las hacían más apetecibles si cabe, cuando se ponía a cuatro mi polla entraba tan fuerte que hacía ruido al escapar el aire que inyectaba, ella me pedía más fuerte cada vez, decía que me sentía en su garganta casi, me lamía la polla desde el capullo hasta rodearme los huevos, apenas articulábamos ninguna palabra, solo gemidos, suspiros y gruñidos, nos movíamos guiados como por unas manos mágicas, cambiábamos de postura por reflejos, Tere me cogía la polla y se la metía donde le apetecía, lo mismo en el coño que en la boca, cuando apenas le lamí el culo, sin pensárselo buscó en la mesita un tarro con crema hidratante, me untó la polla y me lo dio para que hiciera lo mismo en su culo, se puso con la cabeza en el colchón y me esperó, no se quejó, solo suspiró cuando entró el glande y me rogó que se la metiera despacio pero hasta dentro del todo, cuando se la saqué me sorprendió que se la llevara a la boca directamente, luego me dijo que antes de ponerse el camisón se había limpiado con un enema, lo había pensado todo, me dijo que no me preocupara de correrme donde quisiera, su coño estaba preparado para recibir mi leche, cuando llegó la primera andanada, tenía las piernas abrazadas por las corvas de las rodillas sobre la cabeza, la metí hasta el fondo, notaba el útero presionado contra mi glande, en otra ocasión me habría preocupado, pero Tere sabía lo que se hacía, el cuello del útero golpeó repetidamente sobre mi capullo, se estaba corriendo también, las tetas brillaban de sudor cuando me separé de ella, las lamí y los pezones tenían un gusto salado, las chupé todas hasta dejarlas mojadas, ella me correspondió igual al sacar mi polla mojada de jugos y semen, quedamos rendidos sobre las sabana azul, nuestros cuerpos resbalaban sobre la seda.
No sé bien el tiempo que estuvimos hablando, pero mis ojos se cerraron y cuando se abrieron me sobresalté, no sabía bien donde estaba, solo el calor del cuerpo desnudo de Tere a mi lado me devolvió a la realidad.
Estaba de espaldas a mí, las piernas cruzadas, y los brazos sobre la cabeza, las tetas, una descansando sobre la otra, cuando me escurrí hacia los pies separe un poco sus piernas, no se enteró, las dejó como yo las había puesto, el coño abierto era una tentación para mí y lo besé, olía a semen y a mujer caliente, resumiendo a sexo, Tere apenas se movió, respiraba tranquila, sosegadamente, las tetas subían y bajaban con su respiración, le separé más la piernas y cruce las mías con las de ella, despacio fui metiendo la polla en el coño de la chica, ella cerro las piernas y me impidió salir.
Con la polla dentro me volví a dormir, Tere me cogió una mano y pasándola por encima de ella la puso sobre una teta, la estruje y seguí durmiendo.
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