El viernes pasado mi marido me pasó a buscar despues del tranbajoi y nos fuimos a la casa de Darío, él es su amigo desde antes de que yo lo conociera y siempre nos juntamos. Ese viernes beberíamos cerveza y conversaríamos escuchando algo de música.
Al llegar a la casa de Darío estaba acompañado por otros amigos y la música sonaba bastante fuerte por los parlantes de un minicomponente, saludamos a todos y nos unimos al grupo y a la conversación, yo bestia un short corto y una blusa celeste bien escotada que lucía muy bien mis grandes pechos, estaba sentada junto a mi esposo y conversábamos, note que la mirada de Darío se quedaba en mí y mi escote, él es un hombre alto y flaco, su piel es blanca y su cabello es castaño claro, es soltero y hace un par de meses que dejo a su novia, tiene 26 años y es bastante atractivo, desde que nos conocemos que noto algo especial en su mirada y siempre que puede me tira indirectas a las que yo no hago caso, solo me rio o me hago la desentendida.
mi esposo se levantó de mi lado y salió al antejardín ara fumar un cigarrillo con algunos amigos del grupo, habíamos unas 12 personas entre hombres y mujeres, yo me fui hacia la cocina por otra cerveza y Darío me siguió.
—¿Cómo estas linda? —me dijo al entrar a la cocina.
—Ya nos habíamos saludado —le conteste, él se acercó y tomándome firme por la cintura me beso en la mejilla muy cerca de mi boca.
— Si, pero no como se debe —me contesto, yo le sonreí, Darío se apresuró a ofrecerme una cerveza y nos quedamos conversando solos en la cocina.
—¿No tienes otra cosa? —le pregunte— esta cerveza no me gusta —le dije. Rápidamente saco una botella de vodka, él sabe que me encanta.
—¿Con esto está bien? —Me dijo con una sonrisa mientras me llenaba un vaso— Esto es solo para personas importantes y tiene un costo —agrego, yo sonreí y asentí.
—¿De seguro que de alguna forma me lo cobraras, verdad? —El me miro con una expresión picara en su rostro.
—Tu bien sabes cómo me gustaría que me lo pagues —yo lo mire a los ojos y sonriendo le dije.
—Dime lo que quieres que haga y ahí vemos.
—¿Estas segura? —me pregunto con una gran sonrisa y un brillo especial en sus ojos color miel.
—Claro que lo estoy —le dije desafiante, aunque yo sabía que era lo que Darío deseaba— yo ya se lo que quieres —le dije, mirándolo a los ojos muy coqueta, Darío sonreía y no atinaba a nada, solo me miraba nervioso, tratando de mirar más mi cara que mi escote, me acerque a él y con mi cara a un par de centímetros le dije— Yo también quiero lo mismo.
En ese momento me tomo por la cintura y nos besamos, el temor de que alguien entrara y nos viera me excitaba, Darío bajo besando mi cuello hasta llegar a mi escote y ágilmente libero uno de mis pechos para acariciarlo con su lengua, suavemente se metía mi duro pezón a la boca y me lo chupaba y lamia delicioso, deje mi vaso y acaricie su verga por encima de su pantalón, abrí su cremallera y metí mi mano dentro de su pantalón para acariciar su miembro, lo saque de su encierro y empecé a masturbarlo, tiene un pene largo y delgado y su cabeza era grande y roja, mientras lo masturbaba el seguía chupando y lamiendo mis pezones y mis pechos ya desnudos, los que había liberado del encierro de mi sostén hace rato ya, lo bese en la boca y le dije:
—Preocúpate de que nadie entre y nos vea, esto será solo un adelanto de lo que te debo por tu atención especial.
Él se apoyó en la puerta de la cocina y yo me arrodille frente a él, pase su mojado pene por mis pechos mientras Darío me miraba incrédulo y excitado, saque mi lengua y recorrí todo su miembro para luego meterlo a mi boca, lo metía y sacaba de mi boca a un rápido ritmo, saboreando cada chupada de ese rico y duro mástil mientras acariciaba sus testículos, sentí como su verga se hinchaba dentro de mi boca y como el primer chorro de semen llagaba a mi garganta, se lo chupe y me trague hasta la última gota de su leche, luego me puse de pie, me arregle la ropa, le di un suave beso en los labios, tome mi vaso junto con la botella y salí de la cocina con rumbo al sofá a sentarme junto a mi esposo
y el resto de los amigos.
Al llegar a la casa de Darío estaba acompañado por otros amigos y la música sonaba bastante fuerte por los parlantes de un minicomponente, saludamos a todos y nos unimos al grupo y a la conversación, yo bestia un short corto y una blusa celeste bien escotada que lucía muy bien mis grandes pechos, estaba sentada junto a mi esposo y conversábamos, note que la mirada de Darío se quedaba en mí y mi escote, él es un hombre alto y flaco, su piel es blanca y su cabello es castaño claro, es soltero y hace un par de meses que dejo a su novia, tiene 26 años y es bastante atractivo, desde que nos conocemos que noto algo especial en su mirada y siempre que puede me tira indirectas a las que yo no hago caso, solo me rio o me hago la desentendida.
mi esposo se levantó de mi lado y salió al antejardín ara fumar un cigarrillo con algunos amigos del grupo, habíamos unas 12 personas entre hombres y mujeres, yo me fui hacia la cocina por otra cerveza y Darío me siguió.
—¿Cómo estas linda? —me dijo al entrar a la cocina.
—Ya nos habíamos saludado —le conteste, él se acercó y tomándome firme por la cintura me beso en la mejilla muy cerca de mi boca.
— Si, pero no como se debe —me contesto, yo le sonreí, Darío se apresuró a ofrecerme una cerveza y nos quedamos conversando solos en la cocina.
—¿No tienes otra cosa? —le pregunte— esta cerveza no me gusta —le dije. Rápidamente saco una botella de vodka, él sabe que me encanta.
—¿Con esto está bien? —Me dijo con una sonrisa mientras me llenaba un vaso— Esto es solo para personas importantes y tiene un costo —agrego, yo sonreí y asentí.
—¿De seguro que de alguna forma me lo cobraras, verdad? —El me miro con una expresión picara en su rostro.
—Tu bien sabes cómo me gustaría que me lo pagues —yo lo mire a los ojos y sonriendo le dije.
—Dime lo que quieres que haga y ahí vemos.
—¿Estas segura? —me pregunto con una gran sonrisa y un brillo especial en sus ojos color miel.
—Claro que lo estoy —le dije desafiante, aunque yo sabía que era lo que Darío deseaba— yo ya se lo que quieres —le dije, mirándolo a los ojos muy coqueta, Darío sonreía y no atinaba a nada, solo me miraba nervioso, tratando de mirar más mi cara que mi escote, me acerque a él y con mi cara a un par de centímetros le dije— Yo también quiero lo mismo.
En ese momento me tomo por la cintura y nos besamos, el temor de que alguien entrara y nos viera me excitaba, Darío bajo besando mi cuello hasta llegar a mi escote y ágilmente libero uno de mis pechos para acariciarlo con su lengua, suavemente se metía mi duro pezón a la boca y me lo chupaba y lamia delicioso, deje mi vaso y acaricie su verga por encima de su pantalón, abrí su cremallera y metí mi mano dentro de su pantalón para acariciar su miembro, lo saque de su encierro y empecé a masturbarlo, tiene un pene largo y delgado y su cabeza era grande y roja, mientras lo masturbaba el seguía chupando y lamiendo mis pezones y mis pechos ya desnudos, los que había liberado del encierro de mi sostén hace rato ya, lo bese en la boca y le dije:
—Preocúpate de que nadie entre y nos vea, esto será solo un adelanto de lo que te debo por tu atención especial.
Él se apoyó en la puerta de la cocina y yo me arrodille frente a él, pase su mojado pene por mis pechos mientras Darío me miraba incrédulo y excitado, saque mi lengua y recorrí todo su miembro para luego meterlo a mi boca, lo metía y sacaba de mi boca a un rápido ritmo, saboreando cada chupada de ese rico y duro mástil mientras acariciaba sus testículos, sentí como su verga se hinchaba dentro de mi boca y como el primer chorro de semen llagaba a mi garganta, se lo chupe y me trague hasta la última gota de su leche, luego me puse de pie, me arregle la ropa, le di un suave beso en los labios, tome mi vaso junto con la botella y salí de la cocina con rumbo al sofá a sentarme junto a mi esposo
y el resto de los amigos.
13 comentarios - un pete rapido en la cocina
Buen relato, van diez puntos