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Mi primera vez en un automóvil.

El sexo es un hermoso intercambio de placer, no es amor.
Claro que me gusta tenerlo con mi amado marido, pero también es cierto que para que un matrimonio sea duradero, es necesario re-inventarse con frecuencia en la intimidad o en su defecto, buscar afuera de casa, los estímulos, físicos, químicos, mecánicos, ..., que desencadenen la exaltación de los sentidos, imprescindible para un buen vivir.

Como ya relaté, con Carlos transgredí por primera vez (y por cierto tiempo, seguí violando con él, muy de vez en cuando) el mandato de fidelidad. En paralelo a esas escapadas, y también tiempo después, disfruté algunos otros buenos bocados.

Con mi esposo, Miguel, practicábamos deportes, desde adolescentes, y lo seguíamos haciendo regularmente en dos distintos clubes de barrio: básquetbol él, tenis yo.
Lo que sigue sucedió años atrás, en una época que me sentía algo descuidada por mi marido.
Él salía, varios días en la semana por las noches, para jugar un torneo inter clubes y, de regreso, cenaba lo que le dejaba y se acostaba, agotado.
Yo, aprovechaba los escasos días que él no salía, para dejarlo al cuidado de nuestros dos hijitos e ir al club, a jugar tenis. Por lo general jugaba doble mixto. Mí, compañero frecuente de partidos, era Ignacio.
Alto, cuerpo cuidado, rostro agradable, buen conversador, con facilidad para las relaciones sociales por su carácter abierto. Era divorciado y vivía solo. Compartimos más de una mesa en la cantina del club, a partidos terminados, con otros compañeros o solos los dos. A solas, no faltaban miradas sugestivas, adulación, frases intencionadas, preguntas que me agradaban y halagaban, roces de manos en mis manos y cosquilleos y humedades en mi bajo vientre.
Una noche, me dijo que no llame el taxi para volver a mi casa, él me iba a llevar. Acepté sin muchas dudas de que algo se traía entre manos. En el estacionamiento, al lado de su camioneta, me abrazó, me besó en el cuello. Lo rechacé, bueno hice como si …., metió mano en mi seno y me besó, luego, en la boca.
-….acabala Ignacio ….!-
-¡Perdón, Laura, me dejé llevar!-
No le recriminé su conducta, la verdad, me gustó el arrime. Subí a la camioneta sin amagar regresar al club para pedir el taxi de siempre. Él en lugar de redoblar su insolencia, me dejó, mojada la bombacha, en la puerta de mi edificio, previa despedida convencional, con un beso en la mejilla y un:
-…. el jueves …. será …. otro día ….-
En casa, me comporté del modo más natural posible con mi marido, a la noche me desperté varias veces pensando en lo sucedido en el estacionamiento. La mañana siguiente, sabía que iba a hacer el jueves.
Como era de esperarse él volvió a ofrecerse para llevarme de regreso a casa. Me intrigó que, en esta ocasión, subimos a su camioneta sin que intentase besarme. Igual ya estaba excitada. Hablamos mientras manejaba, mi vista se fijó en la notoria hinchazón en sus entrepiernas.
A poco de andar noté que había tomado otra ruta.
-¿Qué haces, Ignacio? Por aquí no es la ruta a mi casa. –
-¡Tiempo al tiempo!- Paró la camioneta en un tramo arbolado en penumbras. Me sonrió intencionado, apoyó su mano derecha en mi pierna izquierda, desnuda, bien arriba de la rodilla:
-Mirá , voy a hablarte a calzón quitado: me inquietaste desde el primer día que jugamos y mucho más desde que comenzamos a tener trato, fuera de la cancha.-
Lo miré, sonreí con una pseudo-expresión entre nerviosa y sorprendida. Obvio que sabía que él, pretendía pasar del trato social al trato carnal. Yo también. Estiró el cuello y rozó, apenas, mis labios con los suyos:
-Estoy seguro que a vos no te soy indiferente, me quedé en el molde hasta hoy, ahora ya no –
Su mano avanzó un trechito más y sobó mi vulva, por sobre el shorcito de tenis. Me recorrió una descarga de estrógenos y nos fundimos en un beso intenso.
Mi mano, impaciente, fue a tantear lo que me estaba ofreciendo, ceñido sólo por la tela del pantaloncito de tenis. “¡Digno de probar, apetecible!” pensé.
-Vamos a la arboleda del parque C…., a esta hora no hay nadie.-
Me agarró desprevenida: ¡Ni a un hotel, ni a su casa. al bosque!
El muy descarado agregó:
-En esta camioneta el asiento de atrás es mucho más grande que lo usual, no como un bulín claro, pero el tamaño que sí importa, es otro. Vamos a darnos el gusto con un rapidito. –
Se me cruzó por la mente Miguel “¡que se joda, por tibio!” pensé y no dije “esta boca es mía”. Quien calla otorga.
Puso el cambio y minutos después volvió a estacionar entre árboles, apartados de la calle.
Le di tiempo, apenas, para poner el freno de mano, apagar el motor y los faros y, ya, me le tiré encima, estaba en éxtasis. Me besó y mordió en el cuello, sentí mis humores mojar la tanga, tenía ganas de él. Metió mano en mi seno, desabrochó mi blusa, soltó el broche de mi corpiño jugó con mis pezones, me dio una buena mamada de tetas.
Yo tenía desbocados mis sentidos. Él avanzó un paso más, filtró su mano por el costado del shorcito y la bombacha y comenzó a acariciarme la concha.
Embelesada y entregada, manoteé el bulto de su pantaloncito, lo sentí crecido, no pude reprimir el deseo de constatar el calibre de lo que escondía, bajé el cierre relámpago y di con una poronga gruesa, larga y rígida. No me dio tiempo de sacarla y metérmela en la boca:
-Vamos, de una vez, al asiento de atrás, Laura- .
Bajé, él hizo lo propio, abrió la puerta trasera derecha, pasó a los asientos delanteros nuestros bolsos de raquetas y mi mochila, me levantó tomándome de la cintura y me depositó en el asiento posterior. Subió, se sentó a mi lado y fue al grano: mis cuatro prendas, las tres de él, se unieron en el piso, con fuerza y dulzura me hizo acostar y hundió su cara entre mis piernas abiertas, me besó, me lamió, me chupó, jugueteó con el clítoris, mientras yo continuaba a gotear humores.
Non aguanté más las ganas de sentirlo adentro. Lo tomé del cabello y tiré hacia arriba, me hizo caso y comenzó a subir. Su verga erecta se apoyó en vi vulva. La manoteé, al sentirla hinchada y dura, la presenté: entró sin dificultad. La sentí adentro, hasta el fondo, me pareció más que una pija humana un bate de béisbol, por cómo me llenaba.
No logré callar mi placer, se lo grité y a él le complació:
-¡así … te …. quería…. sentir ….!-
masculló mientras comenzó a moverla, con decisión, adentro y afuera. Cada vez que levantaba sus caderas, el glande estimulaba mi punto G, cada vez que las bajaba me entraba a fondo, provocándome descargas de placer. Perdí, rápidamente contacto con la realidad, no existía nada fuera de yo y él dentro de mí.
Por fuera, no es que no pasaba nada: mientras me cogía, cogíamos en verdad, de un modo, delicioso, me besaba, mamaba mis pechos, pasó su mano debajo de mis nalgas, ubicando sus dedos medio y anular, en mi vulva, a cada lado de su verga que seguía bombeando para, luego, deslizarla por la zanja, hasta dar con mi agujerito e introducirle un dedo. Me sacó fuera de mí, me turbó la razón, hasta hacerme acabar, extasiada, embelesada, gimiendo y dando gritos de exaltación, de goce extremo. Él dio algunos remesones más y soltó su semen a invadir lo más recóndito de mi sexo.
Se mantuvo encima y dentro de mí, besándome, mientras su miembro fue perdiendo vigor.
Fue una cogida soberbia, grandiosa.
Recuperado el control, tomé conciencia que demoraría mucho más que lo habitual en regresar a casa. Nos adecentamos con precipitación y salimos disparados. En el trayecto de retorno, tuvimos tiempo para convenir que, el jueves siguiente, el partido sería de singles, en lugar del doble mixto de costumbre, carnal y jugado en un hotel transitorio no lejano al barrio.
En casa y ante la inquisitoria de Miguel, frangollé una excusa poco verosímil (charla y copas con amigas)
Creí ver, en la mirada de mi marido, incredulidad y desconfianza. Por las dudas, esa noche lo provoqué a Miguel y apelé a todo mi bagaje de histrionismo para exaltar la cópula, de mera rutina, a excelsa.
Por suerte, no hubo secuelas y con Ignacio, seguimos alternando peloteos en cancha de polvo de ladrillo con polvos en hotel o, cuando Miguel viajaba, en su casa o en la mía.

5 comentarios - Mi primera vez en un automóvil.

veteranodel60
Los mejores polvos robados fueron desde un Fiat 600, pasando por la histórica F100 hasta una Mercedes Benz sprinter,por Dios que polvos me eché
milfantasias1971
me encantan tus historias muy buenas , cada renglon que les tiene su fantasia y su morvo me encantan van 10
Pervberto
¡Por suerte el polvo no fue solo el de ladrillo!