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De vuelta al camping II

4 – De vuelta al camping
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Pasamos un rato tomando el sol pero ya como a las tres de la tarde nos dió mucha hambre y decidimos volver. Ya en el camping nos encontramos con nuestro amigo el socorrista, que había venido hacia nuestras tiendas diciendo que nos estaba buscando todo el día. Le contamos que habíamos ido a la playa y que era una pena que él no hubiera podido venir.
Después de comer mi novio quería hacer una siesta. Me fui con él a nuestra tienda y me ofrecí para follar con él, porque la verdad después de todo lo de la playa me había quedado un poco cachonda. Al sacarme el bikini me fijé que se me había impregnado todo por dentro con las babas de mi coñito.
Pero el capullo de mi novio me dijo que estaba enfadado conmigo y que quería dormir un rato. Me quedé desnuda sobre mi saco de dormir un rato intentando echar una cabezadita también, pero no conseguía relajarme. Al oír las risas de mis amigos hablando con el socorrista en la tienda de al lado, agarré el primer vestido que encontré y me fui a visitarlos mientras mi novio se quedaba roncando.
Al verme noté que cambiaron de conversación muy rápido, no sé porqué. Me picó la curiosidad así que sin más les pregunté que de qué hablaban. Nacho respondió con evasivas diciendo que era privado. Yo me decepcioné un poco porque pensaba que ya tenían suficiente confianza conmigo, así que se lo dije.
—Susana, es que nos da vergüenza, nada más —dijo Nacho para animarme.
—¿Por qué te iba a dar vergüenza? Dime de qué hablabais porfi… —pregunté con cara triste, más intrigada que antes.
—Bueno, si insistes… —dijo al fin Nacho—. Pues comentábamos lo gracioso que es que no tienes ningún pelito en tu rajita.
—¡Ay!, ¿pero cómo habláis de eso? —pregunté un poco alarmada.
—Bueno, es que le estábamos contando al socorrista lo bien que nos lo hemos pasado jugando en la playa y lo divertido que ha sido cuando hemos conseguido robarte el bikini…
—La verdad que ha sido divertido —comenté yo riendo—, y es verdad que es gracioso que yo lo tenga afeitado porque vosotros los tenéis al revés, ¡los tenéis bien barbudos!
Nos reímos todos de la situación. Me fijé que mis amigos seguían con los mismos bañadores de la playa e iban sin camiseta para que les diera el sol en sus músculos. Excepto el socorrista, que llevaba la camiseta blanca de uniforme.
—Vaya, qué pena habérmelo perdido —dijo justamente el socorrista con carita de pena.
—Bueno, ¿por qué no te vienes la próxima vez? —pregunté inocente.
—No podré porque tengo que trabajar aquí en el cámping —siguió triste—. ¡Qué le vamos a hacer…!
—Oye Susanita, ¿por qué no le enseñas cómo lo tienes depilado? Así se quedará menos triste por no haber venido —dijo Carlos entonces.
—¡Uy, qué dices! Me va a ver medio camping… —respondí avergonzada.
—Bueno, pues ponte aquí dentro de la tienda y ya está.
Me lo pensé un poco porque no entendía muy bien como eso haría que se sintiera menos triste si al final no podría venir a la playa igualmente. Pero como ellos había tanta confianza como mis hermanos y ya nos habíamos visto desnudos, tampoco pensé que tuviera mucha importancia.
—Bueno vale… si eso te hace sentir mejor…
Entré en su tienda, que olía un poco mal a sudor, y me puse de rodillas justo a la entrada pero con la cremallera abierta para que me vieran. Me tapaba lo justo que si alguien pasaba por el camino no me verían. Luego, apretando bien mis piernas, levanté el vestido hasta mi cintura.
—¡Vaya! ¡Si no llevas braguitas…! —exclamó Nacho.
—Es que el bikini estaba sucio y bueno… —me excusé.
Pero les daba igual, estaban todos como bobos mirándome ahí abajo. Qué tontos pueden llegar a ser a veces los tíos. Me incliné para mirarme a mí misma, y pude apreciar lo bien que se veía mi monte de venus todo peladito y brillante como el de una niña, y a pesar de cerrar bien las piernas se veía parte de mis abultaditos labios vaginales.
Le pregunté al socorrista si ya le valía con eso, porque me estaba cansando de estar de rodillas y me empezaba a doler un poco porque el suelo estaba duro y con algunas piedrecitas. Me dijo que sí pero que no era justo porque los otros la habían visto también por detrás. Yo me dije que era una tontería porque todo el mundo tiene culos y qué más le tiene que dar verme el mío si todos son iguales.
Pero para terminar ya con eso me giré de espaldas a ellos y me eché para adelante. Me quedé un rato así y me hizo gracia que no dijeron nada y se quedaron en silencio todo ese rato. Cuando ya me cansé me levanté y les dije que ya era suficiente y que si tanta pena le hacía que se las arreglara para venir con nosotros a la playa al otro día. Pero él insistió en que no podía coger ningún día de fiesta porque era temporada alta.
Como ya al poco rato se iba a despertar mi novio, les dije que mejor me iba a cenar con él esa noche porque creo que estaba un poco enfadado conmigo por no estar demasiado con él. Los chicos insistieron en que me quedara con ellos de todas formas. Yo me negué, pero se quedaron más tranquilos cuando les dije que les iría a dar las buenas noches antes de irme a dormir.
Con mi novio cenamos en el bar del camping. Y menos mal que después de la siesta se había tranquilizado un poco y estaba menos enfadado. Al volver a nuestra tienda me dijo que si quería follar con él. Yo la verdad dudé porque les había prometido a los chicos que pasaría a verlos antes de ir a dormir, pero no me podía negar después de todo lo que habíamos discutido ese día.
Lo que pasa es que no aguantó casi nada, me monté encima suyo y en cinco minutos ya se había corrido dentro de mí. Además, como de costumbre, se quedó dormido como un tronco justo después. Me puse entonces unas braguitas blancas de algodón que tenía para dormir y una camiseta apretadita pero como elástica que era bastante cómoda y me gustaba usar de pijama.
Así me fuí a la tienda de al lado, donde se escuchaban las risas de mis tres buenos amigos. Se pusieron muy contentos cuando me vieron, y me ofrecieron un porro y una botella de vino que estaban compartiendo mientras jugaban a cartas. Lo único es que estaban desnudos. Me dijeron que normalmente iban a dormir así, y que como era tarde ya no se esperaban que yo viniera y se habían puesto cómodos. Pero les dije que no pasaba nada, que había confianza y que total ya les había visto en la playa.
Me senté con ellos completando el círculo, cruzando mis piernas como si hiciera yoga. Me animaron a unirme a su partida de cartas, aunque yo no entendí muy bien el juego. Yo perdía cada mano, pero me lo tomaba un poco a cachondeo y me daba igual. Nacho hizo la broma de que qué pena que no jugáramos a las prendas, porque yo ya habría tenido que pagarlas todas.
Nos hizo gracia la broma, pero aún rieron más cuando les dije que de todas formas a ellos ya no les quedaba ninguna prenda que pagar así que en teoría yo ya había ganado. Al perder la siguiente mano por eso, siguiendo con la broma, me subí la camiseta un como si fuera a pagar prenda por haber perdido. Pero pensé que mejor no hacer ese tipo de bromas otra vez porque ví que a Nacho, que se me había quedado embobado, se le veía el pene un poco hinchado y no quería que tuviera que avergonzarse más por esas bromitas.
Luego me cansé y les dejé que jugaran ellos un rato mientras yo los miraba acostada sobre una de sus colchonetas. Sin darme cuenta acabé por quedarme dormida. Cuando me desperté era la mitad de la noche. Noté que Carlos, el dueño de la colchoneta donde me había quedado dormida, se había acurrucado a mí y como por instinto se había dormido agarrando mis senos.
Gracias a que habían dejado una pequeña linterna encendida pude apartarlo con cuidado sin despertarlo. Al incorporarme noté que mis braguitas volvían a estar muy mojaditas, no se por qué, y se notaba especialmente la mancha de humedad al ser tan blanquitas. Las aparté hacia delante y pude ver que otra vez las babitas de mi chochito las habían inundado. Me dispuse a salir de la tienda, pero entonces un ruido me paró. No me había dado cuenta de que Nacho se había despertado.
—¿No me das un besito de buenas noches? —dijo desde su colchoneta.
Me acerqué sigilosa para darle un besito amistoso, aunque no quería alargarlo demasiado porque me daba un poco de corte que él siguiera desnudo. Como estaba la tienda en la penumbra, no podía estar del todo segura, pero me pareció que su pollote estaba más grande de lo normal. El tontito no se movió para facilitar que le diera el besito, y me tuve que colocar directamente encima de él para podérselo dar. Menos mal que Nacho me aguantó por las caderas porque no me dí cuenta que su pene quedaba bastante más arriba de lo que me pensaba, y sin querer casi se lo aplasto con mi culo, pobrecito.
Me incliné para darle su besito, dirigiéndome a su mejilla. Pero él, siempre chistoso, se giró un poco haciendo que me topara con sus labios. Me puse a reír bastante y sin querer me resbaló un poco una rodilla con la que me aguantaba y acabé cayéndome sobre él. Esta vez Nacho no pudo hacer nada para sujetarme y me quedé directamente sentada sobre su trozo de carne. Me di cuenta que al estar mis braguitas tan mojadas, podía sentir muy bien a través de la tela lo caliente que estaba su polla. Nacho me miró un poco raro, creo que al el pobre le dió un poco de reparo la situación. Por eso decidí hacer como si no pasara nada y simplemente sonreí para quitarle hierro al asunto.
Le pregunté susurrando si mañana nos acompañarían otra vez a la playa. No me oyó bien y tuve que repetírselo acercándome sobre él y susurrándole directamente en la oreja. Con el movimiento provoqué un poco de roce entre nosotros, lo que hizo que su polla diera como un salto que yo noté directamente en mi entrepierna. Nacho me dijo que por supuesto se venían con nosotros, y que si queríamos nos llevaría a una cala más privada que él conocía que es muy bonita. Me puse muy contenta, y di unos botes de alegría sobre él. Pero luego me arrepentí un poco porque me parece que le hice daño en su polla, ya que esta empezó a deshincharse de repente. Además su cara se volvió muy tensa y tuvo que reprimirse para no gritar y despertar a los otros amigos.
Le dí las buenas noches con cara de niña buena para que no se enfadara conmigo, y me quité de encima de él para volver a mi tienda. Noté un aire fresquito soplando sobre la tela mojada de mis braguitas que me estremeció, realmente estaban empapadas. Palpé con mi mano la mancha y me di cuenta incluso de que ahora estaban pegajosas con tantas babitas. Lentamente y sin hacer ruido me fui gateando hacia afuera para volver con mi novio antes de que amaneciera.

De vuelta al camping IIComunidad de Autores y Lectores de TodoRelatos

1 comentarios - De vuelta al camping II

crojas18
Cuando la tercera parte?