“Deja que las fantasías te dejen llevar.
Y si dejas que tus sentidos sean libres por una noche ¿Qué podría pasar?
Pongamos una venda esta vez, y caminemos a pasos ciegos.
¿Cuántas historias se podría recolectar?
Somos las piezas que se nos ocurra, dejemos que nuestros bajos instintos se alimenten de una buena vez, y se desaten. ¿En qué momento ser racional? Eso no cuenta, solo importa satisfacer el hambre que esta en nuestra entre pierna. Ese calor que te enloquece, y por mucho que intentes llenar con juegos, y con historias. Necesita salir a cabalgar.
Seamos libres, porque necesitamos explorar para disfrutar más, enfoquémonos en nuestros placeres, por esencia tú también gozaras”
Me pare frente a él, y lo bese. Prendí mi pipa, y fumé frente a la ventana. Mas de una llama estaba creciendo en mí, como si de un volcán se tratase mi vientre, y echara lava por distintas direcciones.
Por ejemplo, por mi sexo, sentía el fogoso calor en mis muslos, tenía que abrir las piernas.
Puse una canción que me pareció sensual “Artics Monkey - I wanna be yours”. Me puse frente a ti, mientras tu me mirabas desde el sillón. Y empecé a danzar lento, y sensual frente a tus ojos. Moví mis caderas como la marea, desabroche mi sostén, y deje caer mis pechos en tu cara. Puse mis piernas a los costados de las tuyas, y me bamboleé como una lambada, acechando mi presa. Pose mi lengua por tu cara, acaricie cada espacio de tu cuello, dejando mi huella. Llegue hasta tu pene, y lo metí en mi boca, juguetee con la punta para probar lo húmedo que estabas.
Me levanté otra vez, frente a ti, me fui quitando las pantaletas, y me puse en cuatro para que vieras como tocaba mi sexo. Veía tu mano que no aguantaba y lo masturbaba para mí.
Una invitación exquisita que no podía rechazar. Me senté sobre ti, y cabalgué como nunca. Conectamos con el ritmo, y yo me salí de mí.
Creo que no te vi, pero te sentía adentro. Toqué mis senos, y comencé a danzar en tu pene. Arriba y abajo. Adentro, y más adentro.
El fuego quemando, mi boca ardiendo, mis latidos explotando, mi cuerpo invocando, mi lengua aventurera, mis ojos cerrados, mi boca abierta, los gemidos bombardeando, mi piel caliente, te toque, y estábamos en la misma temperatura.
Escuchaba tus pequeños gemidos salir y lanzarse a mis oídos.
Golpeaste mis nalgas, y el dolor fue exquisito. Que mientras más, y más me nalgueabas. Más húmeda me iba sintiendo.
Yo no estaba en ese lugar, era otro lugar, era un momento devoto, y mágico en el que sentía mi cabeza estallar, que los orgasmos no podían acabarse, y retorcían más, y más mis pies.
Lo sentí bien adentro, pellizcando mis caderas. Internándose al máximo.
La música seguía manteniéndome hipnotizada, y yo solo estaba concentrada en mi placer, y sentir los distintos estímulos que me entregaba.
Termine coronando en su cara, mientras su lengua lamía mi clítoris. Grite de placer mientras mojaba toda su cara.
Empapado me lo metió una vez más, y seguimos explorando el desenlace de la canción que poseía mi cuerpo con su melodía.
Pensé en su bonanza, y comencé a follarlo, arriba y abajo compulsivamente. Logrando hacerlo correrse por completo en mi vagina.
Como siempre termine embadurnada.
Y si dejas que tus sentidos sean libres por una noche ¿Qué podría pasar?
Pongamos una venda esta vez, y caminemos a pasos ciegos.
¿Cuántas historias se podría recolectar?
Somos las piezas que se nos ocurra, dejemos que nuestros bajos instintos se alimenten de una buena vez, y se desaten. ¿En qué momento ser racional? Eso no cuenta, solo importa satisfacer el hambre que esta en nuestra entre pierna. Ese calor que te enloquece, y por mucho que intentes llenar con juegos, y con historias. Necesita salir a cabalgar.
Seamos libres, porque necesitamos explorar para disfrutar más, enfoquémonos en nuestros placeres, por esencia tú también gozaras”
Me pare frente a él, y lo bese. Prendí mi pipa, y fumé frente a la ventana. Mas de una llama estaba creciendo en mí, como si de un volcán se tratase mi vientre, y echara lava por distintas direcciones.
Por ejemplo, por mi sexo, sentía el fogoso calor en mis muslos, tenía que abrir las piernas.
Puse una canción que me pareció sensual “Artics Monkey - I wanna be yours”. Me puse frente a ti, mientras tu me mirabas desde el sillón. Y empecé a danzar lento, y sensual frente a tus ojos. Moví mis caderas como la marea, desabroche mi sostén, y deje caer mis pechos en tu cara. Puse mis piernas a los costados de las tuyas, y me bamboleé como una lambada, acechando mi presa. Pose mi lengua por tu cara, acaricie cada espacio de tu cuello, dejando mi huella. Llegue hasta tu pene, y lo metí en mi boca, juguetee con la punta para probar lo húmedo que estabas.
Me levanté otra vez, frente a ti, me fui quitando las pantaletas, y me puse en cuatro para que vieras como tocaba mi sexo. Veía tu mano que no aguantaba y lo masturbaba para mí.
Una invitación exquisita que no podía rechazar. Me senté sobre ti, y cabalgué como nunca. Conectamos con el ritmo, y yo me salí de mí.
Creo que no te vi, pero te sentía adentro. Toqué mis senos, y comencé a danzar en tu pene. Arriba y abajo. Adentro, y más adentro.
El fuego quemando, mi boca ardiendo, mis latidos explotando, mi cuerpo invocando, mi lengua aventurera, mis ojos cerrados, mi boca abierta, los gemidos bombardeando, mi piel caliente, te toque, y estábamos en la misma temperatura.
Escuchaba tus pequeños gemidos salir y lanzarse a mis oídos.
Golpeaste mis nalgas, y el dolor fue exquisito. Que mientras más, y más me nalgueabas. Más húmeda me iba sintiendo.
Yo no estaba en ese lugar, era otro lugar, era un momento devoto, y mágico en el que sentía mi cabeza estallar, que los orgasmos no podían acabarse, y retorcían más, y más mis pies.
Lo sentí bien adentro, pellizcando mis caderas. Internándose al máximo.
La música seguía manteniéndome hipnotizada, y yo solo estaba concentrada en mi placer, y sentir los distintos estímulos que me entregaba.
Termine coronando en su cara, mientras su lengua lamía mi clítoris. Grite de placer mientras mojaba toda su cara.
Empapado me lo metió una vez más, y seguimos explorando el desenlace de la canción que poseía mi cuerpo con su melodía.
Pensé en su bonanza, y comencé a follarlo, arriba y abajo compulsivamente. Logrando hacerlo correrse por completo en mi vagina.
Como siempre termine embadurnada.
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