3-2

Esta es la segunda parte de un relato que viene de aca:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3075189/3.html
Espero que lo disfruten.


Alejandro salió del baño con una mirada un poco alucinada. Nos miró acostados y abrazados en la cama. Desnudos y a su merced.
- Así los quería agarrar.- Dijo y no esperó un segundo, se puso otro forro y se lanzó sobre Daniela, hambriento todavía de su sexo. Abrió sus piernas con violencia y penetró sin miramientos su concha todavía húmeda. Nos agarró desprevenidos, pero con ganas. Ella gemía en mi hombro, a veces lamiéndo la piel con su lengua deseosa. Mi brazo todavía estaba bajo su cabeza abrazándola y Alejandro taladrándola sin piedad sobre ella y a mi lado. Veía la cara enrojecida de Alejandra gozando, sus gemidos intensos. Veía la mirada fija de Alejandro en las tetas de Daniela y la mano de ella que le pellizcaba un pezón, que se iba poniendo cada vez más duro entre los pelos del pecho. Veía las piernas abiertas de mi mujer, atrapando con los pies a ese hombre que le daba garcha por la cintura. Veía apenas la pija de Alejandro entrando y saliendo, golpeando cada vez más fuerte en el vientre de mi esposa. Veia todo eso y la verga se me puso a diez mil. Un garrote entre mis piernas que gritaba lleno de sangre que ese espectáculo era el mejor sexo de mi vida.
Daniela había entrada otra vez en extasis. Empecé a chuparle las tetas. Los pezones se ponían duros y el derecho ya estaba un poco rugoso de tanto chupar y manosear. Pero ella recibió la lengua con gusto. Me apretó la cabeza contra ella y su enorme mama caliente. Yo chupaba y sentía el movimiento de la bombeada bajo mi boca. El roce del pecho de Alejandro contra mi nuca. La transpiración de ambos que se iba mezclando en un solo aroma a sexo que todo lo inundaba. Hacía calor y en la habitación en fuego otra vez estaba encendido.
Yo me pare y empecé a caminar alrededor de la cama, pajeándome y mirando como cojían. Primero me puse en los pies. Quería ver como le entraba la verga. Ahora ella sostenía las piernas abiertas y levantadas. Veía sus hermosos pies apretados, flotando a la altura de la cintura de Alejandro. Veía el culo peludo ir y venir. Metiéndola y sacándola sin parar en un ritmo fuerte. Y los gemidos de Daniela en cada embate de la verga. Venía los pesados huevos bambolearse bajo el culo y golpear la piel del culo de Daniela en cada entrada y salida. Me agaché y acerqué un poco más. Quería ver en carne viva uno de esos planos que hacen en las pornos. Y lo hice. Ví la verga gorda de Alejandro entrando y saliendo de la cajeta rosada y bien húmeda de Daniela, que dejaba caer un mar de flujos sobre su culo hasta las sábanas, empapándole también los huevos a Alejandro. Y en ese momento me dieron ganas de chuparle el culo a Alejandro. Veía su ojete abierto entre las nalgas. Los gemidos de ambos delante mío. Esos cuerpos en llamas y quería chuparlos. Tragarlos, que fueran míos y que me llenaran de toda esa energía de sexo que emanaban.
Pero no lo hice. Siglos de represión sexual me frenaron en ese momento y me levanté pasándome al costado de la cama. A seguir viendo a mi mujer gozando como perra con la verga de otro.
Ahora sus brazos estaban extendidos a sus costados y se aferraba con las manos a a las sábanas como cayéndose. Alejandro le chupaba las tetas. Ella con la cabeza hacia atrás acabó ruidosamente casi gritando, abriendo los ojos en el mismo instante del orgasmo, buscando mi mirada y clavándose en mis ojos. Compartió conmigo esa acabada fenomenal y yo con la verga entre las manos sentí una electricidad que recorrió mi cuerpo y ahí caí que también acababa con ella. Me retorcí de placer lanzando tres chorros de leche sobre el piso. Parado, ahí como estaba, al lado de la cama.
Terminados los espasmos de placer, Daniela siguió bajo Alejandro, que no dejaba de taladrarla por la concha sin importarle demasiado si había acabado. Ella me miró y me hizo una sonrisa tierna, como de complicidad y me extendió una mano para que se la agarrara. Yo la tomé y me senté a su lado sosteniéndola y mirándola. Alejandro sobre ella le daba con todo y veía sus tetas enormes bambolearse al compás de como la cojía. Le fué dando cada vez más fuerte hasta que salió de dentro suyo, se sacó el forro de un tirón y pajeándose enloquecido descargó la guasca sobre la panza transpirada de Daniela que la recibió pasándose la mano y extendiéndola sobre su vientre y hasta sus tetas. Después me miró y la ví hermosa, transpirada y llena de la leche de otro y le dí un beso en la boca.
- Te quiero. le dije susurrándole al oído, solo para ella mientras Alejandro se paraba e iba nuevamente al baño. Se vé que era el ritual suyo de cada orgasmo.
Esta vez el que se quedó acostado en su hombro fuí yo. Se me dió por acariciarle la panza llena de transpiración y leche. Ella me acariciaba el pelo con la punta de los dedos. Veía la pared roja del telo y se escuchaba apenas audible la voz del Paz Martinez que venía de los parlarntes que no habíamos podido desactivar completamente.
En una especie de nube de tiempo nos sentíamos respirar y nada más. Esa relación de cuerpos que a veces se da entre personas que se quieren dejábamos pasar los segundos que faltaban hasta que Alejandro saliera del baño y probablemente quisiese seguir ponniéndosela enloquecido.
- En un momento me calentó Alejandro.- le dije yo en voz baja.
- Si?.- dijo ella sorprendida.
- Cuando veía como te cojía, casi le chupo el culo.- le respondí.
- Y por qué no lo hiciste? -
- Creo que en realidad tenía miedo que no le le gustara a él.-
- Preguntémosle.- dijo ella.
En ese momento Alejandro salió del baño, otra vez lo vimos aparecer desnudo con la verga parada y esa cara medio alucinada.
- Así los quería agarrar.- dijo.

CONTINUARA...