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Repechaje 2...



Al despedirnos, luego de una tarde a puro polvo, Marlon me había insistido para que viéramos juntos el partido de Perú por el repechaje de las eliminatorias.
Por supuesto le explique que soy una mujer casada, que tengo un hijo y que me resultaría no solo complicado, sino también inconveniente ausentarme de mi hogar a ciertas horas, ya que por la diferencia horaria el encuentro se jugaba casi a la medianoche de nuestro país.
Igual, pese a no acompañarlo, me mantuve al pendiente del resultado, pero el partido terminó tan tarde, que me tuve que levantar a la madrugada, y meterme en el baño para chequear la información en mi celular. Empate sin goles y a esperar la definición en Lima.
Ahí es cuando sin pensar le mando un mensaje prometiéndole estar con él para ese partido, sin saber todavía que se jugaría el miércoles, también en un horario en que las excusas suelen estar de más.
Hasta ese mismo día estuve dudando en si cumplir o no con mi promesa.
Soy una infiel serial, hay tentaciones a las que no me puedo resistir, pero cuando estoy con otros hombres trato que sea en un horario que no interfiera con mi vida de pareja y menos aún con mi rol de madre. Claro que hay excepciones, situaciones que te ponen en esa disyuntiva en que no te queda otra que inventar algún compromiso laboral impostergable (¿a esa hora?), o el ya habitual cumpleaños de una amiga. Creo que por eso tengo tantas amigas, para poder recurrir a ellas cuando estoy en un apuro semejante.
Decidida ya a cumplir con lo que le había prometido a Marlon, el miércoles a las siete de la tarde lo llamo a mi marido, que a esa hora todavía está en su oficina.
-Hola gordo, te llamo porque Irene (mi jefa) nos invitó a todas a tomar algo, está cumpliendo no sé cuantos años en la Compañía y quiere celebrarlo con nosotras- le digo con un dejo medio de desgano, como si no tuviera ganas de ir.
-Mandale mis saludos, seguro que está ahí rompiendo las pelotas desde que se fundó- bromea.
-¡Jaja! Sí, pero no sé si ir, lo mas probable es que estemos hasta tarde y mañana es jueves...-
-No le podés fallar- me interrumpe -Acordate de toda las veces que te hizo la gamba-
-Sí, tenés razón, le debo bastante, además como es ella si no voy quizás se lo tome a mal-
La verdad es que a Irene le debía bastante. Si mantenía mi trabajo después de tantas faltas, llegadas tardes y retiradas temprano, era por ella. Claro que esa parte mi marido no la sabía.
-Dale un besito al Ro de mi parte y decile que mañana le voy a preparar un rico desayuno, con esos chococrispis que tanto le gustan-
Respecto a mi hijo me quedaba tranquila, ya que mi suegra lo retira del jardín y lo lleva a casa, quedándose con él hasta que alguno de los dos lleguemos. Así que con la coartada ya establecida, me despido de mi marido, aconsejándole que no me espere despierto.
Apenas corto con él lo llamo a Marlon para avisarle que ya estoy saliendo.
-¡Vamos Perú carajo!- se entusiasma.
Un rato después ya estoy en la puerta de su casa. Baja a abrirme, y ahí mismo, en la calle, me abraza y me besa con una pasión que hace que se me erice todo el cuerpo.
Subimos a su departamento, y mientras abre la puerta ya me estoy relamiendo del gusto, imaginando que entramos y me garcha ahí mismo, en el piso, porque estamos tan calientes que ni podemos llegar a la cama. Pero lamentablemente todo queda en fantasía, porque al entrar me encuentro con que hay dos personas adentro, un hombre y una mujer, ambos morenos, más que Marlon.
-Te presento a Jerson y Mayra, mis patas de toda la vida, de la rica Vicky como yo- sonríe cómplice.
-Ella es Mariela, una amiga que conocí almorzando enfrente, es argentina pero por esta noche es una hincha más de la blanquirroja- continúa, presentándome ahora a mí.
Trae unas cervezas que tomamos mientras conversamos animadamente, ya que ambos resultan ser muy simpáticos, sobre todo ella, que es muy expresiva al hablar, moviendo los brazos y hasta imitando cuando se refiere a algo en concreto.
Entre otras cosas me cuentan que son originarios de un lugar llamado Chincha, pero que hace varios años se establecieron en Lima, más precisamente en La Victoria, que es de donde conocen a Marlon. Están casados entre ellos y tienen una hija de nueve años llamada Xiomara (hermoso nombre) que está en el Perú con sus abuelos.
Les cuento también un poco de mí, de mi marido, de mi hijo, de mi planificado escape, y por alguna razón no se sorprenden de que siendo una mujer casada esté allí con ellos.
Por su sorpresa al verme llegar estaba segura de que Marlon, como todo un caballero, no les había contado nada de nosotros, pero no había que ser genios para darse cuenta que entre él y yo había mucho mas que una simple amistad.
A eso de las diez y media, Marlon, ya con su camiseta de Perú, esta vez una toda roja, con la banda blanca, anuncia que debemos ir saliendo, ya que no íbamos a ver el partido en su departamento, como yo creía, sino enfrente, en dónde habían preparado un evento especial.
Nada más cruzar la calle y ya estamos en ambiente de eliminatoria. Nos sentamos a una de las mesas, ya reservada con antelación, y para matizar la espera Jerson pide una ronda de Pisco Sour. Así, al ritmo de "Porque yo creo en ti", " Contigo Perú " y " Perú campeón ", se va acercando la hora del partido.
Soy la única foránea en ese lugar repleto de peruanos, por lo que Marlon me va presentando con casi todos, conocidos suyos tanto de acá como de Lima, quienes al enterarse que soy argentina le dicen "provecho" y me recuerdan de paso el reciente empate entre nuestras selecciones.
Con los nervios y la ansiedad lógicos de un momento que para ellos es histórico, salen los equipos a la cancha, se entonan los himnos y obviamente el peruano ("¡¡¡...que faltemos al voto solemne...!!!") es coreado a todo pulmón, incluso por mí que ni me sabía la letra. Aplausos, gritos de aliento y... ¡Vamos Perú carajo!
Cuando empieza el partido me siento en las rodillas de Marlon, sintiendo en todo momento esa efervescencia que no se la debo al ambiente, sino a la cercanía de su cuerpo.
Las cervezas corren una detrás de otra, mas que los jugadores en el campo de juego. Hasta que llega un pase al área, remate de Farfán y ¡¡¡Goooooolllllll... ¡¡¡GOL PERUANO!!! Con Marlon saltamos de la silla y tras celebrar con nuestros acompañantes, nos besamos con encendido entusiasmo.
"Si todos los festejos van a ser así ojalá haya goleada", pienso mientras seguimos bebiendo y alentando.
Ya en el segundo tiempo, tiro de esquina, remate y... ¡¡¡GOOOOOOOOLLLLLL!!! ¡¡¡GOLAZO!!! Y Perú ya está en el Mundial.
El autor del gol, que sale festejando como si fuera el hombre araña, tiene un cierto parecido a Jerson, sobre todo por el color de la piel.
-Ya sabía que nos ibas a traer suerte- me dice Marlon, acariciándome la cola tras otro de esos besos que nos incendian los labios.
Termina el partido, Perú clasificado a Rusia y se arma la "jarana", como ellos mismos dicen. Sin embargo ya tengo que irme. Se hizo demasiado tarde y no puedo seguir desafiando al destino.
-Creí que íbamos a pasar la noche juntos- se decepciona Marlon.
-Me gustaría, pero supuestamente estoy con unas amigas, y no sería creíble quedarme toda la noche con ellas-
-Pero no podés dejarme así, no sabés como estoy-
-¿Y como estás?- le pregunto incitante.
-Tengo la pinga lagrimeando por tí- me susurra al oído por entre el jolgorio general.
Me sonrío y lo miro como diciéndole ¡cogemeya!, que en su jerga vendría a ser un ¡cachameya!
Por supuesto que no necesita interpretación, ya que enseguida me toma de la mano y guiándome por entre medio de la gente, me lleva a la parte posterior del local.
-No puedo Marlon, en serio- le digo sin demasiada convicción, dejándome llevar a través de un pasillo por el cual nos cruzamos con gente que va y viene, aunque parecen estar tan atareados que ni nos prestan atención.
-Solo te pido cinco minutos- me insiste.
Caminamos casi pegados, él por detrás, rodeándome con un brazo la cintura. Por entre mis nalgas siento lo dura que tiene la pija, y a propósito me muevo frotándosela, haciéndola crecer más.
Llegamos hasta una puerta, la abre, mira adentro y evidentemente conforme con lo que ve, me hace entrar, cerrándola por dentro.
Estamos en una especie de almacén o depósito, con estantes en las paredes, cajas apiladas y mercadería por doquier.
Con la mirada turbia de calentura y alcohol, me arrincona contra la pared, junto a unos cajones de cerveza, y me come la boca. Yo no me quedo atrás, abriéndome toda para él, enredando mi lengua con la suya en una forma por demás ávida y jugosa.
Sin soltarme mete la mano por debajo de mi pollera y me acaricia la concha, primero por encima de la tanga, luego por debajo, empapándose con esa humedad que ya desde hace rato me tiene bien lubricada.
Saca los dedos y se los chupa con evidente delectación.
-¡Te estás mojando...!- me dice en un susurro, volviéndome a meter los dedos.
-¡Vos me pones así...!- le digo y agarrándolo de la nuca ahora soy yo la que le come la boca, besándolo como si quisiera sofocarlo con mi lengua.
Tengo los pechos duros, los pezones hinchados, la piel enrojecida, casi afiebrada. Estoy tan caliente que yo misma le desabrocho el pantalón y sacándole la pija ya bien parada, se la aprieto y acaricio en toda su extensión.
Me gusta sentirlo así, al palo, la virilidad fluyendo por cada vena.
Me agacho, poniéndome de cuclillas y se la chupo, llenándome la boca con ese manjar supremo venido directamente de la tierra del Sol. Ambrosía pura para mis labios, aunque no puedo seguir disfrutándola mucho más, ya que enseguida me levanta, se pone un forro y volviéndome a estampar contra la pared, me corre hacia un costado la bombacha y me la mete.
¡¡¡Auuuuuuullllllo...!!! de placer al tenerla adentro, dura, grande, hinchada, desbordante de testosterona.
Enlazo una pierna en torno a su cintura y me muevo con él, frenética, descontrolada, sintiendo que cada golpe de su pelvis me sacude hasta la última vértebra de la columna.
Él mismo me levanta la otra pierna y sosteniéndome con las dos manos, en el aire, arremete con todo, a puro pijazo.
Me meo del gusto, dejando regado en el piso del almacén un charco con mis ganas.
Gimo, jadeo y grito, llenándole el cuello de mordidas y chupones, las marcas de esa pasión salvaje y desenfrenada que incita en mí.
Las últimas clavadas y el orgasmo que me llega en medio de deslumbrantes flashes de colores, como si alguien hubiera encendido fuegos artificiales a nuestro alrededor.
Hundiéndose en mí, Marlon también acaba, estremeciéndose contra mi cuerpo, haciéndome sentir la fuerza y efusividad de su descarga a través del preservativo.
Nos besamos, todavía en pleno delirio, sin despegarnos aún pese a que ya habíamos conseguido lo que ambos tanto deseábamos.
-Ya tengo que volver...- le digo casi en un susurro.
Cuando me saca la pija, siento un abandono atroz, como si me arrancasen un miembro de mi propio cuerpo. Así de fundamental estaba resultando Marlon para mí.
Me acomodo la bombacha, me arreglo la falda y salimos del almacén para volver con los demás. Obvio que hasta el más despistado se da cuenta de que acabamos de echarnos un polvo tras bambalinas.
-¡Así se festeja al Perú, carajo!- grita uno.
-¡Ahora sí que se la hicimos a la Argentina!- lo secunda otro.
Igual, aunque resulte evidente para todos que acaba de cogerme, no me siento cohibida ni avergonzada. Es más, para todos ellos somos el digno ejemplo de como se debe festejar la histórica clasificación al Mundial de Perú.
Cuando recibo el aviso de que el taxi que pedí ya me está esperando, me despido de Jerson y Mayra. Marlon me acompaña afuera, agradeciéndome por haber estado a su lado en un momento tan trascendente.
¡Él me agradece a mí, cuándo la agradecida debería ser yo por tremendo polvo que me regaló!
Llego a casa a las dos y veinticinco de la madrugada. Mi esposo está durmiendo, tal como le aconsejé.
Le doy al Ro su besito de las buenas noches y voy a darme una ducha, para quitarme, aunque no quiera, el olor a macho peruano que tengo encima.
Me acuesto, tratando de no despertar a mi marido, y como si la relajación del orgasmo recién me hiciera efecto, me quedo dormida enseguida, soñando que al menos por esa noche el placer es rojo y blanco.













9 comentarios - Repechaje 2...

furtivo2017
un charco con mis ganas. Maravillosa frase.
tocogunther
Muy lindo tu relato, me dejaste con unas ganas terribles de cogerte.-
Me encantaria poder comerte la concha, besos preciosa.-
juste
Ayyy ya me imaginaba cuarteto... Lastima, igual lindo polvo bombona
chefjavier
mariela, muy lindo relato, he leido cada uno de tus relatos y los espero siempre con ansias. Sos hermosa aunque no te he visto nunca y hasta creo saber como es tu voz aunque tampoco nunca la escuche, creo que mi imaginacion creo un personaje con tus historias. espero algun dia charlar con vos. y conocer tu voz.
mdqpablo
Muy buen relato . Intuimos un cuarteto . Ojala se te de . Nos encanto
ALKANATI
sin los puntos suspensivos al final del titulo, casi paso sin leerlo!
Fedepatan
Excelente Marita pasa el dato de ese restaurante peruano que soy fanático de su comida... de paso hay chances de conocerte.
Elpndjomacho
tremendo relato Mariela!!! genial recien lo leo, gracias por compartir +10
dantraloco
Se me había escapado este relato. Buen post, van mis últimos nueve puntos del día.