Mi timidez y las mujeres de mi familia 5
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Mi timidez y las mujeres de mi familia 4
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Mi timidez y mis tías. 5
Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mi tía y también mi madre me hicieron despertar,
Una mañana de domingo estaba durmiendo, ya era tarde, entre sueños vi pasar a mi madre frente a mi puerta, simplemente fue una sombra que me llamaba…
- Vamos Manu levántate, ya es tarde.
No hice caso y seguí medio dormido, pero al momento mi madre me llamaba a gritos, pedía ayuda urgente.
Salté de la cama, no tenía idea que pasaba ni de donde me llamaba, no veía claro, al siguiente grito ya me orienté, venía de la cocina, corrí tropezando con las sillas, cuando llegué solo vi a mi madre asomada a la ventana, con el cuerpo medio fuera, me urgía que le ayudara.
La ventana era muy estrecha, me acerqué a mi madre y me asomé, me di cuenta del problema, mi madre se había duchado y quiso tender la toalla que la envolvía en el tendedor, pero se había soltado de un lado y las pinzas se habían caído, si ella soltaba la toalla mojada se caería a la calle, me separé de ella y evalué la situación, no parecía tan grave como me había parecido y me hizo gracia la imagen que veía, mi madre con medio cuerpo fuera, los brazos sosteniendo la toalla colgante, las piernas abiertas, sin ninguna ropa y gritando, no lo pensé y me acerqué a ella, al pasar por la mesa donde esperaba el desayuno metí los dedos en la terrina de mantequilla, me puse detrás de mi madre pasé los dedos entre sus piernas, los labios del coño estaban abiertos y la mantequilla los lubricó, los abrí con dos dedos y apoye mi glande en la entrada de la vagina, mi madre ya no se ocupaba de la toalla, se preocupaba por lo que yo intentaba hacer, me acordé de mi tía, despacio, muy despacio…
Cuando tenía medio glande dentro, la cogí por las caderas y empujé, mi madre pataleaba, me ordenaba que parara, pero cuando termine de meterla toda noté que se relajaba, ya no me gritaba, solo cuando empecé a sacarla me susurró…
- No por favor, no lo hagas, no la saques aún.
Volví a meterla, pude oír el suspiro que se le escapó y se la metí otra vez hasta el fondo, la polla discurría suave dentro de la vagina, sus jugos pronto ayudaron todavía más, con un último esfuerzo logró meter la toalla dentro de casa pero con las tetas colgando se quedó apoyada en la ventana.
Las tetas parecían el doble de su tamaño y se las cogí por debajo, lo que me hizo metérsela aún más, separó las nalgas para poder acogerme y se volvió a mi sonriente.
Me señaló la silla de la cocina y sin sacársela me senté, ella con los pies en el suelo se levanto y cuando casi la tenía fuera se volvió a sentar de golpe, se la clavó hasta el fondo, suspiró y volvió a repetirlo varias veces, mi polla estaba dura apuntando hacia arriba y la esperaba impaciente, mis manos acariciaban los pezones que parecían botones de aparato de radio, quise verla de frente y se dio la vuelta, mientras seguía saltando mi mano se deslizo a su coño, sus labios abiertos recibían mi tronco como un embolo, encontré el clítoris sin dificultad, estaba duro y húmedo y reaccionó con alegría cuando me reconoció, por mi polla bajaban los jugos vaginales hasta mis huevos.
Mi madre me clavaba las uñas en mi espalda cuando notaba mi polla en el útero, buscaba mi polla y la dirigía con maestría donde más placer sentía, sus ojos cerrados me lo decían todo, cuando su cuerpo se tensó una sacudida junto un quejido profundo y unos arañazos en mi espalda me indicaron que había tenido un orgasmo impresionante, quizá como hacía mucho que no lo sentía igual, me abrazó y se desplomó.
Mi polla la tenía empalada, la abracé y me levante apartando todo lo que había sobre la mesa de la cocina, la tumbe sobre ella, pasé sus piernas inertes sobre mis hombros y comprobé que tenía la polla aún dentro, me estuve quieto hasta que empezó a reaccionar, se la sacaba y metía suavemente y ella gemía, con los ojos cerrados se cogía los pezones y se los estiraba mucho más de lo que yo me atrevía, fui acelerando el ritmo y ella suspiraba con cada metida, empecé a meterla rápidamente, ella debió notar las palpitaciones de mi glande porque me susurró…
- No por favor, Manu no te corras dentro de mí, estoy ovulando.
Apuré hasta el último momento pero la saqué y escupí varios chorros de leche espesa, el primero cayó entre las dos tetas, el tercero lleno el ombligo de semen, el pubis recibió el resto, solo me dijo…
- Gracias Manu, eres un buen chico.
Nos sentamos a la mesa, el desayuno aunque desordenado estaba preparado, cuando unté el pan con mantequilla nos miramos y estallamos en una carcajada, jugamos un rato poniéndonos nata por el cuerpo, cuando terminamos las tetas de mi madre y mi polla parecían copos de nieve.
Esa tarde estuvimos en el sofá sin encender la televisión aunque mi madre hizo palomitas de maíz igualmente, un gran cuenco, nos pasábamos uno al otro los copos, de vez en cuando la engañaba dándole mi polla o ella me ofrecía un pezón, ya era muy tarde cuando nos fuimos a dormir, no teníamos hambre y nos metimos en nuestras habitaciones, me acosté feliz y me dormí pronto, soñé que mi madre estaba conmigo, me abrace a ella pero cuando note humedad en mi polla no coincidía con el abrazo que me daba, abrí los ojos y en la oscuridad distinguí la melena de mi madre que subía y bajaba a la altura de mi cintura, le cogí la cabeza y la mantuve quieta mientras mi cadera tomaba el movimiento y le metía y sacaba la polla en su boca, cuando empecé a dar largos suspiros mi madre se soltó y cogiéndome de la mano me dijo…
- Ven conmigo, estaremos mejor.
Le seguí a su dormitorio, para mí era como un santuario de mi madre, hasta ahora siempre que entraba lo hacía con cierto respeto, ahora lo hacía con la polla dura en la mano la mujer que me iba a follar, me abrazó y me empujó de espaldas, mi polla vertical, fue absorbida por la boca tibia y húmeda de la mujer que me deseaba, pareció que adivinaba mis deseos y giró sobre mi y sin sacarla de entre sus labios pasó una pierna sobre mi cabeza y fue acercando su coño hasta mi boca, fue una sensación extraña, me iba a comer el coño por donde yo había nacido, la proximidad, el olor a mujer caliente, el brillo de sus labios me acabaron de convencer, mi lengua entro en la vagina y desde ahí fue separando los labios hasta llegar al clítoris, aunque ya lo había acariciado, la sensación de levantar con la lengua la piel que lo cubría y atraparlo con los labios hizo que mi polla se endureciera al límite, mi madre tuvo que abrir al máximo las mandíbulas para poder abarcar el grosor que adquirió, la consecuencia fue que se dejara caer sobre mi boca, una oleada de flujo vaginal inundo mi boca, desde el pubis hasta el perineo mi lengua no podía tragar todo lo que manaba, el cuerpo de mi madre serpenteaba sobre mí, yo le cogía los pezones que campaneaban sobre mí, cuando pude respirar le dije…
- Por favor fóllame tu a mí, hazme lo que quieras.
No tuve que insistir, se subió sobre mis caderas con una mano me cogió el tronco de mi polla y la encaró entre sus labios, fue bajando poco a poco, vi como mi polla iba desapareciendo dentro del cuerpo de mi madre, ella miraba al techo mientras iba ingresando carne dura en sus entrañas, cuando llegó al final comprobé como sus labios estaban pegados a mi pubis, se había metido toda mi tranca.
Lentamente empezó a moverse, lo hacía verticalmente al principio, pero pronto lo hizo circularmente, se inclinó sobre mí para que le chupara los pezones, los mordí con desespero, le cogí de las nalgas y le marcaba el ritmo, por el espejo que tenía enfrente veía como mi polla se incrustaba en su coño, la vi fatigada y abrazándome a ella nos dimos la vuelta, sin decírselo abrió las piernas y las levantó hasta casi su cabeza, yo sobre ella entraba y salía haciendo un ruido de chapoteo, se estiraba los pezones y los retorcía, se dio la vuelta y me ofreció el trasero poniéndose a cuatro, el agujero de su vagina no se había cerrado aún cuando lo volví a llenar, los ruidos vaginales eran rítmicos, desde el glande hasta los huevos entraba de un golpe, provocando que las tetas colgantes se balancearan, su cabeza cayó sobre la ropa, sus manos crispadas se agarraron a las sabanas, un gemido largo y victorioso precedieron a unos temblores en todo su cuerpo, tuve que sostenerla por las caderas, baje el ritmo para que saboreara mejor el orgasmo, cuando volví a acelerar, la erección había bajado un poco, se dio la vuelta y se tumbo bajo de mis piernas, me rodeo las nalgas y me atrajo hacia su boca, la polla entro limpiamente, me moví como si se acabara el mundo y no paré hasta que la leche rebosaba por la comisura de sus labios, el cuello y hasta los pechos estaban perlados de semen, ella lo recogió con un dedo y los fue lamiendo hasta tragarlo todo.
Por la mañana me despertó con un beso en la boca, al abrir los ojos vi otra mujer distinta a la de días antes, su sonrisa era sensual y su mirada parecía soñar, solo me dijo…
- Si quieres, luego traeré tu ropa a mi armario.
- No, gracias Clara sabes que me encantaría pero creo que será mejor para los dos que mantengamos nuestros espacios privados, sabes lo que te quiero y estaré siempre contigo para todo lo que quieras.
- Eres muy sensato Manu, también sabes que soy toda tuya, soy muy feliz de tenerte a mi lado.
Nos abrazamos nuestros cuerpos desnudos y con olor a sexo estuvieron unidos un buen rato.
La vida en casa prácticamente siguió igual ahora habíamos llegado a un grado máximo de intimidad que facilitó la convivencia todavía más.
CONTINUARA.....
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Mi timidez y mis tías. 5
Mi timidez y mi responsabilidad guiaron mi juventud, hasta que mi tía y también mi madre me hicieron despertar,
Una mañana de domingo estaba durmiendo, ya era tarde, entre sueños vi pasar a mi madre frente a mi puerta, simplemente fue una sombra que me llamaba…
- Vamos Manu levántate, ya es tarde.
No hice caso y seguí medio dormido, pero al momento mi madre me llamaba a gritos, pedía ayuda urgente.
Salté de la cama, no tenía idea que pasaba ni de donde me llamaba, no veía claro, al siguiente grito ya me orienté, venía de la cocina, corrí tropezando con las sillas, cuando llegué solo vi a mi madre asomada a la ventana, con el cuerpo medio fuera, me urgía que le ayudara.
La ventana era muy estrecha, me acerqué a mi madre y me asomé, me di cuenta del problema, mi madre se había duchado y quiso tender la toalla que la envolvía en el tendedor, pero se había soltado de un lado y las pinzas se habían caído, si ella soltaba la toalla mojada se caería a la calle, me separé de ella y evalué la situación, no parecía tan grave como me había parecido y me hizo gracia la imagen que veía, mi madre con medio cuerpo fuera, los brazos sosteniendo la toalla colgante, las piernas abiertas, sin ninguna ropa y gritando, no lo pensé y me acerqué a ella, al pasar por la mesa donde esperaba el desayuno metí los dedos en la terrina de mantequilla, me puse detrás de mi madre pasé los dedos entre sus piernas, los labios del coño estaban abiertos y la mantequilla los lubricó, los abrí con dos dedos y apoye mi glande en la entrada de la vagina, mi madre ya no se ocupaba de la toalla, se preocupaba por lo que yo intentaba hacer, me acordé de mi tía, despacio, muy despacio…
Cuando tenía medio glande dentro, la cogí por las caderas y empujé, mi madre pataleaba, me ordenaba que parara, pero cuando termine de meterla toda noté que se relajaba, ya no me gritaba, solo cuando empecé a sacarla me susurró…
- No por favor, no lo hagas, no la saques aún.
Volví a meterla, pude oír el suspiro que se le escapó y se la metí otra vez hasta el fondo, la polla discurría suave dentro de la vagina, sus jugos pronto ayudaron todavía más, con un último esfuerzo logró meter la toalla dentro de casa pero con las tetas colgando se quedó apoyada en la ventana.
Las tetas parecían el doble de su tamaño y se las cogí por debajo, lo que me hizo metérsela aún más, separó las nalgas para poder acogerme y se volvió a mi sonriente.
Me señaló la silla de la cocina y sin sacársela me senté, ella con los pies en el suelo se levanto y cuando casi la tenía fuera se volvió a sentar de golpe, se la clavó hasta el fondo, suspiró y volvió a repetirlo varias veces, mi polla estaba dura apuntando hacia arriba y la esperaba impaciente, mis manos acariciaban los pezones que parecían botones de aparato de radio, quise verla de frente y se dio la vuelta, mientras seguía saltando mi mano se deslizo a su coño, sus labios abiertos recibían mi tronco como un embolo, encontré el clítoris sin dificultad, estaba duro y húmedo y reaccionó con alegría cuando me reconoció, por mi polla bajaban los jugos vaginales hasta mis huevos.
Mi madre me clavaba las uñas en mi espalda cuando notaba mi polla en el útero, buscaba mi polla y la dirigía con maestría donde más placer sentía, sus ojos cerrados me lo decían todo, cuando su cuerpo se tensó una sacudida junto un quejido profundo y unos arañazos en mi espalda me indicaron que había tenido un orgasmo impresionante, quizá como hacía mucho que no lo sentía igual, me abrazó y se desplomó.
Mi polla la tenía empalada, la abracé y me levante apartando todo lo que había sobre la mesa de la cocina, la tumbe sobre ella, pasé sus piernas inertes sobre mis hombros y comprobé que tenía la polla aún dentro, me estuve quieto hasta que empezó a reaccionar, se la sacaba y metía suavemente y ella gemía, con los ojos cerrados se cogía los pezones y se los estiraba mucho más de lo que yo me atrevía, fui acelerando el ritmo y ella suspiraba con cada metida, empecé a meterla rápidamente, ella debió notar las palpitaciones de mi glande porque me susurró…
- No por favor, Manu no te corras dentro de mí, estoy ovulando.
Apuré hasta el último momento pero la saqué y escupí varios chorros de leche espesa, el primero cayó entre las dos tetas, el tercero lleno el ombligo de semen, el pubis recibió el resto, solo me dijo…
- Gracias Manu, eres un buen chico.
Nos sentamos a la mesa, el desayuno aunque desordenado estaba preparado, cuando unté el pan con mantequilla nos miramos y estallamos en una carcajada, jugamos un rato poniéndonos nata por el cuerpo, cuando terminamos las tetas de mi madre y mi polla parecían copos de nieve.
Esa tarde estuvimos en el sofá sin encender la televisión aunque mi madre hizo palomitas de maíz igualmente, un gran cuenco, nos pasábamos uno al otro los copos, de vez en cuando la engañaba dándole mi polla o ella me ofrecía un pezón, ya era muy tarde cuando nos fuimos a dormir, no teníamos hambre y nos metimos en nuestras habitaciones, me acosté feliz y me dormí pronto, soñé que mi madre estaba conmigo, me abrace a ella pero cuando note humedad en mi polla no coincidía con el abrazo que me daba, abrí los ojos y en la oscuridad distinguí la melena de mi madre que subía y bajaba a la altura de mi cintura, le cogí la cabeza y la mantuve quieta mientras mi cadera tomaba el movimiento y le metía y sacaba la polla en su boca, cuando empecé a dar largos suspiros mi madre se soltó y cogiéndome de la mano me dijo…
- Ven conmigo, estaremos mejor.
Le seguí a su dormitorio, para mí era como un santuario de mi madre, hasta ahora siempre que entraba lo hacía con cierto respeto, ahora lo hacía con la polla dura en la mano la mujer que me iba a follar, me abrazó y me empujó de espaldas, mi polla vertical, fue absorbida por la boca tibia y húmeda de la mujer que me deseaba, pareció que adivinaba mis deseos y giró sobre mi y sin sacarla de entre sus labios pasó una pierna sobre mi cabeza y fue acercando su coño hasta mi boca, fue una sensación extraña, me iba a comer el coño por donde yo había nacido, la proximidad, el olor a mujer caliente, el brillo de sus labios me acabaron de convencer, mi lengua entro en la vagina y desde ahí fue separando los labios hasta llegar al clítoris, aunque ya lo había acariciado, la sensación de levantar con la lengua la piel que lo cubría y atraparlo con los labios hizo que mi polla se endureciera al límite, mi madre tuvo que abrir al máximo las mandíbulas para poder abarcar el grosor que adquirió, la consecuencia fue que se dejara caer sobre mi boca, una oleada de flujo vaginal inundo mi boca, desde el pubis hasta el perineo mi lengua no podía tragar todo lo que manaba, el cuerpo de mi madre serpenteaba sobre mí, yo le cogía los pezones que campaneaban sobre mí, cuando pude respirar le dije…
- Por favor fóllame tu a mí, hazme lo que quieras.
No tuve que insistir, se subió sobre mis caderas con una mano me cogió el tronco de mi polla y la encaró entre sus labios, fue bajando poco a poco, vi como mi polla iba desapareciendo dentro del cuerpo de mi madre, ella miraba al techo mientras iba ingresando carne dura en sus entrañas, cuando llegó al final comprobé como sus labios estaban pegados a mi pubis, se había metido toda mi tranca.
Lentamente empezó a moverse, lo hacía verticalmente al principio, pero pronto lo hizo circularmente, se inclinó sobre mí para que le chupara los pezones, los mordí con desespero, le cogí de las nalgas y le marcaba el ritmo, por el espejo que tenía enfrente veía como mi polla se incrustaba en su coño, la vi fatigada y abrazándome a ella nos dimos la vuelta, sin decírselo abrió las piernas y las levantó hasta casi su cabeza, yo sobre ella entraba y salía haciendo un ruido de chapoteo, se estiraba los pezones y los retorcía, se dio la vuelta y me ofreció el trasero poniéndose a cuatro, el agujero de su vagina no se había cerrado aún cuando lo volví a llenar, los ruidos vaginales eran rítmicos, desde el glande hasta los huevos entraba de un golpe, provocando que las tetas colgantes se balancearan, su cabeza cayó sobre la ropa, sus manos crispadas se agarraron a las sabanas, un gemido largo y victorioso precedieron a unos temblores en todo su cuerpo, tuve que sostenerla por las caderas, baje el ritmo para que saboreara mejor el orgasmo, cuando volví a acelerar, la erección había bajado un poco, se dio la vuelta y se tumbo bajo de mis piernas, me rodeo las nalgas y me atrajo hacia su boca, la polla entro limpiamente, me moví como si se acabara el mundo y no paré hasta que la leche rebosaba por la comisura de sus labios, el cuello y hasta los pechos estaban perlados de semen, ella lo recogió con un dedo y los fue lamiendo hasta tragarlo todo.
Por la mañana me despertó con un beso en la boca, al abrir los ojos vi otra mujer distinta a la de días antes, su sonrisa era sensual y su mirada parecía soñar, solo me dijo…
- Si quieres, luego traeré tu ropa a mi armario.
- No, gracias Clara sabes que me encantaría pero creo que será mejor para los dos que mantengamos nuestros espacios privados, sabes lo que te quiero y estaré siempre contigo para todo lo que quieras.
- Eres muy sensato Manu, también sabes que soy toda tuya, soy muy feliz de tenerte a mi lado.
Nos abrazamos nuestros cuerpos desnudos y con olor a sexo estuvieron unidos un buen rato.
La vida en casa prácticamente siguió igual ahora habíamos llegado a un grado máximo de intimidad que facilitó la convivencia todavía más.
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