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Mis experiencias como una mujer escort (VI)

Me desperté de repente, todavía seguía siendo de noche, sentía un dolor muy fuerte por debajo de mi cintura.. ¿Gajes del oficio? —Me decía a mi misma — me senté y moje mis pies en ese charco, que todavía seguía ahí, me levante y vi el reloj, habían pasado 3 horas de que me había desvanecido. Fui al botiquín del baño, pensé que si me tomaba una aspirina podría calmar los dolores, abrí una de las canillas y tome agua juntándola con las manos, tome la pastilla y suspire. Me vi al espejo y estaba demacrada; Ojeras, cabello muy despeinado con una mirada cansada. La gente normal ya habría renunciado, yo estaba decidida a seguir. Me había gustado mucho como para detenerme. Lave mi cara y al darme cuenta que ya no tenia mas sueño pensé en que podía limpiar la casa, que no lo había hecho al irse Lorena.
Fui hasta el living y busque el camisón que había usado, me lo puse y comencé a pasar un trapo por el piso, agarre el arnés y lo tire en lavamanos de la cocina metido en agua. Quite el relleno de los almohadones que habían sido “heridos” en la faena y los puse a secar con la brisa en el balcón. Ya que el piso del living era de madera, supuse que era mejor pasar cera así quedaban relucientes. Debo ser la primer persona que se pone a encerar los pisos a esta hora de la madrugada. Al terminar, tenia un piso limpio, aroma ambiental deseable, y un sillón desarmado. Mis dolores se habían apaciguado y tenia un deseo de tratarme con algo para tomar. Fui al pequeño gabinete y saque el whisky, me serví un trago en un vaso “old fashioned” con dos cubos de hielo, me senté en una silla y suspire.
Habían ya pasado dos clientas, una que Laura había llamado suave, y otra dura. ¿Podía decidir dedicarme en tiempo completo a esto? Por como se veía mi billetera, definitivamente, ¿pero estaba lista para esto? ¿A vivir en un constante hilo de mentiras? A todos les gusta el sexo, nadie lo puede negar, salvo al cura devoto, o al conjunto de viejas chismosas del primer piso — habían pasado unos días y ya conocía la mayoría de caras de mi edificio — así que ese no era el problema, ¿pero hacerlo mi oficio?.
Mientras estos debates personales ocurrían en mi cabeza, por momentos murmuraba y seguía tomando mi bebida. Cuando en mi vaso solo quedaban resquicios de agua de los hielos, el sol ya estaba apareciendo, las primeras líneas de colectivo hacían su ruidoso paso sobre mi calle y comenzaba otro día.
Me fui a dar una ducha rápida, sin darle detalle a ninguna parte de mi cuerpo y pensé en que podía salir a desayunar a algún café. Me puse un conjunto de ropa interior color piel, un vestido blanco, sandalias negras y salí, con cartera en mano y lentes de sol. Camine tranquila disfrutando de la mañana mientras buscaba un café. Hice tres cuadras y encontré uno, se llamaba “Las angelitas”, parecía nuevo, mesas dentro y fuera, como hacia calor decidí estar afuera, había una brisa veraniega que ayudaba a los transeúntes ocasionales. Me senté en una mesa, donde había unos ejemplares del menú y mire hacia adentro, por apariencia, deducí la razón del nombre del lugar, a mi juicio no habían empleados o encargados hombres, eran todas mujeres. Al tiempo se me acerco una mujer, probablemente de mi edad, o al menos unos años mas o menos con un delantal color celeste sobre su cintura
—Hola buen día, ¿qué te puedo servir? — me pregunto con una sonrisa y mirada alegre. La mire y tenia su nombre sobre su delantal, que decía “ Milena”.
—Hola mile — tome el atrevimiento de tutearla — te pido un Frappe de frutillas con un tostado, ¿sí? — le hacia el pedido mientras le sonreía.
—Si dale, ningún problema, ya te lo traigo — me decía devolviéndome la sonrisa.
—¿Te hago una consulta? — la interrumpí en su ida hacia el mostrador — ¿solo trabajan mujeres acá? —le dije.
—Si si, las dueñas son dos hermanas y decidieron hacer un café de mujeres — se reía mientras me contaba
—ah mira que raro — sonreí.
Con eso se fue hacia el mostrador a preparar lo que había pedido. Me quede mirando las hojas de los árboles danzar al compás del viento y me estire, aunque ya haya pasado tiempo, era raro hacer cosas de adulta estando sola. Minutos después sonó mi celular, por el ringtone pude deducir antes de agarrarlo que era un llamado. Atendí y una voz desconocida se presento
— Hola buen día, me llamo Florencia, llamaba para organizar un encuentro, ¿puede ser? — me dijo la desconocida voz. Me quede perpleja, ¿Quien era? ¿Debía ignorar la llamada y cortar? Me quede pensando rápido un plan.

2 comentarios - Mis experiencias como una mujer escort (VI)

Gavriel78
Todas tortas atendes nunca una pija ?
Vreeemos
si leyeras el resto de la historia deberias entender que al menos en el principio no,luego si