- Bueno Simón, la última parte de tu revisación hoy consiste en que te examine detalladamente tu pene, ya sé que ahora está en una condición bastante sensible, pero en un examen andrológico completo hay que revisarlo, si embargo ya que digamos que ya estuvimos trabajando bastante en la zona voy a hacer lo posible para tratarlo de forma delicada. Naturalmente quiero que te quedes lo más tranquilo y quieto que puedas - mientras le decía esto se las ingeniaba para no sonreír y evitar la anticipación en su tono de voz.
Mientras él la escuchaba expresar sus intenciones (aunque sin entender las implicancias ni de las expresiones faciales ni de las palabras ni del tono de la doctora) el muchacho tragó saliva y se limitó a contestar.
- Us... usted es la doctora señora... lo que usted diga... doctora... - renunciando finalmente a cualquier semblanza de autonomía en este que había sido sin duda el día más humillante de su vida.
Extrañamente, si era posible, estas simples nueve palabras la afectaron tan profundamente, sumado al sorprendente hecho de la sumisión de Simón le provocaron (por lo menos en términos de velocidad) una sensación de calor y humedad sin precedentes en el corazón de su femineidad y que sus ya erectos pezones se pusieran más duros todavía.
(Simón era razonablemente inconsciente de su creciente excitación por su preocupación con la vergonzosa situación a la que finalmente se había resignado y el simple hecho de que la excitación femenina no es evidentemente obvia como la masculina, particularmente para alguien tan inexperto como él)
Después de tomarse un tiempo para recomponerse ella finalmente retomó completamente el sentido de control sobre la situación agarrando la base de la erección de su paciente, moviendo lentamente la mano enguantada a su alrededor. No le tomó demasiado concluir que el pene de este chico estaba definitivamente más duro (y por supuesto ella ya sabía que era más grande) que ninguno que ella hubiera examinado antes... o que hubiera cogido, si es que importara. También en seguida se convenció que no había nada de malo en ello.
Sin embargo, aún sin tener preferencias ni personales ni profesionales por miembros circunsidados o no circunsidados, la doctora no pudo evitar notar que el prepucio de Simón no parecía retraerse del modo que debía... "Bueno", pensó para sí misma, "ya me voy a ocupar de esto" pero antes comenzó a inspeccionar visualmente cada milímetro cuadrado de piel de la hombría de su paciente con un nivel de certeza que hubiera enorgullecido a cualquier dermatólogo.
Pese a que la respiración de Simón no disminuía demasiado había dejado de emitir líquido pre eyaculatorio, pero todo esto por supuesto estaba a punto de cambiar tan pronto la Dra, Meli empezó a usar sus fuertes y suaves dedos cubiertos por los guantes de látex para lenta y cuidadosamente empezar a palpar el tremendamente inflamado tronco del pene.
Ella empezó por la base del pene y no había recorrido más del 25% del camino hasta el glande cuando hizo otra humillante pregunta.
- Una última consulta respecto a tus masturbaciones Simón, con quién o con qué tenés fantasías cuando te masturbás?
Antes de poder empezar a contestarle él dejó escapar un quejido mientras ella empezó lentamente a mover sus dedos provocando que otra vez comience el goteo del meato uretral, ella se sintió silenciosamente orgullosa tanto del quejido como del derrame que su delicado y controlador tacto estaba provocando en el chico.
Sin embargo ella siguió invirtiendo el sentido de los movimientos, lo que le permitió a Simón volver a hacer foco en ser un paciente obediente y contestar la pregunta.
- Um... yo uh... bueno... muchas cosas... sobre todo las chicas de la escuela... ya sabe... me imagino con ellas... o sea...
Pese a que la doctora valoró la respuesta, ella quería más detalles.
- No tenes que contarme todas tus fantasías sexuales, pero podes ser más específico?
Pensó por un momento y reveló su fantasía
- Me imagino que... acabo de ganar un torneo de tenis y me voy a la ducha... y cuando me... desnudo... me doy cuenta que Marcela Trochia también está en el vestuario... rubia, muy sexy y desnuda como yo... y después... ya sabe... tenemos sexo - hizo una pausa para después agregar - Es... espero que no piense mal de mi...
Estuvo a punto de reírse de verlo tan avergonzado por tener una fantasía tan común, pero de algún modo se contuvo y sólo sonrió.
- No voy a pensar mal de vos tontito, ése tipo de fantasías son muy comunes.
Y con esto se volvió a dedicar a examinarlo... poco después se produjo un corto lamento del muchacho y el reinicio de la emisión de líquidos pre eyaculatorios goteando del crecido tronco del pene.
Ella simuló no notarlo, incluso pese a que un poco del fluido humedecía sus dedos cubiertos por los guantes de látex, y procedió con las palpaciones del delicioso miembro erecto hasta llegar al glande.
Como era de esperar, el tacto de la doctora provocaba que la emisión del meato del paciente continuara sin solución de continuidad.
Mientras ella lo observaba más cerca que nunca, se dió cuenta que el problema del prepucio era aún menor de lo que ella había pensado inicialmente. De hecho estaba casi segura que con una sola aplicación de un nuevo producto creado para ése propósito podría solucionar por completo los problemas de retracción del prepucio de Simón; por supuesto que la aplicación manual del producto necesaria para curarlo casi seguramente llevaría al paciente al orgasmo pero ése era un riesgo que la doctora estaba perfectamente dispuesta a tomar.
"Sin embargo primero lo primero" pensó para sí misma, y procedió a agarrarle el glande para abrirlo y realizar una inspección visual del ahora muy sucio meato uretral del paciente.
Mientras hacía esto, ella también "accidentalmente/ a propósito" frotó suavemente el frenillo del chico con un de sus dedos enguantados y este toque a una parte tan sensible de su anatomía le provocó al joven hacer algo que hasta ahora había podido evitar... un fuerte jadeo mientras sacudía las caderas, sólo una vez.
Ella contuvo la risa ante la reacción del muchacho mientras todavía más fluido pre eyaculatorio se seguía filtrando y pensó "Parece que ésa próstata esta trabajando mucho, va a ser un espectáculo cuando toda ésa leche en vez de gotear salga en chorros". Le dedicó un momento más sosteniendo el meato abierto y observando el interior (tan profundo como podía) antes de informarle sus intenciones respecto a la última parte de la revisación.
- Todo está bien, salvo por una cosita. Tu prepucio no se retrae por completo cuando tenés el pene erecto - le dijo pasando suavemente su mano enguantada a lo largo del tronco del pene hasta que él sintió la tensión de el antedicho prepucio. Inmedíatamente se sacudió de nuevo aunque esta vez pudo evitar pujar con la cadera, antes de preguntar.
- Ay... y éso es... malo?... usted me puede... curar doctora?... Por favor...
La Dra. Meli no pudo evitar sentir al mismo tiempo simpatía y divertimento ante la mirada de repentina preocupación en el colorado rostro del muchacho y lo conformó.
- Puede convertirse en un problema en potencia en el futuro si no lo trato, pero la buena noticia es que por ahora es tan mínimo que me voy a poder ocupar de esto ahora mismo.
La mirada de sincero alivio en el rostro de Simón la hizo sonreír también a ella, y se dedicó a prepararlo para lo que iba a suceder (al menos hasta cierto punto).
- A lo mejor lo que te voy a hacer es un poco... intenso, pero cuando haya terminado estoy segura que voy a tener resuelto tu problemita - y en cuanto terminó de decir esto, la doctora aplicó una generosa cantidad del gel para retraer el prepucio exclusivo de la Clínica de Andrología sobre el glande del adolorido pene del paciente y comenzó a esparcirlo suavemente.
El suave tacto de la doctora aplicando la medicación primero en el frenillo y luego todo alrededor del glande y de vuelta en el frenillo (mientras se desviaba brevemente para cubrir también el brilloso glande también adornado con hilos de líquido pre eyaculatorio) hizo que el joven respirara más rápido que nunca antes durante la revisación; sin mencionar que jadeaba, se lamentaba y sacudía notoriamente sus caderas una vez más haciendo que su escroto y todo su contenido se sacudan balanceándose cómicamente en acompañamiento.
Pese a que invariablemente disfrutaba de su trabajo, la Dra. Meli tenía que admitir que considerando toda la situación, nunca se había divertido tanto con un paciente. Aunque hubiera tenido alguna tendencia a la auto decepción (y generalmente no la tenía) realmente no podía negar lo húmeda que sentía su entrepierna.
Más allá de la intensa excitación de la doctora, Simón estaba todavía peor que ella así que temporalmente suprimió su propio provecho y se concentró en el bienestar de su decididamente excitado paciente.
- Ahora todo lo que me falta es repetir estos movimientos hasta que todo este como debe estar - le explicó la doctora y luego lentamente deslizó su mano enguantada a todo lo largo del tronco del pene, deteniéndose cuando encontraba la resistencia del insistente frenillo sólo para repetir el movimiento una y otra y otra vez.
Ella notó que los problemas del chico sonrojándose, jadeando y respirando aceleradamente solo empeoraron, pero como única respuesta a estos síntomas la doctora aumentó el ritmo y pronto notó algo más, el prepucio ahora se retraía por completo y se deslizaba libremente. "Bien" pensó antes de incrementar la extención y el vigor de sus movimientos.
La doctora se justificaba a sí misma (aunque no necesitara molestarse por ello dada la vasta discreción que la ley le otorgaba como Andróloga para la práctica de su profesión) por la simple máxima "es mejor prevenir que curar" en beneficio de los problemas de retracción del joven.
Simón podía sentir que no estaba muy lejos de perder por completo el control y genuinamente intentó llamar la atención de la Dra. Meli.
- Aaahhh... mmm... doc... doctoraaaa... yo yo yo sé que... usted dijo que... usted estaba a cargo.... aaaayyyy.... yo yo obedezco dcoctoraaa... mmmmm.... pero si no para de hacer esoooooo.... aaaahhhh... yo.... yo... yo voy a... usted ya sabe doctoraaaaa!!!!
- Quedate quietito y cooperá - lo interrumpió ella - Yo decido cuando termina la intervención. Yo estoy a cargo del procedimiento acá!
Y apenas terminó de decir esto incrementó la velocidad del procedimiento (aunque quizá en este punto ya sería más apropiado sincerarse y decir que empezó a masturbarlo más rápido todavía) mientras no podía evitar sorprenderse que alguien tan inexperto como este chico todavía no hubiera eyaculado. Las teorías que estaba desarrollando la doctora para explicar este hecho eran que él estaba imaginando algo completamente des-erotizado, y además poseía lo que ella consideraba un muy poco común nivel de auto control.
Determinada a acabar, por decirlo de alguna manera, con este estancado orgasmo ella siguió masturbándolo mientras recordaba que su pene definitivamente respondía positivamente a algo que ella había hecho un poco más temprano, así que atrapó y suavemente tiró del escroto un par de veces y éso fue más de lo que él pudo soportar.
Pese a que ella estaba esperando una eyaculación de gran volumen no podía anticipar con precisión cuánto iba a eyacular su paciente, ni se esperaba que se sacudiera tan violentamente que ella perdiera momentáneamente el agarre de la erección, pero éso fue exactamente lo que sucedió cuando enormes chorros de semen blancuzco (además de espeso y pagajoso) se dispararon literalmente en todas las direcciones. Las sacudidas de las caderas del chico no le hicieron facil a ella retomar el control de la situación, pero lo hizo con admirable velocidad, no antes que el pecho, estómago y pubis de Simón se cubrieran de semen igual que el frente y la manga derecha de su guardapolvos blanco.
La parte de la Dra. Mely que podía encontrar humor en prácticamente cualquier situación (lo que la había rescatado de momentos muy oscuros en su vida) no pudo evitar pensar que quizá el Sr. Rojas debería contactarse con la Oficina de Seguridad de Hogares para registrar su pene y testículos como Armas de Embarazos Masivos.
Una vez que controló el pene todavía espasmódico lo acarició firmemente un par de veces como para exprimir los restos de semen que salpicaron su ambo y guardapolvos, a esta altura tampoco le importaba demasiado tener que cambiarse de ropas.
Finalmete después de mucho él dejó de eyacular y ambos eventualmente lograron relajarse y recuperar sus sentidos lo suficiente como para asumir exactamente lo que él había hecho. Él estaba completamente mortificado por la situación y el hecho de que no haya sido ni siquiera por su culpa lo confundía todavía más en su ingenuidad, y así fue como inmedíatamente empezó a disculparse pese a estar tan avergonzado que sólo deseaba acurrucarse debajo de la camilla si hubiera tenido suficiente fuerza para bajar sus separadas piernas de los estribos y ponerse de pié pero por el momento no era capaz de jacer éso.
Sin embargo en cuanto empezó a disculparse la Dra. Meli lo interrumpió.
- No te preocupes chiquito, estas cosas pasan en las revisaciones andrológicas. De hecho, no me sorprendería que en tu próxima visita te pase lo mismo... o algo peor... - le dijo con una risita,
Si estaba acobardado por las "relajantes" palabras de la doctora se acobardó todavía más cuando ella agarró unas gasas y empezó a limpiarlo. Ella reservó los genitales para el final limpiándole primero el saco escrotal y luego su finalmente flácido pene para terminar ordenándole que se incline sobre la camilla y separe los glúteos lo más que pueda y así limpiarle los restos de lubricante que le quedaban en el trasero. Él dudó pero hizo lo ordenado y pese a saber lo que iba a pasar, dio un pequeño salto cuando sintió que ella empezaba a limpiar minuciosamente su previamente invadido ano.
Cuando terminó la Dra. Meli se quitó sus guantes y se lavó las manos, le indicó a Simón que podía vestirse y levantó el teléfono para darle instrucciones a su secretaria respecto a los próximos turnos que debía darle a Simón; por los próximos tres meses (al menos) el tímido y virginal Sr. Rojas debía volver al consultorio cada viernes por la tarde para recibir un examen rectal de control.
Después de todo, encargarse de la salud de la próstata de su paciente era un tema muy importante para la doctora, de hecho un tema tan importante que los cuidados iban a incluir estimularla hasta hacerlo eyacular en cada control. Además de darle los turnos para los controles la doctora encargó a su secretaria llamar al paciente cada semana y asegurarse que estuviera cumpliendo las órdenes de la doctora de masturbarse hasta eyacular al menos tres veces a la semana.
La mirada en el rostro de Simón cuando ella le dijo que debía volver, desnudarse e inclinarse para que ella le haga un tacto rectal todas las semana no tuvo precio, pero nada se igualó a las palabras de despedida de la Dra. Meli.
- Y parece que te vamos a dar un turno para tu próximo examen andrológico completo para el 2 de diciembre... ése día cumplís diecinueve! Bueno, por suerte ya sé exactamente qué es lo que te voy a regalar...
Fin
Mientras él la escuchaba expresar sus intenciones (aunque sin entender las implicancias ni de las expresiones faciales ni de las palabras ni del tono de la doctora) el muchacho tragó saliva y se limitó a contestar.
- Us... usted es la doctora señora... lo que usted diga... doctora... - renunciando finalmente a cualquier semblanza de autonomía en este que había sido sin duda el día más humillante de su vida.
Extrañamente, si era posible, estas simples nueve palabras la afectaron tan profundamente, sumado al sorprendente hecho de la sumisión de Simón le provocaron (por lo menos en términos de velocidad) una sensación de calor y humedad sin precedentes en el corazón de su femineidad y que sus ya erectos pezones se pusieran más duros todavía.
(Simón era razonablemente inconsciente de su creciente excitación por su preocupación con la vergonzosa situación a la que finalmente se había resignado y el simple hecho de que la excitación femenina no es evidentemente obvia como la masculina, particularmente para alguien tan inexperto como él)
Después de tomarse un tiempo para recomponerse ella finalmente retomó completamente el sentido de control sobre la situación agarrando la base de la erección de su paciente, moviendo lentamente la mano enguantada a su alrededor. No le tomó demasiado concluir que el pene de este chico estaba definitivamente más duro (y por supuesto ella ya sabía que era más grande) que ninguno que ella hubiera examinado antes... o que hubiera cogido, si es que importara. También en seguida se convenció que no había nada de malo en ello.
Sin embargo, aún sin tener preferencias ni personales ni profesionales por miembros circunsidados o no circunsidados, la doctora no pudo evitar notar que el prepucio de Simón no parecía retraerse del modo que debía... "Bueno", pensó para sí misma, "ya me voy a ocupar de esto" pero antes comenzó a inspeccionar visualmente cada milímetro cuadrado de piel de la hombría de su paciente con un nivel de certeza que hubiera enorgullecido a cualquier dermatólogo.
Pese a que la respiración de Simón no disminuía demasiado había dejado de emitir líquido pre eyaculatorio, pero todo esto por supuesto estaba a punto de cambiar tan pronto la Dra, Meli empezó a usar sus fuertes y suaves dedos cubiertos por los guantes de látex para lenta y cuidadosamente empezar a palpar el tremendamente inflamado tronco del pene.
Ella empezó por la base del pene y no había recorrido más del 25% del camino hasta el glande cuando hizo otra humillante pregunta.
- Una última consulta respecto a tus masturbaciones Simón, con quién o con qué tenés fantasías cuando te masturbás?
Antes de poder empezar a contestarle él dejó escapar un quejido mientras ella empezó lentamente a mover sus dedos provocando que otra vez comience el goteo del meato uretral, ella se sintió silenciosamente orgullosa tanto del quejido como del derrame que su delicado y controlador tacto estaba provocando en el chico.
Sin embargo ella siguió invirtiendo el sentido de los movimientos, lo que le permitió a Simón volver a hacer foco en ser un paciente obediente y contestar la pregunta.
- Um... yo uh... bueno... muchas cosas... sobre todo las chicas de la escuela... ya sabe... me imagino con ellas... o sea...
Pese a que la doctora valoró la respuesta, ella quería más detalles.
- No tenes que contarme todas tus fantasías sexuales, pero podes ser más específico?
Pensó por un momento y reveló su fantasía
- Me imagino que... acabo de ganar un torneo de tenis y me voy a la ducha... y cuando me... desnudo... me doy cuenta que Marcela Trochia también está en el vestuario... rubia, muy sexy y desnuda como yo... y después... ya sabe... tenemos sexo - hizo una pausa para después agregar - Es... espero que no piense mal de mi...
Estuvo a punto de reírse de verlo tan avergonzado por tener una fantasía tan común, pero de algún modo se contuvo y sólo sonrió.
- No voy a pensar mal de vos tontito, ése tipo de fantasías son muy comunes.
Y con esto se volvió a dedicar a examinarlo... poco después se produjo un corto lamento del muchacho y el reinicio de la emisión de líquidos pre eyaculatorios goteando del crecido tronco del pene.
Ella simuló no notarlo, incluso pese a que un poco del fluido humedecía sus dedos cubiertos por los guantes de látex, y procedió con las palpaciones del delicioso miembro erecto hasta llegar al glande.
Como era de esperar, el tacto de la doctora provocaba que la emisión del meato del paciente continuara sin solución de continuidad.
Mientras ella lo observaba más cerca que nunca, se dió cuenta que el problema del prepucio era aún menor de lo que ella había pensado inicialmente. De hecho estaba casi segura que con una sola aplicación de un nuevo producto creado para ése propósito podría solucionar por completo los problemas de retracción del prepucio de Simón; por supuesto que la aplicación manual del producto necesaria para curarlo casi seguramente llevaría al paciente al orgasmo pero ése era un riesgo que la doctora estaba perfectamente dispuesta a tomar.
"Sin embargo primero lo primero" pensó para sí misma, y procedió a agarrarle el glande para abrirlo y realizar una inspección visual del ahora muy sucio meato uretral del paciente.
Mientras hacía esto, ella también "accidentalmente/ a propósito" frotó suavemente el frenillo del chico con un de sus dedos enguantados y este toque a una parte tan sensible de su anatomía le provocó al joven hacer algo que hasta ahora había podido evitar... un fuerte jadeo mientras sacudía las caderas, sólo una vez.
Ella contuvo la risa ante la reacción del muchacho mientras todavía más fluido pre eyaculatorio se seguía filtrando y pensó "Parece que ésa próstata esta trabajando mucho, va a ser un espectáculo cuando toda ésa leche en vez de gotear salga en chorros". Le dedicó un momento más sosteniendo el meato abierto y observando el interior (tan profundo como podía) antes de informarle sus intenciones respecto a la última parte de la revisación.
- Todo está bien, salvo por una cosita. Tu prepucio no se retrae por completo cuando tenés el pene erecto - le dijo pasando suavemente su mano enguantada a lo largo del tronco del pene hasta que él sintió la tensión de el antedicho prepucio. Inmedíatamente se sacudió de nuevo aunque esta vez pudo evitar pujar con la cadera, antes de preguntar.
- Ay... y éso es... malo?... usted me puede... curar doctora?... Por favor...
La Dra. Meli no pudo evitar sentir al mismo tiempo simpatía y divertimento ante la mirada de repentina preocupación en el colorado rostro del muchacho y lo conformó.
- Puede convertirse en un problema en potencia en el futuro si no lo trato, pero la buena noticia es que por ahora es tan mínimo que me voy a poder ocupar de esto ahora mismo.
La mirada de sincero alivio en el rostro de Simón la hizo sonreír también a ella, y se dedicó a prepararlo para lo que iba a suceder (al menos hasta cierto punto).
- A lo mejor lo que te voy a hacer es un poco... intenso, pero cuando haya terminado estoy segura que voy a tener resuelto tu problemita - y en cuanto terminó de decir esto, la doctora aplicó una generosa cantidad del gel para retraer el prepucio exclusivo de la Clínica de Andrología sobre el glande del adolorido pene del paciente y comenzó a esparcirlo suavemente.
El suave tacto de la doctora aplicando la medicación primero en el frenillo y luego todo alrededor del glande y de vuelta en el frenillo (mientras se desviaba brevemente para cubrir también el brilloso glande también adornado con hilos de líquido pre eyaculatorio) hizo que el joven respirara más rápido que nunca antes durante la revisación; sin mencionar que jadeaba, se lamentaba y sacudía notoriamente sus caderas una vez más haciendo que su escroto y todo su contenido se sacudan balanceándose cómicamente en acompañamiento.
Pese a que invariablemente disfrutaba de su trabajo, la Dra. Meli tenía que admitir que considerando toda la situación, nunca se había divertido tanto con un paciente. Aunque hubiera tenido alguna tendencia a la auto decepción (y generalmente no la tenía) realmente no podía negar lo húmeda que sentía su entrepierna.
Más allá de la intensa excitación de la doctora, Simón estaba todavía peor que ella así que temporalmente suprimió su propio provecho y se concentró en el bienestar de su decididamente excitado paciente.
- Ahora todo lo que me falta es repetir estos movimientos hasta que todo este como debe estar - le explicó la doctora y luego lentamente deslizó su mano enguantada a todo lo largo del tronco del pene, deteniéndose cuando encontraba la resistencia del insistente frenillo sólo para repetir el movimiento una y otra y otra vez.
Ella notó que los problemas del chico sonrojándose, jadeando y respirando aceleradamente solo empeoraron, pero como única respuesta a estos síntomas la doctora aumentó el ritmo y pronto notó algo más, el prepucio ahora se retraía por completo y se deslizaba libremente. "Bien" pensó antes de incrementar la extención y el vigor de sus movimientos.
La doctora se justificaba a sí misma (aunque no necesitara molestarse por ello dada la vasta discreción que la ley le otorgaba como Andróloga para la práctica de su profesión) por la simple máxima "es mejor prevenir que curar" en beneficio de los problemas de retracción del joven.
Simón podía sentir que no estaba muy lejos de perder por completo el control y genuinamente intentó llamar la atención de la Dra. Meli.
- Aaahhh... mmm... doc... doctoraaaa... yo yo yo sé que... usted dijo que... usted estaba a cargo.... aaaayyyy.... yo yo obedezco dcoctoraaa... mmmmm.... pero si no para de hacer esoooooo.... aaaahhhh... yo.... yo... yo voy a... usted ya sabe doctoraaaaa!!!!
- Quedate quietito y cooperá - lo interrumpió ella - Yo decido cuando termina la intervención. Yo estoy a cargo del procedimiento acá!
Y apenas terminó de decir esto incrementó la velocidad del procedimiento (aunque quizá en este punto ya sería más apropiado sincerarse y decir que empezó a masturbarlo más rápido todavía) mientras no podía evitar sorprenderse que alguien tan inexperto como este chico todavía no hubiera eyaculado. Las teorías que estaba desarrollando la doctora para explicar este hecho eran que él estaba imaginando algo completamente des-erotizado, y además poseía lo que ella consideraba un muy poco común nivel de auto control.
Determinada a acabar, por decirlo de alguna manera, con este estancado orgasmo ella siguió masturbándolo mientras recordaba que su pene definitivamente respondía positivamente a algo que ella había hecho un poco más temprano, así que atrapó y suavemente tiró del escroto un par de veces y éso fue más de lo que él pudo soportar.
Pese a que ella estaba esperando una eyaculación de gran volumen no podía anticipar con precisión cuánto iba a eyacular su paciente, ni se esperaba que se sacudiera tan violentamente que ella perdiera momentáneamente el agarre de la erección, pero éso fue exactamente lo que sucedió cuando enormes chorros de semen blancuzco (además de espeso y pagajoso) se dispararon literalmente en todas las direcciones. Las sacudidas de las caderas del chico no le hicieron facil a ella retomar el control de la situación, pero lo hizo con admirable velocidad, no antes que el pecho, estómago y pubis de Simón se cubrieran de semen igual que el frente y la manga derecha de su guardapolvos blanco.
La parte de la Dra. Mely que podía encontrar humor en prácticamente cualquier situación (lo que la había rescatado de momentos muy oscuros en su vida) no pudo evitar pensar que quizá el Sr. Rojas debería contactarse con la Oficina de Seguridad de Hogares para registrar su pene y testículos como Armas de Embarazos Masivos.
Una vez que controló el pene todavía espasmódico lo acarició firmemente un par de veces como para exprimir los restos de semen que salpicaron su ambo y guardapolvos, a esta altura tampoco le importaba demasiado tener que cambiarse de ropas.
Finalmete después de mucho él dejó de eyacular y ambos eventualmente lograron relajarse y recuperar sus sentidos lo suficiente como para asumir exactamente lo que él había hecho. Él estaba completamente mortificado por la situación y el hecho de que no haya sido ni siquiera por su culpa lo confundía todavía más en su ingenuidad, y así fue como inmedíatamente empezó a disculparse pese a estar tan avergonzado que sólo deseaba acurrucarse debajo de la camilla si hubiera tenido suficiente fuerza para bajar sus separadas piernas de los estribos y ponerse de pié pero por el momento no era capaz de jacer éso.
Sin embargo en cuanto empezó a disculparse la Dra. Meli lo interrumpió.
- No te preocupes chiquito, estas cosas pasan en las revisaciones andrológicas. De hecho, no me sorprendería que en tu próxima visita te pase lo mismo... o algo peor... - le dijo con una risita,
Si estaba acobardado por las "relajantes" palabras de la doctora se acobardó todavía más cuando ella agarró unas gasas y empezó a limpiarlo. Ella reservó los genitales para el final limpiándole primero el saco escrotal y luego su finalmente flácido pene para terminar ordenándole que se incline sobre la camilla y separe los glúteos lo más que pueda y así limpiarle los restos de lubricante que le quedaban en el trasero. Él dudó pero hizo lo ordenado y pese a saber lo que iba a pasar, dio un pequeño salto cuando sintió que ella empezaba a limpiar minuciosamente su previamente invadido ano.
Cuando terminó la Dra. Meli se quitó sus guantes y se lavó las manos, le indicó a Simón que podía vestirse y levantó el teléfono para darle instrucciones a su secretaria respecto a los próximos turnos que debía darle a Simón; por los próximos tres meses (al menos) el tímido y virginal Sr. Rojas debía volver al consultorio cada viernes por la tarde para recibir un examen rectal de control.
Después de todo, encargarse de la salud de la próstata de su paciente era un tema muy importante para la doctora, de hecho un tema tan importante que los cuidados iban a incluir estimularla hasta hacerlo eyacular en cada control. Además de darle los turnos para los controles la doctora encargó a su secretaria llamar al paciente cada semana y asegurarse que estuviera cumpliendo las órdenes de la doctora de masturbarse hasta eyacular al menos tres veces a la semana.
La mirada en el rostro de Simón cuando ella le dijo que debía volver, desnudarse e inclinarse para que ella le haga un tacto rectal todas las semana no tuvo precio, pero nada se igualó a las palabras de despedida de la Dra. Meli.
- Y parece que te vamos a dar un turno para tu próximo examen andrológico completo para el 2 de diciembre... ése día cumplís diecinueve! Bueno, por suerte ya sé exactamente qué es lo que te voy a regalar...
Fin
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