COMO LES DIJE EN LA PRIMERA PARTE DE ESTE RELATO ,ESTE ES COPIADO DE UN BLOG
ESPAÑOL QUE ME GUSTA MUCHO.Y COMO NO TENGO TIEMPO DE SEGUIR CON MI HISTORIA, LE PUSE ESTO PARA QUE ME RECUERDEN, AHI VA LO ULTIMO QUE SE QUEDO—
Al lavabo —mentí.
Alejandro pareció desistir del interrogatorio, quedándose dormido una vez más. Me acerqué a Dilan y, susurrando, comenzamos una disputa dialéctica. Me negaba rotundamente a practicarle el sexo oral que me reclamaba en la misma habitación donde dormía mi esposo.
Aunque me hacía la dura, lo cierto es que a esas alturas mi primo sabía que podía conseguir de mí lo que quisiera. Así que, sucumbiendo definitivamente a sus exigencias, me arrodillé ante él para acabar la furtiva mamada. No tardé en llevarme una mano a la entrepierna, retirando a un costado el pantaloncito corto para masajearme el coño por encima de las bragas mientras no dejaba de chupársela.
Dilan se apartó segundos antes de correrse, apuntándome a la cara. Cerré los ojos y esperé la descarga. Con la esperanza de que no fuera muy escandaloso, oí cómo mi primo sollozaba e intuí un primer lechazo volando por encima de mi cabeza. El siguiente cayó con fiereza sobre uno de mis pómulos, sobresaltándome. El resto siguieron depositándose sobre mi rostro, que acabó repleto de una cuantiosa cantidad de pegajoso esperma.
—Te quiero, prima. Siempre has sido como una hermana para mí —murmuró el veinteañero, subiéndose las ropas.
No le pude contestar, pues tenía los labios impregnados de esperma. Sin poder despedirme, vi cómo se alejaba a través de los hilillos blanquecinos que me colgaban de los párpados.
Tras lavarme concienzudamente la cara, volví a la cama para acostarme junto a mi marido y dormirme de una vez por todas. Alejandro estaba de costado, con el rostro frente a mí. Lo observé. Lo vi guapo y sonreí. Se movió para darse media vuelta y entonces me di cuenta. Pegado a la sien le colgaba un pegote de semen que hacía puente con la almohada, donde debía haber caído la primera ráfaga de Dilan. No pude evitar reír. Era una imagen ridícula.
Cuando desperté, estaba sola en la cama. Me estiré, relajada. Sentí algunos de mis músculos doloridos y sonreí, satisfecha.
—Buenos días, cariño —me saludó Alejandro al entrar habitación—. Hoy te cuesta levantarte, eh.
Recibí con agrado la presencia de mi marido, el hombre al que quería como nunca. Me alcé para besarlo apasionadamente. De fondo, escuché el ruido del agua y los gritos de mis primos. Supuse que ya estaban despiertos, jugando en la parte trasera del apartamento. Volví a sonreír, estaba contenta. Me sentía feliz.
Como si nada hubiera sucedido, pasamos la última mañana de las vacaciones en la piscina. Los tres hermanos se comportaron como unos auténticos caballeros. ¡Si es que eran un encanto! Mientras tomaba los últimos rayos de sol del asueto veraniego, contemplaba a mi marido intentando ser uno más entre mis primos, pero no lo lograba. Sin que él se percatara, los niños no dejaban de dedicarme miradas y sonrisas cómplices que me henchían el orgullo.
Antes del mediodía comenzamos a recoger para, después de comer, regresar a nuestras vidas cotidianas. Siscu se enfrentaría una vez más a su día a día en el colegio. Fer seguiría ruborizándose a la mínima que pasara un poco de vergüenza. Dilan, por su parte, volvería al barrio con su grupo de amistades, pero comenzaría a cambiar su comportamiento tal y como me había prometido. Alejandro continuaría siendo el mismo buenazo de siempre y seguramente se olvidaría de juegos eróticos estúpidos que solo podían complicarle la vida. Mientras que yo aterrizaría con los pies en el suelo, recuperando el habitual estrés de mi puesto de trabajo como responsable del departamento de Tesorería de la importante empresa en la que trabajaba.
Y la relación con mis primos volvería a la normalidad. Una naturalidad de la que jamás tendría que haberse alejado. O al menos así sería en los próximos meses, hasta Navidad, cuando nos volvimos a reunir toda la familia. Pero eso ya es otra historia.
ESPAÑOL QUE ME GUSTA MUCHO.Y COMO NO TENGO TIEMPO DE SEGUIR CON MI HISTORIA, LE PUSE ESTO PARA QUE ME RECUERDEN, AHI VA LO ULTIMO QUE SE QUEDO—
Al lavabo —mentí.
Alejandro pareció desistir del interrogatorio, quedándose dormido una vez más. Me acerqué a Dilan y, susurrando, comenzamos una disputa dialéctica. Me negaba rotundamente a practicarle el sexo oral que me reclamaba en la misma habitación donde dormía mi esposo.
Aunque me hacía la dura, lo cierto es que a esas alturas mi primo sabía que podía conseguir de mí lo que quisiera. Así que, sucumbiendo definitivamente a sus exigencias, me arrodillé ante él para acabar la furtiva mamada. No tardé en llevarme una mano a la entrepierna, retirando a un costado el pantaloncito corto para masajearme el coño por encima de las bragas mientras no dejaba de chupársela.
Dilan se apartó segundos antes de correrse, apuntándome a la cara. Cerré los ojos y esperé la descarga. Con la esperanza de que no fuera muy escandaloso, oí cómo mi primo sollozaba e intuí un primer lechazo volando por encima de mi cabeza. El siguiente cayó con fiereza sobre uno de mis pómulos, sobresaltándome. El resto siguieron depositándose sobre mi rostro, que acabó repleto de una cuantiosa cantidad de pegajoso esperma.
—Te quiero, prima. Siempre has sido como una hermana para mí —murmuró el veinteañero, subiéndose las ropas.
No le pude contestar, pues tenía los labios impregnados de esperma. Sin poder despedirme, vi cómo se alejaba a través de los hilillos blanquecinos que me colgaban de los párpados.
Tras lavarme concienzudamente la cara, volví a la cama para acostarme junto a mi marido y dormirme de una vez por todas. Alejandro estaba de costado, con el rostro frente a mí. Lo observé. Lo vi guapo y sonreí. Se movió para darse media vuelta y entonces me di cuenta. Pegado a la sien le colgaba un pegote de semen que hacía puente con la almohada, donde debía haber caído la primera ráfaga de Dilan. No pude evitar reír. Era una imagen ridícula.
Día 23. Domingo.
Cuando desperté, estaba sola en la cama. Me estiré, relajada. Sentí algunos de mis músculos doloridos y sonreí, satisfecha.
—Buenos días, cariño —me saludó Alejandro al entrar habitación—. Hoy te cuesta levantarte, eh.
Recibí con agrado la presencia de mi marido, el hombre al que quería como nunca. Me alcé para besarlo apasionadamente. De fondo, escuché el ruido del agua y los gritos de mis primos. Supuse que ya estaban despiertos, jugando en la parte trasera del apartamento. Volví a sonreír, estaba contenta. Me sentía feliz.
Como si nada hubiera sucedido, pasamos la última mañana de las vacaciones en la piscina. Los tres hermanos se comportaron como unos auténticos caballeros. ¡Si es que eran un encanto! Mientras tomaba los últimos rayos de sol del asueto veraniego, contemplaba a mi marido intentando ser uno más entre mis primos, pero no lo lograba. Sin que él se percatara, los niños no dejaban de dedicarme miradas y sonrisas cómplices que me henchían el orgullo.
Antes del mediodía comenzamos a recoger para, después de comer, regresar a nuestras vidas cotidianas. Siscu se enfrentaría una vez más a su día a día en el colegio. Fer seguiría ruborizándose a la mínima que pasara un poco de vergüenza. Dilan, por su parte, volvería al barrio con su grupo de amistades, pero comenzaría a cambiar su comportamiento tal y como me había prometido. Alejandro continuaría siendo el mismo buenazo de siempre y seguramente se olvidaría de juegos eróticos estúpidos que solo podían complicarle la vida. Mientras que yo aterrizaría con los pies en el suelo, recuperando el habitual estrés de mi puesto de trabajo como responsable del departamento de Tesorería de la importante empresa en la que trabajaba.
Y la relación con mis primos volvería a la normalidad. Una naturalidad de la que jamás tendría que haberse alejado. O al menos así sería en los próximos meses, hasta Navidad, cuando nos volvimos a reunir toda la familia. Pero eso ya es otra historia.
4 comentarios - Vacaciones con mis sobrinos final final