El fin de semana @rafacas1435 me hizo un desafío: que construya un relato bajo ciertos parámetros que él me entregaría. Me aportó datos, su propio relato, sus intenciones, sus fantasías. Por supuesto, el desafío fue aceptado, con la condición de que si pasaba la prueba, me presentaba a su tía. O a su madre. O a ambas. Sin más preámbulos, a los bifes...
-Yo me ocupo de llamar a la tía. Vos decile al que quieras
-Quiero que vengan Agustín y Tommy, nada más
-Pero te recibiste, nene. Eso hay que festejarlo
-Está bien, má. Pero un asado tranquilo con el profe y con mi amigo está bien. Además Agus tiene auto. Nosotros llevamos a la tía.
-Si vos lo queres así, está bien, pero yo voy con la tía más temprano para dejar todo acomodado ¿Asado?
-Si, má. Yo me ocupo con Tommy de eso.
Lo que Rafa no le dijo a Silvia, su madre, es que Tommy no paraba de insinuarle que quería tener algo con ella. Tampoco él le había dicho a su amigo que había visto cómo su madre lo miraba. Ya no eran los niños de otrora. Habían crecido. Rafa se había recibido de abogado y su madre quería agasajarlo. Y él a su madre. Más precisamente con su amigo, un médico joven. Todavía no sabía cómo. Tampoco sabía como iba a reaccionar su tía Laura cuando conociera a su profesor. Rafael lo admiraba, y a decir verdad, también admiraba a Laura. En realidad, hacía años que admiraba el culo de su tía.
El día se presentaba ideal. Una mañana primaveral, con pronóstico de pileta por la tarde. Pero si no daba para un chapuzón, sin dudas daría para asolearse lindo. El profesor, que no conocía ni a la madre ni a la tía de su alumno preferido, había comprado unos vinos muy ricos que amenizarían la velada.
Al llegar, todos intentaron disimular el asombro de la primera impresión.
Las señoras, que galopaban ya la quinta década de vida, estaban escandalosas: Silvia, estrenando pechos operados, tenía puesto unas bikinis apenas disimuladas por un pareo, y su corpiño estallaba intentando cubrir sus pechos siliconados. Laura, por el contrario, tenía puesta una remera blanca holgada, pero se adivinaba que debajo, sólo tenía la bikini, y un culo de antología, de esos, que conocen el gimnasio.
-¡Ahora entiendo de donde sale tan pintón mi mejor alumno! ¡Herencia de la tía y de la madre! -dijo Agustín, intentando romper el hielo.
-Me hablaron tanto de usted, Agustín. Quería agradecerle todo lo que hizo para ayudar a Rafita
-No me tratés de usted, Silvia. Después de todo, debo tener cuatro o cinco años más que vos, nada más.
-Ah, sí? Y cuantos años tenés?- terció Laura, que desde que llegaron los invitados, no dejaba de mirarlos con esa mirada más parecido a un scanner que a otra cosa.
-Tengo 46 muy mal llevados, como está a la vista.
-¿Lo decís en serio? ¿O te estás haciendo el galancete maduro? Yo tengo 51 y ella 53- dijo Laura
-Primero me tratan de usted, y después me toman el pelo. Ustedes no tienen esa edad, o tienen la fórmula secreta…
Las primeras chanzas fueron festejadas con risas nerviosas. El profe llegó a la quinta de Brandsen con sus vinos, su buen humor, y pisando fuerte. Las hermanas se cruzaban las miradas, furtivas, cómplices. Rafael, que las conocía bien, sabía que estaban tramando algo. Y sus sospechas empezaron a verse confirmadas, cuando su madre, con la excusa de servir “un poco más de ensalada”, le apoyó sin disimulos a Tommy las tetas en su espalda. El joven médico no se amilanó. Estaba acostumbrado a tratar con enfermeras maduras. La miró a los ojos y le dijo “servime un poquito más”, recibiendo una carcajada de las dos señoras.
La charla siguió amena, cargada de dobles sentidos, de planes futuros, y de loas al asador, al clima, y a la belleza de las mujeres coquetas, cuando Tommy dijo que iba a la cocina a buscar otra botella de vino, y Silvia fue detrás de él.
-Voy a buscar el postre
-Demorate todo lo que necesites- dije Laura, en un tono que no dejaba lugar a dudas de qué clase de postre iba a degustar la madre del joven letrado, e inmediatamente que los tres comensales quedaron solos, Laura acusó una molestia en el cuello.
-No me puedo sacar esta contractura del cuello
-Si me dejas, yo te hago un masaje, dijo Agustin
-¿También sos profesor de eso?
-No, pero me defiendo- dijo, y sin perder tiempo se puso detrás de Laura, y apoyó sus manos en los hombros de la tía de su mejor alumno.
-Ay qué manos, Agus…
-Relajate que tenés muchos nudos
-Hacé lo que tengas que hacer
-Lo mejor entonces, es que te saques la remera, te apoyes en la mesa, y te olvides de todo. Rafa, por favor querido, alcanzame el aceite de oliva que quedó al lado de la parrilla
Rafael sintió algo en su entrepierna, y no respondió con palabras. Saltó como un resorte de su silla e inmediatamente trajo la botella de aceite. Laura notó la excitación de Rafael, y lanzó un suspiro
-¿Qué pasó?
-¿Viste que lindo que es ese pendejo?
-Creí que eran mis manos
-También, bombón, también. Y el vino un poco también. Esto termina mal
-O termina muy bien
-Amén, profe, amén
-Acá está el aceite, Agustín… ¿Qué hago?
-Vos desprendele el sujetador a tu tía, que yo voy a untarla un poco, para que el masaje pueda surtir efecto
Rafa no entendía nada, pero obedeció. Su tía despatarrada sobre la mesa, no decía nada, y en estos asuntos el que calla otorga. Mientras las primeras gotas de aceite caían sobre su espalda desnuda, recibió la segunda orden
-Ahora anda del otro lado de la mesa, y hacele un masaje a tu tía en los brazos hasta los hombros, pobre… ¿No ves que está dolorida?
Laura no podía creer lo que estaba sucediendo, lo que estaba por suceder, y lo que de ningún modo iba a evitar que sucediera. Cuatro manos recorriéndola, y enfrente suyo, el paquete de su sobrino que deseaba desde hacía ya bastante tiempo. Y las manos del profesor recorriéndola desde los hombros hasta la cintura, y todo su culo a la vista.
Como en toda carrera, hay una campana de largada, y vino desde el interior de la casa. Se escuchó claramente un gemido. No había dudas de que Tommy le estaba robando un orgasmo a Silvia. O quizás Silvia se lo estaba robando a Tommy. Lo cierto que el gemido fue largo, sostenido, y placentero. Y fue casi por reflejo que la bella tía Laura agarró la pija de Rafael con toda la mano, y le bajó el pantalón
-Rafa, seguí con el masaje… si podés
Y no dijo más nada, porque inmediatamente se metió toda la verga en la boca. El miembro de Rafael estaba excitado pero no estaba del todo dura, un poco por el miedo a la situación, la confusión, su tía, su amigo, su madre, su profe… pero cuando sintió la lengua de su tía, y los labios rodeando toda la cabeza de su pija, cerró los ojos, y se dejó llevar. El masaje quedó inconcluso. Sus manos apoyadas en los brazos de Laura, y su pija cogiéndose la boca de su tía.
-Veo que la cosa se encamina bastante bien, yo voy a seguir con lo mío-, dijo Agustín, muy divertido, y se sentó en exactamente frente al culo de Laura, mientras seguía con los aceites por la cintura, y por las nalgas de la señora, que empezó a suspirar cuando sintió que la punta de la yema de los dedos del profesor, le rozaban el clítoris. Sólo un movimiento fue suficiente para que nadie se detenga. Subió la cola un poco más, para que todo fuera más cómodo. Agustín le quitó la biquini y hundió su boca entre las piernas de Laura, que empezó a gemir
-Tía
-No me digas tía, pelotudo… agghh …cómo me está haciendo gozar con la lengua el hijo de puta de tu profesor!
-Si me la seguis chupando así te voy a acabar en la boca
Un fuego cruzó en la mirada de la buena tía Laura, y dejó de chuparle “así”, para empezar a succionarle con más fuerzas, pero ahora tomando al joven con las dos manos de la nalga, hundiéndose la pija en la garganta. Rafael empezaba a sentir que no podía detener el orgasmo, y acabó en la boca de su deseada tía
-Pendejo de mierda… me hiciste tragar tu leche… pero, qué rica que está papito… y qué bien que está esa lengua… ¿A ver profe, qué más sabe hacer?
-Date vuelta y te muestro
De repente, Laura se puso en modo obediente y se dio vuelta. Las piernas colgaban de la mesa, y el profe, aún vestido pero con los pantalones bajos, que le ensartó la pija hasta el fondo
-Rafa… aunque le hayas enlechado la boquita a tu tía… no dejes de atenderle las tetas, pobre, que sigue dolorida… ¿no ves como se queja?
El orgasmo de Laura estaba al llegar. Rafael le acariciaba los pezones duros, y el profesor resbalaba dentro suyo, un poco por obra del aceite, pero más que nada por los jugos de la excitación. Gemía, y sentía cómo el vientre se le endurecía sin que ella hiciera nada para eso. La pija del profesor estaba entrando y saliendo desde el lugar que ella necesitaba, y sus manos la agarraban fuerte de la cintura, y las manos de Rafael en sus tetas, era demasiado. Cuando vio que la pija de Rafael estaba otra vez erecta, no pudo más y acabó
-Ahhhh! Si, sí, sí, no paren, no paren… ¡por Dios! No termina nuuuunca… ahhhhh!
Un riquísimo orgasmo le atravesó el cuerpo, y la dejó exhausta. Caliente, pero sin aliento. Una paz recorrió su cuerpo, por unos instantes. Hasta que todo volvió a la normalidad. La respiración y la razón. Y de ese modo, tomar revista de lo que estaba sucediendo por fuera del triángulo amoroso.
Silvia y Tommy estaban allí, sentados, apenas a unos metros de distancia. Mirándolo todo. Ella sentada dándole la espalda a Tommy. Ambos desnudos. Quietos. Ella penetrada. Ambos excitados por la escena de Laura comiéndose al nene, y el pedazo del profesor por detrás.
Nadie se avergonzó. Menos cuando Silvia empezó a pasar revista, usando un tono exagerado, teatral, irónico.
-Hijo, qué has hecho ¡Has acabado en la boca de tu tía! Tu amigo, en cambio ya me dio dos lechazos. Y yo a él uno, pero estaba a punto justo cuando ustedes dieron por terminado el show. Y tú hermana pérfida, ¿Qué has hecho? ¡Has acabado como una perra, dejando a este pobre hombre sin su descarga! Algo tengo que hacer con él, dado que los dos hemos quedado a medio camino.
El profesor estaba sentado en la silla, aún agitado y con la pija enhiesta, y Silvia se acercó hasta él y se sentó encima suyo. No lo dejó pensar, ni respirar. Lo hizo de frente esta vez, y le besó la boca, apoyándole las tetas en su pecho, dejándose caer sobre el miembro de Agustín que la recibió gustoso.
-Esto es lo que quería darte por ayudar al nene, una cabalgada que te haga perder la razón
-Me tenés al borde, y no quiero acabar… ahhh me aprieta tu conchita… hija de puta, que bien cogés!
Esas palabras no sólo provocaron que Silvia pusiera más esmero y se dejara llevar por el ritmo de su entrar y salir, por el roce de su clitoris en la pelvis de Agustín. También provocaron que Laura volviera a entusiasmarse mirando, y empezara a pajear a los dos jóvenes, que jóvenes al fin, respondieron con sus pijas firmes
-Tía, subite arriba de Tommy, cogételo igual que mamá
-Si, pendejo, sí…
-Quiero ver cómo movés el culo
-Pendejo puto. Es lo único que queres, ver el culo de tu tía cogiéndose a tu amigo
No era eso lo que quería Rafael. No era sólo eso. Sus invitados estaban muy entretenidos, cabalgados por dos perras en celo. Su madre y su tía. Pero las relaciones filiales habían dejado de existir hacía rato. Las dos hembras descubrieron al nene de la familia masturbándose, sacando fotos, volcando leche sobre el culo de la tía.
Sin dudas, una tarde inolvidable.
-Yo me ocupo de llamar a la tía. Vos decile al que quieras
-Quiero que vengan Agustín y Tommy, nada más
-Pero te recibiste, nene. Eso hay que festejarlo
-Está bien, má. Pero un asado tranquilo con el profe y con mi amigo está bien. Además Agus tiene auto. Nosotros llevamos a la tía.
-Si vos lo queres así, está bien, pero yo voy con la tía más temprano para dejar todo acomodado ¿Asado?
-Si, má. Yo me ocupo con Tommy de eso.
Lo que Rafa no le dijo a Silvia, su madre, es que Tommy no paraba de insinuarle que quería tener algo con ella. Tampoco él le había dicho a su amigo que había visto cómo su madre lo miraba. Ya no eran los niños de otrora. Habían crecido. Rafa se había recibido de abogado y su madre quería agasajarlo. Y él a su madre. Más precisamente con su amigo, un médico joven. Todavía no sabía cómo. Tampoco sabía como iba a reaccionar su tía Laura cuando conociera a su profesor. Rafael lo admiraba, y a decir verdad, también admiraba a Laura. En realidad, hacía años que admiraba el culo de su tía.
El día se presentaba ideal. Una mañana primaveral, con pronóstico de pileta por la tarde. Pero si no daba para un chapuzón, sin dudas daría para asolearse lindo. El profesor, que no conocía ni a la madre ni a la tía de su alumno preferido, había comprado unos vinos muy ricos que amenizarían la velada.
Al llegar, todos intentaron disimular el asombro de la primera impresión.
Las señoras, que galopaban ya la quinta década de vida, estaban escandalosas: Silvia, estrenando pechos operados, tenía puesto unas bikinis apenas disimuladas por un pareo, y su corpiño estallaba intentando cubrir sus pechos siliconados. Laura, por el contrario, tenía puesta una remera blanca holgada, pero se adivinaba que debajo, sólo tenía la bikini, y un culo de antología, de esos, que conocen el gimnasio.
-¡Ahora entiendo de donde sale tan pintón mi mejor alumno! ¡Herencia de la tía y de la madre! -dijo Agustín, intentando romper el hielo.
-Me hablaron tanto de usted, Agustín. Quería agradecerle todo lo que hizo para ayudar a Rafita
-No me tratés de usted, Silvia. Después de todo, debo tener cuatro o cinco años más que vos, nada más.
-Ah, sí? Y cuantos años tenés?- terció Laura, que desde que llegaron los invitados, no dejaba de mirarlos con esa mirada más parecido a un scanner que a otra cosa.
-Tengo 46 muy mal llevados, como está a la vista.
-¿Lo decís en serio? ¿O te estás haciendo el galancete maduro? Yo tengo 51 y ella 53- dijo Laura
-Primero me tratan de usted, y después me toman el pelo. Ustedes no tienen esa edad, o tienen la fórmula secreta…
Las primeras chanzas fueron festejadas con risas nerviosas. El profe llegó a la quinta de Brandsen con sus vinos, su buen humor, y pisando fuerte. Las hermanas se cruzaban las miradas, furtivas, cómplices. Rafael, que las conocía bien, sabía que estaban tramando algo. Y sus sospechas empezaron a verse confirmadas, cuando su madre, con la excusa de servir “un poco más de ensalada”, le apoyó sin disimulos a Tommy las tetas en su espalda. El joven médico no se amilanó. Estaba acostumbrado a tratar con enfermeras maduras. La miró a los ojos y le dijo “servime un poquito más”, recibiendo una carcajada de las dos señoras.
La charla siguió amena, cargada de dobles sentidos, de planes futuros, y de loas al asador, al clima, y a la belleza de las mujeres coquetas, cuando Tommy dijo que iba a la cocina a buscar otra botella de vino, y Silvia fue detrás de él.
-Voy a buscar el postre
-Demorate todo lo que necesites- dije Laura, en un tono que no dejaba lugar a dudas de qué clase de postre iba a degustar la madre del joven letrado, e inmediatamente que los tres comensales quedaron solos, Laura acusó una molestia en el cuello.
-No me puedo sacar esta contractura del cuello
-Si me dejas, yo te hago un masaje, dijo Agustin
-¿También sos profesor de eso?
-No, pero me defiendo- dijo, y sin perder tiempo se puso detrás de Laura, y apoyó sus manos en los hombros de la tía de su mejor alumno.
-Ay qué manos, Agus…
-Relajate que tenés muchos nudos
-Hacé lo que tengas que hacer
-Lo mejor entonces, es que te saques la remera, te apoyes en la mesa, y te olvides de todo. Rafa, por favor querido, alcanzame el aceite de oliva que quedó al lado de la parrilla
Rafael sintió algo en su entrepierna, y no respondió con palabras. Saltó como un resorte de su silla e inmediatamente trajo la botella de aceite. Laura notó la excitación de Rafael, y lanzó un suspiro
-¿Qué pasó?
-¿Viste que lindo que es ese pendejo?
-Creí que eran mis manos
-También, bombón, también. Y el vino un poco también. Esto termina mal
-O termina muy bien
-Amén, profe, amén
-Acá está el aceite, Agustín… ¿Qué hago?
-Vos desprendele el sujetador a tu tía, que yo voy a untarla un poco, para que el masaje pueda surtir efecto
Rafa no entendía nada, pero obedeció. Su tía despatarrada sobre la mesa, no decía nada, y en estos asuntos el que calla otorga. Mientras las primeras gotas de aceite caían sobre su espalda desnuda, recibió la segunda orden
-Ahora anda del otro lado de la mesa, y hacele un masaje a tu tía en los brazos hasta los hombros, pobre… ¿No ves que está dolorida?
Laura no podía creer lo que estaba sucediendo, lo que estaba por suceder, y lo que de ningún modo iba a evitar que sucediera. Cuatro manos recorriéndola, y enfrente suyo, el paquete de su sobrino que deseaba desde hacía ya bastante tiempo. Y las manos del profesor recorriéndola desde los hombros hasta la cintura, y todo su culo a la vista.
Como en toda carrera, hay una campana de largada, y vino desde el interior de la casa. Se escuchó claramente un gemido. No había dudas de que Tommy le estaba robando un orgasmo a Silvia. O quizás Silvia se lo estaba robando a Tommy. Lo cierto que el gemido fue largo, sostenido, y placentero. Y fue casi por reflejo que la bella tía Laura agarró la pija de Rafael con toda la mano, y le bajó el pantalón
-Rafa, seguí con el masaje… si podés
Y no dijo más nada, porque inmediatamente se metió toda la verga en la boca. El miembro de Rafael estaba excitado pero no estaba del todo dura, un poco por el miedo a la situación, la confusión, su tía, su amigo, su madre, su profe… pero cuando sintió la lengua de su tía, y los labios rodeando toda la cabeza de su pija, cerró los ojos, y se dejó llevar. El masaje quedó inconcluso. Sus manos apoyadas en los brazos de Laura, y su pija cogiéndose la boca de su tía.
-Veo que la cosa se encamina bastante bien, yo voy a seguir con lo mío-, dijo Agustín, muy divertido, y se sentó en exactamente frente al culo de Laura, mientras seguía con los aceites por la cintura, y por las nalgas de la señora, que empezó a suspirar cuando sintió que la punta de la yema de los dedos del profesor, le rozaban el clítoris. Sólo un movimiento fue suficiente para que nadie se detenga. Subió la cola un poco más, para que todo fuera más cómodo. Agustín le quitó la biquini y hundió su boca entre las piernas de Laura, que empezó a gemir
-Tía
-No me digas tía, pelotudo… agghh …cómo me está haciendo gozar con la lengua el hijo de puta de tu profesor!
-Si me la seguis chupando así te voy a acabar en la boca
Un fuego cruzó en la mirada de la buena tía Laura, y dejó de chuparle “así”, para empezar a succionarle con más fuerzas, pero ahora tomando al joven con las dos manos de la nalga, hundiéndose la pija en la garganta. Rafael empezaba a sentir que no podía detener el orgasmo, y acabó en la boca de su deseada tía
-Pendejo de mierda… me hiciste tragar tu leche… pero, qué rica que está papito… y qué bien que está esa lengua… ¿A ver profe, qué más sabe hacer?
-Date vuelta y te muestro
De repente, Laura se puso en modo obediente y se dio vuelta. Las piernas colgaban de la mesa, y el profe, aún vestido pero con los pantalones bajos, que le ensartó la pija hasta el fondo
-Rafa… aunque le hayas enlechado la boquita a tu tía… no dejes de atenderle las tetas, pobre, que sigue dolorida… ¿no ves como se queja?
El orgasmo de Laura estaba al llegar. Rafael le acariciaba los pezones duros, y el profesor resbalaba dentro suyo, un poco por obra del aceite, pero más que nada por los jugos de la excitación. Gemía, y sentía cómo el vientre se le endurecía sin que ella hiciera nada para eso. La pija del profesor estaba entrando y saliendo desde el lugar que ella necesitaba, y sus manos la agarraban fuerte de la cintura, y las manos de Rafael en sus tetas, era demasiado. Cuando vio que la pija de Rafael estaba otra vez erecta, no pudo más y acabó
-Ahhhh! Si, sí, sí, no paren, no paren… ¡por Dios! No termina nuuuunca… ahhhhh!
Un riquísimo orgasmo le atravesó el cuerpo, y la dejó exhausta. Caliente, pero sin aliento. Una paz recorrió su cuerpo, por unos instantes. Hasta que todo volvió a la normalidad. La respiración y la razón. Y de ese modo, tomar revista de lo que estaba sucediendo por fuera del triángulo amoroso.
Silvia y Tommy estaban allí, sentados, apenas a unos metros de distancia. Mirándolo todo. Ella sentada dándole la espalda a Tommy. Ambos desnudos. Quietos. Ella penetrada. Ambos excitados por la escena de Laura comiéndose al nene, y el pedazo del profesor por detrás.
Nadie se avergonzó. Menos cuando Silvia empezó a pasar revista, usando un tono exagerado, teatral, irónico.
-Hijo, qué has hecho ¡Has acabado en la boca de tu tía! Tu amigo, en cambio ya me dio dos lechazos. Y yo a él uno, pero estaba a punto justo cuando ustedes dieron por terminado el show. Y tú hermana pérfida, ¿Qué has hecho? ¡Has acabado como una perra, dejando a este pobre hombre sin su descarga! Algo tengo que hacer con él, dado que los dos hemos quedado a medio camino.
El profesor estaba sentado en la silla, aún agitado y con la pija enhiesta, y Silvia se acercó hasta él y se sentó encima suyo. No lo dejó pensar, ni respirar. Lo hizo de frente esta vez, y le besó la boca, apoyándole las tetas en su pecho, dejándose caer sobre el miembro de Agustín que la recibió gustoso.
-Esto es lo que quería darte por ayudar al nene, una cabalgada que te haga perder la razón
-Me tenés al borde, y no quiero acabar… ahhh me aprieta tu conchita… hija de puta, que bien cogés!
Esas palabras no sólo provocaron que Silvia pusiera más esmero y se dejara llevar por el ritmo de su entrar y salir, por el roce de su clitoris en la pelvis de Agustín. También provocaron que Laura volviera a entusiasmarse mirando, y empezara a pajear a los dos jóvenes, que jóvenes al fin, respondieron con sus pijas firmes
-Tía, subite arriba de Tommy, cogételo igual que mamá
-Si, pendejo, sí…
-Quiero ver cómo movés el culo
-Pendejo puto. Es lo único que queres, ver el culo de tu tía cogiéndose a tu amigo
No era eso lo que quería Rafael. No era sólo eso. Sus invitados estaban muy entretenidos, cabalgados por dos perras en celo. Su madre y su tía. Pero las relaciones filiales habían dejado de existir hacía rato. Las dos hembras descubrieron al nene de la familia masturbándose, sacando fotos, volcando leche sobre el culo de la tía.
Sin dudas, una tarde inolvidable.
7 comentarios - Sexo inolvidable en el campo de Brandsen
Usted es un adicto al sexo.
¿Me escribiría un relato especialmente para mí?
cuando quiera...
ustedes son muy lectores, así que es todo un halago para mí!
ella es grande, deje que se cuide sola!