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Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
(los nombres, oficios, y demás posibles datos de carácter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)
“No sé si me convence el apaño que habéis hecho”.
Estábamos desayunando. Enrique ya sabía que teníamos intención de ser como una verdadera pareja entre los tres.
“Si te preocupa no poder hacerlo conmigo, hemos decidido tener ese aspecto de la relación abierta”, bromeó Rocío.
“Eso es precisamente lo que me preocupa. Estáis pervirtiendo a mi hermanita”.
“No te pareció mal que lo quisiera hacer con el primo”, le recordó Yoli. “Además, hemos decidido mantener la promesa de no hacer nada delante de ti”.
“Entonces ¿te importaría quitar la mano del paquete del primo?”
Yoli, algo cortada, apartó la mano de mi entrepierna.
“Deberíamos ir a comprar”, dije.
Para mi horror fue Enrique quien insistió en acompañarme. Yo estaba seguro de que pretendía echarme alguna charla, como buen hermano mayor que era.
“¿Sabes que si le haces daño a Yolanda te estrangularé con mis propias manos?” me dijo con la tranquilidad típica de quien te cuenta algo banal.
“Lo sé. Pero no voy a hacerle ningún daño. Ella quiere esto”.
“Ya ha sufrido antes por tu culpa. Y mi paciencia tiene un límite”
“Mira, ya se que nos ha costado mucho llegar a esto”, dije mientras íbamos echando cosas al carro de la compra. “Pero te aseguro que…”
Me detuve. En el mismo pasillo que nosotros estaban Alicia y Tania. Miraron hacia nosotros, y el ambiente se tensó. Intenté decir algo, pero la rubia se dio la vuelta con aire indignado y se fue. Recuerdo haber visto el odio en su mirada. Tania se encogió ligeramente de hombros antes de seguir a su amiga.
“Te aseguro yo a ti”, continuó Enrique, “que eres un jodido rompecorazones. Así que te lo vuelvo a advertir. Cuidado con Yoli. Y con Rocío, que al fin y al cabo es mi prima”.
“Seré bueno”, dije con tono cansino.
“Pobre chica. No debería habertr encontrado haciéndolo con Yolanda”, continuó Enrique. Qué manía con echarme la culpa de cosas.
“Ya. Tampoco debería haber entrado, de no ser porque alguien se lo dijo”.
Él ignoró mi contraataque y continuamos comprando. Yo le di vueltas a la cabeza a una cosa. Estábamos a pocos días de volver a casa. Las vacaciones se iban consumiendo. Y antes de volver quería hablar con Alicia y dejar las cosas atadas antes del regreso.
“Espero que no deis el numerito cuando venga Irene”, nos dijo mi primo ya de vuelta en casa.
“Irene sabe perfectamente lo que pasa aquí y le da igual”, atajó Rocío. “Con estar contigo le basta”.
“¿¡Qué!? ¿¡Cómo que lo sabe!?”
“Eso mismo. El día que nos pillaron, mientras buscábamos al primo, nos vio tan mal que quiso hablar del tema y… se lo confesamos” dijo Yolanda.
“¿Y le pareció bien?”, pregunté sorprendido.
“Sí. Aunque no lo parezca, hay mucha gente que acepta que pasen estas cosas”.
Le di la razón mentalmente. Me acordé de Tania, quien había descubierto uno de mis polvos furtivos con mis primas y lejos de horrorizarse le apeteció probar qué tal era yo en la cama.
“Yo cada día os entiendo menos”, dijo Enrique y el tema de conversación cambió a si teníamos la intención de comprar o no algún recuerdo del viaje para nuestros padres.
Rocío me debió notar pensativo, ya que me llevó aparte. Salimos al jardín.
“¿Qué es lo que te pasa? Creo que es la primera vez que te veo así desde que nos animamos a salir del armario”.
Le conté el encontronazo con Alicia y Tania en el supermercado.
“Tienes que hablar con Alicia. Dile lo que ocurre”.
“Eso es lo peor, ¿sabes? No sé por qué creo que debo hablar con ela. Es decir, no es mi novia, no le debo ninguna explicación…”
“Sería tu novia si Yoli y yo no nos hubiésemos adelantado. Y lo sabes.”
“¿Y eso no te molesta?”
“Me molestaba antes. Pero ahora eres nuestro, eso me vale.”
“¿Y si se lanzara a mis brazos desesperada?”, ironicé.
“Pues asegúrate de ponerte gomita. No me gustaría que la embarazases”.
“¡Ya veo lo que te preocupa!”
“¡Pero si ya te la has follado! No soy celosa físicamente. Otra cosa es que se te ocurriera plantearte tener algo con ella. Eso sí que me haría daño”
“Bueno, gracias por tu bendición, supongo”
Decidí respetar la hora de la siesta y pasarme por su casa sobre las cinco de la tarde. Yoli parecía estar de acuerdo en que hablase con Alicia, así que me encaminé hacia alli. El desplazamiento se me hizo realmente corto.
Subí hasta el piso y llamé con los nudillos. La puerta se abrió y atiné a ver una cabeza rubia antes de que la puerta estuviera a ounto de cerrarse de nuevo. No sé cómo logré poner un pie justo en el marco para evitar que me cerrase.
“Alicia…”
“Vete de aquí. ¡Vete! ¡VETE!”
“Quiero que hablemos…”
“¡Enfermo! ¡Vete de aquí o llamo a la policía!”
Me aparté por instinto. Pero la puerta se abrió. Tania había hecho retroceder a Alicia y me permitía entrar.
“Adelante”, me ofreció.
“Gracias”
“Si vas a gritarle, por lo menos que no se enteren los vecinos”, dijo con calma.
“¿Que no se enteren de qué? ¡¿De que es un cerdo?! ¡Como si me importase mucho que se enteren!”, clamó Alicia.
“Alicia, sobre lo que viste…”
“Sé perfectamente lo que vi. A un degenerado montándoselo con su prima. Maldito cerdo…”
“Es más complejo que eso…”
“Oh, claro, se me olvidaba. ¡También te follaste a Ainhoa! ¿Tú que te has creído, chaval? ¡No voy a ser una putita de tu harén!”
“Tal vez deberías…” Tania fue a proponer algo, pero fue interrumpida.
“Tal ves deberías callarte. ¿Sabes qué? Que no voy a echarte. Me voy. Avísame cuando la mierda se haya ido”
Y se fue dando un portazo que podría haber reventado la puerta. Se hizo un silencio incómodo en el salón. Miré a Tania, quien se encogió de hombros finalmente. Se sentó en el sofá y me indicó que hiciera lo mismo.
“Ainhoa le envió una foto cuando os acostasteis. Y claro, después de haberte visto con Yolanda esa misma tarde…”
“Joder con Ainhoa. Eso de los móviles con cámara puede ser un peligro, espero que no se hagan populares”
Sí, a día de hoy me sigo riendo con mi predicción. Claro que en aquel entonces esas cámaras eran una mierda.
“Creo que lo hizo para joderla, y bueno. Demostrarle de paso que yo tenía razón”.
“¿Razón? ¿Tú? ¿En qué?”
“En que ella no te gusta. Es decir, que no la ves como una posible pareja. Se lo dije, no porque me caigas mal, sino por evitar que se hiciera daño. Y no veas lo que lloró con la foto. Ella sí que quería salir contigo”.
Joder. Evitar hacer daño a mis primas había terminado con um daño colateral. Desde luego en el amor siempre hay heridos.
“Por supuesto no me atreví a confesar lo que habíamos hecho tú y yo”.
“Hiciste bien. Ya odia a mis primas y a Ainhoa. Para qué enfadarse también contigo”.
“Pero yo quiero saber algo. ¿Qué ha pasado con ellas y contigo después de eso?”
Le conté lo que habíamos decidido hacer. Me miró todo el rato con ojos brillantes mientras se lo relataba.
“¿Y eso significa que… todavía puedes tener sexo indiscriminado?”
“Errrr… sí. Bueno, me dijeron que si tenía esa deuda pendiente…”
“Pues que sepas que tienes dos”
Se quitó la camiseta y me miró con ojos expectantes.
“Esta vez voy a esperar a que reacciones”, me dijo.
“¿Crees que este es momento para…?”
Debía creerlo, pues se quitó también el short. Intenté retroceder, pero se tumbó sobre mi.
“Quiero sexo”, me susurró.
“¿Ahora?”
“No, luego, es que tengo calor”, ironizó. “Me voy a sentir dolida si te acuestas con todas y pasas de mi”
La sujeté con fuerza y giré, quedando sobre ella en el sofá. Empecé a chupetear su cuello mientras buscaba el cierre del sujetador. Noté cierta ayuda por su parte para quitárselo.
“¿Te gustan mis pechos?”, preguntó mientras se los lamia.
“Mucho”, contesté con la boca llena de teta.
“Usalos entonces. Usalos tanto como quieras”
Le tomé la palabra. Me quité el pantalón y la ropa interior, subí sobre ella a horcajadas, poniendo mi polla entre sus tetas, y las utilicé para masturbarme. Si aquello daba morbo, verla sacar la lengua para lamerme el glande me ponía a mil. Ella cambió mis manos por laa suyas, aquello era un titfucking en toda regla.
“¿Y sigue haciéndolo con tus primas?”, me preguntó. “¿Haces con ellas estas cosas tan sucias?”
“Sí”, reconocí sin pudor alguno.
“¿Y seguro que no se van a enfadar por hacerlo conmigo?”
“No”
“En ese caso, permíteme”
Liberó mi pene de sus pechos y se movió de tal forma que empecé a follarle la boca. Lo excitante se volvía jodidamente placentero pues movia la lengua con cada acometida que le daba entre los labios. Sujeté sus mejillas, con cuidado pero dominante y ella se limitó a dejarse hacer, hasta que le dije que me iba a correr, y deceleré el ritmo para permitirle hablar.
Aún así me permitió corrida libre, y terminé expulsanso mi primera carga directamente en su garganta. El segundo disparo fue a su boca, y estoy seguro de que lo mantuvo ahí unos segundos antes de tragárselo mientras manchaba sus labios y sus mejillas con el resto de mi corrida.
“Eres un chico malo”, me dijo bromeando. “¿Te parece bonito dejarle así la cara a una chica?”
“¿Quieres que te ayude a limpiarte?”
“Preferiría que me devolvieras el favorcito…”
No tenía ningún problema en comerle el coño, aunque lo que no me esperaba era que se subiera sobre mi, con las piernas abiertas exponiendo su chocho para que se lo chupara. Empecé despacio, pero sentir sus manos en mi cabeza me demostró que no quería eso, así que pasé a comérselo con ahínco. Tenía un gusto salado que me encantaba.
“Joder… no me extraña que todas repitan contigo”, dijo, mientras yo continuaba devorando su chocho. “Un poco más a… sí, justo ahí”, concedió cuando acerté con su clítoris.
Tarde unos minutos en hacer que se corriera, pero poco me importaba. Estaba desatado. A punto estuvo de caerse Tania sobre mi por el placer al que la había sometido, pero se sujetó al sofá.Me incorporé, y terminé justo detrás de ella. Tenía el culo ofrecido. Qué tentador. Puse mi pene a la altura de su culo, y la sujeté por las caderas.
“¿Puedo?”
“Claro. Deja que mi coño se recupere mientras tanto”, dijo entre jadeos.
Dilaté suavemente su culo, pero tenía demasiadas ganas. Probé a metérsela un poco, y me dijo que tuviera un poco más de cuidado. Intenté contenerme, pero me apetecía mucho su culo. Se la metí con un poco más de cuidado. Me agarré a sus caderas y seguí dilatándola al tiempo que mi pene se introducía cada vez más y más dentro de ella.
“Sigue… Alicia puede volver en cualquier momento, recuerda”
Era cierto, pero ya me daba igual si aparecía o no. Había intentado explicarme, había pasado de mi, y en cambio Tania me había recibido con las piernas abiertas. Así era mucho más sencillo. Y su culo era delicioso. La embestí con todas mis ganas, y empezó a gimotear.
“¿Te gusta?”
“Me encanta… sigue, sí… así, sí, me gusta… sí…”
Gemía como si fuera una actriz porno mientras la enculaba. Aunque quería retrasar mi eyaculación todo lo posible ella no me lo ponía fácil. Logré correrme y cuando se la saqué vi un hilillo de semen resbalando por su anito. Se dio la vuelta, y pegó su chocho a mi rabo.
“Eres fantástico”
“Pero ¿tanto te gusta el sexo anal?”, pregunté sorprendido.
“Muchísimo… es más, he tenido un orgasmo”, me reconoció para mi sorpresa. “Obviamente no me gusta con todos, pero tú le pones empeño. Aunque me podrías haber dilatado un poco más…”
“Lo siento…”
“No lo sientas, has compensado muy bien. Pero en serio… ¿cómo se te ocurrió tirarte a tus primas?”
“¡Fue cosa de ellas!”, me defendí. “Yo no me lo esperaba…”
“Pues yo se lo noté en cuanto os conocí. Por cómo te miraban. Qué poca intuición tenéis los hombres”
“Y qué complicadas sois las mujeres”, repliqué.
“Muchísimo. ¿Pero vamos a echar otro o no?”
Debo admitir que no entendía la mezcla de preguntas personales con la excitación sexual, pero poco me importaba. Quería sexo. Me masturbó con ganas. Era una experta. Una vez me había empalmado, me puso el condón, y empezó a cabalgar sobre mi. Sus tetas rebotaban arriba y abajo con el vaivén.
Aunque mi polla se resbalaba suavemente en su coño por el lubricante del condón (y supongo que ella misma estaría empapada) lo notaba algo estrecho, lo que mejoraba la sensación en mi rabo. Empezamos a movernos al mismo tiempo, de forma que mis acometidas eran más breves pero más intensas y raudas.
“Joder, Tania… me voy a correr…”
“Aguanta un poco… déjame disfrutarte un poco más…”
“No puedo”
“Lástima…”
Eyaculé una barbaridad. Creo que estuve a punto de romper el condón incluso. Tania se alejó de mi. Creo que estaba a punto de decir algo cuando se abrió la puerta.
“Tania, ¿se ha ido ya ese gilipollas? Porque…”
Lo siguiente que recuerdo es a Tania huyendo de Alicia, que parecía dispuesta a agarrarla de los pelos. Yo tuve que retener a la rubia, y el hecho de estar desnudo en ese momento pareció ayudar a que se soltara de mi para irse a su dormitorio.
“No vuelvas a tocarme… ¡Y tú estás muerta, traidora!”
Se cerró en su habitación dando un portazo, dejándonos con bastante mal cuerpo. Ofrecí a Tania venir conmigo a casa, y aceptó. Después de aquella amenaza, era obvio que no le apetecía quedarse a solas con Alicia.
“¿A esta chica se le ha ido la cabeza?”
Yolanda, Rocío, Tania y yo estábamos comiendo solos en casa. Mi primo Enrique e Irene se habían ido a comer fuera, luego al cine, y previsiblemente a follar en casa de ella esa noche, así que teníamos la casa tranquila para hablar de lo ocurrido sin sus continuos “os lo advertí, os lo advertí”.
“Pobre chica, Yoli. Se había hecho ilusiones”, dijo Rocío.
“Pero enfadarse más cuando ya lo sabe… y amenazar a Tania, pues mira, no me parece normal”.
Tania no se atrevía a opinar. Me terminó confesando luego en privado que le daba miedo alguna represalia por parte de mis primas por haberme follado. Pero ellas parecían unidas contra la locura de aquella chica.
“Pues yo aún me siento culpable. Fui a intentar arreglarlo…”
“... y ella se cerró y no quiso. Primo, no lo pienses más. No te merece la pena”, dijo Yoli.
Terminamos de comer. Rocío, excepcionalmente, decidió irse a leer un libro. Y Tania nos pidió permiso para echarse una siesta en la cama de Enrique, de forma que nos dejó solos a Yoli y a mi. Salimos al jardín y nos metimos en la piscina. Nadamos un poco en silencio, y de pronto, estuve a punto de hundirme cuando se aferró a mi.
“Cuidado…”, le dije.
“Perdón. Es que quería disculparme. Antes he estado un poco cerrada en banda con lo de Alicia”
“Sí, me ha sorprendido bastante…”
“Ya. Joder, es que ella no es tu novia. No tiene ningún derecho a ponerse así contigo. En todo caso me debería enfadar yo”.
“Oh… ¿y estás enfadada?”, dudé.
“No. Bueno, un poco, pero es con su actitud. Tú eres mío. Y de Rocío. Punto”.
“Yoli…”
“Debería dar las gracias de que te dejáramos hacerlo con ella”.
“Prima. Para. Por favor”
Nos detuvimos de pie en el agua y le di un abrazo. Sentí que poco a poco su respiración se relajaba. Y menos mal, pues yo era consciente de que se había alterado mucho con la conversación. Cuando se calmó toqué sus mejillas con las manos e hice que me mirase.
“Tienes toda la razón, Yoli. Pero por eso mismo. Quería dejar las cosas en calma con ella porque no somos nada. Nosotros tres sí, ¿vale? Y eso no va a cambiar”
“... Vale”, dijo después de una pausa. “Y me da igual si Tania se queda a dormir. Tú eres nuestro esta noche”, me dijo en ese tono de niña pequeña que tanto me gustaba.
“No sólo esta noche”, le aseguré.
Tiré hacia abajo de las braguitas de su bañador, luego la sujeté por la cadera y la senté en el borde de la piscina. Separé sus piernas con cariño, y se reclinó mientras empezaba a chupar su chochito. Me encantaba el sabor que tenía. Pasé mis manos por debajo de sus muslos, teniendo así más accesible su vagina.
“¿Se te va pasando el enfado?”, pregunté en una pequeña pausa, y proseguí devorando su sexo.
“Un poco… ¿puedo pen-pensármelo… hasta que termine?”, suspiró.
“¿Cuantas veces?”, dije con malicia, y fui algo más pasional en el uso de mi lengua. La verdad, mi propio rabo se había quedado tieso, pero en ese momento me importaba el placer de Yoli, no el mío.
Y se me ocurrió probar algo. Lo tenía accesible. Dejé que mi lengua resbalase un poco más de la cuenta hacia abajo. Como si no me diera cuenta, volví a hacerlo. Alcancé finalmente su ano con mi lengua, y le dio un escalofrío.
“¡Joder!”
No podía negar lo higiénica que era mi prima, ya que no me topé con un sabor malo cuando chupé su culo. Seguí lamiendo su coño, y de vez en cuando premiaba su culo con una pasada de mi lengua. De esta forma no me costó mucho conseguir que tuviera un rico orgasmo.
“Te amo, primo…”, dijo pegada a mi cuerpo, tumbados los dos en la hierba.
“Y yo a ti”
“Me encanta lo bien que me cuidas. La verdad, si te portaste así con Alicia… bueno, no me extraña que se haya encoñado de ti”
“No pensemos más en ella. Aquí estamos tú y yo”.
Recompensó mi frase con una estupenda mamada. Engullía mi polla con ganas, incluso se aseguraba de ir haciendo alguna garganta profunda a cada minuto que pasaba. Y de aquella forma liberé mi semen dentro de su boca.
El resto de la tarde pasó apaciblemente. El problema fue a la hora de irnos a dormir. Algo nos indicaba que a Tania le apetecía algo más de sexo. Mis primas, demasiado educadas para decir que no, pensaban en alguna evasiva, cuando de pronto llamaron al timbre.
Pensé que sería Enrique, pero no. Era Alicia, en estado claro de embriaguez.
I'm back! Siento la demora, pero se me estropeó el hdd y no pude recuperar el original de este capítulo, me ha tocado reescribirlo entero. Tendré que hacer algun backup para evitar estos problemas. Quedan ¡2! episodios para el final de esta historia. Y entretanto, si os apetece leer más...
Sara, novia trans (continuando)
Autoexperimentando, Fantasía: cambio de rol con mi novia, Recibí ayuda de mi amiga especial, Trío con pareja amiga, Masaje con final más que feliz, A las órdenes de mi amiga trans, Polvo con mi ex… y mi novia, Vestido para mi novia (trans), Adicto a la polla trans, Cuarteto bixsexual (o parecido), Fin de semana con amigos (I), Fin de semana con amigos (II), Ayudando a una amiga
La amiga de mi hija (continuando)
Se me declaró la amiga de mi hija, La elección de la amiga de mi hija, Trío prohibido, Reconciliación tabú
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(los nombres, oficios, y demás posibles datos de carácter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)
“No sé si me convence el apaño que habéis hecho”.
Estábamos desayunando. Enrique ya sabía que teníamos intención de ser como una verdadera pareja entre los tres.
“Si te preocupa no poder hacerlo conmigo, hemos decidido tener ese aspecto de la relación abierta”, bromeó Rocío.
“Eso es precisamente lo que me preocupa. Estáis pervirtiendo a mi hermanita”.
“No te pareció mal que lo quisiera hacer con el primo”, le recordó Yoli. “Además, hemos decidido mantener la promesa de no hacer nada delante de ti”.
“Entonces ¿te importaría quitar la mano del paquete del primo?”
Yoli, algo cortada, apartó la mano de mi entrepierna.
“Deberíamos ir a comprar”, dije.
Para mi horror fue Enrique quien insistió en acompañarme. Yo estaba seguro de que pretendía echarme alguna charla, como buen hermano mayor que era.
“¿Sabes que si le haces daño a Yolanda te estrangularé con mis propias manos?” me dijo con la tranquilidad típica de quien te cuenta algo banal.
“Lo sé. Pero no voy a hacerle ningún daño. Ella quiere esto”.
“Ya ha sufrido antes por tu culpa. Y mi paciencia tiene un límite”
“Mira, ya se que nos ha costado mucho llegar a esto”, dije mientras íbamos echando cosas al carro de la compra. “Pero te aseguro que…”
Me detuve. En el mismo pasillo que nosotros estaban Alicia y Tania. Miraron hacia nosotros, y el ambiente se tensó. Intenté decir algo, pero la rubia se dio la vuelta con aire indignado y se fue. Recuerdo haber visto el odio en su mirada. Tania se encogió ligeramente de hombros antes de seguir a su amiga.
“Te aseguro yo a ti”, continuó Enrique, “que eres un jodido rompecorazones. Así que te lo vuelvo a advertir. Cuidado con Yoli. Y con Rocío, que al fin y al cabo es mi prima”.
“Seré bueno”, dije con tono cansino.
“Pobre chica. No debería habertr encontrado haciéndolo con Yolanda”, continuó Enrique. Qué manía con echarme la culpa de cosas.
“Ya. Tampoco debería haber entrado, de no ser porque alguien se lo dijo”.
Él ignoró mi contraataque y continuamos comprando. Yo le di vueltas a la cabeza a una cosa. Estábamos a pocos días de volver a casa. Las vacaciones se iban consumiendo. Y antes de volver quería hablar con Alicia y dejar las cosas atadas antes del regreso.
“Espero que no deis el numerito cuando venga Irene”, nos dijo mi primo ya de vuelta en casa.
“Irene sabe perfectamente lo que pasa aquí y le da igual”, atajó Rocío. “Con estar contigo le basta”.
“¿¡Qué!? ¿¡Cómo que lo sabe!?”
“Eso mismo. El día que nos pillaron, mientras buscábamos al primo, nos vio tan mal que quiso hablar del tema y… se lo confesamos” dijo Yolanda.
“¿Y le pareció bien?”, pregunté sorprendido.
“Sí. Aunque no lo parezca, hay mucha gente que acepta que pasen estas cosas”.
Le di la razón mentalmente. Me acordé de Tania, quien había descubierto uno de mis polvos furtivos con mis primas y lejos de horrorizarse le apeteció probar qué tal era yo en la cama.
“Yo cada día os entiendo menos”, dijo Enrique y el tema de conversación cambió a si teníamos la intención de comprar o no algún recuerdo del viaje para nuestros padres.
Rocío me debió notar pensativo, ya que me llevó aparte. Salimos al jardín.
“¿Qué es lo que te pasa? Creo que es la primera vez que te veo así desde que nos animamos a salir del armario”.
Le conté el encontronazo con Alicia y Tania en el supermercado.
“Tienes que hablar con Alicia. Dile lo que ocurre”.
“Eso es lo peor, ¿sabes? No sé por qué creo que debo hablar con ela. Es decir, no es mi novia, no le debo ninguna explicación…”
“Sería tu novia si Yoli y yo no nos hubiésemos adelantado. Y lo sabes.”
“¿Y eso no te molesta?”
“Me molestaba antes. Pero ahora eres nuestro, eso me vale.”
“¿Y si se lanzara a mis brazos desesperada?”, ironicé.
“Pues asegúrate de ponerte gomita. No me gustaría que la embarazases”.
“¡Ya veo lo que te preocupa!”
“¡Pero si ya te la has follado! No soy celosa físicamente. Otra cosa es que se te ocurriera plantearte tener algo con ella. Eso sí que me haría daño”
“Bueno, gracias por tu bendición, supongo”
Decidí respetar la hora de la siesta y pasarme por su casa sobre las cinco de la tarde. Yoli parecía estar de acuerdo en que hablase con Alicia, así que me encaminé hacia alli. El desplazamiento se me hizo realmente corto.
Subí hasta el piso y llamé con los nudillos. La puerta se abrió y atiné a ver una cabeza rubia antes de que la puerta estuviera a ounto de cerrarse de nuevo. No sé cómo logré poner un pie justo en el marco para evitar que me cerrase.
“Alicia…”
“Vete de aquí. ¡Vete! ¡VETE!”
“Quiero que hablemos…”
“¡Enfermo! ¡Vete de aquí o llamo a la policía!”
Me aparté por instinto. Pero la puerta se abrió. Tania había hecho retroceder a Alicia y me permitía entrar.
“Adelante”, me ofreció.
“Gracias”
“Si vas a gritarle, por lo menos que no se enteren los vecinos”, dijo con calma.
“¿Que no se enteren de qué? ¡¿De que es un cerdo?! ¡Como si me importase mucho que se enteren!”, clamó Alicia.
“Alicia, sobre lo que viste…”
“Sé perfectamente lo que vi. A un degenerado montándoselo con su prima. Maldito cerdo…”
“Es más complejo que eso…”
“Oh, claro, se me olvidaba. ¡También te follaste a Ainhoa! ¿Tú que te has creído, chaval? ¡No voy a ser una putita de tu harén!”
“Tal vez deberías…” Tania fue a proponer algo, pero fue interrumpida.
“Tal ves deberías callarte. ¿Sabes qué? Que no voy a echarte. Me voy. Avísame cuando la mierda se haya ido”
Y se fue dando un portazo que podría haber reventado la puerta. Se hizo un silencio incómodo en el salón. Miré a Tania, quien se encogió de hombros finalmente. Se sentó en el sofá y me indicó que hiciera lo mismo.
“Ainhoa le envió una foto cuando os acostasteis. Y claro, después de haberte visto con Yolanda esa misma tarde…”
“Joder con Ainhoa. Eso de los móviles con cámara puede ser un peligro, espero que no se hagan populares”
Sí, a día de hoy me sigo riendo con mi predicción. Claro que en aquel entonces esas cámaras eran una mierda.
“Creo que lo hizo para joderla, y bueno. Demostrarle de paso que yo tenía razón”.
“¿Razón? ¿Tú? ¿En qué?”
“En que ella no te gusta. Es decir, que no la ves como una posible pareja. Se lo dije, no porque me caigas mal, sino por evitar que se hiciera daño. Y no veas lo que lloró con la foto. Ella sí que quería salir contigo”.
Joder. Evitar hacer daño a mis primas había terminado con um daño colateral. Desde luego en el amor siempre hay heridos.
“Por supuesto no me atreví a confesar lo que habíamos hecho tú y yo”.
“Hiciste bien. Ya odia a mis primas y a Ainhoa. Para qué enfadarse también contigo”.
“Pero yo quiero saber algo. ¿Qué ha pasado con ellas y contigo después de eso?”
Le conté lo que habíamos decidido hacer. Me miró todo el rato con ojos brillantes mientras se lo relataba.
“¿Y eso significa que… todavía puedes tener sexo indiscriminado?”
“Errrr… sí. Bueno, me dijeron que si tenía esa deuda pendiente…”
“Pues que sepas que tienes dos”
Se quitó la camiseta y me miró con ojos expectantes.
“Esta vez voy a esperar a que reacciones”, me dijo.
“¿Crees que este es momento para…?”
Debía creerlo, pues se quitó también el short. Intenté retroceder, pero se tumbó sobre mi.
“Quiero sexo”, me susurró.
“¿Ahora?”
“No, luego, es que tengo calor”, ironizó. “Me voy a sentir dolida si te acuestas con todas y pasas de mi”
La sujeté con fuerza y giré, quedando sobre ella en el sofá. Empecé a chupetear su cuello mientras buscaba el cierre del sujetador. Noté cierta ayuda por su parte para quitárselo.
“¿Te gustan mis pechos?”, preguntó mientras se los lamia.
“Mucho”, contesté con la boca llena de teta.
“Usalos entonces. Usalos tanto como quieras”
Le tomé la palabra. Me quité el pantalón y la ropa interior, subí sobre ella a horcajadas, poniendo mi polla entre sus tetas, y las utilicé para masturbarme. Si aquello daba morbo, verla sacar la lengua para lamerme el glande me ponía a mil. Ella cambió mis manos por laa suyas, aquello era un titfucking en toda regla.
“¿Y sigue haciéndolo con tus primas?”, me preguntó. “¿Haces con ellas estas cosas tan sucias?”
“Sí”, reconocí sin pudor alguno.
“¿Y seguro que no se van a enfadar por hacerlo conmigo?”
“No”
“En ese caso, permíteme”
Liberó mi pene de sus pechos y se movió de tal forma que empecé a follarle la boca. Lo excitante se volvía jodidamente placentero pues movia la lengua con cada acometida que le daba entre los labios. Sujeté sus mejillas, con cuidado pero dominante y ella se limitó a dejarse hacer, hasta que le dije que me iba a correr, y deceleré el ritmo para permitirle hablar.
Aún así me permitió corrida libre, y terminé expulsanso mi primera carga directamente en su garganta. El segundo disparo fue a su boca, y estoy seguro de que lo mantuvo ahí unos segundos antes de tragárselo mientras manchaba sus labios y sus mejillas con el resto de mi corrida.
“Eres un chico malo”, me dijo bromeando. “¿Te parece bonito dejarle así la cara a una chica?”
“¿Quieres que te ayude a limpiarte?”
“Preferiría que me devolvieras el favorcito…”
No tenía ningún problema en comerle el coño, aunque lo que no me esperaba era que se subiera sobre mi, con las piernas abiertas exponiendo su chocho para que se lo chupara. Empecé despacio, pero sentir sus manos en mi cabeza me demostró que no quería eso, así que pasé a comérselo con ahínco. Tenía un gusto salado que me encantaba.
“Joder… no me extraña que todas repitan contigo”, dijo, mientras yo continuaba devorando su chocho. “Un poco más a… sí, justo ahí”, concedió cuando acerté con su clítoris.
Tarde unos minutos en hacer que se corriera, pero poco me importaba. Estaba desatado. A punto estuvo de caerse Tania sobre mi por el placer al que la había sometido, pero se sujetó al sofá.Me incorporé, y terminé justo detrás de ella. Tenía el culo ofrecido. Qué tentador. Puse mi pene a la altura de su culo, y la sujeté por las caderas.
“¿Puedo?”
“Claro. Deja que mi coño se recupere mientras tanto”, dijo entre jadeos.
Dilaté suavemente su culo, pero tenía demasiadas ganas. Probé a metérsela un poco, y me dijo que tuviera un poco más de cuidado. Intenté contenerme, pero me apetecía mucho su culo. Se la metí con un poco más de cuidado. Me agarré a sus caderas y seguí dilatándola al tiempo que mi pene se introducía cada vez más y más dentro de ella.
“Sigue… Alicia puede volver en cualquier momento, recuerda”
Era cierto, pero ya me daba igual si aparecía o no. Había intentado explicarme, había pasado de mi, y en cambio Tania me había recibido con las piernas abiertas. Así era mucho más sencillo. Y su culo era delicioso. La embestí con todas mis ganas, y empezó a gimotear.
“¿Te gusta?”
“Me encanta… sigue, sí… así, sí, me gusta… sí…”
Gemía como si fuera una actriz porno mientras la enculaba. Aunque quería retrasar mi eyaculación todo lo posible ella no me lo ponía fácil. Logré correrme y cuando se la saqué vi un hilillo de semen resbalando por su anito. Se dio la vuelta, y pegó su chocho a mi rabo.
“Eres fantástico”
“Pero ¿tanto te gusta el sexo anal?”, pregunté sorprendido.
“Muchísimo… es más, he tenido un orgasmo”, me reconoció para mi sorpresa. “Obviamente no me gusta con todos, pero tú le pones empeño. Aunque me podrías haber dilatado un poco más…”
“Lo siento…”
“No lo sientas, has compensado muy bien. Pero en serio… ¿cómo se te ocurrió tirarte a tus primas?”
“¡Fue cosa de ellas!”, me defendí. “Yo no me lo esperaba…”
“Pues yo se lo noté en cuanto os conocí. Por cómo te miraban. Qué poca intuición tenéis los hombres”
“Y qué complicadas sois las mujeres”, repliqué.
“Muchísimo. ¿Pero vamos a echar otro o no?”
Debo admitir que no entendía la mezcla de preguntas personales con la excitación sexual, pero poco me importaba. Quería sexo. Me masturbó con ganas. Era una experta. Una vez me había empalmado, me puso el condón, y empezó a cabalgar sobre mi. Sus tetas rebotaban arriba y abajo con el vaivén.
Aunque mi polla se resbalaba suavemente en su coño por el lubricante del condón (y supongo que ella misma estaría empapada) lo notaba algo estrecho, lo que mejoraba la sensación en mi rabo. Empezamos a movernos al mismo tiempo, de forma que mis acometidas eran más breves pero más intensas y raudas.
“Joder, Tania… me voy a correr…”
“Aguanta un poco… déjame disfrutarte un poco más…”
“No puedo”
“Lástima…”
Eyaculé una barbaridad. Creo que estuve a punto de romper el condón incluso. Tania se alejó de mi. Creo que estaba a punto de decir algo cuando se abrió la puerta.
“Tania, ¿se ha ido ya ese gilipollas? Porque…”
Lo siguiente que recuerdo es a Tania huyendo de Alicia, que parecía dispuesta a agarrarla de los pelos. Yo tuve que retener a la rubia, y el hecho de estar desnudo en ese momento pareció ayudar a que se soltara de mi para irse a su dormitorio.
“No vuelvas a tocarme… ¡Y tú estás muerta, traidora!”
Se cerró en su habitación dando un portazo, dejándonos con bastante mal cuerpo. Ofrecí a Tania venir conmigo a casa, y aceptó. Después de aquella amenaza, era obvio que no le apetecía quedarse a solas con Alicia.
“¿A esta chica se le ha ido la cabeza?”
Yolanda, Rocío, Tania y yo estábamos comiendo solos en casa. Mi primo Enrique e Irene se habían ido a comer fuera, luego al cine, y previsiblemente a follar en casa de ella esa noche, así que teníamos la casa tranquila para hablar de lo ocurrido sin sus continuos “os lo advertí, os lo advertí”.
“Pobre chica, Yoli. Se había hecho ilusiones”, dijo Rocío.
“Pero enfadarse más cuando ya lo sabe… y amenazar a Tania, pues mira, no me parece normal”.
Tania no se atrevía a opinar. Me terminó confesando luego en privado que le daba miedo alguna represalia por parte de mis primas por haberme follado. Pero ellas parecían unidas contra la locura de aquella chica.
“Pues yo aún me siento culpable. Fui a intentar arreglarlo…”
“... y ella se cerró y no quiso. Primo, no lo pienses más. No te merece la pena”, dijo Yoli.
Terminamos de comer. Rocío, excepcionalmente, decidió irse a leer un libro. Y Tania nos pidió permiso para echarse una siesta en la cama de Enrique, de forma que nos dejó solos a Yoli y a mi. Salimos al jardín y nos metimos en la piscina. Nadamos un poco en silencio, y de pronto, estuve a punto de hundirme cuando se aferró a mi.
“Cuidado…”, le dije.
“Perdón. Es que quería disculparme. Antes he estado un poco cerrada en banda con lo de Alicia”
“Sí, me ha sorprendido bastante…”
“Ya. Joder, es que ella no es tu novia. No tiene ningún derecho a ponerse así contigo. En todo caso me debería enfadar yo”.
“Oh… ¿y estás enfadada?”, dudé.
“No. Bueno, un poco, pero es con su actitud. Tú eres mío. Y de Rocío. Punto”.
“Yoli…”
“Debería dar las gracias de que te dejáramos hacerlo con ella”.
“Prima. Para. Por favor”
Nos detuvimos de pie en el agua y le di un abrazo. Sentí que poco a poco su respiración se relajaba. Y menos mal, pues yo era consciente de que se había alterado mucho con la conversación. Cuando se calmó toqué sus mejillas con las manos e hice que me mirase.
“Tienes toda la razón, Yoli. Pero por eso mismo. Quería dejar las cosas en calma con ella porque no somos nada. Nosotros tres sí, ¿vale? Y eso no va a cambiar”
“... Vale”, dijo después de una pausa. “Y me da igual si Tania se queda a dormir. Tú eres nuestro esta noche”, me dijo en ese tono de niña pequeña que tanto me gustaba.
“No sólo esta noche”, le aseguré.
Tiré hacia abajo de las braguitas de su bañador, luego la sujeté por la cadera y la senté en el borde de la piscina. Separé sus piernas con cariño, y se reclinó mientras empezaba a chupar su chochito. Me encantaba el sabor que tenía. Pasé mis manos por debajo de sus muslos, teniendo así más accesible su vagina.
“¿Se te va pasando el enfado?”, pregunté en una pequeña pausa, y proseguí devorando su sexo.
“Un poco… ¿puedo pen-pensármelo… hasta que termine?”, suspiró.
“¿Cuantas veces?”, dije con malicia, y fui algo más pasional en el uso de mi lengua. La verdad, mi propio rabo se había quedado tieso, pero en ese momento me importaba el placer de Yoli, no el mío.
Y se me ocurrió probar algo. Lo tenía accesible. Dejé que mi lengua resbalase un poco más de la cuenta hacia abajo. Como si no me diera cuenta, volví a hacerlo. Alcancé finalmente su ano con mi lengua, y le dio un escalofrío.
“¡Joder!”
No podía negar lo higiénica que era mi prima, ya que no me topé con un sabor malo cuando chupé su culo. Seguí lamiendo su coño, y de vez en cuando premiaba su culo con una pasada de mi lengua. De esta forma no me costó mucho conseguir que tuviera un rico orgasmo.
“Te amo, primo…”, dijo pegada a mi cuerpo, tumbados los dos en la hierba.
“Y yo a ti”
“Me encanta lo bien que me cuidas. La verdad, si te portaste así con Alicia… bueno, no me extraña que se haya encoñado de ti”
“No pensemos más en ella. Aquí estamos tú y yo”.
Recompensó mi frase con una estupenda mamada. Engullía mi polla con ganas, incluso se aseguraba de ir haciendo alguna garganta profunda a cada minuto que pasaba. Y de aquella forma liberé mi semen dentro de su boca.
El resto de la tarde pasó apaciblemente. El problema fue a la hora de irnos a dormir. Algo nos indicaba que a Tania le apetecía algo más de sexo. Mis primas, demasiado educadas para decir que no, pensaban en alguna evasiva, cuando de pronto llamaron al timbre.
Pensé que sería Enrique, pero no. Era Alicia, en estado claro de embriaguez.
I'm back! Siento la demora, pero se me estropeó el hdd y no pude recuperar el original de este capítulo, me ha tocado reescribirlo entero. Tendré que hacer algun backup para evitar estos problemas. Quedan ¡2! episodios para el final de esta historia. Y entretanto, si os apetece leer más...
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