Una bandeja con comida esperaba a Tomás en su habitación y apenas la vio se dio cuenta que estaba hambriento. La Sra. Denise lo había dejado comer y cuando ella volvió él le pidió un vaso de agua.
- Por el momento tenés restringidos los fluidos - le contestó sacudiendo la cabeza. Después sacó un objeto del armario y se lo entregó a Tomás.
- Ponete esto - ordenó sosteniendo el objeto. Tomás lo miró y se dio cuenta que eran unas bombachas de goma. Se quedó mirando a la Sra. Denise por un segundo y después hizo lo que le habían ordenado, subiéndose la bombacha por las piernas hasta cubrir sus partes más íntimas. La Sra. Denise le señaló la cama.
- No podemos correr el riesgo de que acudas al recurso de la auto estimulación manual - dijo. Agarró dos cintas plásticas negras y aseguró firmemente las muñecas de Tomás a los barrotes de la cama. Tomás tragó saliva.
- Pero... yo... no voy a hacer nada - prometió.
- Es el procedimiento de rutina - contestó la Sra. Denise - La tentación de masturbarte se va a intensificar durante la próxima prueba. - Y abandonó la habitación durante varios minutos.
Cuando regresó se había puesto su guardapolvos blanco sobre el ambo verde y traía varias carpetas y planillas.
- Una última pruebita antes de seguir con los procedimientos - dijo. La Sra. Denise se sentó a un borde de la cama y cuando abrió una de las capetas Tomás vio que estaba llena de fotografías. Ella empezó a exhibírselas a Tomás una a una, observando sus reacciones y anotando los resultados en la planilla. Al principio las fotos no eran para nada interesantes pero a medida que la temática se tornaba más erótica, Tomás notó que su pene empezaba a crecer hasta presionar la goma de su ropa interior. Varias imágenes mostraban a mujeres de todas las edades desnudándose para la cámara, sobre todo una con una adolescente agachándose para orinar era muy sexy y la Sra. Denise asintió y tomó nota en la planilla. Otra vez, cuando mostró una foto de la misma chica inclinándose frente a la cámara mostrando su trasero, Tomás sintió su pene latiendo muy excitado sexualmente y se dio cuenta que la Sra. Denise escribía un poco más de lo usual. En ése momento Tomás quería tocarse y sintió una tremenda necesidad de liberar la tensión en su entrepierna justo en el momento en que la Sra. Denise levantó las fotos y se retiró dejándolo solo en la habitación.
Una hora pasó. Tomás tenía mucha sed y una picazón en la frente que lo estaba volviendo loco ya que no podía rascarse con las manos atadas. Estaba acostado miserablemente en ésa cama de hospital cada vez más frustrado e incómodo y estaba a punto de gritar para pedir que alguien venga a ayudarlo cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe. En un instante todos los sentimientos de angustia e incomodidad se evaporaron como humo en el viento cuando vio que quien venía a visitarlo era la deliciosa Tanya.
- Hola Tomás - le sonrió. Como siempre en la clínica llevaba puesta la chaquetilla médica de algodón blanco con cuello mao. Se paró al lado de la cama con las manos en los bolsillos, observándolo por un rato. Después sacó de uno de los bolsillos un par de guantes de látex y empezó a ponérselos lentamente.
- Te gustaron las fotos? - preguntó. Tomás sintió como su cara se ponía colorada y su corazón se aceleraba cuando Tanya pasó sus manos por debajo del elástico de la bombachita de goma y la bajó. El pene de Tomás había empezado a crecer tan pronto como la bella chica había entrado en la habitación y para cuando terminó de bajar el elástico de la bombacha de goma estaba totalmente erecto.
- Que lindo pitito que tiene el nene - le murmuró. Lo miró a los ojos, haciéndole contener la respiración por un momento y le agarró la base de la pulsante erección con los dedos índice y pulgar de su mano derecha, exprimiendo más suavemente que nunca y provocando un jadeo de Tomás.
- Yo sé qué fotos fueron las que más le gustaron a mi nene - le susurró sugestivamente. Despacio Tanya empezó a manipular el rígido pene, deslizando su mano enguantada arriba y abajo en agonizante y delicioso ritmo. Le preguntó si alguna vez había visto a una chica desnuda y cuando él sacudió la cabeza negando ella se sonrió y para el repentino placer del chico lo sorprendió bajando unos centímetros el cierre ralámpago de su chaquetilla médica, dejando que se abra un poco. Tomás no pudo ahogar un gemido.
- Shhhh... el nene se tiene que portar bien con la doctora - le dijo Tanya. Atrapadas por la blanca tela de su chaquetilla médica, sin la restricción de un corpiño ni ningún otro tipo de cobertura, las dos orbes de sus hermosos pechos adolescentes se sugerían frente a Tomás. No eran pechos muy grandes, cada uno del tamaño de un pequeño pomelo, pero eran pálidos y transparentaban firmes pezones. La visión era hipnótica, casi volvía loco al muchacho que observaba hambriento la piel bajo la chaquetilla médica mientras Tanya continuaba sus deliciosas manipulaciones a su pene palpitante.
- Qué quiere hacerle el nene a la chica de las fotos? - preguntó la doctora con la voz levemente más fuerte que un susurro - El nene quiere hacer cosas sucias?
Ella deslizaba su mano enguantada a todo lo largo del pene apretando y soltando a medida que se deslizaba, y él pronto empezó a sentir una sensación conocida creciendo dentro suyo. Él también empezó a notar, a medida que la doctora lo tocaba, que ella llevaba una especie de control mental de cuánto lo estimulaba, pero pronto quedó perdido en deliciosas sensaciones.
- Al nene le gustaría hacerle cosas sucias.... a la doctora? - Tanya lo exprimía deliciosamente justo hasta el glande de su palpitante órgano. Tomás jadeó con fuerza, con los ojos medio cerrados, y sintió una ola de excitación pasar a través de su cuerpo, mientras miraba a su encantadora Dra. Tanya. Su pene creció más cuando llegó a un punto sin retorno pero, cuando pujó con sus caderas, listo para que su doctora le otorgue la piadosa liberación... ella repentinamente lo soltó y volvió a subirle la bombacha de goma cubriendo su pene. Él la miró sorprendido mientras ella se apartaba quitándose los guantes.
- Oh... no... por favor... no pare - tartamudeó.
Tanya sacudió la cabeza y sonrió.
- Shhhh... yo soy la doctora, yo decido - le contestó
Escribió unas rápidas notas en la historia clínica y se retiró dejándolo solo en la habitación. La erección de Tomás empezó a ceder casi inmedíatamente, pero era consciente de un dolor en la entrepierna mientras seguía allí acostado angustiado y frustrado, apretó fuerte las sábanas mientras sentía a Tanya alejándose por el pasillo. En silencio rogó que volviera. Tanya volvió, por supuesto, volvió cinco veces ésa noche, cada visita separada por un período de más o menos una hora. Los sucesivos episodios duraron cada vez menos ya que Tomás llegaba al borde del orgasmo cada vez más rápido y en cada ocasión, Tanya elevaba el nivel de erotismo. En su segunda visita usó lubricó sus guantes antes de empezar la manipulación. Más tarde se quedó frente a él calzándose los guantes durante largo rato obligando que el pene presionara fuertemente contra la bombacha de goma antes
de liberarlo.
- Ya no falta mucho - le prometió en su última visita. Siempre registró los resultados en la historia clínica y dejaba al pobre chico entre lágrimas y lleno de lujuria.
Cuando la Sra. Denisse fue a buscar a Tomás otra vez vestía el ambo de cirugía verde, él todavía estaba medio dormido y no sabía qué hora era. De alguna manera era consciente sobre una sensación de hambre en la boca de su estómago, pero ésa molestia no era nada comparada con lo llenos que sentía los testícuos y la presión en su entrepierna. La Sra. Denise quitó las ataduras que lo sujetaban a la cama y lo llevó desnudo por el corredor a otro consultorio, sus ojos tuvieron que acostumbrarse a la blanca luz. Estaban los dos solos en el consultorio y la Sra. Denise le indicó que se acostara en la camilla después de ayudarlo a quitarse la bombacha de goma. Casi de inmediato, quizá por la asociación de ideas conectadas con su manipulación, una vez más Tomás tuvo una erección y empezó a temblar excitado por lo que iba a pasar, mientras la Sra. Denise lo ayudaba a recostarse en la camilla. Lo empujó hasta que quedó con la espalda apoyada en la camilla y lo aseguró ajustando una cinta sobre su pecho antes de dirigirse a unos gabinetes al fondo del consultorio. Cuando volvió la Sra. Denise traía una bandeja con el tubo y cilindro con botella de succión que habían usado en Tomás el día anterior.
- Ahora te quedás bien quietito - dijo la Sra. Denise mientras se ponía un par de guantes de látex. Conectó el pene de Tomás del mismo modo que lo había hecho la directora, dejando que el peso colgara al final del tubo empujando el pene de Tomás hacia abajo. Recién había terminado esta operación cuando las puertas del consultorio se abrieron y entraron la Dra. Bazán seguida de Tanya, ambas vestidas con sus ambos verdes.
- Ah... todo listo... - disparó la Dra. Bazán - Te parece que estará listo para la emisión espontánea?
Le preguntó a Tanya, que respondió entregándole una carpeta.
- Sí, diría que está listo - contestó Tanya - estuvimos muy cerca durante las últimas pruebas doctora.
La Dra. Bazán repasaba las hojas de la carpeta.
- Vamos a trabajar sobre este especimen - dijo la doctora dejando la carpeta y sonriendo a su bella asistente - Serías tan amable de asistir Tanya?
- Por supuesto doctora - contestó Tanya que había permanecido en silencio.
De repente el puso del muchacho se aceleró cuando vio como Tanya y la Dra. Bazán se ponían sus guantes de látex mientras la Sra. Denise ponía sus piernas en los estribos sujetándole los tobillos. Tanya se paró entre sus piernas y la Dra. Bazán se puso a su lado y le entregó una jeringa grande y sin aguja.
- Usa bastante lubricante - le dijo la Dra. Bazán a Tanya dándole la jeringa. Tanya sonreía cuando Tomás sintió una fría sensación en su ano. La Sra. Denise se paraba detrás de su cabeza y se ponía un par de guantes de látex.
- Relajate, la Dra. Tanya te va a penetrar - le dijo acariciándole la frente
- Yo... tengo... miedo - contestó Tomás sintiendo los dedos enguantados de Tanya haciendo círculos alrededor de su ano.
- No tengas miedo... la Dra. Tanya es una experta - le dijo la Sra. Denise y Tomás sintió el dedo de Tanya deslizándose suave pero firmemente dentro de su ano.
- Aaaahhhhh..... - se quejó Tomás por la intrusión.
- Y... cómo lo sentís? - preguntó la Dra. Bazán a Tanya.
- Estrecho... lo voy a dilatar - respondió mientras deslizaba otro dedo en el ano de Tomás. La Dra. Bazán mientras tanto acariciaba el pecho del paciente.
- La Dra. Tanya es una experta - le dijo - Ella te va a hacer un mejor especimen.
Tomás estaba excitado sexualmente mucho más que nunca antes en su vida, apenas si pudo asentir con la cabeza. Estaba disfrutando de la suave sensación de los dedos de Tanya en su ano, que se deslizaban hacia adentro y hacia afuera. Era un sensación hermosa! Los lubricados dedos de Tanya cubiertos por el látex de sus guantes luego empezaron a rotar y separarse lentamente mientras lo penetraban y sometían. El increíble erotismo y excitación del momento fueron demasiado para Tomás. Con un gemido animal sacudió sus caderas hacia arriba y se sintió explotar dentro del equipo que tenía conectado a su pene, expulsando con tremenda fuerza lo que parecía surgir desde su mismísima escencia creciendo a través de su entrepierna. Aún en la deliciosa agonía del momento pudo ver cómo Tanya lo seguía sometiendo y la Dra. Bazán le acariciaba el pecho.
- Muy bien chiquito.... así... así.... - lo estimulaba la Dra. Bazán mientras él se vaciaba en sucesivas oleadas de increíble placer. Sus caderas volvieron a sacudirse una y otra vez mientras el torrente era expulsado y pareció pasar una eternidad hasta que la última gota de semen cayera en el recipiente.
- Excelente! - exclamó la Dra. Bazán mientras los espasmos de Tomás finalmente empezaban a ceder. Le hizo una seña a Tanya que muy lenta y suavemente deslizó sus dedos fuera del ano de Tomás mientras la Dra. Bazán levantaba el recipiente controlando su contenido.
- Muy bien - murmuró - Un incremento del catorce por ciento. Impresionante.
Le entregó el recipiente a la Sra. Denise y se quedó pensando unos segundos.
- Deberíamos probar en este especimen la presión inversa - sugirió.
- El Procedimiento Ronson? - preguntó Tanya.
- Justamente en éso estaba pensando - respondió la directora. Tanya parecía encantada con la idea.
- Podemos comenzar de inmediato - dijo ajustándose sus guantes de látex. Pero la Dra. Bazán interrumpió.
- Antes quiero darle a este especimen un pequeño descanso - sonrió - Y también algo de proteínas...
Llevaron a Tomás de vuelta a su habitación y lo dejaron allí por una hora con una suculenta comida con huevos y tostadas y abundante jugo de naranjas. Pudo descansar un poco en su cama y se sentía bastante recuperado cuando la Sra. Denise volvió para llevarlo de vuelta. Cuando llegaron a la puerta de la sala de operaciones la Sra. Denise se ajustó su barbijo.
- Vamos... llegó la hora de operar... - le dijo la Sra. Denise y, apenas entró en la sala de operaciones Tomás sitió ansiedad cuando notó que los preparativos para la cirugía ya habían comenzado. Bandejas con todo tipo de brillante instrumental médico de acero inoxidable se repartían por la sala y las Dras. Bazán y Tanya ya estaban listas con sus batas, barbijos y guantes de cirugía. La Dra. Bazán estaba de espaldas preparando algún tipo de instrumento metálico mientras la Dra. Tanya llenaba jaringas en otra bandeja. Tomás se llenó de erotismo cuando la Sra. Denise lo llevó hasta la mesa de operaciones y empezó a asegurarlo, su pene empezó a crecer y endurecerse. Entonces la Dra. Bazán se paró a su lado, lista para operar.
- Muy bien - dijo - Procedamos...
La Dra. Tanya levantó de una bandeja un instrumento que parecía un tubo de plástico de unos ocho centímetros de largo por tres milímetros de diámetro. La Dra. Bazán atrapó con una de sus manos enguantadas el glande del muchacho, haciéndolo temblar al suave tacto del látex, y después retiró prolijamente el prepucio, dejando expuesto el brillante y engordado glande. La Dra. Tanya le entregó el artefacto plástico y sostuvo una de las puntas del tubo justo contra la punta del glande, posicionándolo justo sobre el orificio, y después, para sorpresa de Tomás, insertó el tubo profundamente dentro del pene del paciente, retorciéndolo a medida que lo introducía más y más adentro. Lo empujó dentro del pulsante pene hasta que la pequeña copa al final del tubo envolvió el brilloso glande y después enrolló de vuelta el prepucio a su alrededor, manteniendo el instrumento en su lugar. Tomás observó la lubricada superficie al final del tubo y sintió un repentino nerviosismo cuando imaginó lo que estaba por ocurrir.
- Muy bien - dijo la directora un momento después. Atrapó el pene de Tomás y deslizó el prepucio hacia atrás en un solo movimiento, sosteniendo la delicada piel entre su pulgar y su índice. Luego, con la ayuda de la Dra. Tanya deslizó la pequeña copa al final del tubo hasta quedar justo ante el orificio uretral. Hubo una pausa hasta que el orificio estuvo correctamente posicionado y después Tomás jadeó fuerte cuando la Dra. Bazán deslizó el tubo hacia abajo una vez más, haciendo que el transparente tubo plástico desaparezca en lo profundo del pene. La sensación del instrumento penetrando su pene era increíble. Había una ardiente sensación de dolor a medida que la uretra era estirada a un grosor desacostumbrado con el tubo, pero era intensamente excitante y placentero a la vez. Pudo sentir el instrumento hurgando en lo profundo de su pene y después la pequeña copa en la superficie cerrándose alrededor de la suave y brillante superficie de su glande. Gimió de nuevo cuando la Dra. Bazán enrolló la piel de su prepucio alrededor del instrumento, sosteniéndolo firmemente en su lugar.
- Empecemos - dijo. Los ojos de Tanya miraban con éxtasis como el paciente era penetrado. Sonriendo la directora atrapó la raíz del pene del muchacho con su mano y empezó a masturbarlo, exprimiéndolo a medida que deslizaba sus dedos todo a lo largo del duro pene. Lo manipuló lentamente al principio, acariciando suavemente, y después las caricias se volvieron más rápidas construyendo un firme ritmo. Por varios minutos la manipulación continuó, más y más rápido y luego, ante la mirada de Tomás, sus muslos se tensaron y su pene empezó a crecer hasta casi reventar. La Dra. Bazán bombeó por última vez y el recipiente al final del tubo plástico se opacó con la blanquecina sustancia que lo rellenaba. Hubo una curiosa sensación de placer transmitida todo a lo largo del tubo y después Tomás gritó sorprendido por la espesa y pesada descarga que surgió desde lo profundo de su pene con increíble fuerza. Corrió dentro suyo, estirando su uretra con la primera ola del orgasmo y luego, mientras los espasmos continuaban, sintió el cremoso y cálido fluido abriéndose camino desde lo profundo de su ser en una serie de efusivas explosiones. La sensación era la de sucesivos orgasmos que se expulsaban y volvían a su interior por el tubo y Tomás jadeaba ruidosamente con cada oleada sucesiva. Vagamente, recordó el tremendo volumen que el otro chico había producido antes en la sala de operaciones y su mente se empantanó con la idea del pene del chico expulsando semen una y otra vez con tremendo poder. Cuando eyaculó por quinta vez, las increíblemente eróticas sensaciones causaron que su propio orgasmo se disparara y sacudió sus caderas mientras su semen luchaba por salir. Su pene, hinchado casi hasta explotar, pulsaba visiblemente y se ponía tenso para eyacular, pero cada espasmo que liberó fue forzado a su interior nuevamente, seguido de otro que venía, prolongando el agonizante extasis y haciéndolo sacudir con cada enloquecedora descarga de increíble placer. Pareció pasar una eternidad antes que el fluido fuera liberado y, en los últimos segundos, Tomás pudo percibir que también Tanya lo estaba estimulando. Su cuerpo quedó temblando y luego colapsó agitado contra la mesa de operaciones, su pecho subiendo y bajando, jadeando. Allí estaba con los ojos cerrados tratando de recobrar compostura y entonces notó que la Dra. Bazán le estaba quitando el instrumento que le había colocado en el pene.
- Listo - anunció. Le dijo a Tomás que se ponga de pié y él lo hizo, sus piernas todavía le temblaban y se sentía débil. Miró alrededor buscando a Tanya y cuando la encontró, todavía vestida con su bata, barbijo y guantes, sosteniendo sus manos sobre su cintura como una buena cirujana, quiso expresarle su devoción, pero no pudo expresar ni una palabra. La Dra. Bazán le adelantó a la Sra. Denise.
- Vamos a continuar a las cuatro...
- Repetimos el Procedimiento Ronson doctora? - preguntó Tanya entusiasmada. La directora consideró la pregunta.
- No... vamos a revisar otra vez el volumen de la emisión del especimen - contestó - Pero igual mañana vamos a repetir la operación...
Y agregó quitándose los guantes y el barbijo.
- Y lo vamos a tener seguido en la sala de operaciones durante las próximas semanas... quiero someterlo a varios procedimientos más!!
- Por el momento tenés restringidos los fluidos - le contestó sacudiendo la cabeza. Después sacó un objeto del armario y se lo entregó a Tomás.
- Ponete esto - ordenó sosteniendo el objeto. Tomás lo miró y se dio cuenta que eran unas bombachas de goma. Se quedó mirando a la Sra. Denise por un segundo y después hizo lo que le habían ordenado, subiéndose la bombacha por las piernas hasta cubrir sus partes más íntimas. La Sra. Denise le señaló la cama.
- No podemos correr el riesgo de que acudas al recurso de la auto estimulación manual - dijo. Agarró dos cintas plásticas negras y aseguró firmemente las muñecas de Tomás a los barrotes de la cama. Tomás tragó saliva.
- Pero... yo... no voy a hacer nada - prometió.
- Es el procedimiento de rutina - contestó la Sra. Denise - La tentación de masturbarte se va a intensificar durante la próxima prueba. - Y abandonó la habitación durante varios minutos.
Cuando regresó se había puesto su guardapolvos blanco sobre el ambo verde y traía varias carpetas y planillas.
- Una última pruebita antes de seguir con los procedimientos - dijo. La Sra. Denise se sentó a un borde de la cama y cuando abrió una de las capetas Tomás vio que estaba llena de fotografías. Ella empezó a exhibírselas a Tomás una a una, observando sus reacciones y anotando los resultados en la planilla. Al principio las fotos no eran para nada interesantes pero a medida que la temática se tornaba más erótica, Tomás notó que su pene empezaba a crecer hasta presionar la goma de su ropa interior. Varias imágenes mostraban a mujeres de todas las edades desnudándose para la cámara, sobre todo una con una adolescente agachándose para orinar era muy sexy y la Sra. Denise asintió y tomó nota en la planilla. Otra vez, cuando mostró una foto de la misma chica inclinándose frente a la cámara mostrando su trasero, Tomás sintió su pene latiendo muy excitado sexualmente y se dio cuenta que la Sra. Denise escribía un poco más de lo usual. En ése momento Tomás quería tocarse y sintió una tremenda necesidad de liberar la tensión en su entrepierna justo en el momento en que la Sra. Denise levantó las fotos y se retiró dejándolo solo en la habitación.
Una hora pasó. Tomás tenía mucha sed y una picazón en la frente que lo estaba volviendo loco ya que no podía rascarse con las manos atadas. Estaba acostado miserablemente en ésa cama de hospital cada vez más frustrado e incómodo y estaba a punto de gritar para pedir que alguien venga a ayudarlo cuando la puerta de su habitación se abrió de golpe. En un instante todos los sentimientos de angustia e incomodidad se evaporaron como humo en el viento cuando vio que quien venía a visitarlo era la deliciosa Tanya.
- Hola Tomás - le sonrió. Como siempre en la clínica llevaba puesta la chaquetilla médica de algodón blanco con cuello mao. Se paró al lado de la cama con las manos en los bolsillos, observándolo por un rato. Después sacó de uno de los bolsillos un par de guantes de látex y empezó a ponérselos lentamente.
- Te gustaron las fotos? - preguntó. Tomás sintió como su cara se ponía colorada y su corazón se aceleraba cuando Tanya pasó sus manos por debajo del elástico de la bombachita de goma y la bajó. El pene de Tomás había empezado a crecer tan pronto como la bella chica había entrado en la habitación y para cuando terminó de bajar el elástico de la bombacha de goma estaba totalmente erecto.
- Que lindo pitito que tiene el nene - le murmuró. Lo miró a los ojos, haciéndole contener la respiración por un momento y le agarró la base de la pulsante erección con los dedos índice y pulgar de su mano derecha, exprimiendo más suavemente que nunca y provocando un jadeo de Tomás.
- Yo sé qué fotos fueron las que más le gustaron a mi nene - le susurró sugestivamente. Despacio Tanya empezó a manipular el rígido pene, deslizando su mano enguantada arriba y abajo en agonizante y delicioso ritmo. Le preguntó si alguna vez había visto a una chica desnuda y cuando él sacudió la cabeza negando ella se sonrió y para el repentino placer del chico lo sorprendió bajando unos centímetros el cierre ralámpago de su chaquetilla médica, dejando que se abra un poco. Tomás no pudo ahogar un gemido.
- Shhhh... el nene se tiene que portar bien con la doctora - le dijo Tanya. Atrapadas por la blanca tela de su chaquetilla médica, sin la restricción de un corpiño ni ningún otro tipo de cobertura, las dos orbes de sus hermosos pechos adolescentes se sugerían frente a Tomás. No eran pechos muy grandes, cada uno del tamaño de un pequeño pomelo, pero eran pálidos y transparentaban firmes pezones. La visión era hipnótica, casi volvía loco al muchacho que observaba hambriento la piel bajo la chaquetilla médica mientras Tanya continuaba sus deliciosas manipulaciones a su pene palpitante.
- Qué quiere hacerle el nene a la chica de las fotos? - preguntó la doctora con la voz levemente más fuerte que un susurro - El nene quiere hacer cosas sucias?
Ella deslizaba su mano enguantada a todo lo largo del pene apretando y soltando a medida que se deslizaba, y él pronto empezó a sentir una sensación conocida creciendo dentro suyo. Él también empezó a notar, a medida que la doctora lo tocaba, que ella llevaba una especie de control mental de cuánto lo estimulaba, pero pronto quedó perdido en deliciosas sensaciones.
- Al nene le gustaría hacerle cosas sucias.... a la doctora? - Tanya lo exprimía deliciosamente justo hasta el glande de su palpitante órgano. Tomás jadeó con fuerza, con los ojos medio cerrados, y sintió una ola de excitación pasar a través de su cuerpo, mientras miraba a su encantadora Dra. Tanya. Su pene creció más cuando llegó a un punto sin retorno pero, cuando pujó con sus caderas, listo para que su doctora le otorgue la piadosa liberación... ella repentinamente lo soltó y volvió a subirle la bombacha de goma cubriendo su pene. Él la miró sorprendido mientras ella se apartaba quitándose los guantes.
- Oh... no... por favor... no pare - tartamudeó.
Tanya sacudió la cabeza y sonrió.
- Shhhh... yo soy la doctora, yo decido - le contestó
Escribió unas rápidas notas en la historia clínica y se retiró dejándolo solo en la habitación. La erección de Tomás empezó a ceder casi inmedíatamente, pero era consciente de un dolor en la entrepierna mientras seguía allí acostado angustiado y frustrado, apretó fuerte las sábanas mientras sentía a Tanya alejándose por el pasillo. En silencio rogó que volviera. Tanya volvió, por supuesto, volvió cinco veces ésa noche, cada visita separada por un período de más o menos una hora. Los sucesivos episodios duraron cada vez menos ya que Tomás llegaba al borde del orgasmo cada vez más rápido y en cada ocasión, Tanya elevaba el nivel de erotismo. En su segunda visita usó lubricó sus guantes antes de empezar la manipulación. Más tarde se quedó frente a él calzándose los guantes durante largo rato obligando que el pene presionara fuertemente contra la bombacha de goma antes
de liberarlo.
- Ya no falta mucho - le prometió en su última visita. Siempre registró los resultados en la historia clínica y dejaba al pobre chico entre lágrimas y lleno de lujuria.
Cuando la Sra. Denisse fue a buscar a Tomás otra vez vestía el ambo de cirugía verde, él todavía estaba medio dormido y no sabía qué hora era. De alguna manera era consciente sobre una sensación de hambre en la boca de su estómago, pero ésa molestia no era nada comparada con lo llenos que sentía los testícuos y la presión en su entrepierna. La Sra. Denise quitó las ataduras que lo sujetaban a la cama y lo llevó desnudo por el corredor a otro consultorio, sus ojos tuvieron que acostumbrarse a la blanca luz. Estaban los dos solos en el consultorio y la Sra. Denise le indicó que se acostara en la camilla después de ayudarlo a quitarse la bombacha de goma. Casi de inmediato, quizá por la asociación de ideas conectadas con su manipulación, una vez más Tomás tuvo una erección y empezó a temblar excitado por lo que iba a pasar, mientras la Sra. Denise lo ayudaba a recostarse en la camilla. Lo empujó hasta que quedó con la espalda apoyada en la camilla y lo aseguró ajustando una cinta sobre su pecho antes de dirigirse a unos gabinetes al fondo del consultorio. Cuando volvió la Sra. Denise traía una bandeja con el tubo y cilindro con botella de succión que habían usado en Tomás el día anterior.
- Ahora te quedás bien quietito - dijo la Sra. Denise mientras se ponía un par de guantes de látex. Conectó el pene de Tomás del mismo modo que lo había hecho la directora, dejando que el peso colgara al final del tubo empujando el pene de Tomás hacia abajo. Recién había terminado esta operación cuando las puertas del consultorio se abrieron y entraron la Dra. Bazán seguida de Tanya, ambas vestidas con sus ambos verdes.
- Ah... todo listo... - disparó la Dra. Bazán - Te parece que estará listo para la emisión espontánea?
Le preguntó a Tanya, que respondió entregándole una carpeta.
- Sí, diría que está listo - contestó Tanya - estuvimos muy cerca durante las últimas pruebas doctora.
La Dra. Bazán repasaba las hojas de la carpeta.
- Vamos a trabajar sobre este especimen - dijo la doctora dejando la carpeta y sonriendo a su bella asistente - Serías tan amable de asistir Tanya?
- Por supuesto doctora - contestó Tanya que había permanecido en silencio.
De repente el puso del muchacho se aceleró cuando vio como Tanya y la Dra. Bazán se ponían sus guantes de látex mientras la Sra. Denise ponía sus piernas en los estribos sujetándole los tobillos. Tanya se paró entre sus piernas y la Dra. Bazán se puso a su lado y le entregó una jeringa grande y sin aguja.
- Usa bastante lubricante - le dijo la Dra. Bazán a Tanya dándole la jeringa. Tanya sonreía cuando Tomás sintió una fría sensación en su ano. La Sra. Denise se paraba detrás de su cabeza y se ponía un par de guantes de látex.
- Relajate, la Dra. Tanya te va a penetrar - le dijo acariciándole la frente
- Yo... tengo... miedo - contestó Tomás sintiendo los dedos enguantados de Tanya haciendo círculos alrededor de su ano.
- No tengas miedo... la Dra. Tanya es una experta - le dijo la Sra. Denise y Tomás sintió el dedo de Tanya deslizándose suave pero firmemente dentro de su ano.
- Aaaahhhhh..... - se quejó Tomás por la intrusión.
- Y... cómo lo sentís? - preguntó la Dra. Bazán a Tanya.
- Estrecho... lo voy a dilatar - respondió mientras deslizaba otro dedo en el ano de Tomás. La Dra. Bazán mientras tanto acariciaba el pecho del paciente.
- La Dra. Tanya es una experta - le dijo - Ella te va a hacer un mejor especimen.
Tomás estaba excitado sexualmente mucho más que nunca antes en su vida, apenas si pudo asentir con la cabeza. Estaba disfrutando de la suave sensación de los dedos de Tanya en su ano, que se deslizaban hacia adentro y hacia afuera. Era un sensación hermosa! Los lubricados dedos de Tanya cubiertos por el látex de sus guantes luego empezaron a rotar y separarse lentamente mientras lo penetraban y sometían. El increíble erotismo y excitación del momento fueron demasiado para Tomás. Con un gemido animal sacudió sus caderas hacia arriba y se sintió explotar dentro del equipo que tenía conectado a su pene, expulsando con tremenda fuerza lo que parecía surgir desde su mismísima escencia creciendo a través de su entrepierna. Aún en la deliciosa agonía del momento pudo ver cómo Tanya lo seguía sometiendo y la Dra. Bazán le acariciaba el pecho.
- Muy bien chiquito.... así... así.... - lo estimulaba la Dra. Bazán mientras él se vaciaba en sucesivas oleadas de increíble placer. Sus caderas volvieron a sacudirse una y otra vez mientras el torrente era expulsado y pareció pasar una eternidad hasta que la última gota de semen cayera en el recipiente.
- Excelente! - exclamó la Dra. Bazán mientras los espasmos de Tomás finalmente empezaban a ceder. Le hizo una seña a Tanya que muy lenta y suavemente deslizó sus dedos fuera del ano de Tomás mientras la Dra. Bazán levantaba el recipiente controlando su contenido.
- Muy bien - murmuró - Un incremento del catorce por ciento. Impresionante.
Le entregó el recipiente a la Sra. Denise y se quedó pensando unos segundos.
- Deberíamos probar en este especimen la presión inversa - sugirió.
- El Procedimiento Ronson? - preguntó Tanya.
- Justamente en éso estaba pensando - respondió la directora. Tanya parecía encantada con la idea.
- Podemos comenzar de inmediato - dijo ajustándose sus guantes de látex. Pero la Dra. Bazán interrumpió.
- Antes quiero darle a este especimen un pequeño descanso - sonrió - Y también algo de proteínas...
Llevaron a Tomás de vuelta a su habitación y lo dejaron allí por una hora con una suculenta comida con huevos y tostadas y abundante jugo de naranjas. Pudo descansar un poco en su cama y se sentía bastante recuperado cuando la Sra. Denise volvió para llevarlo de vuelta. Cuando llegaron a la puerta de la sala de operaciones la Sra. Denise se ajustó su barbijo.
- Vamos... llegó la hora de operar... - le dijo la Sra. Denise y, apenas entró en la sala de operaciones Tomás sitió ansiedad cuando notó que los preparativos para la cirugía ya habían comenzado. Bandejas con todo tipo de brillante instrumental médico de acero inoxidable se repartían por la sala y las Dras. Bazán y Tanya ya estaban listas con sus batas, barbijos y guantes de cirugía. La Dra. Bazán estaba de espaldas preparando algún tipo de instrumento metálico mientras la Dra. Tanya llenaba jaringas en otra bandeja. Tomás se llenó de erotismo cuando la Sra. Denise lo llevó hasta la mesa de operaciones y empezó a asegurarlo, su pene empezó a crecer y endurecerse. Entonces la Dra. Bazán se paró a su lado, lista para operar.
- Muy bien - dijo - Procedamos...
La Dra. Tanya levantó de una bandeja un instrumento que parecía un tubo de plástico de unos ocho centímetros de largo por tres milímetros de diámetro. La Dra. Bazán atrapó con una de sus manos enguantadas el glande del muchacho, haciéndolo temblar al suave tacto del látex, y después retiró prolijamente el prepucio, dejando expuesto el brillante y engordado glande. La Dra. Tanya le entregó el artefacto plástico y sostuvo una de las puntas del tubo justo contra la punta del glande, posicionándolo justo sobre el orificio, y después, para sorpresa de Tomás, insertó el tubo profundamente dentro del pene del paciente, retorciéndolo a medida que lo introducía más y más adentro. Lo empujó dentro del pulsante pene hasta que la pequeña copa al final del tubo envolvió el brilloso glande y después enrolló de vuelta el prepucio a su alrededor, manteniendo el instrumento en su lugar. Tomás observó la lubricada superficie al final del tubo y sintió un repentino nerviosismo cuando imaginó lo que estaba por ocurrir.
- Muy bien - dijo la directora un momento después. Atrapó el pene de Tomás y deslizó el prepucio hacia atrás en un solo movimiento, sosteniendo la delicada piel entre su pulgar y su índice. Luego, con la ayuda de la Dra. Tanya deslizó la pequeña copa al final del tubo hasta quedar justo ante el orificio uretral. Hubo una pausa hasta que el orificio estuvo correctamente posicionado y después Tomás jadeó fuerte cuando la Dra. Bazán deslizó el tubo hacia abajo una vez más, haciendo que el transparente tubo plástico desaparezca en lo profundo del pene. La sensación del instrumento penetrando su pene era increíble. Había una ardiente sensación de dolor a medida que la uretra era estirada a un grosor desacostumbrado con el tubo, pero era intensamente excitante y placentero a la vez. Pudo sentir el instrumento hurgando en lo profundo de su pene y después la pequeña copa en la superficie cerrándose alrededor de la suave y brillante superficie de su glande. Gimió de nuevo cuando la Dra. Bazán enrolló la piel de su prepucio alrededor del instrumento, sosteniéndolo firmemente en su lugar.
- Empecemos - dijo. Los ojos de Tanya miraban con éxtasis como el paciente era penetrado. Sonriendo la directora atrapó la raíz del pene del muchacho con su mano y empezó a masturbarlo, exprimiéndolo a medida que deslizaba sus dedos todo a lo largo del duro pene. Lo manipuló lentamente al principio, acariciando suavemente, y después las caricias se volvieron más rápidas construyendo un firme ritmo. Por varios minutos la manipulación continuó, más y más rápido y luego, ante la mirada de Tomás, sus muslos se tensaron y su pene empezó a crecer hasta casi reventar. La Dra. Bazán bombeó por última vez y el recipiente al final del tubo plástico se opacó con la blanquecina sustancia que lo rellenaba. Hubo una curiosa sensación de placer transmitida todo a lo largo del tubo y después Tomás gritó sorprendido por la espesa y pesada descarga que surgió desde lo profundo de su pene con increíble fuerza. Corrió dentro suyo, estirando su uretra con la primera ola del orgasmo y luego, mientras los espasmos continuaban, sintió el cremoso y cálido fluido abriéndose camino desde lo profundo de su ser en una serie de efusivas explosiones. La sensación era la de sucesivos orgasmos que se expulsaban y volvían a su interior por el tubo y Tomás jadeaba ruidosamente con cada oleada sucesiva. Vagamente, recordó el tremendo volumen que el otro chico había producido antes en la sala de operaciones y su mente se empantanó con la idea del pene del chico expulsando semen una y otra vez con tremendo poder. Cuando eyaculó por quinta vez, las increíblemente eróticas sensaciones causaron que su propio orgasmo se disparara y sacudió sus caderas mientras su semen luchaba por salir. Su pene, hinchado casi hasta explotar, pulsaba visiblemente y se ponía tenso para eyacular, pero cada espasmo que liberó fue forzado a su interior nuevamente, seguido de otro que venía, prolongando el agonizante extasis y haciéndolo sacudir con cada enloquecedora descarga de increíble placer. Pareció pasar una eternidad antes que el fluido fuera liberado y, en los últimos segundos, Tomás pudo percibir que también Tanya lo estaba estimulando. Su cuerpo quedó temblando y luego colapsó agitado contra la mesa de operaciones, su pecho subiendo y bajando, jadeando. Allí estaba con los ojos cerrados tratando de recobrar compostura y entonces notó que la Dra. Bazán le estaba quitando el instrumento que le había colocado en el pene.
- Listo - anunció. Le dijo a Tomás que se ponga de pié y él lo hizo, sus piernas todavía le temblaban y se sentía débil. Miró alrededor buscando a Tanya y cuando la encontró, todavía vestida con su bata, barbijo y guantes, sosteniendo sus manos sobre su cintura como una buena cirujana, quiso expresarle su devoción, pero no pudo expresar ni una palabra. La Dra. Bazán le adelantó a la Sra. Denise.
- Vamos a continuar a las cuatro...
- Repetimos el Procedimiento Ronson doctora? - preguntó Tanya entusiasmada. La directora consideró la pregunta.
- No... vamos a revisar otra vez el volumen de la emisión del especimen - contestó - Pero igual mañana vamos a repetir la operación...
Y agregó quitándose los guantes y el barbijo.
- Y lo vamos a tener seguido en la sala de operaciones durante las próximas semanas... quiero someterlo a varios procedimientos más!!
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