Sele, 18 años, morocha de rostro bonito. Delgada, mide un metro cincuenta y cinco; pechos chicos pero duros paraditos. Y culo vistoso, bien formado, redondo, firme.
Es mi sobrina. Yo, 52 años, buen aspecto, divorciado,abogado.
Pese al lazo filial y los 34 años de diferencia, la bella pendeja yacía desnuda conmigo en la cama. Con mi lengua, labios y dedos la había hecho gozar hasta inundarme con sus jugos. Por mi parte, aún no había acabado.
Mientras disfrutaba tocando y frotando mi pene contra su vulva mojada, le dije:
- ¡Qué conchita preciosa tenés Sele! ¡Es deliciosa, suavecita, sin pelitos! ¡Y me encanta como te mojás! ¡Puedo comértela todo el día!
- ¡Gracias mi amor! ¿En serio te gusta? Es tuya, comela cuando quieras... Con tu lamidas me hiciste mojar más rápido… Pero a esta conchita le falta algo que nunca tuvo…
- Nenita, decime la verdad, ¿nunca cogiste con un hombre?
- Nunca. ¡Y estoy desesperada de que me clavés tu pijaza! Es grandota, gorda; Y la cabezota es más gruesa que el resto… Me da un poquito de miedo… ¿Cuánto mide?
- ¡No exagerés!. Es mediana. Si es cierto que el glande lo tengo más grueso que el tronco. Cinco centímetros el capullo y cuatro y medio el tronco. Y de largo, dieciocho centímetros. Pero tus consoladores son parecidos… Y vi que te entran enteros…
- Pero yo quiero que me cogas…
“Partime con tu pija”
Arrodillado sobre la cama, froté el pene sobre los viscosos labios de la concha, mientras el glande rozó el hinchado clítoris. Sele comenzó a mover su cadera y por esto y la abundante lubricación, involuntariamente, la punta de la pija resbaló dentro de la vagina. Ella gritó, de gusto, al tiempo que sentí la cálida estrechez de su cuevita.
Un hombre apresurado o pendejo (como lo hice mi primera vez)la hubiera metido completa, moverse y acabar. En cambio yo la saqué y me quedé arrodillado. Ella, entre sorprendida y molesta, exclamó:
- ¡No, no me la saqués! ¿Qué pasa?
- Sele, ¿seguro que la querés toda adentro y disfrutar como putita? – le pregunté.
- ¡Si! Cogeme duro, partime con tu pija…
- Bueno, entonces vamos a cambiar de posición. Esta postura se llama “la vaquera”, porque es como si me cabalgaras. Yo me voy a acostar boca arriba y vos arrodillate, mirándome, poniendo la concha a la altura de mi poronga. Y hace todo lo que te digo – le ordené, tras lo cual estiré mi cuerpo.
La pija, totalmente erecta, era una estaca.
Mirándome con lujuria, la pendeja obedeció.
Contemplé una jovencita hermosa, carita inocente, con un cuerpo delicioso y excitante. Esta posición me permite ver todo, moverme menos y controlar mi eyaculación. Asimismo, de este modo la penetración es profunda y la mujer es la que se mueve, logrando sus orgasmos.
Una vez que Sele se colocó en posición, puse mis manos en su vulva y suavemente separé los labios vaginales.
- ¿Lista? – consulté.
- ¡Hace rato que estoy lista! ¡Cogeme!
Sensación única
La tomé firmemente de sus suaves caderas y en un solo movimiento la deposité sobre mi pija, penetrándola completamente. Sele arqueó su espalda hacia atrás y soltó un aullido de dolor. Salieron lágrimas de sus ojos y se mordió los labios. También sentí en el pene algunas gotas de su orina.
Instintivamente,ella intentó salirse, pero con fuerza retuve su cuerpito sobre mi pedazo.
Permanecí quieto dentro de ella. Su vagina, totalmente mojada, apretó como una media ajustada mi pene palpitante. Ya había olvidado la sensación única de coger una adolescente virgen.
- Tranquila bebé, enseguida vas a sentir que la carne es mejor que tus juguetes… Ahora abrí ycerrá la concha, y movete, arriba y abajo- indiqué.
Gimiendo dolorida, hizo lo que le dije. Al principio, sus movimientos torpes y lentos, pero en menos de dos minutos, su cara se iluminó y aumentó el ritmo de su agujero y cadera. Ya estaba disfrutando, así que estiré una mano para masajear el clítoris, mientras que la otra acarició su vientre,cintura, tetas, brazos.
- ¡Ay qué lindo tío! ¡Me encanta como me la clavás!
- Yo también bebé, me gusta como cogés, tenés una conchita rica ¿Te gusta mi verga?
- ¡Si! ...¡Me encanta! ¡Me estás enloqueciendo!
Sus gemidos se hicieron gritos, mientras aumentó su mete y saca. Sentí hervir la pija y juguitos salieron de su vagina, mojando hasta las sábanas. Sele fue arrebatada por un convulsivo orgasmo.
- ¡¡¡Aaaahhh!!! ¡Soy tu puta!
- ¡Si, mi putita, soy tu macho, sos mi yegua puta!
Sele lanzó otro alarido. Tuvo otro orgasmo, y otro, y otro…
Sentí que ya no podía aguantar más.
- ¡Mmm!, ¡voy a acabar, te voy a dar mi leche!
- ¡Llename de leche papi!
Escuchar a mi sobrinita fue suficiente. La chota explotó dentro suyo y largué el primer chorro.
Inesperadamente, Sele se desprendió y bajó con su boca hasta la pija para recibir los otros lechazos. Luego, sonriente, alzó su rostro y me miró. Sacó su lengua para mostrármela toda enlechada.
Yo busqué su concha con mis manos, recogí sus fluidos y los llevé a mi boca.
Entonces atraje a Sele y uní mis labios a los suyos. Nos besamos locamente, mezclando con las lenguas nuestras acabadas.[/color][/color][/color]
(Continúa: “Por el culo”)
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