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Deliciosa sobrina III

Deliciosa sobrina III

Al abrir la puerta del cuarto de Sele, vi su delgado cuerpito en cuclillas, sentada sobre un grueso consolador.
hermosa
Su pequeña desnudez era deliciosa. El movimiento sobre la goma y su respiración agitada balanceaban sus juveniles senos, mientras que el pubis depilado y la vulva rosada y mojada tenían brillo propio.

Despojado de razón, hirviendo en deseos, sin decir una palabra, avancé hacia mi sobrina con la pija en todo su esplendor, mojada y palpitante.

La coloqué delante de su cara, con el glande rojo rozando sus labios. En ese momento sólo pensé en cogerla, aunque tuviese que violarla.

Sabrosa boquita

Y sucedió lo más impensable. Sele estiró sus dos manos y agarró el tronco. De inmediato abrió su boquita y tragó la poronga, sellando sus labios alrededor, mientras dirigió su mirada tierna a mis ojos.
pendeja

Sentí la cálida humedad de su boca, su lengua jugando con mi pedazo, sus labios succionando… Su mano derecha tomó delicadamente los testículos y la izquierda acarició mis nalgas. La expresión de sus ojos cambió, denotando placer y lujuria.

Su saliva y mis fluidos preseminales hicieron que la pija navegase dentro de su boca, y cuando sus labios la soltaron un instante, los líquidos se derramaron formando un viscoso hilo.

- ¡Chiquita hermosa! Vos no sos la Sele que conozco… - exclamé confundido.
Sonriente, dejó de mamarme.

- Si tío… Soy Sele, tu sobrina… La misma que viste en mi computadora…

- Ehhh… Yo no vi nada… - mentí.

- Pero decime la verdad: ¿te gusto? – apuró la hermosa, mientras se incorporó, sacándose el consolador, pegó su cuerpo contra el mío y buscó mis labios.

Fue el beso más dulce sentido en años. La mezcla de su caliente aliento juvenil y mis jugos hicieron que mi lengua buscase la suya, en tanto que involuntariamente una mano bajó a su concha y la otra al culo.

Tras separarnos, Sele expresó:

- No me contestaste…

- ¿Qué cosa?

- ¿Te gusto? ¿Me vas a hacer tu mujer?

- Sele, ¡por supuesto qué me gustás! Pero… ¡Sos mi sobrina, y te llevo 34 años…!

- A mi eso no me importa, yo estoy enamorada de vos… Te deseo… Amame…

Escuchar las insólitas palabras y ver junto a mí, desnuda, a una belleza de 18 años, me hicieron sentir que estaba soñando, delirando. No podía ser real. A mi edad, el único modo de intimar con una pendeja preciosa era pagando. Retrocedí dos pasos, sacudí la cabeza, cerré mis ojos. Al abrirlos, la hermosa jovencita, Sele, mi sobrina, continuaba delante.

- Si mi amor. Vas a ser mia… Voy a ser tu hombre… - sostuve enfático, y levanté su liviano cuerpo en mis brazos para llevarla hasta mi cama.

Delicia mojada

Dejé a Sele en el medio del lecho, boca arriba; le pedí que flexione sus rodillas y abra sus piernas. Impresionante el espectáculo.

Me fascinan las conchas –gordas, apretadas, abiertas, con clítoris grandes o escondidos, peludas, depiladas, arrugadas o adolescentes- y desde los 15 años aprendí a comerlas. En mi etapa universitaria compartí una vivienda con una linda amiga lesbiana, que me enseñó como hacen entre ellas para darse placer, atendiendo las diferentes formas de vulvas.

El tesorito de Sele era uno de los más bonitos. Su conchita era bella.

Me coloqué delante de la cama y avance gateando hasta poner mi boca sobre sus pechos duros. Los pezones estaban erectos y los lamí y mordisqueé. Ella tensó su silueta, curvó la espalda, tomó mi cabeza entre sus dedos y lanzó gemidos de placer. Mis labios fueron descendiendo, mientras mis manos recorrieron las tetas, axilas, cintura. Y llegué a su suave, húmeda, caliente, lampiña vulva.

Levante mi cara y contemplé un paisaje encantador. El clítoris prominente asomando entre los labios menores y los mayores abultados por la excitación. Sele había dicho que era virgen y nunca había cogido. Entonces, el tamaño y elasticidad de su agujero obedecía a las pajas que se daba con consoladores.

Descendí a la maravillosa cuevita con la boca abierta al máximo, intentando cubrir toda la concha.
paja
Esta técnica me rindió excelentes resultados con mujeres más grandotas que la pendeja.

Sin embargo, pese al pequeño cuerpo de Sele, su vulva era generosa. Dejé salir mi aliento caliente sobre el clítoris y la vagina, mientras que una mano acarició su vientre y tetas y un dedo de la otra invadió sin resistencia su hoyito. La nena comenzó a agitarse y gemir, y soltó:

- ¡Ay tío!, ¡qué cosa más rica! ¡Me volvés loca! Ummm… Más, chupame más; ufff, comeme, soy tuya, toda tuya… Esto es más rico que pajearme…

- ¿Te gusta que te coma la conchita? ¡Recién empiezo Sele!

Su respuesta fue arquear el cuerpo y gritar, mientras largó sus jugos. El intenso orgasmo que tuvo inundó mi boca, lo que más me gustaba: provocar placer con la fellatio, beber los líquidos que salen de la conchita, enchastrarme toda la cara hasta casi ahogarme. Otros dos espasmos la agitaron.
pajera

Confesiones


Con la boca llena de los sabrosos fluídos, subí hasta sus labios y la besé con delicadeza, haciéndole sentir mi saliva mezclada con sus jugos.

- ¡Qué lindas acabadas tuviste! ¡En menos de diez minutos! Se me hace que ayudan las pajas que te hacés… ¿Desde cuando disfrutás solita? ¿Cuántas veces te masturbás?

- Desde hace dos años, y no solita… Me enseñó una amiga… Ahh.. y cuantas veces, dependía, pero casi todos los días… entre dos y cuatro… ¿Te puedo hacer dos preguntas?

- Claro, decime. Pero después contame como es eso de la amiga que te enseñó…

- El año pasado, cuando nos visitaste y después de que me miraste en bikini mostrándote mi cola, no te vi por una hora ¿Te gusté? ¿Te fuiste a pajear por mí?

Tal como había sospechado un año atrás, la pendeja a propósito se había exhibido ante mi, y sabía que me había excitado.

- Desde esa tarde que te deseo… Y si… por mirar tu culito se me puso al palo y fui a hacerme una paja.

- ¿Una sola te hiciste por mi? ¡Qué desilusión!

- Y esa noche me hice otras dos, y en el último año, varias… ¿Quién te enseñó?

- Carla, una compañera de la secundaria, tenía un año más que yo, hermoso lomazo, muy tetona; iba todos los días a casa. Al tiempo me dijo que estaba enamorada de mí… Una noche se quedó a dormir, ella en una cama al lado de la mia. Todavía estaba despierta cuando escuché como ella suspiraba y movía debajo de las mantas. Le pregunté que le pasaba y, destapándose, la vi desnuda y metiéndose un consolador. Bueno, para hacerla corta, se cruzó de cama, me masturbó, y empezamos a hacerlo juntas…

- Pero… entonces, ¿te gustan las chicas? ¿sos lesbiana?

- ¡No! Si sería lesbiana no estaría enamorada de vos, ¿no te parece? Con Carla la pasamos lindo, nada más… Además, gracias a ella, soy virgen… Y vos vas a ser el primero…

- ¡Ah, bueno… ¡Gracias Carla! –ironicé- Supongo que fue ella la que te dejo tan abierta la concha…

- Y el culo… –agregó Sele, sonriendo.

- Vamos a tener que probar lo que hizo Carlita… -sostuve.

Descendí para besarla, chupar los pezones, frotarme lentamente sobre su concha y clítoris
.


(Continúa: “Por todas partes”)

1 comentarios - Deliciosa sobrina III

GamaBomb +1
que buena sobrina hehe muestra mas de ella, esta tremenda! van puntos