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Crónicas de la facultad: Pam en la playa

Crónicas de la facultad: Pam en la playa

Ser estudiante de biología trae consigo varias ventajas. Una de ellas son las prácticas de campo, las cuales te permiten ir a lugares increíbles de México y gozar unos días de turisteo bajo en amplio contexto de la investigación científica.

En esa ocasión íbamos a la costa de Veracruz y nos quedaríamos allá por tres días, hospedándonos en una estación biológica. Ya había ido una vez allá. Era un lugar precioso, plagado de palmeras y árboles selváticos y una playa extensa en los territorios de la estación. Un lugar casi paradisiaco para ir a hacer investigación. Pero en esos momentos, en el camión, no podía dejar en una sola persona: Pam. Era una chica hermosa, de veinte años, de tez morena-bronceada. Su rostro era dulce y alegre, con ojos pequeños y demasiado expresivos. Su cabello corto y castaño le daba un aire rebelde y su actitud misteriosa, pero amigable, la hacía una chica demasiado atractiva. Claro, además de su cuerpo. Éste no tenía nada sobresaliente a primera vista. Sus pequeños pechos a  penas y sobresalían de su ropa y sus nalgas a duras penas llenaban sus pegados jeans. Sin embargo, su figura (junto con su rostro) era de sus mayores atractivos. Hacía mucho ejercicio, por lo cual, su delgado cuerpo estaba muy bien tonificado y con curvas muy bien marcadas. Su trasero era firme.  Su abdomen, el cual lucía a veces con pequeños tops, estaba deliciosamente moldeado y plano. En su ombligo lucía un pequeño piercingplateado.

Estábamos en el mismo grupo y nos conocimos desde inicios de semestre. Desde ahí hubo algo entre nosotros. Platicamos mucho por mensajes en Facebook. Era muy divertida, sarcástica e irónica. En nuestra primera cita nos besamos. Justo cuando las cosas parecían tornarse románticas,hubo un giro brusco hacia lo caliente. Comenzamos a ser muy poco discretos,incluso en la misma facultad. Nuestros besos se tornaron más hambrientos y húmedos, mientras metía mis manos en su blusa para tocar su piel y prenderla.Acariciaba sus nalgas en cada uno de los incontables fajes que tuvimos. Mis manos hurgaban su brasier en busca de sus tetas, acariciando suavemente sus pezones mientras ella, susurrando en gemidos, me pedía más. Mis dedos se removían en sus jeans, apartando su tanga y acariciando su vulva deliciosamente húmeda. Ella se limitaba a morderse el labio inferior, ahogando sus gemidos.

Y así fue, hasta que las cosas fueron apagándose poco a poco. Nunca llegamos acoger, realmente. Eso realmente me frustró. Ella me prendía de una manera tal que aún me hace temblar. De la nada fuimos perdiendo contacto por Face. Platicábamos poco en persona. Aveces sólo del trabajo de la materia. Aquello me pareció la mierda más anticlimática del mundo. Sin embargo, me resigné. La práctica de campo estaba próxima, lo cual me ilusionaba. Habría, sin lugar a dudas, un lugar paradisiaco, diversión desenfrenada, probablemente alcohol, y muchas chicas en bikini. Sonaba como la fórmula del éxito.

No obstante, desde que habíamos subido al autobús, la actitud de Pam hacia mí fue muy rara. Volvimos a hablar como antes y de nuevo hubo un atisbo de esa química pasada. Como si nada hubiera pasado. Fue extraño, pero no me quejé. Llegamos a Veracruz y comenzamos cuanto antes el trabajo. Recorrimos la selva y la ensenada de la playa bajo el ardiente sol. El ambiente era cálido y húmedo, casi asfixiante. Yo no me quejaba; me encanta la naturaleza y caminar. Sobre todo me encantaba bromear con Pam, mientras veía cómo las perlas se deslizaban hacia el interior de su escote y su delgada blusa se traslucía, dejando ver su escultural figura.

Así pasó el día. Nuestro grupo se quedó hasta las diez de la noche en la playa,trabajando aún. Fue un día excelente. De regreso a la estación, íbamos en dirección a los complejos habitacionales para descansar del día y continuar con la ventura mañana. No obstante, Pam y yo nos quedamos atrás un momento. Sentí esa tensión de antes, y sin pensarlo mucho me lancé a besarla con la misma hambre que lo hacíamos antes. Ella me correspondió de igual manera. Lo curioso es que después de eso, volvió a mostrarse fría conmigo el resto de la noche,sin razón aparente. Mierda, yo me quedé frío de nuevo. De nuevo todo había sido tan anticlimático. No obstante, decidí no desmoralizarme. Traté de tomarlo bien. Por ello me dispuse a platicar con un muy buen amigo mío hasta la madrugada, platicando de nuestras aventuras de ese día. Sólo hicieron falta un par de cervezas.

La mañana siguiente transcurrió de manera muy normal. Los recorridos fueron casi iguales, y a pesar de que los disfruté, no fue lo mismo del día anterior. Eso hasta que tuve que hacer una práctica con unos compañeros y Pam. Tuvimos que meternos a las aguas violentas de la playa. Para ello, las chicas que iban conmigo y los otros tipos se pusieron trajes de baño. Sin embargo, terminé sintiéndome como un idiota morboso cuando vi a Pam en un diminuto bikini que mostraba su figura atlética. En ese momento de me antojó demasiado. Traté de disimularlo.Por suerte mi verga se comportó. No obstante, no podía quitarle los ojos de encima mientras se metía al agua, nadando con la gracia de una sirena,luciéndose ante la mirada de todos los hombres. Sus pezones se notaban bajo la tela mojada del bikini. Las perlas de agua salada acariciaban su abdomen,bajando hasta las zonas que yo quería visitar, más bajas y profundas. Tuve que morderme un dedo para no volverme loco. He de admitir que cometí varias torpezas por distraerme viéndola de reojo o tratando de disimular. Pero tú habrías tenido la misma reacción al verla.

La tarde transcurrió normalmente. Todo el grupo comió y terminó las laborestemprano en la playa. En la noche, me encontraba platicando con unos amigos,mientras fumábamos, contemplando la luna y escuchando el romper de las olas contra la tierra en la estación. Se nos unió Pam, quien encendió a su vez un cigarro. Ella parecía tensa. De igual manera, notaba que no me dejaba de mirar.Ella parecía estar dispuesta a decir algo. Decidí confrontarla.

-Oye, tenemos que hablar.

Ella se limitó a asentir. La tomé de la muñeca y la llevé a una parte más oscura y escondida de la estación. Ahí no había más luz que la luna y muchas palmeras.Nos sentamos en algo que parecía una banca.

-¿Por qué me evades? O por qué a veces parece que me das entrada y otras veces no. La verdad no entiendo qué coño está pasando.

-Es que, la verdad, no sé qué siento por ti. No sé, estoy confundida- se limitó a decirme en un principio, mientras bajaba la mirada.

Posterior a eso, platicamos sobre lo que había pasado antes. No muy a profundidad. Pero sirvió para entender qué carajos había pasado. Después de eso, la plática se relajó mucho. Comenzamos a platicar de banalidades y anécdotas graciosas. Pude sentir la misma química de antes. Pude ver que ella también.

Sin pensarlo, nos volvimos a besar. Comenzamos lento, pero como era de esperarse,las cosas se calentaron pronto. De acariciar su cara y su cabello, mis manos bajaron por su espalda y de metieron debajo de su blusa. Su piel exquisitamente húmeda de sudor se erizó de placer. Ella terminó sentándose frente a mí, sobre mis piernas, rodeándome con las suyas. Su cuerpo se calentó apresuradamente. Mi pene estaba hecho un bloque de hierro al rojo vivo y ella lo notó. Comenzó amover su cadera, de atrás hacia adelante, sobre mi verga. Sentí la calidez y humedad de su entrepierna, aún detrás de su ropa. Mis manos se aferraron a su duro y firme culo. Los dos jadeábamos.

Pero, así como de rápido se prendieron las cosas, se enfriaron. Ella poco a poco me comenzó a dar besos tibios y lentos. Dejó de contonearse y por fin, después de un rato, se levantó de mis piernas, sin mirarme.

Por tercera vez, había quedado frío y con las bolas completamente azules. Pero traté de demostrar que no me afectaba.

-¿Y si nos vamos a dormir ya?- Me preguntó con una ligera sonrisa forzada.

No tuvo más remedio que decir que sí. Ya en las habitaciones nos dispusimos a bañarnos. Ya la mayoría de nuestros compañeros estaban dormidos, por lo que nos movimos con el mayor silencio posible y a oscuras. No hablamos ni nada. Nos metimos en el enorme baño comunal, que aparte de baño también tenía ocho cubículos de regaderas. Pam eligió meterse en el último cubículo y yo en el primero. Mientras me quitaba la ropa llena de arena, no podía dejar de pensar en Pam. Tenía tantas ganas de que cogérmela. Hacía un buen tiempo que nadie me había puesto como ella. Abrí el grifo, pero el agua helada no me ayudo a aclarar mi mente. Me enloquecía el hecho de que ella estuviera a un par de metros de mí, completamente desnuda.Deseaba tocar su piel húmeda.

De repente, una idea salvaje me cruzó por la mente. Mi razón me decía que era,probablemente, la peor decisión que podía tomar. Sin embargo, mi calentura y mi miembro fuertemente erecto me decían lo contrario. Y contrario a lo que siempre hago, decidí escuchar a mi pito esa vez. Salí de mi cubículo haciendo el menor ruido posible. Respirando pesado, estaba delante del cubículo de la chica.

-Oye,Pam. ¿Podría pasar?- pregunté lentamente. Ella reaccionó con un suspiro ahogado de sorpresa.

-¿Para qué?- Preguntó fríamente ella, cerrando la llave del agua.

-No sé… ¿para ahorrar agua?- Probablemente  la respuestas más simplona y estúpida que he dado. Ella no respondió. Quedó en silencio todo. Creí que la había cagado terriblemente. Pensé que esta vez las cosas se iban a hacer más incómodas. Justo cuando me dispuse a retirarme, el pestillo de la puerta de su cubículo se corrió.

Quizás había sido una respuesta idiota, pero había funcionado.

Con un brazo me atrajo al interior. Ya dentro, me abrazó y comenzó a besarme salvajemente. Mientras tanto, cerré la puerta y abrí de nuevo la llave del agua helada. Había que disimular el ruido un poco. Recorrí su piel húmeda y erizada con mis manos ansiosas. Por fuera parecía fría, pero ella estaba tan caliente como yo.Mientras ella metía su lengua en mi boca le comencé a acariciar sus nalgas exquisitamente bronceadas. Deslicé mis hasta sus piernas, ascendiendo por sus caderas, acariciando su abdomen y apretando ligeramente sus pequeños senos,cuyos pezones grandes y oscuros estaban erectos y te invitaban a lamerlos con ternura.Y así lo hice, bajando a besos desde sus orejas, pasando por su cuello  hasta su pecho. Ella lo recibió de buena gana,rodeándome con un brazo la cabeza y mordiéndose el labio inferior. Mientras,una de mis manos acariciaba una de sus nalgas y la otra se dirigía hacia el pubis depilado de Pam y se perdía acariciando su entrepierna. Pam gemía cada vez que rozaba ligeramente su pequeño clítoris. Después de ello, ella hizo que me retirara suave pero firmemente. Nos miramos bajo el chorro de agua. Ella era una pequeña diosa de cuerpo atlético y delicioso. Su piel estaba bronceada por el abrasador sol, excepto en las partes que había cubierto su diminuto bikini. Respiraba pesadamente y temblaba, pero no era por el frío. Me miraba con deseo y yo a ella. Sin aviso, ella comenzó a besarme el torso, bajando por mi abdomen. Yo no me resistí para nada. Llegando a mi pubis, ella terminó arrodillándose. Tomó mi verga erecta entre sus manos y comenzó a masajearlo, masturbándome suavemente.No sé si era por la excitación o de verdad ella sabía hacerlo muy bien.

No duró mucho así; se metió mi verga en la boca y comenzó a chuparla lenta y rítmicamente. Mi cuerpo se puso tenso de placer. Sentir cómo me la mamaba fue lo mejor de todo. Lo hacía con habilidad y hambre. Acaricié su cabello mojado.


-¿Te gusta?- me preguntó traviesamente mientras me miraba a los ojos.

-Me encanta- me limité a responder-. Dale más…

Volvió a lo que estaba haciendo. Su lengua se deslizaba tan bien sobre mi miembro que creí que me vendría por accidente en su boca. Pero no pasó. Incluso después deque ella se metió todo mi miembro a la boca, no me vine. Quería hacer con ella otra cosa.

-Párate- le ordené quedamente, mientras le tomaba con suavidad la barbilla.

Ella se levantó lentamente. En sus ojos se veía el salvajismo con el cual quería desatar su pasión. Nos volvimos a besar locamente. Comencé a dedearla de nuevo.A pesar de que el agua corría aún sobre nosotros, noté que su vulva estaba más lubricada que antes.

Ya era hora.

Sin dejar de besarla la levanté con ambos brazos, sosteniéndola de los muslos. Ella terminó de rodearme con las piernas y brazos. Comenzó a mordisquearme y a lamerme el cuello. Después de unos segundos, ella bajó una de sus brazos. Agarró mi verga con ansiedad


-Ya, hazlo- me ordenó, susurrándome en la oreja, y sin otro aviso, se metió mi pito en su interior. Ambos gemimos. Estábamos tan excitados que no nos importó que no tuviéramos condón. Su vagina estaba tan húmeda, cálida y apretada que no me importó. La sensación de tenerla así, a pelo, me excitó mucho más. Ella recibió mis embates con más que gusto. Se retorcía entre mis brazos, impulsándose de arriba abajo. Mis brazos aguantaron bien, pero después de varios minutos, comenzaron a cansarse. Sin embargo, no podía dejar de cogerla. Fue por ello que salí con ella en brazos, aún con mi pito adentro e hice que se recostara en una plancha de basalto que había en el centro del baño, como una mesa. Pero en ningún momento dejamos de coger.

-¡Dámelo, dámelo!- Rogaba ella entre gemidos, que yo acallaba metiéndole los dedos en la boca. Pam tenía los ojos cerrados y las mejillas sonrosadas. Estaba cerca devenirse. Y con ella, yo también. Sobre ella, podía verla completamente. Verla tan excitada y sumisa de placer me enloqueció. Aceleré el ritmo, ella comenzó a gemir más ay más. Nos dejó de importar que nos escucharan afuera, en los cuartos. Sentí como su musculatura se tensaba, sus piernas me rodearon la cadera con más fuerza. Estaba a punto de venirme cuando ella comenzó a retorcerse debajo de mí con violencia. Se tapó la boca con ambas manos, evitando gritar. Sus pezones eran dos pequeños guijarros morenos. La piel de todo su cuerpo estaba completamente erizada Su cuerpo se puso tembloroso y aflojó sus poderosos músculos. Tenía los ojos en blanco. Una deliciosa humedad, más allá de las gotas de agua, escurrió por mi verga metida a medias dentro de ella.

Ella se había venido bruscamente. Yo sólo lo disfrutaba como el mejor premio de todos.
Nos dispusimos a vestirnos, como si nada, conversando cosas de la práctica. Cosas banales, riendo y bromeando a veces mientras nos secábamos mutuamente. Disfruté cómo Pam se vestía con toda naturalidad con una tanga rosa, un diminuto short y una delgada y holgada blusa. Ella se dio cuenta de cómo disfrutaba del espectáculo.Me sonrió.


-Estuvo muy rico- se limitó a decirme al final. Me dio un ligero beso en los labios y salió del baño.

Yo salí cinco minutos después. Su cama estaba al lado de la mía. Ella ya estaba acostada y probablemente adormilada. Me recosté en mi cama, mayormente satisfecho. Mi cuerpo me exigía eyacular urgentemente, pero estaba demasiado cansado como para escucharlo. Además ya eran las dos de la mañana. Por ello me dormí rápidamente,a pesar del calor y los mosquitos.

Me desperté a las cinco y media de la mañana y mi pene estaba hecho un diamante.Entre sueños, esa urgencia de venirme no se había disipado. Volteé a mi izquierda y vi que Pam estaba despierta, viendo su celular. Cuando notó que estaba despierto, me saludó con una sonrisa.

-¿Dormiste bien?- Me preguntó con un susurro.

Yo me limité a asentir todavía adormilado. Quitándome las sábanas de encima,rascándome las ronchas que los malditos insectos me dejaron.


-Pues apenas está amaneciendo. ¿Y si vamos a ver el amanecer?- me preguntó Pam de lanada. La volteé a ver a los ojos y pude leer otras cosas en ellos. Por supuesto que acepté.

Recibimos el alba cogiendo duro y salvajemente en la playa, sobre una toalla en la arena.Y sí, esta vez iba preparado con condones. Y sí, esa vez pudimos gritar y gemir tan fuerte como quisimos. Estábamos medio vestidos: ella con su holgada blusa y su tanga medio removida y yo sólo con mi bóxer.  Pam me montaba con frenesí. Sus jadeos eran ahogados por el romper de las olas y el viento se los llevó más adentro. Me aferraba de sus pequeñas tetas debajo de su blusa y acariciaba sus pezones.


En una movida, hice que lamiera mi dedo índice. Posterior a ello, y haciendo más aun lado su ropa íntima, se lo introduje en el ano. Para mi sorpresa, lo recibió de muy buena gana. Me miró a los ojos lascivamente.

-Así, así… ¡mételo todo...! - Rogó Pam en suspiros.

No aguanté por mucho. Justo cuando estaba a punto de venirme, ella se levantó sacando mi verga de su interior. Me arrancó el condón y comenzó a masturbarme rápidamente. Exploté unos segundos después, bañando su perfecto abdomen con mi semen. Fue tanto que incluso yo terminé manchado con mis propios fluidos No había tenido orgasmo tan intenso que llegara a dolerme. Ella comenzó a reírse con ganas, mientras seguía masajeando mi verga con maestría.

-Wau, vaya… eso fue poderoso- dijo entre risas, lamiéndose unas cuantas gotas de mi leche que le habían llegado a la cara-. ¿Desde cuándo te estuviste aguantando?

Por mi parte, igualmente comencé a reírme.

-Ya llevaba tiempo. Toda era para ti.

Terminamos con ella recostada sobre la playa y yo con la cabeza entre sus piernas. Fue uno de los orales que más me gustó dar. Probar su vulva inflamada, húmeda vulva y su pequeño clítoris hinchado fue lo mejor. Ella lo recibió gritando de placer. Cuando le metí por segunda vez el dedo en el culo, su cuerpo se tensó y se puso tembloroso.

Había tenido otro poderoso orgasmo. A mí me supo a gloria.

Estuvimos besándonos por varios minutos, acariciándonos todavía con lascivia. Ella estaba sentada sobre mí. Una pequeña duna nos sirvió como diván. Nos deseábamos aún. Creí que terminaríamos por coger por tercera vez. Realmente lo llegué a desear.

No obstante, nos detuvimos abruptamente recordando que el camión partía a las siete treinta y sólo faltaban quince minutos. Nos vestimos rápidamente y nos fuimos corriendo hacia las habitaciones. A la carrera, metimos todas las cosas a nuestras maletas mientras nos cambiábamos a nuestra ropa común. Disfruté vera Pam en tanga por una última vez.

Llegamos al autobús diez minutos después de la hora establecida. Nadie de nuestro grupo de fijó en nosotros. Los profesores preguntaron que por qué habíamos tardado tanto. No había respuesta válida, pero ellos tampoco la necesitaron.

Partimos de nuevo hacia la ciudad. Pam se sentó, como si nada hubiera pasado, en los asientos que estaban delante de los míos. Y no dijo nada más.
En el transcurso, todo volvió poco a poco a la frialdad de antes. a lo mucho ella se sentó a mi lado y se recostó sobre mí después de unas horas de viaje.Terminó durmiéndose mientras escuchábamos thrash metal. Llegando a la ciudad y antes de que todos regresáramos a casa, Pam y yo nos despedimos. Sólo nos abrazamos y nos dimos un ligero beso en la mejilla. Ella me sonrió por última vez.

-Qué pasó entre ustedes dos, eh?- preguntó una amiga con mirada taimada, sonriendo.Los dos regresábamos en metro a nuestras casas.

-Nada- respondí riendo-.Nada fuera de lo común.

Después de eso, no volvimos a hablar Pam y yo. No me buscó y yo no la busqué a ella más.A veces la veo en la facultad. A veces la saludo cuando la encuentro. Cada vez que pasa eso, recuerdo lo que pasó en Veracruz.

No me decepciono ni nada. Después de todo, lo cogido nada nos lo quitará.


Gracias por leer

4 comentarios - Crónicas de la facultad: Pam en la playa

dantraloco +1
Buen relato, a veces las cosas se dan así, un buen par de polvos y a otra cosa, no hay más
Van ocho puntos
9874s +1
Esto esta mejor escrito que los relatos del gráfico... postea más

Saludos!
rlopez21 +1
¡Excelente relato! También soy bióloga y no puedo creer cuanta agua desperdiciaste, jaja. Que rico ha de haber estado. +10 (;
RPG2525
Oh, qué genial, muchas gracias, jaja. Es cuirioso encontrarse con una persona que estudió lo mismo que uno y entiende lo rico que pueden ser las prácticas de campo.