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Franco, el del rapidito...



Imagínense el momento. Jueves por la noche, después del gimnasio. Estoy en la cocina, picando unas verduras, escuchando Maná, relajada y tranquila, sin pensar en nada más que no sea disfrutar de una cena en familia.
Llega mi marido, y se acerca a saludarme, preguntándome que tal estuvo mi día. Le digo que bien y le pregunto por el suyo. Me cuenta algunas vicisitudes sin demasiada importancia y entonces me suelta la bomba.
-Ah, Gloria y Franco nos invitan a cenar-
No me corté el dedo de milagro.
-¿Quienes?- lo interrogo como si no supiera.
-Los que estuvieron la otra vez en la quinta, los amigos de Laura y Nacho- me refresca la memoria mi marido.
Por supuesto sé muy bien de quiénes se trata. ¿Como olvidar a quién me cogió de parada contra un árbol y encima me acabó adentro?
-Parece que les caímos bien- comenta ingenuamente mi marido mientras me ayuda a poner la mesa.
"Sí, sobre todo yo", pienso.
-¿Y quién te llamó, él, ella?- le pregunto curiosa.
-Él, aunque me dijo que fue idea de Gloria que nos juntáramos-
Por más que tratara de deslindar responsabilidades, sabía muy bien a quién se le había ocurrido semejante despropósito.
Esa noche casi no pude dormir. ¿Que mierda pretendía al invitarnos? ¡En su casa, y con mi marido y su esposa de por medio! 
Si me hubiese contactado a mí lo entendería, después del polvo que nos echamos era casi lógico y hasta razonable, pero todos juntos... Incluso admito que después de ese fin de semana estuve esperando un llamado suyo. Fantaseaba con que consiguiera de algún modo mi número, y nos encontráramos para seguir dándole duro en el telo más cercano. Pero ese llamado nunca llegó. Ya casi me había resignado a no verlo de nuevo hasta que mi marido me sale con ésta noticia.
Sin embargo las circunstancias en que se produciría éste nuevo encuentro no eran de mi agrado. Demasiada exposición. Si bien es cierto que apenas nos conocemos, después del polvo que nos echamos en la casaquinta, entre nosotros había quedado cierto feeling que no podríamos ignorar.
Hay ciertas señales, como la mirada o la forma de hablarse que revelan que dos personas han cogido. Ya me había pasado algo similar con Diego y no quería repetir la historia, pero tampoco podía rechazar la invitación sin una buena excusa.
Así que mientras mi suegra se queda cuidando al Ro, con mi marido vamos a lo de nuestros nuevos amigos llevando el vino de rigor. 
Cuando llegamos a su casa, un coqueto dúplex en Montevideo y Quintana, nos reciben muy atentos y efusivos, aunque, por suerte, no alcanzo a notar de parte de Franco ningún gesto ni señal que pudiera prestarse a mal interpretación alguna.
La cena transcurre normalmente, con la charla típica de estos encuentros. Política, fútbol, religión y las actividades de cada uno. Gloria es diseñadora de interiores y Franco arquitecto.
En cierto momento, mientras Gloria le muestra a mi marido distintos amoblamientos de oficinas, Franco me propone mostrarme su estudio que está en la planta superior.
-¿Este edificio lo hiciste vos?- le pregunto con una copa de champán en la mano, observando los planos de un reconocido edificio de Puerto Madero.
-Yo lo diseñé, pero hacer, lo hizo la constructora- me corrige, y sin agregar una sola palabra más, se me acerca por atrás, y me apoya en una forma que me hace soltar la copa.
Menos mal que el piso está alfombrado, sino hubiésemos alertado a los que estaban abajo de que algo sucedía por encima de ellos.
-Perdoname, no se que me pasó- me disculpo agachándome para levantar la copa y limpiar de alguna manera el derrame. 
El caso es que al inclinarme, el escote se me hace mucho más pronunciado, lo cual, obviamente, atrae aún más su mirada.
-No tenés que disculparte- me dice agachándose frente a mí, y agarrándome de las manos hace que me levante.
Nos miramos por un breve, brevísimo instante y como quién no quiere la cosa, nos besamos. Sí, nos comemos la boca con mi marido y su esposa tan solo a unos pocos metros.
-¡Franco, no!- lo aparto de un empujón, suave pero firme.
-Perdoname, te pido por favor que me perdones, no me pude resistir- se lamenta, aunque yo también haya puesto bastante de mí para que ese beso ocurra.
-No podemos..., mi marido, tu esposa..., ahora no podemos- le digo en un susurro, frenándole el arrebato aunque sin arrebatarle del todo alas esperanzas.
-¿Y después, mañana, otro día?- se entusiasma.
-Prestame tu celular- le digo decidida.
Me lo presta. Dígito rápidamente y se lo devuelvo.
-Ahí tenés mi número, llamame mañana después del mediodía, voy a ver si me puedo escapar de la oficina. Si puedo podríamos vernos- le propongo.
-Sí, cuando quieras, no tengo problemas de horario, vos decime y ahí estoy- 
Me gustaba su entusiasmo, aunque es cierto que de no saciárselo, podría terminar resultando peligroso. Esa invitación a cenar era una prueba. Así que lo mejor sería sacarle cuanto antes la calentura.
-Va a ser mejor que volvamos- le digo rumbeando ya hacia la puerta.
Retornamos al piso inferior, dónde nuestros respectivos cónyuges se encuentran disertando sobre las bondades de los jardines de invierno.
Ya es casi medianoche cuando nos despedimos, prometiéndoles devolverles el agasajo lo más pronto posible. 
-Buena gente, ¿no? A mí me agradaron, ¿a vos?- comenta mi marido ya en el auto, de regreso a casa. 
-También, pero me imagino que te agrado más Gloria, los vi charlando muy entretenidos- le digo mirándolo de reojo.
-Bueno, es que no quería que se diera cuenta que desapareciste con su marido durante un buen rato- me retruca mirándome del mismo modo.
-¡Ufffff...! No me hagas acordar, creo que me mostró hasta los planos que hacia en el industrial, pero más allá de eso, sí, me cayeron bastante bien-
Al otro día, viernes, pasados unos minutos del mediodía, recibo el llamado de Franco. Ya había arreglado para retirarme más temprano, por lo que le digo que me pase a buscar por la esquina del trabajo. Cuando llego al lugar acordado, ya está allí, esperándome en una reluciente 4 x 4. Me subo del lado del acompañante y lo saludó comiéndole la boca con arrojo y decisión.
Obvio que de ahí nos vamos directamente a un telo, ya que ninguno de los dos puede aguantarse ni un solo minuto más. Si fuera por nosotros garcharíamos ahí mismo en la camioneta, pero si nos sorprende la policía, ¿como se lo explicaríamos a nuestras parejas?
En lugar de infringir la ley me lleva a un telo que está en Darwin y Niceto Vega, junto a las vías del tren, a una cuadra del puente de la Juan B. Justo. Un lugar discreto, alejado del trajín céntrico, ideal para la trampa. Podríamos haber ido a alguno más cercano, pero por la familiaridad con que se maneja me da la impresión de que es habitué. 
Cuando entramos a la suite ejecutiva que, precavido, había reservado de antemano, nos encontramos con una botella de champán y dos copas sobre el frigobar. 
-¿Un brindis?- me pregunta sacándose el saco y preparándose a descorchar la botella.
-¿Y por qué brindamos?- le replico quitándome también el abrigo.
-Por nosotros, por éste momento, y los que vendrán...- repone haciendo saltar el corcho con un fuerte estruendo.
La espuma se derrama y me ofrece el pico de la botella para probarla, cuando lo hago retira la botella y me besa, degustando la espuma del champán directamente de mis labios. 
Llena las copas y brindamos. Ninguno dice nada, solo nos miramos, como la noche anterior en su estudio, como dos cazadores al acecho de su presa.
Dejamos las copas y tomándonos de las manos vamos hacia la cama. Nos sentamos en el borde y nos besamos, ávida, lasciva y urgentemente. Una de sus manos se desliza por entre mis piernas, que se abren y le ofrecen, sin peaje alguno, la entrada al Paraíso. Elude con los dedos la tanguita y me acaricia la concha en una forma que me hace estremecer. 
Ya estoy mojada, que duda cabe, por lo que saca los dedos completamente empapados en mi néctar y se los chupa, dándomelos luego a mí para que también se los chupe.
-¡Estás riquísima...!- me dice volviéndome a meter los dedos.
Me tiendo de espalda a lo ancho de la cama y me dejo hacer, disfrutando la profunda exploración a la que me somete.
A los dedos le agrega su lengua, la cual se desliza a todo lo largo de mi tajo, lamiendo esa humedad de la cual es absoluto responsable. Me muerde los labios, el clítoris, poniéndome en un estado desesperante. 
Entonces se levanta, se quita la ropa y ya desnudo, me ofrece su formidable erección. Me vuelvo a sentar en la cama y agarrándosela con las dos manos, se la chupo con todas mis ganas, sorbiendo hasta el ultimo pedazo de virilidad.
Dentro de mi boca se pone mucho más dura todavía, hinchándose y palpitando de esa forma que promete no una sino varias alegrías.
Me levanto y me pongo en bolas, lo empujo sobre la cama, haciendo que caiga de espalda y me le subo encima, pero al revés, formando un excitante 69. Le acomodo la conchita en la boca y le vuelvo a comer la pija hasta los pelos, tratando de empujarla lo más adentro posible de mi boca, ahogándome de carne como a mí tanto me gusta.
No se la suelto, la mantengo en mi paladar, ofrendándole la humedad de mis labios. Él a su vez me retribuye con la suya, buceando con la lengua entre mis nalgas, llegándome cada vez más profundo, saboreando todo mi interior como quién disfruta de la pulpa de un fruto maduro.
Siento como me chorrea la concha y no solo por la saliva de Franco, sino también por mis ganas, por mi calentura, que fluye en forma caudalosa e incontenible. 
Entonces le suelto la pija, y sacándole el caramelito que se deshace en su boca, avanzo un par de pasos con las rodillas y aún de espalda, me acomodo la cabeza entre los labios, los de abajo, que enseguida la absorben con suficiencia.
Ya habíamos cogido sin forro la vez anterior y hasta me había acabado adentro, por lo que no tenía sentido que nos cuidáramos ahora.
Así que me voy sentando sobre él, lenta, pausadamente, disfrutando esa sensación de apertura que su carne ejerce sobre la mía.
Cuando ya la tengo toda adentro, impregnándome con sus propios fluidos, me empiezo a mover arriba y abajo, exhalando un ahogado suspiro cada vez que me rebota contra el fondo.
Excitado a más no poder Franco me agarra de las caderas y manteniéndome bien sujeta, empuja su pelvis hacia arriba, haciéndomela sentir mucho más adentro todavía. Cada golpe me conmueve hasta el alma. Me sacude y remece como si mi cuerpo estuviera a punto de desarmarse.
Me miro en los espejos de la pared y el techo y me veo a mí misma, cabalgando, las piernas abiertas devorando una y otra vez la parte primordial de un hombre, mis pechos sacudiéndose frenéticos, mi rostro congestionado de placer. Así me gusta estar, gozando, disfrutando, totalmente entregada a la sensualidad.
De volver a nacer me gustaría ser una geisha, entrenada y dedicada al disfrute de los sentidos. O una escort, si me toca nacer de nuevo en Argentina, jaja.
Sin dejar de mirarme, atenta a cada gesto, a cada inflexión de mi propio cuerpo, a la forma en que su pija se introduce en mi concha, sigo moviéndome, frenética, desesperada, queriendo metérmela con huevos y todo. Durante ese instante, lo que dura un parpadeo, es como si me hiciera el amor a mí misma, prescindiendo del hombre, aunque no de su órgano vital. Pero enseguida vuelvo a reparar en mi amante, en sus propios gestos y suspiros, y prosigo con la jineteada, sintiéndolo en toda su magnitud, deslizándose en esa forma que me resulta tan indispensable.
Al principio me deja hacer, permitiendo que sea yo la que maneje el ritmo de la penetración, pero de a poco se va apoderando del control, agarrándome de la cintura y empujando hacia arriba.
-¡PLAP - PLAP -PLAP - PLAP...!- estallan nuestros cuerpos con cada golpe, golpes que son acompañados por un sonido acuoso, producido por la humedad en que ambos estamos impregnados.
El polvo ya esta ahí, el suyo y el mío, latiendo apremiante en las puertas de mi sexo; urgente, impetuoso, necesario. Por un momento me distraigo evaluando si dejar que me acabe adentro o afuera, pero enseguida me doy cuenta que ya es tarde para tales consideraciones, porque es Franco quién decide, y manteniéndome bien sujeta contra su cuerpo, me llena la concha de leche.
Entre plácidos y arrobadores suspiros, me quedo ahí sentada, refregándome contra su pelvis, bien clavada en esa poronga que me quema por dentro con su vívida descarga.
-Si seguimos así vas a terminar haciéndome un hijo...- le digo luego, recostándome a su lado, recordando nuestro último encuentro en la casaquinta, cuando también me acabó adentro.
Tras un beso que sabe a agradecimiento, se levanta y vuelve a llenar las copas. Regresa con ellas a la cama y me propone un nuevo brindis. 
-¡Por que nuestros polvos siempre sean tan maravillosos!-
Brindamos, bebemos el champán y volvemos a besarnos. Luego agarra mi copa y junto con la suya la deja sobre la mesa de noche.
-¿Sabés? Hay algo de lo que me quede con ganas aquella tarde en la quinta- me dice intrigante.
-¿De qué?- le pregunto imaginando ya a que se refiere, ya que no existe tipo que no me lo pida.
-Me quede con ganas de hacerte la cola- me susurra al oído, como si fuera algo que no estuviera acostumbrada a escuchar.
-¿Y sabés qué?- le replico sonriéndole incitante -Yo me quede con ganas de que me la hagas-
 Mientras hablábamos de culitos y de entregas, yo le estaba acariciando la pija, así que entre la charla y el manoseo se le puso como un cañón.
-Además sería una pena desperdiciar esto, ¿no te parece?- le digo en obvia alusión a la rígida y descomunal erección que palpita entre mis dedos.
Me pongo en cuatro, me escupo en la palma de la mano y lubricándome con esa misma saliva el agujero del culo, lo muevo tentadoramente de un lado a otro, entregándoselo para que se saque las ganas.
A través de los espejos veo como se coloca tras de mí, de rodillas, y me la pone justo en la entrada. Me agarra de la cintura y empuja hacia adentro, haciéndome jadear de gozo y satisfacción a medida que me lo va abriendo.
Dominando a la perfección los músculos anales relajo mis partes lo más que puedo, dejando que la hermosa pija de Franco ingrese sin problemas en mis cavidades posteriores.
¡Que gusto! ¡Que placer! ¡Que lindo que te den por el culo de esa manera! Es algo..., no sé..., incomparable. 
Me deshago de placer al sentirlo bombeándome con todo, liquidándome, abrumándome, masacrándome con unos combazos largos y profundos, fuertes y concisos, que parecen llegarme hasta las entrañas.
Como los demás es un polvo único, excepcional, de esos que te dejan como desmayada, como si te hubiera pasado un camión por encima.
Esta vez me acaba en el culo, regándome los intestinos con un torrente vivo y caudaloso, un manantial de esperma que me nubla los sentidos. 
En pleno delirio extático se derrumba sobre mí, con todo su peso, jadeando complacido mientras se refriega ampulosamente contra mi cuerpo.
Cuando se levanta, yo todavía me quedo ahí tirada, ronroneando como una gatita, sintiendo como de a poco la leche que me dejó en el culo comienza a supurar hacia afuera.
Luego, tal como es mi costumbre después de un buen polvo, me ducho con él, entre besos y caricias que parecen no tener fin.
Apenas salimos del telo me pregunta donde quiero que me deje. Vivo en Parque Patricios, así que le pido que me acerque hasta alguna estación de subte, que de ahí me arreglo. Agarra Niceto Vega, Juan B. Justo y me deja en la estación Palermo de la línea D. Combino con la H y en no más de cuarenta minutos estoy en casa. Bien culeada, como una mujer como yo se merece... ¿Acaso alguien piensa lo contrario?




 

15 comentarios - Franco, el del rapidito...

estecanl03
Espectacular relato... Me calentó muchísimo Algún día espero conocerte...
MIsko-Jones
gran relato como siempre y tu culito no se podia salvar es que tiene un iman para las pijas

saludos Misko
lucasmdq84
excelente relatoo! quede al palo mal!
AeroForceOne
Y eso porque todavia nunca te culie yo mari... "caravelle" trampero único! Besos
lolo41
Muy bueno van puntos 👏
dantraloco
El único que puede pensar lo contrario sería tu marido jajajajjaja Pobre cornudo.
Buen relato, van diez puntos
voyeur18
Putisima como siempre +10
SicKmeb
Me encanta como escribís! Hasta pude imaginarte volviendo a tu casa "bien culeada" como te mereces... Excelente!
Elpndjomacho
como siempre tus relatos son excepcionales!! tus descripciones, tus emociones, todo en el relato, una de las mejores de P!! Uno ademas con esa descripciones tan exhaustivas y valorativas....imagina muchas escenas, sencillamente genial!!! te dejaria mas pero solo puedo +10
ruso201784
espectacular!!!!!! quisiera ser franco y darte hasta morir!!!
Loza_Kyle
Sin palabras como me gustaria que estes en Cordoba para las vacaciones y poder conocerte te haria delirar y pasar las mejores vacaciones de tu vida HERMOSA!!!!!
sfdk
Q bueno!! Por más mujeres así de putita!!😍😍
borracho_tuerto
Las perlitas de Mary


"mi rostro congestionado de placer. Así me gusta estar, gozando, disfrutando, totalmente entregada a la sensualidad.
¡Que gusto! ¡Que placer! ¡Que lindo que te den por el culo de esa manera! Es algo..., no sé..., incomparable.

Bien culeada, como una mujer como yo se merece...
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"De volver a nacer me gustaría ser una geisha, entrenada y dedicada al disfrute de los sentidos"[/i].
No me cabe duda que serías la mejor geisha que jamás haya existido!!
Un gran y muy cachondo relato amiga como ya nos tienes acostumbrados a quienes nos declaramos adictos a tus "garche-aventuras"...jajaja
Quedo a la espera de tu proxima aventura!!
FELICITACIONES querida +10
Besitos
LEON
NachoRove
que bien!!! no hay relato tuyo que no me engome entero, jeje muy bueno, que Escort serias si quisieras, increible!!! Besotes varios!