Buenas. Otra pequeña continuación del relato que va saliendo en cuotas. Aqui las dos primeras:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3026858/Esa-madrugada.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3027310/Esa-manana.html
Me quedé dormido con la tanga de kitty puesta y medio enchastrado de mi leche derramada pensando en ella. El sopor del mediodía me hizo abrir los ojos medio ciegos. Me pesaba la cabeza, casi como si el que se hubiese emborrachado la noche anterior hubiese sido yo.
Miré la hora en el reloj despertador digital de la mesa de luz. Eran las doce menos veinte. Recordé que en minutos tenia mi cita mensual del primer sábado con Mika. Ella había sido mi novia hacía años antes de irse a vivir a Suecia donde formó una familia escandinava y trabaja en sistemas. Esos sábados son religiosos para nosotros y no podía faltar. Sven, el marido sueco no sabe de nuestros pequeños encuentros furtivos. El primer sábado de cada mes es el momento que sale con sus tres hijos rubios por ahí a hacer vida de padre e hijos y Mika queda sola en casa, suelta de complicaciones. Charlamos, nos decimos que nos extrañamos, nos mostramos las partes y nos pajeamos a la distancia. Una vez por mes. Escondidos y virtualmente.
Fui a la cocina y me hice un jugo de naranjas exprimidas. Cuando lo terminé me senté frente a la compu y prendi skype. Ella estaba esperándome así que me llamó ni bien me vió conectado.
- Hola! Estas en bolas?
- jajaja, si. En realidad no, mirá.- le dije y me levanté mostrándole la tanga que todavía llevaba puesta.
- Otra vez? Emi, eso no te hace bien. - me dijo reprendiéndome.
- A mi me gusta así como está todo.-
- Si, pero tenés que entender que es algo que no existe.-
- Si existe y no me molesta que vaya y venga. Ella es libre y yo disfruto así.- le contesté cortante y sin dar lugar a mayor discusión.
Ella no quiso seguir insistiendo, evidentemente rendida ante la evidencia de que no iba a dar el brazo a torcer. Seguimos hablando de nuestras vidas. Sus hijos se habían ido al mar con el padre a pasar el día y había estado trabajando un rato antes de encontrarse conmigo.
Yo la puse al tanto de las rencillas de oficina en las que me encontraba enredado en esos días.
Una media hora de charla banal fue suficiente como excusa para pasar a lo que verdaderamente queríamos.
- Estás linda.- le dije haciéndola sonreir.
- Vos estás pasándote con los postres.- me observó certera.
Dos frases más fueron suficientes para que me mostrara las tetas. Sus hermosas tetas pequeñas y con pezones blanquecinos. Se los pellizcaba con la punta de los dedos mientras me pedía que le muestre la verga.
Yo estaba duro como una piedra a pesar del polvo de la noche y la paja mañanera. Su cuerpo siempre me excito. Flaquita, casi sin una gota de grasa. Músculo y piel. Todo en su cuerpo era electricidad, nervio. A pesar de los años y los hijos suecos seguía así. Y tirándose hacia atrás en la silla de la compu me empezó a mostrar la concha corriéndose la tanga.
Yo acerqué la cámara a la verga. Bajaba y subía lentamete la piel haciendo aparecer y desaparecer la cabeza ante su mirada. Ya la empezaba a sentir agitada en los auriculares. Me mostraba su concha de labios gruesos y carnosos. Pasaba su mano sobre ellos y de a poco iba sacando a la luz su enorme clítoris. El clítoris más grande que vi en mi vida. Una pequeña pija dura y carnosa que salía de encima de su vagina. Recordaba lo mucho que me gustaba chupárselo. Ese enorme trozo de piel dura entre mis labios y ella gozando como loca.
Después se empezó a pajear con dos dedos el clítoris y empecé a ver los flujos blacuzcos que salían de su concha caliente. Me decía agitada entre gemidos por el auricular que quería que se la pusiera. Que tenía ganas de sentirme adentro suyo.
Se masajeaba la concha frenéticamente y no paraba de decirme lo caliente que estaba, lo mucho que extrañaba mi poronga. Yo me meneaba la pija recontracaliente sentado frente a la pantalla.
Hasta que acabamos los dos casi juntos. Ella entre grititos calientes y jadeantes y apretándose bien fuerte las piernas.
Nos despedimos hasta el mes siguiente.
Yo me fui a acostar otro rato. Me seguía doliendo la cabeza.
http://www.poringa.net/posts/relatos/3026858/Esa-madrugada.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3027310/Esa-manana.html
Me quedé dormido con la tanga de kitty puesta y medio enchastrado de mi leche derramada pensando en ella. El sopor del mediodía me hizo abrir los ojos medio ciegos. Me pesaba la cabeza, casi como si el que se hubiese emborrachado la noche anterior hubiese sido yo.
Miré la hora en el reloj despertador digital de la mesa de luz. Eran las doce menos veinte. Recordé que en minutos tenia mi cita mensual del primer sábado con Mika. Ella había sido mi novia hacía años antes de irse a vivir a Suecia donde formó una familia escandinava y trabaja en sistemas. Esos sábados son religiosos para nosotros y no podía faltar. Sven, el marido sueco no sabe de nuestros pequeños encuentros furtivos. El primer sábado de cada mes es el momento que sale con sus tres hijos rubios por ahí a hacer vida de padre e hijos y Mika queda sola en casa, suelta de complicaciones. Charlamos, nos decimos que nos extrañamos, nos mostramos las partes y nos pajeamos a la distancia. Una vez por mes. Escondidos y virtualmente.
Fui a la cocina y me hice un jugo de naranjas exprimidas. Cuando lo terminé me senté frente a la compu y prendi skype. Ella estaba esperándome así que me llamó ni bien me vió conectado.
- Hola! Estas en bolas?
- jajaja, si. En realidad no, mirá.- le dije y me levanté mostrándole la tanga que todavía llevaba puesta.
- Otra vez? Emi, eso no te hace bien. - me dijo reprendiéndome.
- A mi me gusta así como está todo.-
- Si, pero tenés que entender que es algo que no existe.-
- Si existe y no me molesta que vaya y venga. Ella es libre y yo disfruto así.- le contesté cortante y sin dar lugar a mayor discusión.
Ella no quiso seguir insistiendo, evidentemente rendida ante la evidencia de que no iba a dar el brazo a torcer. Seguimos hablando de nuestras vidas. Sus hijos se habían ido al mar con el padre a pasar el día y había estado trabajando un rato antes de encontrarse conmigo.
Yo la puse al tanto de las rencillas de oficina en las que me encontraba enredado en esos días.
Una media hora de charla banal fue suficiente como excusa para pasar a lo que verdaderamente queríamos.
- Estás linda.- le dije haciéndola sonreir.
- Vos estás pasándote con los postres.- me observó certera.
Dos frases más fueron suficientes para que me mostrara las tetas. Sus hermosas tetas pequeñas y con pezones blanquecinos. Se los pellizcaba con la punta de los dedos mientras me pedía que le muestre la verga.
Yo estaba duro como una piedra a pesar del polvo de la noche y la paja mañanera. Su cuerpo siempre me excito. Flaquita, casi sin una gota de grasa. Músculo y piel. Todo en su cuerpo era electricidad, nervio. A pesar de los años y los hijos suecos seguía así. Y tirándose hacia atrás en la silla de la compu me empezó a mostrar la concha corriéndose la tanga.
Yo acerqué la cámara a la verga. Bajaba y subía lentamete la piel haciendo aparecer y desaparecer la cabeza ante su mirada. Ya la empezaba a sentir agitada en los auriculares. Me mostraba su concha de labios gruesos y carnosos. Pasaba su mano sobre ellos y de a poco iba sacando a la luz su enorme clítoris. El clítoris más grande que vi en mi vida. Una pequeña pija dura y carnosa que salía de encima de su vagina. Recordaba lo mucho que me gustaba chupárselo. Ese enorme trozo de piel dura entre mis labios y ella gozando como loca.
Después se empezó a pajear con dos dedos el clítoris y empecé a ver los flujos blacuzcos que salían de su concha caliente. Me decía agitada entre gemidos por el auricular que quería que se la pusiera. Que tenía ganas de sentirme adentro suyo.
Se masajeaba la concha frenéticamente y no paraba de decirme lo caliente que estaba, lo mucho que extrañaba mi poronga. Yo me meneaba la pija recontracaliente sentado frente a la pantalla.
Hasta que acabamos los dos casi juntos. Ella entre grititos calientes y jadeantes y apretándose bien fuerte las piernas.
Nos despedimos hasta el mes siguiente.
Yo me fui a acostar otro rato. Me seguía doliendo la cabeza.
2 comentarios - Ese mediodia.