Segunda parte y final del relato “Gozando de las calenturas nocturnas de mi Madre.01”
Después de la ultima sesión de lujuria incestuosa con mamá, dormí profundamente. Desperté a eso de medio día, con la sensación de que las cosas ya no seguirían siendo igual. Y claro, como podría ser eso posible si lo acontecido había marcado en mi el final de una etapa y mi internación en los sórdidos caminos del incesto.
Me levante con una sensación de satisfacción. Descansado y con un gran animo. Salí de mi habitación, moleste a mis hermanos, hice bromas con mi padre y me dirigí a la cocina a comer algo. Mi madre no estaba. Andaba haciendo las compras.
Sentados en el estar con mi padre, el me comenta:
- ¿Has notado lo animosa y alegre que anda tu madre últimamente? - pregunto - hace varios días la noto distinta... quizás que estará comiendo - bromeó.
- No lo se papá, para mi siempre ha sido alegre y risueña - respondí disimulando mi nerviosismo.
- Bueno, si ella esta bien, para mi todo esta bien - sonrió.
Luego de eso cambiamos el tema, conversábamos de diversas cosas un rato. Hasta que vi llegar a mi madre cargada con bolsas, a través de la ventana.
- Voy a ayudar a mamá - interrumpí a mi padre y salí.
Era un día soleado, ella venia con un vestido rojo, escotado y un chaleco blanco abotonado abierto. La luz del sol directa hacia brillar su cabello rojizo, y destacar sus pecas en su rostro, cuello y escote, lo que dejaba de escote entre las partes del chaleco.
- Toma las bolsas... gracias por venir a ayudar a mamita.
- Si, es que te vi desde lejos, y pensé en lo pesadas que deben estar las bolsas.
- Que calor hace - ya con sus manos desocupadas - me voy a sacar esto.
Mi sorpresa fue que al abrir ese chaleco tuve una vista maravillosa de ese hermoso pecho blanco y pecoso, y de sus rebosantes mamas que amenazaban romper ese sostén apenas tapado por un vestido de tirantes. Que criminal esa mujer con semejante delantera, al usar un vestido de tirantes delgadísimos.
La imagen de sus hermosos pechos luchando por salir de esas provocativas prendas, hizo que mi herramienta se endureciera inmediatamente. Ella demoró en sacarse su chaleco y amarrarlo en su cartera para luego hablarme unas cosas que no puse atención mientras sus tetas se movían para ambos lados suavemente. Evidenciando su suavidad.
- Te gusto el vestido de mamá, parece - mientras yo clavaba mi mirada en sus tetas aun parado frente a ella - ya volvamos a la casa - dijo eso caminando cerca mío y con su mano derecha pasó a tocar mi bulto, mientras miraba mis ojos - como se te nota tu alegría al ver a mamá.
Sin palabras solo la seguí, mirando su enorme culo meneándose con cada paso. Ella sabia lo que hacia. Es una mujer caliente que estaba buscando provocarme. Claramente no fue un acto inocente, claramente no era un trato de madre a hijo.
- Mira que andas destapada vieja
- dijo mi padre al verla entrar.
- Es que hace calor viejo.
No hablaron nada mas, mi padre siguió leyendo el diario, sin darle mayor importancia, y mi madre paso a la cocina, al parecer, ya acostumbrada a esa indiferencia.
Llegando a la cocina, ella se da vuelta y me dice:
- Hay que ordenar las cosas, anda pasándomelas.
- Ok.
Las cosas que había comprado las guardaba, por lo general, en un mueble bajo en que se tenia que agachar. Así que abrió la puerta de dicho mueble, para luego inclinarse, dejando su culazo en pompa apuntándome con esa raja ardiente entre esas masas de carne. "Pásame las cosas para ir guardándolas" me dijo mirándome hacia atrás. Yo sin pensarlo me arrime a ese culazo, ensamblando mi paquete (que ya estaba que reventaba) en esa deseada raja.
Ella restregaba su hermosa raja en mi, mientras estiraba una de sus manos para que le fuera pasando las cosas. Ese juego erótico me tenia a punto de explotar en mis pantalones.
Así fue como le iba pasando latas de conserva, tarros de café, cajas de cereales, etc. todo de a uno para prolongar el disfrute del momento. Con cada cosa que le pasaba, ella subía su culo para recibirlo, y lo bajaba levemente para guardarlo. Introduje mi mano libre bajo su vestido encontrándome con un diminuto calzón cubriendo su raja. El tacto con su suave y caliente piel aumento excitación. La tome de la cadera con mi mano que le estaba tocando el culo, mientras con la otra le seguía pasando las ultimas cosas para que las guardara. Mi pene palpitaba, sentía, y quería, eyacular litros sobre esa mujer. Me estaba acercando cada vez mas mi orgasmo, a punto de vaciar mis testículos con cada refregada.
Se acabaron las cosas y la tome con mis 2 manos, como tratando de no dejar de disfrutar de ese momento intenso. Cuando ella se levanto, separándose de mi. Se dio vuelta y dando un beso calentó en la comisura de los labios me dijo.
- Gracias por ayudar a mamita.
Y sin más, se fue dejándome con mi pene apunto de explotar, excitadísimo al máximo, con una mancha de liquido pre seminal en mis pantalones y sin poder hilvanar palabra alguna.
Lo anterior me dejo descolocado. Algo de rabia y frustración me invadía. Y sobretodo calentura. Me fui al baño a masturbarme, pero antes de sacar mi falo me mire al espejo y me controle. Decidí que esa corrida se sentiría mejor dentro de mama o sobre ella. Necesitaba poseerla, culearla, agarrar sus tetas y chuparlas. Tome una ducha para bajar mi calentura, porque sabia que ese momento llegaría luego. Ella como la mujer caliente que es, tarde o temprano, manifestaría su hambre de verga.
En el almuerzo estaba muy incomodo. La cotidianidad ya había perdido toda normalidad, transformándose para mi en un constante devenir de sensaciones e impulsos sexuales, relacionados con las ganas de sexo con el cuerpo de mamá. No podía despegar mi vista de sus pechos, como estos luchaban por liberarse de su pronunciado escote. Ella, ella desconsiderada, hablaba mucho y bromeaba, moviendo sus manos y mirándonos a todos de manera muy histriónica. Con cada gesto o expresión, un balanceo suave de sus masas lo acompañaba. En un momento su pronunciado escote libero un borde de su pezón derecho, su lindo botón rosado tentaba por asomarse por sobre esa barrera textil. Ella lo sintió y mirándome lascivamente, acomodó su descomunal seno, en un gesto cargado de erotismo.
- A la tarde hay un partido de futbol... vamos? - nos dijo mi padre, entre la conversación de la mesa, a la cual yo casi no ponía atención.
Mis hermanos accedieron inmediatamente y al unísono. Mi madre y yo, en cambio, optamos por quedarnos en casa. Ella dijo "no me interesa vayan ustedes no más"; y yo me excusé diciendo que prefería estar en casa y aprovechaba de ayudar a mamá en sus "quehaceres". Claramente ellos no sabían a que tipos de "quehaceres" me refería.
Almorzaron todos y se levantaron, y yo ayude a mama con los platos y cubiertos. Ella llevo unos pocos y yo el resto. Llegando a la cocina, deje las cosas sobre el mesón y me acerqué a ella desde atrás. Tome su culo con mis manos, mientras ella lo ponía en pompa a tiempo en que miraba por la ventana. Le dije al oído:
- Solo dime en que necesitas que te ayude y lo haré.
- Solo espera a salgan todos y te diré - dijo eso, en un todo decidido, al momento en que se daba vuelta, me miraba a los ojos y agarraba mi erecto pene por sobre el pantalón.
Escuchamos desde el estar "ya nos vamos vieja!, quedan ustedes solos" y luego la puerta cerrarse.
Fue el campanazo inicial. Ella se arrodillo ante mi, bajo mi cierre y saco mi herramienta, que con lo duro que lo tenia, salto como resorte a escasos centímetros de su cara. "Parece que no soy yo quien necesita ayuda" dijo sonriendo mirándome a los ojos.
Una de sus manos comenzó a bajar y subir mi forro, liberando y tapando mi glande. Ella lo miraba sin decir nada y mordiéndose los labios. La paja que estaba haciéndome mamá empezaba a provocarme gran placer; empecé gemir suavemente mientras ella me miraba a los ojos y jugaba con mi falo. Acto seguido dijo:
- Que grande y duro esta mi niño.
- Esta duro y grande por ti, y lo que me provoca ver tu cuerpazo de hembra.
- Ahhh con que mi niño le gustan las curvas de mama. - mientras movía sus tetas para que las mirara.
- Me calienta ver como te mueves.
Mi garrote durísimo, en su estado de erección máxima, era victima de las caricias de mi madre. Gotas de liquido pre seminal asomaban en la punta, mis testículos se recogían y yo seguía gimiendo.
- ¿Siempre se te pone así de grande y duro? - pregunto sin detener su actuar.
- Si mamá... entre gemidos... a veces amanezco así de duro también.
- Eso habrá que verlo. Es mas grande que el de tu padre - dijo sin dejar de mirarlo.
Fue lo ultimo que dijo antes de comenzar a chupar. Sus labios envolvían mi falo mientras lo recorrían casi todo, y digo casi porque con el tiempo comprendí que mi tamaño esta por sobre el promedio. Mi pene se perdía en el interior de su boca, al mismo tiempo que sentía a su lengua recorrer la parte inferior de mi barra de carne. Ella no dejaba de mirarme a los ojos. Aun recuerdo esa expresión de puta en su mirada. Yo esta extasiado, disfrutando de su labor. Ella sabia lo que hacia, como una profesional, chupaba con intensidad y delicadeza, se notaba lujuria pero también cariño en lo que hacia.
Pasaron unos minutos de tragarse mi verga, cuando lo saco para echar el forro para atrás y recorrerlo con su lengua como si se tratase de un helado.
- Que rica la vergota de mi niño - dijo sin dejar de pajearme con su mano derecha.
Volvió a lamer mi glande.
- Dame toda esa lechita que tienes guardada.
Engulló mi pene nuevamente, pero ahora acelero el ritmo de la mamada su pulgar e índice tironeaba mi escroto entre las bolas. Su ritmo era frenético, yo empezaba a sentir las señales de la corrida inminente. Arquee mi espalda, tense mis piernas, empuje mi cadera más adelante. Y ella procedía.
- Mamá me vengo - fue lo único que dije cuando empecé a sentir la eyaculación llegar.
Mi madre apoyo mi glande en su labio inferior, tiro mi prepucio lo mas atrás diciendo "ahora dale la lechita a mamá". Fue en ese instante cuando comencé a disparar borbotones de semen en su rostro, algunos cayeron en su boca, otros en su nariz, mejillas, frente y parpados. Ella lo frotaba mi pene en su cara mientras eyaculaba.
- Báñame con tu semen mi amor - lo decía entre gemidos y risitas de gozo.
Volvió a metérselo en la boca para seguir chupándolo, con el animo de sacar hasta lo último. Y así lo hizo hasta que comenzó a achicarse mi herramienta. Su rostro lleno de mi semen era un cuadro plástico exquisito.
Con sus dedos limpio los restos de semen de su cara, para llevárselos a la su boca y saborearlos, para después tragarlos.
- Fue maravilloso, tu leche es la más rica mi amorcito, vamos a tener que hacer esto mas seguido.
- Mamá eres la mejor, nunca había sentido esto.
- Y eso que aun no hemos hecho todo que deberíamos - en ese momento ella ignoraba que era yo quien la había estado culeando desde hace ya varias noches.
- Estoy dispuesto a ayudarte en todo lo que una hembra como tu necesite.
- Uyy así da gusto escuchar a mi macho. Pero ahora ayúdame a ordenar para que parezca que hicimos algo productivo en este rato. Ordena tu habitación.
- Ok.
Aun extasiado me dirigí a mi dormitorio para ordenarlo. Me calmé ordenando mis cosas y juntando la ropa sucia. La calentura de mi madre no dejaba de sorprenderme. Y sabia como hacer gozar. En ese rato recordándola, volví a excitarme. Tome la ropa para lavar y regresé a la cocina, donde estaba la lavadora.
Al llegar la veo ahí, nuevamente con su culo en pompa. Dando la espalda a la puerta. su postura no era natural, estaba agachada "ordenando algo" supuestamente, pero con sus piernas rectas su espalda arqueada y su culo bien parada. Estaba esperando que apareciera para provocarme. Sin decir palabra, deje la ropa en la lavadora, me acerque por atrás de ella, la tome de la cadera con ambas manos y la atraje a mi, presionando mi bulto a punto de reventar en su raja.
Con un suave "Ayyyyy..." ella presiono mas mi paquete con su culazo. Restregó un par de veces su raja en mi y enderezó su postura. Su espalda toco mi pecho y su cabeza también. Con sus manos llevo las mías a sus mamas. Yo las apreté fuertemente sobre la tela.
- Así me gusta, igual de caliente que su madre.
Ella contorneaba su cuerpo apegado al mío mientras yo manoseaba sus delicias de senos. Note lo suaves y sueltas, además de sus duros pezones.
- Te sacaste los sostenes? - pregunte.
- Ayy si... así sueltecitas es mas rico no?
Seguimos así un instante, hasta que de la nada me aparto y me dijo:
- Ya, tengo que seguir con las cosas de la casa. Termina tu cuarto.
Dicho eso se fue de la cocina. Dejándome duro como fierro y con ganas, a punto de explotar. Comprendí que se trataba de su juego, así que me calme un instante. Este jueguito se estaba haciendo cada vez mas interesante.
Seguí ordenando la mi habitación como me dijo mi madre, pero con la cabeza en su anatomía. Por lo mismo, mi erección no bajaba y andaba acalorado. Pase un par de veces junto a ella en el pasillo y aprovechábamos de tocarnos. Agarraba su culo al pasar o refregaba mi paquete. Ella hacia lo suyo tocándome el pene o mostrándome sus senos a través de su pronunciado escote, que sin sostenes, parecía que cedería en cualquier minuto. Nuestras calentura seguía en aumento y cada vez se me hacia mas difícil aguantarme las ganas de abalanzarme sobre ella, desnudarla y poseerla.
Ya decido, me acerque a ella con la escusa, se encontraba en el estar.
- Mamá ¿sabes donde esta la escoba? - lo pregunté mientras la abraza por la espalda.
- Creo que esta en la cocina.
- ¿En que parte? - baje mi mano izquierda a su entrepierna lentamente, mientras que con la derecha me introduje en su escote, para tomar desde su parte inferior a su seno izquierdo, para luego liberarlo.
El calor de su piel despertó en mi una sensación de placer superior. Su duro pezón era victima de mis deseosas caricias, y apretones. Masajeé su hermosa teta mientras que con la punta de mis dedos presionaba su vagina, que de seguro ya estaba mojadísima y ansiosa por ser explorada.
Solo unos segundos pasaron de ese manosea cuando ella en un movimiento rápido se dio vuelta y colocando sus brazos sobre mis hombros, nos besamos en un apasionado magreo. Mis manos agarraban fuertemente su culo y nuestras lenguas luchaban incansables. El deseo mutuo era abrumador en ese instante, nuestros cuerpos ardían y ya no teníamos nociones de nuestro entorno. Deje de besarla para recorrer su cuello con boca, ella dejaba caer su cabeza hacia atrás ofreciéndome la piel de su cuello, y pecho. Besé, mordí, lamí y chupe esa teta libre. Blanda, suave y caliente. Su pezón, duro era como una aceituna y su aureola rosada hermosa y lisa lo rodeaba.
- Tu padre y tus hermanos pueden llegar en cualquier minuto - dijo de la nada en algún arrebato de lucidez - no nos pueden encontrar así.
- Pero necesitamos esto - le dije - no puedo esperar más.
- Encerrémonos en el baño, si llegan nos dará tiempo de pensar en algo.
Fue una buena idea en ese momento. Me tomo la mano, y caminando rápidamente (ella con su teta al aire aun) nos fuimos al baño. Cerramos la puerta con seguro y comenzamos con nuestro magreo nuevamente. Volvimos a besarnos, mientras ella desabrochaba mi cinturón, yo abría el cierre de la espalda de su vestido. tome sus tirantes para pasarlos por sus hombros y brazos. cayendo si vestido al suelo, descubriendo su curvilínea figura junto con su caída. Maravillado con sus carnes tomo una pechuga con cada mano y vuelvo a besarla y amasarla. Ella por su parte dejo caer mi pantalón y calzoncillo al suelo, para luego pajearme con maestría.
La tome de la cintura y la di vuelta, la puse mirando el lavamos y espejo. Desde atrás con mi mano izquierda en su teta izquierda y mi mano derecha estimulando su clítoris y labios vaginales. Miraba su cara de placer en el espejo, me miraba a los ojos, mordía su labio inferior, y gemía.
- Métemelo - apoyó sus manos en el lavamos y levanto su cola, abriendo un poco sus piernas.
La obedecí inmediatamente. Tome sus caderas y dirigí mi herramienta a su ardiente raja. Mi glande sintió el ardor de su cueva al apenas tocar su entrada. Estábamos tan calientes, yo tan duro y ella tan mojada, que la penetración fue inmediata. Como un cuchillo caliente en un pan de manteca. La penetre sin detenerme hasta llegar a lo mas profundo, me quede unos segundo ahí disfrutando del hirviente terciopelo de las paredes de su cueva envolver mi verga. Gozando una vez mas del sexo de mi madre. Pero ahora con el consentimiento de ella.
Salí a la mitad y volví a arremeter hasta el fondo, una y otra vez, hasta sentir mi garrote mojado completamente por sus fluidos.
- Siii mi amorcito, tu si sabes coger a mamita.
- Eres deliciosa.
Seguía bombeándola a un ritmo parejo a medida que recorría su cuerpo con mis manos, ella apoyada en el lavamanos hacia fuerza parando y apegando su culo fuertemente acompasada a mis penetraciones, nuestro baile erótico se había sincronizado a la perfección. como si siempre hubiésemos sido amantes. La agarre de las tetas fuertemente y comencé a metérselo con fuerza. La arremetía con ganas de abrirla más cada vez. Sus gigantes tetas amenazaban con escaparse rebasando mis manos. En el espejo veía a sus pezones entre mis dedos. Su cara estaba pegada de lado al espejo, ya empañado con su aliento agitado. Sus ojos cerrados o blancos cuando los abría.
Con cada penetrada ella soltaba un gemido, yo gozaba con las cosquillas en el recorrido de mi pene en su interior, pero el choque de mi punta con su fondo era sin duda el mayor placer que me generaba y lo buscaba una y otra vez. Una estocada "ayy", la siguiente "uyy"... Luego "sii"... "maaa"... "taa"... "mee"... y así con cada choque en sus entrañas. Hasta que por cansancio la penetre firme, quedándome en el fondo, aun como fierro, ella relajo su cuerpo, sus piernas se doblaron.
La sujeté firmemente para mantenerla en pie. Se dio vuelta para fundirnos en un apasionado beso.
- Eso fue tremendo, de haber sabido que follabas así, lo hubiésemos hecho antes.
- Yo aun no termino.
Me senté en la tapa del W.C. con mi verga apuntando al techo y le dije "que quiero sobre mi".
No falto decir más, la caliente hembra de mi madre paso una de sus piernas sobre me y bajo lentamente ensartándose en mi pica. Con una sonrisa y mirándome deseosa a los ojos.
- Lo que usted diga mi hombre.
Ella me abrazo, mientras nos besábamos lujuriosamente, mis manos agarraban sus glúteos. Estos llenaban mis manos con su carne. Ella subía un poco y se dejaba caer fuertemente para una penetración fuerte y completa. Lo hizo una, dos, tres, cuatro veces, y varias más ya incontables, hasta que se mantuvo abajo conmigo en fondo. para comenzar con movimientos circulares alternados hacia adelante y atrás. Sentía como apretaba y soltaba con sus músculos internos. Todo eso sin dejar de besarnos. Yo estaba entregado a su juego.
Luego de eso cambio a sube y baja amazónico, me cabalgaba como una vaquera ganándole a un toro, demostrando una energía sexual impresionante. Por mi parte yo disfrutaba chupando de sus tetas, inquietas, trémulas, calientes y sudadas. Las sujetaba con mis manos, las amasaba, besaba sus pezones, lengüeteaba sus aureolas y mordía su dureza. controlábamos nuestros gemidos, no sabíamos en que momento volvería el resto de nuestra familia.
Escuchaba como chapoteaba los líquidos de su vagina al momento en que entraba en cada bajada de su sexo. Mis bolas estaban empapadas en sus jugos. Con cada estocada en su interior yo me sentía mas cerca del éxtasis.
- María! ¿estas en el baño? - escuchamos luego de unos golpes en la puerta.
Era mi padre, habían llegado del partido que fueron a mirar. Por cierto, mi madre se llama María.
- Si acá estoy - dijo disimilando mientras seguía cabalgándome.
- Ya llegamos con los niños. ¿Juan donde está? - preguntó por mi.
- Creo que en el patio, no lo veo hace rato - que actriz.
Yo no le di importancia a nada, mi madre respondía las preguntas de mi padre mientras yo la tenia agarrada del culo y chupaba sus tetas, con mi verga metida en lo mas profundo se su vagina. Ya ansioso por llenarla de mi semen como me encantaba hacer.
- Ahhh bueno, ¿te queda para rato? - seguía mi padre ignorante de lo que acontecía.
- Si!!, déjame tranquila que ya salgo - respondió controlando su agitación.
Mi padre no pregunto más, y se escucharon sus pasos alejarse. Nosotros no nos detuvimos en ningún momento.
La abracé fuertemente tomando sus hombros desde la espalda, para cargarla hacia abajo. Ella respondió soltando las piernas y abrazándome del cuello. Ya en lo mas profundo posible comenzamos a movernos cargados, nuestros suaves gemidos se mezclaban como susurros.
- Debemos apurarnos - me dijo.
- Lo sé.
La cargue con mas fuerza, ella apretó más su abrazo y así quietos. Comencé a bombear mi semen en sus entrañas, mi falo palpitaba con cada chorro liberado. Mi éxtasis era supremo.
- Ayy si mi amor lléname toda - me susurro al oido.
Fueron unos segundos hermosos donde el placer me hizo perder las nociones de mi entorno y enfocarme solamente en como mi leche invadía las entrañas de mi madre, en como su suave cueva acogía a mi sexo de la manera mas caliente, ajustada y húmeda.
Permanecimos abrazados, recuperando el aliento un par de minutos, luego de eso nos besamos tiernamente.
- Ahora debemos tener cuidado, sale tu primero, yo me escondo en la duche por si alguien entra. Esperare 5 minutos, en ese rato tu los distraes, yo saldré por la ventana del dormitorio tuyo (era el mas cercano al baño) y entrare por la puerta disimulando. ¿Entendido? - fue el mejor plan que se me ocurrió.
- Entendido.
Nos pusimos de pie, y me quede mirándola. Tomo papel y se limpio sus partes. "Eres toda una maquina de semen ah" dijo mirándome coquetamente. siguió colocándose sus calzones, su mejillas estaban coloradas, al igual que sus tetas, sus nalgas tenían las marcas de los apretones de mis manos. Se puso su vestido rojo, dejando a la vista una vez más ese escote maravilloso. Ordeno su pelo en el espejo, me miro y dijo.
- Ya, yo los distraigo. - y salió del baño.
Me oculté tras la cortina de la ducha y esperé. Pasaron unos minutos y entro papá. Yo asustado solo me mantuve en silencio. Cruzaba los dedos para que para que no se le ocurriera nada mas que mear. Y así lo hizo, se paro frente al W.C., levantó la tapa y orinó. Luego se lavó las manos y se fue. Respiré aliviado y seguí esperando.
Pasado un rato me aventuré a salir, no había nadie cerca, salí por la ventana y di la vuelta a la casa para entrar por la puerta. Nadie sospechó.
El resto del día las cosas siguieron en la normalidad, salvo las miradas cómplices de mamá y las mías perdidas en la anatomía de ella. Nuestras bestias sexuales estaban satisfechas, por lo que en el resto del día no hubo nuevos aconteceres sexuales.
Esa noche me fui a dormir temprano, había sido un día lleno de emociones, mi madre me había aceptado como amante. Ya no sería necesario montar todo la parafernalia del violador anónimo.
Era de madrugada, desperté y estaba oscuro. El frio me despertó, a medida que reaccionaba empecé a notar mi pene erecto y a sentir algo cálido que lo envolviéndolo. A medida que la vista se empieza a acostumbrar a la poca luz de la luna que entraba por la ventana, veo el origen de esta extraña sensación. Era ella, mi madre, la ardiente hembra, la puta insaciable de mi madre. Levanté la cabeza y me dice:
- Era verdad que a esta hora se te ponía dura, vine a comprobarlo - luego de eso volvió a engullir mi verga.
Fue muy placentero que me despertara con una mamada. Nunca se pudo haber ocurrido que ella iba a ser capaz de hacer eso. El placer comenzó a invadirme. Con mi mano en su cabeza como guiando sus movimientos y la otra en mi almohada, me entregue a sus caricias orales.
Cuando la erección estaba al máximo y toda cubierta de su saliva. Dejo de mamarlo y procedió subirse sobre mi, con la prestancia de una hembra montando a su macho. Puso su vagina sobre mi miembro, aplastándolo contra mi abdomen, para empezar a refregar su zorra en mi verga. Se acerco a mi oído para susurrarme "no debemos hacer mucho ruido para no despertar al resto".
Sus meneos lentos e intensos, hacían que mi falo sintiera el calor de su gruta en toda su extensión. Sus labios vaginales como ventosas abrazaban a mi trozo de carne junto con impregnarlo con esos exquisitos jugos de mujer.
Estábamos besándonos apasionadamente, con todo macizo cuerpo sobre mi, desnudo, caliente, suave. Cuando la tome de su culo con mis manos para que levantase un poco su sexo. Acto seguido ella tomo la punta de verga y la ubicó en su cueva. Ya penetrada volvimos a besarnos. Sus movimientos eran suaves y lentos, gemía muy despacio y con un tono meloso, por mi parte, yo solo levante la pelvis para brindarle toda la disposición posible de mi herramienta.
- Ayyy sii papito que rico - me susurraba - hace tiempo que nadie me ponía tan caliente.
El ritmo no era el mismo de la tarde, más lento, apretado, cálido y cariñoso, besaba mi boca, mi cuello, mi pecho; mientras acompasaba sus movimientos adelante y atrás. Mis manos recorrían su culo y su espalda. Sus tetas sobre mi pecho se asomaban por nuestros lados. El sexo mas el calor de su cuerpo abrazándome me tenían envuelto en placer y confort.
Con la fricción de nuestros cuerpos, y la calentura en aumento, los movimientos comenzaban a hacer sonar la cama. Por lo que teníamos que contener nuestra mecánica, no así nuestra pasión. Puse mis manos en el pliegue bajo sus senos y la empuje suavemente, ella entendió mi intención y se levanto, quedando sentada, ensartada, sobre mi logrando que nuestros cuerpo formaran un ángulo de 90 grados. A continuación María puso sus manos en mi abdomen, dejando sus libres pechos colgar delante mío. Mis labios volvieron a encontrarse con sus deliciosos melones. Comerme esas tetas es uno de los grandes placeres de mi vida.
Ella cambiaba sus movimientos entre subir, bajar, adelante y atrás. con esa postura la parte superior de mi pene rozaba la parte superior de su vagina, el placer se intensificó como el roce en su interior. Subía mi pelvis cada vez que ella bajaba, para aumentar la profundidad de la estocada.
Seguimos un rato, disfrute de su cuerpo. Recorrí su ardiente piel sudada. Sus carnes temblorosas acogían mis caricias en correspondencia al gozo que nos proporcionábamos. Puse mi pulgar derecho en su boca, ella respondió chupándolo con el entusiasmo que lo hace cuando mama mi miembro. Con el pulgar mojado con su saliva comencé a estimular su clítoris. El efecto fue inmediato. Dejo caer su cabeza hacia atrás y a gemir levemente, con mi mano izquierda sostenía si amasaba su seno derecho. Con mi dedo lo subía presionaba para todos lados su pequeño botón, hasta que comprendí que lo que mas le gustaba era que estimulara la parte inferior de su clítoris como levantándolo. Sus jugos se multiplicaron, su ritmo de penetraciones aumento, mi mano apretaba su teta y mi boca chupaba su pezón. Pezón que luchaba por escaparse de mi mamada con la fuerza que liberaba esa gran masa de carne trémula.
Sacó mi mano de su sexo y volvió a inclinarse sobre mi para besarnos. Tome una de sus piernas y rodamos para quedar yo sobre ella. Mi pene salió de su cueva. Me detuve un instante para admirarla con sus piernas abiertas, con su sexo dispuesto, sus tetas caídas hacia los lados y sus brazos estirados suplicándome que me acercara. Bese su abdomen, para luego seguir con sus pechos, la punta de mi ariete ya escarbaba en su gruta, pase por su cuello para llegar a boca y seguir besándola. Mi mano derecha tomó mi pene para frotar intencionalmente su clítoris, quería seguir estimulándola de esa forma.
Me separe de ella mientras seguía refregando mi glande en su raja mojada. hasta que puse mi punta en su entrada para penetrarla levemente. Tome sus piernas y las levante, dejando su talones en mis hombros. Y volví a penetrarla. lenta y profundamente, el recorrido completo, salí lentamente hasta dejar solo mi glande dentro, y volví a entrar. Una vez más, salí hasta mi glande y deje caer mi peso. Ella resoplaba de placer. A poco de repetir el mis movimiento, ella misma sujeto sus pierna en alto y yo con mi mano derecha libre volví a estimular su clítoris. Un "Ayy!" salió de su boca, su respiración se agitó "eres muy malo" susurro, "malvado" me decía. Yo enfocado en mi lujuria seguía con proceder. Sin avisarle, de pronto, saque mi verga y metí mi cabeza entre sus piernas. El encuentro de mi cara con esa zona fue maravillosa, el olor de su sexo directamente inhalado solo hizo aumentar aún más mi calentura. Mis labios besaron los de su vagina y mi lengua encontró su botón de placer. Era un magreo tremendo el de mi boca con su zorra. La recorría de arriba a abajo y chupe su clítoris varias veces y por mucho rato. Sus jugos empaparon mi cara.
Cuando ya no podía controlar más mi calentura, salí de ahí para dejarme caer sobre ella, mi pene entró directamente en el cuerpo ardiente de mamá. Nuestras bocas se encontraron, me tome del respaldo de la cama y con fuerza la penetre, ella me abrazaba con sus brazos y piernas. La segunda penetración fue mas fuerte y profunda, no parábamos de besarnos. A la tercera la cama choco con el muro, y mi glande con su fondo. Y fue en la cuarta que llegue lo mas adentro que pude para quedarme presionando con fuerza mientras sentía sus entrañas envolver mi falo mientras comenzaba a estallar en semen dentro de ella. Sus piernas y brazos me apretaron con mayor fuerza cuando me sintió bombeando mi leche en su interior. Sus uñas se enterraron en espalda. Un orgasmo tremendo nos invadió al unísono y nuestros alientos se mezclaron entre jadeos.
Permanecimos abrazados un rato, como cuchara, pase mi brazo bajo su cabeza y el otro bajo su brazo, cada mano en una de sus tetas, mi pene ya flácido se encontraba entre sus nalgas.
- Ya mi amor, tengo que irme - me susurro.
- Esta bien - le dije ya dormitando.
Luego soltarnos note que mientras estuvo de espaldas abrió sus piernas, para llevar una de sus manos a su entrepierna y probo el semen que ya salía rebalsando su cueva. "Esto es lo mejor" dijo despacio. Se levantó, se puso su camisón, beso mi frente y se marchó en silencio.
Dormí hasta tarde, por razones obvias. Al levantarme estaban todos en casa, era casi la hora de almuerzo. Llegue a la cocina y la encuentro a ella junto con mis hermanos. Ese día vestía mas recatada, pero no podía evitar notar sus curvas. Luego de mirar su culo disimuladamente, levanté la vista y pregunto:
- Oye mamá, ¿Que pasó con el chopino rojo? - no lo había visto en una mirada rápida que di por la terraza.
- Lo boté, ahora tengo uno nuevo. - respondió mirándome de forma lasciva por sobre su hombro.
Los encuentros sexuales no cesaron, por lo general, el hambre de sexo de mama afloraba cada 7 o 10 días, y nos dábamos placer a cada momento mientras podíamos. Rapiditos en la cocina, o tras la puerta. Sus visitas nocturnas eran comunes. Siempre ocultos de nuestra familia, nunca sospecharon. Con el tiempo me fui a la ciudad, donde ella me visitaba una vez al mes para liberar nuestra lujuria, con la excusa de realizar tramites.
Eventualmente ahora que ya soy un hombre de familia. Seguimos teniendo relaciones sexuales esporádicas. Nunca me contó de su amante anónimo y nunca he sabido si se percató de que lo reemplacé un par de veces.
Fin.
Después de la ultima sesión de lujuria incestuosa con mamá, dormí profundamente. Desperté a eso de medio día, con la sensación de que las cosas ya no seguirían siendo igual. Y claro, como podría ser eso posible si lo acontecido había marcado en mi el final de una etapa y mi internación en los sórdidos caminos del incesto.
Me levante con una sensación de satisfacción. Descansado y con un gran animo. Salí de mi habitación, moleste a mis hermanos, hice bromas con mi padre y me dirigí a la cocina a comer algo. Mi madre no estaba. Andaba haciendo las compras.
Sentados en el estar con mi padre, el me comenta:
- ¿Has notado lo animosa y alegre que anda tu madre últimamente? - pregunto - hace varios días la noto distinta... quizás que estará comiendo - bromeó.
- No lo se papá, para mi siempre ha sido alegre y risueña - respondí disimulando mi nerviosismo.
- Bueno, si ella esta bien, para mi todo esta bien - sonrió.
Luego de eso cambiamos el tema, conversábamos de diversas cosas un rato. Hasta que vi llegar a mi madre cargada con bolsas, a través de la ventana.
- Voy a ayudar a mamá - interrumpí a mi padre y salí.
Era un día soleado, ella venia con un vestido rojo, escotado y un chaleco blanco abotonado abierto. La luz del sol directa hacia brillar su cabello rojizo, y destacar sus pecas en su rostro, cuello y escote, lo que dejaba de escote entre las partes del chaleco.
- Toma las bolsas... gracias por venir a ayudar a mamita.
- Si, es que te vi desde lejos, y pensé en lo pesadas que deben estar las bolsas.
- Que calor hace - ya con sus manos desocupadas - me voy a sacar esto.
Mi sorpresa fue que al abrir ese chaleco tuve una vista maravillosa de ese hermoso pecho blanco y pecoso, y de sus rebosantes mamas que amenazaban romper ese sostén apenas tapado por un vestido de tirantes. Que criminal esa mujer con semejante delantera, al usar un vestido de tirantes delgadísimos.
La imagen de sus hermosos pechos luchando por salir de esas provocativas prendas, hizo que mi herramienta se endureciera inmediatamente. Ella demoró en sacarse su chaleco y amarrarlo en su cartera para luego hablarme unas cosas que no puse atención mientras sus tetas se movían para ambos lados suavemente. Evidenciando su suavidad.
- Te gusto el vestido de mamá, parece - mientras yo clavaba mi mirada en sus tetas aun parado frente a ella - ya volvamos a la casa - dijo eso caminando cerca mío y con su mano derecha pasó a tocar mi bulto, mientras miraba mis ojos - como se te nota tu alegría al ver a mamá.
Sin palabras solo la seguí, mirando su enorme culo meneándose con cada paso. Ella sabia lo que hacia. Es una mujer caliente que estaba buscando provocarme. Claramente no fue un acto inocente, claramente no era un trato de madre a hijo.
- Mira que andas destapada vieja
- dijo mi padre al verla entrar.
- Es que hace calor viejo.
No hablaron nada mas, mi padre siguió leyendo el diario, sin darle mayor importancia, y mi madre paso a la cocina, al parecer, ya acostumbrada a esa indiferencia.
Llegando a la cocina, ella se da vuelta y me dice:
- Hay que ordenar las cosas, anda pasándomelas.
- Ok.
Las cosas que había comprado las guardaba, por lo general, en un mueble bajo en que se tenia que agachar. Así que abrió la puerta de dicho mueble, para luego inclinarse, dejando su culazo en pompa apuntándome con esa raja ardiente entre esas masas de carne. "Pásame las cosas para ir guardándolas" me dijo mirándome hacia atrás. Yo sin pensarlo me arrime a ese culazo, ensamblando mi paquete (que ya estaba que reventaba) en esa deseada raja.
Ella restregaba su hermosa raja en mi, mientras estiraba una de sus manos para que le fuera pasando las cosas. Ese juego erótico me tenia a punto de explotar en mis pantalones.
Así fue como le iba pasando latas de conserva, tarros de café, cajas de cereales, etc. todo de a uno para prolongar el disfrute del momento. Con cada cosa que le pasaba, ella subía su culo para recibirlo, y lo bajaba levemente para guardarlo. Introduje mi mano libre bajo su vestido encontrándome con un diminuto calzón cubriendo su raja. El tacto con su suave y caliente piel aumento excitación. La tome de la cadera con mi mano que le estaba tocando el culo, mientras con la otra le seguía pasando las ultimas cosas para que las guardara. Mi pene palpitaba, sentía, y quería, eyacular litros sobre esa mujer. Me estaba acercando cada vez mas mi orgasmo, a punto de vaciar mis testículos con cada refregada.
Se acabaron las cosas y la tome con mis 2 manos, como tratando de no dejar de disfrutar de ese momento intenso. Cuando ella se levanto, separándose de mi. Se dio vuelta y dando un beso calentó en la comisura de los labios me dijo.
- Gracias por ayudar a mamita.
Y sin más, se fue dejándome con mi pene apunto de explotar, excitadísimo al máximo, con una mancha de liquido pre seminal en mis pantalones y sin poder hilvanar palabra alguna.
Lo anterior me dejo descolocado. Algo de rabia y frustración me invadía. Y sobretodo calentura. Me fui al baño a masturbarme, pero antes de sacar mi falo me mire al espejo y me controle. Decidí que esa corrida se sentiría mejor dentro de mama o sobre ella. Necesitaba poseerla, culearla, agarrar sus tetas y chuparlas. Tome una ducha para bajar mi calentura, porque sabia que ese momento llegaría luego. Ella como la mujer caliente que es, tarde o temprano, manifestaría su hambre de verga.
En el almuerzo estaba muy incomodo. La cotidianidad ya había perdido toda normalidad, transformándose para mi en un constante devenir de sensaciones e impulsos sexuales, relacionados con las ganas de sexo con el cuerpo de mamá. No podía despegar mi vista de sus pechos, como estos luchaban por liberarse de su pronunciado escote. Ella, ella desconsiderada, hablaba mucho y bromeaba, moviendo sus manos y mirándonos a todos de manera muy histriónica. Con cada gesto o expresión, un balanceo suave de sus masas lo acompañaba. En un momento su pronunciado escote libero un borde de su pezón derecho, su lindo botón rosado tentaba por asomarse por sobre esa barrera textil. Ella lo sintió y mirándome lascivamente, acomodó su descomunal seno, en un gesto cargado de erotismo.
- A la tarde hay un partido de futbol... vamos? - nos dijo mi padre, entre la conversación de la mesa, a la cual yo casi no ponía atención.
Mis hermanos accedieron inmediatamente y al unísono. Mi madre y yo, en cambio, optamos por quedarnos en casa. Ella dijo "no me interesa vayan ustedes no más"; y yo me excusé diciendo que prefería estar en casa y aprovechaba de ayudar a mamá en sus "quehaceres". Claramente ellos no sabían a que tipos de "quehaceres" me refería.
Almorzaron todos y se levantaron, y yo ayude a mama con los platos y cubiertos. Ella llevo unos pocos y yo el resto. Llegando a la cocina, deje las cosas sobre el mesón y me acerqué a ella desde atrás. Tome su culo con mis manos, mientras ella lo ponía en pompa a tiempo en que miraba por la ventana. Le dije al oído:
- Solo dime en que necesitas que te ayude y lo haré.
- Solo espera a salgan todos y te diré - dijo eso, en un todo decidido, al momento en que se daba vuelta, me miraba a los ojos y agarraba mi erecto pene por sobre el pantalón.
Escuchamos desde el estar "ya nos vamos vieja!, quedan ustedes solos" y luego la puerta cerrarse.
Fue el campanazo inicial. Ella se arrodillo ante mi, bajo mi cierre y saco mi herramienta, que con lo duro que lo tenia, salto como resorte a escasos centímetros de su cara. "Parece que no soy yo quien necesita ayuda" dijo sonriendo mirándome a los ojos.
Una de sus manos comenzó a bajar y subir mi forro, liberando y tapando mi glande. Ella lo miraba sin decir nada y mordiéndose los labios. La paja que estaba haciéndome mamá empezaba a provocarme gran placer; empecé gemir suavemente mientras ella me miraba a los ojos y jugaba con mi falo. Acto seguido dijo:
- Que grande y duro esta mi niño.
- Esta duro y grande por ti, y lo que me provoca ver tu cuerpazo de hembra.
- Ahhh con que mi niño le gustan las curvas de mama. - mientras movía sus tetas para que las mirara.
- Me calienta ver como te mueves.
Mi garrote durísimo, en su estado de erección máxima, era victima de las caricias de mi madre. Gotas de liquido pre seminal asomaban en la punta, mis testículos se recogían y yo seguía gimiendo.
- ¿Siempre se te pone así de grande y duro? - pregunto sin detener su actuar.
- Si mamá... entre gemidos... a veces amanezco así de duro también.
- Eso habrá que verlo. Es mas grande que el de tu padre - dijo sin dejar de mirarlo.
Fue lo ultimo que dijo antes de comenzar a chupar. Sus labios envolvían mi falo mientras lo recorrían casi todo, y digo casi porque con el tiempo comprendí que mi tamaño esta por sobre el promedio. Mi pene se perdía en el interior de su boca, al mismo tiempo que sentía a su lengua recorrer la parte inferior de mi barra de carne. Ella no dejaba de mirarme a los ojos. Aun recuerdo esa expresión de puta en su mirada. Yo esta extasiado, disfrutando de su labor. Ella sabia lo que hacia, como una profesional, chupaba con intensidad y delicadeza, se notaba lujuria pero también cariño en lo que hacia.
Pasaron unos minutos de tragarse mi verga, cuando lo saco para echar el forro para atrás y recorrerlo con su lengua como si se tratase de un helado.
- Que rica la vergota de mi niño - dijo sin dejar de pajearme con su mano derecha.
Volvió a lamer mi glande.
- Dame toda esa lechita que tienes guardada.
Engulló mi pene nuevamente, pero ahora acelero el ritmo de la mamada su pulgar e índice tironeaba mi escroto entre las bolas. Su ritmo era frenético, yo empezaba a sentir las señales de la corrida inminente. Arquee mi espalda, tense mis piernas, empuje mi cadera más adelante. Y ella procedía.
- Mamá me vengo - fue lo único que dije cuando empecé a sentir la eyaculación llegar.
Mi madre apoyo mi glande en su labio inferior, tiro mi prepucio lo mas atrás diciendo "ahora dale la lechita a mamá". Fue en ese instante cuando comencé a disparar borbotones de semen en su rostro, algunos cayeron en su boca, otros en su nariz, mejillas, frente y parpados. Ella lo frotaba mi pene en su cara mientras eyaculaba.
- Báñame con tu semen mi amor - lo decía entre gemidos y risitas de gozo.
Volvió a metérselo en la boca para seguir chupándolo, con el animo de sacar hasta lo último. Y así lo hizo hasta que comenzó a achicarse mi herramienta. Su rostro lleno de mi semen era un cuadro plástico exquisito.
Con sus dedos limpio los restos de semen de su cara, para llevárselos a la su boca y saborearlos, para después tragarlos.
- Fue maravilloso, tu leche es la más rica mi amorcito, vamos a tener que hacer esto mas seguido.
- Mamá eres la mejor, nunca había sentido esto.
- Y eso que aun no hemos hecho todo que deberíamos - en ese momento ella ignoraba que era yo quien la había estado culeando desde hace ya varias noches.
- Estoy dispuesto a ayudarte en todo lo que una hembra como tu necesite.
- Uyy así da gusto escuchar a mi macho. Pero ahora ayúdame a ordenar para que parezca que hicimos algo productivo en este rato. Ordena tu habitación.
- Ok.
Aun extasiado me dirigí a mi dormitorio para ordenarlo. Me calmé ordenando mis cosas y juntando la ropa sucia. La calentura de mi madre no dejaba de sorprenderme. Y sabia como hacer gozar. En ese rato recordándola, volví a excitarme. Tome la ropa para lavar y regresé a la cocina, donde estaba la lavadora.
Al llegar la veo ahí, nuevamente con su culo en pompa. Dando la espalda a la puerta. su postura no era natural, estaba agachada "ordenando algo" supuestamente, pero con sus piernas rectas su espalda arqueada y su culo bien parada. Estaba esperando que apareciera para provocarme. Sin decir palabra, deje la ropa en la lavadora, me acerque por atrás de ella, la tome de la cadera con ambas manos y la atraje a mi, presionando mi bulto a punto de reventar en su raja.
Con un suave "Ayyyyy..." ella presiono mas mi paquete con su culazo. Restregó un par de veces su raja en mi y enderezó su postura. Su espalda toco mi pecho y su cabeza también. Con sus manos llevo las mías a sus mamas. Yo las apreté fuertemente sobre la tela.
- Así me gusta, igual de caliente que su madre.
Ella contorneaba su cuerpo apegado al mío mientras yo manoseaba sus delicias de senos. Note lo suaves y sueltas, además de sus duros pezones.
- Te sacaste los sostenes? - pregunte.
- Ayy si... así sueltecitas es mas rico no?
Seguimos así un instante, hasta que de la nada me aparto y me dijo:
- Ya, tengo que seguir con las cosas de la casa. Termina tu cuarto.
Dicho eso se fue de la cocina. Dejándome duro como fierro y con ganas, a punto de explotar. Comprendí que se trataba de su juego, así que me calme un instante. Este jueguito se estaba haciendo cada vez mas interesante.
Seguí ordenando la mi habitación como me dijo mi madre, pero con la cabeza en su anatomía. Por lo mismo, mi erección no bajaba y andaba acalorado. Pase un par de veces junto a ella en el pasillo y aprovechábamos de tocarnos. Agarraba su culo al pasar o refregaba mi paquete. Ella hacia lo suyo tocándome el pene o mostrándome sus senos a través de su pronunciado escote, que sin sostenes, parecía que cedería en cualquier minuto. Nuestras calentura seguía en aumento y cada vez se me hacia mas difícil aguantarme las ganas de abalanzarme sobre ella, desnudarla y poseerla.
Ya decido, me acerque a ella con la escusa, se encontraba en el estar.
- Mamá ¿sabes donde esta la escoba? - lo pregunté mientras la abraza por la espalda.
- Creo que esta en la cocina.
- ¿En que parte? - baje mi mano izquierda a su entrepierna lentamente, mientras que con la derecha me introduje en su escote, para tomar desde su parte inferior a su seno izquierdo, para luego liberarlo.
El calor de su piel despertó en mi una sensación de placer superior. Su duro pezón era victima de mis deseosas caricias, y apretones. Masajeé su hermosa teta mientras que con la punta de mis dedos presionaba su vagina, que de seguro ya estaba mojadísima y ansiosa por ser explorada.
Solo unos segundos pasaron de ese manosea cuando ella en un movimiento rápido se dio vuelta y colocando sus brazos sobre mis hombros, nos besamos en un apasionado magreo. Mis manos agarraban fuertemente su culo y nuestras lenguas luchaban incansables. El deseo mutuo era abrumador en ese instante, nuestros cuerpos ardían y ya no teníamos nociones de nuestro entorno. Deje de besarla para recorrer su cuello con boca, ella dejaba caer su cabeza hacia atrás ofreciéndome la piel de su cuello, y pecho. Besé, mordí, lamí y chupe esa teta libre. Blanda, suave y caliente. Su pezón, duro era como una aceituna y su aureola rosada hermosa y lisa lo rodeaba.
- Tu padre y tus hermanos pueden llegar en cualquier minuto - dijo de la nada en algún arrebato de lucidez - no nos pueden encontrar así.
- Pero necesitamos esto - le dije - no puedo esperar más.
- Encerrémonos en el baño, si llegan nos dará tiempo de pensar en algo.
Fue una buena idea en ese momento. Me tomo la mano, y caminando rápidamente (ella con su teta al aire aun) nos fuimos al baño. Cerramos la puerta con seguro y comenzamos con nuestro magreo nuevamente. Volvimos a besarnos, mientras ella desabrochaba mi cinturón, yo abría el cierre de la espalda de su vestido. tome sus tirantes para pasarlos por sus hombros y brazos. cayendo si vestido al suelo, descubriendo su curvilínea figura junto con su caída. Maravillado con sus carnes tomo una pechuga con cada mano y vuelvo a besarla y amasarla. Ella por su parte dejo caer mi pantalón y calzoncillo al suelo, para luego pajearme con maestría.
La tome de la cintura y la di vuelta, la puse mirando el lavamos y espejo. Desde atrás con mi mano izquierda en su teta izquierda y mi mano derecha estimulando su clítoris y labios vaginales. Miraba su cara de placer en el espejo, me miraba a los ojos, mordía su labio inferior, y gemía.
- Métemelo - apoyó sus manos en el lavamos y levanto su cola, abriendo un poco sus piernas.
La obedecí inmediatamente. Tome sus caderas y dirigí mi herramienta a su ardiente raja. Mi glande sintió el ardor de su cueva al apenas tocar su entrada. Estábamos tan calientes, yo tan duro y ella tan mojada, que la penetración fue inmediata. Como un cuchillo caliente en un pan de manteca. La penetre sin detenerme hasta llegar a lo mas profundo, me quede unos segundo ahí disfrutando del hirviente terciopelo de las paredes de su cueva envolver mi verga. Gozando una vez mas del sexo de mi madre. Pero ahora con el consentimiento de ella.
Salí a la mitad y volví a arremeter hasta el fondo, una y otra vez, hasta sentir mi garrote mojado completamente por sus fluidos.
- Siii mi amorcito, tu si sabes coger a mamita.
- Eres deliciosa.
Seguía bombeándola a un ritmo parejo a medida que recorría su cuerpo con mis manos, ella apoyada en el lavamanos hacia fuerza parando y apegando su culo fuertemente acompasada a mis penetraciones, nuestro baile erótico se había sincronizado a la perfección. como si siempre hubiésemos sido amantes. La agarre de las tetas fuertemente y comencé a metérselo con fuerza. La arremetía con ganas de abrirla más cada vez. Sus gigantes tetas amenazaban con escaparse rebasando mis manos. En el espejo veía a sus pezones entre mis dedos. Su cara estaba pegada de lado al espejo, ya empañado con su aliento agitado. Sus ojos cerrados o blancos cuando los abría.
Con cada penetrada ella soltaba un gemido, yo gozaba con las cosquillas en el recorrido de mi pene en su interior, pero el choque de mi punta con su fondo era sin duda el mayor placer que me generaba y lo buscaba una y otra vez. Una estocada "ayy", la siguiente "uyy"... Luego "sii"... "maaa"... "taa"... "mee"... y así con cada choque en sus entrañas. Hasta que por cansancio la penetre firme, quedándome en el fondo, aun como fierro, ella relajo su cuerpo, sus piernas se doblaron.
La sujeté firmemente para mantenerla en pie. Se dio vuelta para fundirnos en un apasionado beso.
- Eso fue tremendo, de haber sabido que follabas así, lo hubiésemos hecho antes.
- Yo aun no termino.
Me senté en la tapa del W.C. con mi verga apuntando al techo y le dije "que quiero sobre mi".
No falto decir más, la caliente hembra de mi madre paso una de sus piernas sobre me y bajo lentamente ensartándose en mi pica. Con una sonrisa y mirándome deseosa a los ojos.
- Lo que usted diga mi hombre.
Ella me abrazo, mientras nos besábamos lujuriosamente, mis manos agarraban sus glúteos. Estos llenaban mis manos con su carne. Ella subía un poco y se dejaba caer fuertemente para una penetración fuerte y completa. Lo hizo una, dos, tres, cuatro veces, y varias más ya incontables, hasta que se mantuvo abajo conmigo en fondo. para comenzar con movimientos circulares alternados hacia adelante y atrás. Sentía como apretaba y soltaba con sus músculos internos. Todo eso sin dejar de besarnos. Yo estaba entregado a su juego.
Luego de eso cambio a sube y baja amazónico, me cabalgaba como una vaquera ganándole a un toro, demostrando una energía sexual impresionante. Por mi parte yo disfrutaba chupando de sus tetas, inquietas, trémulas, calientes y sudadas. Las sujetaba con mis manos, las amasaba, besaba sus pezones, lengüeteaba sus aureolas y mordía su dureza. controlábamos nuestros gemidos, no sabíamos en que momento volvería el resto de nuestra familia.
Escuchaba como chapoteaba los líquidos de su vagina al momento en que entraba en cada bajada de su sexo. Mis bolas estaban empapadas en sus jugos. Con cada estocada en su interior yo me sentía mas cerca del éxtasis.
- María! ¿estas en el baño? - escuchamos luego de unos golpes en la puerta.
Era mi padre, habían llegado del partido que fueron a mirar. Por cierto, mi madre se llama María.
- Si acá estoy - dijo disimilando mientras seguía cabalgándome.
- Ya llegamos con los niños. ¿Juan donde está? - preguntó por mi.
- Creo que en el patio, no lo veo hace rato - que actriz.
Yo no le di importancia a nada, mi madre respondía las preguntas de mi padre mientras yo la tenia agarrada del culo y chupaba sus tetas, con mi verga metida en lo mas profundo se su vagina. Ya ansioso por llenarla de mi semen como me encantaba hacer.
- Ahhh bueno, ¿te queda para rato? - seguía mi padre ignorante de lo que acontecía.
- Si!!, déjame tranquila que ya salgo - respondió controlando su agitación.
Mi padre no pregunto más, y se escucharon sus pasos alejarse. Nosotros no nos detuvimos en ningún momento.
La abracé fuertemente tomando sus hombros desde la espalda, para cargarla hacia abajo. Ella respondió soltando las piernas y abrazándome del cuello. Ya en lo mas profundo posible comenzamos a movernos cargados, nuestros suaves gemidos se mezclaban como susurros.
- Debemos apurarnos - me dijo.
- Lo sé.
La cargue con mas fuerza, ella apretó más su abrazo y así quietos. Comencé a bombear mi semen en sus entrañas, mi falo palpitaba con cada chorro liberado. Mi éxtasis era supremo.
- Ayy si mi amor lléname toda - me susurro al oido.
Fueron unos segundos hermosos donde el placer me hizo perder las nociones de mi entorno y enfocarme solamente en como mi leche invadía las entrañas de mi madre, en como su suave cueva acogía a mi sexo de la manera mas caliente, ajustada y húmeda.
Permanecimos abrazados, recuperando el aliento un par de minutos, luego de eso nos besamos tiernamente.
- Ahora debemos tener cuidado, sale tu primero, yo me escondo en la duche por si alguien entra. Esperare 5 minutos, en ese rato tu los distraes, yo saldré por la ventana del dormitorio tuyo (era el mas cercano al baño) y entrare por la puerta disimulando. ¿Entendido? - fue el mejor plan que se me ocurrió.
- Entendido.
Nos pusimos de pie, y me quede mirándola. Tomo papel y se limpio sus partes. "Eres toda una maquina de semen ah" dijo mirándome coquetamente. siguió colocándose sus calzones, su mejillas estaban coloradas, al igual que sus tetas, sus nalgas tenían las marcas de los apretones de mis manos. Se puso su vestido rojo, dejando a la vista una vez más ese escote maravilloso. Ordeno su pelo en el espejo, me miro y dijo.
- Ya, yo los distraigo. - y salió del baño.
Me oculté tras la cortina de la ducha y esperé. Pasaron unos minutos y entro papá. Yo asustado solo me mantuve en silencio. Cruzaba los dedos para que para que no se le ocurriera nada mas que mear. Y así lo hizo, se paro frente al W.C., levantó la tapa y orinó. Luego se lavó las manos y se fue. Respiré aliviado y seguí esperando.
Pasado un rato me aventuré a salir, no había nadie cerca, salí por la ventana y di la vuelta a la casa para entrar por la puerta. Nadie sospechó.
El resto del día las cosas siguieron en la normalidad, salvo las miradas cómplices de mamá y las mías perdidas en la anatomía de ella. Nuestras bestias sexuales estaban satisfechas, por lo que en el resto del día no hubo nuevos aconteceres sexuales.
Esa noche me fui a dormir temprano, había sido un día lleno de emociones, mi madre me había aceptado como amante. Ya no sería necesario montar todo la parafernalia del violador anónimo.
Era de madrugada, desperté y estaba oscuro. El frio me despertó, a medida que reaccionaba empecé a notar mi pene erecto y a sentir algo cálido que lo envolviéndolo. A medida que la vista se empieza a acostumbrar a la poca luz de la luna que entraba por la ventana, veo el origen de esta extraña sensación. Era ella, mi madre, la ardiente hembra, la puta insaciable de mi madre. Levanté la cabeza y me dice:
- Era verdad que a esta hora se te ponía dura, vine a comprobarlo - luego de eso volvió a engullir mi verga.
Fue muy placentero que me despertara con una mamada. Nunca se pudo haber ocurrido que ella iba a ser capaz de hacer eso. El placer comenzó a invadirme. Con mi mano en su cabeza como guiando sus movimientos y la otra en mi almohada, me entregue a sus caricias orales.
Cuando la erección estaba al máximo y toda cubierta de su saliva. Dejo de mamarlo y procedió subirse sobre mi, con la prestancia de una hembra montando a su macho. Puso su vagina sobre mi miembro, aplastándolo contra mi abdomen, para empezar a refregar su zorra en mi verga. Se acerco a mi oído para susurrarme "no debemos hacer mucho ruido para no despertar al resto".
Sus meneos lentos e intensos, hacían que mi falo sintiera el calor de su gruta en toda su extensión. Sus labios vaginales como ventosas abrazaban a mi trozo de carne junto con impregnarlo con esos exquisitos jugos de mujer.
Estábamos besándonos apasionadamente, con todo macizo cuerpo sobre mi, desnudo, caliente, suave. Cuando la tome de su culo con mis manos para que levantase un poco su sexo. Acto seguido ella tomo la punta de verga y la ubicó en su cueva. Ya penetrada volvimos a besarnos. Sus movimientos eran suaves y lentos, gemía muy despacio y con un tono meloso, por mi parte, yo solo levante la pelvis para brindarle toda la disposición posible de mi herramienta.
- Ayyy sii papito que rico - me susurraba - hace tiempo que nadie me ponía tan caliente.
El ritmo no era el mismo de la tarde, más lento, apretado, cálido y cariñoso, besaba mi boca, mi cuello, mi pecho; mientras acompasaba sus movimientos adelante y atrás. Mis manos recorrían su culo y su espalda. Sus tetas sobre mi pecho se asomaban por nuestros lados. El sexo mas el calor de su cuerpo abrazándome me tenían envuelto en placer y confort.
Con la fricción de nuestros cuerpos, y la calentura en aumento, los movimientos comenzaban a hacer sonar la cama. Por lo que teníamos que contener nuestra mecánica, no así nuestra pasión. Puse mis manos en el pliegue bajo sus senos y la empuje suavemente, ella entendió mi intención y se levanto, quedando sentada, ensartada, sobre mi logrando que nuestros cuerpo formaran un ángulo de 90 grados. A continuación María puso sus manos en mi abdomen, dejando sus libres pechos colgar delante mío. Mis labios volvieron a encontrarse con sus deliciosos melones. Comerme esas tetas es uno de los grandes placeres de mi vida.
Ella cambiaba sus movimientos entre subir, bajar, adelante y atrás. con esa postura la parte superior de mi pene rozaba la parte superior de su vagina, el placer se intensificó como el roce en su interior. Subía mi pelvis cada vez que ella bajaba, para aumentar la profundidad de la estocada.
Seguimos un rato, disfrute de su cuerpo. Recorrí su ardiente piel sudada. Sus carnes temblorosas acogían mis caricias en correspondencia al gozo que nos proporcionábamos. Puse mi pulgar derecho en su boca, ella respondió chupándolo con el entusiasmo que lo hace cuando mama mi miembro. Con el pulgar mojado con su saliva comencé a estimular su clítoris. El efecto fue inmediato. Dejo caer su cabeza hacia atrás y a gemir levemente, con mi mano izquierda sostenía si amasaba su seno derecho. Con mi dedo lo subía presionaba para todos lados su pequeño botón, hasta que comprendí que lo que mas le gustaba era que estimulara la parte inferior de su clítoris como levantándolo. Sus jugos se multiplicaron, su ritmo de penetraciones aumento, mi mano apretaba su teta y mi boca chupaba su pezón. Pezón que luchaba por escaparse de mi mamada con la fuerza que liberaba esa gran masa de carne trémula.
Sacó mi mano de su sexo y volvió a inclinarse sobre mi para besarnos. Tome una de sus piernas y rodamos para quedar yo sobre ella. Mi pene salió de su cueva. Me detuve un instante para admirarla con sus piernas abiertas, con su sexo dispuesto, sus tetas caídas hacia los lados y sus brazos estirados suplicándome que me acercara. Bese su abdomen, para luego seguir con sus pechos, la punta de mi ariete ya escarbaba en su gruta, pase por su cuello para llegar a boca y seguir besándola. Mi mano derecha tomó mi pene para frotar intencionalmente su clítoris, quería seguir estimulándola de esa forma.
Me separe de ella mientras seguía refregando mi glande en su raja mojada. hasta que puse mi punta en su entrada para penetrarla levemente. Tome sus piernas y las levante, dejando su talones en mis hombros. Y volví a penetrarla. lenta y profundamente, el recorrido completo, salí lentamente hasta dejar solo mi glande dentro, y volví a entrar. Una vez más, salí hasta mi glande y deje caer mi peso. Ella resoplaba de placer. A poco de repetir el mis movimiento, ella misma sujeto sus pierna en alto y yo con mi mano derecha libre volví a estimular su clítoris. Un "Ayy!" salió de su boca, su respiración se agitó "eres muy malo" susurro, "malvado" me decía. Yo enfocado en mi lujuria seguía con proceder. Sin avisarle, de pronto, saque mi verga y metí mi cabeza entre sus piernas. El encuentro de mi cara con esa zona fue maravillosa, el olor de su sexo directamente inhalado solo hizo aumentar aún más mi calentura. Mis labios besaron los de su vagina y mi lengua encontró su botón de placer. Era un magreo tremendo el de mi boca con su zorra. La recorría de arriba a abajo y chupe su clítoris varias veces y por mucho rato. Sus jugos empaparon mi cara.
Cuando ya no podía controlar más mi calentura, salí de ahí para dejarme caer sobre ella, mi pene entró directamente en el cuerpo ardiente de mamá. Nuestras bocas se encontraron, me tome del respaldo de la cama y con fuerza la penetre, ella me abrazaba con sus brazos y piernas. La segunda penetración fue mas fuerte y profunda, no parábamos de besarnos. A la tercera la cama choco con el muro, y mi glande con su fondo. Y fue en la cuarta que llegue lo mas adentro que pude para quedarme presionando con fuerza mientras sentía sus entrañas envolver mi falo mientras comenzaba a estallar en semen dentro de ella. Sus piernas y brazos me apretaron con mayor fuerza cuando me sintió bombeando mi leche en su interior. Sus uñas se enterraron en espalda. Un orgasmo tremendo nos invadió al unísono y nuestros alientos se mezclaron entre jadeos.
Permanecimos abrazados un rato, como cuchara, pase mi brazo bajo su cabeza y el otro bajo su brazo, cada mano en una de sus tetas, mi pene ya flácido se encontraba entre sus nalgas.
- Ya mi amor, tengo que irme - me susurro.
- Esta bien - le dije ya dormitando.
Luego soltarnos note que mientras estuvo de espaldas abrió sus piernas, para llevar una de sus manos a su entrepierna y probo el semen que ya salía rebalsando su cueva. "Esto es lo mejor" dijo despacio. Se levantó, se puso su camisón, beso mi frente y se marchó en silencio.
Dormí hasta tarde, por razones obvias. Al levantarme estaban todos en casa, era casi la hora de almuerzo. Llegue a la cocina y la encuentro a ella junto con mis hermanos. Ese día vestía mas recatada, pero no podía evitar notar sus curvas. Luego de mirar su culo disimuladamente, levanté la vista y pregunto:
- Oye mamá, ¿Que pasó con el chopino rojo? - no lo había visto en una mirada rápida que di por la terraza.
- Lo boté, ahora tengo uno nuevo. - respondió mirándome de forma lasciva por sobre su hombro.
Los encuentros sexuales no cesaron, por lo general, el hambre de sexo de mama afloraba cada 7 o 10 días, y nos dábamos placer a cada momento mientras podíamos. Rapiditos en la cocina, o tras la puerta. Sus visitas nocturnas eran comunes. Siempre ocultos de nuestra familia, nunca sospecharon. Con el tiempo me fui a la ciudad, donde ella me visitaba una vez al mes para liberar nuestra lujuria, con la excusa de realizar tramites.
Eventualmente ahora que ya soy un hombre de familia. Seguimos teniendo relaciones sexuales esporádicas. Nunca me contó de su amante anónimo y nunca he sabido si se percató de que lo reemplacé un par de veces.
Fin.
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