Ángela era mi profesora de una materia de tercer año en la universidad. Para entonces yo tenía 22 años y ella no pasaba de 29, era demasiado atractiva; tenía una cintura de “avispa” y unas piernas bien contorneadas que le hacían resaltar un par de alucinantes senos grandes que le adornaban.
De más está mencionar que todos los varones que estudiábamos con ella, perdíamos la razón por su atractivo, ya que encima de linda tenía una carácter muy dulce, motivo por el cual muchas veces, emanaba de ella una sonrisa angelical.
El ser aplicado en su materia, me valió convertirme en uno de sus favoritos, empezó a tomarme buen aprecio. Yo le cargaba la maleta cuando acababa la clase, el “data show” cuando la daba con explicación en diapositivas y en fin, estaba siempre cerca de ella.
No pude evitar el empezar a masturbarme pensándola, ya que el modo de vestir ceñido que tenía le resaltaba todos los atributos que he mencionado.
Un día sufrí una terrible decepción cuando vi como un tipo en motocicleta venía a recogerla de la universidad. Sentí mucha rabia y celos y sentí que en definitiva, mi profesora no debía pasar de ser una fantasía sexual como lo era para todos.
Uno de esos fines de semana, me fui con mis amigos a una disco para pasar el rato y echarnos unos tragos. Luego de buen rato de joda y unas copas, me percaté de que mi profesora Ángela estaba sentada con ese tipo en uno de los sillones del lugar. Inmediatamente cambió mi humor y mis amigos se dieron cuenta.
-“¿Qué tienes hermanazo?”.-Me preguntó uno de ellos.
-“Nada viejo. Sólo que… ¿ves esa mina que está allá con el tipo de negro?”.-Le dije.
-“Mmm, si. Está buena, ¿no? No me vengas con que la conoces.
-“Pues sí. Es mi catedrática en la facultad”.
-“No mientas. ¡Oigan, este man dice que esa buenona de allá es su catedrática!”.-Les dijo a mis demás amigos.
Todos se sorprendieron y me decían que le vaya a hablar y cosas así; a lo que yo argumentaba que no debía porque estaba con su novio y que de seguro me podía ir mal por las notas al menos.
Uno de mis amigos dijo que iba a verla de más cerca y se fue a caminar precisamente por su lado.
Cuando regresó me dijo:
-“Oye, ese cojudo le está terminando, la mina está por llorar”.
Me dejó sonso con eso.
-“No mientas, ni cagando la deja”.-Le dije.
-“Te juro; yo escuché que la está mandando a la m…”.
Desde ese instante me dediqué a observarlos mientras tomaba mi copa. Hasta que de pronto observé que el tipo se levantó y se salió bruscamente. Mi profesora tomó su cartera como pudo y se fue tras de él.
-“Oigan, ahorita vuelvo”.-Les dije a dos de mis amigos que se quedaron en la mesa.
Cuando salí vi que a una cuadra más o menos del local estaban discutiendo. Ella lloraba a mares y de pronto el tipo hizo parar un taxi y se subió. Mi profesora Ángela quiso subirse con él y sólo consiguió ser empujada cayéndose en la calle a lado del automóvil que partía.
Ella quiso gritar, pero su llanto no le dejó.
Ahí me armé de valor, al menos por los tragos y me le acerqué.
-“Dra. Ángela, ¿está usted bien?
Me miró, yo le ayudé a incorporarse y me abrazó poniéndose a llorar.
Sentí como sus lindos pechos presionaban mi cuerpo, pero en ese momento solamente pensaba en ayudarle a recuperarse del dolor.
-“Doctora, no se ponga así. ¿Quiere que la despache a su casa?
Entiendo que muchos pensarían que me pasé de opa al preguntarle eso; pero para mi suerte me dijo:
-“Esta noche he salido a divertirme y ese mal nacido no me va joder la vida”-
Me tomó de la mano, lo que me hizo tocar las puertas del cielo y nos metimos a la discoteca. Con eso comprobé que estaba un poco mareada por los tragos exóticos que se estaba tomando cuando discutía con el tipo ese.
Entramos, la llevé a mi mesa y está por demás decir que mis amigos se quedaron im-bé-ci-les al ver que la traía de la mano.
-“Hola chicos. Pidan una jarra más que yo invito”.-Dijo al sentarse.
Todos estaban alucinando con ella, más cuando se sacó el abrigo y quedó en una blusa semitransparente que resaltaba un brasier negro que sostenía sus lindas y enormes tetas.
En ese momento empezaron a poner reggaetones, a lo que la invité a bailar:
-“¿Doctora, puedo bailar con usted?”.
Ella se incorporó y me dijo:
-“No me digas doctora. Sólo por esta noche, para ti soy Ángela. ¿Es un trato?”.
Le di la mano e hicimos el trato.
Me puse a bailar con ella, mientras todo mundo la miraba. Era la gloria misma.
-“Ángela, ¿por qué peleaste con tu novio?”.-Osé preguntarle influenciado por los tragos.
-“¿Novio?, yo no tengo novio querido. Soy totalmente solterita.
Me encantó esa respuesta, aunque por dentro sabía que lo hacía por despecho aunque todo demostraba que ella no era “despechada”.
Nos sentamos, seguimos tomando. Ella invitó otro trago, de a poco entré en más confianza y le dije:
-“Ángela, quiero confesarte algo”.
-“Es bueno o malo”.-Me respondió con esa sonrisita que derretiría los polos de la tierra.
-“Mmmm, no se cómo será para ti; pero debes saber que me encantas y que todo el tiempo que estoy cerca de ti en la facultad me empiezo a estremecer por sólo verte”.
Ella se quedó un poco sorprendida, pero por increíble que parezca, dijo:
-“Entonces tonto, ¿qué esperas para besarme?
Yo no podía creer lo que me dijo, pero debo confesar que fue gracias al alcohol, que procedí a darle un tremendo chape.
Creo que todo el boliche se puso a mirarnos y principalmente a mí. Mis amigos no podían creerlo, ni siquiera yo. Sentí que ya había tenido todo lo que quería de esta existencia.
Ángela besaba rico, no pude evitar abrazarla y acercarla más a mí hasta sentir sus deliciosas tetas, pucha casi pierdo la noción de la cantidad de gente que estaba en el lugar.
Luego del beso, me miró y me dijo:
-“Fue la suerte que te tuvo aquí esta noche. Lo que sentí que iba a terminar en amargura, ahora lo siento muy distinto”.
Soy consciente de que lo dijo por los tragos, pero que bien sonó el que me haya elegido a mí, para “sanar sus dolores”.
De la envidia, se fueron dos de mis amigos y se quedaron dos más, los cuales consiguieron unas amigas.
De un rato a otro yo volví a besar a Ángela y sentí que ella ya me besaba con excitación por su intensidad su manera de morderme los labios y el permitirme que la abrace colocando la parte interna de mis bíceps bien apoyados en sus senos.
Pucha que se me empezó a parar. De pronto ella me dijo:
-“Auch, ya es tarde, debo irme”.
Al principio me estaba sintiendo mal, pero reaccioné y le dije:
-“Te acompaño”.
Se lo dije en un tono muy firme que le hizo verme como un hombre y no como su “alumnito”.
Tomó la iniciativa y se despidió de mis amigos y sus chicas:
-“Un gusto chicos. Ya DEBEMOS irnos”.
Ellos se quedaron “boquiabiertos”, uno me dijo despacio al oído:
-“Tienes que tirarte ese mujerón o eres el hombre más bruto del universo”.
Yo solo atiné a mostrarle un pulgar levantado y me salí con ella.
Abrió la puerta de uno de los taxis de la entrada y me invitó a subir con ella.
Ese fue el viaje de la gloria, la abracé y ella se apoyó en mi hombro. Dentro de mí, no sabía si iba a pasar algo o simplemente me despediría de su puerta; sin embargo hasta ahí ya había “bebido del elixir de los dioses”.
Llegamos, Ángela se bajó y pagué yo la carrera del taxi.
-“Shhhh, vas a entrar con cuidado, no faltan los metiches”.-Me dijo.
No podía creer lo que oía, iba a entrar a su departamento.
Abrió la puerta y me hizo pasar. Entramos al ascensor y bajamos en el piso 9.
Llegamos a la puerta de su depa, me pidió que alumbre con mi celular para que abra las chapas que había y se abrió.
Entramos a su sala luego de prender la luz y me dijo:
-“Ponte cómodo”.
Ángela se fue a poner música y a servir dos tragos.
Se sacó el abrigo y a la luz, se notó mejor la transparencia de la blusa que llevaba puesta.
Se sentó a mi lado en el sofá. Me dijo “salud”, tomamos un poco y no aguanté más; me le fui encima.
Se que se lee idiota, pero estaba con las hormonas revueltas aún y Ángela se veía de excitante… que cualquier hombre se la hubiera querido comer ahí mismo.
La besé y ella me correspondió, me volvió a besar así de excitada.
No aguanté más y puse mis manos en sus enormes tetas por encima de su blusa.
Por fortuna ella no dijo nada dándome luz verde a meterlas por debajo.
Toqué su sostén y de pronto ella en tono algo excitado me dijo:
-“Espera un momento”.
Me separé de ella para contemplar cómo se quitó la blusa quedando en ese sostén negro de encajes, lindísimo que cubría parcialmente sus bellas tetas.
En eso, Ángela se las agarró con las dos manos y dijo:
-“Por ellas, ¿verdad? De seguro no me dejas de mirar por mis adoradas bubis”.
Yo no supe qué responder.
-“Así son los hombres”.-Añadió con una sonrisa más que dulce, sensual.
-“Te quedaste mudo. Vamos a ver si así reaccionas”… me dijo.
De pronto vi como ponía sus manos en la espalda y se desabrochaba el sostén. No se lo quitó de una, se lo presionó así desabrochado contra sus senos mientras colgaban sueltos los tirantes.
No soporté más y ahí me fui encima de nuevo.
-“Ahora sí, demuestra cuán hombre eres”.-Me dijo.
Le besé el cuello, la tomé de ambas manos y con mi boca deslicé su sostén hasta dejar a descubierto sus lindas tetas.
-“Tramposo, violador, voy a gritar”.- Empezó a decirme en tono de broma.
Nunca olvidaré el momento en que vi por primera vez sus tetas, eran realmente lindas. Duritas con unos pezoncitos rosados claros y su piel bien blanquita.
No soporté y le tomé un pezón suavemente con los dientes.
A Ángela le gustó y esa fue la luz verde para que se las empiece a chupar.
Ella misma terminó por deshacerse del sostén para que le comiera cada milímetro de sus tetas. Mmmmm, era increíble.
No tardó en reaccionar y tomó mi pene por encima del pantalón…
-“Vaya, de alguien empezaron a funcionar a full sus cuerpos cavernosos”.-Me dijo.
Me deslizó la cremallera y de a poco haciendo a un lado el calzoncillo tomó mi pene erecto con su mano mientras succionaba su pezón.
-“Lo tienes bueno, me siento afortunada”.- Me dijo en expresión de más excitación.
Luego de saborear sus lindas tetas, y sentir unas caricias en el pene, empecé a deslizarme hacia abajo y le pasé la boca por el abdomen, ella me tomó de la nuca y de a poco empecé a bajarle el pantalón licra que tenía y pude ver su linda tanga que hacía juego con el sostén. Se lo bajé del todo, ella se quitó los zapatos y se deshizo de él quedando solamente con la tanga encima.
-“Mmmmm, para ser justos, debes quitarte la ropa”.- Expresó con ojos de deseo.
Me incorporé y me quité la ropa hasta quedar igual que ella, sólo con el calzoncillo.
Ahí me le fui encima, la tomé de las tetas, se las empecé a comer; ella me tomó de la erección y me acariciaba de arriba a abajo. En verdad estábamos ardiendo de excitación. Una vez más le empecé a deslizar mis caricias orales por el abdomen, luego de chuparle las tetas y esta vez deslicé para abajo su tanga, hasta liberar su entrada vaginal ya humedecida. No lo pensé más y me le fui con la lengua en el clítoris y le empecé a hacer un oral de los buenos.
Ángela enloquecía, empezó a gemir fuertemente mientras me tomaba la nuca con las manos.
-“Sigue, sigue. Me enloqueces”.-Me decía loca de la excitación.
Creo que terminó más de una vez con mis embestidas hasta que ya no pude contener la necesidad y me puse entre sus piernas…
-“Espera”.-Me dijo.
Yo creí que me iba a pedir que use condón; pero no fue así.
-“Quiero ver cómo me la metes”.- Dijo sorprendiéndome y acomodando la vista hacia la entrada de su vagina donde le apuntaba con el pene.
Lentamente, sintiendo cada centímetro de su rico hueco, la penetré hasta tenerla toda dentro de ella.
Por la influencia de las copas, pensé que si no me exigía protección sería porque estaba segura de que no podía quedar embarazada y de que no desconfiaba de que yo le contagie algo.
Por todo ello es que la empecé a “bombear” con intensidad mientras le sujetaba las tetas.
Ángela gemía con locura, disfrutaba mis arremetidas y yo de a poco sentía el placer de la fricción en el interior de su vagina.
No pude más y eyaculé, sentí como que disparaba 4 o 5 veces llenándole de mi semen.
-“Que rico se siente lo que me llenas de tu placer”.-Dijo.
Por última vez le besé las tetas y me aparté del sofá.
Ella se levantó y me dijo:
-“Qué rico haces el amor. Sígueme”.
Así desnudos, nos condujo a su habitación, y luego a su baño. Entramos, abrió la ducha y m dijo:
-“Te debo algo y ahora te lo pago”.
Se agachó y se metió mi pene en la boca y me lo empezó a chupar deliciosamente.
Lo hizo tan rico que se me paró en poco tiempo.
.”¿Te gusta?”.- Me preguntó.
-“Si muñeca, que rico me lo chupas”.
-“¿Quieres que siga?”.
-“No, detente. Quiero sentir de nuevo lo profundo de tu intimidad”.
Ella comprendiendo mis palabras, se levantó, se puso de espaldas a mí, donde aproveché para acariciarle de nuevo las tetas y agachándose un poco me ofreció su vagina en la pose de “perrito”.
Ahí se la metí de nuevo profundamente y le metí el segundo polvo que casi nos enloquece a los dos.
Cuando volví a vaciarme dentro de ella, se incorporó, nos lavamos mutuamente, me pidió que la espere en la cama. Me salí porque de seguro quería que salga mi semen de su vagina, por lo menos una buena parte. Me acosté en su cama. Al poco rato volvió, se acostó conmigo, nos dormimos juntos.
Al día siguiente ella me despachó de su casa, haciéndome jurar que no contaría a nadie de la facultad lo que pasó y que cumpla mi promesa de volver a decirle doctora porque el “tuteo” era por la noche anterior.
Yo le juré y cumplí mi parte; ya que tuve por demás recompensa al haber poseído a una de las mujeres más deseables de la universidad.
De más está mencionar que todos los varones que estudiábamos con ella, perdíamos la razón por su atractivo, ya que encima de linda tenía una carácter muy dulce, motivo por el cual muchas veces, emanaba de ella una sonrisa angelical.
El ser aplicado en su materia, me valió convertirme en uno de sus favoritos, empezó a tomarme buen aprecio. Yo le cargaba la maleta cuando acababa la clase, el “data show” cuando la daba con explicación en diapositivas y en fin, estaba siempre cerca de ella.
No pude evitar el empezar a masturbarme pensándola, ya que el modo de vestir ceñido que tenía le resaltaba todos los atributos que he mencionado.
Un día sufrí una terrible decepción cuando vi como un tipo en motocicleta venía a recogerla de la universidad. Sentí mucha rabia y celos y sentí que en definitiva, mi profesora no debía pasar de ser una fantasía sexual como lo era para todos.
Uno de esos fines de semana, me fui con mis amigos a una disco para pasar el rato y echarnos unos tragos. Luego de buen rato de joda y unas copas, me percaté de que mi profesora Ángela estaba sentada con ese tipo en uno de los sillones del lugar. Inmediatamente cambió mi humor y mis amigos se dieron cuenta.
-“¿Qué tienes hermanazo?”.-Me preguntó uno de ellos.
-“Nada viejo. Sólo que… ¿ves esa mina que está allá con el tipo de negro?”.-Le dije.
-“Mmm, si. Está buena, ¿no? No me vengas con que la conoces.
-“Pues sí. Es mi catedrática en la facultad”.
-“No mientas. ¡Oigan, este man dice que esa buenona de allá es su catedrática!”.-Les dijo a mis demás amigos.
Todos se sorprendieron y me decían que le vaya a hablar y cosas así; a lo que yo argumentaba que no debía porque estaba con su novio y que de seguro me podía ir mal por las notas al menos.
Uno de mis amigos dijo que iba a verla de más cerca y se fue a caminar precisamente por su lado.
Cuando regresó me dijo:
-“Oye, ese cojudo le está terminando, la mina está por llorar”.
Me dejó sonso con eso.
-“No mientas, ni cagando la deja”.-Le dije.
-“Te juro; yo escuché que la está mandando a la m…”.
Desde ese instante me dediqué a observarlos mientras tomaba mi copa. Hasta que de pronto observé que el tipo se levantó y se salió bruscamente. Mi profesora tomó su cartera como pudo y se fue tras de él.
-“Oigan, ahorita vuelvo”.-Les dije a dos de mis amigos que se quedaron en la mesa.
Cuando salí vi que a una cuadra más o menos del local estaban discutiendo. Ella lloraba a mares y de pronto el tipo hizo parar un taxi y se subió. Mi profesora Ángela quiso subirse con él y sólo consiguió ser empujada cayéndose en la calle a lado del automóvil que partía.
Ella quiso gritar, pero su llanto no le dejó.
Ahí me armé de valor, al menos por los tragos y me le acerqué.
-“Dra. Ángela, ¿está usted bien?
Me miró, yo le ayudé a incorporarse y me abrazó poniéndose a llorar.
Sentí como sus lindos pechos presionaban mi cuerpo, pero en ese momento solamente pensaba en ayudarle a recuperarse del dolor.
-“Doctora, no se ponga así. ¿Quiere que la despache a su casa?
Entiendo que muchos pensarían que me pasé de opa al preguntarle eso; pero para mi suerte me dijo:
-“Esta noche he salido a divertirme y ese mal nacido no me va joder la vida”-
Me tomó de la mano, lo que me hizo tocar las puertas del cielo y nos metimos a la discoteca. Con eso comprobé que estaba un poco mareada por los tragos exóticos que se estaba tomando cuando discutía con el tipo ese.
Entramos, la llevé a mi mesa y está por demás decir que mis amigos se quedaron im-bé-ci-les al ver que la traía de la mano.
-“Hola chicos. Pidan una jarra más que yo invito”.-Dijo al sentarse.
Todos estaban alucinando con ella, más cuando se sacó el abrigo y quedó en una blusa semitransparente que resaltaba un brasier negro que sostenía sus lindas y enormes tetas.
En ese momento empezaron a poner reggaetones, a lo que la invité a bailar:
-“¿Doctora, puedo bailar con usted?”.
Ella se incorporó y me dijo:
-“No me digas doctora. Sólo por esta noche, para ti soy Ángela. ¿Es un trato?”.
Le di la mano e hicimos el trato.
Me puse a bailar con ella, mientras todo mundo la miraba. Era la gloria misma.
-“Ángela, ¿por qué peleaste con tu novio?”.-Osé preguntarle influenciado por los tragos.
-“¿Novio?, yo no tengo novio querido. Soy totalmente solterita.
Me encantó esa respuesta, aunque por dentro sabía que lo hacía por despecho aunque todo demostraba que ella no era “despechada”.
Nos sentamos, seguimos tomando. Ella invitó otro trago, de a poco entré en más confianza y le dije:
-“Ángela, quiero confesarte algo”.
-“Es bueno o malo”.-Me respondió con esa sonrisita que derretiría los polos de la tierra.
-“Mmmm, no se cómo será para ti; pero debes saber que me encantas y que todo el tiempo que estoy cerca de ti en la facultad me empiezo a estremecer por sólo verte”.
Ella se quedó un poco sorprendida, pero por increíble que parezca, dijo:
-“Entonces tonto, ¿qué esperas para besarme?
Yo no podía creer lo que me dijo, pero debo confesar que fue gracias al alcohol, que procedí a darle un tremendo chape.
Creo que todo el boliche se puso a mirarnos y principalmente a mí. Mis amigos no podían creerlo, ni siquiera yo. Sentí que ya había tenido todo lo que quería de esta existencia.
Ángela besaba rico, no pude evitar abrazarla y acercarla más a mí hasta sentir sus deliciosas tetas, pucha casi pierdo la noción de la cantidad de gente que estaba en el lugar.
Luego del beso, me miró y me dijo:
-“Fue la suerte que te tuvo aquí esta noche. Lo que sentí que iba a terminar en amargura, ahora lo siento muy distinto”.
Soy consciente de que lo dijo por los tragos, pero que bien sonó el que me haya elegido a mí, para “sanar sus dolores”.
De la envidia, se fueron dos de mis amigos y se quedaron dos más, los cuales consiguieron unas amigas.
De un rato a otro yo volví a besar a Ángela y sentí que ella ya me besaba con excitación por su intensidad su manera de morderme los labios y el permitirme que la abrace colocando la parte interna de mis bíceps bien apoyados en sus senos.
Pucha que se me empezó a parar. De pronto ella me dijo:
-“Auch, ya es tarde, debo irme”.
Al principio me estaba sintiendo mal, pero reaccioné y le dije:
-“Te acompaño”.
Se lo dije en un tono muy firme que le hizo verme como un hombre y no como su “alumnito”.
Tomó la iniciativa y se despidió de mis amigos y sus chicas:
-“Un gusto chicos. Ya DEBEMOS irnos”.
Ellos se quedaron “boquiabiertos”, uno me dijo despacio al oído:
-“Tienes que tirarte ese mujerón o eres el hombre más bruto del universo”.
Yo solo atiné a mostrarle un pulgar levantado y me salí con ella.
Abrió la puerta de uno de los taxis de la entrada y me invitó a subir con ella.
Ese fue el viaje de la gloria, la abracé y ella se apoyó en mi hombro. Dentro de mí, no sabía si iba a pasar algo o simplemente me despediría de su puerta; sin embargo hasta ahí ya había “bebido del elixir de los dioses”.
Llegamos, Ángela se bajó y pagué yo la carrera del taxi.
-“Shhhh, vas a entrar con cuidado, no faltan los metiches”.-Me dijo.
No podía creer lo que oía, iba a entrar a su departamento.
Abrió la puerta y me hizo pasar. Entramos al ascensor y bajamos en el piso 9.
Llegamos a la puerta de su depa, me pidió que alumbre con mi celular para que abra las chapas que había y se abrió.
Entramos a su sala luego de prender la luz y me dijo:
-“Ponte cómodo”.
Ángela se fue a poner música y a servir dos tragos.
Se sacó el abrigo y a la luz, se notó mejor la transparencia de la blusa que llevaba puesta.
Se sentó a mi lado en el sofá. Me dijo “salud”, tomamos un poco y no aguanté más; me le fui encima.
Se que se lee idiota, pero estaba con las hormonas revueltas aún y Ángela se veía de excitante… que cualquier hombre se la hubiera querido comer ahí mismo.
La besé y ella me correspondió, me volvió a besar así de excitada.
No aguanté más y puse mis manos en sus enormes tetas por encima de su blusa.
Por fortuna ella no dijo nada dándome luz verde a meterlas por debajo.
Toqué su sostén y de pronto ella en tono algo excitado me dijo:
-“Espera un momento”.
Me separé de ella para contemplar cómo se quitó la blusa quedando en ese sostén negro de encajes, lindísimo que cubría parcialmente sus bellas tetas.
En eso, Ángela se las agarró con las dos manos y dijo:
-“Por ellas, ¿verdad? De seguro no me dejas de mirar por mis adoradas bubis”.
Yo no supe qué responder.
-“Así son los hombres”.-Añadió con una sonrisa más que dulce, sensual.
-“Te quedaste mudo. Vamos a ver si así reaccionas”… me dijo.
De pronto vi como ponía sus manos en la espalda y se desabrochaba el sostén. No se lo quitó de una, se lo presionó así desabrochado contra sus senos mientras colgaban sueltos los tirantes.
No soporté más y ahí me fui encima de nuevo.
-“Ahora sí, demuestra cuán hombre eres”.-Me dijo.
Le besé el cuello, la tomé de ambas manos y con mi boca deslicé su sostén hasta dejar a descubierto sus lindas tetas.
-“Tramposo, violador, voy a gritar”.- Empezó a decirme en tono de broma.
Nunca olvidaré el momento en que vi por primera vez sus tetas, eran realmente lindas. Duritas con unos pezoncitos rosados claros y su piel bien blanquita.
No soporté y le tomé un pezón suavemente con los dientes.
A Ángela le gustó y esa fue la luz verde para que se las empiece a chupar.
Ella misma terminó por deshacerse del sostén para que le comiera cada milímetro de sus tetas. Mmmmm, era increíble.
No tardó en reaccionar y tomó mi pene por encima del pantalón…
-“Vaya, de alguien empezaron a funcionar a full sus cuerpos cavernosos”.-Me dijo.
Me deslizó la cremallera y de a poco haciendo a un lado el calzoncillo tomó mi pene erecto con su mano mientras succionaba su pezón.
-“Lo tienes bueno, me siento afortunada”.- Me dijo en expresión de más excitación.
Luego de saborear sus lindas tetas, y sentir unas caricias en el pene, empecé a deslizarme hacia abajo y le pasé la boca por el abdomen, ella me tomó de la nuca y de a poco empecé a bajarle el pantalón licra que tenía y pude ver su linda tanga que hacía juego con el sostén. Se lo bajé del todo, ella se quitó los zapatos y se deshizo de él quedando solamente con la tanga encima.
-“Mmmmm, para ser justos, debes quitarte la ropa”.- Expresó con ojos de deseo.
Me incorporé y me quité la ropa hasta quedar igual que ella, sólo con el calzoncillo.
Ahí me le fui encima, la tomé de las tetas, se las empecé a comer; ella me tomó de la erección y me acariciaba de arriba a abajo. En verdad estábamos ardiendo de excitación. Una vez más le empecé a deslizar mis caricias orales por el abdomen, luego de chuparle las tetas y esta vez deslicé para abajo su tanga, hasta liberar su entrada vaginal ya humedecida. No lo pensé más y me le fui con la lengua en el clítoris y le empecé a hacer un oral de los buenos.
Ángela enloquecía, empezó a gemir fuertemente mientras me tomaba la nuca con las manos.
-“Sigue, sigue. Me enloqueces”.-Me decía loca de la excitación.
Creo que terminó más de una vez con mis embestidas hasta que ya no pude contener la necesidad y me puse entre sus piernas…
-“Espera”.-Me dijo.
Yo creí que me iba a pedir que use condón; pero no fue así.
-“Quiero ver cómo me la metes”.- Dijo sorprendiéndome y acomodando la vista hacia la entrada de su vagina donde le apuntaba con el pene.
Lentamente, sintiendo cada centímetro de su rico hueco, la penetré hasta tenerla toda dentro de ella.
Por la influencia de las copas, pensé que si no me exigía protección sería porque estaba segura de que no podía quedar embarazada y de que no desconfiaba de que yo le contagie algo.
Por todo ello es que la empecé a “bombear” con intensidad mientras le sujetaba las tetas.
Ángela gemía con locura, disfrutaba mis arremetidas y yo de a poco sentía el placer de la fricción en el interior de su vagina.
No pude más y eyaculé, sentí como que disparaba 4 o 5 veces llenándole de mi semen.
-“Que rico se siente lo que me llenas de tu placer”.-Dijo.
Por última vez le besé las tetas y me aparté del sofá.
Ella se levantó y me dijo:
-“Qué rico haces el amor. Sígueme”.
Así desnudos, nos condujo a su habitación, y luego a su baño. Entramos, abrió la ducha y m dijo:
-“Te debo algo y ahora te lo pago”.
Se agachó y se metió mi pene en la boca y me lo empezó a chupar deliciosamente.
Lo hizo tan rico que se me paró en poco tiempo.
.”¿Te gusta?”.- Me preguntó.
-“Si muñeca, que rico me lo chupas”.
-“¿Quieres que siga?”.
-“No, detente. Quiero sentir de nuevo lo profundo de tu intimidad”.
Ella comprendiendo mis palabras, se levantó, se puso de espaldas a mí, donde aproveché para acariciarle de nuevo las tetas y agachándose un poco me ofreció su vagina en la pose de “perrito”.
Ahí se la metí de nuevo profundamente y le metí el segundo polvo que casi nos enloquece a los dos.
Cuando volví a vaciarme dentro de ella, se incorporó, nos lavamos mutuamente, me pidió que la espere en la cama. Me salí porque de seguro quería que salga mi semen de su vagina, por lo menos una buena parte. Me acosté en su cama. Al poco rato volvió, se acostó conmigo, nos dormimos juntos.
Al día siguiente ella me despachó de su casa, haciéndome jurar que no contaría a nadie de la facultad lo que pasó y que cumpla mi promesa de volver a decirle doctora porque el “tuteo” era por la noche anterior.
Yo le juré y cumplí mi parte; ya que tuve por demás recompensa al haber poseído a una de las mujeres más deseables de la universidad.
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