Reitero el agradecimiento por la cantidad de puntos que vienen recibiendo los relatos como así también las críticas. No es fácil redactar para alguien que no se dedica a esto ni tampoco seleccionar las situaciones para contarles. Acá viene el quinto y como anticipé la temperatura aumenta varios grados:
Desde que ocurrió lo que di a llamar "la noche de la crema" para no ahondar en esa excitante experiencia, todo en mi casa se volvió un poco más turbio de lo que venía.
Me sentía un poco expuesto, tal vez parecido a lo que sintió Natalia cuando me enteré de su sucio video. Evidentemente las vivencias de los dos eran marcadamente diferentes. Ella lo experimentó con más tranquilidad y con cierto placer de saber que yo ahora formaba parte de una especie de juego de seducción prohibida.
Para mi en cambio la situación era un poco perturbadora. Saber que mi hija es una trola insaciable, no es la mejor noticia que un padre quiere escuchar y mucho menos ver. Sin embargo una parte de mi disfrutaba de tener a esa experta petera en casa y saber que en cualquier momento alguna oportunidad podría tener para verla en acción otra vez y por qué no probarlo en carne propia. Las sensaciones que me produjo la noche de la crema fueron más intensas todavía, ya que fue la primera vez que toda esa actitud de puta había estado dirigida a mi, su propio padre.
Esa actitud tan desafiante y a la vez tan excitante, me empezó a llenar de morbo. Sentía que si era capaz de comportarse así conmigo, era capaz de cualquier cosa con otro hombre. Esa sensación de culpa por espiarla se alejaba lentamente. No por completo ya que no deja de tratarse de mi hija. Lo cierto es que sentía más calentura que ternura por mi hermosa nena. Ya no dudaba de eso. No podía estar en el mismo cuarto que ella sin mirar su boca y desearla. Imaginarla con mi pija babeada entrando y saliendo. Pensaba en esa mirada de satisfacción que hizo aquella noche chupando mi dedo.
Le espectacular visión de ella y Caro comiéndose la boca. Sus lenguas cruzando entre sus carnosos labios manchados de crema era algo muy fuerte para perderse en mis recuerdos. Volvía cada vez que la miraba llevándose algo a la boca. A partir de esa noche tuve varias noches de placer con mi mujer, tal vez no tan salvajes como aquella pero siempre pensando en Natalia. Era como si me la cogiera a ella en cada ocasión y esa sensación era deliciosa.
Sentía que estaba agazapada esperando la oportunidad para atacar a cada de nuevo. La actitud de Nati era astuta y calculada. Aprovechaba mi dudosa autoridad, desvirtuada por la calentura. Todos los días por lo menos se mandaba una para calentarme. A veces eran cosas sutiles como miradas o sonrisas, pero había otras en las que el grado de provocación era tal que los esfuerzos por contenerme eran heroicos. Eran frases o movimientos en los que parecía que se me estaba regalando.
Una de esas fue un martes al volver de la escuela. Nicole se había ido a pasar unos días a la casa de mi cuñado. Nati entró con su uniforme del colegio y al rato se metió al baño. Cuando salió vi esa cara traviesa que ponía cuando jugaba conmigo. Se sentó en la mesa y mientras mi mujer hacía la limpieza y yo repasaba algunos números del negocio se puso a comer un yogurt de una forma muy lujuriosa. Chupaba varias veces la cuchara cada vez que la sacaba de su boca, lo hacía lento, mirándome a los ojos con una cara de petera viciosa. Su lengua recorría cada milímetro ovalado de ese cubierto como si fuera la cabeza de una verga.
Sentía mi pija creciendo en mi pantalón y cada vez que eso pasaba y mi mujer estaba cerca empezaba a transpirar de los nervios, Ella lo sabía y lo gozaba. Se notaba en su mirada. Desvié mi mirada para tratar de evadir la calentura pero entonces el ruido metálico de la cuchara me sobresaltó
N - ¿Papi me alcanzas la cucharita? Creo que cayó cerca de tu silla - me pidió con un tono inocente pero esa solicitud no tenía nada de inocente. Me agaché y metí medio cuerpo bajo la mesa para buscar la cuchara ya que en realidad estaba justo al lado de su pie y cuando la estaba por alcanzar veo que sus rodillas se separan de golpe y bajo esa pollera aparece como en un sueño erótico esa hermosa concha expuesta totalmente a pocos centímetros de mis ojos. La muy puta no traía ropa interior. Esa era la razón por la que traía esa cara de perra al salir del baño. Disimuladamente metió la mano bajo la mesa, entre esas piernas trabajadas y pasó un dedo en medio de labios rosados.
Eso fue demasiado impactante para mí que sobresaltado le pegué un fuerte cabezazo a la mesa haciendo temblar todo lo que había arriba. Rápidamente, Nati cerró esas piernas como quien cierra las puertas del paraíso y mi esposa preguntó qué pasaba, asustada por el ruido.
Tuve que improvisar con la velocidad que lo haría mi hija
Yo - Ay! Me dio un tirón en la espalda! - Grité para justificarme y cubrir a mi pequeña zorrita para completar mi coartada me tomé cerca de la cintura y me levanté lentamente
Marina - Natalia, no lo hagas agachar a tu padre que sabes que cuando le empieza el dolor lumbar lo mata- le reprochó mi mujer a Nati que se esforzaba por contenerse la risa, al saberme tan caliente.
Yo estaba rojo y con la verga latiendo por la imagen de esa hermosa vagina
Mientras mi mujer me masajeaba suavemente la espalda tratando de aliviar mi falso dolor, mi hija terminó con su show y se retiró a su cuarto con moviendo esa pollera tableada de una forma muy sensual como para recordarme que no había nada debajo de ella. Mi mujer siguió con las tareas del hogar y yo me encerré en el baño dispuesto a pajearme. Al entrar encontré apoyada al costado de la bañera la joya para coronar una buena paja. La diminuta tanga de Natalia que aún tenía su olor.
Estaba muy a la vista. No estaba seguro pero tal vez predijo que su exhibición me iba a obligar a pajearme y la dejó para cuando entrara a hacerlo. En el momento no me importó. La llevé a mi rostro y con ese rico aroma me masturbé hasta que se me llenó la cabeza de la pija de leche. Pensaba en ese primer plano de esa perfecta concha rosadita y adolescente frente a mi. En el morbo de exponerse así estando Marina en el mismo cuarto. En esa piel, en ese cuerpo, en esas curvas. Antes de acabar, agarré la tanga y la apreté sobre la punta. Empecé a acabar y contuve los chorros calientes de leche con la fina tela.
Me subí los pantalones nervioso y agitado. Cuando la calentura aflojó estaba con la ropa interior de mi hija en la mano empapada en semen. No sabía que hacer. Apreté mi puño tratando de esconderla, pero una parte de mi quiso continuar ese juego perverso que mi hija había iniciado. Salí del baño y fui hasta el cuarto de Natalia. Abrí la puerta y estaba acostada en su cama mirando su tablet. Probablemente aún sin ropa interior.
Al verme se le dibujó de nuevo esa sonrisa maliciosa. No le dije nada, solo le arrojé la tanga y rápida de reflejos la tomó en el aire. Al agarrarla notó enseguida lo que escurría entre sus dedos. Su sonrisa se desfiguró. Frunció el ceño y abrió la boca sorprendida, casi indignada. En ese momento la sonrisa pasó a mi rostro. Le hice la seña de silencio con mi mano y antes de que pudiera decir nada salí del cuarto, dejándola con la palabra en la boca
Mi corazón latía fuerte. Me sentí dominador de ese juego histérico y morboso por primera vez y me gustaba ese rol. No sabía muy bien como podía reaccionar Natalia. Pensándolo fríamente era tremendo lo que acababa de hacer. Su cara de incredulidad al sentir la tela bañada en leche no tenía precio. Pero conociéndola tenía que tomar la iniciativa y aumentar la apuesta en algún momento para ver que hacía al sentirse desafiada por su padre. Tardó un buen rato en salir y yo pensaba en ella con su mano mojada por la leche de papá. La imaginaba chupandose los dedos como lo hizo con la crema o como la había visto hacerlo con el semen de otros tipos antes que el mío. Se notaba que ese sabor le gustaba.
Finalmente salió del cuarto. Me miró haciendo que no con la cabeza pero con una media sonrisa juguetona que parecía decir que si. Me encantó esa actitud. Me sonreí y bajé la cabeza medio risueño. Esa complicidad entre los dos para ocultar la tensión sexual que ya ocupaba era demasiado excitante. Escuchaba a Marina contándome una anécdota de tránsito de fondo pero no le daba bola. Mis cinco sentidos estaban centrados en esa belleza juvenil enfundada en uniforme de escuela que caminaba hacia mi con cara de putona
N - ¿Ma, te acordaste de comprarme el mapa para mañana? - preguntó de forma casual
M - ¿Qué mapa?! ¡No me dijiste nada Natalia! - respondió sobresaltada mi mujer
N - ¡Ay ma! ¡Nunca me prestas atención! - le recriminó haciendo un puchero que era para comersela
M - Tengo mil cosas en la cabeza y me decis esto a última hora! - contestó subiendo de tibio a caliente mi esposa. A lo que mi nena rápida de reflejos cruzó sus brazos tras mi cuello y sentándose en mi falda me dijo con esa cara de nena buena
N - ¿Papi, me llevas a comprar uno ya que mamá está muy ocupada? - en ese momento entendí todo. Por si hacía falta me guiñó el ojo la muy trola. No sabía que tenía en mente pero ya empezaba a sentir como la calentura se adueñaba de mi otra vez.
Me paré y arrancamos para el garage. Mientras la dejaba adelantarse unos pasos me preguntaba si la muy atorranta seguiría sin ropa interior bajo esa faldita. Me miró por encima del hombro y se sonrió llegando al auto. Entramos y cuando estaba por arrancar me agarró la mano y sacó las llaves del contacto.
Yo - ¿Qué haces Natalia? - le pregunté.
N - Creo que me debes algo vos - me dijo mientras se subía un poco la falda.
Y - Creo que ya te devolví lo que era tuyo - respondi titubeando un poco
N - No, vos estuviste pasandola bien. Me toca a mi ¿No? - me dijo rozando mi pierna con sus uñas.
Yo - Nati pará, alguien nos puede ver acá - la frené sabiendo de lo que es capaz
N - ¿Y no te gusta? ¡Sentí como tengo el corazón! - me dijo y puso mi mano en su teta izquierda.
No me resistí y apreté ese hermoso pecho duro haciendo que se muerda los labios. Ahora su mano apretaba mi pierna, no la rozaba. Sentía como se iba formando la erección en mi pantalón.
Se me acercó a la boca casi hasta besarme y me dijo en secreto
N - Tu leche es riquisima papi - mi mente no podía procesar una frase tan morbosa en los labios de mi propia hija. Tuve el instinto de besarla, pero puso su mano en mi pecho y me frenó.
Se rió con una picardía propia de una nena y me empezó a besar el cuello. Sentí su aliento caliente y después sus labios empezaron a recorrer la zona. Estaba más caliente que nunca.
Una colegial en celo con ese cuerpo infernal como Natalia era irresistible incluso para mi.
Puse mi mano en su cintura y la apreté. En ese momento me rozó con sus dientes como si me fuera a morder. Estaba más perra que nunca. Como si haber saboreado a escondidas mi semen la hubiera motivado en especial. Hacía todo lento al igual que yo. Era una situación bastante extrema. Estábamos en un lugar en el que cualquier vecino podía aparecer de buenas a primeras, pero las cosas que despertaba el contacto de esa boca eran muy fuertes para frenarla. La deseaba demasiado. Me animé y le agarré la cola por encima de la pollera a ver que hacía. Sentir ese culo carnoso con toda mi mano era la gloria.
N - mmmm pa! - fue todo lo que susurró y retomó sus besos que ahora acompañaba con esa lengua caliente mojando mi piel. Estaba tan caliente que levanté su falda y quise tocar esa cola directamente. Esa piel adolescente, tan tersa, tan suave. La redondez de esas nalgas trabajadas apretadas por toda mi mano me excitó tanto que me desboqué
Y - Que puta que sos mi amor! - exclamé más caliente que nunca, mientras corroboraba con mis propias manos que ahora si tenía puesta una fina tanga y la tironeaba con mis dedos.
N - Ay pap! - me dijo fingiendo sorpresa. Deslizó su mano suavemente hasta mi bulto y sentí como lo acariciaba.
Me miró con cara de puta deseosa, mordiendo la mitad de su labio y empezó a mover su mano como si me pajeara sobre el pantalón.
Con mi otra mano empecé a manosearle una de esas enormes tetas con descaro y la muy puta se dejaba y apretaba más mi pija. Pasó su lengua por mi mejilla y me dijo al oído en secreto
N - Estoy toda mojada - su voz fue casi un gemido al decirlo. No pude resistirme a meter la mano entre sus piernas y corroborarlo. Mis dedos se humedecieron apenas los apoyé con ese conchita jugosa y tibia incluso teniendo la tela de tanga de por medio
Yo - Ay como estas mi vida! - le dije en su oído. No podía mirarla a los ojos mientras la manoseaba de esa manera. Escuchaba su respiración agitada en el mío.
Me empujó bruscamente. Esperaba que viniera lo mejor. Empecé a bajarme el cierre. Cuando creí que se iba a sacar la ropa se dio vuelta y abrió la puerta del auto.
N - Ahora ya no me debes nada Pa. Ya me mojé yo también - me dijo entre risas y se alejó del auto. No podía creer como me había dejado! Se fue caminando despacito y me esperó al lado de la puerta. Fue como un castigo por lo que hice con su tanga. Quise ganarle a la mejor jugadora y me demostró quien mandaba. Me quedé mudo con la pija llena de leche mirando esa sonrisa de trola que me dedicaba a la distancia mordiéndose el dedo. Tenía todas las de ganar. Era un tiempo prudente para volver a casa.
Al llegar, tomó la mochila y fingió guardar algo. Yo entré con la sangre hirviendo detrás de ella.
La calientapijas se sentía segura por la presencia de mi mujer y sabía que tendría que guardarme mi calentura para otro momento. Como me había pasado todas las veces anteriores. Pero esta vez la suerte iba a jugar a mi favor. Con aires de superioridad se fue, probablemente a cambiar. Yo me quedé con Marina en la cocina masticando mi bronca por el dolor de huevos que me había provocado la trola de mi hija.
Al rato de todo eso, sonó el celular de mi mujer. "Quedate tranquila, ahora voy para allá" la escuché responder y repetirlo varias veces. Su mejor amiga la había llamado entre lagrimas por una crisis amorosa. Como son intimas, dejó todo y se dispuso a salir. Obviamente no puse ningún reparo. Le dije que yo me encargaba de todo en la casa. Por dentro me frotaba las manos esperando que cruzara esa puerta. Apenas lo hizo me pegué a la mirilla y al verla alejarse di una vuelta y media de llave, dejándola cruzada para que nadie pudiera entrar.
Ahora si, la putita de Natalia iba a recibir una lección que no iba a olvidar jamas. La tenía sola para papá a mi dulce y lujuriosa nena. La llamé y salió confiada. No se había enterado de la ausencia de Marina
N - ¿Qué pasa, por qué tanto grito? - reprochó con ese desafiante tonito de adolescente rebelde
Yo - Tu madre se fue. Es hora de aclarar lo que pasó en el auto - le dije acorralándola contra la pared
N - Ahora no tengo ganas de hablar - me dijo poniendo su mano en mi pecho
Yo - Me parece perfecto porque no tengo intenciones de que hables - le dije bajándome el cierre del pantalón y sacando la verga. Su cara fue de perplejidad absoluta. No esperaba que me animara a algo así. Yo de hecho tampoco, pero la calentura con la que me dejó me dominaba por completo.
La agarré de los hombros y la tiré hacia abajo con fuerza. Pude ver por primera vez algo de miedo y dijo
N - Pa mira yo... - pero aproveché el momento que abrió esa hermosa boca y le metí la pija sin aviso. Apreté esa nuca con fuerza, cerrando los ojos. Escuchaba una deliciosa arcada que era música para mis oídos pero lo mejor sentía al fin esa boca caliente atravesada por mi verga. Empecé a moverme cogiendo esa dulce carita. Superado el trance inicial sentí que ella empezaba a hacer lo que mejor sabe. Su mano empezó a acariciar mis huevos, y sus ojos de gata se clavaron en los míos.
Parece que tener una verga gorda en la boca era irresistible para la muy trola. Solté su nuca y siguió mamando como la experta que es. Sus labios recorrían a la perfección cada centímetro. Su lengua empezó a jugar un rol principal rodeando la cabeza de mi pija como su fuera un chupetin. No puedo explicar el placer que me daba. Esa boca era mejor de lo que se veía. En cuanto se soltó puso toda su destreza al servicio en este caso de su padre, lo que le daba un morbo especial. Yo no podía cerrar mi boca, suspiros, gemidos y jadeos eran permanentes.
La cabellera de mi hija se movía rápido y yo sentía mi pija internándose esa boca que tantas pijas había tragado. La recorrió con su lengua haciéndome estremecer. Mi hija si que sabía darle placer a un hombre, esa lengua tocaba cada punto. Se la pasaba por los labios y por toda su cara. Verla así toda mojada por su saliva y el los líquidos de mi falo era el mejor espectáculo que me había dado. Veía que el temor en sus ojos había desaparecido y la petera estaba en todo su esplendor. Así me lo demostró cuando la tragó toda. Sentí su nariz apretada contra mi y la punta de su lengua estirada hasta llegar a mis huevos.
Era tan hermosa y tan puta así que agarré su nuca y la contuve en en esa posición, con mi verga hasta su campanilla. Las venas de su cuello se hincharon por el esfuerzo y sus ojos se pusieron llorosos. La sentía empujar para zafarse y las arcadas por estar colmada de verga. Estaba demasiado caliente, sentía que mi leche iba a desbordarme en cualquier momento y sabía que no había mejor destino para el semen que ese. Cerré los ojos y me empecé a mover rápido escuchaba como mi tierna putita se ahogaba una y otra vez.
Nunca había gozado tanto una mamada en mi vida. Mis gemidos eran casi gritos. Esa boca tragaba mientras desbordaba saliva enlechada por todos lados. Hubiera querido que dure para siempre esa imagen pero no me aguanté más y el primer chorro de leche fue a parar a la garganta de mi beba. Se zafó recién entonces de mis manos y se alejó para respirar, quedando a la distancia justa para recibir el resto. Apunté como pude mi a esa cara y le descargué el resto de la leche que tanto había buscado ese día. La mitad de su cara quedó bañada en leche, incluso un mechón de pelo también.
Esa carita mojada, entre sudor, lagrimas y semen era un retrato erótico. Agitada como estaba, juntó despacio la leche de su cara con sus dedos y los chupó mirándome con esa cara de puta
N - Me encanta tu leche papi. La quiero probar más seguido - me pidió risueña como una nena traviesa. Lejos de un castigo le había dado justo lo que quería. Había cruzado una linea que no tenía retorno y recién al cesar la calentura me di cuenta de lo que había hecho y la culpa me invadió pero no había precio por ver lo trola que estaba la petera de mi hija enlechada
Desde que ocurrió lo que di a llamar "la noche de la crema" para no ahondar en esa excitante experiencia, todo en mi casa se volvió un poco más turbio de lo que venía.
Me sentía un poco expuesto, tal vez parecido a lo que sintió Natalia cuando me enteré de su sucio video. Evidentemente las vivencias de los dos eran marcadamente diferentes. Ella lo experimentó con más tranquilidad y con cierto placer de saber que yo ahora formaba parte de una especie de juego de seducción prohibida.
Para mi en cambio la situación era un poco perturbadora. Saber que mi hija es una trola insaciable, no es la mejor noticia que un padre quiere escuchar y mucho menos ver. Sin embargo una parte de mi disfrutaba de tener a esa experta petera en casa y saber que en cualquier momento alguna oportunidad podría tener para verla en acción otra vez y por qué no probarlo en carne propia. Las sensaciones que me produjo la noche de la crema fueron más intensas todavía, ya que fue la primera vez que toda esa actitud de puta había estado dirigida a mi, su propio padre.
Esa actitud tan desafiante y a la vez tan excitante, me empezó a llenar de morbo. Sentía que si era capaz de comportarse así conmigo, era capaz de cualquier cosa con otro hombre. Esa sensación de culpa por espiarla se alejaba lentamente. No por completo ya que no deja de tratarse de mi hija. Lo cierto es que sentía más calentura que ternura por mi hermosa nena. Ya no dudaba de eso. No podía estar en el mismo cuarto que ella sin mirar su boca y desearla. Imaginarla con mi pija babeada entrando y saliendo. Pensaba en esa mirada de satisfacción que hizo aquella noche chupando mi dedo.
Le espectacular visión de ella y Caro comiéndose la boca. Sus lenguas cruzando entre sus carnosos labios manchados de crema era algo muy fuerte para perderse en mis recuerdos. Volvía cada vez que la miraba llevándose algo a la boca. A partir de esa noche tuve varias noches de placer con mi mujer, tal vez no tan salvajes como aquella pero siempre pensando en Natalia. Era como si me la cogiera a ella en cada ocasión y esa sensación era deliciosa.
Sentía que estaba agazapada esperando la oportunidad para atacar a cada de nuevo. La actitud de Nati era astuta y calculada. Aprovechaba mi dudosa autoridad, desvirtuada por la calentura. Todos los días por lo menos se mandaba una para calentarme. A veces eran cosas sutiles como miradas o sonrisas, pero había otras en las que el grado de provocación era tal que los esfuerzos por contenerme eran heroicos. Eran frases o movimientos en los que parecía que se me estaba regalando.
Una de esas fue un martes al volver de la escuela. Nicole se había ido a pasar unos días a la casa de mi cuñado. Nati entró con su uniforme del colegio y al rato se metió al baño. Cuando salió vi esa cara traviesa que ponía cuando jugaba conmigo. Se sentó en la mesa y mientras mi mujer hacía la limpieza y yo repasaba algunos números del negocio se puso a comer un yogurt de una forma muy lujuriosa. Chupaba varias veces la cuchara cada vez que la sacaba de su boca, lo hacía lento, mirándome a los ojos con una cara de petera viciosa. Su lengua recorría cada milímetro ovalado de ese cubierto como si fuera la cabeza de una verga.
Sentía mi pija creciendo en mi pantalón y cada vez que eso pasaba y mi mujer estaba cerca empezaba a transpirar de los nervios, Ella lo sabía y lo gozaba. Se notaba en su mirada. Desvié mi mirada para tratar de evadir la calentura pero entonces el ruido metálico de la cuchara me sobresaltó
N - ¿Papi me alcanzas la cucharita? Creo que cayó cerca de tu silla - me pidió con un tono inocente pero esa solicitud no tenía nada de inocente. Me agaché y metí medio cuerpo bajo la mesa para buscar la cuchara ya que en realidad estaba justo al lado de su pie y cuando la estaba por alcanzar veo que sus rodillas se separan de golpe y bajo esa pollera aparece como en un sueño erótico esa hermosa concha expuesta totalmente a pocos centímetros de mis ojos. La muy puta no traía ropa interior. Esa era la razón por la que traía esa cara de perra al salir del baño. Disimuladamente metió la mano bajo la mesa, entre esas piernas trabajadas y pasó un dedo en medio de labios rosados.
Eso fue demasiado impactante para mí que sobresaltado le pegué un fuerte cabezazo a la mesa haciendo temblar todo lo que había arriba. Rápidamente, Nati cerró esas piernas como quien cierra las puertas del paraíso y mi esposa preguntó qué pasaba, asustada por el ruido.
Tuve que improvisar con la velocidad que lo haría mi hija
Yo - Ay! Me dio un tirón en la espalda! - Grité para justificarme y cubrir a mi pequeña zorrita para completar mi coartada me tomé cerca de la cintura y me levanté lentamente
Marina - Natalia, no lo hagas agachar a tu padre que sabes que cuando le empieza el dolor lumbar lo mata- le reprochó mi mujer a Nati que se esforzaba por contenerse la risa, al saberme tan caliente.
Yo estaba rojo y con la verga latiendo por la imagen de esa hermosa vagina
Mientras mi mujer me masajeaba suavemente la espalda tratando de aliviar mi falso dolor, mi hija terminó con su show y se retiró a su cuarto con moviendo esa pollera tableada de una forma muy sensual como para recordarme que no había nada debajo de ella. Mi mujer siguió con las tareas del hogar y yo me encerré en el baño dispuesto a pajearme. Al entrar encontré apoyada al costado de la bañera la joya para coronar una buena paja. La diminuta tanga de Natalia que aún tenía su olor.
Estaba muy a la vista. No estaba seguro pero tal vez predijo que su exhibición me iba a obligar a pajearme y la dejó para cuando entrara a hacerlo. En el momento no me importó. La llevé a mi rostro y con ese rico aroma me masturbé hasta que se me llenó la cabeza de la pija de leche. Pensaba en ese primer plano de esa perfecta concha rosadita y adolescente frente a mi. En el morbo de exponerse así estando Marina en el mismo cuarto. En esa piel, en ese cuerpo, en esas curvas. Antes de acabar, agarré la tanga y la apreté sobre la punta. Empecé a acabar y contuve los chorros calientes de leche con la fina tela.
Me subí los pantalones nervioso y agitado. Cuando la calentura aflojó estaba con la ropa interior de mi hija en la mano empapada en semen. No sabía que hacer. Apreté mi puño tratando de esconderla, pero una parte de mi quiso continuar ese juego perverso que mi hija había iniciado. Salí del baño y fui hasta el cuarto de Natalia. Abrí la puerta y estaba acostada en su cama mirando su tablet. Probablemente aún sin ropa interior.
Al verme se le dibujó de nuevo esa sonrisa maliciosa. No le dije nada, solo le arrojé la tanga y rápida de reflejos la tomó en el aire. Al agarrarla notó enseguida lo que escurría entre sus dedos. Su sonrisa se desfiguró. Frunció el ceño y abrió la boca sorprendida, casi indignada. En ese momento la sonrisa pasó a mi rostro. Le hice la seña de silencio con mi mano y antes de que pudiera decir nada salí del cuarto, dejándola con la palabra en la boca
Mi corazón latía fuerte. Me sentí dominador de ese juego histérico y morboso por primera vez y me gustaba ese rol. No sabía muy bien como podía reaccionar Natalia. Pensándolo fríamente era tremendo lo que acababa de hacer. Su cara de incredulidad al sentir la tela bañada en leche no tenía precio. Pero conociéndola tenía que tomar la iniciativa y aumentar la apuesta en algún momento para ver que hacía al sentirse desafiada por su padre. Tardó un buen rato en salir y yo pensaba en ella con su mano mojada por la leche de papá. La imaginaba chupandose los dedos como lo hizo con la crema o como la había visto hacerlo con el semen de otros tipos antes que el mío. Se notaba que ese sabor le gustaba.
Finalmente salió del cuarto. Me miró haciendo que no con la cabeza pero con una media sonrisa juguetona que parecía decir que si. Me encantó esa actitud. Me sonreí y bajé la cabeza medio risueño. Esa complicidad entre los dos para ocultar la tensión sexual que ya ocupaba era demasiado excitante. Escuchaba a Marina contándome una anécdota de tránsito de fondo pero no le daba bola. Mis cinco sentidos estaban centrados en esa belleza juvenil enfundada en uniforme de escuela que caminaba hacia mi con cara de putona
N - ¿Ma, te acordaste de comprarme el mapa para mañana? - preguntó de forma casual
M - ¿Qué mapa?! ¡No me dijiste nada Natalia! - respondió sobresaltada mi mujer
N - ¡Ay ma! ¡Nunca me prestas atención! - le recriminó haciendo un puchero que era para comersela
M - Tengo mil cosas en la cabeza y me decis esto a última hora! - contestó subiendo de tibio a caliente mi esposa. A lo que mi nena rápida de reflejos cruzó sus brazos tras mi cuello y sentándose en mi falda me dijo con esa cara de nena buena
N - ¿Papi, me llevas a comprar uno ya que mamá está muy ocupada? - en ese momento entendí todo. Por si hacía falta me guiñó el ojo la muy trola. No sabía que tenía en mente pero ya empezaba a sentir como la calentura se adueñaba de mi otra vez.
Me paré y arrancamos para el garage. Mientras la dejaba adelantarse unos pasos me preguntaba si la muy atorranta seguiría sin ropa interior bajo esa faldita. Me miró por encima del hombro y se sonrió llegando al auto. Entramos y cuando estaba por arrancar me agarró la mano y sacó las llaves del contacto.
Yo - ¿Qué haces Natalia? - le pregunté.
N - Creo que me debes algo vos - me dijo mientras se subía un poco la falda.
Y - Creo que ya te devolví lo que era tuyo - respondi titubeando un poco
N - No, vos estuviste pasandola bien. Me toca a mi ¿No? - me dijo rozando mi pierna con sus uñas.
Yo - Nati pará, alguien nos puede ver acá - la frené sabiendo de lo que es capaz
N - ¿Y no te gusta? ¡Sentí como tengo el corazón! - me dijo y puso mi mano en su teta izquierda.
No me resistí y apreté ese hermoso pecho duro haciendo que se muerda los labios. Ahora su mano apretaba mi pierna, no la rozaba. Sentía como se iba formando la erección en mi pantalón.
Se me acercó a la boca casi hasta besarme y me dijo en secreto
N - Tu leche es riquisima papi - mi mente no podía procesar una frase tan morbosa en los labios de mi propia hija. Tuve el instinto de besarla, pero puso su mano en mi pecho y me frenó.
Se rió con una picardía propia de una nena y me empezó a besar el cuello. Sentí su aliento caliente y después sus labios empezaron a recorrer la zona. Estaba más caliente que nunca.
Una colegial en celo con ese cuerpo infernal como Natalia era irresistible incluso para mi.
Puse mi mano en su cintura y la apreté. En ese momento me rozó con sus dientes como si me fuera a morder. Estaba más perra que nunca. Como si haber saboreado a escondidas mi semen la hubiera motivado en especial. Hacía todo lento al igual que yo. Era una situación bastante extrema. Estábamos en un lugar en el que cualquier vecino podía aparecer de buenas a primeras, pero las cosas que despertaba el contacto de esa boca eran muy fuertes para frenarla. La deseaba demasiado. Me animé y le agarré la cola por encima de la pollera a ver que hacía. Sentir ese culo carnoso con toda mi mano era la gloria.
N - mmmm pa! - fue todo lo que susurró y retomó sus besos que ahora acompañaba con esa lengua caliente mojando mi piel. Estaba tan caliente que levanté su falda y quise tocar esa cola directamente. Esa piel adolescente, tan tersa, tan suave. La redondez de esas nalgas trabajadas apretadas por toda mi mano me excitó tanto que me desboqué
Y - Que puta que sos mi amor! - exclamé más caliente que nunca, mientras corroboraba con mis propias manos que ahora si tenía puesta una fina tanga y la tironeaba con mis dedos.
N - Ay pap! - me dijo fingiendo sorpresa. Deslizó su mano suavemente hasta mi bulto y sentí como lo acariciaba.
Me miró con cara de puta deseosa, mordiendo la mitad de su labio y empezó a mover su mano como si me pajeara sobre el pantalón.
Con mi otra mano empecé a manosearle una de esas enormes tetas con descaro y la muy puta se dejaba y apretaba más mi pija. Pasó su lengua por mi mejilla y me dijo al oído en secreto
N - Estoy toda mojada - su voz fue casi un gemido al decirlo. No pude resistirme a meter la mano entre sus piernas y corroborarlo. Mis dedos se humedecieron apenas los apoyé con ese conchita jugosa y tibia incluso teniendo la tela de tanga de por medio
Yo - Ay como estas mi vida! - le dije en su oído. No podía mirarla a los ojos mientras la manoseaba de esa manera. Escuchaba su respiración agitada en el mío.
Me empujó bruscamente. Esperaba que viniera lo mejor. Empecé a bajarme el cierre. Cuando creí que se iba a sacar la ropa se dio vuelta y abrió la puerta del auto.
N - Ahora ya no me debes nada Pa. Ya me mojé yo también - me dijo entre risas y se alejó del auto. No podía creer como me había dejado! Se fue caminando despacito y me esperó al lado de la puerta. Fue como un castigo por lo que hice con su tanga. Quise ganarle a la mejor jugadora y me demostró quien mandaba. Me quedé mudo con la pija llena de leche mirando esa sonrisa de trola que me dedicaba a la distancia mordiéndose el dedo. Tenía todas las de ganar. Era un tiempo prudente para volver a casa.
Al llegar, tomó la mochila y fingió guardar algo. Yo entré con la sangre hirviendo detrás de ella.
La calientapijas se sentía segura por la presencia de mi mujer y sabía que tendría que guardarme mi calentura para otro momento. Como me había pasado todas las veces anteriores. Pero esta vez la suerte iba a jugar a mi favor. Con aires de superioridad se fue, probablemente a cambiar. Yo me quedé con Marina en la cocina masticando mi bronca por el dolor de huevos que me había provocado la trola de mi hija.
Al rato de todo eso, sonó el celular de mi mujer. "Quedate tranquila, ahora voy para allá" la escuché responder y repetirlo varias veces. Su mejor amiga la había llamado entre lagrimas por una crisis amorosa. Como son intimas, dejó todo y se dispuso a salir. Obviamente no puse ningún reparo. Le dije que yo me encargaba de todo en la casa. Por dentro me frotaba las manos esperando que cruzara esa puerta. Apenas lo hizo me pegué a la mirilla y al verla alejarse di una vuelta y media de llave, dejándola cruzada para que nadie pudiera entrar.
Ahora si, la putita de Natalia iba a recibir una lección que no iba a olvidar jamas. La tenía sola para papá a mi dulce y lujuriosa nena. La llamé y salió confiada. No se había enterado de la ausencia de Marina
N - ¿Qué pasa, por qué tanto grito? - reprochó con ese desafiante tonito de adolescente rebelde
Yo - Tu madre se fue. Es hora de aclarar lo que pasó en el auto - le dije acorralándola contra la pared
N - Ahora no tengo ganas de hablar - me dijo poniendo su mano en mi pecho
Yo - Me parece perfecto porque no tengo intenciones de que hables - le dije bajándome el cierre del pantalón y sacando la verga. Su cara fue de perplejidad absoluta. No esperaba que me animara a algo así. Yo de hecho tampoco, pero la calentura con la que me dejó me dominaba por completo.
La agarré de los hombros y la tiré hacia abajo con fuerza. Pude ver por primera vez algo de miedo y dijo
N - Pa mira yo... - pero aproveché el momento que abrió esa hermosa boca y le metí la pija sin aviso. Apreté esa nuca con fuerza, cerrando los ojos. Escuchaba una deliciosa arcada que era música para mis oídos pero lo mejor sentía al fin esa boca caliente atravesada por mi verga. Empecé a moverme cogiendo esa dulce carita. Superado el trance inicial sentí que ella empezaba a hacer lo que mejor sabe. Su mano empezó a acariciar mis huevos, y sus ojos de gata se clavaron en los míos.
Parece que tener una verga gorda en la boca era irresistible para la muy trola. Solté su nuca y siguió mamando como la experta que es. Sus labios recorrían a la perfección cada centímetro. Su lengua empezó a jugar un rol principal rodeando la cabeza de mi pija como su fuera un chupetin. No puedo explicar el placer que me daba. Esa boca era mejor de lo que se veía. En cuanto se soltó puso toda su destreza al servicio en este caso de su padre, lo que le daba un morbo especial. Yo no podía cerrar mi boca, suspiros, gemidos y jadeos eran permanentes.
La cabellera de mi hija se movía rápido y yo sentía mi pija internándose esa boca que tantas pijas había tragado. La recorrió con su lengua haciéndome estremecer. Mi hija si que sabía darle placer a un hombre, esa lengua tocaba cada punto. Se la pasaba por los labios y por toda su cara. Verla así toda mojada por su saliva y el los líquidos de mi falo era el mejor espectáculo que me había dado. Veía que el temor en sus ojos había desaparecido y la petera estaba en todo su esplendor. Así me lo demostró cuando la tragó toda. Sentí su nariz apretada contra mi y la punta de su lengua estirada hasta llegar a mis huevos.
Era tan hermosa y tan puta así que agarré su nuca y la contuve en en esa posición, con mi verga hasta su campanilla. Las venas de su cuello se hincharon por el esfuerzo y sus ojos se pusieron llorosos. La sentía empujar para zafarse y las arcadas por estar colmada de verga. Estaba demasiado caliente, sentía que mi leche iba a desbordarme en cualquier momento y sabía que no había mejor destino para el semen que ese. Cerré los ojos y me empecé a mover rápido escuchaba como mi tierna putita se ahogaba una y otra vez.
Nunca había gozado tanto una mamada en mi vida. Mis gemidos eran casi gritos. Esa boca tragaba mientras desbordaba saliva enlechada por todos lados. Hubiera querido que dure para siempre esa imagen pero no me aguanté más y el primer chorro de leche fue a parar a la garganta de mi beba. Se zafó recién entonces de mis manos y se alejó para respirar, quedando a la distancia justa para recibir el resto. Apunté como pude mi a esa cara y le descargué el resto de la leche que tanto había buscado ese día. La mitad de su cara quedó bañada en leche, incluso un mechón de pelo también.
Esa carita mojada, entre sudor, lagrimas y semen era un retrato erótico. Agitada como estaba, juntó despacio la leche de su cara con sus dedos y los chupó mirándome con esa cara de puta
N - Me encanta tu leche papi. La quiero probar más seguido - me pidió risueña como una nena traviesa. Lejos de un castigo le había dado justo lo que quería. Había cruzado una linea que no tenía retorno y recién al cesar la calentura me di cuenta de lo que había hecho y la culpa me invadió pero no había precio por ver lo trola que estaba la petera de mi hija enlechada
36 comentarios - La petera de mi hija enlechada
me mori en la parte: "Ahora ya no me debes nada Pa.". Dios que trolaaaaaa...
Que se venga rapidito la continuacion por favor, y si es mas larga, mucho mejor! esta historia me enloquece.
Seguí así, una cosa de locos tu hija!
+10 merecidisimos!