Pasados mis cincuenta años había logrado demasiados objetivos y había fracasado en otros. Después de años de esfuerzo ejercía la gerencia de una prestigiosa multinacional y gozaba de una inmejorable posición económica.
Esto me había ayudado a acostarme con cuanta mujer quisiera, lo que me llevó a un fracaso matrimonial tras otro, siempre fui desprolijo en este aspecto y mi pasión, mi devoción por una mujer terminaba en la cama, cumplido el objetivo perdía el interés y en poco tiempo aparecía una nueva presa a la que cotejar.
Saben, creo que nunca supe lo que era el amor, solo sentí esa adrenalina con mi posición laboral y con el dinero, pero con las mujeres, jamás.
Así puedo justificar las cuatro esposas que dejé en el camino, a los veinte, a los treinta, a los cuarenta y la última hace tres años.
Con todas tuve hijos, tres, uno, dos y uno respectivamente, pero terminé viviendo solo en mi castillo, con el respeto de cada uno, pero solo al fin, a pesar que nunca les hice faltar nada, siempre tapando con dinero mi poco afecto.
Tobías es mi hijo mayor y era el que más se acercaba a mí, un poco por la edad, otro poco porque nunca se llevaba bien con su madre.
Así fue que una noche trajo a su novia a cenar a casa, el, ella y yo, quería presentármela, a pesar que él hacía rato que había pasado los veinte ella aun no llegaba a esa edad.
No tuve una buena impresión de Taiana, casi una adolescente que se paraba en unos enormes zapatos con plataformas, para disimular su pequeña estatura, un diminuto vestido negro que cubría apenas lo necesario dejando a las claras que todo lo que no se había desarrollado en altura lo había hecho hacia a atrás y hacia adelante con unas tetas y un culo que llegaban al límite de la desproporción, se hacía evidente que era de esas chicas que estaban en el momento justo.
Pero no era su vestimenta la que no me daba buena impresión, al fin y al cabo era joven, lo que si me molestó fue su desfachatez al tutearme y tratarme como a uno más de sus amiguitos y a pesar que yo trataba de mantener distancia ella usaba un tono vulgar desprovisto del más mínimo respeto, aunque sea por la diferencia de edad.
A pesar que más de una vez traté de advertirle a mi hijo de mi percepción de que era una putita cualquiera, el se molestaba conmigo objetando que mis relaciones de pareja no eran justamente un ejemplo, y no solo que no logré separarlos, sino que al poco tiempo él la traería a convivir bajo el mismo techo.
Y ahí sí que comenzaron los problemas…
Cómo yo manejaba mis horarios a conveniencia, empecé caer en casa a cualquier hora, para evaluar la convivencia, así descubriría por ejemplo que mi hijo preparaba el almuerzo, ponía la mesa, sacaba la mesa, lavaba, secaba y acomodaba todo mientras la señorita miraba las novelas, me cansé de decirle que no podía ser tan estúpido.
En una oportunidad, llegué por la tarde y no estaba ninguno de los dos, pero arriba de la mesa había quedado ‘olvidada’ una diminuta tanga usada, toda enrollada y con olores femeninos, que tuve que sacar del lugar.
Pero lo que realmente me molestó fue llegar un día y verla aparecerse en sostén y bombacha, prácticamente desnuda para que me dijera:
-Uy! perdón papi (si, también debía tolerar que me dijera ‘papi’), no sabía que habías llegado…
Y encima, en lugar de cubrirse pretendía quedarse así, por lo que retruqué
-Mirá mocosa, no sé qué educación te dieron tus padres, pero haceme el favor de cubrirte un poco!
Y ella se molestó, y el inútil de Tobías también se molestó conmigo…
Todo explotó por los aires una tarde de verano, llegué de improviso, mi hijo no estaba, ella escuchaba música en el patio trasero, por lo que al asomarme alcanzo a ver a la distancia que Taiana tomaba sol casi desnuda, con una colaless infartante y sin nada arriba, refrescándose con el agua de la piscina que tenía pegada su silueta, por lo que advertí:
-Taiana, te aviso que llegué!
Solo para ir a la cocina a preparar un refresco, imaginen la situación cuando diez minutos después ella aparece por sorpresa a mis espaldas diciendo:
-Uy! Papi! Que calor que hace…
Al girar me atraganto al verla acomodarse el cabello con su cuerpo todo mojado, con sus enormes pechos desnudos, con la tanga pegada en su intimidad denunciando un cavado profundo, perdiéndose entre sus labios…
-Que querés lograr? Sos puta ó te haces la puta? No respetas ni al padre de tu novio?
Lo cierto es que tenía una erección más que evidente, entonces ella girando para retirarse dejándome ver su culo enorme contestó
-Al final yo tenía razón…
-En qué? En que tenías razón?
-Nada, dejalo así…
Encolerizado, tomándola fuertemente del brazo repetí la pregunta
-En que tienes razón?
-Dejáme! … en decirle a Tobías que sos un viejo reprimido y afeminado…
Y al hacerlo se escabulló de mi alcance, haciendo que su brazo transpirado y mojado resbalara de mi puño, fui tras ella tirándole un manotazo con el que solo alcancé a enganchar el elástico de la tanga que no resistió ante al forcejeo, por lo que siguió desnuda hasta el dormitorio.
Llegué embravecido, enceguecido, hecho una bestia, entonces ella me retó:
-Qué? Vas a cogerme? Si sos un viejo puto, y además impotente…
Me desnudé rápidamente, la empujé con violencia haciéndola caer de espaldas sobre el colchón, sin perder tiempo levanté sus piernas y se la enterré hasta el fondo haciéndola arquear, ella empezó a gemir, y yo me llenaba la vista con su argolla depilada y sus enormes senos que se bamboleaban hacia arriba y hacia abajo producto de mis arremetidas como dos enormes gelatinas que no caben en la copa. Taiana gemía pareciendo que se quedaba sin aire, se acariciaba los labios, los pechos y hasta la concha.
Tenía furia, tenía fuego en la sangre, en la habitación había aroma a su sexo mezclado con la transpiración del sol, mi olfato se llenaba de ella, sus impresionantes curvas de mujer llenaban mi vista, sus gemidos de perra violada llenaban mis oídos y su piel de adolescente llenaba mi alma perversa, rápidamente llené su concha de leche, la había cogido toda…
Salí a un costado, transpirado y confundido, respirando agitado, entonces ella con cara de consternación preguntó:
-Eso es todo? Ya está? Veo quien sale tu hijo…
Y eso tocó mi amor propio, mi estima varonil, fui corriendo a mi cuarto a buscar esas pastillas mágicas para volver a la acción lo antes posible, y otra vez esa putita me sorprendería, al llegar la encuentro con un delgado y pequeño vibrador acariciando su clítoris mientras que metía otro gigante bien profundo en su concha, para sacarlo impregnado por la leche que minutos antes había dejado en su interior para llevarlo a la boca y saborearlo todo, parecía disfrutar demasiado y me miraba provocativamente mientras pasaba la punta de la lengua por el juguete lleno de semen, saboreándolo como si fuera un enorme helado de crema.
Rápidamente sentí que mi pija recuperaba su erección, no sé si por la pastilla ó por el cuadro que se presentaba ante mis ojos, fui sobre ella nuevamente pero poniendo su pierna extendida de manera de apoyar su pie en mi pecho sentenció:
-No, no… apurado? Ahora tendrás que esperar…
Y dejándome a un lado se puso en cuatro patas sin dejar de acariciar su clítoris con el juguete que no dejaba de vibrar, sus mas que anchas caderas se mostraron más anchas aún y sus nalgas se veían imponentes, con sus cortos y amplios muslos apuntando hacia mi lado, para entonces jugar con el consolador grueso y largo en la puerta de su culo, esto me enloqueció y ella lo notó, entonces suavemente presionó la entrada de su ano hasta que lentamente se coló en él la cabeza del juguete, para jugar en esa posición, retirarlo y mostrarme como quedaba abierto ante mis ojos.
Repetía el juego, solo para que observara su anillo dilatado y hacerme desear, para provocar, sabiendo como enloquecer a un hombre.
Quería mas, así que volví a la carga obligándola a acostarse boca abajo para subirme sobre su cintura, con las piernas a su lado, sentándome sobre su espalda de manera que mis manos pudieran alcanzar sus nalgas, entonces quedó indefensa bajo mi peso, arranqué el enorme vibrador de su mano derecha y lo apunté en su culo, empecé a empujarlo hacia adentro y ella volvió a quejarse
-Pará! Pará! No… no… es muy largo… pará! Te digo que pares!!!
La sensación mezcla de violación con venganza era demasiado fuerte, y como si estuviera enterrando una daga en busca de su corazón, milímetro a milímetro presioné y sus quejas embriagaban mis oídos, tan largo como era lo fui introduciendo hasta que los testículos siliconados de la base toparon con sus nalgas, todo y hasta el fondo, mi sadismo se veía satisfecho.
Entonces la giré y cambié de posición, ahora boca arriba con el juguete en el culo, me acomodé sobre sus tetas y me masturbé entre ellas, se mostraban suaves y perfectas, Taiana las apretaba para esconder entre ellas mi verga caliente mientras que con sus pulgares acariciaba sus pezones.
Yo buscaba por un lado el hueco de su concha para enterrar mis dedos, sintiendo el juguete duro en el otro canal, por otro llevaba cada tanto mi pene a su boca para que ella lo lamiera a voluntad, estirando su lengua como una serpiente para alcanzarlo, para succionarlo, para luego volver a esconderlo al medio de su busto, en ese momento iba a su boca con la mía, a besarla, a sentir mi propio sabor en su aliento, aroma a mi sexo en su boca…
Así llegué por segunda vez, mi leche bañó sus montañas, sus pezones, su cuello y hasta sus labios, la observé saborear mi esperma y acariciar sus tetas con mis jugos, como aplicándose crema humectante.
Y no sabía si ella había llegado a tener orgasmos, tampoco me importaba…
Pero volviendo a la carga y poniéndose nuevamente en cuatro patas me preguntó:
-Y? no me vas a hacer la cola?
A todo esto ya había liberado su esfínter y había llevado el juguete a su argolla, su trasero estaba abierto como un hoyo de hockey, fui tras ella parándome sobre el colchón pero invertido, de manera de ver solo sus glúteos y como el enorme consolador entraba y salía de su concha, así subí y bajé llenándole el culo, mi pija parecía no ser suficiente para semejante cráter, pero no le daría motivos para quejarse, sus palabras de aliento me incitaban a seguir, a no parar, a darle con fuerza, ella gritaba mientras se penetraba la concha como enferma, como ninfómana.
Sentía mi corazón latir con furia, mis piernas acalambrarse pero al fin su culo comenzaba a llenarse con mi semen, como un pozo petrolero, el líquido rebalsó entre el hueco y mi verga caliente…
Ahora si me tiré extenuado, pero Taiana siguió:
-Ahora te pegaré la mejor mamada de tu vida!
Ya me estaba acobardando pero se tiró sobre mí, invertida y comenzó a chuparme la pija, endemoniada como si recién estuviéramos comenzando y que bien lo hacía! Evidentemente era una chupadora de pijas excepcional, devolví el gesto ya que sus labios de pilados y su culo abierto aún chorreando leche estaban sobre mi boca, besé su clítoris y fue entonces cuando comencé a sentirme mal, a transpirar, con un dolor insoportable en el pecho…
Y acá estoy, en la camilla del hospital, recuperándome de mi operación de corazón, estoy asustado, casi no la cuento, los médicos dicen que estoy muy débil y que no deben darme disgustos, hace unos minutos terminó el horario de visitas, no había muchos familiares, entre ellos Tobías y Taiana, ambos con lágrimas en los ojos, Taiana vuelve unos segundos ya que había olvidado la cartera, no puedo hablar, solo mirar, se asegura que nadie vea, viene a mi lado, me mira, toma mi dedo mayor y lo lleva bajo su corta pollera, lo entierra en su concha húmeda, lo saca y se lo mete en la boca, lo chupa, ríe, me besa le frente, me guiña un ojo y se va…
Esto me había ayudado a acostarme con cuanta mujer quisiera, lo que me llevó a un fracaso matrimonial tras otro, siempre fui desprolijo en este aspecto y mi pasión, mi devoción por una mujer terminaba en la cama, cumplido el objetivo perdía el interés y en poco tiempo aparecía una nueva presa a la que cotejar.
Saben, creo que nunca supe lo que era el amor, solo sentí esa adrenalina con mi posición laboral y con el dinero, pero con las mujeres, jamás.
Así puedo justificar las cuatro esposas que dejé en el camino, a los veinte, a los treinta, a los cuarenta y la última hace tres años.
Con todas tuve hijos, tres, uno, dos y uno respectivamente, pero terminé viviendo solo en mi castillo, con el respeto de cada uno, pero solo al fin, a pesar que nunca les hice faltar nada, siempre tapando con dinero mi poco afecto.
Tobías es mi hijo mayor y era el que más se acercaba a mí, un poco por la edad, otro poco porque nunca se llevaba bien con su madre.
Así fue que una noche trajo a su novia a cenar a casa, el, ella y yo, quería presentármela, a pesar que él hacía rato que había pasado los veinte ella aun no llegaba a esa edad.
No tuve una buena impresión de Taiana, casi una adolescente que se paraba en unos enormes zapatos con plataformas, para disimular su pequeña estatura, un diminuto vestido negro que cubría apenas lo necesario dejando a las claras que todo lo que no se había desarrollado en altura lo había hecho hacia a atrás y hacia adelante con unas tetas y un culo que llegaban al límite de la desproporción, se hacía evidente que era de esas chicas que estaban en el momento justo.
Pero no era su vestimenta la que no me daba buena impresión, al fin y al cabo era joven, lo que si me molestó fue su desfachatez al tutearme y tratarme como a uno más de sus amiguitos y a pesar que yo trataba de mantener distancia ella usaba un tono vulgar desprovisto del más mínimo respeto, aunque sea por la diferencia de edad.
A pesar que más de una vez traté de advertirle a mi hijo de mi percepción de que era una putita cualquiera, el se molestaba conmigo objetando que mis relaciones de pareja no eran justamente un ejemplo, y no solo que no logré separarlos, sino que al poco tiempo él la traería a convivir bajo el mismo techo.
Y ahí sí que comenzaron los problemas…
Cómo yo manejaba mis horarios a conveniencia, empecé caer en casa a cualquier hora, para evaluar la convivencia, así descubriría por ejemplo que mi hijo preparaba el almuerzo, ponía la mesa, sacaba la mesa, lavaba, secaba y acomodaba todo mientras la señorita miraba las novelas, me cansé de decirle que no podía ser tan estúpido.
En una oportunidad, llegué por la tarde y no estaba ninguno de los dos, pero arriba de la mesa había quedado ‘olvidada’ una diminuta tanga usada, toda enrollada y con olores femeninos, que tuve que sacar del lugar.
Pero lo que realmente me molestó fue llegar un día y verla aparecerse en sostén y bombacha, prácticamente desnuda para que me dijera:
-Uy! perdón papi (si, también debía tolerar que me dijera ‘papi’), no sabía que habías llegado…
Y encima, en lugar de cubrirse pretendía quedarse así, por lo que retruqué
-Mirá mocosa, no sé qué educación te dieron tus padres, pero haceme el favor de cubrirte un poco!
Y ella se molestó, y el inútil de Tobías también se molestó conmigo…
Todo explotó por los aires una tarde de verano, llegué de improviso, mi hijo no estaba, ella escuchaba música en el patio trasero, por lo que al asomarme alcanzo a ver a la distancia que Taiana tomaba sol casi desnuda, con una colaless infartante y sin nada arriba, refrescándose con el agua de la piscina que tenía pegada su silueta, por lo que advertí:
-Taiana, te aviso que llegué!
Solo para ir a la cocina a preparar un refresco, imaginen la situación cuando diez minutos después ella aparece por sorpresa a mis espaldas diciendo:
-Uy! Papi! Que calor que hace…
Al girar me atraganto al verla acomodarse el cabello con su cuerpo todo mojado, con sus enormes pechos desnudos, con la tanga pegada en su intimidad denunciando un cavado profundo, perdiéndose entre sus labios…
-Que querés lograr? Sos puta ó te haces la puta? No respetas ni al padre de tu novio?
Lo cierto es que tenía una erección más que evidente, entonces ella girando para retirarse dejándome ver su culo enorme contestó
-Al final yo tenía razón…
-En qué? En que tenías razón?
-Nada, dejalo así…
Encolerizado, tomándola fuertemente del brazo repetí la pregunta
-En que tienes razón?
-Dejáme! … en decirle a Tobías que sos un viejo reprimido y afeminado…
Y al hacerlo se escabulló de mi alcance, haciendo que su brazo transpirado y mojado resbalara de mi puño, fui tras ella tirándole un manotazo con el que solo alcancé a enganchar el elástico de la tanga que no resistió ante al forcejeo, por lo que siguió desnuda hasta el dormitorio.
Llegué embravecido, enceguecido, hecho una bestia, entonces ella me retó:
-Qué? Vas a cogerme? Si sos un viejo puto, y además impotente…
Me desnudé rápidamente, la empujé con violencia haciéndola caer de espaldas sobre el colchón, sin perder tiempo levanté sus piernas y se la enterré hasta el fondo haciéndola arquear, ella empezó a gemir, y yo me llenaba la vista con su argolla depilada y sus enormes senos que se bamboleaban hacia arriba y hacia abajo producto de mis arremetidas como dos enormes gelatinas que no caben en la copa. Taiana gemía pareciendo que se quedaba sin aire, se acariciaba los labios, los pechos y hasta la concha.
Tenía furia, tenía fuego en la sangre, en la habitación había aroma a su sexo mezclado con la transpiración del sol, mi olfato se llenaba de ella, sus impresionantes curvas de mujer llenaban mi vista, sus gemidos de perra violada llenaban mis oídos y su piel de adolescente llenaba mi alma perversa, rápidamente llené su concha de leche, la había cogido toda…
Salí a un costado, transpirado y confundido, respirando agitado, entonces ella con cara de consternación preguntó:
-Eso es todo? Ya está? Veo quien sale tu hijo…
Y eso tocó mi amor propio, mi estima varonil, fui corriendo a mi cuarto a buscar esas pastillas mágicas para volver a la acción lo antes posible, y otra vez esa putita me sorprendería, al llegar la encuentro con un delgado y pequeño vibrador acariciando su clítoris mientras que metía otro gigante bien profundo en su concha, para sacarlo impregnado por la leche que minutos antes había dejado en su interior para llevarlo a la boca y saborearlo todo, parecía disfrutar demasiado y me miraba provocativamente mientras pasaba la punta de la lengua por el juguete lleno de semen, saboreándolo como si fuera un enorme helado de crema.
Rápidamente sentí que mi pija recuperaba su erección, no sé si por la pastilla ó por el cuadro que se presentaba ante mis ojos, fui sobre ella nuevamente pero poniendo su pierna extendida de manera de apoyar su pie en mi pecho sentenció:
-No, no… apurado? Ahora tendrás que esperar…
Y dejándome a un lado se puso en cuatro patas sin dejar de acariciar su clítoris con el juguete que no dejaba de vibrar, sus mas que anchas caderas se mostraron más anchas aún y sus nalgas se veían imponentes, con sus cortos y amplios muslos apuntando hacia mi lado, para entonces jugar con el consolador grueso y largo en la puerta de su culo, esto me enloqueció y ella lo notó, entonces suavemente presionó la entrada de su ano hasta que lentamente se coló en él la cabeza del juguete, para jugar en esa posición, retirarlo y mostrarme como quedaba abierto ante mis ojos.
Repetía el juego, solo para que observara su anillo dilatado y hacerme desear, para provocar, sabiendo como enloquecer a un hombre.
Quería mas, así que volví a la carga obligándola a acostarse boca abajo para subirme sobre su cintura, con las piernas a su lado, sentándome sobre su espalda de manera que mis manos pudieran alcanzar sus nalgas, entonces quedó indefensa bajo mi peso, arranqué el enorme vibrador de su mano derecha y lo apunté en su culo, empecé a empujarlo hacia adentro y ella volvió a quejarse
-Pará! Pará! No… no… es muy largo… pará! Te digo que pares!!!
La sensación mezcla de violación con venganza era demasiado fuerte, y como si estuviera enterrando una daga en busca de su corazón, milímetro a milímetro presioné y sus quejas embriagaban mis oídos, tan largo como era lo fui introduciendo hasta que los testículos siliconados de la base toparon con sus nalgas, todo y hasta el fondo, mi sadismo se veía satisfecho.
Entonces la giré y cambié de posición, ahora boca arriba con el juguete en el culo, me acomodé sobre sus tetas y me masturbé entre ellas, se mostraban suaves y perfectas, Taiana las apretaba para esconder entre ellas mi verga caliente mientras que con sus pulgares acariciaba sus pezones.
Yo buscaba por un lado el hueco de su concha para enterrar mis dedos, sintiendo el juguete duro en el otro canal, por otro llevaba cada tanto mi pene a su boca para que ella lo lamiera a voluntad, estirando su lengua como una serpiente para alcanzarlo, para succionarlo, para luego volver a esconderlo al medio de su busto, en ese momento iba a su boca con la mía, a besarla, a sentir mi propio sabor en su aliento, aroma a mi sexo en su boca…
Así llegué por segunda vez, mi leche bañó sus montañas, sus pezones, su cuello y hasta sus labios, la observé saborear mi esperma y acariciar sus tetas con mis jugos, como aplicándose crema humectante.
Y no sabía si ella había llegado a tener orgasmos, tampoco me importaba…
Pero volviendo a la carga y poniéndose nuevamente en cuatro patas me preguntó:
-Y? no me vas a hacer la cola?
A todo esto ya había liberado su esfínter y había llevado el juguete a su argolla, su trasero estaba abierto como un hoyo de hockey, fui tras ella parándome sobre el colchón pero invertido, de manera de ver solo sus glúteos y como el enorme consolador entraba y salía de su concha, así subí y bajé llenándole el culo, mi pija parecía no ser suficiente para semejante cráter, pero no le daría motivos para quejarse, sus palabras de aliento me incitaban a seguir, a no parar, a darle con fuerza, ella gritaba mientras se penetraba la concha como enferma, como ninfómana.
Sentía mi corazón latir con furia, mis piernas acalambrarse pero al fin su culo comenzaba a llenarse con mi semen, como un pozo petrolero, el líquido rebalsó entre el hueco y mi verga caliente…
Ahora si me tiré extenuado, pero Taiana siguió:
-Ahora te pegaré la mejor mamada de tu vida!
Ya me estaba acobardando pero se tiró sobre mí, invertida y comenzó a chuparme la pija, endemoniada como si recién estuviéramos comenzando y que bien lo hacía! Evidentemente era una chupadora de pijas excepcional, devolví el gesto ya que sus labios de pilados y su culo abierto aún chorreando leche estaban sobre mi boca, besé su clítoris y fue entonces cuando comencé a sentirme mal, a transpirar, con un dolor insoportable en el pecho…
Y acá estoy, en la camilla del hospital, recuperándome de mi operación de corazón, estoy asustado, casi no la cuento, los médicos dicen que estoy muy débil y que no deben darme disgustos, hace unos minutos terminó el horario de visitas, no había muchos familiares, entre ellos Tobías y Taiana, ambos con lágrimas en los ojos, Taiana vuelve unos segundos ya que había olvidado la cartera, no puedo hablar, solo mirar, se asegura que nadie vea, viene a mi lado, me mira, toma mi dedo mayor y lo lleva bajo su corta pollera, lo entierra en su concha húmeda, lo saca y se lo mete en la boca, lo chupa, ríe, me besa le frente, me guiña un ojo y se va…
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