Una mañana desperté temprano, entusiasmado con ir a hacer ejercicio. Mi parte favorita, después de correr, es ir al pequeño gimnasio que hay dentro del conjunto donde vivo. Un par de maquinas acompañadas de un televisor y buena música; eso me anima a seguir haciendo ejercicio. Al llegar al gimnasio siempre hay dos o tres personas, por mucho, a veces ninguna. Esa mañana no fue diferente, sólo estaba un hombre, ya mayor, haciendo estiramiento en la maquina multifuncional. -Buenos días- dije. -Muy buenos días, joven- respondió mi interlocutor. Inicie mi trabajo rutinario, ese día era pierna. Sentadillas, un buen trabajo con bastante peso en la maquina, algo de estiramiento. Mi día iba bien. El señor con el que me había encontrado al principio quiso ser amable y me hizo una charla muy amena. Cada tanto que los dos descansamos de las repeticiones, él decía algo o yo le respondía.
-A esa edad el peso es un gusto, a mi edad es un reto mortal- decía el hombre.
-Ja, ja, ja, tampoco está tan mayor como para temerle a algo de eso en los ejercicios- respondí.
-Mira, la edad no es el problema, son los músculos, tanto los trabajé de joven que ahorita sólo quieren descansar.
-Sí, a esa edad yo quisiera poder descansar y no tener que trabajar o estudiar tanto.
-Pues esa es mi vida, estar todo el día solo en el apartamento, comer, dormir, hacer ejercicio, nadar, repetir.
-Y buen sexo, supongo.
-El sexo es una lujo anual.
Después de eso ambos nos reímos. Yo seguí con mi ejercicio, él ya había terminado, pero me dijo que le gustaba hablar conmigo, que sería divertido seguir haciendo ejercicio juntos. Me pareció buena idea, siempre es bueno un compañero para hacer ejercicio y motivarse más.
-Bueno, mi rutina termina en el sauna, si te interesa, pásate por allá, tus músculos te lo agradecerán.
Nunca había ido al sauna, quizá por pereza o porque me parecía en extremo antihigienico. Pero algo de esa invitación me pareció cómoda, y decidí ir. Cuando llegué el hombre estaba desnudo.
Me sorprendió la longitud de su verga. Estaba sentado con las piernas abiertas, la cabeza recostada en el espaldar, sus manos en el pecho, y esa enorme verga colgaba del asiento.
Cuando cerré la puerta, él levanto su cabeza y me dijo: -Viniste, qué bueno, sentirás que tus músculos se reconfortan. Yo no dije ni una palabra y me senté.
No podía dejar de ver esa verga, estaba calva, sin un pelo, y las gotas de sudor que resbalaban por su cabeza me estaban excitando.
Él no se movía, sólo su respiración y su verga lo decian todo.
Algo me hizo enviarle la mano y cogerle la verga. Palparla, sentir que era real.
Cuando eso pasó, su cabeza volteó a mirarme, y la sonrisa en su cara me dio confianza. -Dale, pruebala- me dijo confiado.
Me la metí a la boca, poco a poco su cabeza iba sabiendo más rico, y la sangre iba subiendo, sentía como se ponía dura dentro de mi boca. Sus leves gemidos me excitaban más.
Dura como una piedra, el sudor y el calor del sauna me excitaba a cada instante, me tuve que desnudar. Estaba todo mojado, mi culo no necesitaba lubricarse, el sudor había hecho el trabajo. Cuando me puso en cuatro, sentí que se me quemaban las rodillas y los codos, pero me gustó.
Jugueteaba con su cabeza en mi ano, no la metía, pero me hacía saber que estaba ahí, acechando. Su mano se posó en mi espalda, sentí, casi en cámara lenta, como ese animal entraba en mi culo estrecho. primero el ojo, luego la cabeza, luego los 18 cm restantes de verga. Todo entró en el primer intento. Mi grito fue sordo, un gemido casi inaudible. Pero él lo escuchó, y besó la cabeza, y luego, sin detenerse, me penetraba y me penetraba y yo gemía y gemía. Me parecía que cada vez su verga crecía más. Pero lo estaba disfrutando tanto. Después de disfrutar tantas poses, y yo haberme venido unas dos veces gracias a su verga. Él estaba preparado para dejarme lleno de semen.
Fue muy cariñoso conmigo, mientras me penetraba me abrazaba, o me daba besos, que yo lo sintiera en todos lados. Una vez más le chupé la verga, sabía a mi culo, mi delicioso culo.
Cuando me volvió a meter la verga, sentí toda su leche, su gemido me excitó tanto que también me vine. Yo estaba en cuatro recibiendo su semen, él a punto de venirse, cuando la puerta del sauna se abrió, inamediatamente su semen salió disparado contra mi culo, sentí un calor exquisito, único. Su verga estaba dentro aún. Cuando el celador nos vio, y los vimos a él, todo quedó en silencio, yo no sabía que hacer, no quería dejar de sentir la verga en mi culo, él tampoco se movía.
El celador cerró la puerta, se agarró la verga y dijo: -Sigo yo-
CONTINUARÁ...
-A esa edad el peso es un gusto, a mi edad es un reto mortal- decía el hombre.
-Ja, ja, ja, tampoco está tan mayor como para temerle a algo de eso en los ejercicios- respondí.
-Mira, la edad no es el problema, son los músculos, tanto los trabajé de joven que ahorita sólo quieren descansar.
-Sí, a esa edad yo quisiera poder descansar y no tener que trabajar o estudiar tanto.
-Pues esa es mi vida, estar todo el día solo en el apartamento, comer, dormir, hacer ejercicio, nadar, repetir.
-Y buen sexo, supongo.
-El sexo es una lujo anual.
Después de eso ambos nos reímos. Yo seguí con mi ejercicio, él ya había terminado, pero me dijo que le gustaba hablar conmigo, que sería divertido seguir haciendo ejercicio juntos. Me pareció buena idea, siempre es bueno un compañero para hacer ejercicio y motivarse más.
-Bueno, mi rutina termina en el sauna, si te interesa, pásate por allá, tus músculos te lo agradecerán.
Nunca había ido al sauna, quizá por pereza o porque me parecía en extremo antihigienico. Pero algo de esa invitación me pareció cómoda, y decidí ir. Cuando llegué el hombre estaba desnudo.
Me sorprendió la longitud de su verga. Estaba sentado con las piernas abiertas, la cabeza recostada en el espaldar, sus manos en el pecho, y esa enorme verga colgaba del asiento.
Cuando cerré la puerta, él levanto su cabeza y me dijo: -Viniste, qué bueno, sentirás que tus músculos se reconfortan. Yo no dije ni una palabra y me senté.
No podía dejar de ver esa verga, estaba calva, sin un pelo, y las gotas de sudor que resbalaban por su cabeza me estaban excitando.
Él no se movía, sólo su respiración y su verga lo decian todo.
Algo me hizo enviarle la mano y cogerle la verga. Palparla, sentir que era real.
Cuando eso pasó, su cabeza volteó a mirarme, y la sonrisa en su cara me dio confianza. -Dale, pruebala- me dijo confiado.
Me la metí a la boca, poco a poco su cabeza iba sabiendo más rico, y la sangre iba subiendo, sentía como se ponía dura dentro de mi boca. Sus leves gemidos me excitaban más.
Dura como una piedra, el sudor y el calor del sauna me excitaba a cada instante, me tuve que desnudar. Estaba todo mojado, mi culo no necesitaba lubricarse, el sudor había hecho el trabajo. Cuando me puso en cuatro, sentí que se me quemaban las rodillas y los codos, pero me gustó.
Jugueteaba con su cabeza en mi ano, no la metía, pero me hacía saber que estaba ahí, acechando. Su mano se posó en mi espalda, sentí, casi en cámara lenta, como ese animal entraba en mi culo estrecho. primero el ojo, luego la cabeza, luego los 18 cm restantes de verga. Todo entró en el primer intento. Mi grito fue sordo, un gemido casi inaudible. Pero él lo escuchó, y besó la cabeza, y luego, sin detenerse, me penetraba y me penetraba y yo gemía y gemía. Me parecía que cada vez su verga crecía más. Pero lo estaba disfrutando tanto. Después de disfrutar tantas poses, y yo haberme venido unas dos veces gracias a su verga. Él estaba preparado para dejarme lleno de semen.
Fue muy cariñoso conmigo, mientras me penetraba me abrazaba, o me daba besos, que yo lo sintiera en todos lados. Una vez más le chupé la verga, sabía a mi culo, mi delicioso culo.
Cuando me volvió a meter la verga, sentí toda su leche, su gemido me excitó tanto que también me vine. Yo estaba en cuatro recibiendo su semen, él a punto de venirse, cuando la puerta del sauna se abrió, inamediatamente su semen salió disparado contra mi culo, sentí un calor exquisito, único. Su verga estaba dentro aún. Cuando el celador nos vio, y los vimos a él, todo quedó en silencio, yo no sabía que hacer, no quería dejar de sentir la verga en mi culo, él tampoco se movía.
El celador cerró la puerta, se agarró la verga y dijo: -Sigo yo-
CONTINUARÁ...
2 comentarios - Un tranquilo sauna