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Autoexperimentando
Fantasía: cambio de rol con mi novia
Recibí ayuda de mi amiga especial
Trío con pareja amiga
Masaje con final más que feliz
A las órdenes de mi amiga trans
Polvo con mi ex... y mi novia
Vestido para mi novia (trans)
(los nombres, oficios, y demás posibles datos de carácter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)
Sara y yo estábamos cada vez más unidos. El sexo era una parte importante de nuestra relación, pero habíamos empezado a hacer más cosas de pareja. Salir a cenar, al cine, quedar con amigos... un montón de cosas que no viene al caso contar en una historia porno, que es lo que venís a leer.
El caso es que últimamente a Sara le daba por provocarme cuando no estábamos juntos. Tenía que tener especial cuidado en el trabajo, ya que dando clase, empezaba a enviarme fotos que me distraían por momentos. A pesar de lo incómodo, era jodidamente excitante abrir el teléfono y recibir un selfie de la mamada que me hizo la noche anterior. O estar tomando un café en el descanso y recibir una foto de su culo con el texto "tengo hambre". O estar en junta de evaluación y recibir una foto de su erección que rezaba "esta noche tienes doble ración".
Por supuesto, ella también trabajaba, así que las fotos se las había tenido que hacer antes, en algún momento en que no estuviéramos juntos. Me daba cierto reparo que alguno perdiera su teléfono, y con él, las imágenes, así que yo no me atrevía a corresponder a sus provocaciones.
Aún así, me desataba cuando estaba con ella. Me volvía loco, y yo me dejaba arrastrar al placer. Además, en la tranquilidad de casa, me podía permitir responder a sus provocaciones. Como yo solía llegar antes a casa, me daba por esperarla desnudo, a veces haciéndome el dormido, a veces agachándome por alguna razón absurda. Ella sonreía, y no tardábamos en ponernos fogosos.
Una tarde de jueves (que tiene delito) habíamos ido a comprar. Me había comprado un par de camisas para el trabajo, y ella se había animado con un modelito. Dejamos las bolsas en el dormitorio, nos desnudamos, y fuimos para el sofá. Se acurruró sobre mí, y pusimos una película. Acaricié sus caderas sin ánimo de provocarla, y ella ronroneó como un gatito. Le de un beso en la mejilla. Ella volteó la cabeza para besarme en los labios.
"Te amo... Nunca pensé que iba a encontrar a un tío como tú".
"Yo tampoco esperaba encontrar una mujer como tú".
Se emocionó con aquello. Yo sabía que había tenido una dura lucha (la cual aún duraba) por ser transexual. Era consciente de ello, y siempre que podía, lo recalcaba: ella era una mujer, a todas luces. El no haberse operado aún no indicaba nada. Giró hasta quedar contra mi pecho y empezó a besarme el torso. Yo sabía dónde iba a acabar aquello. Noté sus manos estimulando mi polla, hasta que estuvo erecta. Fue bajando su boquita hasta alcanzar mi erección, y empezó a mamármela.
No pude evitar acariciar sus cabellos, como en una película porno. Pero ella no se ofendía. Me miró a los ojos desde donde estaba, y siguió dándome placer con su experta lengua contra mi glande. Era demasiado placentero. Verla así me ponía cachondo, y mas aún cuando me hizo una garganta profunda. Joder. No podía resistir mucho tiempo. Siguió chupando mi polla hasta que le advertí de que me iba a correr... y siguió más hasta que vacié mi primera carga de la noche en su boca.
"¿Te ha gustado?", me preguntó, sensual.
"Muchísimo. Pero ahora me toca a mi".
No había vuelto a hacer aquello desde el día que me vestí de mujer para ella, unas semanas atrás. Pero me daba lo mismo. Quería darle placer. Ella se sentó sobre el respaldo, y yo me quedé de rodillas en los cojines. Empecé a besarla desde la rodilla, y poco a poco me fui acercando a su polla. Se había endurecido. Con mucho cuidado, la acaricie. Sé que para Sara no era necesario, pero quería que se sintiera bien.
Acaricié su glande con la lengua. Era un extraño sabor. Di varias vueltas hasta que logré arrancarle un gemido. Le gustaba. Sonreí y seguí así por unos momentos. Luego, me la introduje lentamente, presionando con mis labios. Estuve así por un largo rato. Sara estaba excitadísima. Noté el sabor de su líquido preseminal. No me agradó especialmente, pero no me detuve. Sentí las manos de Sara en mi cabeza.
Probé a aguantar la respiración, y me introduje toda su longitud. Intenté mirar a Sara, pero ella estaba con los ojos cerrados, disfrutando. Me saqué su pene de la boca, volví a respirar, y repetir. Aquello no estaba tan mal. Sara gimió:
"Vo-voy a correrme... pon el culo", me dijo.
Pero no iba a ponerlo. La vez anterior se había quedado con las ganas de correrse en mi boca, pero no aquella vez. Seguí mamando, y de pronto, lo noté. Una rociada de semen me llenó la boca. Me aparté, y recibí un segundo chorro de su esperma en la cara. El tercero cayó sobre mi pecho. Tuve que abrir la boca, pues era imposible que me tragase aquello, y terminé manchandome las piernas.
"Joder... qué bueno has sido", me dijo. Bajó del sofá, y me dio el móvil con la cámara frontal. Pude contemplar mi cuerpo cubierto por sus fluidos. Ni tan mal. Aunque no se me olvidaba el sabor del semen, que no era para nada agradable.
Sin embargo, Sara se ocupó de limpiarme a fondo con su lengua. A mi me gustaba sentir sus labios contra mi cuerpo. Me sentía genial. Cuando acabo, me senté sobre sus piernas. Estaba totalmente fuera de mi. Entregarme a hacer aquello me había hecho cambiar.
"Te quiero dentro de mi, Sara... fóllame durante toda la noche... soy tuyo"
Había acompañado mis palabras con un para nada discreto restriegue de mi culo contra su polla. Sara sonrió, y asintió. Aquel día iba a ser todo para ella. Me levanté ligeramente, y moví su erección para que entrase en mi culo. Suspiré. Me moví despacio, hasta que conseguí que me entrase entera. Noté cómo mi propio miembro se quedaba erecto por el placer. Empecé a cabalgar sobre ella, apoyando muy suavemente las manos sobre su torso para no hacerle daño.
Ella me ayudaba a subiy y bajar, y movía las caderas, logrando más rapidez con las acometidas. Yo gemí. Aquello me gustaba tanto que no quería que parase nunca. Intenté apoyar mis rodillas sobre el sofá para mover mis caderas más rápidamente, pero me era dificil. Aunque Sara se bastaba para compensar aquello. Humedeció sus dedos con su propia saliva, y los empleó para lubricar mi pene. Joder, eso era la gloria. Doble ración de placer. Sentí cómo llenaba mu culo cuando se corrió, y yo la empapé cuando terminé aquel segundo asalto.
Pero yo aún no estaba satisfecho. ¡Aún quería más! No sabía cómo era posible, pero aquello se me hacía muy corto aún. Y se me ocurrió una idea que Sara no dudó en aceptar. Pero ya estaba bien de sofá. Fuimos a la comodidad de la cama a seguir gozando. Me lancé al colchón,y aguardé la llegada de Sara, que estaba buscando algo para mi. Lo encontró y me lo mostró. Un dildo. Lo puso al lado de mi polla, y con gran maestría, empezó a chuparlos los dos a la vez, para darme placer y lubricar el juguete.
Una vez que estaba perfectamente listo para su uso, me lo dio, y ella se sentó sobre mi pecho, con su polla apuntando hacia mi. Se acercó un poco más hasta que pude alcanzar la cabeza de su pene con la lengua y le di placer, mientras yo mismo me ocupaba de mi culo. Llevé el juguete hacia mi ano, y logré delizarlo suavemente de un movimiento dentro. Joder, ¿cómo podía gustarme tanto aquello?
Seguí masturbando mi culo mientras daba placer con la lengua a Sara, pero pronto aquello se quedó corto para ella. Deseaba más. Le dejé que hiciera lo que quisiese, y de pronto, noté mi boca follada por sus embestidas. Joder, aquello era bastante duro... pero aguanté. Yo seguía disfrutando mientras hundía el dildo en mi ano y ella penetraba mi boca como una loca. Era jodidamente delicioso.
Esta vez, Sara se controló un poco más al eyacular. Sentí una ligera rociada dentro de mi boca, pero me la sacó a tiempo, de forma que la segunda mitad de su primer chorro cayó sobre mi cara. Fue retrocediendo lentamente, pajeándose, hasta cubrir mi torso de arriba abajo con su semen. A continuación, tomó la mano con la que jugaba con mi culo, y se ocupó ella de seguir deslizando el juguete para darme placer, mientras mi polla recibía una deliciosa mamada de su parte. Yo estaba que no cabía en mi. Estaba experimentando mucho aquella noche, por alguna razón.
Lejos de poder culminar en su boquita, se aseguró de que yo mismo empapaba también mi cuerpo con mi propia semilla, cosa que ella aprovechó entonces para limpiarme a conciencia con su lengua. Debía de gustarle bastante, y durante aquel rato, no se olvidó de seguir dando placer a mi hambriento culo.
"Hoy estás muy vicioso", me comentó.
"Y más que lo voy a estar".
Y así fue. Normalmente dejábamos de hacer guarradas durante las comidas, pero no aquella vez. Pasé toda la noche con su polla ensartada en mi ano, y de vez en cuando, yo movía las caderas para aumentar el placer. Torturándola, me aseguró que me arrepentiría si seguía así, de forma que no pude evitar mover más mis caderas.
Mi castigo quedó patente cuando, al terminar de cenar, me ató al sofá con las piernas bocarriba y se desquitó follando mi ano con una velocidad increíble. Puramente sexual, sin la complicidad que solía unirnos. Era un poco doloroso, pero insisto en que me estaba encantando. A veces el ritmo bajaba un poco, sólo para darme alguna estocada bien profunda, asegurándose de que su polla encontraba mi punto G. Y vaya si lo hacía. Quería derretirme allí mismo por el gusto. Cuando se corrió, en castigo, no dejó que culminase yo.
"Ahora vas a hacer algo más complicado", me dijo.
Me puse a cuatro en la cama como me indicó, mientras ella hundía un vibrador en mi culo. Cuando lo tuvo dentro, lo puso en marcha. Yo pensé que me iba a correr sólo con aquello, pues llevaba un buen rato excitado sin poder acabar. Luego se tumbó entre mis piernas.
"Fóllame las tetas ahora", me ordenó.
Así que terminé con mi pene entre sus maravillosos pechos, masturbándome con ellos, acompañados por su lengua en mi glande de vez en cuando, mientras mi culo era sometido a una suave pero placentera vibración constante. Joder si aquello no era vida. No podía moverme muy rápidamente por culpa del juguete en mi culo, así que cuando Sara se impacientó, me dio un azote. Pensé que si me daba dos más, eyacularía.
Aguardó con la boquita abierta a recibir mi corrida y yo se la proporcioné con todo mi cariño. Ella sonrió mientras degustaba mis fluidos, y luego me quitó el juguete de mi culo. Yo por fin estaba satisfecho aquella noche.
"No, no... aún no hemos terminado", me dijo ella, maliciosa.
Me vi llevado al cuarto de baño, donde puso la ducha, y volvió a follarme la boca. Con el agua cayéndonos encima, era mucho más morboso. Hice mi mejor esfuerzo por darle placer, empleando mis labios y mi lengua para ello. Sabía que aquello no era para mi, pero era por el placer de ella. Sujetó mi cabeza mientras yo la mamaba, y noté que movía sus caderas ligeramente. Esta vez se apartó justo antes de eyacular, provocando así una curiosa fuente de semen en la que ambos nos manchamos. Aunque pronto estuvimos limpios por el agua que corría.
Yo estaba cansado, pero Sara aún no. Quería una cosa más. Me alzó en brazos, y me puso contra la pared de la ducha. El agua caliente recorría nuestros cuerpos mientras, una vez más, su polla era engullida por mi culo y me follaba. Estaba desatada ella también. A mi me dolía un poco mi erección, pues llevaba un buen rato excitado y no me había tocado. Pero no podía dejar de pensar en el placer al que estaba sometido por Sara.
Ella me tenía bien agarrado por las caderas, y me penetraba deliciosamente. Juntó sus labios contra los míos en un intercambio de saliva que me volvió loco. Joder, ¿qué me había pasado aquel día para peder la cabeza? A día de hoy no lo sé, pero me da igual. Lo estaba gozando como nunca antes. Sentí que el cuerpo de Sara se tensaba. Sabía lo que eso significaba. Noté su caliente semen dentro de mi culo...
...y por primera vez, aquella clase de follada logró que me corriera. No había tocado mi pene, pero el clímax de Sara provocó que yo también me corriese. Ella sonrió de satisfacción. Lo había logrado.
Un rato después, estábamos echados en la cama. Yo bocabajo sobre ella, en pleno 69. Me dio por mirar el reloj, y no me lo pude creer. Las cuatro de la mañana.
"Joder, Sara... nos hemos pasado la noche follando y mañana trabajamos".
"Tienes razón... ¿quieres que paremos?", me preguntó antes de volver a meterse mi polla en la boca.
"Por favor, no"
"Mmmmm... ¿te has vuelto adicto a las pollas?"
"Claro que no. Me he vuelto adicto a la tuya"
Autoexperimentando
Fantasía: cambio de rol con mi novia
Recibí ayuda de mi amiga especial
Trío con pareja amiga
Masaje con final más que feliz
A las órdenes de mi amiga trans
Polvo con mi ex... y mi novia
Vestido para mi novia (trans)
(los nombres, oficios, y demás posibles datos de carácter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)
Sara y yo estábamos cada vez más unidos. El sexo era una parte importante de nuestra relación, pero habíamos empezado a hacer más cosas de pareja. Salir a cenar, al cine, quedar con amigos... un montón de cosas que no viene al caso contar en una historia porno, que es lo que venís a leer.
El caso es que últimamente a Sara le daba por provocarme cuando no estábamos juntos. Tenía que tener especial cuidado en el trabajo, ya que dando clase, empezaba a enviarme fotos que me distraían por momentos. A pesar de lo incómodo, era jodidamente excitante abrir el teléfono y recibir un selfie de la mamada que me hizo la noche anterior. O estar tomando un café en el descanso y recibir una foto de su culo con el texto "tengo hambre". O estar en junta de evaluación y recibir una foto de su erección que rezaba "esta noche tienes doble ración".
Por supuesto, ella también trabajaba, así que las fotos se las había tenido que hacer antes, en algún momento en que no estuviéramos juntos. Me daba cierto reparo que alguno perdiera su teléfono, y con él, las imágenes, así que yo no me atrevía a corresponder a sus provocaciones.
Aún así, me desataba cuando estaba con ella. Me volvía loco, y yo me dejaba arrastrar al placer. Además, en la tranquilidad de casa, me podía permitir responder a sus provocaciones. Como yo solía llegar antes a casa, me daba por esperarla desnudo, a veces haciéndome el dormido, a veces agachándome por alguna razón absurda. Ella sonreía, y no tardábamos en ponernos fogosos.
Una tarde de jueves (que tiene delito) habíamos ido a comprar. Me había comprado un par de camisas para el trabajo, y ella se había animado con un modelito. Dejamos las bolsas en el dormitorio, nos desnudamos, y fuimos para el sofá. Se acurruró sobre mí, y pusimos una película. Acaricié sus caderas sin ánimo de provocarla, y ella ronroneó como un gatito. Le de un beso en la mejilla. Ella volteó la cabeza para besarme en los labios.
"Te amo... Nunca pensé que iba a encontrar a un tío como tú".
"Yo tampoco esperaba encontrar una mujer como tú".
Se emocionó con aquello. Yo sabía que había tenido una dura lucha (la cual aún duraba) por ser transexual. Era consciente de ello, y siempre que podía, lo recalcaba: ella era una mujer, a todas luces. El no haberse operado aún no indicaba nada. Giró hasta quedar contra mi pecho y empezó a besarme el torso. Yo sabía dónde iba a acabar aquello. Noté sus manos estimulando mi polla, hasta que estuvo erecta. Fue bajando su boquita hasta alcanzar mi erección, y empezó a mamármela.
No pude evitar acariciar sus cabellos, como en una película porno. Pero ella no se ofendía. Me miró a los ojos desde donde estaba, y siguió dándome placer con su experta lengua contra mi glande. Era demasiado placentero. Verla así me ponía cachondo, y mas aún cuando me hizo una garganta profunda. Joder. No podía resistir mucho tiempo. Siguió chupando mi polla hasta que le advertí de que me iba a correr... y siguió más hasta que vacié mi primera carga de la noche en su boca.
"¿Te ha gustado?", me preguntó, sensual.
"Muchísimo. Pero ahora me toca a mi".
No había vuelto a hacer aquello desde el día que me vestí de mujer para ella, unas semanas atrás. Pero me daba lo mismo. Quería darle placer. Ella se sentó sobre el respaldo, y yo me quedé de rodillas en los cojines. Empecé a besarla desde la rodilla, y poco a poco me fui acercando a su polla. Se había endurecido. Con mucho cuidado, la acaricie. Sé que para Sara no era necesario, pero quería que se sintiera bien.
Acaricié su glande con la lengua. Era un extraño sabor. Di varias vueltas hasta que logré arrancarle un gemido. Le gustaba. Sonreí y seguí así por unos momentos. Luego, me la introduje lentamente, presionando con mis labios. Estuve así por un largo rato. Sara estaba excitadísima. Noté el sabor de su líquido preseminal. No me agradó especialmente, pero no me detuve. Sentí las manos de Sara en mi cabeza.
Probé a aguantar la respiración, y me introduje toda su longitud. Intenté mirar a Sara, pero ella estaba con los ojos cerrados, disfrutando. Me saqué su pene de la boca, volví a respirar, y repetir. Aquello no estaba tan mal. Sara gimió:
"Vo-voy a correrme... pon el culo", me dijo.
Pero no iba a ponerlo. La vez anterior se había quedado con las ganas de correrse en mi boca, pero no aquella vez. Seguí mamando, y de pronto, lo noté. Una rociada de semen me llenó la boca. Me aparté, y recibí un segundo chorro de su esperma en la cara. El tercero cayó sobre mi pecho. Tuve que abrir la boca, pues era imposible que me tragase aquello, y terminé manchandome las piernas.
"Joder... qué bueno has sido", me dijo. Bajó del sofá, y me dio el móvil con la cámara frontal. Pude contemplar mi cuerpo cubierto por sus fluidos. Ni tan mal. Aunque no se me olvidaba el sabor del semen, que no era para nada agradable.
Sin embargo, Sara se ocupó de limpiarme a fondo con su lengua. A mi me gustaba sentir sus labios contra mi cuerpo. Me sentía genial. Cuando acabo, me senté sobre sus piernas. Estaba totalmente fuera de mi. Entregarme a hacer aquello me había hecho cambiar.
"Te quiero dentro de mi, Sara... fóllame durante toda la noche... soy tuyo"
Había acompañado mis palabras con un para nada discreto restriegue de mi culo contra su polla. Sara sonrió, y asintió. Aquel día iba a ser todo para ella. Me levanté ligeramente, y moví su erección para que entrase en mi culo. Suspiré. Me moví despacio, hasta que conseguí que me entrase entera. Noté cómo mi propio miembro se quedaba erecto por el placer. Empecé a cabalgar sobre ella, apoyando muy suavemente las manos sobre su torso para no hacerle daño.
Ella me ayudaba a subiy y bajar, y movía las caderas, logrando más rapidez con las acometidas. Yo gemí. Aquello me gustaba tanto que no quería que parase nunca. Intenté apoyar mis rodillas sobre el sofá para mover mis caderas más rápidamente, pero me era dificil. Aunque Sara se bastaba para compensar aquello. Humedeció sus dedos con su propia saliva, y los empleó para lubricar mi pene. Joder, eso era la gloria. Doble ración de placer. Sentí cómo llenaba mu culo cuando se corrió, y yo la empapé cuando terminé aquel segundo asalto.
Pero yo aún no estaba satisfecho. ¡Aún quería más! No sabía cómo era posible, pero aquello se me hacía muy corto aún. Y se me ocurrió una idea que Sara no dudó en aceptar. Pero ya estaba bien de sofá. Fuimos a la comodidad de la cama a seguir gozando. Me lancé al colchón,y aguardé la llegada de Sara, que estaba buscando algo para mi. Lo encontró y me lo mostró. Un dildo. Lo puso al lado de mi polla, y con gran maestría, empezó a chuparlos los dos a la vez, para darme placer y lubricar el juguete.
Una vez que estaba perfectamente listo para su uso, me lo dio, y ella se sentó sobre mi pecho, con su polla apuntando hacia mi. Se acercó un poco más hasta que pude alcanzar la cabeza de su pene con la lengua y le di placer, mientras yo mismo me ocupaba de mi culo. Llevé el juguete hacia mi ano, y logré delizarlo suavemente de un movimiento dentro. Joder, ¿cómo podía gustarme tanto aquello?
Seguí masturbando mi culo mientras daba placer con la lengua a Sara, pero pronto aquello se quedó corto para ella. Deseaba más. Le dejé que hiciera lo que quisiese, y de pronto, noté mi boca follada por sus embestidas. Joder, aquello era bastante duro... pero aguanté. Yo seguía disfrutando mientras hundía el dildo en mi ano y ella penetraba mi boca como una loca. Era jodidamente delicioso.
Esta vez, Sara se controló un poco más al eyacular. Sentí una ligera rociada dentro de mi boca, pero me la sacó a tiempo, de forma que la segunda mitad de su primer chorro cayó sobre mi cara. Fue retrocediendo lentamente, pajeándose, hasta cubrir mi torso de arriba abajo con su semen. A continuación, tomó la mano con la que jugaba con mi culo, y se ocupó ella de seguir deslizando el juguete para darme placer, mientras mi polla recibía una deliciosa mamada de su parte. Yo estaba que no cabía en mi. Estaba experimentando mucho aquella noche, por alguna razón.
Lejos de poder culminar en su boquita, se aseguró de que yo mismo empapaba también mi cuerpo con mi propia semilla, cosa que ella aprovechó entonces para limpiarme a conciencia con su lengua. Debía de gustarle bastante, y durante aquel rato, no se olvidó de seguir dando placer a mi hambriento culo.
"Hoy estás muy vicioso", me comentó.
"Y más que lo voy a estar".
Y así fue. Normalmente dejábamos de hacer guarradas durante las comidas, pero no aquella vez. Pasé toda la noche con su polla ensartada en mi ano, y de vez en cuando, yo movía las caderas para aumentar el placer. Torturándola, me aseguró que me arrepentiría si seguía así, de forma que no pude evitar mover más mis caderas.
Mi castigo quedó patente cuando, al terminar de cenar, me ató al sofá con las piernas bocarriba y se desquitó follando mi ano con una velocidad increíble. Puramente sexual, sin la complicidad que solía unirnos. Era un poco doloroso, pero insisto en que me estaba encantando. A veces el ritmo bajaba un poco, sólo para darme alguna estocada bien profunda, asegurándose de que su polla encontraba mi punto G. Y vaya si lo hacía. Quería derretirme allí mismo por el gusto. Cuando se corrió, en castigo, no dejó que culminase yo.
"Ahora vas a hacer algo más complicado", me dijo.
Me puse a cuatro en la cama como me indicó, mientras ella hundía un vibrador en mi culo. Cuando lo tuvo dentro, lo puso en marcha. Yo pensé que me iba a correr sólo con aquello, pues llevaba un buen rato excitado sin poder acabar. Luego se tumbó entre mis piernas.
"Fóllame las tetas ahora", me ordenó.
Así que terminé con mi pene entre sus maravillosos pechos, masturbándome con ellos, acompañados por su lengua en mi glande de vez en cuando, mientras mi culo era sometido a una suave pero placentera vibración constante. Joder si aquello no era vida. No podía moverme muy rápidamente por culpa del juguete en mi culo, así que cuando Sara se impacientó, me dio un azote. Pensé que si me daba dos más, eyacularía.
Aguardó con la boquita abierta a recibir mi corrida y yo se la proporcioné con todo mi cariño. Ella sonrió mientras degustaba mis fluidos, y luego me quitó el juguete de mi culo. Yo por fin estaba satisfecho aquella noche.
"No, no... aún no hemos terminado", me dijo ella, maliciosa.
Me vi llevado al cuarto de baño, donde puso la ducha, y volvió a follarme la boca. Con el agua cayéndonos encima, era mucho más morboso. Hice mi mejor esfuerzo por darle placer, empleando mis labios y mi lengua para ello. Sabía que aquello no era para mi, pero era por el placer de ella. Sujetó mi cabeza mientras yo la mamaba, y noté que movía sus caderas ligeramente. Esta vez se apartó justo antes de eyacular, provocando así una curiosa fuente de semen en la que ambos nos manchamos. Aunque pronto estuvimos limpios por el agua que corría.
Yo estaba cansado, pero Sara aún no. Quería una cosa más. Me alzó en brazos, y me puso contra la pared de la ducha. El agua caliente recorría nuestros cuerpos mientras, una vez más, su polla era engullida por mi culo y me follaba. Estaba desatada ella también. A mi me dolía un poco mi erección, pues llevaba un buen rato excitado y no me había tocado. Pero no podía dejar de pensar en el placer al que estaba sometido por Sara.
Ella me tenía bien agarrado por las caderas, y me penetraba deliciosamente. Juntó sus labios contra los míos en un intercambio de saliva que me volvió loco. Joder, ¿qué me había pasado aquel día para peder la cabeza? A día de hoy no lo sé, pero me da igual. Lo estaba gozando como nunca antes. Sentí que el cuerpo de Sara se tensaba. Sabía lo que eso significaba. Noté su caliente semen dentro de mi culo...
...y por primera vez, aquella clase de follada logró que me corriera. No había tocado mi pene, pero el clímax de Sara provocó que yo también me corriese. Ella sonrió de satisfacción. Lo había logrado.
Un rato después, estábamos echados en la cama. Yo bocabajo sobre ella, en pleno 69. Me dio por mirar el reloj, y no me lo pude creer. Las cuatro de la mañana.
"Joder, Sara... nos hemos pasado la noche follando y mañana trabajamos".
"Tienes razón... ¿quieres que paremos?", me preguntó antes de volver a meterse mi polla en la boca.
"Por favor, no"
"Mmmmm... ¿te has vuelto adicto a las pollas?"
"Claro que no. Me he vuelto adicto a la tuya"
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