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Contratada (para coger) V

(Sugiero leer los relatos I, II, III y IV)

Cuando estaba sin coger, yo me consideraba muy pajero, porque le daba a la manuela tres o cuatro veces en un día. Pero Natalia me superó ampliamente. A partir de la llegada de los consoladores, si no cogíamos (siempre con los juguetes, como la primera vez) prácticamente se masturbaba todo el tiempo; vivía con los dildos clavados.

A sus 18 años, Natalia era una pendeja preciosa adicta al sexo.
Como la mayoría de las chicas tetonas, su culo y concha eran hermosos, muy bien formados, pero chicos. Sin embargo, llamaban la atención los labios vaginales abiertos como alas de mariposa, el clítoris prominente del tamaño de un pulgar, pero sus huecos eran estrechos, apretaditos, aunque muy elásticos.
Por supuesto, la bonita empanadita suave y depilada, la devoraba encantado, como los cachetes duros del culo y el caliente agujero marrón. El detalle es que Natalia necesitaba estar llena por todas partes.

Gozadora

Tanto si le daba pija por delante o atrás, la chiquita pedía consolador en donde no había verga. Le encantaba ponerse en cuatro patas, como perrita, con la cola levantada, y así debía alternar meterle la poronga en la concha y clavarle el dildo grande en el ano. Y después al revés.
Generalmente tenía su primer orgasmo a los cinco minutos. Como a mi me gusta aguantar mínimo quince minutos, Cuando largaba mi leche, ella ya estaba en su cuarta o quinta gozada.
Debido a que luego de dos semanas de cogidas constantes empecé a atender mi trabajo, Natalia se daba placer solita, con los consoladores.
La primera vez usé un consolador doble, con una parte chica, de 13 x 2,5 (para el culito) y la otra parte grande, de 16 x 3,8. Y un monstruoso pene falso de 22 x 4,7, con un glande gordo y base de bolas grandes. Tres días después le entregué cinco juegos más, de tamaños similares, y tres prominentes vibradores.
Los usamos a todos.

En vivo

Cuando estaba cansado, Natalia me chupaba la pija con dos dildos en sus respectivos agujeros. La eyaculación retenía en su boquita para luego desparramarla en concha y culo, mezclada con su saliva, y continuaba pajeándose.
Una tarde llegué a casa en mi auto junto a Silvina, una linda clienta madurita. Detuve el vehículo y le pedí a Silvina que me espere. Debía entregarle unos papeles. Abrí la puerta y la dejé entreabierta. Encontré a Natalia en cuclillas sobre el sillón grande, desnudita, sentada sobre un consolador grueso y largo mientras se daba por delante con un vibrador mediano. Gemía y lanzaba grititos.

-¡Ay papi! Recién empiezo, llename la boca con tu pedazote… - exclamó excitada.
-¡Esperá nena!, tengo que darle unas cosas a una clienta que me espera en el auto… - contesté.
-Disculpame Beto, ¿me dejás pasar al baño…? – dijo Silvana, detrás de mi.

La mujer había empujado la puerta y asomado para hablarme. Se encontró con el caliente espectáculo.

-¡Uy…! Disculpame… Si, si, pasá al baño, por el pasillo la segunda puerta a la izquierda… Ella es Natalia, mi empleada… - dije confundido.

Silvana esbozó una enigmática sonrisa y fue al sanitario. Sin saber que hacer, pedí a Natalia que vaya a mi cuarto.

-¡Ahora no puedo…! – sostuvo la pendeja.

Para aclarar mis ideas fui a la cocina y me serví un vaso de agua, que bebí lentamente. Regresé al living, en el preciso momento que Silvana salía del baño.
¡Estaba desnuda!

-Espero que no te molesté, pero tu empleada me dejó muy caliente… Si vos y Natalia me dejan, quiero mirar y hacerme una pajita… -expresó.
-Mirá, tocá, ayudame, lo hagamos juntas… A mi papi le va a encantar… - pronunció mi nena.


(Continúa)

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