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El casamiento de Paula y Roberto (V)



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Son las 8 de la mañana y nos estamos despertando. A las 10 empieza la ceremonia con el cura y luego sigue el Civil. Nos levantamos, tomamos unos mates, nos dimos un baño, nos pusimos lindos y nos fuimos para el patio central de la casona grande. Allí estaba todo armado con un altar rústico, de madera, velas y muchas flores. A la hora prevista nos encontrábamos allí reunidos todos los invitados, el juez de paz, el cura y el novio junto al altar. La novia entró caminando sobre un sendero de pétalos entre la gente. Todo parecía sacado de un cuento de hadas. Fue una ceremonia muy hermosa y emotiva. Juraron ante Dios y luego ante la Ley. Pasaron los aplausos, los besos, las felicitaciones y nos dirigimos al almuerzo.
Ya estaban las mesas armadas en medio de una arboleda que nos proporcionaba una sombra majestuosa. Disfrutamos de muchas comidas ricas propias de la zona y nos largamos al baile.
Pasadas las 18 hs mi esposa se unió a una charla de mujeres y los hombres nos dispusimos a compartir unos juegos de cartas. Pero faltaba el novio, conocido por su habilidad con los naipes, salgo a buscarlo mientras los demás arrancan.
Me estaba costando encontrarlo y me adentre en la inmensa casona principal de la chacra. Ni un alma había en semejante construcción.
En mi recorrido doy con una escalera que llevaba a la cava de los dueños de casa. Desciendo y me encontre con una escena prodigiosa. Estaban el novio y la novia, él con una zunga blanca que marcaba su imponente bulto y conservaba el moño del smoking, y ella, aún con el velo y la corona de flores puesta, vestía un conjunto de lencería blanca que acentuaba su figura. Parecía un cuerpo tallado a mano por los dioses del Olimpo. Los conocía de hacía tiempo, pero nunca había llegado a imaginar la perfección de esos cuerpos.
Ellos miraban hacia su lado opuesto y posaban junto a los toneles. De pronto, un flash. No estaban solos. Me corro de lugar y delante de ellos están las dos damas de compañía con un conjunto de lencería idéntico entre ellas, todo en un color azul eléctrico, con perlitas y encajes. Se reían y se sacaban fotos.

P- Mi amor, te prometí un festejo único para nuestra boda y acá está. Vamos a consumar nuestro amor, y para que no queden dudas, vamos a tener a estas dos preciosuras como testigos y partícipes de nuestro acto.
R- Gracias Paula. Sabes que te amo con todo mi corazón y este regalo te juro que no me lo esperaba. Es el mejor regalo de bodas que un hombre puede pedir. Hacerle el amor a su esposa y a sus dos mejores amigas... (las mira) que encima están re buenas! en su tarde de bodas... porque nos casamos de día!

Ríen juntos los cuatro.

P- Somos tuyas Roberto. ¡Hace con nosotras lo que quieras!

Roberto no pierde el tiempo y se dedica a disfrutar del manjar que tiene entre sus brazos. Recorre a su esposa por todo su magnifico cuerpo con besos y caricias que la excitan al máximo. Las testigos se tocan entre sí mientras sacan fotos para atesorar este momento.
La esposa le quita la zunga a su marido y se larga a chuparle la pija con desesperación. No podía aguantar más las ganas de comerse a ese hombre curpulento. Se traga todo su pedazo una y otra vez mientras se cuela unos dedos por la concha. Él está parado, ella agachada sobre sus zapatos de taco alto, no se quiere arrodillar para no dañar sus medias blancas. A Roberto le cuesta mantenerse de pie por la mamada que está recibiendo. Paula, generosa, se saca el tronco de la boca e invita a sus amigas a que hagan el relevo. Ella toma la cámara y se dispone a grabar como estas dos mujeres le comen el pingo a su macho. Las chicas de turnaban entre la verga y los huevos del apuesto muchacho. Se entendían muy bien entre ellas. Juntaban sus labios y rodeaban el pene pajeandolo con sus bocas unidas formando un círculo. El señor no sabia ya de donde agarrarse para mantener la compostura. Y delante, Paula seguía metiéndose dedos mientras filmaba esa porno casera.
Había una mesa grande y fuerte, de patas muy macizas al lado de donde estaban. La esposa dio indicaciones de que todas las mujeres debían recostarse allí. Posó la cámara sobre una repisa dando un buen ángulo de la escena y se unió a sus amigas. Con ella al medio formaban los colores de nuestra queridísima bandera. Ahora el macho de la sala debía retirar las tangas y comerse esas conchas jugosas. El palo duro lo seguía de un lado a otro mientras degustaba cada manjar. Cada una a la espera se masturbaba observando el espectáculo erótico del momento.
Luego de tanto flujo desparramado lo agarraron al hombre y lo colocaron sobre la mesa. Una de las testigos le estampó su concha en la cara viendo de frente como su amiga y la reciente declarada esposa se comían ese rabo nuevamente. Las cabezas subían y bajaban con tesón hasta que se dio la primer penetración. Allí mismo consumaban su amor Paula y Roberto, con esas dos hermosas mujeres de testigo. Una lo asfixiaba con su raja y la otra le succionaba los testículos. Paula se clavaba su pija hasta el fondo en cada senton que daba. Su vagina aprisionaba ese mástil duro que tantos orgasmos ya le había dado, pero que en esta ocasión había decidido compartir.
Tanto mete-saca la principal participe de todo acaba estruendosamente. Es hora de cambiar de mandos el timón. La que disfrtaba del sexo oral paso a ser penetrada, y la que chupaba huevos paso a reemplazar el lugar de la anterior.
Paula volvió a tomar la cámara y filmó con más detalle la cogida que le estaban pegando a su marido.
La que cabalgaba poco duro sobre la monta y se corrió enseguida en un mar de agua. En simultáneo la boca de Roberto se copó de los flujos de quien atendía.
Salieron de la mesa y fueron para un sillón amplio que se encontraba en un costado de la sala. Las chicas terminaron de desnudarse y se ubicaron allí. Apollaron sus rodillas en el asiento y sus tetas en el respaldar, dejando a merced del marido sus colas hacia arriba una al lado de la otra.

P- ¡Quien quiera pija por el culo que levante la mano!

Las tres alzaron sus brazos con ahínco. Primero fue Paula quien recibió verga por su cola. Mientras filmaba ya se había metido los dedos por atrás asique era la más preparada. Sus amigas comenzaron a agrandarse el agujero entre ellas mientras se comían la boca.
Fuertisimas embestidas ligaba la de la fiesta. Ese muchacho lo estaba disfrutando a full. Cuando la primer cola ya estaba reventada de placer paso a la del medio. Lentamente comenzo a martillar ese culo que era el más grande de los tres. Era una posición cómoda para coger, podían estar así todo el día. Mientras el segundo anal se sucedía Paula le fue a comer el culo a su amiga que todavía lo tenía virgen. Queria dejarselo bien preparado para el marido.
Llegado el momento paso al tercer orificio y arrancó perforando despacito. Entraba y salía con mucho cuidado para que esta experiencia sea la primera de muchas y no causarle dolor a la testigo. De a poco fue aumentando el ritmo y ella misma pedía más fuerte. Una estampida incontrolable azotaba ese culo.
Roberto ya había tenido demasiado placer y su leche quería salir lanzada. Avisa a las chicas que se va a correr y ellas se ubican bien unidas frente a su miembro, sentadas en el sillón. El primer lanzamiento fue a parar a la cara de Paula. El siguiente fue a su derecha, justo en la boca de la primer testigo y el tercero a la boca de la izquierda. No terminaba ahí. Tomó a su esposa de la cara y le ensarto la verga en la boca. Quería asegurarse de que ella también sientiera su sabor a hombre. Concluyó su orgasmo y cayó rendido sobre esas tres mujeres lujuriosas.
A partir de allí me volví hacia la cocina y espere a que subieran para encontrarlos "de casualidad". Primero apareció Roberto buscando moros en la costa. Le dije que lo estaba buscando para el juego de naipes. Me indicó que vaya nomas, que enseguida me alcanzaba. Buscaba unos vinos en la bodega y estaba con nosotros. Obedeci y más tarde llego él con las botellas por un lado, y su esposa y sus amigas por otro. Los cuatro denotaban una gran felicidad, y todos suponían que era por el casamiento. Yo sabía que era por algo más.

Continuará...

http://www.poringa.net/posts/relatos/2994396/Trio-sorpresa.html

1 comentarios - El casamiento de Paula y Roberto (V)

kramalo
muy bueno...!! y vos te quedastes duro..? o mojaste el bizcocho..? ja!