Buenas. A modo de resumen y por ser la primer publicación, voy a contarles brevemente como surge y que es todo esto: Hace 10 años mi mejor amigo, compañeros de jardín, primaria y secundaria, se fue a vivir al Norte. Como compartíamos muchas salidas, empecé a relatarle tanto por correos como mensajería instantanea (Chat, ICQ, MSN) las historias con mujeres que me iban sucediendo. Al flaco le gustaban mucho las historias e incluso se las había mostrado a un par de personas más que
ncontraban interesantes las historias o mejor dicho, la forma de narrarlas. Es por eso que he decidido compartirlas con Ustedes en caso que haya algunos adeptos al género limando algunas asperezas de los relatos originales, haciendo un poco de hincapié en las descripciones y tratando de generar un poco más de clima, pero siempre respetando la historia original y real. Quizás ese sea el mayor desperdicio de las historias: Quizás haya momentos donde una mentira o una exageración harían de mis palabras una gran historia, pero en realidad no es ese el objetivo, sino compartir mis experiencias de una forma similar a la literatura. Por ahí algunas cosas parecen naif, de dormilón o comunes, pero las cuento como son, sin exagerar. También me gusta resaltar que todas las historias incluyen chicas de oficina, complicadas y generalmente lindas. Soy un laburante que prefiere coger 1 que realmente me gusta mucho que 10 que no me atraen tanto. Es por eso que a veces en la historia chuparle las tetas a una mina va a ser narrado casi como una proeza, porque realmente, sin que yo pueda describirlo en palabras, se de lo difícil que era lograr eso con esa mina. Mi nombre es el que figura en las historias, más no así el de los demás involucrados, para proteger su intimidad, como así tampoco voy a ahondar en detalles como ubicaciones, trabajos, autos o demás. Finalmente, quiero también dejar en claro que no soy ni me considero ningún dandy y lo irán notando al leer las historias. Simplemente soy un tipo con la suerte de tener muchos amigos/as ávidos de noches, salidas y como consecuencia de ello surgen las historias. Así como Palermo es llamado “el optimista del gol”, me considero un optimista del sexo. Sin tener grandes talentos ni virtudes, siempre estoy ahí, me prendo en todas las salidas, no me doy por vencido, trato hasta donde puedo y acepto cuando me toca perder. Este primer relato no respeta un orden cronológico, pero es uno de los más simples para no aburrirlos con palabras de entrada: Carnaval.
Carnavales. Sin ser los de Rio de Janeiro, son una situación ideal para dejar libre la lujuria. Cuando uno viene de la Capital Federal, si bien el viaje son dos horitas nomás, son la posibilidad de pegar unos cuantos días, compartiendo la morada, con esas amigas de joda que habitualmente se prestan para el histeriqueo, algún que otro besito o un garche rapido y ocasional. Acá son un par de días frenéticos que incluyen desde el despertar con el pijamita sugerente, el desayuno donde se ve una bombachita asomar mientras se comparte un café con leche, un día de río con las mallas y el agua, y noches con mucho alcohol. Con gente del grupo de salidas de la oficina, gestado a fuerzas de afters, arreglamos durante la semana para ir a Gualeguaychú. Conseguimos el lugar y arrancamos. Fue fundamental el tema del lugar porque habían aparecido dos cabañas pegadas, lo que favorecía a que las minas vayan a una y nosotros a la otra. La boicoteamos y conseguimos una casa para 8 personas, aunque eramos 7 (4 varones y 3 minas, promedio 23 años). Salimos para allá en dos autos el mismo viernes después de laburar. Y a partir de este momento, voy a centrarme en contar lo que ocurrió con Romi desde allí…
En los autos no tengo mucho para contar. Salimos en mi auto y el de una amiga. En el mío ibamos 3 hombres y una chica. En el otro, su dueña, Romi y otro flaco. Llegamos a Entre Ríos a las 8 de la noche y mientras nos acomodábamos, algunos nos pegamos una ducha y salimos a comer algo a eso de las 11. Hasta ahí no había ningún clima especial. Fuimos al carnaval, pegamos unas lindas mesas, tomamos mucho y las chicas (siempre obrando como un rebaño) se fueron a dormir “temprano”. Nosotros estábamos enfiestadísimos, habíamos conocido unas minitas ahí y nos quedamos. Robamos un par de besos nomás y como a las 5:30 volvimos los 4 solos a la casa. Cuando llegamos las 3 mujeres estaban durmiendo en su habitación, la más grande del lugar. Los otros 3 fueron para la otra pieza y yo me fui, haciéndome el heroe, a domir en el futón de dos plazas del living.
A la mañana, yo que tengo sueño liviano, me desperté con ruidos en la cocina. Por pudor y por ser la primera vez que compartíamos convivencia con estas chicas, me puse un shortcito y me fui en cuero a la cocina. Estaba Romi con mucha cara de dormida calentando agua, con una remerita larga y gastada sin pantaloncito y con unos zoquetes. Cuando entré a la cocina, a pesar del sueño, mis ojos fueron derecho a clavarse en su colita. O mejor dicho culotte. Si había algo para destacar de Romi, era la cola. Petisona, de carita 6 puntos, media varonera, pechos normales, un par (no más de 3 o 4) de kilitos de más y una cola para el campeonato, grandecita, parada, firme, redonda. No era la petisa culona, pero casi. O mejor dicho, a futuro iba a serlo. En ese momento estaba ideal, era LA cola más codiciada de la empresa y estaba óptima porque ella hacía gimnasia artística y baile. Las piernas eran un poco firmes y tonificadas para mi gusto, pero eran espectaculares. Y la colita, ni hablar. Desde la puerta de la cocina mis ojos se fijaron en la colita y el hermoso culotte que la remera dejaba transparentar. Paradito, ideal para tirarse de cabeza y darle unos mordiscones primero y llenarlo de besos y lenguetazos después. Ideal para mi, que incluso me puse un poco gomoso. En esa epoca los culottes me calentaban mucho más que las tangas.
Cuando se percató de mi presencia, sintió un poquito de vergüenza. Evidentemente sabía que era muy probable cruzarse con alguno de nosotros, pero así y todo le dio un poco de vergüenza y medio como que se acomodó la remera, tratando de bajarla un poco más. Ahí me di cuenta de otro detalle aún más perturbador. Obviamente recién se despertaba y no tenía corpiño. Cuando la ví de frente me di cuenta que así como se transparentaba el culotte, se transparentaban sus pechitos, en especial las aureolas que parecían amplias y claritas y los pezones. Instintivamente me miré la poronga, porque se estaba despertando. Me ofreció mate y le pregunté si con el agua no me hacía un té. Golazo. Me dijo que sí, se dio vuelta y se puso en puntitas de pie para alcanzar el té, que yo sin ninguna intención, había dejado la noche anterior sobre un estante en la cocina. Cuando estiró los brazos para agarrar el té, la remerita se levantó dejandome ver el nacimiento de esa cola prodigiosa, casi hasta la mitad, la parte de debajo de los cachetes, el final del culotte y la entrepierna divina, carnosa, cargada entre esas dos piernas firmes. No pude resistirme y se lo tuve que decir: “!Que linda colita, bombón!”. Sin darse vuelta y mientras me preparaba el té, me contestó muy a su manera: “Ay, no seas pajero, recién me levanto”. Trajo el té, el mate y se sentó casi enfrente mío. Empezamos a charlar sobre boludeces y nadie se despertaba. Yo cada dos por tres le miraba los pechos, escudriñando entre la tela a ver por dónde estaban esos pezones escurridizos. Turnaba mi atención entre la transparencia y el escote, más aún cuando se entornaba para adelante por algún que otro motivo. Ella me hizo un comentario tipo chiste de mis tatuajes y me di cuenta que me estaba empezando a histeriquear. Acto seguido, procede a subir su pie izquierdo arriba de la silla, apoyando la planta del pie sobre el asiento. Como obvia consecuencia de ese movimiento, queda a mi disposición un plano óptimo y directo de su bombachita, en la zona del pubis. Veía toda la parte superior de su pierna derecha hasta que se juntaba con la pancita y toda la parte de atrás de su pierna izquierda y el comienzo de la colita, hasta que aparecía la silla. Coronando eso, en medio, ese culotte blanco con las rayitas de colores que ya había descubierto a través de la remera, se me presentaba como único impedimento entre esa conchita seguramente deliciosa y mi poronga que empezaba a pugnar por salir. Ella se dio cuenta de su exhibición y de que yo la estaba mirando deseoso y ni siquiera le dio importancia, era parte de su juego. Por un momento pensé que era lo mismo que verla en malla, cosa que ya había ocurrido y que iba a ocurrir en un ratito nomás. Pero no, no era lo mismo. Ahí tenía los pechitos transparentados y esa bombachita blanca tenía toda la humedad de una noche de sueño. Y ahí quedé en offside. Le saqué un tema sexual para acelerar la cosa y cuando ella me estaba contando que hacía un mes que no se la cogían, aparecieron las otras dos, que estaban bastante buenas, pero ya se habían vestido. Ambas tenían puesta la malla y ropa arriba. Yo había terminado el té y me fui de la cocina...
No los quiero aburrir por el momento, pero la historia sigue con lo que pasó en la playa, en el carnaval y en la vuelta a la casa esa misma noche... en la próxima entrega! Hasta entonces, se esperan comentarios!
Ya está disponible la segunda parte del relato, acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2990691/Carnaval-2da-Parte-solitos-en-el-futon.html
ncontraban interesantes las historias o mejor dicho, la forma de narrarlas. Es por eso que he decidido compartirlas con Ustedes en caso que haya algunos adeptos al género limando algunas asperezas de los relatos originales, haciendo un poco de hincapié en las descripciones y tratando de generar un poco más de clima, pero siempre respetando la historia original y real. Quizás ese sea el mayor desperdicio de las historias: Quizás haya momentos donde una mentira o una exageración harían de mis palabras una gran historia, pero en realidad no es ese el objetivo, sino compartir mis experiencias de una forma similar a la literatura. Por ahí algunas cosas parecen naif, de dormilón o comunes, pero las cuento como son, sin exagerar. También me gusta resaltar que todas las historias incluyen chicas de oficina, complicadas y generalmente lindas. Soy un laburante que prefiere coger 1 que realmente me gusta mucho que 10 que no me atraen tanto. Es por eso que a veces en la historia chuparle las tetas a una mina va a ser narrado casi como una proeza, porque realmente, sin que yo pueda describirlo en palabras, se de lo difícil que era lograr eso con esa mina. Mi nombre es el que figura en las historias, más no así el de los demás involucrados, para proteger su intimidad, como así tampoco voy a ahondar en detalles como ubicaciones, trabajos, autos o demás. Finalmente, quiero también dejar en claro que no soy ni me considero ningún dandy y lo irán notando al leer las historias. Simplemente soy un tipo con la suerte de tener muchos amigos/as ávidos de noches, salidas y como consecuencia de ello surgen las historias. Así como Palermo es llamado “el optimista del gol”, me considero un optimista del sexo. Sin tener grandes talentos ni virtudes, siempre estoy ahí, me prendo en todas las salidas, no me doy por vencido, trato hasta donde puedo y acepto cuando me toca perder. Este primer relato no respeta un orden cronológico, pero es uno de los más simples para no aburrirlos con palabras de entrada: Carnaval.
Carnavales. Sin ser los de Rio de Janeiro, son una situación ideal para dejar libre la lujuria. Cuando uno viene de la Capital Federal, si bien el viaje son dos horitas nomás, son la posibilidad de pegar unos cuantos días, compartiendo la morada, con esas amigas de joda que habitualmente se prestan para el histeriqueo, algún que otro besito o un garche rapido y ocasional. Acá son un par de días frenéticos que incluyen desde el despertar con el pijamita sugerente, el desayuno donde se ve una bombachita asomar mientras se comparte un café con leche, un día de río con las mallas y el agua, y noches con mucho alcohol. Con gente del grupo de salidas de la oficina, gestado a fuerzas de afters, arreglamos durante la semana para ir a Gualeguaychú. Conseguimos el lugar y arrancamos. Fue fundamental el tema del lugar porque habían aparecido dos cabañas pegadas, lo que favorecía a que las minas vayan a una y nosotros a la otra. La boicoteamos y conseguimos una casa para 8 personas, aunque eramos 7 (4 varones y 3 minas, promedio 23 años). Salimos para allá en dos autos el mismo viernes después de laburar. Y a partir de este momento, voy a centrarme en contar lo que ocurrió con Romi desde allí…
En los autos no tengo mucho para contar. Salimos en mi auto y el de una amiga. En el mío ibamos 3 hombres y una chica. En el otro, su dueña, Romi y otro flaco. Llegamos a Entre Ríos a las 8 de la noche y mientras nos acomodábamos, algunos nos pegamos una ducha y salimos a comer algo a eso de las 11. Hasta ahí no había ningún clima especial. Fuimos al carnaval, pegamos unas lindas mesas, tomamos mucho y las chicas (siempre obrando como un rebaño) se fueron a dormir “temprano”. Nosotros estábamos enfiestadísimos, habíamos conocido unas minitas ahí y nos quedamos. Robamos un par de besos nomás y como a las 5:30 volvimos los 4 solos a la casa. Cuando llegamos las 3 mujeres estaban durmiendo en su habitación, la más grande del lugar. Los otros 3 fueron para la otra pieza y yo me fui, haciéndome el heroe, a domir en el futón de dos plazas del living.
A la mañana, yo que tengo sueño liviano, me desperté con ruidos en la cocina. Por pudor y por ser la primera vez que compartíamos convivencia con estas chicas, me puse un shortcito y me fui en cuero a la cocina. Estaba Romi con mucha cara de dormida calentando agua, con una remerita larga y gastada sin pantaloncito y con unos zoquetes. Cuando entré a la cocina, a pesar del sueño, mis ojos fueron derecho a clavarse en su colita. O mejor dicho culotte. Si había algo para destacar de Romi, era la cola. Petisona, de carita 6 puntos, media varonera, pechos normales, un par (no más de 3 o 4) de kilitos de más y una cola para el campeonato, grandecita, parada, firme, redonda. No era la petisa culona, pero casi. O mejor dicho, a futuro iba a serlo. En ese momento estaba ideal, era LA cola más codiciada de la empresa y estaba óptima porque ella hacía gimnasia artística y baile. Las piernas eran un poco firmes y tonificadas para mi gusto, pero eran espectaculares. Y la colita, ni hablar. Desde la puerta de la cocina mis ojos se fijaron en la colita y el hermoso culotte que la remera dejaba transparentar. Paradito, ideal para tirarse de cabeza y darle unos mordiscones primero y llenarlo de besos y lenguetazos después. Ideal para mi, que incluso me puse un poco gomoso. En esa epoca los culottes me calentaban mucho más que las tangas.
Cuando se percató de mi presencia, sintió un poquito de vergüenza. Evidentemente sabía que era muy probable cruzarse con alguno de nosotros, pero así y todo le dio un poco de vergüenza y medio como que se acomodó la remera, tratando de bajarla un poco más. Ahí me di cuenta de otro detalle aún más perturbador. Obviamente recién se despertaba y no tenía corpiño. Cuando la ví de frente me di cuenta que así como se transparentaba el culotte, se transparentaban sus pechitos, en especial las aureolas que parecían amplias y claritas y los pezones. Instintivamente me miré la poronga, porque se estaba despertando. Me ofreció mate y le pregunté si con el agua no me hacía un té. Golazo. Me dijo que sí, se dio vuelta y se puso en puntitas de pie para alcanzar el té, que yo sin ninguna intención, había dejado la noche anterior sobre un estante en la cocina. Cuando estiró los brazos para agarrar el té, la remerita se levantó dejandome ver el nacimiento de esa cola prodigiosa, casi hasta la mitad, la parte de debajo de los cachetes, el final del culotte y la entrepierna divina, carnosa, cargada entre esas dos piernas firmes. No pude resistirme y se lo tuve que decir: “!Que linda colita, bombón!”. Sin darse vuelta y mientras me preparaba el té, me contestó muy a su manera: “Ay, no seas pajero, recién me levanto”. Trajo el té, el mate y se sentó casi enfrente mío. Empezamos a charlar sobre boludeces y nadie se despertaba. Yo cada dos por tres le miraba los pechos, escudriñando entre la tela a ver por dónde estaban esos pezones escurridizos. Turnaba mi atención entre la transparencia y el escote, más aún cuando se entornaba para adelante por algún que otro motivo. Ella me hizo un comentario tipo chiste de mis tatuajes y me di cuenta que me estaba empezando a histeriquear. Acto seguido, procede a subir su pie izquierdo arriba de la silla, apoyando la planta del pie sobre el asiento. Como obvia consecuencia de ese movimiento, queda a mi disposición un plano óptimo y directo de su bombachita, en la zona del pubis. Veía toda la parte superior de su pierna derecha hasta que se juntaba con la pancita y toda la parte de atrás de su pierna izquierda y el comienzo de la colita, hasta que aparecía la silla. Coronando eso, en medio, ese culotte blanco con las rayitas de colores que ya había descubierto a través de la remera, se me presentaba como único impedimento entre esa conchita seguramente deliciosa y mi poronga que empezaba a pugnar por salir. Ella se dio cuenta de su exhibición y de que yo la estaba mirando deseoso y ni siquiera le dio importancia, era parte de su juego. Por un momento pensé que era lo mismo que verla en malla, cosa que ya había ocurrido y que iba a ocurrir en un ratito nomás. Pero no, no era lo mismo. Ahí tenía los pechitos transparentados y esa bombachita blanca tenía toda la humedad de una noche de sueño. Y ahí quedé en offside. Le saqué un tema sexual para acelerar la cosa y cuando ella me estaba contando que hacía un mes que no se la cogían, aparecieron las otras dos, que estaban bastante buenas, pero ya se habían vestido. Ambas tenían puesta la malla y ropa arriba. Yo había terminado el té y me fui de la cocina...
No los quiero aburrir por el momento, pero la historia sigue con lo que pasó en la playa, en el carnaval y en la vuelta a la casa esa misma noche... en la próxima entrega! Hasta entonces, se esperan comentarios!
Ya está disponible la segunda parte del relato, acá:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2990691/Carnaval-2da-Parte-solitos-en-el-futon.html
2 comentarios - Carnaval - Presentación e inicio del relato
Me gustó la forma de narrar.
Saludos