“Siempre que puedo te visito, y aunque cada vez conversamos cambias de nombre, de tanto de que nos vemos, ya algunos empiezan a coincidir”.
Son aproximadamente las 21:00 de la noche casi siempre te busco a esta hora, debería hacer como mis otros compañeros que buscan a tus compañeras desde más temprano, así como ellos dicen las encuentran recién bañaditas; pero prefiero este horario, no sé, me hace sentir más “romántico”, sádico pero romántico.
Estabas de pie en la puerta del cuarto y como en veces anteriores empiezo con un “¡hola!, ¿me recuerdas?, dije que regresaría y aquí estoy”. Entramos y te recostaste sobre la cama de espaldas como insinuando “sírvete”. Que risa, jajajajajaja – sonreí mientras te tocaba las nalgas y dije, esta vez no vengo por esto, suena tonto, pero me gustas y hoy iniciamos una banda y te estoy escribiendo una canción, quiero ponerle tu nombre”. Que estúpido soné y al parecer te hizo gracia. Sonreíste de manera diferente era una sonrisa por la que no había pagado y creo que nadie en ese local la había visto. “Quiero tocar para ti”.
Me senté en la cama y por detrás te colgaste de mi diciendo “no te debes enamorar de las chicas malas, no has hecho nada y ya va a acabar tu tiempo”. Me retiraste el polo, las ganas que tenía por besarte, pero me esquivaste y bajaste a mi entrepierna diciendo “aún hay tiempo”.
No sé cómo escribir lo que paso después, tu piel es tan suave, tu cabello tan sedoso y esa boquita que hace esa magnifica garganta profunda. Después de tu culaso, son de las cosas que más me gustan de ti. Estaba sumamente caliente cuando preguntaste “¿aun te gusto?”. Metí mi entrepierna en tu boca y dije “si”. Te levantaste y pegaste tu cara a la mía diciendo “¿qué esperas?, hazme el amor”.
Te pusiste en cuatro, empecé a separar tus nalgas para ver esa entrada, de repente se me vino la letra de una canción para la banda y mientras te daba por el culo no dejaba de repetir “¿Cuál es tu nombre?”. “Dime como quieras”. Las cosas se aceleraron, te echaste boca abajo levantando el trasero y una vez te penetre, cruzaste las piernas para asegurar que mi miembro no se salga.
- ¿Quieres saber mi nombre?, dame más duro entonces.
Sujeté tu cintura y mientras entraba y salía de tu agujero frenéticamente, te empecé a sacar gases, creo que no te gusto porque te querías mover, pero te tenía fija de la cintura y al notar que te molestaba que tus gases suenen con más fuerza cada vez que te embestía el culo, decidí aumentar la velocidad.
- Suéltame o algo va a salir si sigues así – mientras se mordía los labios.
- Dime tu nombre – no paraba de repetirlo.
Empezaste a gritar, pero no parecía de dolor, creo que te gustaba.
- Para, por favor para.
- Creo que te gusta – le tomaba con más fuerza y esos sonidos nacidos de sus tripas no sonaban tan seguidos, pero si con más fuerza.
De pronto paraste de quejarte y poner resistencia y te dejaste a llevar. Parecías un peluche de trasero esponjoso – dije.
- Entonces sácame el relleno, soy una peluche mala.
Sentí como su cuerpo se tensaba, su cara se llenaba de placer y vergüenza, empuje mi pene con fuerza, pero algo me obligaba a salir; no me moví y mientras esa materia salía de tu ano saque mi pene, te separe las nalgas y vi cómo se te salía el relleno.
- Me llamo Diana
Son aproximadamente las 21:00 de la noche casi siempre te busco a esta hora, debería hacer como mis otros compañeros que buscan a tus compañeras desde más temprano, así como ellos dicen las encuentran recién bañaditas; pero prefiero este horario, no sé, me hace sentir más “romántico”, sádico pero romántico.
Estabas de pie en la puerta del cuarto y como en veces anteriores empiezo con un “¡hola!, ¿me recuerdas?, dije que regresaría y aquí estoy”. Entramos y te recostaste sobre la cama de espaldas como insinuando “sírvete”. Que risa, jajajajajaja – sonreí mientras te tocaba las nalgas y dije, esta vez no vengo por esto, suena tonto, pero me gustas y hoy iniciamos una banda y te estoy escribiendo una canción, quiero ponerle tu nombre”. Que estúpido soné y al parecer te hizo gracia. Sonreíste de manera diferente era una sonrisa por la que no había pagado y creo que nadie en ese local la había visto. “Quiero tocar para ti”.
Me senté en la cama y por detrás te colgaste de mi diciendo “no te debes enamorar de las chicas malas, no has hecho nada y ya va a acabar tu tiempo”. Me retiraste el polo, las ganas que tenía por besarte, pero me esquivaste y bajaste a mi entrepierna diciendo “aún hay tiempo”.
No sé cómo escribir lo que paso después, tu piel es tan suave, tu cabello tan sedoso y esa boquita que hace esa magnifica garganta profunda. Después de tu culaso, son de las cosas que más me gustan de ti. Estaba sumamente caliente cuando preguntaste “¿aun te gusto?”. Metí mi entrepierna en tu boca y dije “si”. Te levantaste y pegaste tu cara a la mía diciendo “¿qué esperas?, hazme el amor”.
Te pusiste en cuatro, empecé a separar tus nalgas para ver esa entrada, de repente se me vino la letra de una canción para la banda y mientras te daba por el culo no dejaba de repetir “¿Cuál es tu nombre?”. “Dime como quieras”. Las cosas se aceleraron, te echaste boca abajo levantando el trasero y una vez te penetre, cruzaste las piernas para asegurar que mi miembro no se salga.
- ¿Quieres saber mi nombre?, dame más duro entonces.
Sujeté tu cintura y mientras entraba y salía de tu agujero frenéticamente, te empecé a sacar gases, creo que no te gusto porque te querías mover, pero te tenía fija de la cintura y al notar que te molestaba que tus gases suenen con más fuerza cada vez que te embestía el culo, decidí aumentar la velocidad.
- Suéltame o algo va a salir si sigues así – mientras se mordía los labios.
- Dime tu nombre – no paraba de repetirlo.
Empezaste a gritar, pero no parecía de dolor, creo que te gustaba.
- Para, por favor para.
- Creo que te gusta – le tomaba con más fuerza y esos sonidos nacidos de sus tripas no sonaban tan seguidos, pero si con más fuerza.
De pronto paraste de quejarte y poner resistencia y te dejaste a llevar. Parecías un peluche de trasero esponjoso – dije.
- Entonces sácame el relleno, soy una peluche mala.
Sentí como su cuerpo se tensaba, su cara se llenaba de placer y vergüenza, empuje mi pene con fuerza, pero algo me obligaba a salir; no me moví y mientras esa materia salía de tu ano saque mi pene, te separe las nalgas y vi cómo se te salía el relleno.
- Me llamo Diana
0 comentarios - Me enamore de una puta 05142017