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que noche la de anoche III

Eduardo se bajo del taxi en la esquina indicada y caminó unos veinte metros hasta la puerta señalada con el numero 2134. Espero unos segundos interminables hasta que una voz de hombre pregunto por quien tocaba.
- Edu. - dijo con voz callada y un poco temblorosa.

Todo empezó el domingo anterior, menos de una semana antes. Eduardo hacia el asado acompañado por Pablo, el marido de su cuñada tomando sendos fernets y charlando de futbol ambos en cuero y transpirando a mares. Bichos pululaban alrededor del reflector prendido encima del asador. Chorizos y una ancha tira de asado se cocinaban encima de las brasas.
En la pelopincho armada a unos diez metros de ellos, Pilar y Melina, hermanas que eran sus mujeres se refrescaban tomando una sidra del pico y riéndose un poco borrachas. Pilar, su mujer, vestía una bikini de cebra, ella siempre gustaba del animal print. Melina, su hermana y esposa de Pablo, usaba una tanga rojo furioso con hilo dental. Detalle que resaltaba en la pequeña pileta de lona, porque se ponía boca abajo, dejándo salir las nalgas por sobre el límite del agua.
Eduardo trabajaba las brasas con un atizador. Pablo cambió de tema rotundamente después de un silencio.
- Que buen culo tiene la Meli, no?
Eduardo quedó un poco perplejo por el comentario de su cuñado sobre su propia mujer.
. Si vos decis...
- Lo digo y lo uso, jajajaja.- Largó una carcajada como contenida mucho tiempo, con ganas.
- La Pili anda bien tambien. Le das por atras vos?- agregó.
Eduardo no respondió. No le estaba gustando la dirección que iba tomando la conversación, sobre todo porque el sexo anal era una cuenta pendiente de la pareja, así que tomó el atizador e intentó pasar el mal momento en silencio.
- No lo entrega no? Me parecia...- insistió Pablo, pero ya entendiendo que no podía seguir así. Tenía que cambiar la dirección de la charla para decir lo que pretendía. Pero era difícil y la palabra no era su fuerte.
- Están bien ustedes?- preguntó poniéndose un poco serio.
- Si, por?-
- Nosotros también, pero es como que falta algo. no se.-
Eduardo se lo quedó mirando esperando que siga.
- No se, cosas. A veces hablamos y es como que nos gustaría cambiar, hacer algunas cosas... -
- Quieren tener hijos?-
- Noooooo. Es otra cosa. Nunca te pasó de que se te mete una idea en la cabeza y no podés sacártela de encima? -
Eduardo subió sus hombros con cara de entender cada vez menos.
-Es que se me metió en la cabeza que quiero ver como la cojen a la Meli y filmarla.- Largo de corrido y casi sin respirar.
Un silencio tenso se interpuso entre los dos hombres. Eduardo medio atribulado pregunto:
- Y ella qué dice?
- Que sí, que le calienta la idea. No sabés lo putona que se pone cuando le cuento la idea, pero quiere que sea alguien de confianza. -
Eduardo echó una mirada hacia la pileta y volvió a ver el culo de Melina saliendo de entre el agua de la pileta de lona y se calentó un poco. Tomó un trago largo de fernet, casi terminando el vaso.
- Alguien de confianza?-
- Si, dice que también tiene fantasías y que quiere con alguien especial, que se pone como loca de pensarlo y que a ella también se le metió eso en la cabeza.-
Eduardo sintió la pija endureciéndosele debajo del pantalón de futbol. Siempre la había gustado su cuñada, pero ahora los ratones le hacían un festín de pensamientos.
- Si, con quien?- Preguntó.
- Con vos Edu.- Respondió Pablo y tomó de un trago también su vaso de fernet.

Sentados los cuatro en la mesa cuadrada del patio, bajo una noche estrellada y calurosa comían, reían y discutían de los mismos temas de siempre. Pero la cabeza de Eduardo era una licuadora enloquecida de pensamientos perversos. Las tetas de su cuñada se bamboleaban delante suyo con cada risa, con cada movimiento de brazos para cortar la carne. Sentía la verga dura bajo el mantel de plástico, deseaba chuparlas, amasarlas, llenarlas de leche. Morder esos pezones endurecidos bajo la bikini rojo furioso.
En un momento Pilar se levantó para ir al baño. Los tres se quedaron callados, viendo su culo de mujer cuarentona entangada de cebra alejándose hacia la casa. Cuando se perdió detrás de la puerta Pablo dijo en voz baja:
- Meli, le conté al Edu. Ya sabe lo que queremos.
- Te gustó?- le preguntó ella también en voz baja y con cara de pícara.
- Después hablamos.- Le contestó Eduardo llevándose el dedo índice a los labios y señalando con la mirada a su mujer que volvía más rápido de lo esperado.

En la sobremesa, Manuel pasó un brazo por sobre el hombro de su mujer. Ella le apoyó la cabeza en el hombro y así siguieron la charla que parecía normal, pero que entre los tres era una guerra de miradas ardientes y gestos calientes mientras Pilar no paraba de hablar, como siempre. En un momento Eduardo sintió el pie descalzo de Melina sobre el suyo. Una caricia acompasada, tibia, excitante que le puso la pija aún más dura. Eduardo explotaba de calentura y hasta estaba empezando a sentir una pequeña molestia en los huevos y ese pie que no dejaba de subir y bajar por su empeine. De repente sintió sobre el otro pie otra caricia. Pero ésta vez era el pie de Pablo que lo tocaba con los dedos y jugueteaba con los suyos.
Eduardo se sintió confundido y muy caliente al mismo tiempo. Miró a Pablo con cara de extrañeza, el le guiñó un ojo y siguió haciendo lo mismo unos segundos más.
Eduardo no aguantó más y se levantó para ir al baño. Su erección era evidente debajo de la tela del pantalón corto. Esquivó como pudo la mirada de su mujer y corrió al baño a hacerse la paja. Las imágenes de las tetas de su cuñada y esos pies atrayéndolos. Los cuerpos entrelazándose en su imaginación lo hicieron acabar en pocos segundos.
Se lavó las manos y la cara. Se miró en el espejo. Decidió hacerlo lo antes posible.

Apenas salieron por la puerta principal Pablo y Melina, Eduardo se abalanzó sobre las tetas de su mujer. Ella lo rechazó diciéndole que estaba cansada y un poco en pedo. El insistió pero no logró su cometido. Le dijo medio enojado que se quedaba viendo una película en el living si ella quería ir a acostarse.
Solo en la semioscuridad del living, veía una película de autos corriendo a toda velocidad. Agarró el teléfono y escribió un mensaje:
"Lo hacemos. El viernes puedo".
Un minuto después sonó el timbrecito de mensaje. Era Pablo. Le enviaba una foto de su mujer con la pija metida en la boca hasta los huevos y mirando fijamente a cámara. "Mira lo contenta que se puso la Meli" decía el texto.
Eduardo como loco sacó la pija dura del pantalón y sacándole una foto la mando. "decile que se prepare para esta".
Se pajeaba mirando la foto recibida. Viendo esos ojos fijos y lujuriosos. Su boca llena de pija, sus ganas cuando volvió a llegar un mensaje. Era la lengua de Melina metiéndose en el orto de Pablo. "dice que te prepares, que para vos también hay de ésto".
Acabó inmediatamente de ver la foto, en tres grandes chorros de leche que se le dispararon sobre la panza y el pecho. Enloquecido se meneaba la pija aún después de largar el semen, y así todo enchastrado siguió pajeándose y mirando la foto.
Enseguida sonó el timbrecito de videollamada de wassap. Acepto la video llamada y en la pequeña pantalla apareció la imagen entrecortada en movimiento de la espalda de Melina, que estaba en cuatro y la pija de Pablo metiéndose y saliendo de adentro de la concha. Los gemidos de los dos. Melina decia:
- Edu, te gusta? Te calienta como me empoma mi maridito? Ponémela vos papito, dale, dale.
Eduardo sintió ruidos en la habitación y cortó enseguida. Pilar apareció por detrás suyo cuando ya había cortado la comunicación, pero lo vió con la pija dura y lleno de leche.
- Pobre amorcito! Te habías quedado caliente! Vení que te la chupo por lo menos.-
Se arrodilló frente a él. Primero le lamió la guasca derramada sobre la piel pasándole la lengua despacito, como acariciéndolo. Después empezó a chupársela. Lo hacía bien y Eduardo lo disfrutaba.
- Te animás a chuparme el culo?- le dijo después de unos minutos.
- El culo? De cuando se te dió por eso?-
- No se, me gustaría probar. Dale. -
- No te me vas a volver puto vos no? - dijo riéndose Pilar y haciéndole subris las piernas. - A ver...-
Y empezó a lamerla la entrada del ojete despacio. Sintió como latía ante el contacto de su lengua y como iba dilatándose de a poquito, esperando ser penetrado. El se pajeaba y le pedía más.
Finalmente metió la lengua todo lo que pudo dentro y agarrándole la pija, empezó a pajearlo. Eduardo acabó casi instantáneamente.

5 comentarios - que noche la de anoche III

mimilau
Uff... caliente... muy...