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Vestido para mi novia (trans)

Capítulos anteriores:
Autoexperimentando
Fantasía: cambio de rol con mi novia
Recibí ayuda de mi amiga especial
Trío con pareja amiga
Masaje con final más que feliz
A las órdenes de mi amiga trans
Polvo con mi ex... y mi novia

(los nombres, oficios, y demás posibles datos de carácter personal han sido modificados para proteger la identidad de los implicados, empezando por yo mismo)

Durante el tiempo que he estado con Sara, me ha prohibido una única cosa: publicar relatos que sucedieron después de que se operase. Es nuestro único acuerdo restrictivo. Prefiere que las recordéis así. Y yo por supuesto, acepté.

Pero eso no significa que no vaya a escribir más. Hicimos muchas cosas antes de aquello. Muchísimas. Y justo me ha propuesto hace un rato que os contara una de las tardes más curiosas que hemos tenido. Así que os lo voy a contar, en lo que ella se entretiene jugando con mi culito y mamándomela. Espero no cometer muchas erratas.

Sara y yo vivíamos la plenitud sexual. Nos lanzábamos a follar con la excusa más tonta que se nos ocurriera. Ella se inclinaba normalmente por chupar mi polla hasta lograr que me corriera, mientras yo era más propenso a sentarme sobre su erección y dejar que me diera placer anal. Había mañanas en que me despertaba ella, con una delicada follada de culo mientras dedicaba caricias a mi falo. En otras ocasiones, cabalgaba sobre mi, con su polla rebotando con cada movimiento que hacía. Le encantaba jugar por las mañanas, aunque aquello significase sacrificar minutos de sueño para no llegar tarde a trabajar.

No quiero decir con esto que Sara me forzase en algún momento. Estaba todo hablado y pre-consentido entre nosotros. Yo había permitido que aquello ocurriera, pero siempre que, por alguna circunstancia, ella o yo no quisiéramos tener sexo, lo respetábamos y deteníamos la excitación en el acto. Y a pesar de que tenía tendencia a dominarme, había días en que su comportamiento era... estilo "femenino-pasivo", aunque no me gusta usar ese término.

El caso es que una tarde, después de comer, decidió que sería el momento de vaciar un poco su armario, y hacerme espacio. Acepté la idea, inocentemente, y fui tras ella al dormitorio. Sobra decir que en aquel momento ambos estábamos completamente desnudos. Caminamos así (y me tentó mucho apegarme a su hermoso culo). Abrió el armario, y empezó a sacar ropa. Me fue indicando lo que dejar en la cama, para volver a guardarlo luego (ropa sobre todo de verano) y el resto de cosas irían en una silla, para luego guardarlas en una caja (la de invierno).

Tenía una ropa muy bonita... Bueno, no es que yo entienda mucho de ropa, pero me ponía cachondo imaginármela vestida con algunas de esas prendas que permitirían verle casi todo. Y eso que ya me conocía lo que había debajo, pero aún así... decidí centrarme en mi tarea. Y de entre toda la ropa que sacó, hubo unas prendas que me llamaron especialmente la atención. Un polo (también llamado niki) de color blanco, y una minifalda oscura. Una versión simplificada del uniforme escolar japonés.

Cuando terminamos de clasificar y volvimos a meter la ropa en el armario, y metida en la caja el resto de prendas, se dio cuenta de que el polo y la minifalda seguían sobre la cama. Me miró, y tuve que ponerme tontorrón.

"Te quiero ver con eso puesto. Por favor", pedí, imitando a un niño pequeño cuando quiere un dulce.

"Ni hablar", respondió ella, negando con la cabeza. "De momento no tengo la menor intención de ponérmelo".

"¿Por que no?", quise saber. "Por algo lo comprarías".

"Claro que sí. Para cuando me opere. ¿Te imaginas el espectáculo que podría dar si me pongo esa minifalda con... esto?", preguntó divertida, mientras se señalaba el miembro. Era curioso, pero a pesar de que me follaba con mucha frecuencia, tendía a olvidarme de ese detalle. Cosas de que siempre la haya considerado mujer, supongo.

"Pues es una pena. Seguro que estarías guapísima con eso puesto".

Ella se sonrojó. Adoraba cuando elogiaba su feminidad. Y en ese momento, pareció que iba a cambiar de opinión. Se agachó a un cajón, y saco unas bonitas braguitas blancas. Me las mostró, y esperé a que se las pusiera. Pero no iba a pasar eso.

"Ten".

"¿Perdona?"

"Quiero que te lo pongas tú. Vístete de colegiala para mi, por favor".

Noté que me puse colorado. Jamás había pensado en ponerme ropa de mujer. Y de pronto, la persona que más placer me había dado jamas me estaba pidiendo que lo hiciera. Temblé un poco, pero alargué la mano y acepté la prenda. Tampoco me iba a pasar nada por aquello. Asi que me vestí lentamente, permitiendo que se deleitara la vista. Me puse las braguitas con cuidado. No me quedaban muy mal... salvo porque se me salía la mitad del rabo, pero bueno. Ella sonrió, complacida, y me invitó a continuar.

Me puse la falda, agachándome de espaldas expresamente para que se deleitara con mi culito tapado, y cuando me la subí, me puse el polo blanco. Me pude ver en el espejo, y debo reconocer que no estaba mal del todo... Bueno, yo mismo me conocía y quizá por eso no me excitaba con mi propia imagen...

Muy al contrario que Sara, que apenas me vio, su pene empezó a endurecerse. No me podía creer lo rápido que se había excitado. Estaba realmente cachonda. Y su erección apuntaba hacia mi peligrosamente.

"Bueno... ¿qué te parezco?", pregunté, y me sujeté la falda, empezando a girar mi cuerpo de un lado a otro, provocándola.

"Que más te vale quitarte eso ahora mismo, o voy a follarte por horas...", dijo.

"¿Seguro?", pregunté. "Pues ¡uy!"

Caí deliberadamente sobre la cama, de espaldas a ella. No debieron pasar más de cinco segundos antes de que ella apartara la tela de las braguitas y que yo sintiera su polla atravesando mi culo con fogosidad. Gemimos ambos. Yo por lo repentino, y ella porque seguramente necesitaba ese desahogo. Sentí pasar sus manos por debajo del polo para agarrar mis caderas, y me folló con ahínco. Yo me había acostumbrado a dejarme llevar por las situaciones así, y gemí por el placer que estaba recibiendo en mi culo en aquel momento.

Yo sabía que no iba a poder correrme sólo con recibiendo sexo anal, pero aún así mi pene estaba también erecto. Como pude, me llevé una mano para poder masturbarme, pero Sara estaba tan excitada que había acelerado mucho sus acometidas, y terminó inundando mi culo con su esperma. Me la dejó dentro aún unos minutos, pero noté cuando me la sacaba, y sentí algún hilillo de su semilla resbalando por mis piernas.

"Qué lastima... se han manchado", dijo, mientras me quitaba las braguitas, dejando mi culo al aire, y me dio un azote. "Esto ha sido culpa tuya. Te dije lo que pasaría si no te desnudabas",

"Me tropecé. Estoy torpe", bromeé, y nos dimos un beso largo. Me alegraba haber hecho aquello, pero algo me indicaba que la tarde sólo había empezado.

"Realmente podrías pasar por una chica", me comentó. "Estarías preciosa. Bueno, lo estás. Me ha encantado verte así, de jovencita traviesa".

Y en ese momento, decidí ofrecerle un pequeño regalo que había preparado desde hacía un tiempo. Yo nunca se la había mamado, y era consciente de que a ella le encantaría poder disfrutar de mis labios en su polla. Así que una tarde había ido a buscar a Ana y (ventajas de tener una relación "abierta" con las personas aprobadas por Sara) le pedí que me enseñara a hacerlo... pero esa es otra historia que ya os contaré.

El caso es que pedí a Sara que se quedase de pie, y luego, tras darle otro ligero beso, me agaché delante de ella. Acaricié su miembro hasta que conseguí que volviera a estar erecto. Inspire, comprobé que estaba sorprendida, y me lo llevé a la boca.

La verdad, con el prepucio de por medio no sentía apenas el sabor que tenía, pero supe que aquello bastaba para mantenerla cachonda. Una mano me acarició el pelo. Yo seguí dándole placer, y me atreví a jugar un poco con su glande usando mi lengua, logrando que gimiera. Sonreí, y se la seguí chupando un rato. No era especialmente excitante para mi, pero para ella estaba siendo lo más.

"Por favor, para...", me dijo.

Me detuve en el acto, pensando que quería parar. Pero no. Me pidió que me tumbase en la cama bocarriba. Me alzó las piernas para poder follarme el culito de nuevo, y luego me tapó el miembro con la falda. Debía tener así la fantasía de estar tirándose a una colegiala. Sólo bajaba un poco el ritmo cuando le apetecía robarme algún beso, antes de seguir poseyéndome con fiereza. Por segunda vez aquella tarde sentí que ella se tensaba y se corría dentro de mi. Me sonrió con ternura.

"Muchas gracias por lo de hoy", me dijo.

"No hay por qué darlas".

"Cierto. Lo que hay que hacer es que te corras ahora", dijo. "Pero por favor... no te quites nada", me pidió. Se puso sentada en el suelo, y aguardó. "Fóllame la boca".

Una peticion tan directa no podía dejarla pasar. Levanté mi falda, mostrándole mi ereccion, y se la acerqué. Ella separó aún más los labios, y los juntó alrededor de mi pene apenas se lo había introducido, provocando una agradable calidez cuando hundí mi polla dentro de su boquita. Empecé a mover mis caderas despacio, pero no podía contenerme mucho tiempo. Llevaba tanto rato excitado que tuve que avisarle rápidamente de que me iba a correr, antes de llenar su boca con mi semen. Debí descargar más de lo habitual, pues vi que se le resbalaan unos hilillos por la comisura de los labios, aunque los recogió y se los llevó a la boca con ayuda de su dedo.

"¿Por qué no has querido que siguiera chupándotela?", pregunté mientras me reponía un poco.

"Porque se me iba a ir de las manos mi propia excitación. Si te hubiera dejado... no se, puede que te hubiera sujetado la cabeza hasta acabar y... no quería hacer eso. Me alegra mucho que hayas hecho ese esfuerzo por mi, de verdad."

Le sonreí.

"Hice bien en pedirte salir. Te quiero mucho".

"Y yo a ti".

"En fin. Voy a pedirte una última fantasía... Fóllame... así vestido", y me guiñó el ojo.

Accedí, por supuesto. Y que ella se hubiera pasado la conversación manoseándome el miembro ayudaba a que me excitara. Así que se echó sobre la cama. Dudó un rato sobre si prefería ponerse bocarriba o bocabajo, pero finalmente la hice quedar mirando hacia arriba y sonreí. Ella asintió, y alzó las piernas para mi. Localicé su delicioso culo con mucha facilidad, y jugué un poco con el antes de entrar de lleno con mi polla.

Empecé a embestirla fuertemente. Sara gimió, dándome un verdadero espectáculo erótico. Se agarraba a las sábanas, y arqueaba la espalda por el placer. Aquello me excitaba mucho. Su bella imagen a mi control era maravilloso. Aumenté un poco más la velocidad, y sentí que iba a acabar. Ella estaba demasiado ocupada gozando como para que le importase, así que descargué por segunda vez dentro de ella.

"Te vas a poner esa falda más días", me dijo mientras me desnudaba. "Ha sido muy pasional lo de hoy".

"Desde luego. Ha sido una pasada", concedí.

"Y tranquilo. Que me lo he pensado y me la pondré yo también para tí. Seré tu niña buena... o tu niña mala", bromeó. "En fin, ¿nos vemos una porno después de cenar?", me preguntó, sacando un par de vibradores del cajón.

"Nunca digo que no a una buena película".

2 comentarios - Vestido para mi novia (trans)

tenshi_5 +1
bastante buen relato